Transcripción: Brígida von Mentz
{00A}
Manuscrit Cahier de 28 pages in folio
Lettre sure le Texas adressée Á D[on] Carlos de Siguenza y Gongora
No. 167
Volume de 14 Feuillets 4 Aoút 1898
{f.1r} 1
Carta escrita a D[o]n Carlos de Siguenza y Góngora por el m[uy] R[everendo] P[adre] Fray Damian Manzanet[1] en que le da noticia de la Provin- cia de los Tejas {al margen izquierdo un sello: Collection E. Eug. Goupil á Paris. Ancienne Collection J.M,A. Aubin N. 167} {al margen izquierdo un sello: Bibliotheque Nacionale, al centro R.F.}
Muy S[eñ]or mio D[o]n Carlos de singuenza y /.../ Gongora {al margen, otra letra: 28 pag[inas]}
La Relacion q[u]e V[uestra] M[erce]d me pide del descubrimiento de la Bahia del Espiritu Santo, y Rio de los Texas es la siguiente.
El año de 1685 y 1686 dio orden el Exc[elentísi]mo S[eñ]or Virrey q[u]e era entonces el Señor Conde de Paredes Marquez de la Laguna al S[eñ]or Marquez de San Miguel de Aguayo, del qual era actual governador del Nuevo Reyno de Leon p[ar]a q[u]e despachase una compañia de soldados de a caballo p[o]r las costas del mar de Norte q[u]e esta adelante de Tam- pico dar el Rio Bravo y de la Magdalena; y dicho governador invio {sic} cinquenta hombres, y por cabo de ellos al Capitan Alonso de Leon. Dicho cabo con sus soldados viajaron a la costa del norte, y siguiendo la costa pasaron el Rio Bravo con harto trabajo. Este rio es el mismo del Paso del Nuevo Mexico, y los yndios a este mismo rio le dan diferentes nombres: p[o]r que unos lo llaman Rio Bravo, Rio Grande, y Rio Turbio. Este rio en el Nuevo Mexico nunca se supo su origen. Lo mas q[u]e llegaron a alcanzar fue q[u]e salia de la Gran Quivira. Esto decian los yndios q[u]e de la tierra adentro venian al Nuevo Mexico. 2. Bolvamos al derroto q[u]e llevó el Capitan Alonso de Leon y sus soldados. Pasado ya el Rio Bravo, llegaron a otro rio q[u]e llamaron el Rio Solo. Este al entrar á la mar, dicen hace una laguna, la qual no pudieron pasar, y se volbieron al Nuevo Rey- no de Leon sin haver tenido noticia alguna de la Bahia del Espi{ri}tu Santo{;} y menos de los franceses q[u]e estaban poblados en dicha Bahia. Dicho governador por orden de su Ex[celenci]a invio segunda vez a dicho descubrimiento de dicha Bahia, y invio dos compañias de soldados de a caballo, y fue p[o]r cabo de dichos soldados el dicho Capitan Alonso de Leon, y llegaron p[o]r segunda vez hasta el dicho Rio Solo, y sin poder pasar mas adelante, se volbieron sin traher razon alguna; y visto q[u]e en dos veces q[u]e havian bajado a la costa del mar, no havian tendio razon alguna, lo tubieron p[o]r cosa sin fundam[en]to, y asi fue, p[o]r q[u]e no hicieron mas caso, ni diligencia. A este tiempo, yo vivia en la Mision de la Caldera de la Provincia de Coahuila, a la qual havia ido ya con intencion de ver si podia descubrir y tener alguna noticia de la tierra adentro acia el Norte, y Nordeste p[o]r las noticias q[u]e tenia de una carta q[u]e para en mi poder; la
{f. 1v} qual dieron en Madrid a nuestro P[adr]e Fray Antonio Linaz, la qual carta (1) hace mencion de los q[u]e la Venerable Madre Maria de Jesus de Agreda comunico en su convento al padre custodio del Nuevo Mexico Fray Alonso de Benavides, y dice la Venerable Madre como estubo muchas veces al Nuevo Mexico y á la Gran Quivira, y que saliendo de la Gran Quivira para el oriente, estan los reynos de Ticlas, Theas, y Carburcol, y dice tambien q[u]e estos nombres no son propios de aquellos Reynos sino parecidos. Por estas noticias q[u]e yo trahía de España, y juntamente venir al ministerio de la con- version de los ynfieles, pasé y estube en las misiones de Coahuila, y sabiendo q[u]e su Exc[elenci]a hacia diligencias p[ar]a q[u]e se entrase a la tierra adentro, y se descubriese la Bahia del Espiritu Santo, y si havia franceses. Procuré con los yndios q[u]e venian de la tierra adentro de preguntarles, y saber de ellos, si sabían en donde vivian unos hombres blancos como españoles; y supe luego q[u]e los havia quien me lo dixo fue un yndio q[u]e havia poco lo havia reducido, y aunq[u]e era gentil havia reconocido en el mucha verdad. Entonces le encargué muy de veras supiese con individualidad en q[u]e paraje, y q[u]e distancia, y q[u]e gente havria, y la tierra p[ar]a ir si era an- dable. En esta ocasion llegó otro yndio de la Nacion Janos[2], y me dixo como el havia estado en las mismas casas de los franceses, y q[u]e era mucha gente, con mugeres, q[u]e tenían muchas armas, y unos arcabuces muy grandes, q[u]e eran las piezas de artille- ría, y preguntandole q[u]e si sabia bien la tierra, me dixo q[u]e si yo queria ir me llevaria sin riesgo alguno, q[u]e alla havia tambien religiosos como yo, y q[u]e ya sembraban maiz, y otras cosas.
3. A este tiempo entró p[o]r capitan del presidio de Coahuila el Capitan Alonso de Leon, el mismo q[u]e havia ido p[o]r cabo de las Compañias del Nuevo Reyno de Leon, y antes de ir a su presidio, fue á la Mision de la Caldera en donde yo vivia, y le hizo saber lo q[u]e me havia pasado con los yndios tocante al descubrimiento de la Bahia del Espiritu Santo, y procure de animarle p[ar]a q[u]e fuesemos; dixome se huviese alguna señal cierta p[ar]a avisar a su Exc[elenci]a y q[u]e viese q[u]e era cosa cierta p[ar]a poderse _______________________________________________________________ (1) Yo he visto un tanto de esta de la venerable Agreda im- presa en Mexico el año de 1747. Y despues se reimprimio el año de 1787 al fin de la vida de Fray Junipero Serra.
{f. 2r} 2 empeñar. Entonces llamé al yndio nombrado Juan capitan de la Nacion Pacpul, y le dixe q[u]e dixera lo q[u]e se atreveria hacer para ver y saber con certidumbre q[u]e havia gente blanca como españoles en la tierra adentro, y dixo q[u]e en una rancheria de yndios genti- les que estaria como 60 leguas estaba un hombre blanco de los q[u]e havia a la tierra adentro, y q[u]e si yo queria, el iria y lo sacaria para fuera de la rancheria. Luego lo despacho y p[ar]a q[u]e mejor hiciese el negocio le la ropa y caballos q[u]e tube, para q[u]e tubiese q[u]e dar a los capitanes en donde estaba dicho hombre q[u]e decia (q[u]e por las señas discurri ser frances) fue dicho capitan de la Nacion Pacpul nombrado Juan, y arrimado a la sierra del Zuert Sol, [3] que quiere decir: narizes de piedra, y en lengua de los yndios de alla le llaman A/cants/càn, que quiere decir lo mismo. Halló una junta de muchas naciones de yndios que se componian de las naciones siguientes: Mezcales, Yoricas, Chomenes, Machomenes, Sampanales, Paquachianis, Tilpayay, Apis. Esta sierra del Zacat Sol esta veinte leguas adelante del Rio Grande, q[u]e es el q[u]e viene del norte, y se llama Rio del Norte; y de la Mision de San Salvador en dicha sierra hay 60 leguas, y del de Coahuila lo mismo. Dicho yndio Juanillo halló al dicho hombre de nacion frances, y le dixo q[u]e yo lo llamaba, y lo sacó hasta otra rancheria, y dexó avisados los yndios q[u]e no tubiesen miedo, q[u]e yo queria ir a verlos; bolvio y me dixo como estaba el dicho frances, y q[u]e sin recelo alguno podiamos ir p[o]r el. Avise al capitan Alonso de Leon, y fue con doce hombres, y muy de paz, y truxeron al dicho frances rayado como los yndios, desnudo y viejo, el qual se llamaba Juan Francisco de Tal, y dice es natural de Cheblie en la Nueva Francia. A este mismo frances le remitio el Capitan Alonso de Leon a su Exc[elenci]a el S[eñ]or Conde de la Monclova, y en todas sus declaraciones siempre ha mentido.
4. Despues de haver determinado el S[eñ]or Conde de la Monclova el q[u]e se fuese al descubrimiento de la Bahia del Espi- ritu Santo, llego a este reyno p[o]r virrey el Ex[celentisi]mo S[eñ]or Conde de Galve{z}, quien con fervor ha fomentado esta causa; luego q[u]e entró en el govierno su Ex[celenci]a mandó al Capitan Alonso de Leon q[u]e prosi- guiese la jornada para la Bahia del Espiritu Santo conforme lo tenia ordenado su antecesor, y para dicha jornada salieron de los presidios de la Vizcaya quarenta hombres, y del Nuevo Reyno de Leon otros 40, formandose de toda la gente tres compañias, por cabo prin-
{f. 2v}
cipal el Capitan Alonso de Leon, por Sargento Mayor Nicolas Me- dina, Capitan de una Compañia{,} Tomas de la Garza, Capitan de otra Lorenzo de la Garza, y de la otra Alonso de Leon, Alferez Real al Capitan Francisco Martinez q[u]e antes era sargento refor- mado p[o]r haver venido de servir su plaza en Flandes.
5. Salimos de Coahuila a 26 de marzo año de 1689: fuimos hasta el Rio del Norte q[u]e en dicha Coahuila llaman Rio Grande, y nos fue guiando el dicho yndio Juanillo, y llegados a dicho Rio, invie {sic} a llamar al yndio q[u]e sabia la tierra, y havía estado con los mismos franceses, y se llama Quenis, por ser de la nacion de yndios Quenis[4]. Fuimos caminando para el Nordeste, y algunas veces quarta al leste hata llegar al Rio de N[ues]tra S[eño]ra de Guadalupe (1). Y en este paraje pregunté al dicho yndio si faltaba mucho p[ar]a llegar a las casas de los franceses, por q[u]e estando de ellos distancia en un dia y noche pudiesemos algunos adelantarnos para registrar la poblacion sin ser sentidos. Respondiome el yndio q[u]e havia de aquel rio a dicha poblacion como 15 leguas. Otro dia por la mañana me dixo el Capitan Alonso de Leon: Que hariamos p[o}r lograr saber los franceses q[u]e havria, y la prevencion en su pueblo? Huvo en esto pareceres varios, y el mio fue q[u]e supuesto llevabamos al yndio Quenis q[u]e sabia muy bien la tierra, q[u]e todos mandasemos cantar una misa en aquel Puesto aquella mañana a la Virgen S[antísi]ma de Guadalupe, y llegando con bien a las casas de los franceses, otra a S[a]n Antonio de Padua, y todos vinieron en ello con buena voluntad, y luego se cantó la de la Virgen como a las 9 de la mañana. Despues se dispuso el q[u]e guiando los dos yndios Juanillo el Pacpul y el Quenis, fueran con nosotros 25 hombres hasta llegar a reconocer el pueblo de los fran- ceses a la madrugada y q[u]e los demas soldados con las requas, sali- esen tras de nosotros, y hallando paraje bueno para parar, parasen, y q[u]e no saliesen de dicho paraje hasta q[u]e bolviesemos, o con orden del Capitan Alonso de Leon. 6. Al salir nosotros, se dio orden a los de retaguardia q[u]e viniesen largos, y con cuidado de veer si salia algun yndio, y de salir q[u]e lo cogiesen sin hacerle daño alguno, y q[u]e avisasen: despues de haver andado como cuatro leguas los de retroguardia vieron salir un yndio de un monte muy espeso y lo llamaron, y el yndio fue _______________________________________________________________ (1) Se le puso a mi veer este nombre al rio por la ymagen de N[uestr]a S[eñor]a de Guadalupe que llevaban. {Nota del copista y analista, probablemente Pichardo}
{f. 3r} 3 para ellos sin resistencia alguna, avisaronnos, y nos detuvimos; llegó el yndio, y los dos q[u]e llevabamos le preguntaron si p[o]r alla havia al- gunos hombres blancos de los q[u]e vivian mas adelante, *y dijo q[u]e los que havia mas adelante* y vivian en casas q[u]ipi no havía, p[o]r q[u]e havia algunos q[u]e los yndios de la costa los havian matado a todos, menos algunos muchachos q[u]e se havian llevado, y que el vivia en la rancheria de los yndios Em/ot/icanas, la qual rancheria dixo estaba como dos leguas del rumbo q[u]e llevaba- mos p[ar]a la Bahia del Espiritu Santo. Fuimos con el yndio a la ran- cheria q[u]e dixo, y llegamos a ella como a las tres de la tarde. Luego q[u]e los yndios nos sintieron, ganaron el monte, y nos dexaron las ranche- ria, y los perros cargados, q[u]e como huían no pudimos arrearlos aprisa. el mismo yndio q[u]e nos guiaba, entró en el monte y los lla mó; y dixo eramos amigos, y q[u]e no tubiesen miedo. Salieron algunos, y entre ellos el capitan, los quales nos abrazaban, y nos decian Techas , Techas, q[u]e quiere decir: amigos, amigos. De los primeros q[u]e salie- ron, salio un muchachon como de veinte años, el qual trahia un manto de Frayle Recoleto, y reconociendo era manto de frayle, le dimos una f/.../rasadilla, y se lo quité; y dixeron dichos yndios como havia dos dias havian pasado dos franceses con los yndios Texas. Aque- lla misma tarde pasamos adelante en pos de dichos franceses, y al meterse el sol, llegamos a la ranchería de los yndios Toxo, y Toaas, y nos dixeron q[u]e dichos franceses havian pasado con dichos Texas y q[u]e no havian querido parar con ellos aquella noche. Dormimos junto a d[i]cha rancheria, y a las ocho de la noche fueron a donde estabamos algunos yndios, y entre ellos uno vestido al modo de los franceses y llevaron algunos libros franceses, y una Biblia Sacra. Otro dia p[o]r la mañana salimos en demanda de dichos franceses p[o]r unos montes muy asperos. y como a las dos de la tarde llegamos a unos ranchitos de yndios de Nacion Emet, y preguntando p[o]r los franceses nos enseñaron un yndio, el qual acababa de llegar, y era el q[u}e los havia guiado hasta el rio de S[a]n Marcos, y queriendo pasar nos dixeron q[u]e no haviamos de poder pasar dicho rio. Diximos al yndio q[u]e los havia llevado q[u]e si queria llevarles un papel, y q[u]e si trahía respuesta, le dariamos un caballo, y q[u]e la respuesta la havia de llevar a as mismas casas en donde vivian los franceses. El Capit[a]n Francisco Martines escribio la carta en lengua francesa por saberla bien.
{f. 3v}
7. Bolvimos a donde estaba el Real, q[u]e estaba cinco le- guas adelante del Rio de Guadalupe, y hallamos havía tres dias q[u]e la caballada havia dado estampida, y despues de haver recogido mu- chos caballos, faltaban cinquenta, y p[o]r buscarlos se havia perdido un soldado, el qual estubo quatro dias perdido, y esto en este tiempo, hallo unos yndios q[u]e estaban desollando una cíbola, y a la noche lo llevaron a su rancheria, y le diron a comer carne de cibola, y lo q[u]e tubieron. Otro dia llego un yndio de la misma rancheria con un manojo de tabaco, el qual havia estado con nosotros, y hizo un gran parlam[en]to á todos los q[u]e estaban en la rancheria. Este soldado per- dido q[uan]do hallo los yndios de la cíbola, le hablaron p[o]r señas, entendio q[u]e le decian q[u]e les sacase lumbre, o el de ver la carne q[u]e tenian, lo infirió, o del miedo q[u]e tenia de verse perdido entre yndios bar- baros, derramo la polvora q[u]e llevaba en un frasco sobre el capote, y alsacar la lumbre cayó una chispa sobre la polvora, y le abraso todo un lado desde el pie hasta la cabeza. Quando los yndios supi- eron q[u]e nosotros estábamos en su tierra harian cuenta q[u]e aquel hom- bre perdido, los demas sus compañeros de fuerza lo havian de bus- car, otro dia le truxeron su caballo, y como estaba tan quemado, no se podia valer, y los mismos yndios se lo ensillaron, y lo subieron en el, y por señas le dixeron q[u]e fuese con ellos, y lo llevaron muy cerca de donde nosotros estabamos como dos tiros de arcabuz. Los yndios q[u]e lo llevaron no quisieron llegar a nosotros, sí le dixeron por se- ñas se fuese; señalandole donde estábamos nosotros, q[u]e dividia una lomita, y nosotros estábamos al pie de dicha loma, y al pie de la otra parte lo dexaron. Llegó a nosotros a las 9 horas del dia, y fue p[ar]a todos de mucho consuelo, y nos lastimó veerlo tan quemado.
8. Otro dia salimos para la poblacion de los franceses, y estando cerca de ella como tres leguas, salieron como 25 yndios: en esta ocasion el frances viejo q[u]e iba con nosotros, dio en decir q[u]e la poblacion de los franceses no estaba en donde nos llevaban los yndios q[u]e nos guia- ban, y este frances en el camino diferentes veces intentó p[o]r mano de un yndio q[u]e llevaba de la Nacion Canas, el q[u]e los dos yndios que nos gui- aban, nos dexasen, o dixesen q[u]e eramos tercos, y q[u]e no haviamos de poder pasar los rios q[u]e havia en el camino. Yo senti tanto el q[u]e se diese lugar de hablar al dicho Frances, q[u]e me enojó, y el Capitan Alonso de Leon me dixo: Padre vamos p[o]r donde quisiere. Fuimos siguiendo las dos guias, y a cosa de tres leguas llegamos a un arroyo de agua muy buena, y los dos yndios me dixeron a la orilla de este arroyo:
{f. 4r} 4
Por abajo estan las casas de los franceses, y havrá como tres leguas: entonces el viejo frances vido q[u]e no tenia remedio, y q[u]e sin falta haviamos de dar sobre la poblacion, entonces dixo: Señor ahora sí mi saber bien a bien en este chiquit rio estar las casas. Otro dia por la mañana salimos, y a tres leguas hallamos la poblacion de los fran- ceses a la orilla del arroyo q[u]e me tenian dicho los dos yndios Quenis y Juanillo el Pacpus. Llegamos como a las once del dia, hallamos sus casas no muy grandes hechas de palo, y embarradas de lodo, techadas de cueros de cibola, otra casa mas grande en donde cevaban marranos, un fuerte de madera de la armazon de un navio q[u]e se perdio; tenia el fuerte un cuarto bajo q[u]e servia de capilla para decir misa: tenia otros tres cuartos bajos: arriba tenia un alto sobre los tres cuartos q[u]e servia de almacen, y en el hallamos como seis cargas de hierro sin otros pedazos desparramados, y acero: hallamos ocho piezas y tres pedreros de fierro pequeños, las mayores seran como de seis libras de bala, las piezas y un pedrero quedaron encerrados, y dos pedreros truxo el capitan Alonso de Leon, havia mucha ruina de armas q[u]e los yndios havian quebrado, de escopetas, carabinas y alfan- jes; p[er]o no dexaron los cañones, solo se halló uno: hallamos dos cuer- pos sin enterrar, los quales enterré, y puse una cruz en la sepultura: havia muchos libros rotos y muchos marranos muertos. Tenian dichos franceses un pedazo de tierra cercado con palos en donde sembraban maíz, poca cosa un almacigo de esparragos, hallamos lindas escaro- las. Dicho puesto no tiene conveniencia alguna p[o]r tierra, por q[u]e el agua buena está muy lexos, y mas la leña, o la agua del arroyo es muy sa- lobre, tanto q[u]e en cinco dias q[u]e el Real estuvo parado enfermo toda la caballada por el agua salobre.
9. Otro dia baxamos a reconocer la Bahia del Espiritu Santo, y la costeamos hasta llegar a reconocer la entrada del mar, a la entrada tiene en medio un mogote p[o]r toda la orilla de la bahia, hay muchas lagunas q[u]e para pasarlas atazcan mucho, hay mucha zarzamora muy grande y buena, y muchas cepas q[u]e parecen viñas, no hay arbolada ni agua dulce, los yndios hacen pozos p[ar]a beber. Re- conocida la bahia nos bolvimos al Real q[u]e haviamos dexado en la poblazon, llegamos a medio dia y estubimos aquella tarde, y otro dia doblaron los varejones de hierro p[ar]a hacer tercios, y traherlo. Hallamos al yndio con la respuesta de la carta q[u]e haviamos escrito.
{f. 4v}
á los franceses, y decian q[u]e los aguardasemos q[u]e presto vendrian, q[u]e otro frances estaba muy adelante, al qual esperaban p[ar]a venir todos juntos. Al yndio se le dio el caballo q[u]e le haviamos mandado. El fuerte no quiso el Capitan Alonso de Leon q[u]e se quemase, y quedó como estaba. Otro dia salimos de buelta p[ar]a el Rio de Guadalupe, y estando á medio camino, viendo q[u]e los franceses no venian, el Capitan Alonso de Leon con veinte y cinco hombres fue á la rancheria donde esta- ban, y el Real fue a parar al Rio de Guadalupe en donde estubo aguardando tres dias. Los franceses estaban en la rancheria de los yndios Toaa con los Texas. Vinieron con el Capitan Alonso de Leon hasta el Rio de Guadalupe a donde llegaron a 2 de Mayo de 1689. Vinieron dos Franceses desnudos con una gamuza, y rayadas las caras{,} pechos y brazos como los yndios, y con ellos el governador de los Texas con ocho yndios de los suyos{.} Aquel dia y noche yo procuré todo lo po- sible agasajar a dicho gobernador, le di dos caballos, y la frazada en q[u]e yo dormia, no tuve otra cosa q[u]e poderle dar, y p[o]r uno de los france- ses q[u]e entendia en castellano, le dixe q[u]e fuesen cristianos, y q[u]e lleva sen a su tierra sacerdotes p[ar]a q[u]e los bautizasen q[u]e de otra manera no se podían salvar sus almas, y q[u]e si queria q[u]e yo iria a su tierra. Luego dixo dicho Gobernador q[u]e de muy buena gana me llevaria: Dixele q[u]e vendria p[ar]a llevar otros religiosos como yo, y q[u]e otro año p[ar]a la siembra del maiz estaría allá. Quedó dicho Governador muy contento, y yo mas, p[o]r veer el fruto q[u]e havia de hacer en tantas almas como hay en aquellas tierras, q[u]e no conocen á Dios.
10. Otro dia era dia de la Cruz 3 de mayo, despues de misa, dicho Gobernador de los Texas se fue para su tierra, y nosotros para /.../ acá. Llegamos á Coahuila, y el Capitan Alonso de Leon des- pachó los dos franceses llamado el uno Juan Arcberagne de Bayona, y el otro Santiago Grollette; y de Coahuila á Mexico el Capitan Fran[is]co Martinez; los quales su Exc[elenci]a el S[eñ]or Conde de Galve{z} mando vestir muy bien, y con las urcas los remitió a España el mismo año de 89.
11. Todas estas noticias no dexaron de causar mucha novedad y armonia asi á su Exc[elenci]a como también á los demas señores de Mexico, y sobre ello huvo diferentes juntas p[ar]a veer lo q[u]e se podia hacer y determinar, asi p[ar]a q[u]e los franceses no se apoderasen y po- blasen aquellas tierras, como tambien p[ar]a q[u]e entrasen ministro reli- giosos. A este tiempo su exc[elenci]a se sirvio de mandarme llamar, y rogó
{f. 5r} 5
a N[ues]tro P[adr]e Reverendisimo Luzuriaga ordenase mi venida. Yo vivía en la mision de San Salvador del Valle de Santiago de la provincia de Coahui- la, vine á Queretaro, y llegué á mi Colegio de la Santa Cruz á 24 de Octubre de ochenta y nueve, y el dia de los finados sali p[ar]a Mexico. Llegué al convento de San Cosme el dia 5 de noviembre, y otro dia entré en Mexico. Nuestro Padre Reverendísimo Fray Juan Capistra- no q[u]e venia de España p[ar]a Comisario General de esta Nueva España, parece q[u]e Dios nuestro S[eñ]or no quiso q[u]e nuestro padre Luzuriaga mereciese el q[u]e en su tiempo entrasen Religiosos de nuestro Padre S[a]n Francisco a los Texas, p[o]r q[u]e siempre repugnó q[u]e los religiosos de este Santo Colegio entrasen á infieles, siendo el principal instituto de este Colegio el ser Misioneros Apostolicos de misiones entre infieles y fieles. Y en ocasion de q[u]e los reverendos padres fray Juan Bautista Lazaro, y el R[everen]do P[adr]e Predicador Fray Francisco Este/.../vez entraron á la Huazteca y en Tamaulipa fundaron una mision de yndios gentiles, y ya la mision congregada de mas de trescientas familas /.../ sin muchas q[u]e se iban juntando, y los yndios muy contentos y muy asistentes á la Doc- trina Christiana, mandó el R[everendísi]mo Luzuriaga q[u]e se saliesen y dexa- sen dicha mision y yndios, sin mas motivo y razon q[u]e decir que aquellas tierras pertenecian a la custodia de Tampico, y q[u]e los ministros de aquella custodia cuidarian de aquel puesto de yndios. Los r[everend]os padres obedecieron la orden del R[everendísi]mo Luzuriaga con harto dolor en sus corazones p[o]r veer q[u]e se havian de perder aque- llos pobres gentiles q[u]e con harto trabajo havian agregado aquel pues- to y lugar. Despues se salen dichos religiosos y dexan a los yndios los padres de aquella custodia no se acordaron mas de tales yndios y puesto. Cuando los padres se despidieron de los yndios fue accion muy lastimosa, y lo q[u]e los yndios decian era p[ar]a llorar, diciendo que como los havian engañado, siendo sacerdotes, y ministros de Dios pues les havian dicho q[u]e los asistirian y enseñarian y bautizarian, y q[u]e si la vida q[u]e ellos tenian en el campo, viviendo sin ley, era mala, y con ella no se havian de salvar, q[u]e los padres tendrian la culpa pues los dexaban, y los havian engañado. Con estas y muchas razones se despidieron, y los padres llorando por veer q[u]e quedaba aquella Grey sin Pastor, y p[o]r otra parte veerse compelidos de la obediencia.
12. En otra ocasion pidiendo licencia el Prelado de este Santo Colegio al R[everendísi]mo Luzuriaga para entrar al Nuevo Mexico
{f. 5v}
y la negó y no quiso, y siempre llevó a mal el q[u]e se entrase a los ynfieles, y quando llegó la nueva de los Texas, por ser descubrimiento q[u]e hizo ruido, entonces quiso disponer muchas cosas, y que fuesen Religiosos de las Provincias. Pero Dios Nuestro Señor dispuso que quando yo llegué a Mexico, como tengo dicho, fue en tiempo de otro Comisario General, llegué a dicha Ciudad vidé á nuestro muy Reverendo, y hablamos de los Texas, le dixe como era llamado de su Exc[elenci]a y del Reverendisimo Luzuriaga, y me dixo: Vea á su Exc[elenci]a y despues nos veeremos. Vide á su Exc[elenci]a con quien hable largamente de la Bahia del Espiritu Santo y de los Texas, y desde luego dixo q[u]e fomentaria dicha ca/.../usa con todo esfuerzo. Ademas de las noticias que cuando veniamos de la Bahia del Espiritu Santo haviamos trahido, ya havia informado al Capitan Alonso de Leon que havia venido un yndio despues de haver venido nosotros, y decia q[u]e en los Texas havia diez y ocho franceses, y que havia hechas casas, que tenian ganados de cabras y obejas, y q[u]e otros havian ido a su tierra á traher mugeres y mas gente, y no yo que fin tendria el Capitan Alonso de Leon para hacer el dicho ynforme a Su Exc[elenci]a por que el yndio yo lo vidé y hablé con el antes de veer al Capitan Leon, y a mi mi dixo q[u]e venia de la Tierra adentro, y q[u]e le havian dicho en los Texas andaban seis franceses como perdidos. Se informó tambien que venian unos yndios Texas, y que llegando mas acá del Rio Obondo, otros yndios les havian salido, y q[u]e havian mata- do a dos de ellos, y que los demas se havian buelto a su tierra. Esto me parece q[u]e se lo mandaron decir al Frances Viejo q[u]e vivía en Coahuila por que por Autor de esta nueva decian lo dice Juan. Y como el dicho Juan en todas sus cosas ha mentido, mintio tam- bien entonces, por que entre los yndios no se supo tal cosa, y cuando fuimos á los Texas, ellos no supieron de tales muertos.
13. Bolbamos al intento. despues de estar yo en Mexico, y haver hablado con su Exc[elenci]a diferentes veces sobre el volver á la Bahia del Espiritu Santo, y entrar á los Texas, determinó su Exc[elenci]a llamar á Junta General, para resolver lo que se havia de hacer. Y suponiendo q[u]e el Capitan Alonso de Leon havia infor- mado que en los Texas havia Poblazon de Franceses, y que en la Bahia del Espiritu Santo se havian muerto los que havia, no se
{f. 6r} 6
sabia si havia venido alguna embarcacion Francesa para poblar en dicha Bahia, y Juntamente el motivo que havía de pedir los Texas Ministros para su tierra. Visto en la Junta General todos estos motivos, hubo diferentes pareceres, y al fin determino Su Exc[elencia] , el q[u]e se fuese otra vez a reconocer la Bahía del Espiritu Santo. An- tecedentemente ya tenia el Capitan Alonso de Leon informado á su Exc[elenci]a todo lo q[u]e era necesario para dicha Jornada, en suposi- cion que se huviese de hacer. Determino su Exc[elenci]a que el Capitan Alonso de Leon fuese por Cabo Principal y llevase 110 Soldados los 20 de los Presidios de la Viscaya los mas cercanos á Coahuila: 40 que se alistaron en Zombrerete y Zacatecas, los demas del Saltillo y Nuevo Reyno de Leon: 150 cargas de arina: 200 bacas: 400 Caballos: 50 escopetas largas: 12 quintales de polvora: 12 arro- bas de balas: y que se registrase la Bahia del Espirtu Santo, y se supiese si havian quedado algunos franceses; y de los que havia: ó si nuevamente havian venido otros: y q[u]e se quemase el fuerte de madera q[u]e tenian hecho los franceses: que el dicho Capitan Alonso de Leon desde la Bahia del Espiritu Santo avisase al Governador de los Texas si queria que entrasen en su tierra los Ministros del Santo Evangelio, como havía prometido el año ante- cedente al P[adr]e Fray Damian Manzanet, y que si queria, lleva- sen y acompañasen á los Religiosos que fuesen con todo cuidado, q[u]e se despachase mandamiento de ruego y encargo al M[uy] R[everendo] P[adr]e Comisario General para que de los Religiosos del Santo Colegio de la Cruz de Queretaro le diese al P[adr]e Fray Damian Manzanet los q[u]e fuesen de su satisfaccion: y que dicho P[adr]e viese q[u]e Religio- sos serian necesarios por entonces, y q[u]e juntamente se le diese todo lo necesario para dicha Jornada.
14. Y por hallarme presente á la dicha Junta Gene- ral, dixo que para los Texas llevaria tres Religiosos y yo cuatro, para la Mision de San Salvador q[u]e está en el camino dos, q[u]e serian seis Religiosos que inviaria al Colegio, y que si los Texas abraza- ban la fé inviaria el dicho Colegio los Religiosos necesarios. Esta fue la determinacion de la Junta General. Despues me dixo su Exc[elenci]a que hiciese una memoria de lo que era necesario para llevar, a lo qual respondi que por entonces no queria mas que vino para las misas, y un hostiario y cera, que lo demas como
{f. 6v} ornamentos y otras cosas yo lo buscaria. Se dispuso la Jornada para después de Pascua de Navidad. Luego despues de la Pascua despa- chó su Exc[elenci]a al Capitan Francisco Martinez con 20 mulas cargadas de vino, cera, y lo demás, ropa para repartir á los yndios con seis cargas de tabaco, y lo aguardé en el Colegio de la Santa Cruz de Queretaro con los Religiosos q[u]e fueron conmigo el P[adr]e Predicador Fray Miguel Fonte Cuberta, el P[adr]e Predicador Fray Francisco de Jesus Maria el P[adre]e Predicador Fray Antonio Perea, el P[adr]e Predicador Fray Francisco Hidalgo, el P[adr]e Predicador Fray Antonio Bordoy. Los que quedaron en la Mision de S[a]n Salvador fueron los Padres Fray Antonio Perea y Fray Francisco Hidalgo. Salimos de Coahuila para los Texas el tercero dia de Pascua de Resurreccion á 28 de Marzo de 1690 años.
15. Quando salimos de Coahuila no havian llegado los 20 soldados de la Vizcaya; los 40 de Zacatecas eran los mas sas- tres, zapateros, albañiles, mineros, en fin ninguno de ellos era para coger el caballo en q[u]e havia de caminar aquel dia por que asi que lo soltaban, no lo conocian mas; las sillas tan malas que no podían ser peores. De esta manera fuimos caminando por el mismo rumbo que esta expresado en el diario que se hizo de dicha Jornada. Lo que noté fue que la primera vez que fui- mos, hallamos muchos yndios en todos los rios y parajes, y esta vez llegamos a reconocer la Bahia del Espiritu Santo, y bolvimos al Rio de Guadalupe sin haver hallado un yndio en toda la tierra. Llegamos al Fuerte q[u]e havian hecho los franceses veinte hombres, los demas quedaron con las requas en el Rio de Guadalupe. No vimos señal alguna de que huviese havido franceses. Todo estaba como lo haviamos dexado el año anteceden- te. Sí havia señales de haver vivido yndios. Yo mismo pegué fuego al Fuerte, y como havia mucho aire, la madera era de la vrca (sic) que truxeron los franceses, la qual vaxo al intrar en la Bahia, y en media hora se vidó el Fuerte reducido a ceniza. Era la hora del medio dia: despues baxamos a la costa de la Bahia por todas las orillas del arroyo por donde los franceses iban y venian con sus lanchas y canoas a dicha Bahia. Y despues de haver llegado nosotros algunos soldados de los del Reyno de Leon dixeron se querina bañar para tener q[u]e contar en su tierra,
{f. 7r} 7
y decir se havian bañado en el mar; y esto es de tanta estimacion y lauro que han trahido frascos de agua de la mar{;} y despues en su tierra de Monte Rey por grande favor dexan veer y experi- mentar como es el agua del mar. La primera vez que fuimos havia un soldado en Coahuila, que era criollo de Pablillo, y su Padre de este se llamaba Fulano de Escobedo, el qual cuando supo que se trataba de ir á la Bahia del Espiritu Santo, escribio un papel al Capitan Alonso de Leon, el qual papel decia: Compadre suplico a V[uestra]M[erced] me haga favor de llevar en su compañia á mi hijo Antonio para que tenga que contar quando sea viejo. Quando dichos sol- dados se estaban bañando, vimos dentro de la Bahia dos Vultos prietos, al parecer como Boias, que aunque se discurrio si lo serian, no se hizo el reparo que despues hicieron el Capitan Alonso de Leon, y el Capitan D[o]n Gregorio Salinas, para informar á su Exc[elenci]a{;} y dichas Boias estarian de tierra como dos tiros de arcabuz, y no estaban en la boca del Rio del S[a]n Marcos, como informaron, y la boca del Rio de S[a]n Marcos no tiene media legua como di- xeron, por que quien lo dixo no lo vidó, y yo q[u]e la vide el dia de S[a]n Marcos (que por eso se llama de S[a]n Marcos) digo que tiene como un tiro de arcabuz de ancho dicha boca del Rio. Bolbimos al Real que nos aguardaba en el Rio de Guadalupe, llegamos á el, y no hallamos novedad alguna.
16. Otro dia por la mañana, salimos para los Texas y anduvimos como seis leguas. El dia siguiente no se camino: fueron algunos soldados a reconocer la tierra, y veer si parecian algunos yndios de quien poder tomar razon, y no hallaron nin- guno, ni se vieron humos. Y a los que nosotros dabamos todos los dias no respondieron nunca á ellos. Otro día por la mañana estan- do yo diciendo misa, se oyeron dos pelotazos lexos en el monte por la parte del Rio de Guadalupe. Fueron á veer quien era, y fue- ron tres soldados de los que iban de los Presidios de Vizcaya, llegaron y les preguntamos de su viaje, y nos contaron trabajos en esta forma: En el segundo día de Pascua de Resurrecion llegamos al Saltillo veinte soldados de los dos Presidios de la Vizcaya, los mas cercanos a Coahuila que son Cuéncamé, y el Gallo[5].
{f. 7v}
Y el Sargento mayor de la Vizcaya ques Juan Bautista Escovar señaló por Cabo de los diez hombres que invio á un mulato nombrado Martincho de Tal. El capitan del Presidio del Gallo que se llamaba Ogalde, Vizcayno, invió por Cabo de sus di/.../ez soldados a Jose de Salcedo Español, estando en el Saltillo Villa de Españoles, un soldado de los de Martincho tubo palabras con el Capitan Anchiondo, y el Alcalde Mayor D[o]n Alonso Ramos sobrino del S[eñ]or Presidente de Guadalaxara quiso prenderlo, y no pudo, por que dicho soldado con su compañero se salio del lugar, y se fueron donde tenian su Real, que era en la Hacienda del Capitan Nicolas de Guajardo, llegó dicho Alcalde Mayor tras de ellos, y con mucha cortesia hablo al cabo de dichos soldados, y dicho Martincho quedó de llevar el soldado otro día para hacerlo amigo con el Capitan Anchiondo. Otro día fueron, y al llegar dicho Cabo con el soldado á las Casas Reales, se ofrecio que avisaron al Al- calde Mayor para un bautismo á que estaba convidado. Dixo á los Soldados aguardense un poco ya buelvo. Y asi fue, que de vuelta se compuso la desazon entre los dichos, y quedaron amigos. Otro dia no faltó un chismoso que los hay en abundancia en aquella Villa del Saltillo, que dixo a Martincho que el Alcalde Mayor decia que el sabria castigar a los soldados de la Vizcaya, y que quando fué al bautismo los havia dexado presos en las Casas Reales. De esto se pico dicho Martincho sobre si el Alcalde Mayor podía conocer causa de los militares, y formo du- elo, llamó á quatro de sus soldados, y los llevo consigo, y les dixo que si no eran hombres, y havian de huir, no fuesen con el, al fin fueron á las Casas Reales, y dicho Martincho dexó á los cuatro Soldados á la puerta, y el se entró sin avisar á la Sala, y se puso en el aposento donde estaba dicho Alcalde Mayor con un Religioso de Coahuila, y al entrar saco la espada, y tiró una cuchillada á dicho Alcalde Mayor en que le quitó un buen pedazo de la Cabeza, y le cortó un brazo, del qual ha quedado manco, y un mulato que quiso favorecer a su Amo le dio un rebes
{f. 8r} 8
en la Espada que le partio la Cabeza, el Religioso quito la Espa- da al dicho Martincho, y á este tiempo la gente del Lugar acudían á la puerta para favorecer á dicho Alcalde Mayor, los Soldados que la guardaban no los dejaban entrar. Después por el Corral fue entrando la Gente, y sería como las 10 del día Salíase Martincho y con sus compañeros subieron á caballo, y se volvieron al Real que tenia puesto en casa de Guajardo. Toda la gente del lugar salio armados tras de ellos. Despues de muchas razo- nes, y de haverse defendido en dicha casa el dicho Martincho, se dexó prender por que el que llevaba la Comision que era Geronimo Montes de Oca, le aseguró la vida. Esto fue el jueves despues de Pascua de Resurreccion. Aquella noche le dio sentencia el mis- mo Alcalde Mayor, y el se la notificó en la cama, y fue de ser ape- loteado á usanza de guerra. Otro día viernes 21 de Marzo de 1690 años en la Plaza del Saltillo se apeloteo dicho Martincho. Esta nueva nos llevaron los soldados de la Vizcaya para dis- culpa de no haver llegado á tiempo de poder salir de Coahui- la con nosotros.
17. El dia que tengo dicho que llegaron estos soldados fueron tres, porque estos se adelantaron por el mismo rastro, y los demas fueron poco á poco arreando la ca{ba}llada que llevaban, que iba muy mala. Luego se despacharon seis soldados con una carga de arina que fueron á toparlos, y el Capi- tan Leon y yo con 15 hombres fuimos al rumbo del Norte para el Rio de S[a]n Marcos, por veer si hallábamos algunos yndios, y de dia y de noche estabamos dando tizonazos á veer si algunos nos respondían. Gastamos en esta /marisacada/ seis días sin poder hallar yndio alguno. Pasamos el Rio de S[a]n Marcos el dia de la Cruz á 3 de Mayo, y otro día ya tarde que haviamos llevado el rumbo para el Norte, como a las 5 de la tarde, ya todos cansados de caminar los siete días, vimos unos cibolas y los soldados fueron á matar para cenar aquella noche. Yo quedé con un hijo del Capitan Leon, y caminando p[ar]a el rumbo q[u]e llevabamos, y al traquido de un arcabuz, salio de un monte una yndia, y acaso miré á mano izquierda, y vide
{f. 8v}
/.../ el vulto que estaba algo distante, y no se podia distinguir si era yndio, ó algun palo, y mirando con cuidado, sí se meneaba, vide salir otro vulto mas pequeño, en que se reconocio eran yndios los dos. yo y el hijo de Leon fuimos para ellos, y despues de estar ya cerca, los llamé con el sombrero, y ellos huyeron y ganaron el monte. A este tiempo llegó el Capitan Leon y algunos Soldados, y fuimos al monte y no pudimos veer ni hallar yndio alguno. Sí hallamos unos cueros de cibola arrimados á un arbol que servían de hacer sombra, mu- cha carne de Cibola Seca y fresca, tres gallos de la tierra que esta- ban asando, lengua y ubres de Cíbola que estaban muy buenas, que parecian jamones. No se les quitó cosa alguna, antes bien les dexamos un manojo de tabaco unas navajitas, y unos listo- nes, y nos apartamos.
18. Dormimos aquella en una lomita cerca de dicho pasaje, como dos tiros de arcabuz, y los soldados con cuidado velando, como á las 9 de la noche vide atizar la lumbre que tenian, dichos yndios, y entonces dixe al Capitan Alonso de Leon, ó aquí hay muchos yndios, y por eso no tienen miedo de nosotros, ó los que hay viendo que no les hemos quitado cosa alguna, antes les have- mos dexado es buena gente, y se quieren dar de paz. Por la ma- ñana antes de salir el sol llame al yndios Quenes y le dixe: que hariamos para saber si aquellos yndios eran pocos ó muchos: si que- rian ser nuestros amigos, ó nó, y de que Nacion eran? El Quenes respondió como siempre: Padre lo que tu quisieres que haga, haré. Entonces mande á un Soldado que se quitase la malla que tenía puesta, y le mandé al Yndios Quenes que se la pusiese, y le mandé dar un caballo bueno, y le dixe, mira: si los soldados van á veer á estos yndios puede ser que tengan miedo y que se huyan{;} mexor será que tu solo bayas á reconocerlos: si sale alguno de paz á recibirte, le diras que venga, que nosotros no venimos á quitarles lo que tienen, ni hacerles mal alguno, sino que que- remos ser sus amigos, y ayudarles en todo lo que pudieremos. Al salir dicho yndio el Capitan Leon con los soldados montaron á caballo, para socorrer á dicho yndio en caso que huviese muchos yndios, y
{f. 9r} 9
que lo quisiesen matar. Llego el yndio Quenes a cerca del Puesto donde haviamos visto á los yndios, y luego salio un yndio para el, y el Quenes le aguardó y hablaron muy largamente, y le dixo al yndio por señas que es la lengua muy general, que no tubiese miedo, y que bien podia venir a nosotros, que eramos buena gente, y el yndio como vidó al Quenes rayado como él, luego creyo quanto le dixo, y vinieron juntos los dos.
19. Despues de haber hablado largamente con dicho yndio por señas, nos llevó á su ranchito, y hallamos á su muger y á un muchacho como de diez años, y no havia mas gente. Estos eran de Nacion Texas, y havían venido á matar cíbolas, y llevan la carne al Pueblo. Luego dispusimos el llevar la carne que /.../ tenian, y le encargamos que avisase á su Governador y le dixese que lo aguardabamos en el mismo paraje adonde los havia- mos hallado á ellos. A medio dia los despachamos, y nos volvimos a dormir al paraje ya referido donde haviamos hallado a dichos yndios. De este paraje al Pueblo de los Texas hay treinta leguas antes mas que menos. Otro dia por la mañana se despacharon quatro Soldados que fueron al Real para avisar, y con orden que viniesen caminando para nosotros. En aquel paraje los aguarda- mos: á este tiempo todo se havia acabado, y no comimos mas que carne asada. Otro día á la tarde como á las cinco el yndio que havia- mos despachado con su muger y el muchacho se nos aparecieron en el mismo paraje, y preguntandole como no se havia ido á su tierra? nos dixo que aquella noche se havia huido el caballo, y que la carne la havia dexado asada encima de un arbol, y que cerca de nosotros havia venido á alcanzar al caballo. Aquella noche durmieron con nosotros, y otro día por la mañana discurrimos si havrian venido otros yndios con aquel, y si el vendria de espia. Para esto se determino el q[u]e fuesen quatro soldados á reco/nocer/ rrer la tierra á lo largo como tres leguas, y viesen si havia yndios, ó algunos rastros. A distancia como de tres leguas hallaron un yndio mozo, muy grande y en un caballo bayo muy bueno. El yndio andaba buscando cibola, y aunq[u]e era solo asi q[u]e vidó los quatro soldados empezo a dar alaridos, y escaramuseando como q[u]e no tenia miedo. Los soldados solo fueron
{f. 9v}
arrimando sin sacar los arcabuces ni hacer demostracion de pelea, y por señas le dixeron viniese con ellos, y lo truxeron, y le dimos de lo que tenia- mos, y le diximos si queria irle á avisar al Governador de los Texas le dariamos un caballo. El otro yndios q[u]e antes haviamos despachado asi que vido que havia otro que iba á avisar, dixo que le diesen un caballo bueno que el iria, y dexaria á la muger y al muchacho que los cuidasemos hasta que el bolviese con el Gobernador: luego lo despacha- mos con advertencia que por donde viniesen diesen tizonazos, y que nosotros responderiamos con la misma seña.
20. Despues de quatro dias llegó el Real al rio de San Marcos, y toparon con los yndios de la Rancheria Emat too toaa, y otras, y dixeron dichos yndios, que arriba estaban otros yndios, y con ellos dos franceses. Leon con unos soldados quedó, y invió á lla- marlos, y vinieron, el uno se llamaba Pedro Muñi criollo de la ciu- dad de París, y el otro Pedro Tulon criollo de la Nueva Francia. Estos tenian sus escopetas, una talega de polvora, y balas, mas de 20 rea- les sencillos de plata moneda castellana, 80 doblones de oro de á cuatro moneda de Francia los doblones. Luego de una mano á otra se bol- vieron 39. Estos dos franceses el uno tendria como 20 años que era el Pedro Muñi, el otro Pedro Tulon /.../ tendria como once o doce años. Llegó el Real á nosotros y otro dia el Capitan Leon con los Franceses, y llego tambien á aquel paraje un yndio que sabia muy bien el ca- mino para los Texas, el qual nos fue guiando, hasta que topamos al Governador de los Texas con catorce o quince yndios de los suyos, y /.../ el yndio que haviamos despachado para que avisase al dicho Gobernador. Eran quando los topamos como las diez del dia, y fue en un arroyo en que se estaban bañando, y por el mucho monte no nos vieron hasta estar con ellos. Así que dicho Governador me vidó, y se vino y me abrasó, nos sentamos á parlar por señas que es la lengua mas general por allá, y dicho Governador sacó un costalito de tabaco molido del que ellos siembran, y otro costalito de maiz de pinole muy bueno y blanco: y pasamos mas adelante a dormir, y aquella noche se dio forma de vestir a dicho Governador para q[u]e entrase vestido á su pueblo, y que viese su gente haciamos mucha estimacion de el. A los tres dias entramos en su pueblo, y fue lunes 22
{f. 10r} 10
de Mayo del año 1690. El día que llegamos, llovio mucho, y aquel año havia llovido poco, y los maices tenian ya mucha nesecidad {sic} de agua, y en once dias que estubimos todos los dias llovio muchísimo: la tarde del dia que llegamos estaba el Governador /.../ en la tienda con nosotros, y una India Vieja le llevo para su comer una olla grande de frixoles guisados con nueces molidas y tamales. Aquella tarde nos dixo dicho Governador que dormiria con nosotros en la tienda, y otro día nos llevaría á su casa. Despues ya tarde el Capitan Leon le dixo que fuesen á su casa, que el queria llevar unas naguas y otras cosas de ropa para su muger, y dicho Governador le dixo que no, que otro día iria, y con todo eso á pura fuerza lo llevo á su casa.
21. Otro día nos dixo dicho Governador nos queria llevar a su casa, y q[u]e en ella podiamos vivir, q[u]e para todos havia conveniencia. Despues de comer tratamos los religiosos el modo q[u]e ha- víamos de tener para ir a veer la casa del dicho Governador y si havi- amos de quedar en ella. Yo fui de pareser q[u]e los cuatro Religiosos que eramos, fuesemos con nuestros baules q[u]e tenian C/.../ruz con San- tos Cristos cantando la Letania de N[ues]tra Señora, y un Donado q[u]e llevábamos, llevando por delante un lienzo de la Virgen Santisima á modo de estandarte con su hasta. De esta manera salimos del paraje de donde haviamos parado para la casa del Governador. Y fue esta acción tan piadosa que aunque havia llovido mucho, y por donde havíamos de pasar, havia mucha agua en la mayor par- te del camino tanta que daba á media pierna, pero con tanto fervor q[u]e no se sintió. A este exemplar se enfervorisaron algunos soldados q[u]e iban á pie por dentro del agua con tanto gusto y fervor q[u]e no podían reprimir las lagrimas de gozo y alegría: y en particular de los que se esmeraron sin reparar en agua ni lodo fueron el Capi- tan Francisco Martinez, Capitan D[o]n Gregorio Salinas, y otros: los demas como 20 soldados iban á caballo, y el Capitan Alonso de Leon con ellos, y nos llevaban en el medio. Llegamos á la casa del Governa- dor en donde havía muchos yndios y yndias y muchachos. Acaba- mos la Letanía arrodillados y bendecimos la casa. Luego el dicho Governador vino á bezar el habito, y los demas yndios.
22. Luego nos hizo entrar á veer su casa. La casa es de palos y zacate, de alto tendrá como 20 varas redonda, sin venta-
{f. 10v}[6]
nas, no hay mas luz q[u]e la que entra por la puerta: la puerta es como la de un aposento como los de por acá: en medio de la casa está la lumbre que no se apaga de dia ni de noche: sobre la puerta de la parte de adentro esta un altillo de morillos muy bien puestos, al rededor de la mitad de la casa por la parte de adentro estan diez camas: estas se componen de un tapescle de otates sobre cuatro orcones; sobre el tapescle ponen cueros de cibola en q[u]e duermen: de la cabezera y de los pies de la cama sube otro tapescle que hace como un arco que aforrado de un petate de otate muy pintado hace al modo de alcoba muy preciosa: la otra mitad de la casa que no tiene camas, estan unos estantes como de dos varas de alto, y sobre ellos unos canastos de otate muy grandes y redondos en q[u]e ponen maíz, nueces, bellotas, frixoles, una hilera de ollas muy grandes de barro como tinajas, y estas solo sirven para el atole. Cuando hay alguna funcion que se junta mucha gente, seis morteros de palo en que muelen el maíz quando llueve, y cuando no llueve muelen afuera en el patio: y luego nos sacaron á cada uno un banquito de palo muy bien hecho: afuera en el patio, despues de vista la casa, nos sentamos por estar el patio muy alegre y fresco, y nos sacaron para merendar unos tamales, como ellos los hacen, nueces, pinole de maiz, muy bien hecho, y una ca- zuela grande de maiz guizado con frixoles y nueces molidas. Vide despues afuera del patio enfrente de la puerta de la casa del Governador otra casa larga, y en ella no ví gente, pregunté que q[uie]n vivia en ella, o p[ar]a q[u]e era aquella, y me dixeron q[u]e en aquella casa se hospedaban los Capitanes q[uan]do dicho Governador los llamaba p[ar]a alguna Junta; á otro lado vidé otra casa mas pequeña y sin gente, y pregunté lo mismo, y me dixeron q[u]e en aquella casa mas pequeña se hospedaban los pajes de los Capitanes por q[u]e es ley q[u]e cada Capi- tan lleve su paje, cuando dicho Gobernador hace Junta de capita- nes al modo que oservan: asi q[u]e llegan se hospedan en dicha casa, y á cada uno le ponen un petate grande de otate muy pintado, en que duermen, y á la cabezera una petaca de otate muy pintada, y cuando se buelben cada uno lleva su petate y petaquilla. El tiempo
{f. 11r} 11
que estan para la Junta el Governador les da de comer hasta que los despacha. La orden que hay para el servicio de la casa del Governa- dor, es, cada ocho días entrar de servicio diez yndias: estas yndias al salir el sol, llegan todos los dias cargadas de leña, barren el patio y la casa, acarrean algua de un arroyo algo distante, por ser buena, y aunque el río esta cerca, no es la agua tan buena como la del arroyo. Muelen maiz para el atole, tamales, y pinole: á la noche se vá cada una a dormir á su casa, y por la ma- ñana buelven. En casa del Governador vide un banquito de palo enfrente de la lumbre, y me dixeron los yndios, que no me sentase en el por que havia de morir: y quise saber que misterio tenía, y dixeron que nadie se sentaba en aquel banquito sino el Governador su Señor de /,,,/ ellos.
23. En orden a quedar á vivir los Religiosos en casa de dicho Governador no me parecio bien por los muchos yndios e yndias que á todas horas entraban y salian: Al Gover- nador le dixe por el frances con buenas razones que estaba su casa muy buena, y que estimaba mucho quisiese tener á los Reli- giosos en su compañía, y que supuesto haviamos de hacer casa p[ar]a decir misa, fuera bueno hacer tambien vivienda para vivir los Religiosos, por que era fuerza viviesen junto á la yglesia. Enton- ces dixo dicho Governador que la hariamos en la parte mas conve- niente, que nos enseñaria el pueblo /.../ y en donde yo quisiese la hariamos. Quedamos en que otro día veriamos el Pueblo, para veer q[u]e puesto sería mejor para la yglesia y vivienda de los religiosos. Otro día fuimos con dicho Governador, y nos llevó al paraje que havian escogido los franceses (estos fueron los q[u]e hallaron los Españoles entre los yndios, y por consiguiente los que quedaron vivos de la comitiva de la Salle, pero su intento no era poblar para Francia, sino ra- dicarse allí hasta que el tiempo les ordenase otra cosa) para poblarse, el qual está á la orilla del Rio, muy alegre, y muy buen sitio q[u]e p[o]r estar apartados de los yndios no hicimos allá el conv[en]to en dicho Puesto. Nos enseñaron dos cuerpos difuntos de franceses q[u]e ambos á dos se mataron a carabinazos. En todo este día no hallamos puesto á mi gusto. Otro día p[o]r la mañana sali con el Capitan Alonso de Leon
{f. 11v}
no muy lexos de donde estabamos, y halle un lindo pueblo junto al arroyo, linda madera, arboles de ciruela, como la de España. Y luego aquel dia mismo fueron á cortar madera, y á acarrearla. y dentro de tres días se hizo vivienda capaz, y yglesia p[ar]a decír misa con mucha decencia: pusimos delante de la iglesia una cruz muy alta de palo labrada. El día de Corpus se cantó la misa: y antes de la misa se hizo procesion con el S[antísi]mo Sacramento descubierto. De los yndios se juntó multitud de gente por que el dia antes les avisamos: á los soldados se les dio licencia de que disparasen los tiros q[u]e pudiesen en la procesion, y al alsar, y acabar la misa. Y quiso la Magestad Divina q[u]e en aquella soledad tubimos un dia tan grande y de gran consuelo por poder tener descubierto el S[antísi]mo Sacramento, y hacer procesion como se estila entre los Católicos Cristianos. Acabada la misa, se enarboló el Estandarte Real q[u]e en una parte tenia un S[an]to Cristo, y en otra a la Virgen de Guadalupe en nombre de su Mag[esta]d se hizo Salva Real, y cantamos el Te Deum laudamus en hacim[ien]to de gracias.
24. Estos yndios Texas han tenido siempre un Yndio Viejo que entre ellos era el Ministro, y el que ofrecia á Dios las ofrendas. El modo que tenían, era que cosa de /.../ comer no la probaban sin que primero llevasen parte de ello á su Ministro para ofrecerla: de lo que sembraban como el maiz, frixoles, sandias, calabazas y la carne que trahian de cíbola. Tenía este Ministro casa señalada para los sacrificios, y en ella se entraba con mucha veneracion, y particularmente estando ofreciendo alguna cosa, nunca ofrecieron a ydolos, solo á aquel que decian era el q[u]e todo lo puede, y de él dependen todas las cosas, que es conocer una pri- mera causa, y á este Ministro le tienen muchísimo respeto, asi los Capitanes, como el mismo Governador: y para q[u]e viniese á me- nos, y no se enojase, invio {sic} el Governador a sus Capitanes para q[u]e lo festejasen, y lo truxesen: fueron y lo festejaron tres dias y tres noches con danzas y cantos á su usanza. Y despues vinieron con el y llega- ron á medio dia en ocasion que ya queriamos comer, y por veer sus ceremonias, dixo que lo aguardasemos para que comiese con nosotros en la mesa. Venia muy de espacio {sic}, y con mucha gravedad, y con
{f. 12r} 12
muchisimo acompañamiento de yndios yndias y muchachos. Llegó muy sereno y circumspecto, y le dixo el Governador asi q[u]e llegó á nosotros que nos bezase el habito, y lo bezó, y luego nos sentamos á comer, y dixo el Governador lo sentase á su lado, y dicho Ministro el primer bocado q[u]e tomó hizo en lugar de bendicion el tirar a fue- ra del plato en forma de Cruz, ó como quien señala los cuatro vientos ó partes principales del mundo. Despues de comer le di- mos ropa para el y su muger, y quedó muy contento. Despues nos dixo un yndio que estaba en los Texas que era de adelante de Coahuila, hablaba en Mexicano que dicho Ministro de los Texas les havía dicho á todos los Capitanes y demas Texas: Yá ahora vosotros no hareis caso de mi por que estos Ministros que han venido, son verdaderos Ministros de Arjimat Caddi, que en su lengua quiere decir Gran Capitan, y este nombre daba á Dios, por que como entre ellos no hay mas nobleza y grandeza q[u]e la de Capitan, por eso aquel que ellos juzgaban que era grande sobre todas las cosas, le llamaban Gran Capitan, y el Governador p[ar]a distin- guirlo del nombre de Capitan, p[o]r haver otros que lo son, le llaman Dezsa, q[u]e quiere decir Gran Señor, y Superior á todos los demas.
25. Acabada la yglesia y la vivienda en donde se havian de quedar los Ministros, se pasó todo lo que se havia de que- dar á los Religiosos, y el dia primero de Junio y Octava de Corpus por la mañana, se bendixo la yglesia, y se cantó la misa, y despues se cantó el Te Deum laudamus en accion de gracias, y los soldados hicieron la Salva Real. La iglesia y pueblo se dedicó á N[ues]tro S[an]to P[adr]e San Francisco. Despues de comer, aquel mismo día salio el Real para acá; yo me quedé hasta otro día q[u]e vine á alcanzarlos en el camino. La noche antes de salir yo de allá llamé al Governador y le dixe que mirase que los Padres que quedaban el les havia de cuidar, y procurar que su gente les tubiese respeto, y asistiesen á la Doctrina Cristiana, que los Padres no les havian de de {sic} pedir ni quitar cosa alguna; antes en todo lo que pudiesen les ayudarían. Y respondio dicho Governador: Yo cuidaré á los Padres de manera q[u]e cuando tu buelvas no tendran queja alguna que darte de mi, y con todo seguro estan y pueden quedar: Despues le dixe: que
{f. 12v}
me holgaria que su hermano y otros de sus parientes viniesen con migo para que viesen nuestra Tierra, y llevar muchas cosas para ellos, y que N[ues]tro Gran Capitan el Señor Virrey los deseaba veer y los queria mucho, y luego me dixo que su hermano y otros dos parientes y un sobrino suyo vendrian conmigo, y con adver- tencia que me dixo: estos que llevas no consientas que nadie los mande nada, ni que los hagan trabajar, de donde se vee que entre ellos hay nobleza y se distinguen los Nobles de la Gente ordinaria.
26. Desde que llegamos al Pueblo de los Texas, hasta que salimos, advertí algunas cosas, y experimente algunos hombres de los que iban tan al revez de lo que havian parecido en el camino que no les conocia despues de haver llegado a dicho Pueblo, por que entendieron algunos havian de quedar p[o]r Reyes de los Texas, sin acordarse de la orden que su Exc[elenci]a havia dado p[ar]a dicha Jornada, en que mandaba al Capitan Alonso de Leon fuese por Cabo Principal á reconocer si en aquella tierra havia franceses, y que llevase los Religiosos que iban en compañia del P[adr]e Fray Damian Manzanet, y que si los Texas pedían Ministros, y querian bautizarse, quedasen los Religiosos, y si dichos Texas se daban p[o]r muy amigos, y no se recelaba de ellos daño alguno que no quedasen muchos soldados, y que de no tener mucha satisfaccion de dichos Texas quedasen los soldados que fuesen necesarios con consulta, y consentimiento del P[adr]e Fray Damian Manzanet. Nunca fue menes- ter dexar Soldados en los Texas, para resguardo de los Religiosos, p[o]r q[u]e desde que entramos nos recibieron con tanto amor y cariño que no sabían que hacer con nosotros. Y con todo eso el Capitan Alonso de Leon tenia dispuesto el dexar cincuenta hombres, y p[o]r cabo de ellos al Capitan Nicolas Prieto un hombre Viejo, desnudo, y para nada. Llegó el caso y me dixo dicho capitan Leon á solas su intento, y le respondí:V[uestra] M[erce]d ha de estar á las ordenes de Su Ex[celenci]a y esto q[u]e me dice si es consulta no ha de ser privadamente entre los dos{;} llame V[uestr]a M[erce]d á sus Capitanes y delante de los Religiosos y de ellos propondrá V[uestr]a M[erce]d lo que tiene que consultar. Mucho sintio dicho Leon esta respuesta,
{f. 13r} 13
porque la pasion no le havia dexado abrir los ojos. Lamó á los Capi- tanes, y yo a los Religosos, y dicho Capitan Alonso de Leon dixo que tenía pensado el dexar cuarenta, ó cincuenta soldados con un Cabo para resguardo de los Religosos, y que por mandarle su Ex[celenci]a que si havian de quedar soldados fuesen á satisfaccion mia, por eso lo consultaba: á ello respondí que no havia necesidad alguna de dexar soldados por estar la gente muy de paz y ami- gable, que para lo que se les podía ofrecer á los Religiosos, pedía tres soldados y á mi satisfaccion, y que si su Merced queria dexar mas, que los dexase muy en hora buena, pero que no sería con parecer mio, ni queria yo se quedasen mas que los tres. Quedó dicho Leon muy confuso por lo que tenía adelantado y discurrido con el Capitan Nicolas Prieto su compadre que era el que havia de quedar p[ar]a Cabo de los 40, ó 50 Soldados. Al fin quedaron los tres solda- dos que pedí voluntarios y muy contentos que fueron de los de Zacatecas. A dichos soldados les dexó dicho Leon 9 caballos de los del Rey, escopetas, un barril de polvora y balas: para los Religiosos quedaron 26 cargas de arina, 20 bacas, 2 yuntas de bueyes, arados con rejas, hachas y azadones y algunas cositas necesarias.
27. El segundo dia de Junio salimos del pueblo, los Religiosos salieron con nosotros hasta fuera del pueblo en donde nos despedimos con hartas lagrimas de gusto y alegría, no por que ellos sentian el quedar; antes se daban muchas gracias á Dios de haver merecido tal dicha y quedar con tan santo empleo como es el de la conversion de las almas de los Gentiles. Llegamos al rio de la Santisima Trinidad á tres de Junio y hallamos dicho Río muy crecido, que nos detuvo 7 dias sin poderlo pasar; en este tiempo el hermano del Governador enfermó y se retiró á su pueblo. A los 8 días hicieron una balza de palos en que pasaron las cargas, ropa y todo lo que venía, y la caballada la echaron á pasar á nado, y se ahoga- ron algunos caballos. Venimos caminando por el mismo camino que llevamos cuando fuimos hasta la ranchería de los yndios Emat too toaa, Canas y otros que havía: y en dicha rancheria tubimos razon como los yndios de la costa tenían algunos franceses cautivos,
{f. 13v}
y dixo el Capitan de dicha Ranchería que aunque ellos tenían gue- rra con dichos yndios de la Costa, que havía un yndio de los suyos q[u]e se comunicaba con ellos, y que si querían ir{,} dicho yndio los guiaría. Determinó el Capitan Leon de ir con 20 hombres ha ver si podían res- gatar (sic) dichos franceses. Llegaron á la costa de la Bahía, y hallaron los mismos yndios que les tenían que acababan de llegar con lanzas de otra parte de la misma costa. Luego se trató que dichos yndios diesen los francesitos y que les darian unos caballos y ropa. Los yndios dixeron que lluego los darían de muy buena gana. A este tiempo los soldados empezaron á entrar en los ranchitos de los yndios, y mirar con demasiado cuidado lo que tenian y otras cosas, que los yndios entendieron, de donde se originó que tubieron poca satisfaccion de los soldados, y se recelaron de ellos. Y estando todos juntos, despues de entregados los muchachos francesitos, empezaron los yndios a flechar á los soldados, al Capitan Leon le dieron dos flechazos en las costillas, y como llevaba malla no le entraron, á otros dos Soldados les hirieron los caballos, de los yndios murieron cuatro y dos heridos, cogieron los francesitos y se vinieron al Real que aguardaba en el Río de Guada- lupe. Venimos siguiendo el mismo camino que llevamos q[uan]do fuimos, y quando llegamos al Rio del Norte, hallamoslo muy crecido de manera que en 18 días no se pudo pasar y cuando lo pasamos fué con mucho riesgo, y á nado, y la corriente del río se llevó muchos trastos de ropa, caballos, y se ahogó un soldado que por mal nombre le lla- maban Judas. Este entre los soldados tenia fama de saber guardar lo q[u]e otros tenían, y la mañana que se ahogó volvio una calderota á un Arriero y le dixo: Señor, perdoname que yo te havía hurtado esta calderota; y cuando se entró al Rio para pasarlo dixo: Vamonos tiran- do que será la ultima vez. Estando en medio del Rio se fué con caballo y todo lo que trahía, y no pareció mas; al mismo tiempo que se desaparecio, se levantó un ayre tan recio que atemorizaba, y el agua del río se volbio tan brava, que parecía havia de salir de ma- dre. Las cosas que noto por particulares fueron las siguientes. 28. La primera que el año antecedente en toda la tierra hallabamos yndios, y este año de 90 hasta no conocer la Bahia del
{f. 14r} 14
Espiritu Santo y ir para los Texas, no vimos yndio alguno. Lo segundo que dicho año todos los soldados iban con mucha paz y orden en lo que havían de hacer sin faltar, ni haver falta en la caballada, y este año de 90 los mas días havía quien peleaba, ó los oficiales daban de cuchi- lladas á los soldados de manera que un d/añ/ado que llevé los más días tenia que curar soldados, y la cura era de vino tibio dicen es bueno para curar cuchilladas en la cabeza. Lo tercero q[u]e havía tanta cuenta en la caballa{da} y maas (sic) de la requa, que las mulas cargadas no las echaban menos hasta que havían menester lo que iba en las cargas: la cuenta de los caballos nunca los oficiales la supieron. Lo cuarto, que el Capitan Leon llevó un compadre el Señor Capitan Fulano de Tal tan /.../ noble que por el nunca faltaron cuentos y chismes, tan caritativo que solo su compadre Leon bebia chocolate, los demas agua tibia, tan comedido que madrugaba á bever chocolate, y despues con los demas volvía á beber, tan cuidadoso que se desvelaba, y a media no- che iba á sacar el chocolate de las caxas, y quizas de estos desvelos nació el que haviendo de dexar el Capitan Leon por orden de su Exc[elenci]a doce arrobas de chocolate, y otras tantas de azucar á los Religio- sos no dexó mas que seis. Este tal compadre es tan bien hablado que una vez me dixo á mi: En verdad en verdad que despues de Cortes no ha havido otro hombre en las yndias como mi Compadre el Señor General Alonso de Leon. El dicho Compadre es hombre tan piadoso de los yndios, que de veerlos pobres, tapados y vestidos con gamuzas y pellejos de cíbola con todo secreto procuraba darles la ropa que su Exc[elenci]a invió para ellos como son frezadillas, bayetas, paño, cuchi- llos, pero esta limosna que el S[eñ]or Compadre hacia á los yndios, era quitándoles primero lo que tenían, y dandoles uno quedaba con cua- tro. La quinta que haviendo algunas quexas de los yndios en que decian que los soldados llegaban á sus casas, el Capitan Leon nunca trato de remediar cosa alguna, y particularm[en]te querellandose el her- mano de Governador de los Texas de que le quisieron forzar la mu- ger, dixe al Capitan Leon que como consentia tal picardía? q[u]e seme- jante accion con infieles á quien ibamos a dar buen exemplo no se consentía entre Moros, ó Herejes? callo la boca, y no habló palabra, quizas por no ser descubierto.
{f. 14v}
29. Y por no tener mas tiempo solo referiré lo mas particular de todo y fué estando en el pueblo de los Texas des pues de haver repartido ropa á los yndios y al Governador, una tarde dixo dicho Governador de los Texas q[u]e le diesen un pedazo de bayeta azul p[ar]a mortaja y enterrar á su madre q[uan]do muriese. Yo le dixe q[u]e de paño seria mejor, y dixo q[u]e no quería otro color sino el azul. Preguntele q[u]e misterio tenia el color azul? Y dixo dicho Gobernador q[u]e ellos querian mucho el color azul y ente- rrarse particularm[en]te con ropa de este color, p[o]r q[u]e en otro tiempo los iba á ceer una muger muy hermosa, la qual bajaba de lo alto, y dicha muger iba vestida de azul, y q[u]e ellos qerían ser como dicha muger. Y preguntandoles si havía mucho tiempo? dixo el Governador no havia sido en su tiempo, que su Madre q[u]e era Vieja la havia visto y los demas Viejos. De donde se vee claram[en]te fue la Madre Maria de Jesus de Agreda la qual es- tubo en aquellas tierras muchisimas veces, como ella misma confesó al P[adr]e Custodio del Nuevo Mexico, y las ultimas veces q[u]e estubo fue el año de 1631 como consta de su misma Decla ración, q[u]e hizo a dicho P[adr]e Custodio del Nuevo Mexico. = Muy de V[uestra] M[erce]d que besa su Mano= Fray Damian Manzanet.[7] Copia del mismo original q[u]e escribio el M[uy] R[everendo] P[adre] Fray Damián Manzanet (de quien hace memoria el P[adr]e Fray Felix Espinoza en su cronica del Colegio de Santa Cruz de Queretaro) a su Amigo Don Carlos de Singuenza y Gongora, quien guardó esta Carta con otros Papeles encuader- nados en un Libro en folio. {al margen derecho un sello: Bibliotheque Nacionale, al centro R. Collection E. Eug. Goupil á Paris} {Al margen derecho un sello: Ancienne Collection J.M.A. Aubin}
[1] El nombre correcto del fraile es Damián Mazanet o Massanet, pero los amanuences con frecuencia lo copian y escriben con errores. [2] Lectura dudosa. [3] Los subrayados son del original. [4] Lectura dudosa. Podría tratarse de los indios “Guenis” o “Janos”. [5] El contenido de la siguiente foja 7v, siguiendo el microfilm de la BNF, corresponde a la 10v. [6] El contenido de la foja 10v del microfilm de la BNF, corresponde a la foja 7v. Esta paleografía siguió el orden del contenido del documento y no el orden del microfilm. [7] El nombre correcto del fraile era Damián Mazanet, pero muchos amanuences lo escriben como Manzanet. |