FONDO MEXICANO DE LA
BIBLIOTECA NACIONAL DE
FRANCIA
Documento No. 059-064
Códice Azcatitlan
Ana Rita Valero de
García Lascuráin
Archivo Histórico del Colegio
de las Vizcaínas
BREVE HISTORIA DEL CÓDICE
Dentro del rico patrimonio documental
de las culturas mesoamericanas, sobresale el hoy llamado "Códice Azcatitlan", manuscrito pictográfico realizado en la
última parte del siglo XVI en el Valle de México.
Tal vez el primer poseedor del
códice haya sido don Fernándo de Alva
Ixtlilxóchitl, bisnieto de Ixtlilxóchitl,
una de las figuras claves en la conquista de México y de Nezahualpiltzintli,
personaje de la más alta nobleza texcocana. A su vez, Alva
Ixtlilxóchitl figuraría de manera sobresaliente
dentro del marco político y cultural de la naciente sociedad novohispana de
principios del siglo XVII; como político tuvo el cargo de gobernado
de Texcoco, de Tlalmanalco de Chalco y el de
solicitador de causas en la Real Audiencia, mientras que en el campo de la historia,
se dedicó con ahínco a investigar y escribir sobre el pasado prehispánico; con
este fin, reunió diligentemente una serie de códices, manuscritos y noticias
del México antiguo, formando una colección documental rica en piezas indígenas;
a su muerte, dicha colección pasaría a manos de don Carlos de Sigüenza y
Góngora, el gran erudito del barroco mexicano quien a su vez heredaría su
biblioteca a los jesuitas mexicanos.
De alguna manera, una importante
parte de los fondos jesuíticos sería adquirida por don Lorenzo Boturini Benaduci, distinguido
italiano que llega a la Nueva España en 1736; impresionado por la riqueza
cultural del México antiguo, decide escribir una historia de los pueblos
anteriores a la conquista, para lo cual, empieza a formar una rica
colección de documentos antiguos mexicanos, tal vez la más importante que se
haya formado en su género; sin embargo a raíz de un malentendido con las
autoridades virreinales, relativo a su intención de promover la coronación a la
Virgen de Guadalupe, se le arresta en 1743, se le deporta y su colección de
documentos formada de su propio peculio y a través de 7 años ininterrumpidos de
esfuerzo es confiscada por el virrey don Pedro Cebrián y Agustín, Conde de Fuenclara, quedando desde entonces en la Secretaría de
cámara del virreinato.
Desde Europa y con la intención
de rescatar su colección, Boturini hace un minucioso
recuento de la misma, la que llamaría "Catálogo del museo histórico
indiano", que incluyó en su obra Idea de una nueva historia general de
la América septentrional; en dicha obra, se refiere al Códice Azcatitlan como:
…Otro Mapa en
papel europeo de 25 fojas, quizás traducido de otro antiguo. Explica la
Historia Mexicana; la venida de sus gentes a la Nueva España; mansiones que
hicieron en los lugares, con caracteres de los años y símbolos de los días; la
llegada de los españoles, predicación del Santo Evangelio, y ritos de nuestra
Sagrada Religión.
Este sería el primer registro
formal que conocemos del documento pictográfico hoy conocido como el Códice Azcatitlan.
Es posible que posteriormente
algunos otros interesados en las antigüedades mexicanas como Mariano Veytia o Antonio de león y Gama hayan tenido la posesión
del documento por algún tiempo; más adelante, hacia la primera mitad del siglo
XIX, el códice quedaría en manos de Joseph Marius
Alexis Aubin, director de la sección de ciencias de
la École normale supérieure de Paris, quien viaja a México con propósitos
físicos y astronómicos; sin embargo al ponerse en contacto con el tema del
México antiguo, cambia sus intereses, centrándose en la investigación
histórica; así, reúne una buena cantidad de documentos y manuscritos
indígenas, algunos provenientes de la famosa colección de Boturini;
a su regreso a Francia en 1840, Aubin se lleva los
documentos y en 1889 vende su colección a Eugène Goupil; ya para finales de siglo, la viuda de Goupil la dona a la Bibliothèque nationale de France, donde hasta la fecha se conserva en la
sala de manuscritos orientales; el documento de nuestro interés está registrado
dentro de la colección de Fondos mexicanos con el número 59-64.
ESTUDIOS Y PUBLICACIONES DEL
CÓDICE AZCATITLAN
Siglo XVIII
Varios han sido los trabajos y
publicaciones que han emergido de este códice a través de los años, empezando
por las copias que en el siglo XVIII hicieron Antonio de León y Gama y el padre
Pichardo; dichas copias se conservan hoy en la Biblioteca nacional de Francia,
registradas dentro de los Fondos mexicanos con los números 90-1 y 89-3
respectivamente.
Siglo XIX
Un siglo después, Eugène
Boban lo incluyó en el catálogo que hiciera por
encargo de Eugène Goupil,
intitulado, Documents pour
servir à l'historie du Mexique.
Catalogue
raisonné de la collection de M.E. Eugène Goupil )
(ancienne collection J.M. A Aubin). Paris, Ernest Leroux, 1891.
Siglo XX
En la primera parte del siglo XX , el antropólogo Robert Barlow
lo publica completo por vez primera en el Journal de
la Société des Américanistes, n. S. 38: 101-35, en
1949, con varias reproducciones a color de las láminas del códice.
Donald Roberston
comenta el códice en su obra Mexican manuscript oainting of the early colonial period: The metropolitan
schools, New Haven, 1959, en donde incluye las
páginas 47 y 48 del Azcatitlan.
Robert Atheam publicó tres páginas del códice en "The American Heritage new illustrated
history of the United Status, Vol. 1 The New World,
New york Dell Publishing co., 1963.
Irwin R. Blacker
publicó dos láminas a color en la obra intitulada Cortes and the Aztec conquest.
(A Horizontal Caravel Book). New Cork,
American Heritage Publishing Co. And Harper & Bow, 1965.
Michel Graulich,
con especial erudición, hizo la "introducción" a la primera edición
facsimilar completa que se haya publicado del Codex
Azcatitlan, en las que se rescatan nuevamente los
comentarios de Barlow de 1949; la edición salió con
el pie de imprenta de la Bibliothèque nationale de France y la Société des Américanistes,
ambas festejando los cien años del Jornal de la Société, en 1995.
DESCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO
El códice está hecho sobre 25
folios de papel europeo, lo que da como resultado un total de 50 páginas de 21
centímetros de ancho por 28 de alto, en las que no se detecta ninguna marca de
agua.
El diseño del documento se hizo
usando siempre dos páginas colindantes para mostrar una sola escena, de manera
que para leerlo con comodidad se debe abrir completamente; cabe señalar que
originalmente debe haber tenido 56 páginas, seis de las cuales se
extraviaron en algún momento de su historia; así, no existen hoy ciertas
escenas que debieron haber estado colocadas de la manera siguiente: la que
estuvo entre las láminas 4 y la 5, entre la 22 y la 23 y entre la 23 y la 24.
Existen dos numeraciones en
todas las fojas porque seguramente fueron dos los catalogadores del códice que
lo trabajaron en diferente épocas; una de las numeraciones consigna todas las
páginas, dando un total de 50, mientras que la otra, hecha en tinta roja y
colocada en el extremo superior derecho de la foja, toma en cuenta solamente
los folios, lo que dio como resultado final 25 folios; cabe señalar que ninguna
de las dos numeraciones tomó en cuenta las seis páginas faltantes, por lo
que seguramente la pérdida de las hojas ocurrió antes de las numeraciones y en
un momento temprano, aún antes de que lo adquiriera Boturini,
ya que él lo registra como un documento de "…25 fojas". En este
estudio tomaremos en cuenta la numeración de las páginas que va de la 1 a la
50.
Trece páginas muestran el
"ex libris" de la colección de Aubin Goupil y otras cuatro ostentan las iniciales "R.
F:" (Republique Française) que aparece en otros
documentos de la sección de manuscritos de la Bibliothèque
nationale; en la página 2 está también la firma de Eugène Goupil, fechada en París
en 1889, cuando adquiere el códice como parte de la gran colección de J. M.
Alexis Aubin.
El estado de conservación es
excelente, aunque tiene algunas salpicaduras, pequeñas manchas y ciertas áreas
oscurecidas hacia el ángulo inferior derecho, ocasionadas por el uso cotidiano
del documento; asimismo se detecta desgaste en la parte perimetral de las hojas
especialmente en la primera, la segunda y la última, en la que se nota una
ausencia de material importante, lo que provocó desgraciadamente cierta pérdida
de información; todas las otras hojas están completas y se pueden leer con
claridad.
El códice se encuentra
actualmente encuadernado dentro de pastas de piel de color rojizo.
Como ya lo comentaron Robet Barlow en 1949 y Michel Graulich en 1995, es posible que en la elaboración del
códice hayan tomado parte dos tlacuilos diferentes,
ya que salta a la vista la presencia de dos calidades gráficas a través de sus
páginas; hubo un primer especialista competente y sumamente diestro que se
encargó de hacer la primera sección desde la página 1 hasta la mitad de la
página 10; este mismo especialista trabajó también la última parte del códice,
desde la página 23 hasta la 50. No deja de llamar la atención la forma de
trabajo usado por este tlacuilo, tomando en cuanta que la primera página está inconclusa, mientras que
páginas posteriores, como la 2 y 3 o la 48 y 49 si están terminadas. Este tlacuilo "maestro", influenciado ya por las técnica europeas, incursionó entusiasmando en el campo
de la perspectiva ensayándola en algunas ilustraciones arquitectónicas; usó
también el sombreado para dar mayor volumen a las imágenes; algunas de sus
figuras humanas están de escorzo y con bastante movimiento.
Llama la atención, empero, el
manejo del espacio de este primer tlacuilo o tlacuilo maestro, ya que muestra ciertos contrastes; en
algunas escenas optó por cubrir todo el papel, en un estilo abigarrado y
profundamente complicado casi podríamos decir estridente como el de la página
9; sin embargo páginas más adelante, decide usar un estilo mesurado, discreto y
muy moderado como el de las páginas 30 y 31.
Hubo además un segundo tlacuilo que intervino en el Azcatitlan,
aunque sensiblemente menos diestro que el primero por lo que podría pensar que
era un aprendiz; éste dibujó la parte central del códice, desde la segunda
mitad de la página 10 hasta la 22; su tratamiento de las figuras humanas es muy
simple, pinta las facciones de las caras sin proporción, su vestuario es
extremadamente sencillo y usa el color con cierta timidez; en cuanto al manejo
del espacio, muestra constancia y uniformidad.
En general, ambos especialistas
optaron por usar una paleta cromática discreta, salvo en el uso de los rojos
que fueron aplicados con especial brillantez; es posible que hayan obtenido sus
rojos del nocheztli, que se acostumbraba sacar
de la cochinilla (Coccus cactli),
aunque también del huitzcuauitl (Haematoxylum campechianum) o
del tezhuatl (Conostegia
xalapensis, miconia laevigata). El resto de los colores se usó con
mesura: hay amarillos, cafés, grises en distintos matices y algunas tonalidades
azul verde probablemente logrados con malalin (Comelina pallida, C. Tuberosa, C.
Erecta). El color de las figuras humanas es bastante natural, dentro de
gradaciones que tienden a ser claras y uniformes; el perfil de todas las
pictografías se marcó con la clásica línea de contorno acostumbrada en este
tipo de documentos, hecha probablemente a base del tizne del pino o del ocote,
un colorante de origen mineral llamado tlilli
o bien el tezcatlalli o tezcatlilli, que se mezclaba con tzacuhtli,
que actuaba como fijador.
En añadidura a los dos tlacuilos que hicieron las pictografías del códice, trabajó
también en él un escribano que se ocupó de añadir una serie de glosas para
ilustrar con mayor precisión algunos topónimos y antropónimos del códice, así
como algunas notas explicativas de ciertos eventos históricos ocurridos durante
la migración: también inclyó guarismos occidentales
dentro de los cuadretes que marcan las fechas calendáricas de los eventos
reseñados en el Azcatitlan.
Cabe señalar que las glosas
disminuyen sensiblemente a partir de la lámina 24, para desparecer totalmente
de la página 30 en adelante, por lo que se podría preguntar a este respecto, si
la desaparición de dichas notas se debió a falta de tiempo del escribano,
tomando en cuenta que también hay áreas inconclusas en las pictografías o a que
se consideró que el tema histórico tratado en la última sección del códice no
requería apoyo caligráfico.
Por otro lado, es de notar que
el trabajo del escribano es de primera calidad; salta a la vista un magnífico
dominio de la letra que parece ser de finales del siglo XVI, ya que es muy
similar a la de uno de los escribanos del Códice Cozcatzin,
como ya lo señaló Graulich; cabría preguntar si sería
la misma persona la que intervino en ambos documentos.
Finalmente, en algún momento
posterior a la elaboración del documento, alguien se tomó la libertad de añadir
ciertos "apuntes" informales, en las páginas 4, 5, 8, 13, 20, 21 y
25, lo que se hizo evidentemente en un proceso de análisis del documento, en
especial de los grifos antropónimos; tomando en cuenta que dichos apuntes
parecen estar en francés, podría suponerse que los hizo Aubin
cuando tuvo la posesión del códice o Eugène Boban, quien se encargó de hacer el catálogo de la
colección comprada a Aubin en 1889.
EL TEMA DEL CÓDICE
De tema eminentemente histórico,
el códice es un relato del acontecer del pueblo mexica, desde la salida de su
lugar de origen hasta los primeros años posteriores a la conquista española;
haciendo una lectura global del documento, me atrevería a proponer que la
información estuvo organizad en tres grandes temas de la siguiente manera:
Introducción
Una especie de introducción que se
hace mediante una primera lámina (p. 1), en la que aparecen tres grandes
señores sin identificación; ¿podrían ser los tlatoanis de la Triple Alianza?
La migración
Una segunda parte, (pág. 2 a25), que
me permito llamar "la migración", consta de trece grandes escenas, en
las que se va narrando la historia de la migración de los mexica desde su
salida de Aztlán, hasta la llegada a Tenochtitlan, sitio de su último asentamiento considerado
míticamente como la tierra prometida; el códice reseña los pormenores de su
prolongada peregrinación, al ir pasando por diferentes sitios en los que los
mexica sufren diversas experiencias, algunas de gran dramatismo, lo que
redundará eventualmente en la plena maduración del grupo.
La primera escena de esta
sección es de gran importancia para la historia del México antiguo, ya que
detalla el momento clave de la gran decisión: salirse de Aztlan;
la lámina muestra los elementos principales mencionados en varias fuentes, como
la calidad insular de Aztlan, la presencia de un
cerro en la isla, la potestad de Huitzilopochtli sobre
el grupo, la controversia que seguramente ocurrió entre los pobladores antes de
tomar la decisión de abandonar la isla, la organización cuatripartita
de las tribus que emprenden el viaje y finalmente la partida de los chalmeca (identificados con un glifo formado por un chalchihuitl atravesado por una cuerda), los cihuatecpaneca (identificados por dos ollas en forma de
biznaga), los tlacohcalca (con dos dardos) y los tepaneca (con una bandera).
Punto importante y fuente de
discusión en esta escena es el glifo, posiblemente topónimo que se encuentra en
la parte media del cerro; está formado por una superficie arenosa, un insecto
(¿hormiga?) y un tercer elemento en forma de cuerno no identificado. El
escribano del códice lo identifica como Azcatitla, Barlow, corrigiendo la ortografía del escribano, lo leyó
como Azcatitlan y bautizó el códice con este nombre;
siguen, empero las dudas a este respecto. Graulich
opina que dicho glifo debería leerse como Azcapotzalco
y propone para identificar Aztlan la aztapilli o caña que está ilustrada en la parte
derecha de la lámina, rematando una de las pirámides de esta escena, lo que es
sumamente interesante; basándose en fuentes de primer orden, Graulich explica que las plantas conocidas como aztapilli tenían la peculiaridad de ser muy blancas, como
también la tenía Aztlan al que se identifica
precisamente por su blancura, de lo que se desprende la analogía.
Le siguen a esta, una serie de
12 escenas más, en las que se narra detalladamente cada una de las etapas de la
peregrinación, las fechas de estancia en los diferentes puntos que van tocando
los peregrinos, las rutas tomadas, la topografía y la orografía; la flora y la
fauna de la localidad; la vida cotidiana, los festejos del Fuego nuevo, y sobretodo los sucesos de carácter bélico.
De acuerdo al Azcatitlan,
los mexicas pasaron entre otros por los siguientes puntos, ilustrados con sus
respectivas pictografías: Colhuacan, Tepemaxalco, Chicomoztoc, Coatlycamac, Huixachtitlan, Huacaltepec, Cohuatepec, Tezcatepec,Xiuhcococan, Tollan, Huehuetoca,Tlemaco, Apazco, Tzonpanco, Xaltocan, Ecatepec, Tecpayocan, Yohualtécatl, Pantitlan, Tepetzinco, Tenayuca,
Chapultepec, Coyohuacan, Acoco, Colhuacan,
Contitlan, Acatzintla y Tizapan.
Historia de Tenochtitlan
Una tercera parte (p. 26 a 50)
contiene el relato pormenorizado de la historia de México Tenochtitlan,
vista a través de los nueve tlatoanis que la gobernaron, desde Acamapichtli hasta Moctezuma II, último señor de la
dinastía tenochca; el énfasis se centra siempre en
las victorias militares de cada período "tlatoani", aunque también se
incluyen algunas de las obras civiles importantes efectuadas en las distintas
épocas; paralela a ésta y de manera un cuanto somera, se incluyen breves
comentarios sobre Tlatelolco, la ciudad gemela de Tenochtitlan.
La primera escena de esta
tercera parte se centra en la entronización formal de Acamapichtli,
como símbolo de la autonomía del señorío tenochca. Se
trata de una lámina muy bien lograda en la que sobresale la majestad de Acamapichtli presentado con todos los atributos reales;
está en posición sedente sobre un icpalli
cubierto con piel de ocelote y ataviado con toda propiedad; lleva su
taparrabos o maxtlatl, calza sandalias o cactli y una tilma diseñada con rostro y garras
diabólicas a la manera europea; cubre su cabeza con una diadema o copilli propia de su jerarquía y lleva el pelo en
forma de temillotl, anudado en la parte superior de
la cabeza como acostumbraban los guerreros tenochcas;
lleva asimismo un bastón de mando en la mano izquierda y con la derecha marca
una actitud autoritaria; a manera de alhajas, usa nariguera y ajorcas en las
piernas.
Detrás del personaje emerge un nopal
sembrado sobre una piedra, topónimo de y símbolo glorioso de Tenochtitlan; sobre éste a su vez, se incluyó el glifo
antropónimo de Acamapichtli, ("puñado de
cañas"), ilustrado por medio de una mano que sujeta fuertemente tres cañas
o flechas de donde deriva su nombre.
Frente a Acamapichtli
(1376-1398) se despliega la historia de su mandato, dividida en dos aspectos;
por un lado, las construcciones civiles de infraestructura urbana hechas
durante su período, especialmente las obras hidráulicas, nótese la figura del
ingeniero indígena, con su plano al frente y en actitud autoritaria respecto a
sus obreros. El otro aspecto de la escena que sería el de mayor importancia
(como también sucede en las ocho escenas subsiguientes), es el recuento de los
triunfos bélicos de los tenochca que les permitieron
primero lograr su autonomía política y fiscal y luego convertirse en el poder
hegemónico de la cuenca de México.
Cabe señalar en esta lámina la
presencia de Tezozomoc el señor de Azcapotzlco al que Tenochtitlan
debía servidumbre fiscal; aparece en dos momentos, en vida y después de su
muerte. Están presentes también dos de sus hijos, Maxtlatl
conflictivo personaje y Cuacuapitzahuac, quien fue
señor de Tlatelolco, presidiendo sobre la construcción del templo de
Tlatelolco, seguramente la obra más importante de su época.
Justo por debajo de Tezozomoc, aparece por segunda vez Acamapichtli,
pero ya difunto, envuelto en el petate mortuorio, lo que señala el fin de su
mandato, para continuar en la siguiente escena con Huitzilihuitl,
quien los sucedería en el trono tenochca.
Similar a ésta, siguen una serie
de 8 escenas más, que conservan el mismo esquema; de lado izquierdo se presenta
al tlatoani con sus atributos reales y hacia la derecha, los eventos
sobresalientes de su reinado, siempre haciendo énfasis en los triunfos
militares.
La última escena de esta parte
muestra a Moctezuma Xocoyotzin (1502-1520), noveno y
último señor de la dinastía tonochca antes de la
caída del señorío como resultado de la conquista española.
La Nueva España
Una última sección, a la que doy el
nombre de Nueva España, comprende información referente a la llegada de los
españoles al Valle de México en 1519; como es de todos conocido, la presencia
europea en el Anahuac provocó una verdadera
revolución política, económica y cultural, lo que se refleja en esta parte del
Códice Azcatitlan formada por seis escenas la primera
de las cuales narra el momento inicial en el que se encuentran Cortés y
Moctezuma (aunque la parte de Moctezuma, como ya se mencionó está perdida); se
trata de una bellísima lámina en la que aparecen los siguientes personajes:
Malintzin,
mejor conocida como la Malinche, encabezando el grupo
de personajes españoles con gran distinción; está ataviada con un lujoso huipilli adornado en el pecho con el acostumbrado tochomitl, una obra de entretejido que consistía en
aplicar con gran cuidado finísimas hebras de pelo de pecho de conejo, lo cual
daba como resultado una textura similar a la seda del Oriente, el huipilli está también ribeteado con ciertas
decoraciones en la parte inferior; la figura de Malintzin
está ligeramente incompleta, lo que se debe a que originalmente hubo una
segunda sección de la lámina, que hoy está perdida.
La sigue un caballero del que solo se
vislumbra la cabeza y el torso, completamente cubiertos con yelmo y armadura
respectivamente.
Detrás está Hernán Cortés
perfectamente dibujado portando su armadura, aunque contrario al primer
caballero, lleva la cabeza descubierta y en actitud de saludo. Cabe la
posibilidad de que la lámina faltante haya estado dedicada al grupo indígena
que recibió a los señores cuando su primer encuentro en las afueras de la
ciudad de México, es probable que en esta lámina perdida estuviera el huey tlanoani de
México, Moctezuma, rodeado de su séquito, recibiendo a los extranjeros; por esa
razón la figura de Cortés aparece en actitud de saludo y la de la Malinche en actitud de presentación.
Tras de Cortés se inicia el
grupo de ocho capitanes, seguramente miembros distinguidos de su estado mayor,
todos con armadura completa y escudos; tres de ellos llevan alabardas y dos más
lanzas.
Llama la atención la presencia
minuciosamente ilustrada de un personaje negro, probablemente palafrenero o
sobrestante de Cortés, ya que lleva de la brida el único caballo que allí
aparece, por cierto desproporcionadamente pequeño.
Tres tamemes o cargadores rematan el
cortejo, simbolizando el apoyo logístico de la expedición; ataviados, como era
la costumbre, solamente con un maxtlatl, ya
que los cargadores o tamemes constituían el segmento más depauperado dentro de
la estructura social indígena; dos de los "tamemes" van descalzos y
el otro usa cactli, los tres van cargando
pesadas cargas sobre sus espaldas, uno de ellos guajolotes y los otros
tortillas y huevos. Punto central de la lámina es el espléndido pendón del
contingente castellano; se trata de una insignia de fondo escarlata del que
emerge una paloma blanca que simboliza al Espíritu Santo, tercera persona de la
Santísima Trinidad.
La segunda escena de la última
sección del códice hace el relato de la matanza ocurrida durante la fiesta de Toxcatl, durante la cual los españoles, al mando de Pedro
de Alvarado, atacan a la nobleza indígena reunida en el Templo Mayor para el
festejo; en esta escena falta la sección de lado izquierdo.
Una tercer
escena presenta una acción bélica ocurrida entre indios y conquistadores, que
podría referirse tal vez al sitio de México con la importante presencia de uno
de los bergatines como factor decisivo en la
estrategia cortesiana; también en este caso falta una
página.
La cuarta escena muestra una
vista posiblemente de Tenichtitlan, en la que
aparecen cuatro grandes damas , lujosamente ataviadas, mirando desde la azotea
de sus casas, mientras que otras tres acompañadas por sus criados, navegan en
canoas, posiblemente en actitud de huida.
Una quinta escena se centra en
el tema de la evangelización pero resaltando una serie de elementos indígenas
como el palo volador.