Transcripción:
Brígida
von Mentz
{00A}
Manuscrit
Cahier de 28 pages
in folio
Lettre sure le Texas adressée
Á D[on] Carlos de Siguenza y Gongora
No. 167
Volume de 14 Feuillets
4 Aoút 1898
{f.1r}
1
Carta
escrita a D[o]n Carlos de Siguenza y Góngora por
el
m[uy]
R[everendo] P[adre] Fray Damian Manzanet
en que le da noticia de la Provin-
cia
de los Tejas
{al margen izquierdo un
sello: Collection E. Eug. Goupil
á Paris. Ancienne Collection J.M,A. Aubin N. 167}
{al margen izquierdo un
sello: Bibliotheque Nacionale, al centro R.F.}
Muy
S[eñ]or mio D[o]n Carlos de singuenza y /.../ Gongora {al
margen, otra letra: 28 pag[inas]}
La
Relacion q[u]e V[uestra] M[erce]d me pide del descubrimiento de la
Bahia
del Espiritu Santo, y Rio de los Texas es la siguiente.
El año de 1685 y 1686 dio orden el Exc[elentísi]mo
S[eñ]or Virrey
q[u]e
era entonces el Señor Conde de Paredes Marquez de la Laguna al
S[eñ]or
Marquez de San Miguel de Aguayo, del qual era actual governador
del
Nuevo Reyno de Leon p[ar]a q[u]e despachase una compañia de soldados
de
a caballo p[o]r las costas del mar de Norte q[u]e esta adelante de Tam-
pico
dar el Rio Bravo y de la Magdalena; y dicho governador invio {sic}
cinquenta
hombres, y por cabo de ellos al Capitan Alonso de Leon. Dicho
cabo
con sus soldados viajaron a la costa del norte, y siguiendo la
costa
pasaron el Rio Bravo con harto trabajo. Este rio es el mismo del
Paso
del Nuevo Mexico, y los yndios a este mismo rio le dan diferentes
nombres:
p[o]r que unos lo llaman Rio Bravo, Rio Grande, y Rio Turbio.
Este
rio en el Nuevo Mexico nunca se supo su origen. Lo mas q[u]e
llegaron
a alcanzar fue q[u]e salia de la Gran Quivira. Esto decian
los
yndios q[u]e de la tierra adentro venian al Nuevo Mexico.
2. Bolvamos al derroto q[u]e llevó el Capitan Alonso
de
Leon y sus soldados. Pasado ya el Rio Bravo, llegaron a otro rio
q[u]e
llamaron el Rio Solo. Este al entrar á la mar, dicen hace una
laguna,
la qual no pudieron pasar, y se volbieron al Nuevo Rey-
no
de Leon sin haver tenido noticia alguna de la Bahia del Espi{ri}tu
Santo{;}
y menos de los franceses q[u]e estaban poblados en dicha Bahia.
Dicho
governador por orden de su Ex[celenci]a invio segunda vez a dicho
descubrimiento
de dicha Bahia, y invio dos compañias de soldados
de
a caballo, y fue p[o]r cabo de dichos soldados el dicho Capitan
Alonso
de Leon, y llegaron p[o]r segunda vez hasta el dicho Rio
Solo,
y sin poder pasar mas adelante, se volbieron sin traher razon
alguna;
y visto q[u]e en dos veces q[u]e havian bajado a la costa del mar,
no
havian tendio razon alguna, lo tubieron p[o]r cosa sin fundam[en]to,
y
asi fue, p[o]r q[u]e no hicieron mas caso, ni diligencia. A este tiempo,
yo
vivia en la Mision de la Caldera de la Provincia de Coahuila,
a
la qual havia ido ya con intencion de ver si podia descubrir y
tener
alguna noticia de la tierra adentro acia el Norte, y Nordeste
p[o]r
las noticias q[u]e tenia de una carta q[u]e para en mi poder; la
{f. 1v}
qual dieron en Madrid a
nuestro P[adr]e Fray Antonio Linaz, la qual
carta (1) hace mencion de los
q[u]e la Venerable Madre Maria de Jesus
de Agreda comunico en su
convento al padre custodio del Nuevo
Mexico Fray Alonso de
Benavides, y dice la Venerable Madre como
estubo muchas veces al Nuevo
Mexico y á la Gran Quivira, y que
saliendo de la Gran Quivira
para el oriente, estan los reynos de
Ticlas, Theas, y Carburcol,
y dice tambien q[u]e estos nombres no son
propios de aquellos Reynos
sino parecidos. Por estas noticias q[u]e yo
trahía de España, y
juntamente venir al ministerio de la con-
version de los ynfieles, pasé
y estube en las misiones de Coahuila,
y sabiendo q[u]e su
Exc[elenci]a hacia diligencias p[ar]a q[u]e se entrase a la
tierra adentro, y se
descubriese la Bahia del Espiritu Santo,
y si havia franceses. Procuré
con los yndios q[u]e venian de la tierra
adentro de preguntarles, y
saber de ellos, si sabían en donde vivian
unos hombres blancos como
españoles; y supe luego q[u]e los havia
quien me lo dixo fue un yndio
q[u]e havia poco lo havia reducido,
y aunq[u]e era gentil havia
reconocido en el mucha verdad. Entonces
le encargué muy de veras
supiese con individualidad en q[u]e paraje,
y q[u]e distancia, y q[u]e
gente havria, y la tierra p[ar]a ir si era an-
dable. En esta ocasion llegó
otro yndio de la Nacion Janos,
y me
dixo como el havia estado en
las mismas casas de los franceses,
y q[u]e era mucha gente, con
mugeres, q[u]e tenían muchas armas,
y unos arcabuces muy grandes,
q[u]e eran las piezas de artille-
ría, y preguntandole q[u]e si
sabia bien la tierra, me dixo q[u]e si yo
queria ir me llevaria sin
riesgo alguno, q[u]e alla havia tambien
religiosos como yo, y q[u]e
ya sembraban maiz, y otras cosas.
3.
A este tiempo entró p[o]r capitan del presidio
de Coahuila el Capitan Alonso
de Leon, el mismo q[u]e havia ido
p[o]r cabo de las Compañias
del Nuevo Reyno de Leon, y antes de ir
a su presidio, fue á la
Mision de la Caldera en donde yo vivia, y le
hizo saber lo q[u]e me havia
pasado con los yndios tocante al
descubrimiento de la Bahia
del Espiritu Santo, y procure de
animarle p[ar]a q[u]e
fuesemos; dixome se huviese alguna señal
cierta p[ar]a avisar a su
Exc[elenci]a y q[u]e viese q[u]e era cosa cierta p[ar]a poderse
_______________________________________________________________
(1) Yo he visto un tanto de
esta de la venerable Agreda im-
presa en Mexico el año de
1747. Y despues se reimprimio el
año de 1787 al fin de la vida
de Fray Junipero Serra.
{f.
2r}
2
empeñar. Entonces llamé al
yndio nombrado Juan capitan de la
Nacion Pacpul, y le dixe
q[u]e dixera lo q[u]e se atreveria hacer para
ver y saber con certidumbre
q[u]e havia gente blanca como españoles
en la tierra adentro, y dixo
q[u]e en una rancheria de yndios genti-
les que estaria como 60
leguas estaba un hombre blanco de los
q[u]e havia a la tierra
adentro, y q[u]e si yo queria, el iria y lo sacaria
para fuera de la rancheria.
Luego lo despacho y p[ar]a q[u]e mejor
hiciese el negocio le la ropa
y caballos q[u]e tube, para q[u]e tubiese
q[u]e dar a los capitanes en
donde estaba dicho hombre q[u]e decia
(q[u]e por las señas
discurri ser frances) fue dicho capitan de la Nacion
Pacpul nombrado Juan, y
arrimado a la sierra del Zuert Sol,
que
quiere decir: narizes de
piedra, y en lengua de los yndios de alla le
llaman A/cants/càn,
que quiere decir lo mismo. Halló una junta
de muchas naciones de yndios
que se componian de las naciones
siguientes: Mezcales,
Yoricas, Chomenes, Machomenes, Sampanales,
Paquachianis, Tilpayay,
Apis. Esta sierra del Zacat Sol esta veinte
leguas adelante del Rio
Grande, q[u]e es el q[u]e viene del norte, y se llama
Rio del Norte; y de la
Mision de San Salvador en dicha sierra hay
60 leguas, y del de Coahuila
lo mismo. Dicho yndio Juanillo halló al
dicho hombre de nacion
frances, y le dixo q[u]e yo lo llamaba, y lo sacó
hasta otra rancheria, y dexó
avisados los yndios q[u]e no tubiesen
miedo, q[u]e yo queria ir a
verlos; bolvio y me dixo como estaba el
dicho frances, y q[u]e sin
recelo alguno podiamos ir p[o]r el. Avise al
capitan Alonso de Leon, y fue
con doce hombres, y muy de paz, y
truxeron al dicho frances
rayado como los yndios, desnudo y viejo,
el qual se llamaba Juan
Francisco de Tal, y dice es natural de
Cheblie en la Nueva Francia.
A este mismo frances le remitio el
Capitan Alonso de Leon a su
Exc[elenci]a el S[eñ]or Conde de la Monclova, y en
todas sus declaraciones
siempre ha mentido.
4.
Despues de haver determinado el S[eñ]or Conde de
la Monclova el q[u]e se
fuese al descubrimiento de la Bahia del Espi-
ritu Santo, llego a este
reyno p[o]r virrey el Ex[celentisi]mo S[eñ]or Conde de
Galve{z}, quien con fervor ha
fomentado esta causa; luego q[u]e entró
en el govierno su
Ex[celenci]a mandó al Capitan Alonso de Leon q[u]e prosi-
guiese la jornada para la
Bahia del Espiritu Santo conforme lo
tenia ordenado su antecesor,
y para dicha jornada salieron de los
presidios de la Vizcaya
quarenta hombres, y del Nuevo Reyno de Leon
otros 40, formandose de toda
la gente tres compañias, por cabo prin-
{f. 2v}
cipal el Capitan Alonso de
Leon, por Sargento Mayor Nicolas Me-
dina, Capitan de una
Compañia{,} Tomas de la Garza, Capitan de
otra Lorenzo de la Garza,
y de la otra Alonso de Leon, Alferez
Real al Capitan Francisco
Martinez q[u]e antes era sargento refor-
mado p[o]r haver venido de
servir su plaza en Flandes.
5.
Salimos de Coahuila a 26 de marzo año de
1689: fuimos hasta el Rio
del Norte q[u]e en dicha Coahuila llaman
Rio Grande, y nos fue guiando
el dicho yndio Juanillo, y llegados
a dicho Rio, invie {sic} a
llamar al yndio q[u]e sabia la tierra, y havía
estado con los mismos
franceses, y se llama Quenis, por ser de la
nacion de yndios Quenis.
Fuimos caminando para el Nordeste, y
algunas veces quarta al leste
hata llegar al Rio de N[ues]tra S[eño]ra de
Guadalupe (1). Y en este
paraje pregunté al dicho yndio si faltaba
mucho p[ar]a llegar a las
casas de los franceses, por q[u]e estando de ellos
distancia en un dia y noche
pudiesemos algunos adelantarnos
para registrar la poblacion
sin ser sentidos. Respondiome el yndio
q[u]e havia de aquel rio a
dicha poblacion como 15 leguas. Otro dia por
la mañana me dixo el Capitan
Alonso de Leon: Que hariamos p[o}r lograr
saber los franceses q[u]e
havria, y la prevencion en su pueblo? Huvo en
esto pareceres varios, y el
mio fue q[u]e supuesto llevabamos al yndio Quenis
q[u]e sabia muy bien la
tierra, q[u]e todos mandasemos cantar una misa
en aquel Puesto aquella
mañana a la Virgen S[antísi]ma de Guadalupe,
y llegando con bien a las
casas de los franceses, otra a S[a]n Antonio
de Padua, y todos vinieron en
ello con buena voluntad, y luego se
cantó la de la Virgen como a
las 9 de la mañana. Despues se dispuso
el q[u]e guiando los dos
yndios Juanillo el Pacpul y el Quenis, fueran
con nosotros 25 hombres hasta
llegar a reconocer el pueblo de los fran-
ceses a la madrugada y q[u]e
los demas soldados con las requas, sali-
esen tras de nosotros, y
hallando paraje bueno para parar, parasen,
y q[u]e no saliesen de dicho
paraje hasta q[u]e bolviesemos, o con orden del
Capitan Alonso de Leon.
6.
Al salir nosotros, se dio orden a los de retaguardia
q[u]e viniesen largos, y con
cuidado de veer si salia algun yndio, y de
salir q[u]e lo cogiesen sin
hacerle daño alguno, y q[u]e avisasen: despues de
haver andado como cuatro
leguas los de retroguardia vieron salir
un yndio de un monte muy
espeso y lo llamaron, y el yndio fue
_______________________________________________________________
(1) Se le puso a mi veer este
nombre al rio por la ymagen
de N[uestr]a S[eñor]a de
Guadalupe que llevaban. {Nota del copista y analista, probablemente Pichardo}
{f.
3r}
3
para ellos sin resistencia
alguna, avisaronnos, y nos detuvimos; llegó
el yndio, y los dos q[u]e
llevabamos le preguntaron si p[o]r alla havia al-
gunos hombres blancos de los
q[u]e vivian mas adelante,
*y dijo q[u]e los que havia
mas adelante* y vivian en
casas q[u]ipi no havía, p[o]r
q[u]e havia algunos q[u]e los yndios de la costa
los havian matado a todos,
menos algunos muchachos q[u]e se havian
llevado, y que el vivia en la
rancheria de los yndios Em/ot/icanas, la
qual rancheria dixo estaba
como dos leguas del rumbo q[u]e llevaba-
mos p[ar]a la Bahia del
Espiritu Santo. Fuimos con el yndio a la ran-
cheria q[u]e dixo, y
llegamos a ella como a las tres de la tarde. Luego q[u]e
los yndios nos sintieron,
ganaron el monte, y nos dexaron las ranche-
ria, y los perros cargados,
q[u]e como huían no pudimos arrearlos
aprisa. el mismo yndio q[u]e
nos guiaba, entró en el monte y los lla
mó; y dixo eramos amigos, y
q[u]e no tubiesen miedo. Salieron algunos,
y entre ellos el capitan, los
quales nos abrazaban, y nos decian Techas ,
Techas, q[u]e quiere decir:
amigos, amigos. De los primeros q[u]e salie-
ron, salio un muchachon como
de veinte años, el qual trahia un
manto de Frayle Recoleto, y
reconociendo era manto de frayle, le
dimos una f/.../rasadilla, y
se lo quité; y dixeron dichos yndios como
havia dos dias havian pasado
dos franceses con los yndios Texas. Aque-
lla misma tarde pasamos
adelante en pos de dichos franceses, y al
meterse el sol, llegamos a la
ranchería de los yndios Toxo, y Toaas,
y nos dixeron q[u]e dichos
franceses havian pasado con dichos Texas
y q[u]e no havian querido
parar con ellos aquella noche. Dormimos
junto a d[i]cha rancheria, y
a las ocho de la noche fueron a donde
estabamos algunos yndios, y
entre ellos uno vestido al modo de los
franceses y llevaron algunos
libros franceses, y una Biblia Sacra.
Otro dia p[o]r la mañana
salimos en demanda de dichos franceses p[o]r
unos montes muy asperos. y
como a las dos de la tarde llegamos
a unos ranchitos de yndios de
Nacion Emet, y preguntando p[o]r los
franceses nos enseñaron un
yndio, el qual acababa de llegar, y era
el q[u}e los havia guiado
hasta el rio de S[a]n Marcos, y queriendo pasar
nos dixeron q[u]e no haviamos
de poder pasar dicho rio. Diximos al
yndio q[u]e los havia llevado
q[u]e si queria llevarles un papel, y q[u]e si
trahía respuesta, le
dariamos un caballo, y q[u]e la respuesta la havia
de llevar a as mismas casas
en donde vivian los franceses. El Capit[a]n
Francisco Martines escribio
la carta en lengua francesa por
saberla bien.
{f. 3v}
7.
Bolvimos a donde estaba el Real, q[u]e estaba cinco le-
guas adelante del Rio de
Guadalupe, y hallamos havía tres dias q[u]e
la caballada havia dado
estampida, y despues de haver recogido mu-
chos caballos, faltaban
cinquenta, y p[o]r buscarlos se havia perdido
un soldado, el qual estubo
quatro dias perdido, y esto en este tiempo,
hallo unos yndios q[u]e
estaban desollando una cíbola, y a la noche lo
llevaron a su rancheria, y le
diron a comer carne de cibola, y lo q[u]e
tubieron. Otro dia llego un
yndio de la misma rancheria con un
manojo de tabaco, el qual
havia estado con nosotros, y hizo un gran
parlam[en]to á todos los
q[u]e estaban en la rancheria. Este soldado per-
dido q[uan]do hallo los
yndios de la cíbola, le hablaron p[o]r señas, entendio
q[u]e le decian q[u]e les
sacase lumbre, o el de ver la carne q[u]e tenian,
lo infirió, o del miedo q[u]e
tenia de verse perdido entre yndios bar-
baros, derramo la polvora
q[u]e llevaba en un frasco sobre el capote,
y alsacar la lumbre cayó una
chispa sobre la polvora, y le abraso
todo un lado desde el pie
hasta la cabeza. Quando los yndios supi-
eron q[u]e nosotros
estábamos en su tierra harian cuenta q[u]e aquel hom-
bre perdido, los demas sus
compañeros de fuerza lo havian de bus-
car, otro dia le truxeron su
caballo, y como estaba tan quemado, no
se podia valer, y los mismos
yndios se lo ensillaron, y lo subieron en el,
y por señas le dixeron q[u]e
fuese con ellos, y lo llevaron muy cerca
de donde nosotros estabamos
como dos tiros de arcabuz. Los yndios
q[u]e lo llevaron no
quisieron llegar a nosotros, sí le dixeron por se-
ñas se fuese; señalandole
donde estábamos nosotros, q[u]e dividia
una lomita, y nosotros
estábamos al pie de dicha loma, y al pie
de la otra parte lo dexaron.
Llegó a nosotros a las 9 horas del dia,
y fue p[ar]a todos de mucho
consuelo, y nos lastimó veerlo tan quemado.
8.
Otro dia salimos para la poblacion de los franceses,
y estando cerca de ella como
tres leguas, salieron como 25 yndios: en
esta ocasion el frances
viejo q[u]e iba con nosotros, dio en decir q[u]e la poblacion
de los franceses no estaba en
donde nos llevaban los yndios q[u]e nos guia-
ban, y este frances en el
camino diferentes veces intentó p[o]r mano de
un yndio q[u]e llevaba de la
Nacion Canas, el q[u]e los dos yndios que nos gui-
aban, nos dexasen, o dixesen
q[u]e eramos tercos, y q[u]e no haviamos de
poder pasar los rios q[u]e
havia en el camino. Yo senti tanto el q[u]e se diese
lugar de hablar al dicho
Frances, q[u]e me enojó, y el Capitan Alonso
de Leon me dixo: Padre vamos
p[o]r donde quisiere. Fuimos siguiendo
las dos guias, y a cosa de
tres leguas llegamos a un arroyo de agua
muy buena, y los dos yndios
me dixeron a la orilla de este arroyo:
{f. 4r}
4
Por abajo estan las casas de
los franceses, y havrá como tres leguas:
entonces el viejo frances
vido q[u]e no tenia remedio, y q[u]e sin falta
haviamos de dar sobre la
poblacion, entonces dixo: Señor ahora sí
mi saber bien a bien en este
chiquit rio estar las casas. Otro dia por
la mañana salimos, y a tres
leguas hallamos la poblacion de los fran-
ceses a la orilla del arroyo
q[u]e me tenian dicho los dos yndios Quenis
y Juanillo el Pacpus.
Llegamos como a las once del dia, hallamos sus
casas no muy grandes hechas
de palo, y embarradas de lodo, techadas
de cueros de cibola, otra
casa mas grande en donde cevaban marranos,
un fuerte de madera de la
armazon de un navio q[u]e se perdio; tenia
el fuerte un cuarto bajo
q[u]e servia de capilla para decir misa:
tenia otros tres cuartos
bajos: arriba tenia un alto sobre los tres cuartos
q[u]e servia de almacen, y en
el hallamos como seis cargas de hierro
sin otros pedazos
desparramados, y acero: hallamos ocho piezas y
tres pedreros de fierro
pequeños, las mayores seran como de seis
libras de bala, las piezas y
un pedrero quedaron encerrados, y dos
pedreros truxo el capitan
Alonso de Leon, havia mucha ruina de
armas q[u]e los yndios havian
quebrado, de escopetas, carabinas y alfan-
jes; p[er]o no dexaron los
cañones, solo se halló uno: hallamos dos cuer-
pos sin enterrar, los quales
enterré, y puse una cruz en la sepultura:
havia muchos libros rotos y
muchos marranos muertos. Tenian dichos
franceses un pedazo de tierra
cercado con palos en donde sembraban
maíz, poca cosa un almacigo
de esparragos, hallamos lindas escaro-
las. Dicho puesto no tiene
conveniencia alguna p[o]r tierra, por q[u]e el agua
buena está muy lexos, y mas
la leña, o la agua del arroyo es muy sa-
lobre, tanto q[u]e en cinco
dias q[u]e el Real estuvo parado enfermo toda
la caballada por el agua
salobre.
9.
Otro dia baxamos a reconocer la Bahia del Espiritu
Santo, y la costeamos hasta
llegar a reconocer la entrada del mar,
a la entrada tiene en medio
un mogote p[o]r toda la orilla de la bahia,
hay muchas lagunas q[u]e para
pasarlas atazcan mucho, hay mucha
zarzamora muy grande y buena,
y muchas cepas q[u]e parecen viñas,
no hay arbolada ni agua
dulce, los yndios hacen pozos p[ar]a beber. Re-
conocida la bahia nos
bolvimos al Real q[u]e haviamos dexado en la
poblazon, llegamos a medio
dia y estubimos aquella tarde, y
otro dia doblaron los
varejones de hierro p[ar]a hacer tercios, y traherlo.
Hallamos al yndio con la
respuesta de la carta q[u]e haviamos escrito.
{f. 4v}
á los franceses, y decian
q[u]e los aguardasemos q[u]e presto vendrian, q[u]e otro
frances estaba muy adelante,
al qual esperaban p[ar]a venir todos juntos.
Al yndio se le dio el caballo
q[u]e le haviamos mandado. El fuerte no
quiso el Capitan Alonso de
Leon q[u]e se quemase, y quedó como estaba.
Otro dia salimos de buelta
p[ar]a el Rio de Guadalupe, y estando á
medio camino, viendo q[u]e
los franceses no venian, el Capitan Alonso
de Leon con veinte y cinco
hombres fue á la rancheria donde esta-
ban, y el Real fue a parar al
Rio de Guadalupe en donde estubo
aguardando tres dias. Los
franceses estaban en la rancheria de los
yndios Toaa con los Texas.
Vinieron con el Capitan Alonso de Leon
hasta el Rio de Guadalupe a
donde llegaron a 2 de Mayo de 1689.
Vinieron dos Franceses
desnudos con una gamuza, y rayadas las
caras{,} pechos y brazos como
los yndios, y con ellos el governador de los Texas
con ocho yndios de los
suyos{.} Aquel dia y noche yo procuré todo lo po-
sible agasajar a dicho
gobernador, le di dos caballos, y la frazada en q[u]e
yo dormia, no tuve otra cosa
q[u]e poderle dar, y p[o]r uno de los france-
ses q[u]e entendia en
castellano, le dixe q[u]e fuesen cristianos, y q[u]e lleva
sen a su tierra sacerdotes
p[ar]a q[u]e los bautizasen q[u]e de otra manera no
se podían salvar sus almas, y
q[u]e si queria q[u]e yo iria a su tierra.
Luego dixo dicho
Gobernador q[u]e de muy buena gana me llevaria:
Dixele q[u]e vendria p[ar]a
llevar otros religiosos como yo, y q[u]e otro año
p[ar]a la siembra del maiz
estaría allá. Quedó dicho Governador muy
contento, y yo mas, p[o]r
veer el fruto q[u]e havia de hacer en tantas almas
como hay en aquellas tierras,
q[u]e no conocen á Dios.
10.
Otro dia era dia de la Cruz 3 de mayo, despues de
misa, dicho Gobernador de los
Texas se fue para su tierra, y nosotros
para /.../ acá. Llegamos á
Coahuila, y el Capitan Alonso de Leon des-
pachó los dos franceses
llamado el uno Juan Arcberagne de Bayona,
y el otro Santiago
Grollette; y de Coahuila á Mexico el Capitan Fran[is]co
Martinez; los quales su Exc[elenci]a
el S[eñ]or Conde de Galve{z} mando vestir muy bien,
y con las urcas los remitió
a España el mismo año de 89.
11.
Todas estas noticias no dexaron de causar mucha
novedad y armonia asi á su
Exc[elenci]a como también á los demas señores de
Mexico, y sobre ello huvo
diferentes juntas p[ar]a veer lo q[u]e se podia
hacer y determinar, asi
p[ar]a q[u]e los franceses no se apoderasen y po-
blasen aquellas tierras,
como tambien p[ar]a q[u]e entrasen ministro reli-
giosos. A este tiempo su
exc[elenci]a se sirvio de mandarme llamar, y rogó
{f.
5r}
5
a N[ues]tro P[adr]e
Reverendisimo Luzuriaga ordenase mi venida. Yo vivía en
la mision de San Salvador del
Valle de Santiago de la provincia de Coahui-
la, vine á Queretaro, y
llegué á mi Colegio de la Santa Cruz á 24 de
Octubre de ochenta y nueve, y
el dia de los finados sali p[ar]a Mexico.
Llegué al convento de San
Cosme el dia 5 de noviembre, y otro dia
entré en Mexico. Nuestro
Padre Reverendísimo Fray Juan Capistra-
no q[u]e venia de España
p[ar]a Comisario General de esta Nueva España,
parece q[u]e Dios nuestro
S[eñ]or no quiso q[u]e nuestro padre Luzuriaga
mereciese el q[u]e en su
tiempo entrasen Religiosos de nuestro Padre
S[a]n Francisco a los Texas,
p[o]r q[u]e siempre repugnó q[u]e los religiosos
de este Santo Colegio
entrasen á infieles, siendo el principal instituto
de este Colegio el ser
Misioneros Apostolicos de misiones entre infieles y
fieles. Y en ocasion de q[u]e
los reverendos padres fray Juan Bautista
Lazaro, y el R[everen]do
P[adr]e Predicador Fray Francisco Este/.../vez entraron á la
Huazteca y en Tamaulipa
fundaron una mision de yndios gentiles, y ya
la mision congregada de mas
de trescientas familas /.../ sin muchas q[u]e se
iban juntando, y los yndios
muy contentos y muy asistentes á la Doc-
trina Christiana, mandó el
R[everendísi]mo Luzuriaga q[u]e se saliesen y dexa-
sen dicha mision y yndios,
sin mas motivo y razon q[u]e decir que
aquellas tierras pertenecian
a la custodia de Tampico, y q[u]e los
ministros de aquella custodia
cuidarian de aquel puesto de yndios.
Los r[everend]os padres
obedecieron la orden del R[everendísi]mo Luzuriaga con
harto dolor en sus corazones
p[o]r veer q[u]e se havian de perder aque-
llos pobres gentiles q[u]e
con harto trabajo havian agregado aquel pues-
to y lugar. Despues se salen
dichos religiosos y dexan a los yndios
los padres de aquella
custodia no se acordaron mas de tales yndios
y puesto. Cuando los padres
se despidieron de los yndios fue accion
muy lastimosa, y lo q[u]e los
yndios decian era p[ar]a llorar, diciendo que
como los havian engañado,
siendo sacerdotes, y ministros de Dios
pues les havian dicho q[u]e
los asistirian y enseñarian y bautizarian,
y q[u]e si la vida q[u]e
ellos tenian en el campo, viviendo sin ley, era mala,
y con ella no se havian de
salvar, q[u]e los padres tendrian la culpa pues
los dexaban, y los havian
engañado. Con estas y muchas razones
se despidieron, y los padres
llorando por veer q[u]e quedaba aquella
Grey sin Pastor, y p[o]r otra
parte veerse compelidos de la obediencia.
12.
En otra ocasion pidiendo licencia el Prelado de
este Santo Colegio al
R[everendísi]mo Luzuriaga para entrar al Nuevo Mexico
{f. 5v}
y la negó y no quiso, y
siempre llevó a mal el q[u]e se entrase a los
ynfieles, y quando llegó la
nueva de los Texas, por ser descubrimiento
q[u]e hizo ruido, entonces
quiso disponer muchas cosas, y que fuesen
Religiosos de las Provincias.
Pero Dios Nuestro Señor dispuso que
quando yo llegué a Mexico,
como tengo dicho, fue en tiempo de
otro Comisario General,
llegué a dicha Ciudad vidé á nuestro muy
Reverendo, y hablamos de los
Texas, le dixe como era llamado de su
Exc[elenci]a y del
Reverendisimo Luzuriaga, y me dixo: Vea á su Exc[elenci]a
y despues nos veeremos. Vide
á su Exc[elenci]a con quien hable largamente
de la Bahia del Espiritu
Santo y de los Texas, y desde luego dixo q[u]e
fomentaria dicha ca/.../usa
con todo esfuerzo. Ademas de las noticias que
cuando veniamos de la Bahia
del Espiritu Santo haviamos trahido,
ya havia informado al Capitan
Alonso de Leon que havia venido
un yndio despues de haver
venido nosotros, y decia q[u]e en los Texas
havia diez y ocho franceses,
y que havia hechas casas, que tenian
ganados de cabras y obejas, y
q[u]e otros havian ido a su tierra á
traher mugeres y mas gente, y
no yo que fin tendria el Capitan
Alonso de Leon para hacer el
dicho ynforme a Su Exc[elenci]a por que
el yndio yo lo vidé y hablé
con el antes de veer al Capitan Leon,
y a mi mi dixo q[u]e venia de
la Tierra adentro, y q[u]e le havian
dicho en los Texas andaban
seis franceses como perdidos. Se informó
tambien que venian unos
yndios Texas, y que llegando mas acá
del Rio Obondo, otros
yndios les havian salido, y q[u]e havian mata-
do a dos de ellos, y que los
demas se havian buelto a su tierra.
Esto me parece q[u]e se lo
mandaron decir al Frances Viejo q[u]e vivía
en Coahuila por que por Autor
de esta nueva decian lo dice Juan.
Y como el dicho Juan en todas
sus cosas ha mentido, mintio tam-
bien entonces, por que entre
los yndios no se supo tal cosa, y cuando
fuimos á los Texas, ellos no
supieron de tales muertos.
13.
Bolbamos al intento. despues de estar yo en
Mexico, y haver hablado con
su Exc[elenci]a diferentes veces sobre el
volver á la Bahia del
Espiritu Santo, y entrar á los Texas, determinó
su Exc[elenci]a llamar á
Junta General, para resolver lo que se havia
de hacer. Y suponiendo q[u]e
el Capitan Alonso de Leon havia infor-
mado que en los Texas havia
Poblazon de Franceses, y que en la
Bahia del Espiritu Santo se
havian muerto los que havia, no se
{f. 6r}
6
sabia si havia venido alguna
embarcacion Francesa para poblar
en dicha Bahia, y Juntamente
el motivo que havía de pedir los
Texas Ministros para su
tierra. Visto en la Junta General todos
estos motivos, hubo
diferentes pareceres, y al fin determino Su Exc[elencia] ,
el q[u]e se fuese otra vez a
reconocer la Bahía del Espiritu Santo. An-
tecedentemente ya tenia el
Capitan Alonso de Leon informado á
su Exc[elenci]a todo lo
q[u]e era necesario para dicha Jornada, en suposi-
cion que se huviese de
hacer. Determino su Exc[elenci]a que el Capitan
Alonso de Leon fuese por Cabo
Principal y llevase 110 Soldados los 20
de los Presidios de la
Viscaya los mas cercanos á Coahuila: 40 que
se alistaron en Zombrerete y
Zacatecas, los demas del Saltillo
y Nuevo Reyno de Leon: 150
cargas de arina: 200 bacas: 400
Caballos: 50 escopetas
largas: 12 quintales de polvora: 12 arro-
bas de balas: y que se
registrase la Bahia del Espirtu Santo,
y se supiese si havian
quedado algunos franceses; y de los que
havia: ó si nuevamente
havian venido otros: y q[u]e se quemase el
fuerte de madera q[u]e tenian
hecho los franceses: que el dicho
Capitan Alonso de Leon desde
la Bahia del Espiritu Santo avisase
al Governador de los Texas si
queria que entrasen en su tierra los
Ministros del Santo
Evangelio, como havía prometido el año ante-
cedente al P[adr]e Fray
Damian Manzanet, y que si queria, lleva-
sen y acompañasen á los
Religiosos que fuesen con todo cuidado,
q[u]e se despachase
mandamiento de ruego y encargo al M[uy] R[everendo]
P[adr]e Comisario General
para que de los Religiosos del Santo Colegio
de la Cruz de Queretaro le
diese al P[adr]e Fray Damian Manzanet
los q[u]e fuesen de su
satisfaccion: y que dicho P[adr]e viese q[u]e Religio-
sos serian necesarios por
entonces, y q[u]e juntamente se le diese
todo lo necesario para dicha
Jornada.
14.
Y por hallarme presente á la dicha Junta Gene-
ral, dixo que para los Texas
llevaria tres Religiosos y yo cuatro,
para la Mision de San
Salvador q[u]e está en el camino dos, q[u]e serian
seis Religiosos que inviaria
al Colegio, y que si los Texas abraza-
ban la fé inviaria el dicho
Colegio los Religiosos necesarios.
Esta fue la determinacion de
la Junta General. Despues me
dixo su Exc[elenci]a que
hiciese una memoria de lo que era necesario
para llevar, a lo qual
respondi que por entonces no queria mas
que vino para las misas, y un
hostiario y cera, que lo demas como
{f. 6v}
ornamentos y otras cosas yo
lo buscaria. Se dispuso la Jornada para
después de Pascua de Navidad.
Luego despues de la Pascua despa-
chó su Exc[elenci]a al
Capitan Francisco Martinez con 20 mulas cargadas
de vino, cera, y lo demás,
ropa para repartir á los yndios con seis
cargas de tabaco, y lo
aguardé en el Colegio de la Santa Cruz de
Queretaro con los Religiosos
q[u]e fueron conmigo el P[adr]e Predicador Fray
Miguel Fonte Cuberta, el
P[adr]e Predicador Fray Francisco de Jesus Maria
el P[adre]e Predicador Fray
Antonio Perea, el P[adr]e Predicador Fray Francisco
Hidalgo, el P[adr]e
Predicador Fray Antonio Bordoy. Los que quedaron
en la Mision de S[a]n
Salvador fueron los Padres Fray Antonio Perea
y Fray Francisco Hidalgo.
Salimos de Coahuila para los Texas el
tercero dia de Pascua de
Resurreccion á 28 de Marzo de 1690 años.
15.
Quando salimos de Coahuila no havian llegado
los 20 soldados de la
Vizcaya; los 40 de Zacatecas eran los mas sas-
tres, zapateros, albañiles,
mineros, en fin ninguno de ellos era
para coger el caballo en
q[u]e havia de caminar aquel dia por que
asi que lo soltaban, no lo
conocian mas; las sillas tan malas que
no podían ser peores. De esta
manera fuimos caminando por
el mismo rumbo que esta
expresado en el diario que se hizo
de dicha Jornada. Lo que noté
fue que la primera vez que fui-
mos, hallamos muchos yndios
en todos los rios y parajes, y esta
vez llegamos a reconocer la
Bahia del Espiritu Santo, y bolvimos
al Rio de Guadalupe sin haver
hallado un yndio en toda la
tierra. Llegamos al Fuerte
q[u]e havian hecho los franceses veinte
hombres, los demas quedaron
con las requas en el Rio de
Guadalupe. No vimos señal
alguna de que huviese havido
franceses. Todo estaba como
lo haviamos dexado el año anteceden-
te. Sí havia señales de haver
vivido yndios. Yo mismo pegué
fuego al Fuerte, y como havia
mucho aire, la madera era de la
vrca (sic) que truxeron los
franceses, la qual vaxo al intrar en la Bahia,
y en media hora se vidó el
Fuerte reducido a ceniza. Era la hora
del medio dia: despues
baxamos a la costa de la Bahia por
todas las orillas del arroyo
por donde los franceses iban y venian
con sus lanchas y canoas a
dicha Bahia. Y despues de haver
llegado nosotros algunos
soldados de los del Reyno de Leon
dixeron se querina bañar para
tener q[u]e contar en su tierra,
{f.
7r}
7
y decir se havian bañado en
el mar; y esto es de tanta estimacion
y lauro que han trahido
frascos de agua de la mar{;} y despues
en su tierra de Monte Rey
por grande favor dexan veer y experi-
mentar como es el agua del
mar. La primera vez que fuimos
havia un soldado en Coahuila,
que era criollo de Pablillo, y su Padre
de este se llamaba Fulano de
Escobedo, el qual cuando supo que
se trataba de ir á la Bahia
del Espiritu Santo, escribio un papel
al Capitan Alonso de Leon, el
qual papel decia: Compadre suplico
a V[uestra]M[erced] me haga
favor de llevar en su compañia á mi hijo Antonio
para que tenga que contar
quando sea viejo. Quando dichos sol-
dados se estaban bañando,
vimos dentro de la Bahia dos Vultos
prietos, al parecer como
Boias, que aunque se discurrio si lo serian,
no se hizo el reparo que
despues hicieron el Capitan Alonso de
Leon, y el Capitan D[o]n
Gregorio Salinas, para informar á su Exc[elenci]a{;}
y dichas Boias estarian de
tierra como dos tiros de arcabuz, y
no estaban en la boca del Rio
del S[a]n Marcos, como informaron,
y la boca del Rio de S[a]n
Marcos no tiene media legua como di-
xeron, por que quien lo dixo
no lo vidó, y yo q[u]e la vide el dia de
S[a]n Marcos (que por eso se llama de S[a]n Marcos) digo
que tiene como
un tiro de arcabuz de ancho
dicha boca del Rio. Bolbimos al Real
que nos aguardaba en el Rio
de Guadalupe, llegamos á el, y no
hallamos novedad alguna.
16.
Otro dia por la mañana, salimos para los
Texas y anduvimos como seis
leguas. El dia siguiente no se camino:
fueron algunos soldados a
reconocer la tierra, y veer si parecian
algunos yndios de quien poder
tomar razon, y no hallaron nin-
guno, ni se vieron humos. Y
a los que nosotros dabamos todos los
dias no respondieron nunca á
ellos. Otro día por la mañana estan-
do yo diciendo misa, se
oyeron dos pelotazos lexos en el monte por
la parte del Rio de
Guadalupe. Fueron á veer quien era, y fue-
ron tres soldados de los que
iban de los Presidios de Vizcaya,
llegaron y les preguntamos de
su viaje, y nos contaron trabajos
en esta forma: En el segundo
día de Pascua de Resurrecion
llegamos al Saltillo veinte
soldados de los dos Presidios de la
Vizcaya, los mas cercanos a
Coahuila que son Cuéncamé, y el Gallo.
{f. 7v}
Y el Sargento mayor de la
Vizcaya ques Juan Bautista Escovar
señaló por Cabo de los diez
hombres que invio á un mulato
nombrado Martincho de Tal. El
capitan del Presidio del Gallo
que se llamaba Ogalde,
Vizcayno, invió por Cabo de sus di/.../ez
soldados a Jose de Salcedo
Español, estando en el Saltillo Villa
de Españoles, un soldado de
los de Martincho tubo palabras
con el Capitan Anchiondo, y
el Alcalde Mayor D[o]n Alonso
Ramos sobrino del S[eñ]or
Presidente de Guadalaxara quiso
prenderlo, y no pudo, por que
dicho soldado con su compañero
se salio del lugar, y se
fueron donde tenian su Real, que
era en la Hacienda del
Capitan Nicolas de Guajardo, llegó
dicho Alcalde Mayor tras de
ellos, y con mucha cortesia
hablo al cabo de dichos
soldados, y dicho Martincho quedó
de llevar el soldado otro día
para hacerlo amigo con el
Capitan Anchiondo. Otro día
fueron, y al llegar dicho Cabo con
el soldado á las Casas
Reales, se ofrecio que avisaron al Al-
calde Mayor para un bautismo
á que estaba convidado. Dixo
á los Soldados aguardense un
poco ya buelvo. Y asi fue, que
de vuelta se compuso la
desazon entre los dichos, y quedaron
amigos. Otro dia no faltó un
chismoso que los hay en abundancia
en aquella Villa del
Saltillo, que dixo a Martincho que el
Alcalde Mayor decia que el
sabria castigar a los soldados de la
Vizcaya, y que quando fué al
bautismo los havia dexado presos
en las Casas Reales. De esto
se pico dicho Martincho sobre si el
Alcalde Mayor podía conocer
causa de los militares, y formo du-
elo, llamó á quatro de sus
soldados, y los llevo consigo, y les dixo
que si no eran hombres, y
havian de huir, no fuesen con el,
al fin fueron á las Casas
Reales, y dicho Martincho dexó á los
cuatro Soldados á la puerta,
y el se entró sin avisar á la Sala,
y se puso en el aposento
donde estaba dicho Alcalde Mayor con
un Religioso de Coahuila, y
al entrar saco la espada, y tiró una
cuchillada á dicho Alcalde
Mayor en que le quitó un buen pedazo
de la Cabeza, y le cortó un
brazo, del qual ha quedado manco,
y un mulato que quiso
favorecer a su Amo le dio un rebes
{f. 8r}
8
en la Espada que le partio la
Cabeza, el Religioso quito la Espa-
da al dicho Martincho, y á
este tiempo la gente del Lugar
acudían á la puerta para
favorecer á dicho Alcalde Mayor, los
Soldados que la guardaban no
los dejaban entrar. Después por
el Corral fue entrando la
Gente, y sería como las 10 del día Salíase
Martincho y con sus
compañeros subieron á caballo, y se volvieron
al Real que tenia puesto en
casa de Guajardo. Toda la gente
del lugar salio armados tras
de ellos. Despues de muchas razo-
nes, y de haverse defendido
en dicha casa el dicho Martincho, se
dexó prender por que el que
llevaba la Comision que era Geronimo
Montes de Oca, le aseguró la
vida. Esto fue el jueves despues de
Pascua de Resurreccion. Aquella
noche le dio sentencia el mis-
mo Alcalde Mayor, y el se la
notificó en la cama, y fue de ser ape-
loteado á usanza de guerra.
Otro día viernes 21 de Marzo de
1690 años en la Plaza del
Saltillo se apeloteo dicho Martincho.
Esta nueva nos llevaron los
soldados de la Vizcaya para dis-
culpa de no haver llegado á
tiempo de poder salir de Coahui-
la con nosotros.
17.
El dia que tengo dicho que llegaron estos
soldados fueron tres, porque
estos se adelantaron por el mismo
rastro, y los demas fueron
poco á poco arreando la ca{ba}llada
que llevaban, que iba muy
mala. Luego se despacharon seis
soldados con una carga de
arina que fueron á toparlos, y el Capi-
tan Leon y yo con 15 hombres
fuimos al rumbo del Norte para
el Rio de S[a]n Marcos, por
veer si hallábamos algunos yndios, y
de dia y de noche estabamos
dando tizonazos á veer si algunos
nos respondían. Gastamos en
esta /marisacada/ seis días sin poder
hallar yndio alguno. Pasamos
el Rio de S[a]n Marcos el dia de la Cruz
á 3 de Mayo, y otro día ya
tarde que haviamos llevado el rumbo
para el Norte, como a las 5
de la tarde, ya todos cansados de caminar
los siete días, vimos unos
cibolas y los soldados fueron á matar
para cenar aquella noche. Yo
quedé con un hijo del Capitan Leon,
y caminando p[ar]a el rumbo
q[u]e llevabamos, y al traquido de un arcabuz,
salio de un monte una
yndia, y acaso miré á mano izquierda, y vide
{f. 8v}
/.../ el vulto que estaba
algo distante, y no se podia distinguir si era
yndio, ó algun palo, y
mirando con cuidado, sí se meneaba, vide
salir otro vulto mas
pequeño, en que se reconocio eran yndios los dos.
yo y el hijo de Leon fuimos
para ellos, y despues de estar ya cerca,
los llamé con el sombrero, y
ellos huyeron y ganaron el monte. A
este tiempo llegó el Capitan Leon
y algunos Soldados, y fuimos al monte
y no pudimos veer ni hallar
yndio alguno. Sí hallamos unos cueros
de cibola arrimados á un
arbol que servían de hacer sombra, mu-
cha carne de Cibola Seca y
fresca, tres gallos de la tierra que esta-
ban asando, lengua y ubres de
Cíbola que estaban muy buenas,
que parecian jamones. No se
les quitó cosa alguna, antes bien
les dexamos un manojo de
tabaco unas navajitas, y unos listo-
nes, y nos apartamos.
18. Dormimos
aquella en una lomita cerca
de dicho pasaje, como dos
tiros de arcabuz, y los soldados con cuidado
velando, como á las 9 de la
noche vide atizar la lumbre que tenian,
dichos yndios, y entonces
dixe al Capitan Alonso de Leon, ó aquí
hay muchos yndios, y por eso
no tienen miedo de nosotros, ó los que
hay viendo que no les hemos
quitado cosa alguna, antes les have-
mos dexado es buena gente, y
se quieren dar de paz. Por la ma-
ñana antes de salir el sol
llame al yndios Quenes y le dixe: que
hariamos para saber si
aquellos yndios eran pocos ó muchos: si que-
rian ser nuestros amigos, ó
nó, y de que Nacion eran? El Quenes
respondió como siempre: Padre
lo que tu quisieres que haga, haré.
Entonces mande á un Soldado
que se quitase la malla que tenía
puesta, y le mandé al Yndios
Quenes que se la pusiese, y le mandé
dar un caballo bueno, y le
dixe, mira: si los soldados van á veer
á estos yndios puede ser que
tengan miedo y que se huyan{;}
mexor será que tu solo bayas
á reconocerlos: si sale alguno
de paz á recibirte, le diras
que venga, que nosotros no venimos
á quitarles lo que tienen, ni
hacerles mal alguno, sino que que-
remos ser sus amigos, y
ayudarles en todo lo que pudieremos. Al
salir dicho yndio el Capitan
Leon con los soldados montaron á caballo,
para socorrer á dicho yndio
en caso que huviese muchos yndios, y
{f.
9r}
9
que lo quisiesen matar.
Llego el yndio Quenes a cerca del Puesto donde
haviamos visto á los yndios,
y luego salio un yndio para el, y el
Quenes le aguardó y hablaron
muy largamente, y le dixo al yndio
por señas que es la lengua
muy general, que no tubiese miedo, y que
bien podia venir a nosotros,
que eramos buena gente, y el yndio
como vidó al Quenes rayado
como él, luego creyo quanto le dixo,
y vinieron juntos los dos.
19. Despues de haber
hablado largamente con
dicho yndio por señas, nos
llevó á su ranchito, y hallamos á su
muger y á un muchacho como de
diez años, y no havia mas gente.
Estos eran de Nacion Texas,
y havían venido á matar cíbolas, y llevan
la carne al Pueblo. Luego
dispusimos el llevar la carne que
/.../ tenian, y le
encargamos que avisase á su Governador y le
dixese que lo aguardabamos
en el mismo paraje adonde los havia-
mos hallado á ellos. A medio
dia los despachamos, y nos volvimos
a dormir al paraje ya
referido donde haviamos hallado a dichos
yndios. De este paraje al
Pueblo de los Texas hay treinta leguas
antes mas que menos. Otro dia
por la mañana se despacharon
quatro Soldados que fueron al
Real para avisar, y con orden que
viniesen caminando para
nosotros. En aquel paraje los aguarda-
mos: á este tiempo todo se
havia acabado, y no comimos mas que
carne asada. Otro día á la
tarde como á las cinco el yndio que havia-
mos despachado con su muger y
el muchacho se nos aparecieron
en el mismo paraje, y
preguntandole como no se havia ido á su
tierra? nos dixo que aquella
noche se havia huido el caballo, y
que la carne la havia dexado
asada encima de un arbol, y que
cerca de nosotros havia
venido á alcanzar al caballo. Aquella noche
durmieron con nosotros, y
otro día por la mañana discurrimos si
havrian venido otros yndios
con aquel, y si el vendria de espia. Para
esto se determino el q[u]e
fuesen quatro soldados á reco/nocer/ rrer la tierra
á lo largo como tres leguas,
y viesen si havia yndios, ó algunos rastros.
A distancia como de tres
leguas hallaron un yndio mozo, muy grande
y en un caballo bayo muy
bueno. El yndio andaba buscando cibola,
y aunq[u]e era solo asi q[u]e
vidó los quatro soldados empezo a dar alaridos,
y escaramuseando como q[u]e
no tenia miedo. Los soldados solo fueron
{f. 9v}
arrimando sin sacar los
arcabuces ni hacer demostracion de pelea, y por
señas le dixeron viniese con
ellos, y lo truxeron, y le dimos de lo que tenia-
mos, y le diximos si queria
irle á avisar al Governador de los Texas
le dariamos un caballo. El
otro yndios q[u]e antes haviamos despachado
asi que vido que havia otro
que iba á avisar, dixo que le diesen un
caballo bueno que el iria, y
dexaria á la muger y al muchacho que los
cuidasemos hasta que el
bolviese con el Gobernador: luego lo despacha-
mos con advertencia que por
donde viniesen diesen tizonazos, y que
nosotros responderiamos con
la misma seña.
20. Despues de
quatro dias llegó el Real al rio de
San Marcos, y toparon con los
yndios de la Rancheria Emat too toaa,
y otras, y dixeron dichos yndios,
que arriba estaban otros yndios,
y con ellos dos franceses.
Leon con unos soldados quedó, y invió á lla-
marlos, y vinieron, el uno se
llamaba Pedro Muñi criollo de la ciu-
dad de París, y el otro Pedro
Tulon criollo de la Nueva Francia. Estos
tenian sus escopetas, una
talega de polvora, y balas, mas de 20 rea-
les sencillos de plata moneda
castellana, 80 doblones de oro de á cuatro
moneda de Francia los
doblones. Luego de una mano á otra se bol-
vieron 39. Estos dos
franceses el uno tendria como 20 años que era
el Pedro Muñi, el otro Pedro
Tulon /.../ tendria como once o doce años. Llegó
el Real á nosotros y otro dia
el Capitan Leon con los Franceses, y
llego tambien á aquel paraje
un yndio que sabia muy bien el ca-
mino para los Texas, el qual
nos fue guiando, hasta que topamos
al Governador de los Texas
con catorce o quince yndios de los suyos, y
/.../ el yndio que haviamos
despachado para que avisase al dicho
Gobernador. Eran quando los
topamos como las diez del dia, y fue
en un arroyo en que se
estaban bañando, y por el mucho monte
no nos vieron hasta estar con
ellos. Así que dicho Governador me
vidó, y se vino y me abrasó,
nos sentamos á parlar por señas que es la
lengua mas general por allá,
y dicho Governador sacó un costalito
de tabaco molido del que
ellos siembran, y otro costalito de maiz de
pinole muy bueno y blanco: y
pasamos mas adelante a dormir,
y aquella noche se dio forma
de vestir a dicho Governador para q[u]e
entrase vestido á su pueblo,
y que viese su gente haciamos mucha
estimacion de el. A los tres
dias entramos en su pueblo, y fue lunes 22
{f.
10r}
10
de Mayo del año 1690. El día
que llegamos, llovio mucho, y aquel
año havia llovido poco, y los
maices tenian ya mucha nesecidad {sic} de
agua, y en once dias que
estubimos todos los dias llovio muchísimo:
la tarde del dia que llegamos
estaba el Governador /.../ en la tienda
con nosotros, y una India
Vieja le llevo para su comer una olla grande
de frixoles guisados con
nueces molidas y tamales. Aquella tarde nos
dixo dicho Governador que
dormiria con nosotros en la tienda, y otro
día nos llevaría á su casa.
Despues ya tarde el Capitan Leon le dixo
que fuesen á su casa, que el
queria llevar unas naguas y otras
cosas de ropa para su muger,
y dicho Governador le dixo que no,
que otro día iria, y con todo
eso á pura fuerza lo llevo á su casa.
21. Otro día nos
dixo dicho Governador nos queria
llevar a su casa, y q[u]e en
ella podiamos vivir, q[u]e para todos havia
conveniencia. Despues de
comer tratamos los religiosos el modo q[u]e ha-
víamos de tener para ir a
veer la casa del dicho Governador y si havi-
amos de quedar en ella. Yo
fui de pareser q[u]e los cuatro Religiosos
que eramos, fuesemos con
nuestros baules q[u]e tenian C/.../ruz con San-
tos Cristos cantando la
Letania de N[ues]tra Señora, y un Donado q[u]e
llevábamos, llevando por
delante un lienzo de la Virgen Santisima
á modo de estandarte con su
hasta. De esta manera salimos del
paraje de donde haviamos
parado para la casa del Governador. Y
fue esta acción tan piadosa
que aunque havia llovido mucho, y
por donde havíamos de pasar,
havia mucha agua en la mayor par-
te del camino tanta que daba
á media pierna, pero con tanto
fervor q[u]e no se sintió. A
este exemplar se enfervorisaron algunos
soldados q[u]e iban á pie
por dentro del agua con tanto gusto y fervor
q[u]e no podían reprimir las
lagrimas de gozo y alegría: y en particular
de los que se esmeraron sin
reparar en agua ni lodo fueron el Capi-
tan Francisco Martinez,
Capitan D[o]n Gregorio Salinas, y otros: los
demas como 20 soldados iban á
caballo, y el Capitan Alonso de Leon
con ellos, y nos llevaban en
el medio. Llegamos á la casa del Governa-
dor en donde havía muchos
yndios y yndias y muchachos. Acaba-
mos la Letanía arrodillados y
bendecimos la casa. Luego el dicho
Governador vino á bezar el
habito, y los demas yndios.
22. Luego nos hizo
entrar á veer su casa. La casa es
de palos y zacate, de alto
tendrá como 20 varas redonda, sin venta-
{f. 10v}
nas, no hay mas luz q[u]e la
que entra por la puerta: la puerta es como
la de un aposento como los de
por acá: en medio de la casa está la
lumbre que no se apaga de dia
ni de noche: sobre la puerta de la
parte de adentro esta un
altillo de morillos muy bien puestos, al
rededor de la mitad de la
casa por la parte de adentro estan diez
camas: estas se componen de
un tapescle de otates sobre cuatro
orcones; sobre el tapescle
ponen cueros de cibola en q[u]e duermen: de la
cabezera y de los pies de la
cama sube otro tapescle que hace como
un arco que aforrado de un
petate de otate muy pintado hace al
modo de alcoba muy preciosa:
la otra mitad de la casa que no
tiene camas, estan unos
estantes como de dos varas de alto, y sobre
ellos unos canastos de otate
muy grandes y redondos en q[u]e ponen
maíz, nueces, bellotas,
frixoles, una hilera de ollas muy grandes
de barro como tinajas, y
estas solo sirven para el atole. Cuando
hay alguna funcion que se junta
mucha gente, seis morteros de
palo en que muelen el maíz
quando llueve, y cuando no llueve
muelen afuera en el patio: y
luego nos sacaron á cada uno un
banquito de palo muy bien
hecho: afuera en el patio, despues
de vista la casa, nos
sentamos por estar el patio muy alegre y
fresco, y nos sacaron para
merendar unos tamales, como ellos
los hacen, nueces, pinole de
maiz, muy bien hecho, y una ca-
zuela grande de maiz guizado
con frixoles y nueces molidas.
Vide despues afuera del patio
enfrente de la puerta de la casa del
Governador otra casa larga, y
en ella no ví gente, pregunté que
q[uie]n vivia en ella, o
p[ar]a q[u]e era aquella, y me dixeron q[u]e en aquella
casa se hospedaban los
Capitanes q[uan]do dicho Governador los llamaba p[ar]a
alguna Junta; á otro lado
vidé otra casa mas pequeña y sin gente,
y pregunté lo mismo, y me
dixeron q[u]e en aquella casa mas pequeña
se hospedaban los pajes de
los Capitanes por q[u]e es ley q[u]e cada Capi-
tan lleve su paje, cuando
dicho Gobernador hace Junta de capita-
nes al modo que oservan: asi
q[u]e llegan se hospedan en dicha casa,
y á cada uno le ponen un
petate grande de otate muy pintado,
en que duermen, y á la
cabezera una petaca de otate muy pintada,
y cuando se buelben cada uno
lleva su petate y petaquilla. El tiempo
{f.
11r}
11
que estan para la Junta el
Governador les da de comer hasta que los
despacha. La orden que hay
para el servicio de la casa del Governa-
dor, es, cada ocho días
entrar de servicio diez yndias: estas yndias al
salir el sol, llegan todos
los dias cargadas de leña, barren el patio
y la casa, acarrean algua de
un arroyo algo distante, por ser
buena, y aunque el río esta
cerca, no es la agua tan buena como
la del arroyo. Muelen maiz
para el atole, tamales, y pinole:
á la noche se vá cada una a
dormir á su casa, y por la ma-
ñana buelven. En casa del
Governador vide un banquito de
palo enfrente de la lumbre, y
me dixeron los yndios, que no me
sentase en el por que havia
de morir: y quise saber que misterio
tenía, y dixeron que nadie se
sentaba en aquel banquito sino
el Governador su Señor de
/,,,/ ellos.
23. En orden a
quedar á vivir los Religiosos
en casa de dicho Governador
no me parecio bien por los muchos
yndios e yndias que á todas
horas entraban y salian: Al Gover-
nador le dixe por el frances
con buenas razones que estaba su
casa muy buena, y que
estimaba mucho quisiese tener á los Reli-
giosos en su compañía, y que
supuesto haviamos de hacer casa p[ar]a
decir misa, fuera bueno hacer
tambien vivienda para vivir los
Religiosos, por que era
fuerza viviesen junto á la yglesia. Enton-
ces dixo dicho Governador
que la hariamos en la parte mas conve-
niente, que nos enseñaria el
pueblo /.../ y en donde yo quisiese la hariamos.
Quedamos en que otro día
veriamos el Pueblo, para veer q[u]e puesto
sería mejor para la yglesia y
vivienda de los religiosos. Otro día
fuimos con dicho Governador,
y nos llevó al paraje que havian
escogido los franceses (estos
fueron los q[u]e hallaron los Españoles entre
los yndios, y por
consiguiente los que quedaron vivos de la comitiva
de la Salle, pero su intento
no era poblar para Francia, sino ra-
dicarse allí hasta que el
tiempo les ordenase otra cosa) para
poblarse, el qual está á la
orilla del Rio, muy alegre, y muy buen
sitio q[u]e p[o]r estar
apartados de los yndios no hicimos allá el conv[en]to
en dicho Puesto. Nos
enseñaron dos cuerpos difuntos de franceses q[u]e
ambos á dos se mataron a
carabinazos. En todo este día no hallamos
puesto á mi gusto. Otro día
p[o]r la mañana sali con el Capitan Alonso de Leon
{f. 11v}
no muy lexos de donde
estabamos, y halle un lindo pueblo junto al
arroyo, linda madera, arboles
de ciruela, como la de España. Y luego
aquel dia mismo fueron á
cortar madera, y á acarrearla. y
dentro de tres días se hizo
vivienda capaz, y yglesia p[ar]a decír misa
con mucha decencia: pusimos
delante de la iglesia una cruz
muy alta de palo labrada. El
día de Corpus se cantó la misa: y antes
de la misa se hizo procesion
con el S[antísi]mo Sacramento descubierto. De los
yndios se juntó multitud de
gente por que el dia antes les avisamos:
á los soldados se les dio
licencia de que disparasen los tiros q[u]e pudiesen
en la procesion, y al alsar,
y acabar la misa. Y quiso la Magestad
Divina q[u]e en aquella
soledad tubimos un dia tan grande y de gran
consuelo por poder tener
descubierto el S[antísi]mo Sacramento, y hacer
procesion como se estila
entre los Católicos Cristianos. Acabada la
misa, se enarboló el
Estandarte Real q[u]e en una parte tenia un
S[an]to Cristo, y en otra a
la Virgen de Guadalupe en nombre de su Mag[esta]d
se hizo Salva Real, y
cantamos el Te Deum laudamus en hacim[ien]to de gracias.
24. Estos yndios
Texas han tenido siempre un
Yndio Viejo que entre ellos
era el Ministro, y el que ofrecia á Dios
las ofrendas. El modo que
tenían, era que cosa de /.../ comer no la
probaban sin que primero
llevasen parte de ello á su Ministro para
ofrecerla: de lo que
sembraban como el maiz, frixoles, sandias,
calabazas y la carne que
trahian de cíbola. Tenía este Ministro
casa señalada para los
sacrificios, y en ella se entraba con mucha
veneracion, y particularmente
estando ofreciendo alguna cosa,
nunca ofrecieron a ydolos,
solo á aquel que decian era el q[u]e todo
lo puede, y de él dependen
todas las cosas, que es conocer una pri-
mera causa, y á este Ministro
le tienen muchísimo respeto, asi
los Capitanes, como el mismo
Governador: y para q[u]e viniese á me-
nos, y no se enojase, invio
{sic} el Governador a sus Capitanes para q[u]e lo
festejasen, y lo truxesen:
fueron y lo festejaron tres dias y tres noches
con danzas y cantos á su
usanza. Y despues vinieron con el y llega-
ron á medio dia en ocasion
que ya queriamos comer, y por veer sus
ceremonias, dixo que lo
aguardasemos para que comiese con nosotros
en la mesa. Venia muy de
espacio {sic}, y con mucha gravedad, y con
{f.
12r} 12
muchisimo acompañamiento de
yndios yndias y muchachos. Llegó
muy sereno y circumspecto, y
le dixo el Governador asi q[u]e llegó á nosotros
que nos bezase el habito, y
lo bezó, y luego nos sentamos á comer,
y dixo el Governador lo
sentase á su lado, y dicho Ministro el
primer bocado q[u]e tomó hizo
en lugar de bendicion el tirar a fue-
ra del plato en forma de
Cruz, ó como quien señala los cuatro
vientos ó partes principales
del mundo. Despues de comer le di-
mos ropa para el y su muger,
y quedó muy contento. Despues
nos dixo un yndio que estaba
en los Texas que era de adelante
de Coahuila, hablaba en
Mexicano que dicho Ministro de los
Texas les havía dicho á todos
los Capitanes y demas Texas: Yá
ahora vosotros no hareis caso
de mi por que estos Ministros que
han venido, son verdaderos
Ministros de Arjimat Caddi, que en
su lengua quiere decir Gran
Capitan, y este nombre daba á Dios,
por que como entre ellos no
hay mas nobleza y grandeza q[u]e la de
Capitan, por eso aquel que
ellos juzgaban que era grande sobre
todas las cosas, le llamaban
Gran Capitan, y el Governador p[ar]a distin-
guirlo del nombre de Capitan,
p[o]r haver otros que lo son, le llaman
Dezsa, q[u]e quiere decir Gran Señor, y Superior á todos
los demas.
25. Acabada la
yglesia y la vivienda en donde
se havian de quedar los
Ministros, se pasó todo lo que se havia de que-
dar á los Religiosos, y el
dia primero de Junio y Octava de Corpus
por la mañana, se bendixo la
yglesia, y se cantó la misa,
y despues se cantó el Te Deum
laudamus en accion de gracias,
y los soldados hicieron la
Salva Real. La iglesia y pueblo se dedicó
á N[ues]tro S[an]to P[adr]e
San Francisco. Despues de comer, aquel mismo
día salio el Real para acá;
yo me quedé hasta otro día q[u]e vine á
alcanzarlos en el camino. La
noche antes de salir yo de allá llamé
al Governador y le dixe que
mirase que los Padres que quedaban
el les havia de cuidar, y
procurar que su gente les tubiese respeto,
y asistiesen á la Doctrina
Cristiana, que los Padres no les havian de
de {sic} pedir ni quitar cosa
alguna; antes en todo lo que pudiesen les
ayudarían. Y respondio dicho
Governador: Yo cuidaré á los Padres de
manera q[u]e cuando tu
buelvas no tendran queja alguna que darte de
mi, y con todo seguro estan y
pueden quedar: Despues le dixe: que
{f. 12v}
me holgaria que su hermano y
otros de sus parientes viniesen con
migo para que viesen nuestra
Tierra, y llevar muchas cosas para
ellos, y que N[ues]tro Gran
Capitan el Señor Virrey los deseaba veer
y los queria mucho, y luego
me dixo que su hermano y otros
dos parientes y un sobrino
suyo vendrian conmigo, y con adver-
tencia que me dixo: estos
que llevas no consientas que nadie
los mande nada, ni que los
hagan trabajar, de donde se vee que
entre ellos hay nobleza y se
distinguen los Nobles de la Gente
ordinaria.
26. Desde que
llegamos al Pueblo de los Texas, hasta
que salimos, advertí algunas
cosas, y experimente algunos
hombres de los que iban tan
al revez de lo que havian parecido
en el camino que no les
conocia despues de haver llegado a dicho
Pueblo, por que entendieron
algunos havian de quedar p[o]r Reyes
de los Texas, sin acordarse
de la orden que su Exc[elenci]a havia dado p[ar]a
dicha Jornada, en que mandaba
al Capitan Alonso de Leon fuese
por Cabo Principal á
reconocer si en aquella tierra havia franceses,
y que llevase los Religiosos
que iban en compañia del P[adr]e Fray
Damian Manzanet, y que si los
Texas pedían Ministros, y querian
bautizarse, quedasen los
Religiosos, y si dichos Texas se daban p[o]r muy
amigos, y no se recelaba de
ellos daño alguno que no quedasen
muchos soldados, y que de no
tener mucha satisfaccion de dichos
Texas quedasen los soldados
que fuesen necesarios con consulta, y
consentimiento del P[adr]e
Fray Damian Manzanet. Nunca fue menes-
ter dexar Soldados en los
Texas, para resguardo de los Religiosos, p[o]r q[u]e
desde que entramos nos
recibieron con tanto amor y cariño que no
sabían que hacer con nosotros.
Y con todo eso el Capitan Alonso de
Leon tenia dispuesto el dexar
cincuenta hombres, y p[o]r cabo de ellos
al Capitan Nicolas Prieto un
hombre Viejo, desnudo, y para nada.
Llegó el caso y me dixo dicho
capitan Leon á solas su intento, y le
respondí:V[uestra] M[erce]d
ha de estar á las ordenes de Su Ex[celenci]a y esto q[u]e me dice
si es consulta no ha de ser
privadamente entre los dos{;} llame V[uestr]a M[erce]d
á sus Capitanes y delante de
los Religiosos y de ellos propondrá V[uestr]a M[erce]d
lo que tiene que consultar.
Mucho sintio dicho Leon esta respuesta,
{f.
13r}
13
porque la pasion no le havia
dexado abrir los ojos. Lamó á los Capi-
tanes, y yo a los Religosos,
y dicho Capitan Alonso de Leon dixo
que tenía pensado el dexar
cuarenta, ó cincuenta soldados
con un Cabo para resguardo de
los Religosos, y que por mandarle
su Ex[celenci]a que si havian
de quedar soldados fuesen á satisfaccion
mia, por eso lo consultaba: á
ello respondí que no havia necesidad
alguna de dexar soldados por
estar la gente muy de paz y ami-
gable, que para lo que se les
podía ofrecer á los Religiosos, pedía tres
soldados y á mi satisfaccion,
y que si su Merced queria dexar mas,
que los dexase muy en hora
buena, pero que no sería con
parecer mio, ni queria yo se
quedasen mas que los tres. Quedó
dicho Leon muy confuso por lo
que tenía adelantado y discurrido
con el Capitan Nicolas Prieto
su compadre que era el que havia de
quedar p[ar]a Cabo de los 40,
ó 50 Soldados. Al fin quedaron los tres solda-
dos que pedí voluntarios y
muy contentos que fueron de los de
Zacatecas. A dichos soldados
les dexó dicho Leon 9 caballos de los
del Rey, escopetas, un barril
de polvora y balas: para los Religiosos
quedaron 26 cargas de arina,
20 bacas, 2 yuntas de bueyes, arados
con rejas, hachas y azadones
y algunas cositas necesarias.
27.
El segundo dia de Junio salimos del pueblo,
los Religiosos salieron con
nosotros hasta fuera del pueblo en donde
nos despedimos con hartas
lagrimas de gusto y alegría, no por que
ellos sentian el quedar;
antes se daban muchas gracias á Dios
de haver merecido tal dicha y
quedar con tan santo empleo como
es el de la conversion de las
almas de los Gentiles. Llegamos al rio
de la Santisima Trinidad á
tres de Junio y hallamos dicho Río
muy crecido, que nos detuvo 7
dias sin poderlo pasar; en este tiempo el
hermano del Governador
enfermó y se retiró á su pueblo. A los 8 días
hicieron una balza de palos
en que pasaron las cargas, ropa y todo
lo que venía, y la caballada
la echaron á pasar á nado, y se ahoga-
ron algunos caballos. Venimos
caminando por el mismo camino
que llevamos cuando fuimos
hasta la ranchería de los yndios Emat
too toaa, Canas y otros que
havía: y en dicha rancheria tubimos
razon como los yndios de la
costa tenían algunos franceses cautivos,
{f. 13v}
y dixo el Capitan de dicha
Ranchería que aunque ellos tenían gue-
rra con dichos yndios de la
Costa, que havía un yndio de los suyos q[u]e
se comunicaba con ellos, y
que si querían ir{,} dicho yndio los guiaría.
Determinó el Capitan Leon de
ir con 20 hombres ha ver si podían res-
gatar (sic) dichos franceses.
Llegaron á la costa de la Bahía, y hallaron
los mismos yndios que les
tenían que acababan de llegar con lanzas
de otra parte de la misma
costa. Luego se trató que dichos yndios
diesen los francesitos y que
les darian unos caballos y ropa. Los yndios
dixeron que lluego los darían
de muy buena gana. A este tiempo los
soldados empezaron á entrar
en los ranchitos de los yndios, y mirar
con demasiado cuidado lo que
tenian y otras cosas, que los yndios
entendieron, de donde se
originó que tubieron poca satisfaccion de
los soldados, y se recelaron
de ellos. Y estando todos juntos, despues de
entregados los muchachos
francesitos, empezaron los yndios a flechar
á los soldados, al Capitan
Leon le dieron dos flechazos en las costillas,
y como llevaba malla no le
entraron, á otros dos Soldados les hirieron
los caballos, de los yndios
murieron cuatro y dos heridos, cogieron los
francesitos y se vinieron al
Real que aguardaba en el Río de Guada-
lupe. Venimos siguiendo el
mismo camino que llevamos q[uan]do fuimos,
y quando llegamos al Rio del
Norte, hallamoslo muy crecido de manera
que en 18 días no se pudo
pasar y cuando lo pasamos fué con mucho
riesgo, y á nado, y la
corriente del río se llevó muchos trastos de
ropa, caballos, y se ahogó un
soldado que por mal nombre le lla-
maban Judas. Este entre los
soldados tenia fama de saber guardar
lo q[u]e otros tenían, y la
mañana que se ahogó volvio una calderota á un
Arriero y le dixo: Señor,
perdoname que yo te havía hurtado esta
calderota; y cuando se entró
al Rio para pasarlo dixo: Vamonos tiran-
do que será la ultima vez.
Estando en medio del Rio se fué con
caballo y todo lo que trahía,
y no pareció mas; al mismo tiempo que
se desaparecio, se levantó un
ayre tan recio que atemorizaba, y el
agua del río se volbio tan
brava, que parecía havia de salir de ma-
dre. Las cosas que noto por
particulares fueron las siguientes.
28.
La primera que el año antecedente en toda la
tierra hallabamos yndios, y
este año de 90 hasta no conocer la Bahia del
{f. 14r} 14
Espiritu Santo y ir para los
Texas, no vimos yndio alguno. Lo segundo
que dicho año todos los
soldados iban con mucha paz y orden en lo que
havían de hacer sin faltar,
ni haver falta en la caballada, y este año
de 90 los mas días havía
quien peleaba, ó los oficiales daban de cuchi-
lladas á los soldados de
manera que un d/añ/ado que llevé los más días
tenia que curar soldados, y
la cura era de vino tibio dicen es
bueno para curar cuchilladas
en la cabeza. Lo tercero q[u]e havía tanta
cuenta en la caballa{da} y
maas (sic) de la requa, que las mulas cargadas
no las echaban menos hasta
que havían menester lo que iba en las
cargas: la cuenta de los
caballos nunca los oficiales la supieron.
Lo cuarto, que el Capitan
Leon llevó un compadre el Señor Capitan
Fulano de Tal tan /.../ noble
que por el nunca faltaron cuentos y chismes,
tan caritativo que solo su
compadre Leon bebia chocolate, los demas agua
tibia, tan comedido que
madrugaba á bever chocolate, y despues con los
demas volvía á beber, tan
cuidadoso que se desvelaba, y a media no-
che iba á sacar el chocolate
de las caxas, y quizas de estos desvelos
nació el que haviendo de
dexar el Capitan Leon por orden de su Exc[elenci]a
doce arrobas de chocolate, y
otras tantas de azucar á los Religio-
sos no dexó mas que seis.
Este tal compadre es tan bien hablado que
una vez me dixo á mi: En
verdad en verdad que despues de Cortes
no ha havido otro hombre en
las yndias como mi Compadre el Señor
General Alonso de Leon. El
dicho Compadre es hombre tan piadoso
de los yndios, que de veerlos
pobres, tapados y vestidos con gamuzas
y pellejos de cíbola con todo
secreto procuraba darles la ropa que
su Exc[elenci]a invió para
ellos como son frezadillas, bayetas, paño, cuchi-
llos, pero esta limosna que
el S[eñ]or Compadre hacia á los yndios, era
quitándoles primero lo que
tenían, y dandoles uno quedaba con cua-
tro. La quinta que haviendo
algunas quexas de los yndios en que
decian que los soldados
llegaban á sus casas, el Capitan Leon nunca
trato de remediar cosa
alguna, y particularm[en]te querellandose el her-
mano de Governador de los
Texas de que le quisieron forzar la mu-
ger, dixe al Capitan Leon que
como consentia tal picardía? q[u]e seme-
jante accion con infieles á
quien ibamos a dar buen exemplo no se
consentía entre Moros, ó
Herejes? callo la boca, y no habló palabra,
quizas por no ser
descubierto.
{f. 14v}
29. Y por no tener
mas tiempo solo referiré lo mas
particular de todo y fué
estando en el pueblo de los Texas des
pues de haver repartido ropa
á los yndios y al Governador, una
tarde dixo dicho Governador
de los Texas q[u]e le diesen un pedazo
de bayeta azul p[ar]a mortaja
y enterrar á su madre q[uan]do muriese.
Yo le dixe q[u]e de paño
seria mejor, y dixo q[u]e no quería otro color
sino el azul. Preguntele
q[u]e misterio tenia el color azul? Y dixo
dicho Gobernador q[u]e ellos
querian mucho el color azul y ente-
rrarse particularm[en]te con
ropa de este color, p[o]r q[u]e en otro tiempo
los iba á ceer una muger muy
hermosa, la qual bajaba de lo
alto, y dicha muger iba
vestida de azul, y q[u]e ellos qerían ser
como dicha muger. Y
preguntandoles si havía mucho tiempo?
dixo el Governador no havia
sido en su tiempo, que su Madre q[u]e
era Vieja la havia visto y
los demas Viejos. De donde se vee
claram[en]te fue la Madre
Maria de Jesus de Agreda la qual es-
tubo en aquellas tierras
muchisimas veces, como ella misma
confesó al P[adr]e Custodio
del Nuevo Mexico, y las ultimas veces
q[u]e estubo fue el año de
1631 como consta de su misma Decla
ración, q[u]e hizo a dicho
P[adr]e Custodio del Nuevo Mexico. = Muy
de V[uestra] M[erce]d que
besa su Mano= Fray Damian Manzanet.
Copia del mismo
original q[u]e escribio el M[uy]
R[everendo] P[adre] Fray
Damián Manzanet (de quien hace memoria
el P[adr]e Fray Felix
Espinoza en su cronica del Colegio de Santa
Cruz de Queretaro) a su
Amigo Don Carlos de Singuenza y
Gongora, quien guardó esta
Carta con otros Papeles encuader-
nados en un Libro en folio.
{al margen derecho un sello:
Bibliotheque Nacionale, al centro R. Collection E. Eug. Goupil
á Paris}
{Al margen derecho un sello:
Ancienne Collection J.M.A. Aubin}