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DOCUMENTO 216

 

Transcripción paleográfica.

 

{f. a.}

 

Manuscrit Cinq cahiers in folio. 58 pages.

 

Histoire de la Gentilité américaine, traduction d’un document en langue kichees.

 

N[uméro] 216.

 

Volume de 29 feuillets. 3 Aôut 1898.

 

 

{f. 1}                                                                                                        1

 

HISTORIA DE LA GENTILIDAD AMERICANA TRADUCIDA AL CASTELLANO LIBRO PRIMERO PARTE PRIMERA, CAPÍTULO PRIMERO.

 

1. Lo claro y escondido del Criador, y Formador, que es Padre, y Madre, de todo, y se llama, y denomina HUNAH, PUVUH, HUNAHPU, UTTIU, ZAQUINI, MAZIS, TEPEU-CUCUMATZ, UCUCXCHO, UCUXPULO. Aquel abuelo llamado XPI-YACOC, y aquella Abuela llamada XMUCANE, à quienes en las Historias Kichees, llaman dos veces ABUELO, Y ABUELA, y los que nos hicieron sombra, y acompañaron  quando con ellos se comunicò la Creacion, yà en el tiempo de la luz, y de la  claridad.

 

2. Y trasladamos esto, en el tiempo de la Christiandad, que de la otra parte del Mundo, nos ha venido este modo de escribir; pues aunque teniamos Libro antiguo, y original; de estas cosas, yà no se entiende; y assi lo trasladamos aquí: y assi ha sido  como muy bueno esto que se nos ha enseñado, de donde nos vino la claridad, quando haviendose echado las lineas, y paralelos del Cielo, y de la Tierra, se diò fin perfecto à todo dividiendolo en paralelos, y climas: todo puesto en orden quedò quadrado, y bien madido.

 

{f. 1v.}

 

3. Todo esto se perfeccionò, y acabò por el Criador, y Formador de todo, que es Padre, y Madre de la vida y de la Creacion, y que comunica la respiracion y movimiento, y el que nos concede la paz; es claridad de sus hijos, y que tiene cuidado, y mantiene toda la hermosura que hai en el Cielo, y en la Tierra, en las Lagunas, y en la Mar.

 

CAP[ÍTULO] II.

 

1. Antes de ser criado el Mundo, no havian hombres, ni animales: no havian hierbas, arboles, piedras, cabernas, ni barrancas. No havia cosa en el Cielo que hiciesse ruido.  La tierra estaba vacia, (a) y aun no manifestaba su faz. Todo estaba en un silencio profundo, en una obscuridad tenebrosa. (b) No havia cosa alguna que tuviera ser,  sino el Mar, que estaba en calma; sobre cuyas aguas disfrazado con un rico vestido de plumas verdes, en figura de paxaro Quetzal,  se paseaba aquel Señor, que es Criador de todo lo que tiene ser, (c) y por su gran Sabiduria, se llamaba Cucumatz; assi como por que reside en el Cielo, y en el tiene su asiento, (d) se llama Huracan, Corazón del Cielo.

 

2. Entre la densa obscuridad de aquellas tinieblas, baxo la Divina Palabra, acompañada de Tepeu-Cucumatz; y haviendo tenido consejo, conferido, y consultado, entre si, fueron hechas, â un

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proprio tiempo las Criaturas todas, por Huracan.

 

3. Las personas de Huraracan, que consultaron con Tepeu-Cucumatz, la vida, y la creacion, son tres y de estas la primera se llama Caculha, la segunda Chipi-Caculha,

 

4. Consultada que fuè la Creacion mandaron Caculhà, Chipi-Caculha, y Raxa-Caculha, que se retirassen las aguas; y apareciesse la tierra; (*) y en el proprio instante que lo profirieron, solo con ser dicho(**) se dividieron las aguas , y apareció la tierra, la qual en un punto, se vistió de Arboles, plantas y hiervas. Aparecieron assi mismo los Cerros, de que manaron varios Arroyos, cuyas vertientes, detenidas de los proprios Cerros, se dilataron en lagunas en ciertos determinados parages. (***)

 

5. Alegrose la Sabiduria del Criador, viendo el feliz principio de la obra de la Creacion, y hablando con Huracan, le dixo: mui bueno està, ô Caculha, Chipi-Caculha, lo hasta aquí hecho; y assi serà bien que demos al Mundo su ultima perfeccion.

 

6. Haviendo concluido la Sabiduria del Criador su razonamiento, mandaron los Criadores,  que se formassen los Animales; y solo con ser dicho, se pobló la tierra de innumerables especies de animales, tanto

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bolatiles; (****) como terrestres, (*****) de los quales, los quadrupedos fueron destinados à guardar los Montes; y à las Aves se les mandò que poblassen el aire.

 

7. Tu venado dixeron los Criadores, viviràs en las varrancas, andaràs en quatro pies, y multiplicaràs tu especie, en los Arboles, y hiervas de los Montes; fabricareis en sus ramas vuestros nidos; alli os espulgareis, sacudireis, y multiplicareis vuestra especie. (*)

 

8. Antes de dar los Criadores el expresad destino à los quadrupedos, consultaron, y acordaron, que seria conveniente que los animales hablassen, y haciendolo ellos con los terrestres les dixeron: Desatad ô criaturas nuestras, vuestras lenguas,  en alabanzas nuestras, pues os hemos sacado de la nada. Publicad en continua  accion de gracias, que somos vuestros Padres, y Madres, pues en verdad lo somos: invocad nuestro nombre, y alabadle pues es digno de toda  honra, y alabanza.

 

9. Al punto los Animales, animandose mutuamente levantaron el grito; pero en vez de desatar sus lenguas, en alabanzas de los Criadores, repitieron Voh, voh.

 

10. Viendo los Criadores, que los Animales, tro-

 

 

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tocaban las alabanzas en lamentos les dixeron: Bien haveis manifestado en vuestro Voh, voh, que sois brutos: quedense como de tales, vuestras carnes, para pasto de otras Criaturas perfectas, capaces de agradecer el beneficio de la Creacion, con alavanzas dignas de n[ues]tra grandeza; y sea desde oy el v[uest]ro, la hierba que producen los Montes, cuyas cavernas os damos, y señalamos para vuestra habitacion.

 

11. Grande fuè la congoja que causo â los brutos, la Sentencia contra ellos pronunciada; y para suplicar de ella, levantaron segunda vez el grito, â ver si podian juntar aquellas voces  Voh, voh, que naturalmente proferian; pero lexos de formar palabras articualads fue tal la confusion de sus gritos, que ni ellos assi proprios se entendian; con lo que irremisiblemente se executò la Sentencia de los Criadores, retirandose los Animales â los Montes y Cavernas.

 

12. Poblado que fuè el aire de Aves, y la Tierra de toda especie de Animales, procedieron los Criadores, â la creacion del hombre, y entrando en consulta dixeron: empeñemos n[uest]ro poder, en hacer una Criatura perfecta, capaz de invocar nuestro nombre, y de alabarnos sobre las tierras, pues hemos visto que los brutos, son incapaces de hacerlo.

 

13. Consultada que fuè la Creacion del hombre, formaron los Criadores un Cuerpo de Tierra (**)

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pero como el barro es una substanica grossera, blanda, y deleznable, resultaron los miembros del hombre toscos, pesados, de torpe movimiento, y sin alguna agilidad, en tanto grado, que haviendo vuelto el rostro, como â mirar azia atrás; de aquel lado se le quedó la cabeza, sin poder mas enderezarla: y fue lo peor, que derritiendole las llubias; resultó el Adan de barro, desgraciadamente destruido por el agua, quando â penas havia sido formado por los Criadores.

 

14. Destruido que fuè el Adan de barro entrando los Criadores en nueva consulta, dixeron: en vano hemos hecho al hombre, por que haviendolo formado de una substancia tan deleznable, y de poca duracion, como es el barro, no era posible, que creciesse, multiplicasse,  poblasse el Mundo. Convendria por lo tanto, que para hacer un nuevo hombre, tal, qual conviene â los fines â que se dirige su Creacion, consultassemos con los Magos Xpi-yacoc, y Xmcane, Abuelos del Sol, y de la Luna, la materia de que deberemos formarle.

 

15 De acuerdo los Criadores hablando con los Magos les dixeron: Ea Xpi-yacoc: ea Xmcane vosotros que sois n[uest]ros Abuelos, y que adivinando por el Sol, y por la Luna no hai cosa, que se oculte â vuestra Sabiduria, formad vuestros Circulos: entrad

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en ellos, haced vuestras invocaciones, y conjuros: hechad vuestras suertes, y decidnos, ¿qual es la materia de que deberemos formar un hombre q[u]e sea perfecto en todas sus partes, y capaz de invocar n[uest]ro nombre, de multiplicar, de poblar la tierra?

 

16. Oida la consulta de Huracan y Tepeu-Cucumatz, por Xpi-Yacoc que adivinaba por el Sol, y por Xmucane, que adivinaba por la Luna, hecharon sus suertes con granos de maiz, y semilla de Tzi-te, y al proprio tiempo que sorteaban los granos, conjuraron al Sol, y â la Luna en este modo: Ea Sol, ea Luna, juntaos en uno, y señalad la materia, de que conviene que los Criadores formen una Criatura, capaz de alabar su nombre. Habla maiz. Responde lo que se te pregunta Tzi-te. Y enderezando sus palabras a Huracan, le dixeron assi: Y tu, ¡O Corazon del Cielo, averguenzate de Tepeu-Cucumatz!

 

17 Conjurados que fueron de los magos, el Maiz, y Tzite, respondieron diciendo;  haced vuestro hombre de palo, y serà perfecto. Al punto que oieron esta respuesta los Criadores, procedieron a formar al hombre; y para que no resultasse pesado, como lo havia sido el de barro, eligieron entre todas las maderas, â la del Corcho por ligera. Formado que fuè el hombre, hicieron â la Muger

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de Si-bac.

 

18. De este modo fueron los criados el segundo de los hombres, y la primera de las mugeres, origen de aquellas innumerables familias, que destruyeron los dos Diluvios, y que antes de la Creación del tercero, quarto, quinto, y sexto de los adanes; y de la milagrosa aparicion de la segunda, tercera, quarta, y quinta de las Evas vivieron sobre la tierra.

 

19. Prometianse los Criadores en el Adan de Corcho, y la Eva de Carbon, enmendar los defectos del hombre de barro; pero âl reves de lo que esperaban, resultaron ambas criaturas, notablemente pesadas, sin gordura, sangre, ni humedad: sus cuerpos toscos, y mal dispuestos: su complexion melancholica, y enfermiza: sus manos aridas: sus pies secos: palidos sus rostros: laguidos y sin agilidad sus miembros. Hombres en fin de palo, que aunque hablaban, porque tenian lengua; les faltò el entendimiento, y eran demasiadamente tontos.

 

20. Tal fue el hombre de Corcho: tal la muger de carbon; y tales los hijos de ambos; cuyos descendientes, se mutiplicaron en tal crecido numero de familias que fueron vastantes, â poblar el Mundo; pero como los Padres, y los hijos, faltos de entendimiento, no usaron de la

 

{f. 5}                                                                                                          5

 

lengua, para agradecer el beneficio de la Cracion: como no levantaron los ojos, para alabar al Corazon del Cielo; quando mas de asiento estaban en los vicios dieron de hocicos en la Tierra.

 

21. Fuè el caso, que provocada la Divina Justicia, con los pecados de aquellos hombres ingratos; cayò del Cielo un Diluvio de fuego de resina, y brea, que los redujo â cenizas. Siguio al de fuego un Diluvio de agua, que obscurecio, y anegò el Mundo: llovia, sin cesar de dia, y de noche, y era tal el conflicto, que fuera de si, andaban los hombres, como locos, sin hallar refugio. Algunos pensaron escapar, subiendose â los techos; pero hundiendose las Casas, se ahogaron  sumergidos en las aguas. Otros se subieron en los Arboles; pero sacudiendose estos, los arrojaban de si como â carga inutil. Otros finalmente creyeron hallar abrigo en las grutas, y cavernas; pero desmoronandose los Cerros, quedaron sepultados en las ruinas. No se oia otra cosa que lamentos! Todo era confusion, todo alaridos! Hasta que en fin perecieron todos.

 

22. Haviendo cesado la lluvia, y retiradose las aguas, cargaron sobre los cadaveres de los desgraciados hombres de palo, infinitas aves de rapiña, de las quales el Xecotcovaoh, les sacò los ojos; el Camalotz, les cortò las cabezas, el Cotzbalan, se

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cebò en sus carnes; y el  Tucumbalan, les quebrantò, y moliò los huessos hasta reducirlos â cenizas.

 

23.  Al proprio tiempo, los animales domesticos: las piedras con que se muele el maiz: los Comales: (*) los platos los caxetes: (**) las ollas, Cantaros, y Tinajas levantando el grito en tono de mofa les decian: Justamente pagais, (ô desgraciados hombres!) el maltrato que nos hicisteis: vosotros sin piedad alguna, nos molisteis; y ahora, con mayor rigor, son de nosotros molidos vuestros huessos. Vosotros devorasteis nuestras carnes; y ahora son las vuestras nuestro plato. En fin quando viviais en todo, y por todo, nos tratasteis mal; pero ahora nosotros os tratamos peor.

 

24. Este fue, en fin, el fin de aquellos hombres ingratos, de cuya casta, para que no se perdiesse la memoria en el Mundo, reservaron los Criadores, algunos pocos de uno, y otro sexo; quales son, aquellos animales, semejantes al hombre, conocidos con el nombre de Micos.

 

CAP[ITULO] III

 

1. Destruidos que fueron los hombres de palo; antes de proceder Huracan â la Creacion del tercero, quarto, quinto, y sexto de los Adanes; â

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tiempo en que no havia sido hecho el Sol; pero que ya en la Tierra havia alguna pequeña luz; (*) cierto Dios, llamado Ucub-Caquix, desvanecido con sus riquezas, y posseido de la ambicion; soberbio contra el Cielo, y la Tierra, prorrumpiò, en estas execrables blasphemias.

 

2. Ahora que se han ahogado aquello hombres de palo, que no fueron racionales sino brutos, decia el blasphemo   Ucub-Caqix, es ocasión de que yo exalte un Solio, sobre la Criaturas todas. Assi se me debe de justicia, pues yo soi el Supremo Artifice, por quien se han de criar los nuebos hombres, que  han de poblar el Mundo. Yo soi el Sol, la Luna, soi la Magestad; y soi Sol, Luna, y Magestad, por que el Sol, la Luna, y todas las Criaturas, me han de obedecer, y rendir adoraciones como â su Dios. Mi trono, es de plata; tambien lo son mis ojos, â  hermosean brillantes piedras preciosas, que son esmeraldas como el Cielo. Mis narizes, se dexan ver mui de lexos, por que resplandecen, â manera de la Luna. Alcanza tanto mi vista, que sin mover un pie, registro todo lo que hai en el Cielo, y en la Tierra, y es tanta mi hermosura, que quando me dexo ver, se alegra todo lo criado.

 

3. Assi se lisonjeaba el engañado Ucub-

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Caquix; pero â la  verdad, ni era Sol, ni era Luna, ni era Magestad; sino un altivo, que desvanecido con lo sublime, y excelente de su naturaleza, y ensoberbecido con sus riquezas, pretendia exaltar su Solio, Sobre los Astros. Tan lexos estaba de alcanzar lo futuro, que como ciego que era, jamas havia visto al Sol, â la Luna, ni â las Estrellas; pero ni havia adorado al Sol.

 

4. Pareciò tan mal esta alteneria del desvanecido Ucub-Caquix, â los Dioses Niños que disponiendo su castigo, consultaron entre si el modo de escarmentarle. No conviene, decian discimular la soberbia de este Dios, dexando impunes las blasphemias, que ante el Divino acatamiento del Corazon del Cielo, ha proferido. Reo es del mas exemplar castigo, por que si mal contenida su relacion, prevalece en el Cielo su soberbia, no viviran los hombres sobre la Tierra; y pues sus muchas riquezas, son la causa, de que este altivo, pretenda hacerse grande sobre todas las Criaturas; bien serà, q[u]e para esclarecimiento suyo, y exemplo de los hombres que han de ser, le privemos de ellas.

 

5. Estaba Ucub-Caquix casado con una Diosa llamada Chimalmat: tenia de esta dos hijos, y de estos se llamaba el primogenito Zipacnà, y el segundo Cabracam; herederos ambos de la altivez, y soberbia de su Padre. El Zipacnà, era el Dios de los Montes

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y los fabricaba en una noche. El Cabracam, era el terror de los Cerros por que los hacia temblar.

 

6. Entre tanto pues, que Hunahpu, y Xbalanque (assi se llamban los Dioses Niños) disponian el modo de privar â Ucub-Caquix de sus riquezas, conversando este con sus hijos, mui ageno, de lo que contra el se trataba, les decia Haveis de saber (ô hijos mios mui amados!) que yo soi el Sol,.....iba à proseguir su discurso Ucub-Caquix; pero interrumpiendolo los dos hijos, à porfia la conversacion del Viejo; dixo Zipacnà: Esso de ser Sol, es poco: Yo soi el que criò la Tierra:... iba â proseguir Zipacnà, y cortando Cabracam el hilo, dixo: menos es criar la Tierra que destruirla: yo ahgo temblar el Orve, y si se me antoja, le hundirè, y darè al traves con todo el Mundo.

 

7. Tan atentos como estaban indignados escuchaban los hermanos Hunahpu, y Xbalanque, las sandezes de Ucub-Caquix, y sus Niños admirados no menos de la locura del Padre, que de los delirios de  de {sic} los hijos y valuando mui pequeño castigo, de tan execrables blasphemias, la sola privacion de las riquezas, acordaron disponiendolo Huracan, Corazon del Cielo, quitarles tambien la vida.

 

CAP[ITULO] IV

 

1. Eran de profession, los Dioses Niños, Tira-

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dores de Cerbatana; y como Sabios, y Adivinos que eran, introducian con los bodoques en los cuerpos todas las enfermedades â su arvitrio.

 

2. Sabiendo pues los Dioses Niños que Vcub-Caquix, se alimentaba con Nantzes, dispusieron assecharle al pie del Arbol donde solia cogerlos, para teniendole à tiro, darle un cerbatanazo, con cierto bodoque, fabricado de una tal confeccion, que tenia virtud, para preparar la muerte, consumiendo las riquezas.

 

3. Sucedió pues que al llegar Vcub-Caquix, â cortar Nantzes; Hunahpu que de entre las malezas le assechaba, le tiró un cerbatanazo, tan certero, que rompiendole con el bodoque ambas quixadas, diò en tierra, con el desquijarado Vcub-Caquix

 

4. Caido que fuè Vcub-Caquix, salió Hunahpu de entre la Zarza fingiendo que iba â  hecharle garra; y de industria, se dexó asir de brazo, que como si estuviesse despegado de su cuerpo, se le quedò â Vcub-Caquix en la mano. Traza ingeniosa, de  que Hunahpu se valio, para que creyendosse Ucub-Caquix victoreoso, no se conociesse burlado.

5. Ignorante el desquixarado Ucub-Caquix de la calentura hetica conjumptiva de las  rique-

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zas que con la introduccion del bodoque, havia contrahido; aunque por una parte, se le hacia intolerable el dolor,  y fractura de las mexillas, se lisonjeaba por otra, mas que medianamente vengado, con haber quitado a Hunahpu el brazo y dando, (entre pesarozo, y satisfecho) unos ayes que los ponia en el Cielo; llevando consigo aquel despojo, tomò la vuelta de su Casa.

 

6. Viendole Chimalmat vañado en sangre, no pudo contener las lagrimas, y atonito el semblante con lengua turbada, y balbuciente le pregunta: ¿qué te ha sucedido, Esposo amado?? Que havia de suceder, respondió el desquixarado Ucub-Caquix,  sino que dos demonios en figura de Tiradores de Cerbatana, tirandome a traicion un bodocazo, me han deshecho ambas quixadas. Toma Muger mia esse brazo; y cuelgalo â que lentamente, le deseque, el humo de la Chimenea; que es el medio por donde he de descubrir los Autores de mi daño, y una vez que les conozca, yo te juro por quien soi, que ha de ser  tal la venganza que tome de estos tridores, que jamas se borre de los Annales del Cielo. Tomò Chimalmat el brazo; y colgandole del humo, volviò tan diligente, como estaba pesarosa, â curar a Ucub-Caquix.

 

7. Celebrando entre tanto los Dioses Ni-

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ños la burla, caminaban presurosos, â Casa de dos dioses, que por ancianos, y por tener el uno cana, mas que el otro la cabeza, se llamaba aquel Ziquimimacis y este se llamaba Zaquimaz, â cuya sombra lograban los hermanos el complemento de sus burlas.

 

8. En alas de la diligencia llegaron los Dioses Niños, à Casa de los Ancianos, y despues de saludarles, y de contarles la tragedia del burlado Ucub-Caquix, passaron â suplicarles, que en la burla comenzada, metiessen aquellas prendas que eran proprias de sus canas. Conviene para esto, les dixeron, que vayamos todos juntos, â Casa de Ucub-Caquix, vosotros que sois Ancianos debereis ir por delante, como en todo preferidos: nosotros os seguiremos fingiendo que traveseamos, como Muchachos que somos? A esto le respondereis, que vosotros sois Medicos de profession, y como tales curais todas las enfermedades; pero con mayor acierto los males de los ojos, y muelas: que nosotros somos huerfanitos, Nietos vuestros, que por muerte de nuestros Padres, compasivos recogisteis; y de charidad alimentais. Al oir esto Ucub-Caquix deseoso de su salud, se

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entregará en vuestras manos; y aprovechando vosotros, una ocacion tan de perlas, dareis fin como conviene, â la burla comenzada, hasta privar de la vista, despojar de sus riquezas, y dar la mas dura muerte al loco de Ucub-Caquix en pena de su soberbia.

 

9. Mui bien pareciò â los Viejos, la traza de los Muchachos; y saliendo de su Casa para la de Ucub-Caquix ivan tras ellos los Niños, fingiendo que travesaban, conforme estaba parlado. Passaron en efecto por la Casa del doliente, y fuè cabalmente â tiempo, que recostado en su trono rabiaba desesperado, del dolor teribilissimo que le ocacionò en las muelas, la fraccion de ambas mexillas.

 

10. No obstante estar tan rabioso, observò Ucub-Caquix, que passaban â lo largo los ancianos Venerables, y haciendoles llamar, y venir â su presencia, una en pos de otra, les hizo esta reata de preguntas: Buenos Viejos (les dixo) cuyas canas me prometen; ya que no en la Medicina, en una larga experiencia, la curacion de mis males: decidme ante todas cosas, por lo que puede valerme, y â vosotros importaos ¿Qual es  vuestra profession? ¿Para donde caminais? ¿Quiénes vosotros sois, y quienes son essos Niños? Nosotros

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Señor, respondieron los Ancianos, somos hermanos Medicos de profession, que curamos con acierto todas las enfermedades, y con particularidad los males de ojos, y muelas. Estos Niños que nos siguen, son huerfanos Nietos nuestros, que por muerte de sus  Padres, traximos â nuestra Casa. El destino que llevamos, es vagar por el Mundo, fiando en la salud agena nuestra propria subsistencia.

11. Seais mil veces, en hora buena venidos, dixo (cortando el hilo â los Medico Ancianos) el rabioso Ucub-Caquix que haveis llegado â mi Casa en ocacion tan precisa, que â mas de un mal de ojos, que de dias atras me aflige, actualmente me atormenta, un terrible dolor, de dientes, encias, y muelas, que me trahe desesperado. Apurad pues (¡O Medicos Venerables las reglas todas del Arte, para siquiera aliviarme; y si por fortuna vuestra, acertais â curarme,à fe de quien soi os juro, que os tengo de dar un premio, despues de haveros pagado, un real sobre otro la cura.

 

12. Sabed Señor, respondieron los Ancianos, que esse mal que os atormenta le causa un cierto gusano, que hà corrompido, ha horadado, y se ceba en vuestras muelas. Deveis tambien

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entender, que no quitando la causa, son en vano los remedios; y assi si quereis sanar de esse dolor tan tremendo preciso es que os avengais à que os quitemos las muelas.

 

13. ¡Pobre de mi! ¡Hai infeliz! Dixo dando un gran suspiro el enfermo Ucub-Caquix; ¿Podria acaso  sin mis dientes, y mis muelas, conservar esta hermosura, que es la alegria de los Cielos?  No por cierto. Discurid pues (¡O Ancianos!) otro remedio, que ni sea tan costoso, ni sea menos eficaz; porque pensar que yo he de comprar la salud â costa de mi veldad, es pensar en lo escusado.

 

14. Lo haveis entendido mal, respondieron los ancianos. Verdad es, que para curaros, y de una vez livertaros, de esse rabioso dolor; no alcanza el Arte otro arvitrio, q[u]e el de quitaros las muelas, + {en el margen izquierdo están los siguientes renglones que sustituyen a los que fueron tachados en el original} Pero si en vez de esse vieja os pondremos de marfil, como sabemos hacerlo, una dentadura nueva; lejos de afear vuestro rostro exaltarà hasta lo sumo, vuestra gallarda hermosura. Siendo assi dixo el ya seducido Ucub-Caquix bien podeis (¡O Ancianos Sabios!) poner manos à la obra, de la nueva dentadura; que yo cerrando los ojos, y poniendome en las vuestras, entro gustosa en la cura.

 

 

{f. 10v}

 

15.  No bien sabrosamente engañados, profiriò estas palabras el blasphemo de Ucub-Caquix, quando los dioses Ancianos, ayudados de los Niños, le quitaron uno à uno todos los dientes, y muelas: y le pusieron mui mal puesta, una dentadura, hecha de granos de maiz; y desollandole al punto las niñas de los ojos; â  resulta de ambas burlas quedò el triste Ucub-Caquix, mas feo que la noche obscura, y tan insensato,  y ciego, que sin sentirlo, ni verlo, ni ver mas â los Ancianos, le despojaron los Niños del caudal de sus riquezas; y hè aquí,  que sobre perder la hermosura, y gallardia, de que tanto blazonaba, perdió tambien el Dosel; y apariencia de Señor, que le tenia tan soberbio. Castigadas de este modo su soberbia y altivez fue borrada la memoria, del blasphemo Ucub-Caquix; y muriendo de alli â poco desesperado, y rabioso quedaron en possession de sus riquezas, por disposicion Divina, los Sabios Dioses Ancianos.

 

CAP[ÍTULO] V

 

1. Bañabase en un Rio el blasphemo Zipacna, quando acertò â pasar por aquel baño un Vac de Niños, arrastrando entre todos, un mader tan pesado, que siendo ellos cuatrocientos â penas podian moverle.

 

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2. Viendo Zipacnà, tan fatigado al  Vac de Niños, les preguntó curiosos para que necesitaban de aquel madero tan tosco? Has de saber Señor respondieron los Muchachos, que actualmente trabajamos en fabricar una Casa, y hemos destinado este madero, para uno de sus pilares. Oyendo esto Zipacna, al punto salió del agua, y con la boca callada, se hechò â cuestas el madero, el qual guiado de los Niños conduxo sobre sus hombros hasta ponerle en el citio donde se havia de labrar.

 

3. No menos pagados los cuatrocientos Muchachos, de esta accion de Zipacna, que deseosos de hacerse de su ayuda, para el acarreo de las vigas y de otros materiales, que les eran necessarios, para fabricar su Casa, le preguntaron quien era, de que pasaba la vida, y si tenia Padre, y Madre? Ha dias respondiò Zipacna, que por muerte de mis Padres quedè solo, huerfano, y desamparado. Quedate pues  con nosotros, â darnos la mano en la Obra de nuestra Casa, le dixeron los Muchachos: y entre tanto ten por tuya esta Choza que habitamos, que en ella ta asistiremos de todo lo necesario. Muchas

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gracias os doi respondiò Zipacnà, por la charidad que haceis con migo, y el tiempo sera testigo, de que no os engañais quando me favoreceis.

 

4. No bien el valiente Zipacna, havia aceptado el convite, quando â un proprio tiempo los quatrocientos Muchachos, conociendo la torpeza, con que havian introducido en lo interior de su Casa, â un Mozo tan arrogante, se llenaron de temor. No admite escusa decian ni puede ser mas crasso el absurdo cometido mayormente siendo como hemos sido Testigos de la intrepidez de su animo, y de ser â las nuestras tan superiores sus fuerzas, que sin la menor fatiga, traxo a cuestas un madero, que siendo nosotros muchos; si le pudimos mover, no pudimos conducir. Ello no tiene remedio: el yerro está cometido; y aquí no hai sino matar â traicion â este atrevido Mancebo; ô aventurar nuestras vidas, â un sangriento sacrificio. Muera pues quien se hà confiado de quatrocientos Muchachos; y no aventuren sus vidas, por haverlas mal confiado de un intrepido muchacho, quatrocientos inocentes.

5. Sin hacer otro discurso se resol-

{f. 12}                                                                                                      12

vieron los Niños â matar â Zipacna; y de suerte, trazaron, y dispucieron la burla, (*) que no pudiera escapar. El modo fue labrar en el patio de su Casa, una honda pero estrecha excabacion; y assi que estuvo profunda; fingiendo que por pequeños no podian extraher la tierra, rogaron â Zipacna, les ayudasse a sacarla. Entro Zipacna para esto en aquella cavidad; y quando consideraron, que estaba mas descuidado, le dexaron ir encima un gran trozo de madera, que al efecto de aplastarle, havian antes prevenido.

 

6. Sobre atrevido, valiente, era astuto, y cauteloso el astuto Zipacnà; y previendo la traicion, havia dispuesto en el hoyo, para declinar la insidia, una à manera de cueva, ô excavacion lateral. Esperaba cuidadoso, qualquier acontecimiento. Machinaba al mismo tiempo, la mas fina contravurla. He aquí pues, que assi previsto, y bien prevenido el lance, à tiempo de caer el trozo, hurtando al cuerpo al peligro, dixo dando un gran suspiro: ¡Ay infeliz de mi.

7. Los inocentes Muchachos como nada acostumbrados à cautelas de esta classe creyendo, que à Zipacnà en aquel triste ay de mi! Se le habia arrancado la alma, no pudie-

{f. 12v.}

ron contener en el pecho el regocijo; y assi rompiendo los aires su equivoca voceria; en lugar de muera muera, repitieron viva, viva.

 

8. Al instante dispicieron una grande Olla de Chicha, para celebrar el triunpho con bailes, y borrachera: ê interin que fermentaba, entrando en conservacion, no dexaron de dudar, ambiguamente perplexos, si en efecto habria espirado, ô estaria vivo su huesped.  Sobre si era, ô no era muerto, tuvieron sus controversias, y ultimamente acordaron, suspender toda algazara aquel, y dos dias siguientes; termino que era preciso al fermento de la Chicha; y que al mismo tiempo lo era, para salir del temor, que les hacia vacilar. Por que entre tanto (decian) que la Olla de Chicha cae, (*) el cuerpo de Zipacnà si ya es muerto, se corrompe; y en viendo que las hormigas, salen cargadas del hoyo, de las pequeñas reliquias, de su corrompido cuerpo; entonces serà ocacion de festejar esta hazaña y de dar fin à la Chicha sin zozobras ni recelos.

 

9. Bien pudiera Zipacna dando à la ira la venganza hacer en aquel instante, la mas cruel carniceria; pero sagaz esperò, ocacion mas oportuna, temeroso de exponer el lanze

{f. 13}                                                                                                       13

â una contingencia: que en fin aunque suponia, ser superiores sus fuerzas; le infundia temor ser muchos, aunque tiernos los contrarios; y no quiso aventurar su mohosa cimitarra, midiendola con los filos de cuatrocientas Espadas. Y como por otra parte habia escuchado â los Niños, y estaba bien enterado de todas sus prevenciones; atento quiso esperar, el efecto de la Chicha, para cogiendoles ebrios, caidos juntos, ê indefensos; sin presentarle el cuerpo, y al solo impulso de un golpe, lograr en la contraburla un destrozo el mas completo.

 

10. Viendo que al tercero dia, en vusca de provision, para llenar sus graneros, discurria por aquel hoyo un hormiguero disperso: cercenando con los dientes, sus uñas, y sus cabello, dexaba caer las raeduras al fondo del agujero. Las diligentes hormigas, que vieron el aguacero, en escuadrones formales, acarrearon los fragmentos: mas los inocentes Niños que esperaban esto atentos, al ver salir las hormigas cargadas de los fragmentos con nueva alegre algazara dieron victores al viento, y destapando la Chicha que estaba ya fermentada, fue tanto lo que gritaron y tanto lo que bebieron, que ebrios, y fuera de si, unos sobre otros cayeron. A este tiempo

{f. 13v.}

Zipacnà, saliendo del agujero, tomó tal satisfaccion, y tan cumplida venganza, que entre la burla intentada, y la que el tramò, no huvo la mas leve discrepancia; pues derrocando la choza en que los Niños dormian, el golpe los matò â todos, y los sepultò en las ruinas.

 

11. Es tradicion nada vulgar, que los Dioses Niños Hunahpu, y Xbalanque, resusitaron à estos Muchachos: y que transformados, sus cuerpecitos en Celestes, y luminosos, los colocaron en el Zodiaco. Tienese por mui cierto, y averiguado, ser de este numero las Pleyades, que el vulgo llama Siete Cabrillas, y que en nuestro idioma, se dicen Motz, esto es monton: phrase que explica que oprimidos de los destrozos de aquella ruina, quedaron los tiernos Niños, unos sobre otros amontonados. Despues diremos el quando, y como, Hunahpu y Xbalanque en tales Astros los transformaron; y por ahora, solo advertimos; que lo demas, acaso hai  mucho de fabuloso.

 

12 Fuè tan sencible esta traicion de Zipacna â los Dioses Niños Hunahpu y Xbalanque, que indignados contra el traidor, trataron de destruirle, con otra burla en todo identica à la con que el havia vencido â los Muchachos.

 

{f. 14}                                                                                                      14

 

13. Sabiendo pues que Zipacnà, solo se alimentaba con aquellos Cangrajos, que de dia claro podia pescar, por que de noche se exercitab en hacer Cerros; (ocultando antes, todos los Cangrejos de que abundan en los rios, y cerros, de aquel desierto, y en lo que consistia la diaria vianda de este blasphemo) contraicieron uno ficticio, tan horrible por su espantosa deformidad, como mysterioso, por las materias de  que formaron su extraña mole; en que fingiendo las tixeras de Ec, hicieron las ocho pernezuelas de Paac; y la concha grande de Laxa.

14. Assi dispuesto el feo Cangrejo, le colocaron en el taller de Zipacna, que cavalmente le contenia, el vientre obscuro del Cerro Meabam; y haciendose luego encontradizos con Zipacna, (que traspillado vagaba errante) le preguntaron, para donde iba tan extenuado, y macilento? Para donde (¡Ay de mi!) havia de ir, respondiò Zipacna, sino para donde, menos ingrata mi suerte adversa, me depare uno, ô mas Cangrejos; pues con estos mi unico alimento, y con haver tres dias, que por mi boca no entra bocado, estoi Niños que espiro de hambre.

 

{f.14v.}

 

15. ¡Ay tal desgracia exclamaron los Niños, quando nosotros, venimos huyendo, de un tal Cangrejo, que nos ha mordido, y lleva traza de devorarnos! Vè Zipacna por esse rio arriba, y no lexos de aquí, oiras los bramidos de un alto Cerro, cuyos ecos repiten Obal, Obal: acercate  à el, y en el veras, una grande cueva: entrate dentro, y alli hallaras al cruel Cangrejo.

 

16. ¡Ay Niños mios exclamò Zipacnà compadeceos de mi necesidad, y conducidme, pues no puedo valerme, al Cerro donde habita esse Cangrejo; y en recompensa de esta merced, os prometo llevar à una Campiña, donde es tanta la volateria, que un solo instante, no esten vaosas vuestras Cerbatanas.

 

17. No poco se hicieron de rogar los Niños, para, mas, y mas descimular la burla; pero al fin, y à la postre, afectando una compasion bien simulada, conduxeron à Zipacna, hasta ponerle â vista del feo Cangrajo; que en efecto, era tan gigante que de mui lexos se dexaba ver; pero al tamaño, que era el Cangrajo grande, era estrecho la puerta de la cueva tanto, que para entrar por ella, le fue indispensable â Zipacnà besar el suelo: y assi abatida

{f. 15}                                                                                                      15

â su pesar, hasta la tierra, le fue mui ancha, â la hinchazon de su soberbia, la estrecha entrada de aquella gruta: mas he aquí, que estando dentro, al imperio de los hermanos, se vino a tierra el Cerro Meabam; y al fuerte golpe de sus destrozos, quedò la altivez de aquel blasphemo, sepultada, entre las ruinas, en que es visto, que la victoria de los hermanos fue obra Divina, y milagrosa: y aun se dice, que el triste cadaver de Zipacnà, fuè ransformado por los Dioses Niños en una Estatua de piedra bruta.

18. No es menos prodigiosa la destruccion del otro altivo, hijo segundo de Ucub-Caquix: esto es de Cabracam, cuya tragedia cuenta la tradicion, en este modo. Indignados Huracan, Raxacaculha, y Chipicaculha de las blasphemias de Cabracam; y es castigo de la arrogancia, con que se lisonjeaba poderoso, destruir los Cerros, y dar al traves con todo el Mundo; mandaron que los Dioses Niños, le destruyesen en el oriente, y que abriendo un hoyo profundo en las entrañas de la tierra le sepultassen.

 

19. Apenas assi, las Personas de Huracan lo mandaron, quando los Dioses Niños, poniendo en el Corazon del Cielo los ojos de este modo exclamaron: justo es, (¡O Huracan!) que el blasphemo Cabracam sea destruido, y que como

{f. 15 v.}

lo fue  la de su Padre, y hermanos, sea para siempre su soberbia enterrada: para que  por ventura ¿puede ser semejante este altivo, al Corazon del Cielo? ¿Hay acaso otro poder, otra grandeza, ni otra Magestad, que la de Huracan? Muera pues, Cabracam, y sea su destruccion, quien publique; que solo en ti, (¡O Huracan!) hay poder para destruir el Mundo, como que solo tu omnipotencia, pudo hacerle de nada.

 

20. Puntualmente tenia asidos, con ambas manos, todos los cerros, el hijo segundo de Ucub-Caquix quando acercandose à el, los Dioses Niños, como admirados de lo que veian, le hicieron en una estas dos preguntas: ¿Decidnos por tu vida (le dixeron,) quien eres, y que intentas hacer con essos Cerros? Yo soi, respondió Cabracam, quien los hizo, y estoi por mi antojo meciendolos, para dar al traves con el Mundo. Y vosotros, preguntò Cabracam a los Niños, ¿quiénes sois? ¿Cómo os llamais? ¿Qual es vuestro officio? Y qual el negocio que os trahe â este desierto? Nosotros respondieron los Niños, no tenemos nombre: somos de profession Tiradores de Cerbatana; y tal vez, solemos ocuparnos, en cazar paxaros con liga, para passar la vida. Sabras pues, que vagando, con tal destino, ya por los prados; ya por

{f. 16}                                                                                                      16

las campiñas, ya por los montes: hemos llegado à donde nace el Sol; y alli hemos visto, un promontorio, tan eminente, que decollandose sobre otros Cerros; ò bien compite, con las estrellas.Pudimos no obstante, registrar desde su falda, que la planicie de us copete, esta poblada de una infimidad de paxarillos; pero como somos tan pequeñuelos, no pudimos, aunque con ansia le procuramos llegar â lo alto de su cerviz; y sabiendo que tu, tienes poder, para abatir los altos cerros, hemos venido, à suplicarte, quieras facilitarnos, la caza de los paxarillos, trahiendo a tierra al Oriente.

 

21. Si harè, con mucho gusto, respondiò Cabracam; pues aunque ahora mismo tenia intentado destruir el Mundo; quiero suspender, por esta vez la execucion; solo por que veais, y me seais testigos, de que à mi presencia, se humilla el orgullo de los altivos: llevadme pues sin detencion, à donde està esse soberbio; que os prometo traher è tierra à su alta cerviz, solo tardarà, lo que yo en llegar a donde nace el Sol.

 

22. Al punto, los hermanos, guiaron â Cabracam para el Oriente: iban por el camino, cazando variedad de paxarillos, y

{f. 16v.}

admiraba no poco Cabracan, que sin necesitar de los bodoques, con el aliento solo los mataban.

 

23. Hizose en esto hora de comer, y armando los hermanos un fogón, se pusieron â assar, los yà desentrañados paxarillos. Havian al descuido, emponzoñado, una de aquellas avecillas con tizate; traza ingeniosa, de que usaron, para en aquel bocado, hacer tragar â Cabracam, la muerte. Por que es sin duda (decian hablando al paño los hermanos) que como la avatida soberbia de este altivo, debe ser, en las entrañas de la tierra, sepultada; para derribarle, y dar con el en tierra, no solo es conveniente, sino absolutamente indispensable introducierle la tierra en las entrañas. Es el Criador mui Sabio, è hizo en su gran Sabiduria, el cielo, la Tierra, y todas las Criaturas.

 

24. Era tanta, y tan apetitosa la fragancia, que despedian de si, los no bien assados paxarillos, que con no estar acostumbrado  Cabracam, à viandas de la laya; quiso gustar de aquel pueril vanquete,  y sin ser convidado, sentandose à la mesa, comiò de la avecilla emponzoñada, que de industria, sirvieron los hermanos de principio; y he aquí, que en un bocado, tragò goloso, su triste destruccion, y ruina.

 

 

 

25. Assi fue, que alzados los manteles, y

{f. 17}                                                                                                      17

continuado el viaje, al llegar a Oriente iba tan desmayado Cabracam, que en vez de hacer rendir al Cerrro la cerviz, diò consigo en tierra a su presencia. Entonces los hermanos,  abriendo un hoyo mui profundo, y atando à Cabracam de pies y  manos le sepultaron en las entrañas de la tierra. ¡Increibles son las cosas, que la fama pregona de estos Niños!

 

CAP[ÍTULO] VI.

 

1. Es tan obscura, imperceptible, y prodigiosa, la historia de los Dioses Niños Hunahpu, y Xbalanque que aunque muchas veces, hemos oydo referirla; jamas pudimos comprehenderla: y assi, solo escribiremos la mitad, de lo que la fama pregona de estos portentosos hermanos.

 

2. Son los hermanos Huanhpu, y Xbalanque, hijos de Hunhuhanhpu, sobrinos de Ucub-hunahpu, y Nietos de los Abuelos del Sol, y de la Luna.

 

3. Nacieron el Padre, y tio de estos Niños, en lo mas tenebroso de la noche, en aquella obscuridad, en que, aun no havian sido criados, el Sol, la Luna, ni los hombres.

 

4. La Madre de Hunahpu y Xbalanque, se llama Hunbatz, y es à un proprio tiempo, Esposa de Hunhunahpu, madre de si misma, è hija , y Madre, de Ucubhunahpu, que nunca fuè

{f.17v.}

casado, y se mantubo siempre soltero.

5. Tanto el Hunhunahpu, Padre, como el Ucubhunahpu, Tio, de los Dioses Niños, fueron mui Sabios, y grandes Adivinos: y como el Hunhunahpu, era  justo, y de mui loables costumbres, enseñò à sus hijos Hunchoven y  Hunbatz, à tocar flauta, à cantar, à pintar, à tallar, à labrar piedras preciosas, y à ravajar en oro, y plata. Vease la Nota 8, numeros 1 y 2.

 

6. Divertianse los viejos hermanos,  Hunhunahpu, y Ucubhunahpu, jugando à la pelota, y lo hacian en cierta plazueleta, cuyo suelo es superior, à las obscuras cavernas del Infierno; y à esta diversion, se hacia presente el paxaro Voc, quien como mesajero, y correo de Huracan, tenia su habitacion, entre la tierra, y el Cielo; y en un momento, se ponia en la Divina presencia.

 

7. Sucediò que divirtiendose cierto dia, los hermanos Hunhunahpu, y Ucubhunahpu, (era ya muerta la Madre de Hunbatz) dieron tan fuertes golpes con la pelota en aquella plazueleta, que estremeciendose las obscuras Cavernas del Infierno, amenzaron sepultar à los Demonios, en sus ruinas. Grande fue el susto que causò, principalmente à los Señores Principales tan terrible terremoto; y como llegassen à entender, que

{f. 18}                                                                                                      18

aquella estraña conmocion, havia sido causada, de los golpes que sobre sus cabezas, havian dado, con la pelota los hermanos; acordaron punir tan enorme desacato, con un castigo tal, que dexasse para siempre escarmentados, à los Jugadores de pelota.

 

8. Era por entonces, el poder del Infierno, grande llamabanse los Principales Señores de aquel Reyno,  Huncamè, y Ucubcame; y aunque havian en el, otros Señores eran menos principales, como si digassemos, Grandes de aquel Reyno.

 

9. Un solo instante, no estan ociosos, los Principes, y grandes de aquel reyno: cada, y qual de dia, y de noche, se ocupa, en aquel exercicio, à que està destinado por su Empleo. El officio de Xixipatcuchumaquic, es tentar à los hombres con aquellas enfermedades, que proceden de la abundancia, y corrupcion de la Sangre. El de Ahalpuhabulcanà es tentarlos con aquellas llagas hediondas, y asquerosas, de que mana el pus, ò la materia, y tambien con la hydropesia, y la ectiquez. El de Chaniahacichamiaholon es tentarles con la langidez, y para lisis. El de Ahalmesyahasalttocob, es afligirles, con todo genero de adversidades, y desgracias. El de Xilpatulmecapal, es causar muertes repentinas â los caminantes, principalmente aquellas, en que los insultados, arrojan sangre por la boca, y tentar tambien à los hombres, con camaras de sangre.

 

 

 

 

{f. 18v.}

 

10.  De acuerdo pues los Demonios, resolvieron quitar la vida à los hermanos, haciendolos passar por las penas del Infierno. A este efecto, usaron de la cautela de convidarles à su Corte, previniendoles, que llevassen consigo la argolla, el cerco del rostro, y demas instrumentos, de que usaban en el juego de pelota, de cuya diversion, deseban ser participantes.

 

11. Quatro fueron, los Mensageros que llevaron esta Embajada: y todos eran Señores del Reyno del Infierno. Llamabase el primero, Chabi-Tucur, que quiere decir: Tecolote-veloz, como una saeta. (*)  {Hay una nota en el margen izquierdo que dice: Tecolote en la lengua india, es cierta ave nocturna. Vease la fabula mexicana en el capítulo 7 y su explicacion en las notas respectivas al p[árrafo] 12 de dicho capítulo.} El segundo se llama Huracan-Tucur que quiere decir Tecolote de una pierna. El tercero, tenia por nombre, Caquix-Tucur, que se interpreta Tecolote Guacamayo: (**) y el  quarto, era un Tecolote que por que carecia de cuerpo, y pico; y solo tenia cabeza, y alas, se llamaba Olon-Tucur.

 

12. Salieron pues del Infierno, los quatro Mensageros Tecolotes, y poniendose en un vuelo en aquella Plazueleta, donde cavalmente los hermanos, gustosamente divertidos, estaban jugando â la pelota: despues de saludarles cortesmente les dieron su Embaxada.

 

13. Sin inmutarse los hermanos, escucharon à los Tecolotes; no obstante estar descubierta,

{f. 19}                                                                                                      19

la malicia del convite, en la insinuacion que le hicieron, de que llevassen consigo los instrumentos de su profession; que en la politica del Infierno fuè lo mismo, que notificarles la Sentencia de muerte, que contra ellos estaba pronunciada.

 

14.  Resueltos à padecer la muerte vinieron los hermanos à su Casa, y previendo lo futuro, colgaron, de una tixera de su techo, sin ser vistos, la pelota, la pala, el cerco del rostro, E[tcétera]. Hecho esto se despidieron de la vieja Xmucane su Madre, era ya muerto el viejo Xpi-yacoc su Padre) y despidiendose tambien  de Hunchoven y Hunbatz sus hijos, les hablaron de este modo: Sabed hijos nuestros mui amados, (les dixeron) que por parte de los Señores del Infierno, se nos ha convidado, para que passemos à su Corte, à divertirlos con el juego de pelota. Entre tanto que volvemos, divertios vosotros, convuestra flauta: cantad, como soleis, pintad, y haced vuestras obras de Escultura. Princialmente os encargamos, que durante nuestra aunsencia, cuideis à nuestra Viuda Madre, y Abuela vuestra Xmucane. Enjugadla sus lagrimas, y haced de suerte en todo, que la quiteis la pena, que nuestra ausencia la ocaciona.

 

15. Haviendose  despedido los Hermanos, de su Madre, è hijos; guiados de los Mensageros Tecolotes

{f. 19v.}

tomaron el camino del Infierno; y apenas havian dado el primer passo, quando se hallaron en lo alto de una Escala, cuyos estrechos, pendientes, y mal formados escalones, multiplicaban infinitos precipicios, en que la malicia del Infierno, preparaba à estos viajantes la mas desgraciada muerte.

 

16. Venciendo a miles los riegos, salieron victoriosos los hermanos, de la burla de la Escala; y quando se lisonjeaban triunphantes, de las insidias infernales, se hallaron, sin saber como, en la rivera de  un Rio, que despeñandose de la eminencia de un Cerro, rapidamente corria, por lo mas hondo de aquella profundidad, conocida con el nombre de Varranca fuerte: y haviendo atravesado sus corrientes, aun con mayores peligros, de los con que havia amenazado la escalera; hallaron que su opuesta orilla, le dividia de la  Agua que se trueca: nombre de otro Rio, mucho mas caudaloso, y precipitoso que el primero.

 

17. Prodigios de sus vidas, y haciendo Varca de su valor, atravesaron los hermanos, las hundosas corrientes de el agua que se trueca; pero aun dieron mayor prueba de su heroyca intrepidez, saliendo victoriosos, de otra burla, que inventò la astucia de los Demonios, para cortarles

{f. 20}                                                                                                      20

de improviso, la carrera de su viaje: tal fuè la de unos maderos, hincados en tierra con buen orden, en la estrecha senda que seguian. Prometianse los Demonios, que pisadas de la intrepidez de los hermanos, las agudas puntas, de aquella recia estacada, con el desprecio que lo havian sido las corrientes de ambos rios, quedarian ensartados, y cosidos con la tierra; pero al reves de lo que se prometian, en  alas de su arrojo, passaron sin lession alguna los hermanos, por sobre las agudas lesnas de madera; con tanta gloria suya,  como confussion de los Demonios, que ya les creian invensibles.

 

18. Vencida que fuè la burla de la estacada se hallaron los hermanos, en la orilla de un rio de Sangre. Iban tostados el sol; y sin otra diligencia, que la de abstenerse, de apagar la sed en sus corrientes, se hallaron del otro lado.

 

19. Passado el Rio de Sangre, llegaron à una  mysteriosa encrucixada, enigmaticamente dividida, en quatro sendas, ò veredas. Era de estas la una colorada, blanca la otra, amarilla la tercera, y la quarta negra; y como cada una de ellas, tenia su direccion, azia rumbo contrario; se detuvieron los hermanos, ambiguamente indicisos, en la eleccion del camino: y he aquí, que quando no lo esperaban vencidos de la burla, lo fueron de los Demonios.

 

20. Assi fuè, que la vereda negra,levan-

{f. 20v.}

tando el grito, hablò en tono de mofa, de este modo a los hermanos: Indeterminados Jugadores de pelota, cuyas repetidas victorias, os lisonjeban invensibles; Sabed que yo, soy el camino del Infierno: y que en aquella Corte, se os hà prevenido, el galardon que corresponde à vuestro invicto valor.

 

21. No menos corridos del escarnio, que pesarosos, de haver caido, en una burla tan necia; siguiendo la senda negra, llegaron los viajantes, à la Corte del Infierno: y observaron à su entrada, que afectando Magestad, les esperaban los Demonios, recostados en sus Tronos.

 

22. Ocupaba, en eminente lugar, el mas distinguido Solio, una Estatua de madrea: y creyendo los hermanos que fuese aquel muñeco, uno de los Señores Principales, profundamente inclinados, le saludaron diciendo: Estè en buena hora el Señor Huncamè. Estè mui bien el Señor Ucubcame.

 

23. El confusso alvoroto: las risads, y algazara, del vulgacho de Demonios, fuè prueba nada equivoca, del singular regocijo, de que se lleno el Infierno, al ver vencidos, vergonzosamente, à los hermanos, con la burla del muñeco: y aunque quisieran por entonces, los Señores Principales, dicimular el contento; no pudiendo contener  por un momento, la risa, con mas carcajadas, que

{f. 21}                                                                                                      21

palabras, resaludaron, à los burlados diciendo: (¡O invictos hermanos, y nunca bien celebrados Jugadores de pelota!) Y pues haveis llegado a nuestra casa, y estais en ella, descansad este dia, de la fatiga del camino; y para el de mañana, prevenid la pelota, para hecernos participantes de essa vuestra diversion que tanto ruido hà hecho, en este Reyno. Ocupad pues, por ahora, esse assiento, que se os hà prevenido; y esta noche, respondereis en una Cama, tal, qual, es debida à vuestras Personas, y profession.

 

24. Era la Vanca, en que los Demonios hicieron assentar à los hermanos, una piedra caldeada, tan candente, que haviendose asentado en ella, no pudieron, aunque lo intentaron, levantarse,  cuya burla celebró todo el Infierno, con nueva regocijada griteria. Sosegado el bullage;  llamando los Señores Principales, à los Demonios, Verdugos de aquella Corte, les ordenaron, que llevando consigo à los burlados, les pusiessen en la pieza, y cama, que les estaba prevenida, y les surtiessen de sigarros, y del ocote necessario, para que aquella noche se alumbressen.

 

25. Era la pieza, donde los Verdugos conduxeron à los hermanos, un calabozo mui obscuro: la cama, un potro de tormentos, compuesto de

{f. 21v.}

agudas, y mui cortantes navajas de pedernal; y ocote, una pequeña astilla de esta madera. (*) {En el margen izquierdo está un asterisco con la siguiente nota: Los antiguos Americanos no tuvieron conocimiento del fierro, ni del acero. Sus instrumentos cortantes, y aun sus navajas, debarba, eran cierta especie de pedernal,ò vidrio focil.}

 

26. Llegados que fueron à la Mazmorra, entregaron los verdugos, à los burlados, dos sigarrillos encendidos: intimandoles, de parte de los Señores Principales del Infierno, que si despues de alumbrarse toda la noche con los sigarros, sin menoscabo alguno à la mañana, serian irremisiblemente condenados, à las penas contenidas, en la Leyes de aquel Reyno. (*)

 

27. No es otra cosa la Corte del Infierno, que una carcel obscura, donde los precitos, padecen sin consuelo, tormentos indecibles. tiene entre efectos el lugar primero, un fuego inextinguible, no bien ponderado, en la candescencia de aquela piedra, que sirviò de vanca à los hermanos. El segundo en orden, es el de la Casa tenebrosa, cuya obscuridad, no hai exageracion, que vote a ponderarla. El tercero es, la casa nevada, donde es el hielo tanto, que carambanados los miseros precitos dando diente con diente, mueven sin morir, de frio. El quarto, es una Casa, de carniceros Tigres; tantos en numero, que aun estando en pie, se oprimen, y estrujan, los unos, con los otros. El quinto es otra casa solo habitada de asquerosos Morcielagos, cuyo numero,

{f. 22}                                                                                                      22

que en nada cede al de los Tigres; casi, casi, toca en infinito. El sexto, en conclusion, es el de la ota Casa, cuyo pavimento, està compuesto de infinitas navajas, las quales, por si mismas, se afilan y aguzan amolandose dia, y noche, las unas, con las otras. Region en fin, de tormentos, donde todo es horror, todo llanto, si esperanza alguna de consuelo.

 

28. Tal es  la Corte de Infierno, y tal, la preza, y cama, que estaba prevenida à los hermanos; pero si no en el fuego, de aquella piedra, encendida, que nada les ofendiò; ni de passo estuvieron en algun otro tormento, de los que se han espressado.

 

29. A la mañana siguiente baxaron los Señores Principales, à aquella obscura mazmorra donde de su orden los hermanos, havian passado la noche à tomarles cuenta de los sigarros, y ocote; y como respondiessen que se havian consumido; con voz terrible, y semblante señudo les dixeron: Sabed tristes hermanos, que cumplidos vuestros dias, es la hora llegada, de que rindiendo la vista, al rigor de nuestras iras quede vuestra memoria sepultada en el Infierno. Y à penas havian proferido estas palabras, quando arremetiendo à los hermanos, los hicieron mil pedazos. Despedazados que fueron; cortando antes à Hunhunahpu la Cabeza, mandaron enterrar

{f. 22 v.}

ambos cadaveres, en aquel muladar donde /arrojaron/ los Diablos, las cenizas del Infierno.

 

30. Sepultados que fueron los Cadaveres, mandaron los Señores, que los verdugos colgassen la Cabeza de Hunhunahpu, de la mas alta rama de un Arbol ceco, ê infructifero, que estaba en el camino, que và del Mundo al Infierno: pero (¡O prodigio  de la Divina Omnipotencia!) à penas los verdugos, colgaron la Cabeza, quando reverdeciendo aquel Arbol, se poblò instantaneamente, de tantas Xicaras, como ojas: equivocandose de suerte, la Cabeza con las frutas, que los proprios Verdugos, no supieron distinguirla. Divulgose este prodigio en el Reyno del Infierno; y atonitos al oirle los Señores Principales, seguidos de una turbamulta de Demonios, fueron à ver el Arbol. Pasmaronse à vista del portento; y teniendo en mucha estimacion al Xicaro, mandaron que ninguno fuesse osado de asercarse à el, y que so pena de la indignacion de los Señores Huncame, y Ucubcame, se guardassen todos de cortar su fruta.

 

CAP[ÍTULO] VII

 

1. Mal contenida, dentro de los estrechos limites del Reyno del Infierno, el prodigio de la Cabez de Hunhunahpu passando de boca, en boca, llegò â los oidos de un gran Señor, que vivia en

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el Mundo, y se llamaba Cuchumaquic. Admirado Cuchumaquic, de tan estupenda novedad, la contò a una hermosa doncella, hija unica suya, llamada Xquic: y deseosa la Doncella, de ver con sus proprios ojos, tan admirable portento se propuso caminar para el Infierno, con el designio de examinar mui de cerca, aquella maravilla.

 

2. Saliò en efecto de su Casa, sin ser sentida de su Padre la bellisima Xquic, y llegando en alas de su deseo, à donde el Arbol estaba, de suerte se enamorò de la hermosura de las Xicaras que hablando consigo misma profiriò estas palabras: No pienso volver al Mundo, con las manos vacias. Sea como fuere, yo â todo riezgo me resuelvo, à llevar con migo, una Xicara de estas: que quizà si se me culpare, no morirè por ello.

 

3. En este pensamiento estando Xquic, oyò una voz que le decia: ¿Qué es lo que piensas Xquic? Mira hermosa Virgen, que la vista te engaña, pues no son frutas las que de este Arbol penden, sino mysteriosas calaveras de Culebra. ¿Deseas, no obstante, llevar una de estas que te parecen xicaras? Si deseo, respondiò Xquic, Levanta pues en alto el brazo diestro,(dixo la calavera de Hunhunahpu, que era la

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que hablaba desde el Arbol) y estiende la palma de la mano. Levantò, oyendo esto, el brazo diestro, Xquic; y al estender los dedos, sintiò en la palma de la mano, un rayo de saliva, que arrojò la calavera de Hunhunahpu; y aunque prontamente,  se registrò la mano, no hallò ya, la saliva; pero si oyò, que la Calavera hablando con ella, le decia: Quiero  que sepas (¡O Xquic!) que essa saliva, que sobre la palma de tu mano, he arrojado, la qual sentiste, y no viste, es mi propria descendencia, que ya tienes en tu vientre: y en señal, de que de mi has concebido; emmudeciendo desde oy mi Calavera, horrorizarà, en adelante, à todos mis enemigos, à la menera que horrorizan à los hombres los esquletos de los muertos. Y assi como representada en los hijos de los hombres, la saliva de sus Padres, vive en ellos su memoria; assi en dos hijos mios, que procedidos de la mia, has concebido en tu vientre, serà por siglos eternos duradera mi memoria. Y si llos hijos de los Principes, heredan con la Sangre, la virtud, y nobleza de sus Padres; el mismo modo han heredado esses mios, que tambien son hijos tuyos, mi Sabiduria, y nobleza. sabras en fin, (¡O Xquic!) que yo soi el unico Señor de los Cielos y la Tierra. Soi Sabio; soi poderoso; y havien-

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do tu, de tan buena voluntad, recivido mi saliva; mediante esta has concebido, y llevas en tus entrañas a mis dos hijos, que como yo, son Sabios, son nobles, y poderosos. Buelvete pues (¡O  hermosa Virgen!) al Mundo y con claridad à la palabra, quando sea hecha, no temas à mis enemigos, que tambien lo han de ser tuyos; pues aunque ignorantes del Mysterio, te han de juzgar, y condenar à muerte; yo serè con tigo, y con mi ayuda invisible, triunpharàs de  los Demonios, y de las astucias del Infierno. Assi hablò la cabeza de Hunhunahpu, Sabiduria de Huracan, Chipicaculhà, y Raxacaculhà, à la Doncella Xquic; y haviendola ilustrado, y revelado, Mysterios inefables, la ordenô que fuesse â Casa de su Suedra. {sic}

 

4. A penas la Calavera de Hunhunahpu diò fin â su Coloquio, quando la Doncella Xquic sintiendose preñada, sin contestar una palabra, se volvio â su Casa; y aunque ocultò el preñado, principalmente â su Padre; cada dia, mas, y mas le publicaba, la elevacion de su vientre, como que eran dos los Niños que encerraba.

 

5. Cumplidos que fueron los seis meses; reparò Cuchumaquic en la preñez de su hija, y le fuè tan sencible, la prostitucion, que creyò haver hecho de su honor; que sin reconvenirla, ni hablarla una palabra, llamando à consejo à los Principales Señores del Infierno, acusò a Xquic de livi-

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ana,  y pidió satisfaccion del agravio, en el publico castigo de aquel enorme delito; que era tanto mas el escandalo, quando el, era Gran Señor, y la hija Princesa.

 

6. Oida de los Señores Huncame y Ucubcame, la criminal acusacion, acordaron, y  mandaron, que compadeciendo Xquic en aque{l} su Tribunal, (à presencia del Infierno) la compeliesse su Padre, à describir sin escusa, el autor de su preñez.

 

7. Compadecio su efecto, la acusada Doncella, y siendo Judicialmente interrogada, respondiò a su Padre, estas palabras: Es cierto Señor, y Padre mio, que estoi preñada; pero tambien es cierto que no estandolo, como no lo estoi, por obra de Varon, ni tu, ni los Señores del Infierno, pueden  obligarme à descubrir el Autor de mi preñez.

 

8. No bien el cruel Cuchumaquic, oyò de boca de su hija que era cierta su preñez, quando, sin mas preguntarla, ni hacer alto en su excepcion, rabioso, y fuera de si, de acuerdo con Huncame, y Ucubcame, la entregò a cuatrocientos cincuenta, y cinco Ministros, ô Verdugos infernales, con orden, de que en publico cadahalso la arrancassen viva el Corazon, y que puesto en una Xicara, lo entregassen a los Señores del Infierno.

 

9. Al punto los Verdugos, tomando una Xicara,

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y un cuchillo de pedernal, prendieron a Xquic, quien (fiada en la palabra de su esposo) lexos de resistir, se dexò aprisionar, y conducir al suplicio, tan placentera, y alegre, como pudiera ir al Thálamo.

 

10- Sin desplegar sus labios llegó la Doncella Xquic, al lugar del sacrificio; y teniendo ya al pecho, la acicalada cuchilla, contubo la execucion, descubriendo a los verdugos, el misterio inefable que ocultaba su preñez; cuyo arcano revelado, concluyo diciendo: Guardaos, por tanto, (¡O fieros executores de la crueldad del Infierno!) de ensangrentar la  Segux, en mi virginal pecho, si no quereis, reducidos á cenizas, ser despojos tristes, de la justa indignación de mi esposo Hun-hunahpú

 

11.Calló, en diciendo esto, la hermosíssima Doncella; y los fieros verdugos, que con tanta atencion, como patria la escuchaban, le contesstaron diciendo: Deponde, si alguna es (¡O Virgen Fecissíma!) el cuidado que os causan, las ocas sin razones de vuestro insano Padre.  No temaís (¡O bellísima Xquic!) que el orden del Infierno, pueda hacernos llegar, no ya al virgineo pecho; pero ni aun al zapato, de una tan gran Señora; que en efecto lo eres de cielo y tierra, assí por Esposa del sabio Hunhunahpu, como por Virgen madre de los dos dioses niños que

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tu vientre encierra. Lo que supuesto, (¡O Reyna Soberana!) decidnos por tu vida, lo que hemos de decir à Huncame, y Ucubcame. ¿Podremos  por ventura, sin ser despedazados de sus terribles garras, darles vacia la xicara?

 

12. Ea, no temais, (dixo la hermosa Xquic) que assi como el Infierno, no tiene ningun dominio sobre mi Corazon, assi no le tendrà mas en vosotros. Y si hasta oy, erais executores de sus crueldades: os mando que en figura de pintos Tecolotes, os trassladeis al Mundo, y que exersais en el ,el funesto officio de nuncios de la muerte; engañando à los hombres, como oy lo vais à hacer à los mmismos Demonios.

 

13. Haced pues, prosiguiò Xquic, incision en este Arbol, y del humor que destilare, acopiad, solo el que vaste, para llenar la Xicara; y este sera el que en lugar de mi Corazon, debereis entregar à los Señores Huncame y Ucubcame, para triunphar de su malicia, y sacudir, el tyrano yugo de su Dominio.

 

14. Cavalmente era el Arbol, en que la hermosa Xquic, mandò hacer la incission, aquel de que se extrahe la Sangre de Drago; y haviendo los Verdugos, hechole una pequeña herida, y aplicando la Xicara, (¡O estupendo prodigio del Todo Poderoso!) à penas la Xicara estuvo llena del roxo humor, quando coagulandose aquella sangre, tomò la figu-

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ra de un Corazon tal, qual pudiera ser, el de la bella Xquic.

 

15. Nuevamente pasmados los quatrocientos, cincuenta, y cinco, Verdugos, con un prodigio tan estupendo; postrados en tierra, se despidieron (en figura ya de Tecolotes) de la hermosa Xquic; y tomando la vuelta delInfierno, pusieron en manos de los Señores de el, fingiendo estar executada la cruel Sentencia, aquel milagroso Corazon. Al punto los Señores Huncame, y Ucubcame, colocaron la xicara sobre una grande hoguera; y quando esperaban que la innocente victima, exhalasse de si, aquella fetidez, que se dja sentir, en tales ocaciones; fuè por el contrario, tan delicada, y suave, la agradable fragancia, que ocupò el infierno, que no hai hiperbole, que vaste â ponderarla.

 

16. De este modo burlados los Demonios, comenzò la ruina del antiguo Imperio del Infierno; y fijando los nuevos Tecolotes, su domicilio en el Mundo, entraron en possession del officio que oy exrecen, de nuncios de la muerte, y engañadores de los hombres.

 

CAP[ÍTULO] VIII.

 

1. Vencidos que fueron los Demonios no volviò mas ^a Casa de su Padre la Doncella Xquic, sino qu[e] conforme â la voluntad de Hunhunahpu, su esposo, subiò el Cadahalso, à casa de su Suedra

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la Vieja Xmucanè; à cuya presencia, entrando de improvisto, hablò arrodillada, assi â la Vieja: Postrada â tus pies tienes Señora, en esta Noera tuya, â la menor de tus siervas.

 

2. Cantando al dulce son, de sus sonoras flautas, divertian cavalmente, los hermanos Hunchoven y Hunbatz, â su Abuela la vieja Xmucane, la muerte que lloraba â mares, de sus hijos Hunhunahpu, y Ucubhunahpu, quando la hermosa Xquic interrumpiò la musica con novedad de su llegada.

 

3. Alas razones de Xquic colvio la vista la vieja Xmucane, y hallando, que le hablaba, una Doncella hermosa, cuyo elevado vientre, mostraba estar preñada; como fuera de si, exclamò diciendo: ¡Que es lo que veo! ¡Que es lo que oigo? ¿Dime hermosa doncella, quien eres? ¡De donde doi tu Suedra? ¡Viven por fortuna mis amados hijos Hunchoven, y Hunbatz, que ha medio año que los lloro muertos?

 

4. Tan cierto es Señora, que eres mi Suedra, (respondiò Xquic), como es cierto que los dos Niños que mi vientre encierra, son hijos de Hunhunahpu mi Esposo; pues su muerte que hâ seis meses, que sin consuelo lloras, es un arcano, que entenderas  por la obra, quando el deseado dia de mi parto llegue.

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Mal persuadida la Suedra, de las razones de Xquic, al instante se propuso, vencerla con una burla; y fingiendo darla credito, la contestò en este modo: No es ponderable hija mia, la falta de mi amado hijo, hace à mi vejez cansada: y pues tu, como su Esposa, vienes a suplir su ausencia, toma essa red vacia, y marcha para la milpa, â llenarla de mazorcas pues has llegado à un tal tiempo, que no hai en toda la Casa, un solo grano de maiz, para comer este dia.

 

6. Bien conociò la Doncella, la traicion que la trazaba, tendiendola aquella red, la astucia de Xmucane; pero fiada en la virtud; y palabra de su Esposo, tomando la red vacia, partiò tan diligente como ociosa â la milpa; y hallando que sus cañas estaban ya despojadas; llamando en su ayuda à Xtoh, Xcanih, y Xcacavix, Dioses de los bastimentos, henchio de aquellos cabellos de las espigas del maiz, de que hallo regado el suelo, la metaphorica red: y hè aquí, que por milagro de los Dioses de las mieses; transformados los cabello, en mui hermosas mazorcas lexos de caer en el lazo la prudentissima Xquic, dexò â Xmucane vencida: y como por si sola, no pudiesse conducir una carga tan pesada

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acudieron â su ayuda, infinitos animales, guardianes de aquel maizal, que eran en efecto tantos, quantos fueron los cabellos que cupieron enla red.

 

7.   Con semejante portento, quedò tan absorta Xmucane, que estuvo por estrechar entre sus brazos à Xquic; pero (aunque tragando lagrimas) para mas asegurarse passò â reprehender delito, el que admiraba prodigio; y trocando con destreza, la damiracion en enojo, increpò, con aspereza, â la Doncella diciendo: Bien has dado â conocer, (¡O deshonesta, y antojadiza Muger!) la falacia de tu trato; pues si fuesses como finges, Esposa de Hunhunahpu, desde luego cuidarias menos inconciderada, de economizar el maiz, y no gastar en un dia, el que debe abastecer la despensa todo el año. Eres en fin que te vasta, una publica ramera, que haciendo vil grangeria, de tu cuerpo â todas horas, es consiguiente que cuides menos de mi pobre hacienda, que prostituta has cuidado, del honor de

que careces.

8. No te enojes por tu vida, respondiò sin inmutarse, la prudentissima Xquic, que al reves de lo que piensas, aun quando por con-

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tingencia, se doblasse la familia, tendriamos maiz sobrado para mantenerla un año. Vente con migo â la milpa, si quieres satisfacerte, y la hallaras tan entera como si no fuessen de ella, estas mazorcas que he traido.

 

9. Si quiero, vamos allà, dixo atonita la vieja, y partiendo con Xqic, apresurada â la Milpa; haviendola registrado, hallò que estaban las cañas pobladas de sus espigas, mas que pudiera estarlo, antes d hacer la coshecha; siendo assi, que no solo se havia ya pizcado el maiz, sino tambien respigado, en su tiempo, las mazorcas.

 

10. A vista de un tal prodigio, no pudo menos que darse por vencida Xmucane; y estrechando entre sus brazos, con mil cariños â Xquic; anegada en dos rios, que tales eran sus ojos, la dixo tragando lagrimas: Ahora si, (¡O felicissima Xquic) deponiendo toda duda, te reconosco mi Nuera, y confiesso Madre Virgen: Virgen por que has  concebido, sin comercio de Varon: Madre por serlo fecunda del Hunahpu, y Xbalanque: y mi Nuera, por Esposa de mi hijo Hunhunahpu. No veo, por lo tanto, la hora (¡O fecunda Madre Virgen!) de que con asombro de la Naturaleza humana, que hà muchos

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siglos lo esperas: con alegria de la Angelica, que con la humana lo aguarda, y con terror del Infierno, que horrorizado le teme, dendo â luz, des â mis brazos, esse germinado fruto, de tu purissimo Vientre.

 

1. Cumplidos los nueve meses de su preñez; (haviendose quedado en Casa de la Vieja Xmucane, de quien desfrutaba â millares los cariños) libre de aquellos dolores, y otras incomodidades, â que por Ley invariable, estan sujetas las Madres;  estando de passeo en el Campo, pariò la Doncella Xquic, dos hermosissimos Niños, que lo fueron Hunahpu, y Xbalanque; y haciendo Cuña de su seno, los traxeron en su regazo, y trasladò de los suyos, â los brazos de su Suedra.

 

2. Loca de contento Xmucane, no sabia que hacerse con los Nietos: ella les estrechaba entre sus brazos: ella les regalaba con mil besos, ella les expressaba mil ternuras: ella les decia mil primores; pero al cabo, y â la postre, trocò ingrata, en rigores sus cariños, por que envidiosos Hunchoven y Hunbatz, de los extremos de la Abuela, trataron de derribar â los Niños de su gracia; y fiando la ocacion en la veleidad de Xmucane, no fuè la

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diligencia perezosa en presentarla.

 

3.  Valieronse para dar en tierra con los Niños, de la incomodidd que la falta de reposo ocacionaba  a la Abuela; pues en efecto â la Vieja con sus gracias; se le hacian de noche, aborrecibles en su llanto.

 

4. Virtiendo rios de lagrimas, sollozaban los Niños cierta noche, y rabiosa la Vieja Xmucane, les arrojò (influida de Hunchoven y Hunbatz) en un grande hormiguero; teniendo por sin duda, que haciendo pasto las hormigas, de sus delicados cuerpecillos, seria principio de su cruel reposo, el triste fin de aquellos inocentes; mas he aquí, que al reves de los que Xmucane se prometia, lo mismo fue cargar sobre los Niños las hormigas, que trocar el llanto en regocijo; mostrando en lo placentero de su semblantes el gozo que les causaba aquel tormento.

 

5. Observolo, â la mañana Xmucane; y llena de un furor que la sacaba de sentido, atando de pies y  manos â los Niños los arrastrò desnudos, por la intrincada espesura de un Zarzal; cuyo tormento en vez de dilacerar, y hacer

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pedazos aquellos delicados cuerpecillos, aumento en los hermanos el contento.

 

6. Bramaba la vieja Xmucane, al ver que se frustaban sus crueldades sin serles de provecho â sus vigilias; y aunque â Xquic que todo lo observaba, se le despedazaba el corazon, sufria con gusto el repetido martyrio de sus hijos, por ser assi la voluntad de Hunhunahpu se Esposo.

 

7. Al tamaño con que las porfiadas diligencias de la embidia de Hunchoven, y Hunbatz, procuraban la ruina de los Niños, se aunmentaba en ambos la hermosura agradable de su aspecto: y al atractivo que les era innato, acompañaban tales gracias, que sin ser enseñados eran grandes Cantores y Musicos de flauta.

 

8. Era en fin tanta la ojeriza, con que la Abuela les miraba, que siendo de profesion estos hermanos, Tiradores de Cerbatana; disponia los paxarillos que cazaban,  diversidad de gisos, para el regalo de Hunchoven y Hunbatz; sin permitirles â ellos, que se assentassen â la mesa: y como, de noticia de la Madre Virgen, sabian mui bien su origen; ponderando, como Sabios que eran, la grosseria de la Vieja, dexaban al tiempo la venganza, sufriendo entre tanto, con la mayor prudencia, sus agravios.

 

 

 


 
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