Transcripci�n
{foja 00a}
{en
tejuelo: Mexican 320}
Manuscrit
Un
cahier in 4�
20
pages
_______
Recueil
de notes de Gama
sur
l�image de N[otre] D[ame]
de
Guadalupe
N�
320
Volume
de 15 feuillets
8
Ao�t 1898
{foja 00b, en blanco}
{foja� 01r}
��
Para describir una ciudad observan los ge�grafos, y lo pide el buen orden, dar
noticia de la naturaleza del suelo o terreno en que est� fundada, de las
cualidades de sus aguas, de los vientos que reinan en ella, y de otras
propiedades, buenas o malas de que goza, antes de pasar a explicar lo material
de sus f�bricas y edificios: esto mismo debemos observar en la descripci�n de
nuestra Sagrada Imagen pues antes de pasar a referir lo admirable de su
celestial pintura, lo particular de sus colores, la disposici�n y arte con que
est�n empleados, sin aparejo, ni imprimaci�n alguna, el extra�o y hermoso
dorado, y todas las dem�s circunstancias que la adornan, es necesario dar raz�n
del tosco y grosero lienzo en que se ejecut� este bell�simo y milagroso simulacro.
Es su materia extra�da de una planta que en el idioma mexicano llaman Metl �y
se conoce vulgarmente con el nombre de maguey del cual se sacan y benefician
unos hilos que en el propio idioma nombran ichtli ( y de este ichtli
torcido o suelto) hacen los naturales ciertos tejidos, mas o menos groseros,
seg�n la mayor o menor disposici�n y beneficio que les dan, y la especie de
planta de que se extraen; llaman a cualquiera de ellos ayatl y nosostros
ayate. De estos tejidos cuadrados o cuadrilongos usaban en lugar de capa
(a la que llamaban tilmatli� y los espa�oles tilma) los indios
pobres y plebeyos, pues los nobles y principales se cubr�an con ricas mantas de
algod�n o de lana adornadas de diversas labores y colores a las que sol�an
mezclar pluma o pelos de conejo como en otra parte hemos dicho; y los unos y
los otros se ataban al cuello dos de sus cuatro puntas dejando colgar las otras
dos por detr�s cuya costumbre observan hasta el d�a.
��
Uno de aquellos ayates groseros era el que ten�a puesto Juan Diego cuando la
Sant�sima V�rgen le mand� cortar las flores y en el que se represent� su imagen
al descubrirlas ante el Se�or Obispo, no de los comunes abiertos en forma de
red que de prop�sito fabricaban� y hasta ahora fabrican para que sirvan de
harneros o cribas en que cernir el ma�z (como se cree por la gente vulgar) sino
de otros, que aunque tienen el hilo grueso, est�n cerrados y bien tejidos, los
que hasta el d�a se gastan entre los indios de fuera. El Bachiller Becerra
Tanco, a quien sigue el padre Florencia, el Doctor Bartolache y otros atribuye
la materia del /�/ en que esta pintada la Sant�sima Virgen al hilo que se saca
de cierta especie de palma nombrada iczotl por la suavidad que se siente
al tacto cuando se llega a tocar la Soberana Imagen. Es cierto que el hilo que
se beneficia de las hojas de este �rbol es muy suave y estando bien preparado,
seg�n dice el Doctor Hern�ndez,�
{foja
01 v}
se
forman de �l unos tejidos (de lienzos y esteras) mejores que los que se
fabrican del maguey com�n pero despu�s de repetidas lociones, maceraciones y
asoleadas {a} lo que hace creer que no era de iczotl �la manta de Juan
Diego porque todas estas preparaciones para poner el hilo en disposici�n de
tejerlo hace que los lienzos sean m�s escasos y costosos que los del maguey, a
que se junta lo raro de aquel �rbol que no se halla sino en lugares montuosos y
distantes, quando esta otra planta abunda tanto, que no hay lugar de la Nueva
Espa�a en que no se encuentre multitud de ellas y por consiguente que usen de
solo estos tejidos los indios pobres, como lo era Juan Diego.
��
Ni la suavidad del lienzo puede probar que sea su materia de iczotl, la
misma suavidad y blandura se consigue en los texidos del maguey como la planta
sea tierna y este bien preparado el hilo.* El ichtli que gastan los
zapateros, el que se emplea en la pita y en el que llaman hilillo es
bastantemente suave, d�cil y blanco. Pero sin salir de este g�nero de planta
tenemos en �l varias especies que rinden un hilo suav�simo y delicado, a�n m�s
que el lino y algod�n. De las diez y nueve especies de maguey de que hace
menci�n el Doctor Hern�ndez es una, la que llaman pati de la cual dice
que se preparan unos hilos muy delgados tenidos en grande estimaci�n por ser
aptos para texer pa�os tan /�/ preciosos y delicados como los de lino (b). Y
a�ade el padre F. Francisco Xim�nez: H�cese de esta planta lind�sima hilo
muy delgado tenido en mucha estimaci�n de las damas mexicanas para sus labores
y galas y para sus preciosos tocados (c). A�n m�s suaves y delicados son
los lienzos que se fabri-
{notas
al pie de foja 01v:
a)
E folijs hujus arboris fila parari linctis storeisque intexendis perquae
acommoda, politiora, firmidraque eis quae ex Metl fieri passim consuevere,
madentibus in primis aqua, mox protratis ac lotis, iterumque et iterum
maceratis, et insolatis, donec apta redantur, et nei possint, et in usus
accommodari, materiamque ejus esse levem ac lentam. Francise
Hernand. Oper Edit. Matrit.anni 1790. tom. 1 /cap 2�/ pag. 347.
b)
Imagen de la Virgen Maria. Fol.38 /�/.
c)
De pati seu metl ex quo fiunt lenissima fila. Similis est metl, sed
folijs angustioribus, minoribus, et tenuioribus, magnaque ex parte
purpurascentibus, et radice fibrata, crassaque. Species est vocatae Pitae
parantur exea fila tenuissima in magno habita pretio, pannisque lineis
preciosis texendis aptissima. Ejusd. oper. tom. 2 (cap.8) pag.257 et in
edit Rom. 1651 pag. 275 cap. 2�.
d)
De la naturaleza y virtudes de las plantas y animales que estan recividos en
el uso de Medicina en la Nueva Espa�a. Lib. 3, Cap. 2� fol.150 de la
edici�n de M�xico, a�o de 1615.}
*
{nota al margen:� El Bachiller Miguel S�nchez, primer historiador de la
Sant�sima Im�gen dice: El lienzo y manta en que de las flores apareci�
pintada aquesta Santa Im�gen es de un tejido tan natural de aquesta {sic}
tierra que en ella solamente se agarra/�/) la materia que la compone. Es una
planta llamada maguey , aquesta� planta se beneficia por mano de los indios
naturales. Para poder tenerse, como lo hacen m�s o menos delgados los tejidos
conforme el beneficio, cobrando tal vez apariencia de algod�n basto. Este
historiador manej� mucho tiempo a los indios y supo e indag� de ellos sus usos
y costumbres.}�
{foja
02r}:
La
noticia de tan prodigioso suceso se divulg� inmediatamente por toda la ciudad y
no pudiendo satisfacer los deseos de los que concurr�an a ver tan raro� milagro
por ser entonces las casas del se�or obispo de corta extensi�n y mucha la
incomodidad que hab�a de sufrir, se daba entrada franca a toda la gente,
determin� sacar de su oratorio la imagen y exponerla a la vista p�blica
pas�ndola a la iglesia de los religiosos de San francisco, que llamaban la
iglesia mayor y que seg�n dice el padre Torquemada serv�a en aquel tiempo como
de catedral. A ella acud�a diariamente el se�or obispo a visitar a la Se�ora
hasta el d�a 7 de febrero del siguiente a�o de 32 en que se fue para Espa�a a
consagrarse y a otros negocios a que hab�a sido llamado por la Emperatriz,
dejando encargado a los religiosos franciscanos el culto de la Sant�sima Im�gen
hasta su vuelta, que fue el siguiente de 33 en que concluida, perfeccionada y
dispuesta su primera ermita se traslad� a ella el d�a 26 de diciembre segundo
de Pascua de Navidad con la mayor solemnidad y lucimiento como adelante veremos.
{foja
2v, en blanco}
{foja
03r}
��
Los sitios que santific� este �ltimo d�a la Sant�sima Virgen con sus sagradas
plantas fueron ( a la falda del cerro por la parte que mira al oriente) el
lugar donde hab�a un �rbol nombrado quauhzahuatl que vulgarmente llaman quauhzahuate
* debajo del qual estaba la Sant�sima Se�ora cuando le sali� al encuentro a
Juan Diego. Este �rbol se mantuvo muchos a�os,permaneciendo a�n el tronco
cuando escribi� su historia el Bachiller Luis Becerra Tanco, esto es, poco
tiempo antes del 1672 en que muri�, quien dice: " conforme al sitio juzgo
que es un tronco antiguo que hoy persevera en la falda del cerro a cuyo pie
pasa una vereda por donde se sube a la cumbre por la vanda del oriente, que
tiene el manantial de agua de alumbre de frente".� Parte de este tronco y
sus raizes permanecieron hasta nuestros d�as y yo {lo} v� muchas veces, siendo
a�n conocido con la denominaci�n de el �rbol de la Virgen. El a�o de 17
en que se comenz� a hacer la calzada que por aquel lado sube a la cumbre del
cerro, se quitaron las ra�ces y pedazo de tronco, que estaba en medio de las
primeras gradas, en el lugar donde ahora est� el pilar que contiene la
inscripci�n de las indulgencias. El vulgo a pretendido dar el nombre de �rbol
de la V�rgen �� un arbusto que se halla como 500 varas distante hacia el
norte respecto del pozo y lo tienen de pocos a�os a esta parte en gran
veneraci�n cercado de piedra y mezcla, creyendo haver sido este el {sic}
en que apareci� la Sant�sima Virgen pero cualquiera persona de juicio, al ver
el arbolito, conocer� luego que su edad no puede llegar ni a cincuenta a�os y
por consiguiente que despues de 264 a�os que han pasado desde el de la
aparici�n en que ya era �rbol grande, pues sirvi� de ocultarse en �l la
Sant�sima se�ora, no pod�a mantenerse hasta ahora en todo su verdor y lozan�a.
Esto es para los que no tienen conocimiento del quauhzahuate, porque los
que lo han visto o saben de sus propiedades por la descripci�n que de �l hace el
Doctor Hern�ndez hallar� que este �rbol no conviene con aquel arbusto ni en su
magnitud, ni en los granillos de las ojas ( ni en la figura de �stas,
semejantes a las del lim�n aunque m�s peque�as), ni en el verdor ni redondez de
sus ramas ni en la disposici�n, tama�o y color de sus flores. Ni hay quien diga
que en tanta distancia como en la que est� ahora respecto del pozo (donde
ciertamente estuvo la Sant�sima Virgen cuando envi�{...}
{notas
de la pagina 03r:
*
El Bachiller Becerra Tanco dice que quauhzahuatl significa �rbol de tela
de ara�a o �rbol ayuno;� pero ni uno ni otro significa. Qualquiera que tenga
una mediana inteligencia de la lengua mexicana conocer� que no es este su
propio significado. Su nombre se compone de las voces quahuitl, �rbol y zahuatl,
que es la sarna. Y todo el vocablo dice: �rbol sarnoso. El que lo hubiera
visto hallar� que con gran propiedad le pusieron este nombre los mexicanos, por
tener sus ojas cubiertas de unos granillos a manera de sarna como lo describe
el Doctor Hern�ndez por estas palabras: " Nomen sumpsit a foliis,
quadam velut scabie infectis. Arbor est magna frecuentissima calidis locis
ramos fundens virides ac rotundos, folia mali Medicae minora tamen et granulis
quibusdam ut dictum est, refertur, florem magnum, albumque in corymbos
compositum, et visu pulchrum, similem quadantenus hyosciamino Frigida
humentique natura constat, et montuosis gaudet, calidis, aridisque". Tom.3 pag. 121 edit.
Matrit, ann. 1790.
}
�
{foja 03v}:
{...}a
Juan Diego a cortar las flores) se le huviera aparecido. S�lo se sabe que las
apariciones de la Se�ora fueron en la cumbre del cerro y al pi� de �l, donde
brot� despu�s el manantial que s�lo dista del lugar en que estaba el �rbol diez
o doce pasos, y desde all� anduvo hasta el sitio donde se le fabric� la primera
ermita que fue donde compuso las flores en la manta del dichoso indio para que
las llevara al obispo a quien se lo demostr� cuando fueron a reconocerle el d�a
siguiente.
��
El or�gen del manantial (seg�n se refiere en la antigua relaci�n citada por el
Padre Florencia (a) fue que deseosas varias personas de saber el lugar� cierto,
para adorarlo y venerarlo, donde estuvo la Sant�sima Virgen esperando a Juan
Diego todo el tiempo que tardo en subir al cerro, cortar las flores, y bajar
con ellas, no pudiendo se�alar el indio a punto fijo, sali� repentinamente un
borboll�n de agua que con �mpetu y ruido a permanecido brotando incesantemente
hasta el d�a, levantando un plumero como de una tercia de alto. Hasta pocos
a�os hace que excarbando un devoto, comenz� a brotar por all� la agua y a
faltarla del pozo. Y aunque ocurri� prontamente a tapar lo que hab�a abierto,
ya no brota en �ste con tanto �mpetu y ruido como antes. Estuvo esta milagrosa
fuente por m�s de un siglo descubierta con s�lo un cerco de piedra hasta que la
piedad y devoci�n del Bachiller Luis Laso de la Vega, vicario que fue de aquel
santuario, por los a�os de 1648 � 1649, la hizo cubrir, cercar de paredes y
adornar �stas con curiosas pinturas que representaban toda la historia de las
apariciones cuya f�brica permaneci� as� hasta el a�o de 1777 en que se le
comenz� a hacer el peque�o pero curios�simo y bien dispuesto templo que tiene
hoy de que hablaremos en su lugar*.
��
Las aguas de este manantial son gruesas, amarillas y de un sabor desagradable y
dejan en el fondo del vaso mucha tierra friable de que forman unos panecitos,
que se dan como reliquia. Ellas son saludables en muchas enfermedades, sea
porque fueron producidas milagrosamente o por las sales nativas de que constan
**. Y aunque seg�n el �mpetu con que brotan� y el volumen que levantan� parece
que deb�an formar un caudaloso arroyo, s�lo despiden un hilo muy delgado, que
se recoge por un lado y otro en unos peque�os estanques hechos a prop�sito para
que se laben en ellos los enfermos. El pozo en que se recogen est� en forma
circular y tiene como dos varas de di�metro y tres de profundidad y se halla a
la entrada del vistoso templo que en aquel lugar se ha fabricado por la parte
del poniente. Aqu� entra el p�rrafo que comienza: En la cumbre del
cerro{...}
{notas
de la pagina 03v:
**
El olor y sabor de �stas aguas indican que pasan por alg�n mineral de asphalto
o betum judaico� a que llaman los indios chapopotli. Con
efecto, a poca distancia de este milagroso manantial y a la parte del S.O. de
�l, en las zanjas que se hicieron para los cimientos del convento de religiosas
capuchinas que se fabric� contiguo al templo de Nuestra Se�ora, se hall� el a�o
de 1785, sobre la agua que sal�a, mucha cantidad de petr�leo o napta,
que la gente vulgar crey� ser un azeite milagroso. Las propiedades que
tiene el petr�leo y el asphalto, que refiere el Se�or de Bomare en sus respectivos
art�culos de su Diccionario de Historia Natural y en el segundo tomo de
su Mineralog�a y los usos m�dicos que de ellos se hacen, convienen con
las destas saludables aguas: ellas fortalecen los nervios, curan las �lceras y
otras enfermedades del cutis y preservan de ellas; y por esta raz�n van
frecuentemente los indios a labarse en los derrames del pozo y hacen lo mismo
con sus hijos aunque est�n sanos. Bebidas, matan las lombrices, fortalecen el
est�mago y obran otros efectos maravillosos.}
{nota
al margen: En un lugar poco distante para formar otro pozo cuyas aguas
sirviesen de apagar la cal, hacer la mezcla, y a los dem�s usos de la obra de
la iglesia que se iba a fabricar brot� all� con el mismo �mpetu y comenz� a
bajar la del pozo milagroso.}
*
{nota al margen: Con ocasi�n de limpiar su fondo de alguna tierra y cascajo que
le hav�a ca�do cuando se demoli� el chapitel antiguo que ten�a, se encontr� en
�l a la parte del S.O. una gran piedra dura por debajo de la qual viene la agua
con un vapor o gas tan da�ino que inmediatamente se sent�an los operarios con
los sentidos perturbados con los /�/ y los est�magos revueltos hasta que sal�an
fuera y tomaban un poco de aguardiente y de este modo /�/ consiguieron el
limpiado.}
{foja
04r}
cuyo
canto forman con dulces trinos y delicados quiebres. De ambos hace menci�n el
Doctor Hern�ndez, de coyotototl (que significa p�jaro cascabel) dice: Nomen
habet � sonitu illi sonalium simili. Histor avium Nov. Hisp. cap. 149 pag.
44, Pero que de tzinitzcan �de que trata en dos distintos cap�tulos /�/
pinta su hermosura� por los matizados colores de las plumas de que se serv�an�
los naturales para formar im�genes y para ponerse sobre las cabezas en sus
bailes y quando sal�an � la guerra y en quanto a su canto no tuvo noticia
alguna ni se usa su carne para viandas pues dice pulcherrima avis est,� sed
neque�� cantillat, neque (quod �sciam) eduli carne constat . Loc.
cit. cap. 43 pag. 23. Parece por estas expresiones y por la magnitud de su
cuerpo igual al de una paloma, avis est parva columbae pone par
De
Tzinitzcan trae dos especies, la una cuyo cuerpo dice ser igual al de
una paloma, consat de hermosas y matizadas plumas de que se serv�an los
naturales para formar im�genes y para adornar sus cabezas en la guerra y en sus
mitotes o bailes p�blicos pero que ni cantaba ni se hac�a uso de su carne para
las viandas. Avis
est parva, dice,
columbae pen� par plumis multorum colorum vestita quibus imagines mirae
subtilitatis intexunt Indigenae... et utebant festiuis diebus in bello, Templis,
ac publicis tripudijs.... Pulcherrima avis est, si que alia, sed neque
cantillat neque(quod sclam) eduli carne constat. Loc. cit. cap. 43, pag.
23. La otra especie (cap. 135, pag. 42) es una avecilla peque�a menor que un
jilguero que tambi�n consta de plumas de diversos colores de que se serv�an los
indios para los mismos usos que las de la antecedente y aunque nada dice de su
canto, parece que �sta debe ser la que expres� Juan Diego, si buscamos la
etimolog�a de su nombre, parece que deriva del verbo tzilini que
significa sonar el metal /�/ y tzinitzcan, syncope de tzilinitzcan que
es como si dijera, Ave de fino canto, como de sonoro metal que es como si
dijera, ave de fino canto, como de sonoro metal. (figura de que se usa mucho en
la lengua mexicana).
{...}
� la misa de la Virgen que se canta los S�bados y � oir la Doctrina que
explican los padres de San Francisco y haviendolo o�do la Sant�sima Se�ora le
dijo: "yo soy la misma Virgen Mar�a, Madre del Verdadero Dios cuya Misa y
Doctrina vas � oir.�� Pero quiero que pases a la ciudad de M�xico y digas al
obispo que es mi voluntad {incompleto}.
Se
excus� el humilde Juan Diego con �stas palabras: canel nicnotlapaltzintli,
canitconi mecapalli, cani edcapoli, cani cuitlapilli canatlapalli, canitconi,
nimamaloni,� que literalmente suenan: pues soy un vil hombrecillo, cordel
para cargar angarilla donde se carga, pero son frases de reverencia para
expresar su bajeza y humilde nacimiento como lo d� a entender m�s claramente
con las otras voces itconi y mamaloni que son sin�nimas y
significan gente baja, plebeya y subordinada, como si dixera:" m�ndame
se�ora que lleve a cuestas alguna carga a que me emplee en otro ejercicio mec�nico
de los que entendemos los pobres macehuales, pero no quieras elevarme a la
excelsa dignidad de embajador de tan celestial Reyna que no soy capaz de
desempe�ar". He puesto a la letra las palabras mexicanas que constan al
fol. 3 de la Historia impresa por el Bachiller Luis Laso de la Vega, que son
las mismas que se hayan tambi�n en el fragmento citado de papel de maguey, para
comprobar mas no haver sido el autor de la referida historia el dicho Bachiller
Laso pues �stas expresiones son propias del estilo de hablar que usaban los
mexicanos en aquellos tiempos inmediatos a la conquista cuyo frasismo y
mexicanismo ya estaba enteramente perdido y muy adulterada la lengua m�s de 100
a�os despu�s que hav�an pasado hasta el de 1649 en que la sac� a luz el expresado
Bachiller Laso.
{foja
04v}
{...}no
podr� decidir si el ayate es tejido de hilo de maguey o de palma por no haver
tenido la dicha (que tanto he deseado) de tocarlo con mis manos, ni a�n ver de
cerca la Sagrada Imagen, quitada la vidriera. Lo que si puedo asegurar es que
tanto en el M.S. original, como en el impreso que di� a luz el Bachiller Luis
Laso de la Vega se dice que era de maguey. Pero sea de una o de otra materia,
�mbas producen un hilo �spero y dif�cil de pintar en �l sin aparejo. Lo cierto es
que los pintores Don Miguel Cabrera� que lo reconocieron y palparon aseguran
{entre
lineas: cito} algo grueso /�/ formado de ichtli que sacan de �l, que de esto se
vest�an y cubr�an los plebeyos o macehuales porque de las mantas {aqu� se corta
el texto} /.../ses de algod�n o lana s�lo se vest�an los caballeros o se�ores y
los capitanes generales*.
{nota
al pie de pagina: En obsequio de las personas inteligentes del idioma mexicano
que carecen de la Historia del bachiller Laso , pongo aqui el texto a la letra
para que tengan la satisfacci�n de leerlo como lo escribi� su autor en aquel
tiempo tan inmediato a la milagrosa aparici�n en que {aqu� se corta el texto} /.../
los de su Naci�n. Dice pues: " In timatzintli ineolol catca in Juan Diego
in itech tlamahui}
{foja
05r}
Luis
Ponce de Le�n, no muri� antes de entrar en M�xico como se asienta falsamente,
pues public� la Real C�dula hecha en Toledo a 4 de noviembre de 1525 que le
vino co/�/ para que no hubiese juegos que pasasen de 20 pesos. Consta por
diligencia asentada por Francisco de Ordu�a, escribano, con fecha de 4 de julio
de 1526. Puga f.69
Todo esto consta impreso por un autor (D.C.C.Q) que si como impondr�a� tanto
trabajo en registrar archivos privados y reconocer papeles antiguos, huviera
moderado su severa cr�tica y afectado estilo, no conociera el p�blico de muchas
noticias ciertas y bien circunstanciadas que desentra�� de los m�s ocultos
documentos de la antig�edad.
{foja
05v}
Quauhzahualotli,
el camino del �rbol Quauhzahuate
Dice
Torquemada lib.5, cap.9, pag. 606 que lleg� a M�xico el se�or Fuenleal el a�o
de 1531, y en la pag. 608 dice que govern� poco m�s de 3 a�os.
Referencias.
1a. sobre la pl�tica con el obispo en mexicano, 2a. sobre el nombre de
Guadalupe que no pueden pronunciar los indios, 3a. sobre la consagraci�n del /ermita/
que dice Betancurt que fue por el se�or Garc�s el a�o de 27, 4a. sobre que no
hab�a convento en Santiago hasta despu�s del a�o de 43. Sobre no haber escrito
Torquemada veanse las contradicciones en el padre Betancourt. Sobre lo que dice
Becerra Tanco, que enviud� Juan Diego dos a�os despu�s de la aparici�n,
haviendo sido dos a�os antes. Sobre el paradero de las flores. Sobre el d�a en
que se deb�a celebrar su fiesta que dice Becerra Tanco debe ser el 22 de diciembre,
pag. 56. Y tambi�n se ha de refutar a este sobre lo que dice de la venida de
Santo Tom�s.
{foja
06r}
Para
decribir una ciudad observan los ge�grafos y lo pide el buen orden, dar noticia
de la naturaleza del suelo o terreno en que est� fundada, de las qualidades de
sus aguas, de los vientos que reinan en ella, y de otras propiedades buenas o
malas de que goza, antes de pasar a explicar lo material de sus f�bricas y
edificios. As� debemos observar en la descripci�n de nuestra Sagrada Imagen,
pues antes de pasar a referir lo admirable de su celestial pintura, lo
particular de sus colores, la disposici�n y arte con que est�n empleados, sin
aparejo ni imprimaci�n alguna, el exquisito y hermoso dorado y todas las dem�s
circunstancias que la adornan es necesario dar raz�n del tosco y grosero lienzo
en que se execut� este bell�simo y milagroso simulacro. Es su materia extraida
de una planta que en el idioma mexicano llaman metl y se conoce
vulgarmente con el nombre de maguey del cual se sacan y benefician unos hilos
de que hacen los naturales ciertos texidos, mas o menos groseros, segun la
mayor o menor disposici�n y beneficio que les dan y la especie de planta de que
se extraen. Llaman a cualquiera de ellos ayatl y nosotros ayate. De
estos texidos cuadrados o cuadrilongos usaban en lugar de capa ( a la que
llamaban tilmatli y nosostros tilma) los indios pobres y plebeyos porque
los nobles y principales se cubr�an con ricas mantas de algod�n, de lana, de
pelo de conejo o de pluma que mezclaban con la lana y algod�n y adornaban de
diversas labores y colores como en otra parte hemos dicho. Y los unos y los
otros se ataban al cuello dos de sus cuatro puntas, dexando colgar las otras
dos por detr�s, cuya costumbre observan hasta el d�a. Uno de aquellos ayates
groseros era el que tra�a puesto
{foja
06v}
En
las excavaciones que se hicieron el a�o del 79, se hallaron pederales y bases
de columnas, fragmentos de estas y varias piezas de mamposteria que se
registraban no s�lo en cimientos sino en mucha parte de paredes sobre el talud
que cubr�a la tierra en aquella elevaci�n que ten�a antes el piso del
cementerio cuyas ruinas no pod�an ser de otra cosa que de la iglesia y convento
que fabricaron en aquel sitio los religiosos franciscanos.
Juan
Diego cuando la Sant�sima V�rgen le mando cortar las flores y en el que se
represent� la im�gen al descubrirlas ante el se�or obispo, no de aqullos
comunes, abiertos que de prop�sito fabricaban y a oy en el d�a fabrican para
que sirvieran de harneros o cribas en que cern�an el ma�z (como se cree por la
gente vulgar) sino de otros que aunque tienen el hilo grueso estan cerrados y
bien tejidos, los que aun ahora se gastan entre los indios de fuera. El
Bachiller Becerra Tanco a quien sigue el padre Florencia, el Doctor Bartolache
y otros, atribuye la materia del en que esta pintada la Sant�sima Virgen (ver
pags. 01r, 01v fragmento de texto igual) al hilo que se saca de cierta palma
que nombran iczotl por la suavidad que se siente al tacto cuando se
llega a tocar la soberana imagen. Con efecto el hilo que se beneficia de las
ojas de este �rbol es muy suave y estando bien preparado seg�n dice el Doctor
Hern�ndez se forman de �l unos tejidos mexores que los que se fabrican del
maguey com�n (a) pero /�./te, mismo hace creer que no era iczotl la manta de
Juan Diego porque para poner el hilo de sus hojas en disposici�n� de tejerla,
necesita de muchas preparaciones, de lo que hace que los texidos sean m�s caros
y costosos que los de maguey y por consiguiente que no se usen /�/ por los
indios pobres como lo era {contin�a al margen: Juan Diego. Ni la suavidad del
lienzo puede probar que sea su materia de iczotl, la misma suavidad de}
{foja
07r}
las
que unidas a las dem�s diligencias que se estaban practicando y a lo que
constaba de las informaciones recibidas el a�o de 1666, se remitiese todo a
Roma (como se hizo por mano del reverendo padre Juan Francisco L�pez de la
Compa��a de Jes�s, que iba de procurador por su provincia a aquella corte) a
fin de impetrar de Su Santidad la aprobaci�n del patronato en que se hav�a con
juramento declarado a la Sant�sima Se�ora de todo el Reino de� Nueva Espa�a y
se le concediese Misa y oficio propio para el d�a de su milagrosa aparici�n con
otros particulares privilegios que la misma Insigne y Real colegiata solicitaba
de la Silla Apost�lica. Embiaron por escrito sus declaraciones los citados
profesores que lo fueron por entonces el dicho Don Miguel Cabrera, Don Joseph
de Ibarra Don Manuel de Ososrio, Don Juan Patricio Morlete Ruiz y Don Francisco
Antonio Vallejo #, a�n de las mas mentadas partes de que se compone la Divina
Imagen.
Fue
mas cont�nuo en estas asistencias Don Miguel Cabrera pues conociendo sus
grandes aciertos y profunda instrucci�n en su arte, el Ilustr�simo Se�or
arzobispo S.D.D. Manuel Rubio y Salinas le encomend� el que a presencia de la
sagrada imagen y con la mayor atenci�n y cuidado posible sacase tres copias
semejantes entre si y a la original una para su Ilustr�sima, otra para embiar
al Se�or Benedicto XIV (la que agrad� tanto a su santidad que para que tuviera
mayor veneraci�n y culto la don� al convento de religiosas de San Francisco de
Sales) y la otra para que quedando en poder del mismo Cabrera sirviese de
ejemplar y modelo a los dem�s pintores para el acierto� de las que se les
ofrecieran copiar. Para ejecutar estas copias destin� varios d�as tambi�n del
mes de abril de del siguiente a�o de 1752 , acompa�ado unas veces de los ya
referidos profesores y otras de Don Joseph de Alzivar y de Don Joseph Ventura
Arnaez, como lo testifican todos seis en sus dict�menes que suscribieron al fin
de la exacta descripci�n que di� a luz de la Sagrada Imagen el referido
Cabrera. De manera que ya no se puede desesar una noticia m�s individual de
todas las circunstancias que
#
{nota al margen: quienes as� en este d�a como en otros anteriores y posteriores
a �l repitieron sus asistencias para conseguir una perfecta instrucci�n a�n de
las m�s menudas.}
{notas
al pie de la pagina 07r:
**
Es sabido que el manto de Nuestra Se�ora tiene un color azul que m�s tira a
verde mar y como no hay voz en el idioma mexicano que exprese por si misma este
color, por eso parece que el autor indio puso la expresi�n: ilhuica
xoxouhqui como si dijera verde celeste porque esta voz xoxuhqui tiene
dos significados, uno es el hermoso azul celeste y el otro es el color verde
que se expresa por metlalli y esta misma voz se toma tambien por el azul
y as� parece que aqui xoxouhqui se debe tomar por el color verde y
concordado con el adjetivo ilhuicac� que es cosa celeste, vendr� a
significar el verdadero color azul verdioso que tiene el manto de la Sant�sima
Imagen porque de otra manera ser�a un gran pleonasmo ilhuica xoxouhqui. Vease
el vocabulario del padre Molina.
***
En el numero de rayos padeci� este autor equivocaci�n, pues ni son ciento los
que cercan el cuerpo, no doce los que rodean el Divino Rostro y cabeza, son
ciertamente m�s como despu�s veremos sino es que tom� el n�mero redondo, como
tambi�n lo hizo el licenciado Miguel S�nchez de cuya Historia �form� un
extracto el padre Matheo de la Cruz� y de �sta copi� a la letra el padre
Francisco de Florencia la descripci�n de la Sagrada im�gen que son los que
asientan ser 100 el n�mero de los rayos. Don Miguel Cabrera como que tantas veces�
vi� y copi� a la Se�ora en su presencia y por perfil que se sac� exactamente de
ella}
{foja
07v}
concurren
en esta celestial pintura que las que se manifiestan en su cuaderno, como
observadas repetidas veces con el m�s prolijo ex�men por estos siete celebres
profesores del arte y dadas a luz por el principal de ellos (Don Miguel Cabrera
{testado} con el t�tulo de Maravilla Americana, cuya obra peque�a en el
vol�men pero grande en la substancia de que tengo hecho el debido aunque /exacto/
elogio.
Observada
la materia y magnitud del ayate y la falta de aparejo de que se ha hecho
menci�n, comienza nuestro autor por el dibujo de la divina Se�ora diciendo que
sea tan perfecto que cualquiera que tenga unos principios de este arte ha de
quedar admirado al ver su bien dispuesta y arreglada simetr�a conforme a los
preceptos del mismo arte. Midi� la Sagrada Imagen con la m�s prolija y atenta
inteligencia y hall� que tiene en toda su altura ocho rostros y un tercio* a
que a�adiendo otro tercio mas, por lo poco que se inclina, resulta toda su
estatura de ocho rostros y dos tercios que dice que corresponden a 7 m�dulos� o
cuerdas menos medio tercio; medida bien proporcionada a la estatura de una
doncella de 14 o 15 a�os de edad que es lo que representa nuestra divina
imagen, cuyo dibujo es tan /peregrino/, extra�o y dif�cil de imitar que siempre
se ha resistido a los mejores art�fices **, hasta que determinan sacar con
papel aceitado un exacto perfil de los tama�os y proporciones que guardan entre
s� todas las partes de que se compone la Sant�sima Imagen como expresa en su
declaraci�n Don Joseph de Ibarra cuyas palabras, copiadas a la letra por el
autor son las siguientes:
��
"Es notorio que en M�xico han florecido pintores de gran rumbo como lo
acreditan las obras de los Chavez, Arteagas, Jim�nez, Becerras y otros de que
no hago menci�n que florecieron el que menos de �stos, ciento y cincuenta a�os
ha, y aunque antes vino a este reino Alonso V�zquez, insigne pintor europeo
quien introdujo buena doctrina que sigui� Juan de /Ruz/ y otros, ninguno de los
dichos ni otro alguno pudieron dibujar ni hacer una im�gen de Nuestra Se�ora de
Guadalupe perfectas pues alguna que he visto de aquellos tiempos estan tan
deformes y fuera de */*� cont� bien el n�mero de los rayos y hall� que caen por
todos 125, de los cuales, 62 est�n por el lado derecho y 67 por el izquierdo.
{notas
al pie de la pagina� 07v: * Estos 8 rostros y un tercio corresponden
exactamente a los 10 sexmas� que hemos dicho antes pues son iguales a 7 cuartas
menos un tercio, seg�n la proporci�n de m�dulos o cuartas de nuestra vara
castellana con que los compara el autor a la pagina 8, pues reduci�ndolos a
tercios de cuarta, resultar� tener 20 tercios y estos comparados con los 12 que
corresponden a las 6 partes de la vara forman justamente las 10 sexmas�
conformes con la medida del autor indio. {al margen: Siguiendo en este modo de
media por rostros a los principios de la pintura.}
**
La eficacia, paciencia y prolija observaci�n de los indios, juntas con el
natural don que siempre han pose�do desde el tiempo de su gentilidad de imitar
con perfecci�n en todos sus artes las obras de la naturaleza, hizo que entre
los mas diestros pintores sobresalieran estos en copiar con mayor precisi�n
nuestra Sagrada Im�gen, aventajando a todos los de su naci�n {al maregen:� los
celebren indios que florecieron el siglo pasado; de dos hace menci�n el padre
Florencia en el n�mero 2 � 3 de su citada Historia, aunque anduvo emiso� en
callar sus nombres, estos fueron padre e hijo, del segundo dice que por ser tan
perfecto imitador de la Sagrada Im�gen no trabajaba todo el a�o sino en
copiarla y que habiendo mandado hacer tres copias� de la medida de la original
para llevarlas a Espa�a fue necesario valerse de una persona de toda autoridad para
que no le faltase al tiempo se�alado por lo mucho� que le ocurria que hacer de
�stas im�genes. De otro cuyo nombre totalmente se ignora� al presente, tambien
famoso imitador de la Sagrada Im�gen haremos memoria adelante quando tratemos
del maravilloso suceso que en cierta ocasi�n le aconteci� al querer copiar� a
Nuestra Se�ora. Otro que viv�a aun por el a�o de 40 de este siglo� nombrado
Juan Pablo, tambi�n se se�al� en copiar con la mayor perfecci�n la imagen de
Guadalupe y algunas personas dicen hoy que lo conocieron, ay otras que oyeron
su fama en esta materia.}
{foja
08r}
Hay
a distancia de una legua de la ciudad de M�xico por el rumbo del norte {entre
l�neas: quarta al este}, un peque�o lugar que en tiempo de la gentilidad estaba
despoblado a causa de hallarse casi siempre� cubierto con las aguas que por los
otros rumbos de oriente y poniente lo inundaban quedando solamente libres los
cerros que lo cercan y unos estrechos caminos por donde se comunicaban los de
la ciudad con los pueblos sujetos a los reyes de Tlacopan y Tetzcoco. Divide a
este lugar de los dem�s barrios que est�n a la parte austral de �l, un r�o
cuyas aguas que corren de occidente a oriente desembocan en la laguna llamada
antiguamente de M�xico, por sus barrios y hoy por estar muy reducida se conoce
con el nombre de Tetzcoco. Lo cercan aquel lugar por la parte del norte varios
cerros de los quales cuatro son los principales y m�s vecinos, quedando detr�s
de ellos los dem�s. {contin�a al margen: Al m�s occidental y m�s alto de los
tres primeros llamaron Yohualtecatl y el mismo nombre dieron al que se
le sigue al oriente, ya sea porque los juzgaran uno mismo continuado o porque
en ambos hicieran los mexicanos en tiempos de su gentilidad, los sacrificios en
honor de Yohualtehutli se�or de la noche, uno de sus principales dioses,
el tercero� el m�s oriental se nombraba Coyotepec que se interpreta
Cerro del Coyote o Zorra, ahora le dicen vulgarmente Coyoc o Coyuco. A
distinta direcci�n de �stos tres y separado de ellos, est� el cuarto, cuya
longitud corre de norte a sur y al terminar por esta parte, se levanta otro
peque�o que mira a la ciudad y est� a corta distancia del r�o. El nombre de
aquel es Zacahuizco o lugar lleno de espinas, o de yerbas espinosas y el
del este� peque�o en que remata, Tepeyacac que quiere decir, remate,
punta o extremidad del cerro que con gran pripiedad le dieron esta denominaci�n
por estar unido a Zacahuizco por este� rematar en �l; de suerte que se
puede decir que Tepeyacac no es cerro distinto a Zacahuitzco sino parte de �l.}
{testado: El m�s meridional es el que llaman Zacahuizco o lugar lleno de
espinos o matas espinosas, el cual remata en otro peque�o nombrado Tepeyacac
que es punta o extremidad del cerro}.
Aunque
pudieron dar al lugar nombre de alguno de sus altos cerros, se lo dieron al
menor por haberse hecho m�s celebre a causa de tener en �l colocado los
mexicanos un famoso �dolo que dec�an� ser la {testado: Madre de sus dioses y}
madre com�n de todos los naturales con cuyo(s) {testado: dos} nombre{s} era
conocido y reverenciado, llamandole {testado:unas veces Tezeoina, la
madre de los dioses y otras} Tonantzin o Nuestra Madre. Por este
adoratorio o falso santuario que veneraban no solamente los supersticiosos
sacerdotes a ofrecer sus cruentos sacrificios en �l, sino cuantos� pasaban por
alli, tom� la denominaci�n de Tepeyacac todo el lugar {testadas tres l�neas}.
Este
cat�lico General o su Capit�n Gonzalo de Sandoval quien cuando (se cerc�) despu�s
cercada la ciudad asent� su real en �l, mandar�an a sus soldados que lo
demolieran como lo hav�an hecho en otros lugares con varios �dolos. Fuese el
uno o el otro lo cierto es que el a�o de 1531 ya no exist�a en aquel cerro ni
el �dolo ni las ruinas de su templo o capilla.
Pasaba
pues por hacia la falda que mira al occidente de este peque�o cerro la ma�ana
del 9 de diciembre del citado a�o de 31, d�a siguiente de la festividad de la
Concepci�n /�/ de Nuestra Se�ora, un pobre indio plebeyo natural de Guautitl�n
distante 4 leguas de la parte del norte de la ciudad de M�xico, poco tiempo
antes pusieron en el Bautismo� dos nombres, de Juan y Diego.Ven�a con el
destino de asistir a la Misa de la Virgen y oir la doctrina cristiana que
ense�aban los religiosos franciscanos en el barrio de Tlatelolco en una peque�a
iglesia que por entonces ten�an construida, dedicada al apostol. Se presume que
dur� all� este �dolo hasta que el cristian�simo �roe Hern�n Cort�s vino de
Tezcoco para combatir la �ltima vez a M�xico que fue cuando hizo asiento qn
Aquel lugar que llamaron (los espa�oles) Tepeaquilla , a distinci�n de
Tepeaca, ciudad grande, distante 6 leguas acia el oriente de Puebla,
corrompiendo en uno y otro su propia denominaci�n que es Tepeyacac o
quando (cercada la ciudad) asent� despues en �l su real el Capit�n Gonzalo de
Sandoval, cuyos soldados lo demolieron como lo hab�an hecho antes� en otros
lugares con varios �dolos. Fuese con uno o en otro tiempo� o por orden de uno u
otro capit�n, lo cierto es que el a�o de 1531 ya no exist�a all� el �dolo, ni
las ruinas de su templo o capilla.
{nota
al margen y pie de pagina: * el cristian�simo heroe Hern�n Cort�s vino de
Texcuco cuando volvi� la segunda vez sobre M�xico que hizo asiento en aquel
lugar� (al cual llamaron los espa�oles Tepeaquilla por ser muy corto
respecto del otro Tepeyacac, ciudad distante 6 leguas hacia el oriente
de la de Puebla, cuya voz corrupta por los mismos espa�oles se conoce hasta hoy
con el nombre de Tepeaca).
//
Santiago, cuando al acercarse al cerro oy�}
{foja
8v, en blanco}
{foja 09r}
can del
hilo que produce otra especie de maguey, al que los naturales llamaban por
antonomasia quetzalichtli, que es decir, hilo a manera de pluma, o tan
suave como ella; y es la d�cima octava especie de esta planta de que tratan los
dos citados actores. Tambi�n le dan algunos el nombre de maguey de pita:
los hilos de esta planta dice el mismo Hern�ndez, que son m�s delgados y m�s
apreciables para hacer vestidos (d)
�� Parece,
pues, que por raz�n de la suavidad, sin haber analizado sus hilos, ni
compar�ndolos con otros de las diferentes especies de maguey que con tanta
abundancia se producen en todo el suelo de la Nueva Espa�a, fue una ligera, e
infundada aserci�n del Bachiller Becerra Tanco atribuir la materia el lienzo
guadalupano al hilo que se beneficia a costa de muchas proposiciones del �rbol
Iczotl, debi�ndole constar lo contrario, por la invariable y antigua tradici�n,
que� as� lo publica, y que dijo, haver o�do desde su juventud a los indios, a
quienes con frecuencia comunicaba, y por los escritos de estos que tuvo
presentes, los cuales expresa y terminantemente dicen, ser Ayate, como se
declara en el citado antiqu�simo manuscrito en lengua mexicana, y en la
historia Que sac� a la luz el Bachiller Lazo de la Vega, por estas palabras: La
manta de Juan Diego, en la que milagro semejante se apareci� la Sagrada Imagen
de la Reina del Cielo, era Ayate un poco grueso y bien tejido; porque entonces
todos los macehuales, o plebeyos se cobijaban con ayates: solamente los nobles,
los caballeros, y los capitanes, en la guerra se adornaban con mantas de
algod�n, o de lana pues ya se sabe, que el Ayate se hace del ichtli, que se
saca del maguey (e) compara no obstante este genero de lienzo esto es, el
de iczotl, el bachiller Becerra Tanco (f)
{notas al
pie de la pagina 09r: (d) Quetzalichtli quam alij metl pitae vocant,
ad species metl videtur� posse referri assurgit in arboram altitudinem,
radicem fundit cassam, fibratamque, et sensim graciles centem, folia ver�
spinisera,et metl simuia. Fit exea quidquid ex Metl fieri
consueuit quod ex eius filis, delicatiores, et maiori in precio habitae
parantur vestes. In esd. Tom. 2. Cap. 81. pag. 258.
(e) En
obsequio de las personas inteligentes el idioma mexicano, que conocen de la
historia del Bachiller Lazo, ponga aqu� el tanto a la letra, para que tengan la
satisfacci�n de leerlo como lo escrib�a su lector en aquel tiempo tan inmediato
a la milagrosa aparici�n, en que sab�an los usos y costumbres que observaban
los de su naci�n. Dice pues, intilmatzintli incolol catca in Juan Diego
in itech tlamahuizoltica �monexiti in icoiptlatzinIlhuicac Cihuapilli ca
Ayatriotli achitilactic catca, ihuantlayec iquitille, ye ica ca iniquac in, in
macehualtzintzintin mochtin ayatl inin tlaquen inin Neololtzin catca, zan
yehuantzin in Pipiltin, in Tetevetin, ihuan in yaoticahuan in yamanque, inichca
tilmatli ic mochichihua ya, ic mololoaya in ayatl cayemomatli ichtli ic
mochihua in itech quizain Metl. Fol. 8
(f)
Felicidad de M�xico. P�g. 64. de la impresi�n de Sevilla.
{foja 09v}
Con la
lona, de la que dice se diferencia, en que es menos �spero que ella, conque
aqu� se nos concede su aspereza, poco menos que la de la lona, luego la
suavidad que se advierte en la superficie exterior en que est� pintada la
sagrada imagen no depende de la naturaleza de la planta de la planta de que es
fabricado el lienzo, porque tanto el hilo extra�do del maguey, como el que se
beneficia el iezotl para fabricar un te�ido grosero, semejante a la lona, o al
contenido ordinario (como quieren Don Miguel Cabrera, y el Doctor Bartolache),
deb�an ser �speras, no hab�an de producir un tejido que tuviera la misma
suavidad que un lienzo fino, fabricado con hilos, pues tendr�a respectivamente,
cada lienzo grosero comparado con otro delgado de su propia materia u otro
tejido fino de su especie, la misma diferencia que la lona o el cotence crudo,
respecto del cambray. Pero supongamos que en todas las especies de texidos
desde el m�s grosero, hasta el m�s delicado que se fabriquen del iczotl, se
sienta al tacto la misma suavidad, esta debe sentirse en todas sus partes, esto
es, tanta quanta tiene por una superficie, debe tener, por la otra. Su
certificaci�n que produjo el doctor� Bartolache, dada por Don Jos� Bernardo de
Nava, escribano Real a 29 de Diciembre de 1786, que es la primera de las quatro
piezas impresas al fin del op�sculo, dice, que de dos ayates que hizo el autor
fabricar, el uno de pita de maguey, y el otro de iczotl, ninguno de los dos
igual� la finura del de Nuestra Se�ora; pero con esta diferencia, que el
maguey, con todo que demuestra haber sido muchas veces lavado y estrujado, se
siente �spero al tacto; y el de palma silvestre tiene mucha blandura y
suavidad, semejante a la del algod�n; y en esto conviene con el original, que
tiene la misma suavidad.
�� Parece
pues por esta certificaci�n, que el ayate de nuestra Se�ora es de ictzol, mal
tejido que se dice hecho por la parte que est� pintada su Sant�sima Imagen por
ser igual su suavidad y de esta palma silvestre, pero al mismo tiempo parece
tambi�n que es de maguey, por la parte opuesta, seg�n su aspereza. Esta consta
por las declaraciones que dieron, en 25 de Marzo del a�o de 1666, los tres
Protom�dicos, Doctor Don Lucas de C�rdenas Soto, Don Jer�nimo Ortiz, y Don Juan
de Melgarejo, ante Luis de Perea, Notario Apost�lico (g), quienes habiendo
registrado y observado, con especial atenci�n y prolijidad, por uno y otro lado
el lienzo, tocando su material, dixeron, que por la parte del rev�s est�
�spera, dura y consistente; y por la parte de la haz, suave, mite, y blanda
como una seda: de suerte, que siendo un sujeto mismo, por la superficie
interior tiene distintas, y aun contrarias cualidades, que por la superficie
anterior, conque la suavidad que se observa por la parte en que est�
pintada la Sagrada Imagen (que es por donde solamente la tocaron, el Bachiller
Bartolache, y los profesores del arte de la pintura que le acompa�aron), no
prueba que sea su material de iczotl; y si que es de maguey, por la aspereza
que se nota por dem�s, y que aquella suavidad que se experimentaba en la
imagen, sin que se le advierta bru�ido, ni otro artificio alguno, es tan
milagrosa como su bella pintura. La inspecci�n que se hizo� por estos
profesores, y por el Doctor Bartolache, fue propiamente muy superficial, como
ya vamos a demostrar.
{notas al
pie de pagina 09v:
(g) V�ase
al P. Florencia cap. 13. S.V. n. 142.}
{foja 10r}
��
��� Dos
vezes solas le reconocieron en los d�as 29 de Diciembre de 1786, y 25 de Enero
de 87, sin mover a la Se�ora de su tabern�culo, y s�lo con la vidriera abierta,
{al margen: porque aunque concurrieron otra vez, el d�a 24 de Enero de 1788, en
que tambi�n se abri� la vidriera, fue solamente para hacer cotejo con la
original de dos im�genes que se hav�an pintado en ayates de iczotl, que en nada
se asemejaron a su original; como consta de la cuarta pieza, que es otra
certificaci�n dada por Don Joseph Antonio /Bionilbo/, Escribano Real y de
Provincia} con que no pudieron observar mas que �la medida de la longitud y
latitud del lienzo y la suavidad de su superficie exterior sin poder examinar
la igualdad o desigualdad de sus hilos, ni la materia de que son, ni la del con
que est�n unidas las dos piezas del ayate, por estar todos cubiertos con los
colores de la Imagen. Vamos a ver ahora, las formalidades con que en repetidas
ocasiones se han practicado antes otros reconocimientos de la Sagrada Imagen,
as� por lo respectivo a lo material del lienzo, como en lo substancial de su
milagrosa pintura. Los Profesores de este arte que asistieron a la inspecci�n
hecha de orden del Venerable Se�or De�n y Cabildo sede vacante de est� Santa
Iglesia Catedral, el d�a 13 de Marzo del a�o 1666, en presencia del
Excelent�simo Se�or Virrey Marques de Mancera, que fueron el Licenciado Juan
Salguero, Cl�rigo Presbytero, el Bachiller Thom�s Conrado, Sebasti�n L�pez de
Avalos, Nicol�s de Fuen Labrada, los mejores facultativos de aquel tiempo,�
Nicolas de Angulo, Juan S�nchez, y Alonso de Zarate, aclararon bajo la Sagrada
Religi�n del juramento, ante los Se�ores Jueces Comisionados, y el referido
Notario, Luis de Perea, ser solamente, obra de Dios, por la perpetuidad de
su concertaci�n (son sus palabras) en la fortaleza y permanencia de sus lindos
colores, y dorado de las estrellas, labores, y orla de la vestidura, y tez de
la pintura, que parece est� acabada de hacer, con la hermos�sima encarnaci�n
del rostro y manos, y con las dem�s circunstancias con que la han visto
infinitas veces, y al presente la han reconocido.
�Y por
lo imposible de poderse aparejar y pintar en dicha tilma o lienzo de Ayate.
Para este reconocimiento y el que hicieron los protom�dicos se baj� el Sagrado
lienzo del tabern�culo, al presbyterio, se puso en un altar formado con la
mayor comodidad para que pudieran registrarlo a su satisfacci�n, por todos
lados, (libre entonces de las dos l�minas de plata que cubren y resguardan
ahora la Imagen); haviendo precedido una solemne misa que se cant�, para
implorar de Dios, sus divinos auxilios a fin de que los iluminara para el
acierto, que iban a hacer, y en lo que hab�an de declarar en honra de su
Sant�sma Madre, se procedi� a la inspecci�n.
�� Con
estas preparaciones se procedi� al reconocimiento, el que ejecutaron con todo
espacio, y comodidad; Y de el resultaron las declaraciones juradas que en
parte, hemos asentado, a /adiendo/ los profesores del arte de la pintura la
siguiente cl�usula: Y advertimos y notamos, que toda la Sant�sima Imagen, se
ve distintisimamente pintada por el env�s del Lienzo, y de la misma manera los
colores: en que se reconoce evidentemente, que no tiene aparejo ninguno, ni
imprimici�n el dicho lienzo, m�s que el cuerpo que los mismos colores le
dieron, tupidas, e incorporadas con los hilos toscos del dicho lienzo. Y
los doctores protom�dicos expresaron con singular prodigio, y obra
praternatural, el que, no vi�ndose en toda la haz de la Sagrada Imagen,
colores verdes, ni en el rostro, ni en las manos, ni el ropaje, ni en otra
parte del lienzo; por el en-��
{foja� 10v}
v�s se
divisan y distinguen, fin�simos colores verdes, como de hojas de azucenas, y
otras hiervas. (h) El Doctor Bartoloche asiente, y confiesa como cierto,
que en el env�s del ayate hay manchas de viv�simos colores, no porque �l los
vio, sino porque crey� lo que dijeron los que los vieron seg�n expresa por
estas palabras: Ya ha sido constante, en virtud de inspecciones hechas por
lo pasado y en el d�a puede hacerse ver, que por env�s del Ayate guadalupano,
hay manchas de los diferentes colores del haz, pero muy vivos. (i) conque
por (al margen contin�a) est� confesi�n se infiere que el lienzo carece de todo
aparejo; pues a tener alguno no pasar�n al env�s los viv�simos colores que hay
en el haz.
�El celebre
pintor de nuestros tiempos Don Miguel Cabrera, despu�s de referir el dictamen
de dichos profesores sobre la falta de aparejo en el Sagrado lienzo, dice: �Ni
s�lo el dicho de los pintores citados convence este mi pensamiento, tambi�n la
Sagrada Imagen nos lo hace ver. Est� ahora cubierto su respaldo con dos grandes
l�minas de fina plata, apartadas como dos o tres dedos de ella: entre l�mina y
l�mina hay una peque�a hendidura, por la qual, sin que estorbe el lienzo, se
ven con claridad y distinci�n, los objetos que est�n de la otra parte: as�
lo he experimentado repetidas veces; por lo que me persuado a que no tiene
aparejo est� nuestra Imagen prodigiosa; pues si lo tuviera, impidiera el paso a
la vista la interposici�n de la pintura entre los ojos y el objeto" (j).
Sin embargo de estas observaciones hechas repetidas veces por un tan
insigne pintor, tan ver�dico, y de tanto juicio prudencia y madurez, como saben
todos los que lo conocieron, comprobadas con los pareceres de otros seis
profesores excelentes en la pintura que hemos nombrado en el n. 26 y de las
deposiciones juradas, el a�o 1666 de los otros siete que quedan antes
referidas, a las que asinti� el Doctor Bartolache, como hemos visto, produjo la
segunda pieza, que es una certificaci�n dada por Don Joseph Antonio Morales,
escribano de su majestad de su Real Casa de Moneda, del Juzgado Privativo de
Lanzas y Media Anata, y de Reales Azogues, en que habiendo hecho, dicho doctor,
seis preguntas a los cinco facultativos que le acompa�aron, consta sea la
tercera con su respuesta, la siguiente: Pregunt� tambi�n; si les parece, que
el ayate tiene aparejo suficiente en todas sus partes para mantener esta
pintura, sin que sus colores se transportasen o rechupasen por el rev�s = Dixeron,
que s�. De esta absoluta aserci�n se deducen dos cosas; la primera, que los
facultativos procedieron con suma ligereza, sin el maduro examen que demandaba
un asunto de tanta gravedad, en que ten�an probado lo contrario, con
demostraciones f�sicas, los mejores profesores del arte de la pintura, que
florecieron en el siglo pasado y en el presente. Y la segunda, la poca
reflexi�n del Doctor Bartolache en producir entre sus comprobantes, un
instrumento que destruye enteramente, el nuevo argumento que propone a
las p�ginas 94 y 95 de su Op�sculo, que prueba con la transmisi�n de los
colores,
{notas a
pie de la pagina 10v.
(h) P.
Francisco Florencia en el /�/ citado.
(i)
Opusculo Guadal. Pag. 95������
(j)
Maravilla Americana &�III pag. 5}
����
{foja 11r}
y muy
vivos que se hallan en el env�s del lienzo, diciendo, ser constante por
las inspecciones hechas en lo pasado, y que se pueden hacer ver en el d�a.
�� Asienta
Don Miguel Cabrera (k) que el lienzo es de dos piezas iguales, cosidas con hilo
de algod�n bien delgado que lo mismo que refiere el Bachiller Miguel S�nchez y
los Padres Mateo de la Cruz, y Francisco de Florencia que en virtud de las
inspecciones hechas tantas veces, as� lo reconocieron los testigos y hombres
pr�cticos; porque Cabrera ni vio el lienzo por el reverso (por estar cubierto
con unas l�minas de plata, que apenas dejaban un resquicio, por donde se
conoc�a su trasparencia para poder cerciorarse de estar sin aparejos); ni pod�a
discernir por la superficie exterior cual era la materia del lienzo (y por esto
sigue la opini�n de Becerra Tanco, que dice ser de iczotl) ni si era el hilo
con que est� cosido, de algod�n, u otra materia, por estar cubiertos todos los
hilos igualmente con los colores de la Imagen; y lo que s� pudo ver fue la
costura, por estar manifest�ndose con claridad a la vista, pues como pudieron
afirmar el Doctor Bartolache y el escribano en su certificaci�n, que el hilo
con que esta cosido no era de algod�n, sino de la misma materia del lienzo. Las
mantas o tilmas, sean de la materia que fueran, no las emb�an cosidas de los
lugares donde se fabrican sino en piernas que llaman, de un ancho regular, y
cada individuo los une o cose con el hilo que tiene a m�s a mano, y el que
parece que tuvo Juan Diego fue el de algod�n, que abundan en todas las chozas
de los indios. El Licenciado Miguel S�nchez, y el Padre Florencia $ (y cita
err�neamente a Becerra Tanco al fin de su obra, no siendo sino a la p�gina 51(*)
que la manta de Juan Diego ten�a tres piernas, y que despu�s del milagro se le
cercen una (**) Aquel erudito escritor, supone tres piernas en la manta, por
adaptar su pensamiento a las leyes de �ptica, conque quiso explicar la
impresi�n de la Sagrada imagen en ella; pero su modo de pensar, carece de todo
fundamento f�sico. Lo cierto es que est� especie de mantas son solamente de dos
piezas: y contradice a la raz�n que s� hubiera sido de tres lienzos, no se
hubiera pintado la Sant�sima Virgen en el de en medio, que estaba libre de
costuras, y no donde le cog�a una por en medio de su sagrado cuerpo, y parte
del cuello y cabeza. Los indios, que sin duda fueron m�s observativos que el
Doctor Bartolache; que poseyeron mayores conocimientos de las materias de que
se vest�an los nobles, y plebeyos en su naci�n; y que les fue m�s f�cil
{notas al
margen izquierdo:
(�) Y el
mismo Padre Florencia que tuvo la dicha de ver, y observar por el env�s la
Sagrada Imagen, seg�n dice al n�mero 270 de su obra;
(.) Est� la
manta compuesta de dos lienzos cosidos con hilo de algod�n. En el lugar
citado.
($)
Pretende tambi�n persuadir el Doctor Bartolache en la nota 4 y cita
err�neamente.}
{Nnta al
margen derecho:
($) Que
reconocieron por s� mismo el lienzo por el env�s afirman ser de algod�n el hilo
con que est� unido lo que f�cilmente pudieron advertir a la simple vista, por
no estar por aquel lado cubierto con los colores de la Imagen, como le est� por
la parte exterior, por donde lo vieron el Doctor Bartolache, y el escribano.
Afirma tambi�n el Licenciado S�nchez otra particular circunstancia de est�
costura, que dice haber observado con toda atenci�n y cercan�a; y es, que
llegando (son sus palabras) la costura y uni�n de los dos lienzos a
encontrar con el rostro de la imagen, tuerce a la parte, siniestra, dexando
libre, y entero aquel espacio hasta lo alto que ocupa todo el lienzo de la
manta. Lo mismo asienta el rojo Mateo de la Cueva, y el Padre Francisco de
Florencia, que lo copi� al n�mero 70 de su Estrella del Norte.}
{notas al
pie de la pagina 11r.
(k) & I
pag. 2.
(*) Se
conoce bien la precipitaci�n con que el Doctor Bartolache form� estos apuntes
sin cuidar de verificar las citas, y a�adiendo seg�n su idea cosas que no dice
el autor
(**) Esto
no dice, y lo que /se/ lo dice a la p�gina 41, es, que los nobles, era los que
solamente usaban en aquel tiempo, mantas de hilo blanco de algod�n; y que en la
que est� pintada la Sagrada Imagen, es de hilo de palma, como se ve el d�a
de hoy, (son sus palabras) y consta de su orla que se la ha ido
cercenado para reliquias: con que parece que lo que se le ha cercenado ha sido
por una� y otra parte; y si se hubiera hecho de una pierna o lienzo entero lo
dixera.}
{foja 11v}
examinar el
lienzo en aquellos tiempos inmediatos, en que no solamente carec�a de vidriera
la Sagrada Imagen (pues esta no se le puso hasta los 116 a�os, esto es, el de
1647) sino que estaba entre los mismos indios que la cuidaban, expuesta y
manifiesta por todos lados a su vista, afirman, ser la tilma, ayate hecho de
maguey, como hemos dicho, de solas dos piernas, y estar cocidos con hilo de
algod�n, como se percibe de la misma relaci�n citada, donde su autor
expresamente dice estas palabras: Y este precioso Ayate en que se apareci�
la Pur�sima Virgen nuestra Soberana Reyna, es de dos piernas cosidas con hilo
de algod�n (l).
�� Me he
detenido en probar ser ayate fabricado de maguey el lienzo en que est� pintada
la Sant�sima Imagen, en lo que casi todos los que la han visto convienen, y no
de palma, como quiere el Bachiller Becerra Tanco, no porque para el caso
aparezca menor el milagro, siendo de este y no de aquella materia, pues lo que
�nicamente resultaba, era, ser un poco menos grosero; pero siempre tosco, y
mucho m�s basto que el ca�amazo de Europa, seg�n confiesa� el Padre Florencia
en su zodiaco mariano (m); desigual en su superficie, ralo, y con unos hilos
m�s gruesos que otros, o con marras, como dice, el Don Miguel Cabrera, y como
tal, dif�cil de admitir la pintura, a�n el aparejo, como lo tenian declarado
con juramento en dos distintos tiempos los maestros del arte; sino para que se
vea que no es de seda, lino, ni otro materia extranjera, de que ser�a la capa
del ap�stol Santo Tom�s, que con extravagancia y falsedad se asent� en el
serm�n a predicado, el d�a 12 de Diciembre del a�o inmediato pasado de 1794,
como lienzo donde se hab�a estampado Nuestra Se�ora (*), y que trajo consigo�
el Santo Ap�stol desde la Asia por cuya proposici�n, y otras falsedades y
delirios que verti� el Padre Predicador, s� publico un edicto del Ilustr�simo y
Excelent�simo Se�or Don Alonso N��ez de Haro, dign�simo Arzobispo de est�
Metr�poli en 25 de marzo del presente a�o, declarando por imp�as, falsas, y
temerarias y escandalosas, sus proposiciones; y por ap�crifa, y fabulosa la
obra manuscrita reciente que se pretend�a dar a luz con el t�tulo de Clave
general de Jerogl�ficos americanos, de donde las sac�; mandando se
suprimiesen,
{notas al
pie de la pagina 11v:
(l) �Auh
inintlazo ayatzintli initech manexiti in Cenquizca Ichpochtrineli
tocihuapilatocatzin ca ozzotitica yamancaicpatl inic itzontica inic
zaliuhtica.� V�ase en el lugar citado. Aunque el literal significado de yamanqui
es, cosa blanda o suave, se toma aqu� por el algod�n, para distinguirlo de ichcatl,
que es su propia voz, que tambi�n significa la lana suave de ovejas, y la misma
oveja.
(*) Entra
las rid�culas, err�neas y falsas proposiciones que s� virtieran en �l serm�n y
sacadas de una historia ap�crifa, imp�a, contrar�a a la constante y recibida
tradici�n, a lo que todos los historiadores uniformemente han escrito, y a la
verdad autorizada por nuestros soberanos, por repetidas Reales C�dulas, y por
la Silla Apost�lica en sus Bulas y Breves Pontificios; fue una, la de que el
Santo Ap�stol, fund� en los extramuros de est� ciudad el Barrio que nombran
Tomatlan, fundado su autor de la asonancia que tiene este nombre, con el del
Santo.
(m) Obra
p�stuma que dio a luz el Reverendo Padre Don Juan Antonio de Oviedo, de la
Compa��a de Jes�s Par. 2. Cap. 1 & III. P�g. 40.}
{foja 12r}
1.
La longitud del ayate debi� ser en su origen, de 2 varas y cuarta, y su
latitud, de vara y media, medidas que corresponden proximamente con las tilmas
que a�n en el d�a usan los indios de varios pueblos distantes de M�xico; y este
tama�o es correspondiente al modo en que acostumbran� pon�rselas que es este,
recogen los dos extremos o puntas de la parte superior y pleg�ndolas, forman
con ellas un nudo en la par/.../ que les queda por delante, y lo� restante de
la tilma por detr�s cubriendo la espalda, brazos y piernas; que por estar en
parte recogida o plegada hac�a arriba por medio de nudos le baja lo dem�s hasta
cerca de los calca�ales; quedando al arbitri� de ellos, subirla m�s o menos,
recogi�ndola, o /deteni�ndola/, seg�n los pliegues que hacen en el nudo. Y as�
no infiere bien el Bachiller Becerra Tanco, la corpulencia que supone en Juan
Diego, por raz�n de� la longitud de la manta quando tienen que cargar� alguna
cosa en ella, para llevarla con m�s comodidad, se la atan� al rev�s, poniendo
por detr�s el nudo que quedaba por delante y cogiendo las otras dos puntas con
las manos, llevan en ella lo que han de cargar no siendo cosa de mucho peso,
porque entonces la cargan con otra disposici�n en las espaldas. Como cosa
ligera que eran las flores, las cargo de aquel modo el dichoso indio cuando las
trajo en la tilma al se�or obispo, y en esta forma lo pintaban antiguamente,
entreg�ndoselas y descubri�ndose la Imagen en la tilma y a�n se ve en el d�a,
as� pintado en la primera iglesia que tuvo nuestra Se�ora; el tama�o en que
ahora est� el ayate, manifiesta bien, haber sido aquella...
el manto
que la cubre desde la cabeza hasta los pies, sin cubrirle el rostro, es azul
celeste que tira a verde (**) y acia en medio hace un doblez, est� todo
guarnecido alderredor con una cinta de oro algo ancha y por todas partes con
estrellas tambi�n de oro, que son 46. Tiene inclinada acia el lado derecho su
Sant�sima cabeza, y en ella, sobre el manto, una corona con rayos de oro. A sus
pies tiene la luna con las puntas o cuernos acia arriba y en medio de ella est�
parada la Pur�sima Virgen y seg�n parece, est� tambi�n en medio del sol que con
sus rayos de oro resplandeciente y ondeado como llamas, la cerca por todas
partes, el n�mero de estos es ciento, unos grandes y otros peque�os y doce
rodean su Sant�simo rostro y cabeza, correspondiendo a cincuenta por cada lado
(***). El resto de la tilma hasta las orillas est� cercado de nubes blancas, y
a los pies tiene est� Divina Imagen un �ngel sobre el cual est� parada, que
como metido...
��������������
La
ignorancia de algunos, entre ellos personas de car�cter, ha adherido a tan
d�bil y despreciable pensamiento opuesto enteramente a la raz�n, a la
cronolog�a, y a la verdad hist�rica, porque, o fund� el santo el barrio de
Tomatl�n, antes que� se fundar� M�xico o despues. S� antes �c�mo, y por quienes
se pobl� este siti� ocupado entonces con las aguas del gran lago mexicano que
se extend�an y circundaban lo que es ahora ciudad, por este y otros arrabales?
Y si despu�s de su fundaci�n, es necesario retrotraer la existencia del santo a
los tiempos de ella; o que nos pruebe se autor haber vivido algunos siglos m�s
que los patriarcas antediluvianos: pues habi�ndose fundado M�xico el a�o 1325
de la era cristiana, como en otra parte decimos, deb�a tener m�s de 1,300 a�os
de edad quando se form� dicho barrio, caso que se huviese establecido
inmediatamente despu�s de la fundaci�n de la ciudad. Semejantes anacronismos se
cometen en cuanto a suponerse que el mismo Santo Ap�stol vino a est� Nueva
Espa�a a predicar el Evangelio, como difusamente hemos probado en el Libro. 1.
&.
{nota al
pie de pagina 12r:
(n) Quipia
chicuacem iztetl, ihuan ce cihua iztetl, que son seis palmos de
hombre regular que corresponde cada uno a la quarta parte de la vara
castellana; y otro palmo de mujer que igual al que llaman com�nmente xeme, y
que es la sexta parte, o sexma de la misma vara. El Doctor Bartolache, para
persuadir que la historia que sac� a luz el Bachiller Laso de la Vega, no fue
obra compuesta por �l (lo que no hay quien dude) dice, que este modo de}
{foja 12v}
examinar el
lienzo en aquellos tiempos inmediatos, en que no solamente carec�a de vidriera
la Sagrada Imagen (pues est� no se la puso hasta los 116 a�os, esto es, el de
1647) sino que estaba entre los mismos indios que la cuidaban, expuesta y
manifiesta por todos lados a su vista, afirman, ser la tilma, ayate hecho de
maguey, como hemos dicho, de solas dos piernas, y estas cosidas con hilo de
algod�n, como se percive de la misma relaci�n citada, donde su autor
expresamente dice estas palabras: Y este precioso ayate en que se apareci�
la Pur�sima Virgen nuestra Soberana Reyna, es de dos piernas cosidas con hilo
de algod�n (l).
�� Me he
detenido en probar ser ayate fabricado de maguey, el lienzo en que est� pintada
la Sant�sima Imagen, en lo que casi todos los que la han visto convienen, y no
de palma, como quiere el Bachiller Becerra Tanco, no porque para el caso
aparezca menor el milagro siendo de este y no de aquella materia, pues lo que
�nicamente resultaba era ser un poco menos grosero pero siempre tosco, y mucho
m�s basto que el ca�amazo de Europa, seg�n expresa el Padre Florencia en su
Zodiaco Mariano (m); desigual en su superficie, ralo, y con unos hilos m�s
gruesos que otros, o con marras, como dice Don Miguel Cabrera, y como tal,
dif�cil de admitir la pintura, y a�n el aparejo, como lo ten�an declarado con
juramento en dos distintos tiempos los maestros del arte; sino para que se vea
que no es de seda, lino, lana, ni otra materia extranjera, de que ser�a la capa
del ap�stol Santo Tom�s, que con extravagancia y falsedad, se asent� en el
serm�n predicado el d�a 12 de Diciembre del a�o inmediato pasado de 1794 como
lienzo donde se hab�a estampado Nuestra Se�ora (*), y que trajo consigo el
Santo Ap�stol desde la Asia. Por cuya proposici�n, y otra falsedades y delirios
que verti� el padre predicador, se p�blico un edicto del Ilustr�simo y
Excelent�simo Se�or Don Alonso N��ez de Haro dign�simo arzobispo de est�
Metr�poli en 25 de marzo del presente a�o, declarando por imp�as, falsas y
temerarias y escandalosas, sus proposiciones, y por ap�crifa y fabulosa la
obra� manuscrita reciente que se pretend�a dar a luz con el titulo de Clave
general de Gerogl�ficos americanos, de donde las sac� mandando se
suprimiesen,
{notas al
pie de la pagina 12v:
(l) �Auh
inin tlazo ayatzintli initech menexiti in cenquizca Ichpochtzintli
tocihuapitlatocatzin ca azzotitica yamancaicpatl inic itzontica inic
zaliuhtica. V�ase en el lugar citado. Aunque el literal significado de yamanqui
es cosa blanda o suave, se toma aqu� por el algod�n, para distinguirlo de ichcatl
que es su propia voz, que tambi�n significa la lana suave de ovejas, y la misma
oveja.
(*) Entre
las rid�culas, err�neas y falsas proposiciones que se virtieron en el serm�n,
sacadas de una historia ap�crifa, imp�a, y contraria a la constante y recibida
tradici�n, a lo que todos los historiadores uniformemente han escrito ya la
verdad autorizada por nuestros soberanos, por repetidas Reales C�dulas, y por
la Silla Apost�lica en sus Bulas y Breves Pontificios, fue una, la de que el
Santo Ap�stol fund� en los extramuros de est� ciudad, el barrio que nombran Tomatl�n,
llevado, su autor de la asonancia que tiene este nombre y con �l del Santo.
(m) Obras
p�stuma que dio a luz el Reverendo Padre Don Juan Antonio de Oviedo de la Compa��a
de Jes�s. Para 2. Cap. 1 & III. p�g. 40}
{foja 12va}
1.
La longitud del Ayate debi� ser en su origen, de 2 varas y cuarta y su latitud,
de vara y media. Medidas, que corresponden proximamente con las tilmas que a�n
en el d�a usan los indios de varios pueblos distantes de M�xico; y este tama�o
es correspondiente al modo en que acostumbran pon�rselas, que es este, recogen
los dos extremos o puntas de la parte superior y pleg�ndolas, forman con ellas
un nudo en la garganta, que les queda por delante y lo restante de la tilma por
detr�s, cubriendoles la espalda, brazos y piernas, que por estar en parte recogida
o plegada hac�a arriba por medio del nudo, les baja lo dem�s hasta cerca de los
calca�ales; quedando al arbriti� de ellos, el subirla m�s o menos recogi�ndola
o delantandola, los pliegues que hacen en el nudo; y as� no infiere bien el
Bachiller Becerra Tanco, la corpulencia que supone en Juan Diego por raz�n de
la longitud de la manta cuando tienen que cargar alguna cosa en ella, para
llevarla con m�s comodidad, se la atan al rev�s, poniendo por detr�s el nudo
que quedaba por delante, y cogiendo las otras dos puntas con las manos, llevan
en ella lo que han de cargar no siendo cosa de mucho peso, porque entonces la
cargan con otra disposici�n en las espaldas. Como cosa ligera que eran las
flores, las carg� de aquel modo, el dichoso indio cuando las trajo al se�or
obispo: y en est� forma lo pintaban antiguamente, entreg�ndoselas y
descubri�ndose la Imagen en la tilma, y a�n se ve en el d�a as� pintado en la
primera iglesia, que tuvo Nuestra Se�ora. El tama�o en que ahora est� el ayate
manifiesta bien, haber sido aquella
{foja 12vb}
su medida,
pues descontando lo que dice el Bachiller Becerra Tanco, haversele cercenado
para reliquias, y lo que tiene embutido en el bastidor o contramarco, aun queda
su longitud de 2 varas y un doceavo, y su latitud de una vara y poco m�s de
quarta, seg�n expresa don Miguel Cabrera; campo suficiente, en que pudo caber
bien la Sagrada Imagen, la luna, y lo que se descubre del �ngel y nubes que la
rodean.� 2. En cuanto al texido, se conoce ser ralo� por las mismas expresiones
de los que lo han visto, y por consiguiente no tener semejanza con la lona, y
el cotence, pues al trav�s de estos no se pueden ver los objetos con la claridad,
y distinci�n, como certifica el mismo Cabrera acontecer por entre el lienzo
guadalupano, seg�n dice lo cual experimenta, que est�n de la otra parte
repetidas veces. Con el que si parece poderse comparar es con el ca�amazo,
siendo a�n mucho m�s basto que este, como refiere el Padre Florencia en el
lugar citado de su obra postuma. Ni es de omitir la expresi�n de �l hace este
autor al n�mero 270 de su Estrella del Norte, que comprueba lo ralo del lienzo,
y es la siguiente: �Este d�a, dice, puse atenci�n en el rev�s de la sagrada y
milagrosa pintura, y se la ayude a poner al dicho Don Francisco de Siles, que
fue quien me la hizo mostrar y a otros, y todos convenimos, que en lugar de la
Imagen, que hab�a de salir en sombra, por ser tan rala la manta, lo que
se v�a, eran unos manchones de colores, como el jugo exprimido de varias
flores, y hojas de ellas.
{foja 13r}
y
retuviesen, para guardar en el secreto del Archivo Arzobispal
3 En este
ayate pues, refiere el autor indio, la pintura de las Sagrada Imagen de la
manera siguiente: su altura, dice es de seis palmos y un xeme (n) desde la
planta del pie hasta el v�rtice, o coronilla de la cabeza, medida en que todos
concuerdan (*) su rostro algo trigue�o, muy hermoso y agradable, su cuerpo en
adem�n humilde, puestas las manos sobre el pecho y ce�ido con un c�ngulo de
color purp�reo o violado, sobre el vestido que es rosado con sombra y arnesios,
y bordado de diversas flores doradas por todas las orillas; descubre solamente
la punta del pie derecho, cuyo zapato es de color de tierra.
Tiene
pendiente del cuello un c�rculo de oro perfilado al derredor con una l�nea
negra, y en medio est� una cruz. Acia dentro tambi�n se le descubre otro
vestido de algod�n blanco, con puntas como melindre que llegan hasta las
mu�ecas de las manos. El manto que la cubre desde la cabeza hasta los pies, sin
cubrirle el rostro, es azul celeste que tira a verde (**) y acia en medio hace
un doblez, est� todo guarnecido al derredor con una cinta de oro algo ancha y
por todas partes con estrellas tambi�n de oro que son 46. Tiene inclinada,
hac�a el lado derecho su sant�sima cabeza; y en ella, sobre el manto, una
corona con rayos de oro. A sus pies tiene la luna con las puntas o cuernos
hac�a arriba, y en medio de ella est� parada la Pur�sima Virgen; y seg�n
parece, est� tambi�n en medio del sol, que con sus rayos de oro resplandeciente
ondeados como llamas, la cerca por todos partes el n�mero de estos es ciento,
unos grandes y otros peque�os y doce rodean su sant�simo rostro y cabeza,
correspondiendo a cincuenta por cada lado. (***). El resto de la tilma hasta
las orillas est� cercado de nubes blancas, y a los pies tiene est� Divina
Imagen un �ngel sobre el cual est� parada, que como metido
La
ignorancia de algunos, entre ellos personas de car�cter, ha adherido a tan
d�bil y despreciable pensamiento, opuesto enteramente a la raz�n, a la
cronolog�a y a la verdad hist�rica; porque, o fund� el santo, el barrio de
Tomatl�n antes que se fundar� M�xico, o despu�s. S� antes �c�mo, y por quienes
se pobl� este siti�, ocupado entonces con las aguas del gran lago mexicano, que
se extend�an, y circundaban la que es ahora ciudad, por este y otros arrabales?
Y si despu�s de su fundaci�n, es necesario retrotraer la existencia del santo a
los tiempos de ella; o que nos pruebe su autor haver vivido algunos siglos m�s
que los Patriarcas antediluvianos, pues habi�ndose fundado M�xico, el a�o 1325,
de la era cristiana como en otra parte decimos, deb�a tener m�s de 1,300 a�os
de edad cuando se form� dicho barrio, caso que se huviese establecido
inmediatamente despu�s de la fundaci�n de la ciudad. Semejantes anacronismos se
cometen en cuanto a suponerse que el mismo Santo Ap�stol, vino a est� Nueva
Espa�a, a predicar el evangelio, como difusamente hemos probado en el libro 1. &
{nota al
pie de la pagina 13r: .
(n) Quipiachicuacem
iztetl, ihuan ce cihuaiztetl, que son seis palmos de hombre regular que
corresponde cada uno a la quarta parte de la vara castellana; y otro palmo de
mujer, que igual al que llaman com�nmente xeme, y que es la sexta parte, o
sexma de la misma vara. El Doctor Bartolache, para persuadir que la Historia
que sac� a luz el Bachiller Laso de la Vega, no fue obra compuesta por �l (lo
que no hay quien dude) dice, que este modo de}�
{foja 13v}.
entre
nubes, descubre solamente medio cuerpo, en acci�n de coger los extremos del
vestuario de la Reina del Cielo, que bellamente cuelgan hacia sus pies formando
dobleces por uno y otro lado. La t�nica del �ngel es encarnada, y atada al
cuello con un bot�n de oro, sus alas est�n compuestas de varias y hermosas
plumas, y seg�n parece est� muy alegre por estar cargando a la Reyna del Cielo.
�� Esta es
en substancia la descripci�n que hace este autor indio, bastante buena para
aquellos tiempos en que no se hab�a hecho inspecci�n formal de la Sagrada
Imagen por personas inteligentes en la pintura, cuyas m�s puntales
observaciones se reservaron para el presente siglo, para que se ejecutaran por
las m�s diestros profesores del arte; como ya vamos a ver, pues a�n los que lo
fueron en el siglo pasado de que se ha hecho menci�n, no nos dejaron una exacta
relaci�n de las partes que componen el todo de la Imagen, content�ndose con
referir en general su hermosura, su bellos y permanentes colores, y otras cosas
que probaban solamente lo milagroso de su pintura. El Licenciado Miguel S�nchez
hace una casi semejante descripci�n desde la foja 38 vuelta, hasta la vuelta de
la 39, que omitiremos aqu�, por haberla copiado el Padre Mateo de la Cruz y de
este a la letra, el Padre Francisco de Florencia; pasaremos ya a referir las
exactas observaciones hechas en este siglo por el insigne pintor Don Miguel
Cabrera.
&
Descripci�n
que hizo de la Sagrada Imagen Don Miguel Cabrera, Profesor del arte de la
pintura, comprobada con los pareceres de otros seis facultativos.
El d�a 30
de Abril del a�o 1751, el se�or abad y Cabildo de la Isigne y Real Colegiata de
Nuestra Se�ora de Guadalupe, hizo juntar en su santuario los mejores pintores
de M�xico, para que observando con una prolija inspecci�n la Sant�sima Imagen,
as� en cuanto a la materia del lienzo en que est� pintada, y falta de disposici�n
para recibir los colores; como en lo perteneciente al orden y modo en que est�n
estos empleados, y dem�s circunstancias que conforme a las reglas de su arte,
advirtieron; dieron sus declaraciones sobre el asunto,
frase
mexicana no puedo haberle ocurrido a dicho B, y que es del siglo de la
conquista; pues ni a�n el padre fray Alonso de Molina, doct�simo en el
mexicano, y que publico su Vocabulario en 1571, trae la voz iztitl en este
sentido y significaci�n, sino en la propia y rigurosa en que quiere decir u�a
P�g. 5 y 6 de su op�sculo. S� el Doctor Bartolache hubiera revisado m�s
despacio al padre Molina, y buscado en su Vocabulario del castellano al
mexicano la voz palmo; hubiera hallado que dice al folio 32 Palmo
tendido, o xeme cemiztetl, esto es un palmo; y por consiguiente chicuacemiztetl
ser�n 6 palmos y como significa tambi�n xeme, el autor indio tom� la voz en
toda su extensi�n, y para distinguir la sexma dijo: Ihuan ce cihua iztetl,
esto es, y un palmo de mujer, que equivale al xeme, o sexta parte de la vara.
Muchas voces mexicanas tienen varias significaciones, seg�n el sentido a que se
aplican v.g. Xiquipilli significa la bolsa; y se toma tambi�n por el
n�mero ocho mil, por la raz�n que dice en la nota al n�mero 5. p�g. 20 de mi Descripci�n
hist�rica y cronol�gica de las dos piedras. V�ase tambi�n al mismo Padre
Molina en el Aviso S�ptimo.
{nota al
pie de pagina 13v:
(*) Est�
medida es justamente igual a diez sexmas; y conviene con la que us� Don Miguel
Cabrera, por rostros o m�dulos, como adelante veremos.}
{foja 14r}
Hay a
distancia de una legua de la ciudad de M�xico, rumbo al Norte cuarta al Este,
un peque�o lugar, corre un peque�o r�o, cuyas aguas que van de occidente a
oriente, desembocan en la laguna llamada antiguamente de M�xico, por llegar
entonces sus aguas hasta los barrios de la ciudad; y hoy, que est� muy
reducida, se llama Tezcuco. Pasado el peque�o r�o se descubre un lugar, en
aquel tiempo despoblado, por ba�arlo las aguas, que por ambos rumbos de oriente
y poniente rebalsaban sobre �l, quedando solo unos estrechos caminos por donde
se comunicaban con los pueblos sujetos a los Reyes de Tlacopan y Tezcuco, por
las faldas de quatro altos cerros, que lo cercan a la parte del norte, los que
rematando en uno peque�o, que mira al mediod�a, y por consiguiente a la ciudad,
apenas quedaba un corto espacio de tierra entre ellos y el r�o, que estuviera
libre de las aguas. A este peque�o cerro llamaban Tepeyac, que
significa, en la punta del cerro, porque en �l remata otro cerro que tiene
unido a sus espaldas, nombrado Zacahuitzco, que quiere decir, entre las
espinas como zacate, o entre el zacate espinoso. El m�s occidental de los otros
tres, y �l m�s alto de todos llamaron Yohualtecatl, esto es, hecho de la
noche, igual nombre dieron al que se le sigue hacia el Oriente, ya sea porque
los juzgaran uno mismo; o porque, en tiempo de su gentilidad los mexicanos
hicieran algunos sacrificios, en ambos en honor de Yohualteuhti, se�or
de la noche, uno de sus principales dioses. Al �ltimo cerro del Oriente dieron
nombre de Coyoc, que se interpreta, animales.
Aunque
pudieron dar a este lugar la denominaci�n de alguno de estos altos cerros, lo
tomaron del menor, por haberse hecho m�s celebre, a causa de estar colocado en
el un famoso idolo que cre�an ser la madre de sus dioses, madre com�n de todos
los naturales, con cuyos dos nombres era conocido y reverenciado, y le llamaban
unas veces Teocinan, la madre de los dioses, y otras Tonantzin,
nuestra madre. Por la falda de este peque�o cerro, que mira al occidente, ven�a
caminando, para la iglesia de Tlatelolco, barrio de la ciudad de M�xico, la
ma�ana del s�bado 9 de Diciembre, del referido a�o 1531, d�a siguiente de la
festividad de la Concepci�n Pur�sima de Nuestra Se�ora, un indio plebeyo,
natural del pueblo de Quahutitlan, distante como 4 leguas, de la ciudad , a
quien pocos a�os antes, hab�an puesto en el bautismo los nombres de Juan Diego,
con destino de oir la misa, que los religiosos franciscanos, cantaban ese d�a,
y asist�r a la doctrina cristiana, que explicaban. Al llegar hacia la frente de
la cumbre oy� que en �l� sonaba una suave y armoniosa m�sica
{notas al
margen de la pagina 14r:
Hay al
rumbo del N.N.E. De la ciudad de M�xico, y a distancia de una legua, un peque�o
lugar, que separado por un r�o, cuyas aguas corren de occidente a oriente,
hasta entrar en la laguna llamada antiguamente de M�xico.
($) En el Coyote, animal
que es especie de Zorra.}
{foja 14v, en blanco}
{foja 15r}
A.����� La primera
Ermita.
B.����� Su
cementerio.
C.����� Casita de
Juan Diego.
D.����� El primer
templo.
E.E. E. Su
cementerio.
F.����� Casa de
Novenas.
G.����� Cruz.
H.����� Puerta del
cementerio.
Y.�� Otra
puerta.
CERROS��
1�. Tepeyacac.
2�. Zacahuizco,
al Norte del de Tepeyacac.
3�. Yohualtecatl,
al Oriente de Zacahuizco.
4�. Coyoc,
al Oriente de Yohualtecatl, que sale hacia donde llaman la Estanzuela.
5�. Yohualtecatl,
al Norte de Tepeyacac, �l m�s alto, y el �ltimo.
Est� en el
pueblo de Santa Isabel este mapa, y el Fiscal se llama Don Felipe de Santiago
Mendoza.
{foja 15v sello
de la Biblioteca}
{foja 16v,
en blanco}�� ����
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