FONDO MEXICANO DE LA
BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA
Documento No. 089_2
Rueda Calendárica Veytia
Rodrigo de la Torre Yarza
ciesas
Istmo
Con un sello ovalado, institucional, de tinta violeta
que dice: Collection E. Lag. Goupil a Paris. Ancienne collection de J.A.
Aubin, en cuyo centro se lee en letra cursiva manuscrita "núm. 89",
encontramos catalogado un documento en la Biblioteca Nacional de Francia bajo
el número 089-2. Se trata de un documento de una sola hoja y formato
rectangular de papel europeo. Aunque este documento no está fechado, al
compararlo con otros similares concluimos que éste corresponde a una de las
varias versiones de lo que se ha dado a conocer como las ruedas calendáricas
Veytia, mediante su publicación como Los antiguos Calendarios Mexicanos.
A diferencia de aquella versión más conocida publicada por Veytia y que incluye
color, entre otras diferencias, esta está pintada a una sola tinta
"aguada", consiguiendo al menos tres tonos a partir de la dilusión de
alguna tinta negra, siempre definidas sus formas por el trazo de la línea.
Al centro del formato de la hoja se encuentra una figura
circular que ocupa la mayor parte de la superficie del papel, donde también
podemos observar marginalmente, además del sello, algunas anotaciones
manuscritas. Es preciso señalar que el sello arriba aludido, impuesto, según se
deduce, al ingreso de este documento al acervo en que lo identificamos, se
encuentra invertido de acuerdo con el orden de la información de este códice.
Por el orden de la información y las convenciones gráficas a las que
corresponde, es posible determinar que su lectura ha de comenzar y terminar
donde la serpiente, que establece el perímetro de toda la imagen, tiene la
cabeza y la cola; en tanto principio y fin de una unidad sintáctica. Este
precepto de orden, reconocido en otras versiones similares, establece que tal
principio y fin ha de ser arriba (en la parte superior de nuestra visión y por
tanto de la hoja) y no de cabeza, como se impone según el sello de su
catalogación. He de resaltar que la representación del concepto de la serpiente
como símbolo de integración temporal es un aspecto que distingue esta versión
entre las diversas ruedas que conocemos. Aunado a lo anterior, es posible notar
que las acotaciones y traducciones de los signos "portadores" de los
años o xiupohualli, al margen de la rueda, en francés y aparentemente en
lápiz, presentan esta misma inversión. Además de lo anterior, parece que el
documento fue foliado bajo esa confusión dada una grafía en la esquina inferior
derecha (o superior izquierda de acuerdo con la inversión) en la que
distinguimos el número 32 pero, hasta donde es posible distinguir, superpuesto
a un número anterior que parece el número 22.
Sabemos que el nombre dado a éste, y otros documentos
similares se debe a Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, quien fue uno de
los herederos de la atención y estudio del tema calendárico prehispánico del
centro de México en el siglo xviii.
No obstante la atención a este intrincado y fundamental tema, es reconocible
desde las primeras décadas del siglo xvi,
el postrero nombre con que se asocia este tipo de documentos a partir del
siglo xviii es el de
"Veytia", debido a la labor de recopilación y la difusión que este
autor hizo de aquellas antigüedades mexicanas. Del origen preciso y autoría de
la posible primera versión u original de este documento sólo podemos seguir
algunas pistas.
Tal es que la historia de estos documentos y del estudio
del orden y de la concepción temporal en la cultura mesoamericana, no comienza
con Veytia sino con los primeros frailes franciscanos, en la tercera década del
siglo xvi. La acumulación de
información que se presta desde los primeros frailes y cronistas europeos,
curiosos en entender estos sistemas culturales, se puede deber, creo, al hecho
de ser también para ellos un aspecto fundamental para la concepción del mundo:
la forma de registrar el tiempo y su manera de concebirlo. Este tema, compuesto
sustancialmente de conocimientos de orden astronómico y de necesaria
formulación científica, es tratado a la zaga en ambas culturas dentro de los
círculos religiosos, pues eran los sacerdotes, como parte de la administración
social, quienes ostentaban y aplicaban tales conocimientos en su dimensión y
figura religiosa. La cuestión de las formulaciones calendáricas resulta, sin
duda, un tema por demás relevante para los europeos durante la segunda mitad
del siglo xvi, pues debemos
recordar que para entonces se está en vísperas del cambio del sistema
calendárico Juliano al Gregoriano, ajuste en el que además observamos la
proyección de este aspecto de la ciencia como cultura en otros órdenes como
son, entre otros, el político y social; el papa es la máxima autoridad política
y religiosa, quien determina aplicar una nueva cuenta calendárica. Es en este
ambiente que este proceso de interés en la ciencia, como parte de la cultura
mexicana desde el siglo xvi hasta
el xviii, en el que Veytia será
el transmisor afortunado, hacia el futuro; digo afortunado, pues es él a quien
le toca heredar un tanto casualmente el interés y la información recopilada por
el desafortunado Boturini, quien a su vez recibe de Sigüenza y Góngora aquella
información de manera tanto gráfica como escrita desde los primeros cronistas.
Son esos documentos fuentes invaluables donde se nos transmiten de peculiares
formas gráficas el sistema del orden del tiempo de los antiguos mexicanos; su
sistema de conmensurabilidad del acontecer histórico, y el orden de los
rituales con que se administraba aquella cultura.
Entre las fuentes documentales para explicar este caso
encontramos que en su Historia del Origen de las Gentes que poblaron la
América septentrional, Mariano Fernández de Echeverría y Veytia presenta
siete ruedas calendáricas, de las que la número cuatro es casi igual a la que
aquí se trata, salvando varias diferencias. Considero aquí como hipótesis que
la copia de la bnf sea copia de
la de Gemelli Careri publicada en 1700 y no de la de Veytia, que también sería
copia de la primera. Lo anterior se puede plantear siendo que no podemos
precisar si tanto la existente en la bnf
como la versión colorida de Veytia sean copias de un mismo original que
posiblemente pudiera haber sido el modelo de Gemelli Careri o de una otra
versión más temprana que aquella, pero desconocida hasta ahora. Aunado a estas
ruedas calendáricas, Veytia presenta además un extenso tratado sobre las
prácticas rituales del calendario que retoma de Boturini quien, a su vez, se
vale de documentos de varios autores que le anteceden provistos
primordialmente, hasta donde se sabe, por Carlos de Sigüenza y Góngora .
Básicamente gracias a los trabajos de catalogación de J.
Glass (1964-1975), así como los de C. Gibson (1972), son públicas las
referencias de la historia de estos documentos. En esa obra es J. Glass quien
refiere respecto a las ruedas calendáricas el hecho de que el mismo Veytia
reconoce que copió los numerados 5 y 7 de manuscritos de la colección Boturini.
En esta historia, el personaje de Lorenzo Boturini Benaduci, expulsado y
despojado de su acervo de información de cultura mexicana, va a ser recibido en
España por Mariano Fernández de Echeverría y Veytia cuyo padre le encomienda su
atención, y va a ser precisamente de esta relación personal que Boturini, de
quien conocemos su Historia General de la América Septentrional, y donde
dedica 14 capítulos a la descripción y análisis del sistema calendárico
mexicano, induce el interés de Veytia por venir a México y continuar el estudio
de este tema. Por su parte, y en particular sobre el documento aquí tratado,
según refiere Boturini, (1990: 60), él mismo copió esta rueda del calendario
civil mexicano del libro titulado Giro del mondo, de su edición de 1700,
escrito por Juan Francisco Gemelli Careri, quien por su interés científico
astronómico había registrado estos documentos en México.
Glass (1964: 389) ya había identificado el documento bnf 089-2 como una copia elaborada por
Pichardo en el siglo xix. Gracias
a estos datos podemos considerar que la versión más antigua que conocemos de
esta rueda es la publicada por Juan Francisco Gemelli Careri en 1700 en su Giro
del Mundo, y que ese autor habría copiado de una que tendría Sigüenza y
Góngora, pero sin conocerse el origen y autor de la versión que se dice tenía
Sigüenza. Poco sabemos de esta secuencia de copias, pero Boturini refiere y
queda establecido que él copió la suya de aquella edición de Gemelli Careri, a
partir de ésta Pichardo debe haber elaborado el documento que existe en la bnf. Este documento se trata de una
rueda calendárica, en ella el autor representa diversos componentes del sistema
de orden e interrelación de algunos de los diferentes factores temporales que
constituyen este sistema calendárico. Esta imagen, compuesta
circuncéntricamente, muestra diversas representaciones glíficas que,
comparativamente con otras versiones similares, pero diferentes en el estilo
del dibujo, develan su factura posterior al 1700, no obstante que hubieran
tenido un modelo original con información fidedigna, la cual es posible
constatar dentro de la tradición prehispánica. Respecto a lo anterior, hemos de
observar que comparativamente entre algunas de estas versiones existen
diferencias y alteraciones, tanto de estilo y calidad gráfica como del orden de
algunos de los glifos, e información que los compone; es decir, que parece que
no obstante es comprobable que la información que se representa es
fidedignamente mesoamericana, estos documentos, al parecer, son producto del
esfuerzo por entender y explicar el orden del tiempo mediante recursos
conceptuales propios de las capacidades intelectuales e ingenio de algunos de
los frailes.
Entre otras fuentes sobre este tema tenemos que por ser
cronológicamente una de las ediciones más tempranas del siglo xvi donde aparece publicada una de
estas ruedas calendáricas, la obra de Fray Diego Valadés, Rhetorica
Cristiana, publicada por primera vez en Italia en 1579, nos da pistas sobre
la cronología de la generación de estos documentos (versión 089-7 en la bnf de París). Además de esta
referencia, tenemos varios de los cronistas que refieren por escrito
información del calendario mexicano aunque dirigiendo su interés a describir en
qué consistían sus rituales y aquel orden cultural. Mencionaré como los
primordiales autores de este tema a fray Toribio Benavente,
"Motolinia" con sus Memoriales, aunados a la polémica rueda
calendárica correspondiente (con fecha 1549 muestra varias diferencias y
similitudes con la que aquí se analiza); a Muñoz Camargo y su Historia de
Tlaxcala, a fray Diego Durán (cuyo calendario antiguo es fechado en 1579),
Sahagún; a Torquemada y su Monarquia Indiana, a Clavijero con su Historia
Antigua de México, y a Gómara en La conquista de la Nueva España,
con cuya información es posible explicar estas ruedas, y proponer entonces,
como lo hago yo aquí, que la generación de estos documentos se debe haber dado
en el seno de los colegios fundados por estos primeros franciscanos, entre la
tercera y la cuarta década de 1500.
Varias confusiones ha generado el no tener claro las
diferencias entre las diversas versiones y una atenta comparación nos ayudará a
detectar las posibles relaciones entre ellas; por ejemplo, como refiere Perujo
en el estudio preliminar de Viaje a la Nueva España, de Gemelli Careri
(2002: LXIX) Clavijero habría confundido aquella de Diego Valadés con la de
Gemelli Careri señalando que era la misma a pesar de sus fundamentales
diferencias observables. Dentro de esta confusión, tenemos por referido, que el
eslabón más antiguo de la cadena de información sobre esta concreta imagen
parece ser Sigüenza y Góngora, quien antes a 1700 (año de la edición de
Gemelli), habría facilitado a éste los documentos primarios para elaborar su
versión. Desafortunadamente aquellos modelos originales desaparecieron y hasta
ahora persisten las dudas sobre si aquella información habría sido la llamada "versión
perdida" o la de Motolinia , o aquella de fray Francisco de las Navas, a
quien también se atribuye una obra similar, y de quien podemos reconocer una
participación y autoría al lado de sus hermanos en los colegios de los
franciscanos.
Descripción de la rueda calendárica
Este documento está dibujado sobre una hoja de papel
europeo de formato rectangular, dentro de la cual está dispuesta la figura al
centro del soporte. En forma circular observamos una serpiente que enmarca
perimetralmente un conjunto de figuras que representan información ordenada
circuncéntricamente. La serpiente, cuya cabeza y cola se juntan en la parte
superior, después de formar cuatro rulos, representan el principio y el fin del
ciclo temporal de 52 años. La figura de esta serpiente, como concepto del
tiempo cíclico, sirve de perímetro para contener el conjunto de la información
relativa al sistema que integra. Entre las diversas copias de este documento
podemos notar que en algunos casos la serpiente gira en sentido de las manecillas
del reloj y en otras a la inversa, siendo que, de acuerdo con el orden de todo
el sistema, su sentido ha de ser conforme al sentido del reloj; de lo anterior,
considero que tal variación puede ser un descuido del copista. Esta rueda
presenta hacia su interior tres subdivisiones circuncéntricas donde se
presentan tres tipos de información constitutiva del sistema. Radialmente se
divide además en cuadrantes equidistantes entre sí. Los cuadrantes, como si
fueran puntos cardinales, están marcados mediante un giro del mismo cuerpo o
rulos de la serpiente, subdividiendo así el orden de los elementos contenidos
de los consecutivos círculos concéntricos.
Enseguida de ese primer aro correspondiente a la
serpiente, el siguiente círculo al interior consta de la repetición 13 veces de
los cuatro portadores de los años; es decir la aparición hasta cerrar a 52
veces la secuencia repetitiva y alternada de los signos Calli, Acatl,
Tecpatl, y Tochtli para volver así a empezar el ciclo. Luego de
éste hay una franja del círculo sin información dentro del cual en otras
versiones está escrito el nombre en nahuatl de esos cuatro portadores.
La siguiente circunferencia hace un aro de un ancho
mayor que los anteriores, está dividido en seis secciones, cada uno de los
cuales presenta tres complejos glíficos que representan los nombres o atributos
de los 18 meses rituales. Los meses rituales son representados mediante 18
conjuntos glíficos los cuales, si observamos bien, y nos ayudamos de las
fuentes escritas, como lo hizo Paul Kirchhoff (2002: 401), notaremos que se
trata de seis meses individuales y seis dobles (=18); es decir, notaremos la
repetición de ciertas figuras una vez chica y otra más grande, o unas veces
representando ciertos atributos o elementos relacionados con sus respectivos
rituales. Este juego de orden, aunque no es muy notorio, en este caso nos
permite adelantar aquí el sentido de tales repeticiones. Además, tenemos otras
subdivisiones de esta rueda de seis gajos conteniendo cada uno tres meses; dos
gajos seis meses; tres gajos nueve meses, y así 12, 15, y 18, formulación en
serie que compone parte de los factores numéricos del sistema matemático
prehispánico de conmensurabilidad del tiempo.
Continuando, de manera siempre circuncéntrica, se
observa el siguiente círculo, el cual es dividido por las mismas líneas que
establecen los seis gajos del círculo anterior, estableciendo de esta manera
continuidad en la manera proporcional de división y correspondencia de las
partes así asociadas. En este círculo se observa una secuencia asimétrica y sin
aparente patrón de orden de representaciones de la luna, observando en cada
gajo unas veces secuencias de tres lunas, una de tres y media y dos de dos
lunas sumando posiblemente un total de 18 pero aún me queda la duda de cómo
contarlas, pues sus figuras son muy disímiles. Aparentemente, podemos
considerar que se trata de la representación de la participación de la luna en
esta contabilidad del tiempo, y Gibson (Gibson, 1974) al describir esta rueda
ya ha considerado que se trata de las fases de la luna, pero al respecto creo
que aún podemos tener dudas del orden que juega este factor aquí. El
significado de este orden es incierto, pero evidentemente se está representando
el papel de las lunaciones en el orden calendárico. Las diferencias que también
se pueden reconocer entre las formas de estas lunas para poder contarlas hacen
pensar en un significado que hace falta investigar comparando con otros
documentos.
Finalmente, el círculo central de esta representación
calendárica presenta cuatro conjuntos glíficos, los cuales se pueden leer casi
totalmente, observando que en orden horizontal se ordenan tres conjuntos
glíficos que representan las fechas 1 Acatl, una bolita y una caña; 2 Tecpatl,
dos bolitas y un pedernal; y, 3 Calli, tres bolitas y una casa. Con esta
fecha y siguiendo el orden vertical hacia arriba al centro de estos tenemos un
conjunto glífico compuesto por el glifo de un cerro, tepetl (lugar)
sobre el cual hay un elemento difícil de interpretar que permitiría complementar
el nombre de lugar según las convenciones prehispánicas conocidas. Al costado
izquierdo de este glifo, se encuentran representadas tres pisadas en orden
ascendente, con lo cual, siguiendo las convenciones estudiadas, se señalaría el
lugar de llegada y celebración del fuego nuevo de alguno de los pueblos del
centro de México. Podemos mencionar que esta escena central sería la única en
la que podemos reconocer un relato con el que se cierra la referencia temporal
de éste calendario; así mismo, por el tipo de contenido de este documento no
podemos hablar de escenas.
Como describí al inicio, al costado de esta rueda
calendárica, y posiblemente por mano de algún estudioso se puede notar en letra
manuscrita la traducción al francés de los cuatro portadores Calli, Tecpatl,
Acatl y Tochtli. De la misma manera que lo anterior, pero al
centro superior y de cabeza según expliqué antes, podemos leer también en
francés: = un ciclo de 52 años, y justo abajo, = 12 meses (?). Para saber quién
hizo tales anotaciones tendríamos que estudiar, además de lo anterior, la
caligrafía ya sea de Aubin o de algún otro estudioso por cuyas manos haya
pasado el documento para determinar a quién se deben tales apuntes, y así
también completar la historia de su estudio.
Comparando la versión existente en la bnf que aquí se presenta con aquella
numerada como número cuatro de las ediciones de Los calendarios Mexicanos de
Veytia, es interesante pensar en términos de la relación que pueda existir
entre éstas. Además de las diferencias de estilo y precisión en el dibujo y
color, así como algunas variaciones en la representación del orden cíclico de
los meses, encuentro que la más relevante de las diferencias reside en la
inclusión en un círculo, el cual, podemos entender, tiene como intención
mostrar el ciclo de las lunaciones como parte del sistema calendárico, lo cual
se omite en el de Veytia. La versión de Gemelli Careri sí presenta la misma
secuencia de lunas, por lo que me parece que, pese a otras diferencias, esta
copia pudo tener como modelo la de aquel autor. En la versión de la bnf, en contraste con aquella numerada
como número cuatro de Veytia y la de Gemelli Careri, no se encuentran los
nombres o glosas en nahuatl ni de los portadores de los años, como tampoco
aquellos correspondientes a los meses que en el caso de la número cuatro ocupa
círculos contiguos al pie de esos glifos. También es de notarse que en la rueda
de Gemelli Careri la serpiente muerde en sentido contrario a las manecillas del
reloj, mientras que tanto en la de Veytia como en la de la bnf, ésta muerde en el sentido
izquierda-derecha. La de Veytia y la de Gemelli se parecen en que ambas tienen
las glosas de los nombres de los portadores de los años y de los meses en
alfabeto latino y en idioma nahuatl mientras que la de la bnf carece de tales traducciones de
esas figuras. Para concluir, de acuerdo con las referencias documentales con
que contamos, al análisis del estilo, así como a la observación de la
alteración del orden de los signos del ciclo de los meses y, finalmente, al
hecho de la inclusión o no del aspecto lunar y de los nombres en nahuatl y sus
glosas es posible pensar que la número cuatro de Veytia pudo haber tenido como
modelo la misma que tuvo la que se encuentra en la bnf. No puedo responder finalmente a las razones de tales
diferencias entre estas ruedas y sólo nos queda preguntarnos cuáles eran los
motivos para no hacer copias fieles no siendo tan difícil; en este sentido, se
reconoce cuando sólo hay depuración de información y también se reconocen
cambios que trastornan los significados. Considero que las diferencias son
intencionales, la falta de fidelidad en la factura de copias entre
especialistas resulta un autoengaño ¿es que el copista, con fines quizás nada científicos
buscaba exponer ciertas diferencias "originales" y destantear las
huellas del origen de su copia presentando aquella como otra rueda diferente y
desconocida?
Bibliografia
Boturini Beneducci
Lorenzo
1990 Historia
General de la América Septentrional, unam, México.
Clavijero Francisco
Javier
1958 Historia
antigua de México, ed. y pról. de Mariano Cuevas, 4 vols., 2a. ed., Porrúa,
México.
1980 Los
grabados de la historia antigua de México, Celanese Mexicana patrocina esta
edición que publica José Ignacio Echeagaray, San Ángel Ediciones, México.
Gemelli Careri
199- Giro
del Mondo, unam,
México.
Glass John
1964 Catalogo
de la colección de códices del museo nacional de antropología, inah, México.
1972 "A
Survey of Native American Pictorial manuscripts, en Hanbook of Middle American
Indians, vol. XII, Robert Wauchope (ed.), Texas University Press.
Gibson Charles
1972 "A
survey of Middle American Manuscripts in the Native Historical Tradition, en
Hanbook of Middle American Indians, vol. XIV, Texas University Press.
Groulich Michel
1999 Fiestas de los
pueblos indígenas, Ritos aztecas, Las fiestas de las veintenas, ini, México.
Schavelzon Daniel
1991 "Un
grupo de códices falsos atribuidos a José Mariano de Echeverría y Veytia",
en revista Mesoamérica …
Sigüenza y Góngora
Carlos
1959 Libra
astronómica y filosófica, Centro de estudios Filosóficos, unam, México.
Torquemada Fray Juan de
1976 Monarquía indiana, vol. III, iih, unam, México.
Nutall Zelia
1928 "La
observación del paso del sol por el zenith", "Sugestiones a los
maestros", sep, México.
Fernández de Echeverría
y Veytia, Mariano
1973 Los
calendarios mexicanos, pról. de Ignacio Bernal, edición de Papel y Cartón
de México, México.