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Calderón Quijano, José Antonio

FONDO MEXICANO DE LA

BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA

Documento No. 266

Pillage de la ville de Veracruz par les pirates le 18 mai 1683

(Expedition de Lorencillo)

 

Clara Elena Suárez A.

CIESAS

 

El texto

El documento que aquí se presenta es un texto manuscrito con letra apretada, redactado en 10 hojas (20 páginas verso y anverso). Contiene una angustiada descripción del asalto de que fue objeto el puerto de Veracruz por un numeroso grupo de piratas, encabezados por Lorencillo, Van Horne y Agrammont en el año de 1683.

El formato del texto es en forma de diario, describiendo los acontecimientos cotidianos desde el 16 de mayo hasta el 1° de junio de dicho año.

 Esta relación fue dada por el reverendo padre Fray Juan de Ávila, que vivió directamente el suceso, al reverendo padre fray Agustín de Betancur, cronista de la provincia del Santo Evangelio de México. Cuando Ávila describió los hechos al padre Betancur, ya no estaba en Veracruz sino en Chalco, en donde se encontraba como predicador jubilado y guardián del convento franciscano.

La narración, realizada con gran dramatismo, describe el ambiente en la víspera del arribo de los piratas,  las sospechas que se despertaron, las actitudes del castellano de San Juan de Ulúa y del gobernador del puerto, hasta el arribo a tierra, en la madrugada de un lunes, de 800 piratas que acosaron a la población. El relato es apasionante, pues describe la variada composición de los individuos que venían como piratas, tales como ingleses, franceses, españoles e inclusive indígenas campechanos y mestizos novohispanos, cómo venían vestidos así como el tipo y número de navíos en que arribaron al puerto. También por el relato podemos acercarnos a conocer cómo era la “nueva ciudad de Veracruz”, la que rodeada de médanos, tenía una  población, que según nos dice ascendía a 5 000 almas, y que estaba compuesta por un buen  número de religiosos que vivían en sus conventos, la burocracia civil, la pequeña guarnición militar que resguardaba el puerto, así como la población civil, compuesta por hombres, mujeres y niños, incluidos “principales” y esclavos,  los que fueron, sin distinción de clase, hechos prisioneros y encerrados en la parroquia. Con gran realismo describe cómo moría la gente de susto o de desesperación, o cómo otros eran muertos por los piratas; los padecimientos que sufrieron por falta de agua  y alimento, y cómo los piratas saquearon toda la ciudad en busca de plata y alhajas, sin el menor respeto a las iglesias y altares. Nos muestra cómo después de varios días de estar encerrados, hacinados y sujetos a muy malos tratos en la parroquia, la mayor parte de la gente fue encaminada a la Isla de Sacrificios, donde los piratas acabaron por quitarles  todavía la ropa que traían puesta, y cómo aquí, sujetos a un clima agresivo padecieron también infinitas privaciones. Nos muestra cómo Lorencillo y sus cabezas pedían rescate e inclusive cómo los piratas organizaron una junta con los principales vecinos de Veracruz para firmar una escritura de obligación de pago de rescate, el que fue llevado por el propio gobernador a uno de los navíos enemigos. Los prisioneros en la isla no podían huir, pues se encontraban rodeados de los barcos piratas que tenían los cañones apuntalados hacia ellos, mientras los piratas abastecían sus navíos con botijas de agua y alimentos para poder retornar a su escondite. Nuestro fraile franciscano nos narra finalmente cómo levaron anclas los trece navíos, y cómo la población de Veracruz fue rescatada paulatinamente de la isla de Sacrificios, concluyendo el texto con una caracterización del comportamiento de algunos piratas.

La paleografía y lectura de esta narración nos lleva a considerar la gran violencia que se daba en estos hechos, y si bien fue este un fenómeno característico de los siglos xvi y xvii, bajo otras manifestaciones, el salvajismo continúa en la actualidad.

 

La piratería en América

La piratería ha sido un fenómeno muy antiguo, aunque se manifestó generosamente en el mundo atlántico a raíz del descubrimiento de América, debido a los grandes intereses que otras naciones como Holanda, Francia e Inglaterra tenían en los dominios americanos. Los territorios y riquezas que obtuvieron España y Portugal con el descubrimiento de América, pronto despertaron la ambición de otros países europeos que no habían sido favorecidos con el reparto. El arribo de diversos tesoros provenientes de este continente alertó a los tradicionales enemigos de España de la importancia de estos mercados.

La Corona española prohibió terminantemente participar en el comercio con América a los mercaderes europeos, considerándose éste exclusivo para sus súbditos. Estableció también una serie de vetos y cortapisas para impedir la entrada de ningún judío, moro o reconciliado, así como de cualquier extranjero en sus territorios americanos. Teóricamente tenía un estricto control de los pasajeros que iban a las Indias, en donde constaban todos sus antecedentes familiares. Para evitar el comercio libre y la participación de naciones extranjeras, estableció los puertos únicos, lo que hacía más fácil el control de individuos y mercancías; para proteger a sus naves de los ataques piratas, las organizó por medio de flotas y galeones, resguardadas por barcos de guerra y fortificó sus puertos para evitar las ofensivas corsarias.

 La consecución de plata, el trato de esclavos y el tráfico de mercancías fueron los motores de la piratería en este periodo. Francia, Inglaterra y Holanda necesitaban compartir con España una parte de sus ganancias. Las propias naciones enemigas favorecieron estos actos, obteniendo por supuesto parte de los frutos, e inclusive, como en el caso de Inglaterra, otorgando títulos o señoríos a los filibusteros o  financiando las expediciones.

Desde el temprano siglo xvi fueron los corsarios franceses los que tomaron la avanzada, siguiendo en el ataque los ingleses que se extendieron hasta África para capturar a la población negra, que posteriormente vendían en América, y al finalizar el siglo, entrando también al quite, se inició la participación de filibusteros holandeses.

En la segunda mitad del siglo xvii contabilizamos al menos veintidós ataques de piratas en tierras y aguas americanas pertenecientes a la Corona española. El imperio español se encontraba en una total decadencia; inmerso en guerras contra las otras potencias españolas, siempre en bancarrota y con monarcas débiles, convirtió en algo totalmente natural el que las aguas caribeñas fueran perteneciendo a otras naciones. De ahí la creación de la Armada de Barlovento, financiada con ingresos provenientes de la Nueva España.

 

El puerto de Veracruz

Cuando Veracruz, fue atacada por Lorencillo, en 1683, reinaba en España el más débil de los monarcas, Carlos II, El Hechizado, y el virreinato novohispano se encontraba a cargo del marqués de la Laguna, que con su esposa, doña María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, XI Condesa de Paredes de Nava, tuvieron gran amistad y aprecio a sor Juana Inés de la Cruz.

 

La entrada de Europa al mundo novohispano era por Veracruz, único puerto de entrada autorizado por la Corona española; y fue precisamente su posición estratégica, lo que lo hacía apetecible y deseable para las otras naciones y lo que llevó a Laurenz de Graff (Lorencillo), a Van Horne y a Agrammont, acompañados de 1 200 hombres, desembarcar en la madrugada del 18 de mayo de 1683 en el puerto y sitiarlo.

Desde 1519, con la fundación de la Villa Rica de la Veracruz, Hernán Cortés tuvo como preocupación principal la erección de una fortaleza. Ya en época del virrey Mendoza en la isla de San Juan de Ulúa la Corona solicitaba la construcción de una fortaleza y muelles, que permitieran el reparo y seguridad de las naos. En 1568, Veracruz, que se preparaba afanosamente para el arribo de la flota, fue atacada por el pirata John Hawkins, que tuvo que huir al aparecer las naves en las que venía a tomar posesión el Virrey Enríquez de Almanza. Con dicha experiencia, se tomó muy en serio la necesidad de una sólida fortificación y ya en 1584, con base en la descripción de un testigo, las obras se habían realizado, mencionando que la fortaleza tenía dos torres de cal y canto. Fue en el siglo xvi que por medio de una real cédula la Corona española decidió que el ingeniero Bautista Antonelli viniera a la Nueva España para la fortificación de la isla de Ulúa; y cuando el propio Antonelli propuso que Veracruz la antigua, ubicada en un lugar peligroso y mal sano, cambiara su residencia a las ventas de Buitrón, planteando que en este sitio se realizara la descarga de las flotas.

Así las cosas, los arreglos y ampliaciones a la fortificación de San Juan de Ulúa, así como la defensa de la nueva ciudad de Veracruz, fueron una constante durante todo el siglo xvii, constante que sin embargo era atendida por breves momentos y abandonada la mayor parte del tiempo. A mediados del siglo xvii (1660) la atención se enfoca a la ciudad, que se encontraba totalmente expuesta al enemigo y carente de cualquier defensa, pero dados los diversos puntos de vista y los enfrentamientos constantes entre diversos bandos, se llevó a cabo una fortificación provisional. Parece que las obras anteriores realizadas con este objetivo se encontraban en pésimo estado y los baluartes existentes casi deshechos. Y si bien se efectuaron algunos arreglos, el virrey de Mancera (1664) en su arribo a Veracruz mencionaba que ésta se encontraba muy desguarnecida y se refería a ella como

siempre el blanco de las codicias enemigas, considerándola único

imperio de la Nueva España, y tránsito y garganta de sus tesoros

opulentos.

Hay que destacar que las condiciones climáticas adversas de Veracruz y lo peligroso de su mar, le daban una cierta protección contra los enemigos. Podemos medir la importancia del puerto al poseer un 37% del tráfico naval global con España, aunque en el arribo a su costa fue frecuente el hundimiento de navíos. Las entradas o salidas al puerto tenían que ser en mayo o septiembre, pues de otra manera se corría un elevado riesgo de naufragio.

La vida del puerto de Veracruz dependía totalmente del arribo y despacho de las flotas; la ciudad se inyectaba de vida cuando allí se realizaban las ferias de las mercancías que venían en las naos, incrementándose su población por los marineros que venían en la flota, los comerciantes, factores y comisionados que traían la mercancía desde Sevilla, como los mercaderes de la ciudad de México que llegaban a adquirirla. El puerto se llenaba de arrieros y animales que trasladarían la mercancía, retornando la ciudad a un tiempo muerto con la partida de la flota.

Como asentamiento urbano, Veracruz adquirió poco a poco importancia, y encontramos que la ciudad tenía un monasterio franciscano, al igual que uno de jesuitas, así como los de los dominicos y los mercedarios que además tenían un hospital.  El convento de La Merced, situado en la margen derecha del río, era de mampostería y su iglesia poseía tres naves y una torre, que servía de guía a los navegantes. Funcionó como parroquia desde 1650 hasta 1734, y en el asalto de 1683 allí fue encerrada la población.

Veracruz también tenía una casa de contratación de planta rectangular con un patio para almacenes y otro con galería en uno de sus frentes. Por la parte de tierra arribaban los carros cargados de mercancías para depositarlas en los almacenes. Por la parte del mar estaban las oficinas de la contaduría, en la parte inmediata al muelle. También tenía caballerías y un almacén para municiones. Había una aduana y una comisaría. El muelle tenía un pórtico dórico, con un arco mayor en el centro y puertas menores a los lados. A la entrada, había un vestíbulo donde estaban las oficinas de la comandancia del resguardo y capitanía del puerto. El material de construcción predominante era la madera, y sólo en algunos edificios era utilizada la cantera, como en el de la inquisición,  que además contaba con un jardín cercado por una tapia. En su plaza se construyó en los inicios del xvii la casa de cabildos. Posteriormente se construyó su parroquia, que fue de una sola nave. Por el lado sur de la plaza había una manzana con cuatro casas de madera y un gran corral cercado, donde quedaban las recuas y que bastantes años después se utilizó para las diligencias. Salvo las casas del centro, de dos o tres pisos, el resto de casas eran de una sola planta, pero dado el carácter comercial de Veracruz, un buen número de viviendas poseían entresuelos y abundaban los balcones de madera.

En 1683 era gobernador, capitán general  y corregidor de Veracruz, don Luis Bartolomé de Córdoba y Zúñiga; los oficiales reales también destacaban por su importante papel. El castellano de la fortaleza de San Juan de Ulúa era don Fernando Solís y Mendoza, que en la tarde del 17 de mayo mandó aviso al gobernador de que veía algún peligro, aunque éste le restó importancia a la noticia. Por su parte, don Diego de Pamplona era el capitán del presidio de Veracruz, pero como había velado toda la noche en su puesto, al ausentarse, los piratas tomaron la ciudad. Otro participante de los hechos fue el cura vicario, don Benito Álvarez de Toledo, que medió con la crueldad de los piratas y la codicia de algunos veracruzanos.

Tenía ya tiempo que tanto la Nueva España como la ciudad de Veracruz se encontraban en alerta, al avistar constantemente en el mar navíos enemigos. El rey enviaba reales cédulas solicitando “tener prevenidos los antemurales de ese reino” (la Nueva España). El virrey hacía su parte enviando mandamientos de alerta a los alcaldes mayores de Jalapa y Veracruz, así como a los funcionarios mencionados anteriormente, para que las tropas estuvieran vigilantes, se ejercitaran en el manejo de las armas, se pasara revista y las plazas militares estuvieran completas.

 

El asalto al puerto de Veracruz

Fue en ese mismo año de 1683, aunque con atraso por falta de viento, que la flota zarpó de España, a fines de febrero, con rumbo a Veracruz. A la espera de ella, la población novohispana entró en ebullición, y con el arribo el 12 de mayo del navío de aviso informando que llegaba la flota, se pusieron en marcha los mecanismos necesarios para llevar a cabo la feria.

Al atardecer del 17 de mayo, se izaron banderillas en San Juan de Ulúa lo que llamó la atención de los vecinos, que por los balcones o por la torre de La Merced, oteaban el horizonte, avistando velas a lo lejos y convencidos que era el arribo de la flota. 

El Castellano de San Juan de Ulúa, desconfiado al ver que los barcos no entraban a puerto, envió aviso al gobernador de la ciudad de Veracruz, que consideraba que los navíos avistados provenían de Caracas. El castellano acuarteló a sus soldados y puso al castillo en vigía, mientras que el gobernador, por no dejar, ordenó que toda la noche se realizaran rondas de a caballo así como la reclusión de las tropas en los cuarteles, pero ante la petición de pólvora que realizó la milicia  pues carecían de ella, el gobernador hizo caso omiso e incluso argumentó que no quería alarmar a la población.

Por su parte los piratas, comandados por Lorenzo de Graaf (Lorencillo), Nicolás Van Horne, ambos de origen holandés y Monsieur Agrammont, francés, esperaron la noche para acercar nuevamente dos de los doce barcos que traían, y desembarcar en piraguas, cada una con cuarenta a cincuenta gentes, lo que llevaron a cabo a una legua de Veracruz, lejos de los cañones con que se protegía la ciudad. Entre los piratas que iban de avanzada, se enviaron varios que habían estado previamente en el puerto, lo que les facilitaría su toma. Todos estos individuos tenían diversas nacionalidades tales como portugueses, franceses, holandeses, negros y mulatos e incluso españoles. En la madrugada, cerca de las cuatro de la mañana, comandados por Lorencillo, los piratas acordonaron la ciudad, y no sirvieron de nada las rondas de a caballo y el acuartelamiento de soldados que había ordenado el gobernador, pues algunos fueron muertos y otros huyeron tierra adentro.

 

Sobre los cabecillas de los piratas

Lorencillo, llamado Lorenzo de Graff, nació en Holanda, cuando ésta todavía pertenecía al imperio español. Sirvió como artillero en la armada española y llegó a ser comandante de navío, y cuando se le mandó a América, fue apresado por los bucaneros, a los que se unió. Estuvo casado con una española llamada Petronila de Guzmán que lo acompañó muchas veces en sus correrías, y posteriormente volvió a casarse con una mujer normanda o bretona. Fue famoso por sus asaltos a Veracruz, Campeche (1685) y Cartagena (1697). Su cuartel era uno de los cayos del canal de Bahamas, haciendo presa con frecuencia a navíos que por allí navegaban. En varias ocasiones la armada española trató de apresarlo, pero siempre quedó libre, falleció en Luisiana, bajo las órdenes del rey de Francia. Algunos dicen que los españoles le llamaban Lorencillo pues era de baja estatura, aunque otros lo describen de gran estatura y de cabellos dorados. Lorencillo fue nombrado teniente del rey de Francia en la isla de Santo Domingo y caballero de San Luis.

Monsieur Agramont, denominado también Francois de Grammont de la Motte era de origen francés y fue corsario de su patria, aunque cuando Francia estableció paces con España, siguió con la piratería y se unió con Lorencillo en sus asaltos. De origen parisino, su padre había sido oficial de la guardia de Luis XIII. Huyó de Francia por haberse batido en duelo con un oficial que cortejaba a su hermana, teniendo que huir a Santo Domingo. Allí se convirtió en el  jefe de la “Hermandad de los Hermanos de la Costa”, y pronto fue apoyado por Luis XIV para organizar una gran expedición de asalto en el Caribe, con veinte navíos y 2 000 hombres, desembarcó en Maracaibo, y tomó poco después Trujillo y Gibraltar, aunque obtuvo un botín bastante pobre. Posteriormente se unió con Lorencillo llevando a cabo varios asaltos. Grammont fue nombrado por el rey como lugarteniente de la costa de Santo Domingo, pero trató, antes de retirarse a una vida pacífica, asaltar poblaciones de Florida, acompañado de 180 hombres, aunque parece que el navío se perdió en el mar.  Se le describe como pequeño, y de cabello y ojos negros, con una mirada viva.    

Nicolás Van Horn también era holandés; casado en las Canarias, gustaba adornarse y arreglarse cuando había algún combate. Llevaba un gran collar de perlas con un rubí magnífico. De estatura pequeña, moreno, fue un excelente capitán de naturaleza inteligente. Originalmente fue marino, alistándose en la armada francesa, dejándola con el deseo de hacerse rico. Pronto adquirió un barco y se rodeó de filibusteros, uniéndose en ocasiones con otros piratas para obtener más botín. Tenía un trato duro y desalmado, por lo que, en el asalto a Veracruz, tuvo un duelo a espada con Lorencillo, de donde salió herido en un brazo, y refugiándose en su barco, falleció de gangrena a los veinticinco días.

 

Las fuentes

Es importante resaltar que este fenómeno ha tenido un impacto muy profundo en el imaginario de los pueblos, que ha sido documentado ampliamente, estudiado desde diversos ángulos e inmortalizado en la literatura. A este respecto hemos encontrado una amplia bibliografía, concretándonos aquí a poner solamente una pequeña muestra. 

De las acciones y actos de estos filibusteros ha quedado memoria desde época temprana. Ponemos como ejemplo la obra de Olivier Exquemelin, publicada en flamenco desde 1678, y traducida rápidamente al español (1681), al inglés (1684) y al francés (1686) donde describe sus propias experiencias y nos habla de piratas tan famosos como el Olonés (L´Olonnais) o Morgan. 

Con respecto a documentos de archivo, ya Calderón Quijano en su obra sobre las forticaciones españolas (1953) nos indica la existencia en el Archivo de Indias de varios expedientes sobre la vida filibustera, indicando que proceden de las signaturas de Patronato y Audiencia de México. 

 El asalto efectuado por Lorencillo y sus secuaces en 1683 se encuentra profusamente documentado por testigos presenciales en la sección Patronato del Archivo de Indias de Sevilla, con el número 243, en donde se describen las atrocidades cometidas por los piratas. Otras declaraciones y acciones tomadas para defender al puerto así como a los cargos que se le levantaron al Gobernador de Veracruz, don Luis de Córdoba por actuar con lamentable descuido, se encuentran en Escribanía de Cámara 229-A, y en Indiferente General 2548. Con respecto a Córdoba podemos decir que su sentencia fue la pena de muerte, misma que no se llevó a cabo, quedando prisionero en San Juan de Ulúa y liberado ya en el siglo xviii. La perspectiva del documento de la bnf no se encuadra en estas declaraciones, pues las revelaciones de nuestro fraile franciscano fueron dadas al cronista de su orden. En los papeles del Archivo General de Indias se expresan, como ya he mencionado, diversas ópticas e inclusive hay varias publicaciones que tratan del asalto, aunque parece que nuestro documento no ha sido utilizado, por lo que ahora y exclusivamente, dejamos hablar al documento proveniente del Fondo Mexicano de la Biblioteca Nacional de París.

Para la transcripción paleográfica se siguieron los criterios establecidos en el Proyecto Amoxcalli.

 

Bibliografía

Calderón Quijano,  José Antonio

1953 Historia de las fortificaciones en Nueva España, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla.

 

Cruz, Francisco Santiago

1962 Los piratas del golfo de México, Jus,México.

 

Cruz Barney, Óscar

1999 El combate a la piratería en Indias (1555-1700), Universidad Iberoamericana, Oxford University Press, México.

 

Exquemelin, A. O.

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1987 La expansión española hacia América y el Oceáno Pacífico. I. Un eslabón perdido en la historia: piratería en el Caribe, siglos xvi y xvii, Fontamara, 30, México.

 

Jarmy Chapa, Martha de

1988 La expansión española hacia América y el Océano Pacífico. II. La mar del sur y el impulso hacia el Oriente, Fontamara, 31, México.

 

Juárez Moreno, Juan

1972 Corsarios y piratas en Veracruz y Campeche, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla.

 

Lucena Salmoral, Manuel

1992 Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios en América. Perros, mendigos y otros malditos del mar, Mapfre, Madrid.

 

Mota, Francisco

1984 Piratas en el Caribe. Casa de las Américas (col. Nuestros Países, serie Rumbos), La Habana.

      

 

 

 

 

 

 

 


 
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