BNF167cartasinguenza

 

Transcripción:

Brígida von Mentz

 

 

{00A}

 

Manuscrit

Cahier de 28 pages

in folio

 

Lettre sure le Texas adressée

Á D[on] Carlos de Siguenza y Gongora

 

 

No. 167

 

 

Volume de 14 Feuillets

4 Aoút 1898

 

 


 

{f.1r} 1

 

Carta escrita a D[o]n Carlos de Siguenza y Góngora por el

m[uy] R[everendo] P[adre] Fray Damian Manzanet[1] en que le da noticia de la Provin-

cia de los Tejas

{al margen izquierdo un sello: Collection E. Eug. Goupil á Paris. Ancienne Collection J.M,A. Aubin N. 167}

{al margen izquierdo un sello: Bibliotheque Nacionale, al centro R.F.}

 

Muy S[eñ]or mio D[o]n Carlos de singuenza y /.../ Gongora {al margen, otra letra: 28 pag[inas]}

 

La Relacion q[u]e V[uestra] M[erce]d me pide del descubrimiento de la

Bahia del Espiritu Santo, y Rio de los Texas es la siguiente.

 

El año de 1685 y 1686 dio orden el Exc[elentísi]mo S[eñ]or Virrey

q[u]e era entonces el Señor Conde de Paredes Marquez de la Laguna al

S[eñ]or Marquez de San Miguel de Aguayo, del qual era actual governador

del Nuevo Reyno de Leon p[ar]a q[u]e despachase una compañia de soldados

de a caballo p[o]r las costas del mar de Norte q[u]e esta adelante de Tam-

pico dar el Rio Bravo y de la Magdalena; y dicho governador invio {sic}

cinquenta hombres, y por cabo de ellos al Capitan Alonso de Leon. Dicho

cabo con sus soldados viajaron a la costa del norte, y siguiendo la

costa pasaron el Rio Bravo con harto trabajo. Este rio es el mismo del

Paso del Nuevo Mexico, y los yndios a este mismo rio le dan diferentes

nombres: p[o]r que unos lo llaman Rio Bravo, Rio Grande, y Rio Turbio.

Este rio en el Nuevo Mexico nunca se supo su origen. Lo mas q[u]e

llegaron a alcanzar fue q[u]e salia de la Gran Quivira. Esto decian

los yndios q[u]e de la tierra adentro venian al Nuevo Mexico.

2. Bolvamos al derroto q[u]e llevó el Capitan Alonso

de Leon y sus soldados. Pasado ya el Rio Bravo, llegaron a otro rio

q[u]e llamaron el Rio Solo. Este al entrar á la mar, dicen hace una

laguna, la qual no pudieron pasar, y se volbieron al Nuevo Rey-

no de Leon sin haver tenido noticia alguna de la Bahia del Espi{ri}tu

Santo{;} y menos de los franceses q[u]e estaban poblados en dicha Bahia.

Dicho governador por orden de su Ex[celenci]a invio segunda vez a dicho

descubrimiento de dicha Bahia, y invio dos compañias de soldados

de a caballo, y fue p[o]r cabo de dichos soldados el dicho Capitan

Alonso de Leon, y llegaron p[o]r segunda vez hasta el dicho Rio

Solo, y sin poder pasar mas adelante, se volbieron sin traher razon

alguna; y visto q[u]e en dos veces q[u]e havian bajado a la costa del mar,

no havian tendio razon alguna, lo tubieron p[o]r cosa sin fundam[en]to,

y asi fue, p[o]r q[u]e no hicieron mas caso, ni diligencia. A este tiempo,

yo vivia en la Mision de la Caldera de la Provincia de Coahuila,

a la qual havia ido ya con intencion de ver si podia descubrir y

tener alguna noticia de la tierra adentro acia el Norte, y Nordeste

p[o]r las noticias q[u]e tenia de una carta q[u]e para en mi poder; la

 

{f. 1v}

qual dieron en Madrid a nuestro P[adr]e Fray Antonio Linaz, la qual

carta (1) hace mencion de los q[u]e la Venerable Madre Maria de Jesus

de Agreda comunico en su convento al padre custodio del Nuevo

Mexico Fray Alonso de Benavides, y dice la Venerable Madre como

estubo muchas veces al Nuevo Mexico y á la Gran Quivira, y que

saliendo de la Gran Quivira para el oriente, estan los reynos de

Ticlas, Theas, y Carburcol, y dice tambien q[u]e estos nombres no son

propios de aquellos Reynos sino parecidos. Por estas noticias q[u]e yo

trahía de España, y juntamente venir al ministerio de la con-

version de los ynfieles, pasé y estube en las misiones de Coahuila,

y sabiendo q[u]e su Exc[elenci]a hacia diligencias p[ar]a q[u]e se entrase a la

tierra adentro, y se descubriese la Bahia del Espiritu Santo,

y si havia franceses. Procuré con los yndios q[u]e venian de la tierra

adentro de preguntarles, y saber de ellos, si sabían en donde vivian

unos hombres blancos como españoles; y supe luego q[u]e los havia

quien me lo dixo fue un yndio q[u]e havia poco lo havia reducido,

y aunq[u]e era gentil havia reconocido en el mucha verdad. Entonces

le encargué muy de veras supiese con individualidad en q[u]e paraje,

y q[u]e distancia, y q[u]e gente havria, y la tierra p[ar]a ir si era an-

dable. En esta ocasion llegó otro yndio de la Nacion Janos[2], y me

dixo como el havia estado en las mismas casas de los franceses,

y q[u]e era mucha gente, con mugeres, q[u]e tenían muchas armas,

y unos arcabuces muy grandes, q[u]e eran las piezas de artille-

ría, y preguntandole q[u]e si sabia bien la tierra, me dixo q[u]e si yo

queria ir me llevaria sin riesgo alguno, q[u]e alla havia tambien

religiosos como yo, y q[u]e ya sembraban maiz, y otras cosas.

 

3. A este tiempo entró p[o]r capitan del presidio

de Coahuila el Capitan Alonso de Leon, el mismo q[u]e havia ido

p[o]r cabo de las Compañias del Nuevo Reyno de Leon, y antes de ir

a su presidio, fue á la Mision de la Caldera en donde yo vivia, y le

hizo saber lo q[u]e me havia pasado con los yndios tocante al

descubrimiento de la Bahia del Espiritu Santo, y procure de

animarle p[ar]a q[u]e fuesemos; dixome se huviese alguna señal

cierta p[ar]a avisar a su Exc[elenci]a y q[u]e viese q[u]e era cosa cierta p[ar]a poderse

_______________________________________________________________

(1) Yo he visto un tanto de esta de la venerable Agreda im-

presa en Mexico el año de 1747. Y despues se reimprimio el

año de 1787 al fin de la vida de Fray Junipero Serra.


{f. 2r} 2

empeñar. Entonces llamé al yndio nombrado Juan capitan de la

Nacion Pacpul, y le dixe q[u]e dixera lo q[u]e se atreveria hacer para

ver y saber con certidumbre q[u]e havia gente blanca como españoles

en la tierra adentro, y dixo q[u]e en una rancheria de yndios genti-

les que estaria como 60 leguas estaba un hombre blanco de los

q[u]e havia a la tierra adentro, y q[u]e si yo queria, el iria y lo sacaria

para fuera de la rancheria. Luego lo despacho y p[ar]a q[u]e mejor

hiciese el negocio le la ropa y caballos q[u]e tube, para q[u]e tubiese

q[u]e dar a los capitanes en donde estaba dicho hombre q[u]e decia

(q[u]e por las señas discurri ser frances) fue dicho capitan de la Nacion

Pacpul nombrado Juan, y arrimado a la sierra del Zuert Sol, [3] que

quiere decir: narizes de piedra, y en lengua de los yndios de alla le

llaman A/cants/càn, que quiere decir lo mismo. Halló una junta

de muchas naciones de yndios que se componian de las naciones

siguientes: Mezcales, Yoricas, Chomenes, Machomenes, Sampanales,

Paquachianis, Tilpayay, Apis. Esta sierra del Zacat Sol esta veinte

leguas adelante del Rio Grande, q[u]e es el q[u]e viene del norte, y se llama

Rio del Norte; y de la Mision de San Salvador en dicha sierra hay

60 leguas, y del de Coahuila lo mismo. Dicho yndio Juanillo halló al

dicho hombre de nacion frances, y le dixo q[u]e yo lo llamaba, y lo sacó

hasta otra rancheria, y dexó avisados los yndios q[u]e no tubiesen

miedo, q[u]e yo queria ir a verlos; bolvio y me dixo como estaba el

dicho frances, y q[u]e sin recelo alguno podiamos ir p[o]r el. Avise al

capitan Alonso de Leon, y fue con doce hombres, y muy de paz, y

truxeron al dicho frances rayado como los yndios, desnudo y viejo,

el qual se llamaba Juan Francisco de Tal, y dice es natural de

Cheblie en la Nueva Francia. A este mismo frances le remitio el

Capitan Alonso de Leon a su Exc[elenci]a el S[eñ]or Conde de la Monclova, y en

todas sus declaraciones siempre ha mentido.

 

4. Despues de haver determinado el S[eñ]or Conde de

la Monclova el q[u]e se fuese al descubrimiento de la Bahia del Espi-

ritu Santo, llego a este reyno p[o]r virrey el Ex[celentisi]mo S[eñ]or Conde de

Galve{z}, quien con fervor ha fomentado esta causa; luego q[u]e entró

en el govierno su Ex[celenci]a mandó al Capitan Alonso de Leon q[u]e prosi-

guiese la jornada para la Bahia del Espiritu Santo conforme lo

tenia ordenado su antecesor, y para dicha jornada salieron de los

presidios de la Vizcaya quarenta hombres, y del Nuevo Reyno de Leon

otros 40, formandose de toda la gente tres compañias, por cabo prin-


 

{f. 2v}

 

cipal el Capitan Alonso de Leon, por Sargento Mayor Nicolas Me-

dina, Capitan de una Compañia{,} Tomas de la Garza, Capitan de

otra Lorenzo de la Garza, y de la otra Alonso de Leon, Alferez

Real al Capitan Francisco Martinez q[u]e antes era sargento refor-

mado p[o]r haver venido de servir su plaza en Flandes.

 

5. Salimos de Coahuila a 26 de marzo año de

1689: fuimos hasta el Rio del Norte q[u]e en dicha Coahuila llaman

Rio Grande, y nos fue guiando el dicho yndio Juanillo, y llegados

a dicho Rio, invie {sic} a llamar al yndio q[u]e sabia la tierra, y havía

estado con los mismos franceses, y se llama Quenis, por ser de la

nacion de yndios Quenis[4]. Fuimos caminando para el Nordeste, y

algunas veces quarta al leste hata llegar al Rio de N[ues]tra S[eño]ra de

Guadalupe (1). Y en este paraje pregunté al dicho yndio si faltaba

mucho p[ar]a llegar a las casas de los franceses, por q[u]e estando de ellos

distancia en un dia y noche pudiesemos algunos adelantarnos

para registrar la poblacion sin ser sentidos. Respondiome el yndio

q[u]e havia de aquel rio a dicha poblacion como 15 leguas. Otro dia por

la mañana me dixo el Capitan Alonso de Leon: Que hariamos p[o}r lograr

saber los franceses q[u]e havria, y la prevencion en su pueblo? Huvo en

esto pareceres varios, y el mio fue q[u]e supuesto llevabamos al yndio Quenis

q[u]e sabia muy bien la tierra, q[u]e todos mandasemos cantar una misa

en aquel Puesto aquella mañana a la Virgen S[antísi]ma de Guadalupe,

y llegando con bien a las casas de los franceses, otra a S[a]n Antonio

de Padua, y todos vinieron en ello con buena voluntad, y luego se

cantó la de la Virgen como a las 9 de la mañana. Despues se dispuso

el q[u]e guiando los dos yndios Juanillo el Pacpul y el Quenis, fueran

con nosotros 25 hombres hasta llegar a reconocer el pueblo de los fran-

ceses a la madrugada y q[u]e los demas soldados con las requas, sali-

esen tras de nosotros, y hallando paraje bueno para parar, parasen,

y q[u]e no saliesen de dicho paraje hasta q[u]e bolviesemos, o con orden del

Capitan Alonso de Leon.

6. Al salir nosotros, se dio orden a los de retaguardia

q[u]e viniesen largos, y con cuidado de veer si salia algun yndio, y de

salir q[u]e lo cogiesen sin hacerle daño alguno, y q[u]e avisasen: despues de

haver andado como cuatro leguas los de retroguardia vieron salir

un yndio de un monte muy espeso y lo llamaron, y el yndio fue

_______________________________________________________________

(1) Se le puso a mi veer este nombre al rio por la ymagen

de N[uestr]a S[eñor]a de Guadalupe que llevaban. {Nota del copista y analista, probablemente Pichardo}


 

{f. 3r} 3

para ellos sin resistencia alguna, avisaronnos, y nos detuvimos; llegó

el yndio, y los dos q[u]e llevabamos le preguntaron si p[o]r alla havia al-

gunos hombres blancos de los q[u]e vivian mas adelante,

*y dijo q[u]e los que havia mas adelante* y vivian en

casas q[u]ipi no havía, p[o]r q[u]e havia algunos q[u]e los yndios de la costa

los havian matado a todos, menos algunos muchachos q[u]e se havian

llevado, y que el vivia en la rancheria de los yndios Em/ot/icanas, la

qual rancheria dixo estaba como dos leguas del rumbo q[u]e llevaba-

mos p[ar]a la Bahia del Espiritu Santo. Fuimos con el yndio a la ran-

cheria q[u]e dixo, y llegamos a ella como a las tres de la tarde. Luego q[u]e

los yndios nos sintieron, ganaron el monte, y nos dexaron las ranche-

ria, y los perros cargados, q[u]e como huían no pudimos arrearlos

aprisa. el mismo yndio q[u]e nos guiaba, entró en el monte y los lla

mó; y dixo eramos amigos, y q[u]e no tubiesen miedo. Salieron algunos,

y entre ellos el capitan, los quales nos abrazaban, y nos decian Techas ,

Techas, q[u]e quiere decir: amigos, amigos. De los primeros q[u]e salie-

ron, salio un muchachon como de veinte años, el qual trahia un

manto de Frayle Recoleto, y reconociendo era manto de frayle, le

dimos una f/.../rasadilla, y se lo quité; y dixeron dichos yndios como

havia dos dias havian pasado dos franceses con los yndios Texas. Aque-

lla misma tarde pasamos adelante en pos de dichos franceses, y al

meterse el sol, llegamos a la ranchería de los yndios Toxo, y Toaas,

y nos dixeron q[u]e dichos franceses havian pasado con dichos Texas

y q[u]e no havian querido parar con ellos aquella noche. Dormimos

junto a d[i]cha rancheria, y a las ocho de la noche fueron a donde

estabamos algunos yndios, y entre ellos uno vestido al modo de los

franceses y llevaron algunos libros franceses, y una Biblia Sacra.

Otro dia p[o]r la mañana salimos en demanda de dichos franceses p[o]r

unos montes muy asperos. y como a las dos de la tarde llegamos

a unos ranchitos de yndios de Nacion Emet, y preguntando p[o]r los

franceses nos enseñaron un yndio, el qual acababa de llegar, y era

el q[u}e los havia guiado hasta el rio de S[a]n Marcos, y queriendo pasar

nos dixeron q[u]e no haviamos de poder pasar dicho rio. Diximos al

yndio q[u]e los havia llevado q[u]e si queria llevarles un papel, y q[u]e si

trahía respuesta, le dariamos un caballo, y q[u]e la respuesta la havia

de llevar a as mismas casas en donde vivian los franceses. El Capit[a]n

Francisco Martines escribio la carta en lengua francesa por

saberla bien.

 

{f. 3v}

 

7. Bolvimos a donde estaba el Real, q[u]e estaba cinco le-

guas adelante del Rio de Guadalupe, y hallamos havía tres dias q[u]e

la caballada havia dado estampida, y despues de haver recogido mu-

chos caballos, faltaban cinquenta, y p[o]r buscarlos se havia perdido

un soldado, el qual estubo quatro dias perdido, y esto en este tiempo,

hallo unos yndios q[u]e estaban desollando una cíbola, y a la noche lo

llevaron a su rancheria, y le diron a comer carne de cibola, y lo q[u]e

tubieron. Otro dia llego un yndio de la misma rancheria con un

manojo de tabaco, el qual havia estado con nosotros, y hizo un gran

parlam[en]to á todos los q[u]e estaban en la rancheria. Este soldado per-

dido q[uan]do hallo los yndios de la cíbola, le hablaron p[o]r señas, entendio

q[u]e le decian q[u]e les sacase lumbre, o el de ver la carne q[u]e tenian,

lo infirió, o del miedo q[u]e tenia de verse perdido entre yndios bar-

baros, derramo la polvora q[u]e llevaba en un frasco sobre el capote,

y alsacar la lumbre cayó una chispa sobre la polvora, y le abraso

todo un lado desde el pie hasta la cabeza. Quando los yndios supi-

eron q[u]e nosotros estábamos en su tierra harian cuenta q[u]e aquel hom-

bre perdido, los demas sus compañeros de fuerza lo havian de bus-

car, otro dia le truxeron su caballo, y como estaba tan quemado, no

se podia valer, y los mismos yndios se lo ensillaron, y lo subieron en el,

y por señas le dixeron q[u]e fuese con ellos, y lo llevaron muy cerca

de donde nosotros estabamos como dos tiros de arcabuz. Los yndios

q[u]e lo llevaron no quisieron llegar a nosotros, sí le dixeron por se-

ñas se fuese; señalandole donde estábamos nosotros, q[u]e dividia

una lomita, y nosotros estábamos al pie de dicha loma, y al pie

de la otra parte lo dexaron. Llegó a nosotros a las 9 horas del dia,

y fue p[ar]a todos de mucho consuelo, y nos lastimó veerlo tan quemado.

 

8. Otro dia salimos para la poblacion de los franceses,

y estando cerca de ella como tres leguas, salieron como 25 yndios: en

esta ocasion el frances viejo q[u]e iba con nosotros, dio en decir q[u]e la poblacion

de los franceses no estaba en donde nos llevaban los yndios q[u]e nos guia-

ban, y este frances en el camino diferentes veces intentó p[o]r mano de

un yndio q[u]e llevaba de la Nacion Canas, el q[u]e los dos yndios que nos gui-

aban, nos dexasen, o dixesen q[u]e eramos tercos, y q[u]e no haviamos de

poder pasar los rios q[u]e havia en el camino. Yo senti tanto el q[u]e se diese

lugar de hablar al dicho Frances, q[u]e me enojó, y el Capitan Alonso

de Leon me dixo: Padre vamos p[o]r donde quisiere. Fuimos siguiendo

las dos guias, y a cosa de tres leguas llegamos a un arroyo de agua

muy buena, y los dos yndios me dixeron a la orilla de este arroyo:

{f. 4r} 4

Por abajo estan las casas de los franceses, y havrá como tres leguas:

entonces el viejo frances vido q[u]e no tenia remedio, y q[u]e sin falta

haviamos de dar sobre la poblacion, entonces dixo: Señor ahora sí

mi saber bien a bien en este chiquit rio estar las casas. Otro dia por

la mañana salimos, y a tres leguas hallamos la poblacion de los fran-

ceses a la orilla del arroyo q[u]e me tenian dicho los dos yndios Quenis

y Juanillo el Pacpus. Llegamos como a las once del dia, hallamos sus

casas no muy grandes hechas de palo, y embarradas de lodo, techadas

de cueros de cibola, otra casa mas grande en donde cevaban marranos,

un fuerte de madera de la armazon de un navio q[u]e se perdio; tenia

el fuerte un cuarto bajo q[u]e servia de capilla para decir misa:

tenia otros tres cuartos bajos: arriba tenia un alto sobre los tres cuartos

q[u]e servia de almacen, y en el hallamos como seis cargas de hierro

sin otros pedazos desparramados, y acero: hallamos ocho piezas y

tres pedreros de fierro pequeños, las mayores seran como de seis

libras de bala, las piezas y un pedrero quedaron encerrados, y dos

pedreros truxo el capitan Alonso de Leon, havia mucha ruina de

armas q[u]e los yndios havian quebrado, de escopetas, carabinas y alfan-

jes; p[er]o no dexaron los cañones, solo se halló uno: hallamos dos cuer-

pos sin enterrar, los quales enterré, y puse una cruz en la sepultura:

havia muchos libros rotos y muchos marranos muertos. Tenian dichos

franceses un pedazo de tierra cercado con palos en donde sembraban

maíz, poca cosa un almacigo de esparragos, hallamos lindas escaro-

las. Dicho puesto no tiene conveniencia alguna p[o]r tierra, por q[u]e el agua

buena está muy lexos, y mas la leña, o la agua del arroyo es muy sa-

lobre, tanto q[u]e en cinco dias q[u]e el Real estuvo parado enfermo toda

la caballada por el agua salobre.

 

9. Otro dia baxamos a reconocer la Bahia del Espiritu

Santo, y la costeamos hasta llegar a reconocer la entrada del mar,

a la entrada tiene en medio un mogote p[o]r toda la orilla de la bahia,

hay muchas lagunas q[u]e para pasarlas atazcan mucho, hay mucha

zarzamora muy grande y buena, y muchas cepas q[u]e parecen viñas,

no hay arbolada ni agua dulce, los yndios hacen pozos p[ar]a beber. Re-

conocida la bahia nos bolvimos al Real q[u]e haviamos dexado en la

poblazon, llegamos a medio dia y estubimos aquella tarde, y

otro dia doblaron los varejones de hierro p[ar]a hacer tercios, y traherlo.

Hallamos al yndio con la respuesta de la carta q[u]e haviamos escrito.

 

{f. 4v}

 

á los franceses, y decian q[u]e los aguardasemos q[u]e presto vendrian, q[u]e otro

frances estaba muy adelante, al qual esperaban p[ar]a venir todos juntos.

Al yndio se le dio el caballo q[u]e le haviamos mandado. El fuerte no

quiso el Capitan Alonso de Leon q[u]e se quemase, y quedó como estaba.

Otro dia salimos de buelta p[ar]a el Rio de Guadalupe, y estando á

medio camino, viendo q[u]e los franceses no venian, el Capitan Alonso

de Leon con veinte y cinco hombres fue á la rancheria donde esta-

ban, y el Real fue a parar al Rio de Guadalupe en donde estubo

aguardando tres dias. Los franceses estaban en la rancheria de los

yndios Toaa con los Texas. Vinieron con el Capitan Alonso de Leon

hasta el Rio de Guadalupe a donde llegaron a 2 de Mayo de 1689.

Vinieron dos Franceses desnudos con una gamuza, y rayadas las

caras{,} pechos y brazos como los yndios, y con ellos el governador de los Texas

con ocho yndios de los suyos{.} Aquel dia y noche yo procuré todo lo po-

sible agasajar a dicho gobernador, le di dos caballos, y la frazada en q[u]e

yo dormia, no tuve otra cosa q[u]e poderle dar, y p[o]r uno de los france-

ses q[u]e entendia en castellano, le dixe q[u]e fuesen cristianos, y q[u]e lleva

sen a su tierra sacerdotes p[ar]a q[u]e los bautizasen q[u]e de otra manera no

se podían salvar sus almas, y q[u]e si queria q[u]e yo iria a su tierra.

Luego dixo dicho Gobernador q[u]e de muy buena gana me llevaria:

Dixele q[u]e vendria p[ar]a llevar otros religiosos como yo, y q[u]e otro año

p[ar]a la siembra del maiz estaría allá. Quedó dicho Governador muy

contento, y yo mas, p[o]r veer el fruto q[u]e havia de hacer en tantas almas

como hay en aquellas tierras, q[u]e no conocen á Dios.

 

10. Otro dia era dia de la Cruz 3 de mayo, despues de

misa, dicho Gobernador de los Texas se fue para su tierra, y nosotros

para /.../ acá. Llegamos á Coahuila, y el Capitan Alonso de Leon des-

pachó los dos franceses llamado el uno Juan Arcberagne de Bayona,

y el otro Santiago Grollette; y de Coahuila á Mexico el Capitan Fran[is]co

Martinez; los quales su Exc[elenci]a el S[eñ]or Conde de Galve{z} mando vestir muy bien,

y con las urcas los remitió a España el mismo año de 89.

 

11. Todas estas noticias no dexaron de causar mucha

novedad y armonia asi á su Exc[elenci]a como también á los demas señores de

Mexico, y sobre ello huvo diferentes juntas p[ar]a veer lo q[u]e se podia

hacer y determinar, asi p[ar]a q[u]e los franceses no se apoderasen y po-

blasen aquellas tierras, como tambien p[ar]a q[u]e entrasen ministro reli-

giosos. A este tiempo su exc[elenci]a se sirvio de mandarme llamar, y rogó

{f. 5r} 5

 

a N[ues]tro P[adr]e Reverendisimo Luzuriaga ordenase mi venida. Yo vivía en

la mision de San Salvador del Valle de Santiago de la provincia de Coahui-

la, vine á Queretaro, y llegué á mi Colegio de la Santa Cruz á 24 de

Octubre de ochenta y nueve, y el dia de los finados sali p[ar]a Mexico.

Llegué al convento de San Cosme el dia 5 de noviembre, y otro dia

entré en Mexico. Nuestro Padre Reverendísimo Fray Juan Capistra-

no q[u]e venia de España p[ar]a Comisario General de esta Nueva España,

parece q[u]e Dios nuestro S[eñ]or no quiso q[u]e nuestro padre Luzuriaga

mereciese el q[u]e en su tiempo entrasen Religiosos de nuestro Padre

S[a]n Francisco a los Texas, p[o]r q[u]e siempre repugnó q[u]e los religiosos

de este Santo Colegio entrasen á infieles, siendo el principal instituto

de este Colegio el ser Misioneros Apostolicos de misiones entre infieles y

fieles. Y en ocasion de q[u]e los reverendos padres fray Juan Bautista

Lazaro, y el R[everen]do P[adr]e Predicador Fray Francisco Este/.../vez entraron á la

Huazteca y en Tamaulipa fundaron una mision de yndios gentiles, y ya

la mision congregada de mas de trescientas familas /.../ sin muchas q[u]e se

iban juntando, y los yndios muy contentos y muy asistentes á la Doc-

trina Christiana, mandó el R[everendísi]mo Luzuriaga q[u]e se saliesen y dexa-

sen dicha mision y yndios, sin mas motivo y razon q[u]e decir que

aquellas tierras pertenecian a la custodia de Tampico, y q[u]e los

ministros de aquella custodia cuidarian de aquel puesto de yndios.

Los r[everend]os padres obedecieron la orden del R[everendísi]mo Luzuriaga con

harto dolor en sus corazones p[o]r veer q[u]e se havian de perder aque-

llos pobres gentiles q[u]e con harto trabajo havian agregado aquel pues-

to y lugar. Despues se salen dichos religiosos y dexan a los yndios

los padres de aquella custodia no se acordaron mas de tales yndios

y puesto. Cuando los padres se despidieron de los yndios fue accion

muy lastimosa, y lo q[u]e los yndios decian era p[ar]a llorar, diciendo que

como los havian engañado, siendo sacerdotes, y ministros de Dios

pues les havian dicho q[u]e los asistirian y enseñarian y bautizarian,

y q[u]e si la vida q[u]e ellos tenian en el campo, viviendo sin ley, era mala,

y con ella no se havian de salvar, q[u]e los padres tendrian la culpa pues

los dexaban, y los havian engañado. Con estas y muchas razones

se despidieron, y los padres llorando por veer q[u]e quedaba aquella

Grey sin Pastor, y p[o]r otra parte veerse compelidos de la obediencia.

 

12. En otra ocasion pidiendo licencia el Prelado de

este Santo Colegio al R[everendísi]mo Luzuriaga para entrar al Nuevo Mexico

 

{f. 5v}

 

y la negó y no quiso, y siempre llevó a mal el q[u]e se entrase a los

ynfieles, y quando llegó la nueva de los Texas, por ser descubrimiento

q[u]e hizo ruido, entonces quiso disponer muchas cosas, y que fuesen

Religiosos de las Provincias. Pero Dios Nuestro Señor dispuso que

quando yo llegué a Mexico, como tengo dicho, fue en tiempo de

otro Comisario General, llegué a dicha Ciudad vidé á nuestro muy

Reverendo, y hablamos de los Texas, le dixe como era llamado de su

Exc[elenci]a y del Reverendisimo Luzuriaga, y me dixo: Vea á su Exc[elenci]a

y despues nos veeremos. Vide á su Exc[elenci]a con quien hable largamente

de la Bahia del Espiritu Santo y de los Texas, y desde luego dixo q[u]e

fomentaria dicha ca/.../usa con todo esfuerzo. Ademas de las noticias que

cuando veniamos de la Bahia del Espiritu Santo haviamos trahido,

ya havia informado al Capitan Alonso de Leon que havia venido

un yndio despues de haver venido nosotros, y decia q[u]e en los Texas

havia diez y ocho franceses, y que havia hechas casas, que tenian

ganados de cabras y obejas, y q[u]e otros havian ido a su tierra á

traher mugeres y mas gente, y no yo que fin tendria el Capitan

Alonso de Leon para hacer el dicho ynforme a Su Exc[elenci]a por que

el yndio yo lo vidé y hablé con el antes de veer al Capitan Leon,

y a mi mi dixo q[u]e venia de la Tierra adentro, y q[u]e le havian

dicho en los Texas andaban seis franceses como perdidos. Se informó

tambien que venian unos yndios Texas, y que llegando mas acá

del Rio Obondo, otros yndios les havian salido, y q[u]e havian mata-

do a dos de ellos, y que los demas se havian buelto a su tierra.

Esto me parece q[u]e se lo mandaron decir al Frances Viejo q[u]e vivía

en Coahuila por que por Autor de esta nueva decian lo dice Juan.

Y como el dicho Juan en todas sus cosas ha mentido, mintio tam-

bien entonces, por que entre los yndios no se supo tal cosa, y cuando

fuimos á los Texas, ellos no supieron de tales muertos.

 

13. Bolbamos al intento. despues de estar yo en

Mexico, y haver hablado con su Exc[elenci]a diferentes veces sobre el

volver á la Bahia del Espiritu Santo, y entrar á los Texas, determinó

su Exc[elenci]a llamar á Junta General, para resolver lo que se havia

de hacer. Y suponiendo q[u]e el Capitan Alonso de Leon havia infor-

mado que en los Texas havia Poblazon de Franceses, y que en la

Bahia del Espiritu Santo se havian muerto los que havia, no se

{f. 6r} 6

 

sabia si havia venido alguna embarcacion Francesa para poblar

en dicha Bahia, y Juntamente el motivo que havía de pedir los

Texas Ministros para su tierra. Visto en la Junta General todos

estos motivos, hubo diferentes pareceres, y al fin determino Su Exc[elencia] ,

el q[u]e se fuese otra vez a reconocer la Bahía del Espiritu Santo. An-

tecedentemente ya tenia el Capitan Alonso de Leon informado á

su Exc[elenci]a todo lo q[u]e era necesario para dicha Jornada, en suposi-

cion que se huviese de hacer. Determino su Exc[elenci]a que el Capitan

Alonso de Leon fuese por Cabo Principal y llevase 110 Soldados los 20

de los Presidios de la Viscaya los mas cercanos á Coahuila: 40 que

se alistaron en Zombrerete y Zacatecas, los demas del Saltillo

y Nuevo Reyno de Leon: 150 cargas de arina: 200 bacas: 400

Caballos: 50 escopetas largas: 12 quintales de polvora: 12 arro-

bas de balas: y que se registrase la Bahia del Espirtu Santo,

y se supiese si havian quedado algunos franceses; y de los que

havia: ó si nuevamente havian venido otros: y q[u]e se quemase el

fuerte de madera q[u]e tenian hecho los franceses: que el dicho

Capitan Alonso de Leon desde la Bahia del Espiritu Santo avisase

al Governador de los Texas si queria que entrasen en su tierra los

Ministros del Santo Evangelio, como havía prometido el año ante-

cedente al P[adr]e Fray Damian Manzanet, y que si queria, lleva-

sen y acompañasen á los Religiosos que fuesen con todo cuidado,

q[u]e se despachase mandamiento de ruego y encargo al M[uy] R[everendo]

P[adr]e Comisario General para que de los Religiosos del Santo Colegio

de la Cruz de Queretaro le diese al P[adr]e Fray Damian Manzanet

los q[u]e fuesen de su satisfaccion: y que dicho P[adr]e viese q[u]e Religio-

sos serian necesarios por entonces, y q[u]e juntamente se le diese

todo lo necesario para dicha Jornada.

 

14. Y por hallarme presente á la dicha Junta Gene-

ral, dixo que para los Texas llevaria tres Religiosos y yo cuatro,

para la Mision de San Salvador q[u]e está en el camino dos, q[u]e serian

seis Religiosos que inviaria al Colegio, y que si los Texas abraza-

ban la fé inviaria el dicho Colegio los Religiosos necesarios.

Esta fue la determinacion de la Junta General. Despues me

dixo su Exc[elenci]a que hiciese una memoria de lo que era necesario

para llevar, a lo qual respondi que por entonces no queria mas

que vino para las misas, y un hostiario y cera, que lo demas como

 

{f. 6v}

ornamentos y otras cosas yo lo buscaria. Se dispuso la Jornada para

después de Pascua de Navidad. Luego despues de la Pascua despa-

chó su Exc[elenci]a al Capitan Francisco Martinez con 20 mulas cargadas

de vino, cera, y lo demás, ropa para repartir á los yndios con seis

cargas de tabaco, y lo aguardé en el Colegio de la Santa Cruz de

Queretaro con los Religiosos q[u]e fueron conmigo el P[adr]e Predicador Fray

Miguel Fonte Cuberta, el P[adr]e Predicador Fray Francisco de Jesus Maria

el P[adre]e Predicador Fray Antonio Perea, el P[adr]e Predicador Fray Francisco

Hidalgo, el P[adr]e Predicador Fray Antonio Bordoy. Los que quedaron

en la Mision de S[a]n Salvador fueron los Padres Fray Antonio Perea

y Fray Francisco Hidalgo. Salimos de Coahuila para los Texas el

tercero dia de Pascua de Resurreccion á 28 de Marzo de 1690 años.

 

15. Quando salimos de Coahuila no havian llegado

los 20 soldados de la Vizcaya; los 40 de Zacatecas eran los mas sas-

tres, zapateros, albañiles, mineros, en fin ninguno de ellos era

para coger el caballo en q[u]e havia de caminar aquel dia por que

asi que lo soltaban, no lo conocian mas; las sillas tan malas que

no podían ser peores. De esta manera fuimos caminando por

el mismo rumbo que esta expresado en el diario que se hizo

de dicha Jornada. Lo que noté fue que la primera vez que fui-

mos, hallamos muchos yndios en todos los rios y parajes, y esta

vez llegamos a reconocer la Bahia del Espiritu Santo, y bolvimos

al Rio de Guadalupe sin haver hallado un yndio en toda la

tierra. Llegamos al Fuerte q[u]e havian hecho los franceses veinte

hombres, los demas quedaron con las requas en el Rio de

Guadalupe. No vimos señal alguna de que huviese havido

franceses. Todo estaba como lo haviamos dexado el año anteceden-

te. Sí havia señales de haver vivido yndios. Yo mismo pegué

fuego al Fuerte, y como havia mucho aire, la madera era de la

vrca (sic) que truxeron los franceses, la qual vaxo al intrar en la Bahia,

y en media hora se vidó el Fuerte reducido a ceniza. Era la hora

del medio dia: despues baxamos a la costa de la Bahia por

todas las orillas del arroyo por donde los franceses iban y venian

con sus lanchas y canoas a dicha Bahia. Y despues de haver

llegado nosotros algunos soldados de los del Reyno de Leon

dixeron se querina bañar para tener q[u]e contar en su tierra,

{f. 7r} 7

y decir se havian bañado en el mar; y esto es de tanta estimacion

y lauro que han trahido frascos de agua de la mar{;} y despues

en su tierra de Monte Rey por grande favor dexan veer y experi-

mentar como es el agua del mar. La primera vez que fuimos

havia un soldado en Coahuila, que era criollo de Pablillo, y su Padre

de este se llamaba Fulano de Escobedo, el qual cuando supo que

se trataba de ir á la Bahia del Espiritu Santo, escribio un papel

al Capitan Alonso de Leon, el qual papel decia: Compadre suplico

a V[uestra]M[erced] me haga favor de llevar en su compañia á mi hijo Antonio

para que tenga que contar quando sea viejo. Quando dichos sol-

dados se estaban bañando, vimos dentro de la Bahia dos Vultos

prietos, al parecer como Boias, que aunque se discurrio si lo serian,

no se hizo el reparo que despues hicieron el Capitan Alonso de

Leon, y el Capitan D[o]n Gregorio Salinas, para informar á su Exc[elenci]a{;}

y dichas Boias estarian de tierra como dos tiros de arcabuz, y

no estaban en la boca del Rio del S[a]n Marcos, como informaron,

y la boca del Rio de S[a]n Marcos no tiene media legua como di-

xeron, por que quien lo dixo no lo vidó, y yo q[u]e la vide el dia de

S[a]n Marcos (que por eso se llama de S[a]n Marcos) digo que tiene como

un tiro de arcabuz de ancho dicha boca del Rio. Bolbimos al Real

que nos aguardaba en el Rio de Guadalupe, llegamos á el, y no

hallamos novedad alguna.

 

16. Otro dia por la mañana, salimos para los

Texas y anduvimos como seis leguas. El dia siguiente no se camino:

fueron algunos soldados a reconocer la tierra, y veer si parecian

algunos yndios de quien poder tomar razon, y no hallaron nin-

guno, ni se vieron humos. Y a los que nosotros dabamos todos los

dias no respondieron nunca á ellos. Otro día por la mañana estan-

do yo diciendo misa, se oyeron dos pelotazos lexos en el monte por

la parte del Rio de Guadalupe. Fueron á veer quien era, y fue-

ron tres soldados de los que iban de los Presidios de Vizcaya,

llegaron y les preguntamos de su viaje, y nos contaron trabajos

en esta forma: En el segundo día de Pascua de Resurrecion

llegamos al Saltillo veinte soldados de los dos Presidios de la

Vizcaya, los mas cercanos a Coahuila que son Cuéncamé, y el Gallo[5].

 

{f. 7v}

 

Y el Sargento mayor de la Vizcaya ques Juan Bautista Escovar

señaló por Cabo de los diez hombres que invio á un mulato

nombrado Martincho de Tal. El capitan del Presidio del Gallo

que se llamaba Ogalde, Vizcayno, invió por Cabo de sus di/.../ez

soldados a Jose de Salcedo Español, estando en el Saltillo Villa

de Españoles, un soldado de los de Martincho tubo palabras

con el Capitan Anchiondo, y el Alcalde Mayor D[o]n Alonso

Ramos sobrino del S[eñ]or Presidente de Guadalaxara quiso

prenderlo, y no pudo, por que dicho soldado con su compañero

se salio del lugar, y se fueron donde tenian su Real, que

era en la Hacienda del Capitan Nicolas de Guajardo, llegó

dicho Alcalde Mayor tras de ellos, y con mucha cortesia

hablo al cabo de dichos soldados, y dicho Martincho quedó

de llevar el soldado otro día para hacerlo amigo con el

Capitan Anchiondo. Otro día fueron, y al llegar dicho Cabo con

el soldado á las Casas Reales, se ofrecio que avisaron al Al-

calde Mayor para un bautismo á que estaba convidado. Dixo

á los Soldados aguardense un poco ya buelvo. Y asi fue, que

de vuelta se compuso la desazon entre los dichos, y quedaron

amigos. Otro dia no faltó un chismoso que los hay en abundancia

en aquella Villa del Saltillo, que dixo a Martincho que el

Alcalde Mayor decia que el sabria castigar a los soldados de la

Vizcaya, y que quando fué al bautismo los havia dexado presos

en las Casas Reales. De esto se pico dicho Martincho sobre si el

Alcalde Mayor podía conocer causa de los militares, y formo du-

elo, llamó á quatro de sus soldados, y los llevo consigo, y les dixo

que si no eran hombres, y havian de huir, no fuesen con el,

al fin fueron á las Casas Reales, y dicho Martincho dexó á los

cuatro Soldados á la puerta, y el se entró sin avisar á la Sala,

y se puso en el aposento donde estaba dicho Alcalde Mayor con

un Religioso de Coahuila, y al entrar saco la espada, y tiró una

cuchillada á dicho Alcalde Mayor en que le quitó un buen pedazo

de la Cabeza, y le cortó un brazo, del qual ha quedado manco,

y un mulato que quiso favorecer a su Amo le dio un rebes

{f. 8r} 8

 

en la Espada que le partio la Cabeza, el Religioso quito la Espa-

da al dicho Martincho, y á este tiempo la gente del Lugar

acudían á la puerta para favorecer á dicho Alcalde Mayor, los

Soldados que la guardaban no los dejaban entrar. Después por

el Corral fue entrando la Gente, y sería como las 10 del día Salíase

Martincho y con sus compañeros subieron á caballo, y se volvieron

al Real que tenia puesto en casa de Guajardo. Toda la gente

del lugar salio armados tras de ellos. Despues de muchas razo-

nes, y de haverse defendido en dicha casa el dicho Martincho, se

dexó prender por que el que llevaba la Comision que era Geronimo

Montes de Oca, le aseguró la vida. Esto fue el jueves despues de

Pascua de Resurreccion. Aquella noche le dio sentencia el mis-

mo Alcalde Mayor, y el se la notificó en la cama, y fue de ser ape-

loteado á usanza de guerra. Otro día viernes 21 de Marzo de

1690 años en la Plaza del Saltillo se apeloteo dicho Martincho.

Esta nueva nos llevaron los soldados de la Vizcaya para dis-

culpa de no haver llegado á tiempo de poder salir de Coahui-

la con nosotros.

 

 

17. El dia que tengo dicho que llegaron estos

soldados fueron tres, porque estos se adelantaron por el mismo

rastro, y los demas fueron poco á poco arreando la ca{ba}llada

que llevaban, que iba muy mala. Luego se despacharon seis

soldados con una carga de arina que fueron á toparlos, y el Capi-

tan Leon y yo con 15 hombres fuimos al rumbo del Norte para

el Rio de S[a]n Marcos, por veer si hallábamos algunos yndios, y

de dia y de noche estabamos dando tizonazos á veer si algunos

nos respondían. Gastamos en esta /marisacada/ seis días sin poder

hallar yndio alguno. Pasamos el Rio de S[a]n Marcos el dia de la Cruz

á 3 de Mayo, y otro día ya tarde que haviamos llevado el rumbo

para el Norte, como a las 5 de la tarde, ya todos cansados de caminar

los siete días, vimos unos cibolas y los soldados fueron á matar

para cenar aquella noche. Yo quedé con un hijo del Capitan Leon,

y caminando p[ar]a el rumbo q[u]e llevabamos, y al traquido de un arcabuz,

salio de un monte una yndia, y acaso miré á mano izquierda, y vide

 

{f. 8v}

 

/.../ el vulto que estaba algo distante, y no se podia distinguir si era

yndio, ó algun palo, y mirando con cuidado, sí se meneaba, vide

salir otro vulto mas pequeño, en que se reconocio eran yndios los dos.

yo y el hijo de Leon fuimos para ellos, y despues de estar ya cerca,

los llamé con el sombrero, y ellos huyeron y ganaron el monte. A

este tiempo llegó el Capitan Leon y algunos Soldados, y fuimos al monte

y no pudimos veer ni hallar yndio alguno. Sí hallamos unos cueros

de cibola arrimados á un arbol que servían de hacer sombra, mu-

cha carne de Cibola Seca y fresca, tres gallos de la tierra que esta-

ban asando, lengua y ubres de Cíbola que estaban muy buenas,

que parecian jamones. No se les quitó cosa alguna, antes bien

les dexamos un manojo de tabaco unas navajitas, y unos listo-

nes, y nos apartamos.

 

18. Dormimos aquella en una lomita cerca

de dicho pasaje, como dos tiros de arcabuz, y los soldados con cuidado

velando, como á las 9 de la noche vide atizar la lumbre que tenian,

dichos yndios, y entonces dixe al Capitan Alonso de Leon, ó aquí

hay muchos yndios, y por eso no tienen miedo de nosotros, ó los que

hay viendo que no les hemos quitado cosa alguna, antes les have-

mos dexado es buena gente, y se quieren dar de paz. Por la ma-

ñana antes de salir el sol llame al yndios Quenes y le dixe: que

hariamos para saber si aquellos yndios eran pocos ó muchos: si que-

rian ser nuestros amigos, ó nó, y de que Nacion eran? El Quenes

respondió como siempre: Padre lo que tu quisieres que haga, haré.

Entonces mande á un Soldado que se quitase la malla que tenía

puesta, y le mandé al Yndios Quenes que se la pusiese, y le mandé

dar un caballo bueno, y le dixe, mira: si los soldados van á veer

á estos yndios puede ser que tengan miedo y que se huyan{;}

mexor será que tu solo bayas á reconocerlos: si sale alguno

de paz á recibirte, le diras que venga, que nosotros no venimos

á quitarles lo que tienen, ni hacerles mal alguno, sino que que-

remos ser sus amigos, y ayudarles en todo lo que pudieremos. Al

salir dicho yndio el Capitan Leon con los soldados montaron á caballo,

para socorrer á dicho yndio en caso que huviese muchos yndios, y

 

{f. 9r} 9

que lo quisiesen matar. Llego el yndio Quenes a cerca del Puesto donde

haviamos visto á los yndios, y luego salio un yndio para el, y el

Quenes le aguardó y hablaron muy largamente, y le dixo al yndio

por señas que es la lengua muy general, que no tubiese miedo, y que

bien podia venir a nosotros, que eramos buena gente, y el yndio

como vidó al Quenes rayado como él, luego creyo quanto le dixo,

y vinieron juntos los dos.

 

19. Despues de haber hablado largamente con

dicho yndio por señas, nos llevó á su ranchito, y hallamos á su

muger y á un muchacho como de diez años, y no havia mas gente.

Estos eran de Nacion Texas, y havían venido á matar cíbolas, y llevan

la carne al Pueblo. Luego dispusimos el llevar la carne que

/.../ tenian, y le encargamos que avisase á su Governador y le

dixese que lo aguardabamos en el mismo paraje adonde los havia-

mos hallado á ellos. A medio dia los despachamos, y nos volvimos

a dormir al paraje ya referido donde haviamos hallado a dichos

yndios. De este paraje al Pueblo de los Texas hay treinta leguas

antes mas que menos. Otro dia por la mañana se despacharon

quatro Soldados que fueron al Real para avisar, y con orden que

viniesen caminando para nosotros. En aquel paraje los aguarda-

mos: á este tiempo todo se havia acabado, y no comimos mas que

carne asada. Otro día á la tarde como á las cinco el yndio que havia-

mos despachado con su muger y el muchacho se nos aparecieron

en el mismo paraje, y preguntandole como no se havia ido á su

tierra? nos dixo que aquella noche se havia huido el caballo, y

que la carne la havia dexado asada encima de un arbol, y que

cerca de nosotros havia venido á alcanzar al caballo. Aquella noche

durmieron con nosotros, y otro día por la mañana discurrimos si

havrian venido otros yndios con aquel, y si el vendria de espia. Para

esto se determino el q[u]e fuesen quatro soldados á reco/nocer/ rrer la tierra

á lo largo como tres leguas, y viesen si havia yndios, ó algunos rastros.

A distancia como de tres leguas hallaron un yndio mozo, muy grande

y en un caballo bayo muy bueno. El yndio andaba buscando cibola,

y aunq[u]e era solo asi q[u]e vidó los quatro soldados empezo a dar alaridos,

y escaramuseando como q[u]e no tenia miedo. Los soldados solo fueron

 

{f. 9v}

 

arrimando sin sacar los arcabuces ni hacer demostracion de pelea, y por

señas le dixeron viniese con ellos, y lo truxeron, y le dimos de lo que tenia-

mos, y le diximos si queria irle á avisar al Governador de los Texas

le dariamos un caballo. El otro yndios q[u]e antes haviamos despachado

asi que vido que havia otro que iba á avisar, dixo que le diesen un

caballo bueno que el iria, y dexaria á la muger y al muchacho que los

cuidasemos hasta que el bolviese con el Gobernador: luego lo despacha-

mos con advertencia que por donde viniesen diesen tizonazos, y que

nosotros responderiamos con la misma seña.

 

20. Despues de quatro dias llegó el Real al rio de

San Marcos, y toparon con los yndios de la Rancheria Emat too toaa,

y otras, y dixeron dichos yndios, que arriba estaban otros yndios,

y con ellos dos franceses. Leon con unos soldados quedó, y invió á lla-

marlos, y vinieron, el uno se llamaba Pedro Muñi criollo de la ciu-

dad de París, y el otro Pedro Tulon criollo de la Nueva Francia. Estos

tenian sus escopetas, una talega de polvora, y balas, mas de 20 rea-

les sencillos de plata moneda castellana, 80 doblones de oro de á cuatro

moneda de Francia los doblones. Luego de una mano á otra se bol-

vieron 39. Estos dos franceses el uno tendria como 20 años que era

el Pedro Muñi, el otro Pedro Tulon /.../ tendria como once o doce años. Llegó

el Real á nosotros y otro dia el Capitan Leon con los Franceses, y

llego tambien á aquel paraje un yndio que sabia muy bien el ca-

mino para los Texas, el qual nos fue guiando, hasta que topamos

al Governador de los Texas con catorce o quince yndios de los suyos, y

/.../ el yndio que haviamos despachado para que avisase al dicho

Gobernador. Eran quando los topamos como las diez del dia, y fue

en un arroyo en que se estaban bañando, y por el mucho monte

no nos vieron hasta estar con ellos. Así que dicho Governador me

vidó, y se vino y me abrasó, nos sentamos á parlar por señas que es la

lengua mas general por allá, y dicho Governador sacó un costalito

de tabaco molido del que ellos siembran, y otro costalito de maiz de

pinole muy bueno y blanco: y pasamos mas adelante a dormir,

y aquella noche se dio forma de vestir a dicho Governador para q[u]e

entrase vestido á su pueblo, y que viese su gente haciamos mucha

estimacion de el. A los tres dias entramos en su pueblo, y fue lunes 22

 

{f. 10r} 10

 

de Mayo del año 1690. El día que llegamos, llovio mucho, y aquel

año havia llovido poco, y los maices tenian ya mucha nesecidad {sic} de

agua, y en once dias que estubimos todos los dias llovio muchísimo:

la tarde del dia que llegamos estaba el Governador /.../ en la tienda

con nosotros, y una India Vieja le llevo para su comer una olla grande

de frixoles guisados con nueces molidas y tamales. Aquella tarde nos

dixo dicho Governador que dormiria con nosotros en la tienda, y otro

día nos llevaría á su casa. Despues ya tarde el Capitan Leon le dixo

que fuesen á su casa, que el queria llevar unas naguas y otras

cosas de ropa para su muger, y dicho Governador le dixo que no,

que otro día iria, y con todo eso á pura fuerza lo llevo á su casa.

 

21. Otro día nos dixo dicho Governador nos queria

llevar a su casa, y q[u]e en ella podiamos vivir, q[u]e para todos havia

conveniencia. Despues de comer tratamos los religiosos el modo q[u]e ha-

víamos de tener para ir a veer la casa del dicho Governador y si havi-

amos de quedar en ella. Yo fui de pareser q[u]e los cuatro Religiosos

que eramos, fuesemos con nuestros baules q[u]e tenian C/.../ruz con San-

tos Cristos cantando la Letania de N[ues]tra Señora, y un Donado q[u]e

llevábamos, llevando por delante un lienzo de la Virgen Santisima

á modo de estandarte con su hasta. De esta manera salimos del

paraje de donde haviamos parado para la casa del Governador. Y

fue esta acción tan piadosa que aunque havia llovido mucho, y

por donde havíamos de pasar, havia mucha agua en la mayor par-

te del camino tanta que daba á media pierna, pero con tanto

fervor q[u]e no se sintió. A este exemplar se enfervorisaron algunos

soldados q[u]e iban á pie por dentro del agua con tanto gusto y fervor

q[u]e no podían reprimir las lagrimas de gozo y alegría: y en particular

de los que se esmeraron sin reparar en agua ni lodo fueron el Capi-

tan Francisco Martinez, Capitan D[o]n Gregorio Salinas, y otros: los

demas como 20 soldados iban á caballo, y el Capitan Alonso de Leon

con ellos, y nos llevaban en el medio. Llegamos á la casa del Governa-

dor en donde havía muchos yndios y yndias y muchachos. Acaba-

mos la Letanía arrodillados y bendecimos la casa. Luego el dicho

Governador vino á bezar el habito, y los demas yndios.

 

22. Luego nos hizo entrar á veer su casa. La casa es

de palos y zacate, de alto tendrá como 20 varas redonda, sin venta-

 

{f. 10v}[6]

 

nas, no hay mas luz q[u]e la que entra por la puerta: la puerta es como

la de un aposento como los de por acá: en medio de la casa está la

lumbre que no se apaga de dia ni de noche: sobre la puerta de la

parte de adentro esta un altillo de morillos muy bien puestos, al

rededor de la mitad de la casa por la parte de adentro estan diez

camas: estas se componen de un tapescle de otates sobre cuatro

orcones; sobre el tapescle ponen cueros de cibola en q[u]e duermen: de la

cabezera y de los pies de la cama sube otro tapescle que hace como

un arco que aforrado de un petate de otate muy pintado hace al

modo de alcoba muy preciosa: la otra mitad de la casa que no

tiene camas, estan unos estantes como de dos varas de alto, y sobre

ellos unos canastos de otate muy grandes y redondos en q[u]e ponen

maíz, nueces, bellotas, frixoles, una hilera de ollas muy grandes

de barro como tinajas, y estas solo sirven para el atole. Cuando

hay alguna funcion que se junta mucha gente, seis morteros de

palo en que muelen el maíz quando llueve, y cuando no llueve

muelen afuera en el patio: y luego nos sacaron á cada uno un

banquito de palo muy bien hecho: afuera en el patio, despues

de vista la casa, nos sentamos por estar el patio muy alegre y

fresco, y nos sacaron para merendar unos tamales, como ellos

los hacen, nueces, pinole de maiz, muy bien hecho, y una ca-

zuela grande de maiz guizado con frixoles y nueces molidas.

Vide despues afuera del patio enfrente de la puerta de la casa del

Governador otra casa larga, y en ella no ví gente, pregunté que

q[uie]n vivia en ella, o p[ar]a q[u]e era aquella, y me dixeron q[u]e en aquella

casa se hospedaban los Capitanes q[uan]do dicho Governador los llamaba p[ar]a

alguna Junta; á otro lado vidé otra casa mas pequeña y sin gente,

y pregunté lo mismo, y me dixeron q[u]e en aquella casa mas pequeña

se hospedaban los pajes de los Capitanes por q[u]e es ley q[u]e cada Capi-

tan lleve su paje, cuando dicho Gobernador hace Junta de capita-

nes al modo que oservan: asi q[u]e llegan se hospedan en dicha casa,

y á cada uno le ponen un petate grande de otate muy pintado,

en que duermen, y á la cabezera una petaca de otate muy pintada,

y cuando se buelben cada uno lleva su petate y petaquilla. El tiempo

 

{f. 11r} 11

 

que estan para la Junta el Governador les da de comer hasta que los

despacha. La orden que hay para el servicio de la casa del Governa-

dor, es, cada ocho días entrar de servicio diez yndias: estas yndias al

salir el sol, llegan todos los dias cargadas de leña, barren el patio

y la casa, acarrean algua de un arroyo algo distante, por ser

buena, y aunque el río esta cerca, no es la agua tan buena como

la del arroyo. Muelen maiz para el atole, tamales, y pinole:

á la noche se vá cada una a dormir á su casa, y por la ma-

ñana buelven. En casa del Governador vide un banquito de

palo enfrente de la lumbre, y me dixeron los yndios, que no me

sentase en el por que havia de morir: y quise saber que misterio

tenía, y dixeron que nadie se sentaba en aquel banquito sino

el Governador su Señor de /,,,/ ellos.

 

23. En orden a quedar á vivir los Religiosos

en casa de dicho Governador no me parecio bien por los muchos

yndios e yndias que á todas horas entraban y salian: Al Gover-

nador le dixe por el frances con buenas razones que estaba su

casa muy buena, y que estimaba mucho quisiese tener á los Reli-

giosos en su compañía, y que supuesto haviamos de hacer casa p[ar]a

decir misa, fuera bueno hacer tambien vivienda para vivir los

Religiosos, por que era fuerza viviesen junto á la yglesia. Enton-

ces dixo dicho Governador que la hariamos en la parte mas conve-

niente, que nos enseñaria el pueblo /.../ y en donde yo quisiese la hariamos.

Quedamos en que otro día veriamos el Pueblo, para veer q[u]e puesto

sería mejor para la yglesia y vivienda de los religiosos. Otro día

fuimos con dicho Governador, y nos llevó al paraje que havian

escogido los franceses (estos fueron los q[u]e hallaron los Españoles entre

los yndios, y por consiguiente los que quedaron vivos de la comitiva

de la Salle, pero su intento no era poblar para Francia, sino ra-

dicarse allí hasta que el tiempo les ordenase otra cosa) para

poblarse, el qual está á la orilla del Rio, muy alegre, y muy buen

sitio q[u]e p[o]r estar apartados de los yndios no hicimos allá el conv[en]to

en dicho Puesto. Nos enseñaron dos cuerpos difuntos de franceses q[u]e

ambos á dos se mataron a carabinazos. En todo este día no hallamos

puesto á mi gusto. Otro día p[o]r la mañana sali con el Capitan Alonso de Leon

 

{f. 11v}

 

no muy lexos de donde estabamos, y halle un lindo pueblo junto al

arroyo, linda madera, arboles de ciruela, como la de España. Y luego

aquel dia mismo fueron á cortar madera, y á acarrearla. y

dentro de tres días se hizo vivienda capaz, y yglesia p[ar]a decír misa

con mucha decencia: pusimos delante de la iglesia una cruz

muy alta de palo labrada. El día de Corpus se cantó la misa: y antes

de la misa se hizo procesion con el S[antísi]mo Sacramento descubierto. De los

yndios se juntó multitud de gente por que el dia antes les avisamos:

á los soldados se les dio licencia de que disparasen los tiros q[u]e pudiesen

en la procesion, y al alsar, y acabar la misa. Y quiso la Magestad

Divina q[u]e en aquella soledad tubimos un dia tan grande y de gran

consuelo por poder tener descubierto el S[antísi]mo Sacramento, y hacer

procesion como se estila entre los Católicos Cristianos. Acabada la

misa, se enarboló el Estandarte Real q[u]e en una parte tenia un

S[an]to Cristo, y en otra a la Virgen de Guadalupe en nombre de su Mag[esta]d

se hizo Salva Real, y cantamos el Te Deum laudamus en hacim[ien]to de gracias.

 

24. Estos yndios Texas han tenido siempre un

Yndio Viejo que entre ellos era el Ministro, y el que ofrecia á Dios

las ofrendas. El modo que tenían, era que cosa de /.../ comer no la

probaban sin que primero llevasen parte de ello á su Ministro para

ofrecerla: de lo que sembraban como el maiz, frixoles, sandias,

calabazas y la carne que trahian de cíbola. Tenía este Ministro

casa señalada para los sacrificios, y en ella se entraba con mucha

veneracion, y particularmente estando ofreciendo alguna cosa,

nunca ofrecieron a ydolos, solo á aquel que decian era el q[u]e todo

lo puede, y de él dependen todas las cosas, que es conocer una pri-

mera causa, y á este Ministro le tienen muchísimo respeto, asi

los Capitanes, como el mismo Governador: y para q[u]e viniese á me-

nos, y no se enojase, invio {sic} el Governador a sus Capitanes para q[u]e lo

festejasen, y lo truxesen: fueron y lo festejaron tres dias y tres noches

con danzas y cantos á su usanza. Y despues vinieron con el y llega-

ron á medio dia en ocasion que ya queriamos comer, y por veer sus

ceremonias, dixo que lo aguardasemos para que comiese con nosotros

en la mesa. Venia muy de espacio {sic}, y con mucha gravedad, y con

 

{f. 12r} 12

 

muchisimo acompañamiento de yndios yndias y muchachos. Llegó

muy sereno y circumspecto, y le dixo el Governador asi q[u]e llegó á nosotros

que nos bezase el habito, y lo bezó, y luego nos sentamos á comer,

y dixo el Governador lo sentase á su lado, y dicho Ministro el

primer bocado q[u]e tomó hizo en lugar de bendicion el tirar a fue-

ra del plato en forma de Cruz, ó como quien señala los cuatro

vientos ó partes principales del mundo. Despues de comer le di-

mos ropa para el y su muger, y quedó muy contento. Despues

nos dixo un yndio que estaba en los Texas que era de adelante

de Coahuila, hablaba en Mexicano que dicho Ministro de los

Texas les havía dicho á todos los Capitanes y demas Texas: Yá

ahora vosotros no hareis caso de mi por que estos Ministros que

han venido, son verdaderos Ministros de Arjimat Caddi, que en

su lengua quiere decir Gran Capitan, y este nombre daba á Dios,

por que como entre ellos no hay mas nobleza y grandeza q[u]e la de

Capitan, por eso aquel que ellos juzgaban que era grande sobre

todas las cosas, le llamaban Gran Capitan, y el Governador p[ar]a distin-

guirlo del nombre de Capitan, p[o]r haver otros que lo son, le llaman

Dezsa, q[u]e quiere decir Gran Señor, y Superior á todos los demas.

 

25. Acabada la yglesia y la vivienda en donde

se havian de quedar los Ministros, se pasó todo lo que se havia de que-

dar á los Religiosos, y el dia primero de Junio y Octava de Corpus

por la mañana, se bendixo la yglesia, y se cantó la misa,

y despues se cantó el Te Deum laudamus en accion de gracias,

y los soldados hicieron la Salva Real. La iglesia y pueblo se dedicó

á N[ues]tro S[an]to P[adr]e San Francisco. Despues de comer, aquel mismo

día salio el Real para acá; yo me quedé hasta otro día q[u]e vine á

alcanzarlos en el camino. La noche antes de salir yo de allá llamé

al Governador y le dixe que mirase que los Padres que quedaban

el les havia de cuidar, y procurar que su gente les tubiese respeto,

y asistiesen á la Doctrina Cristiana, que los Padres no les havian de

de {sic} pedir ni quitar cosa alguna; antes en todo lo que pudiesen les

ayudarían. Y respondio dicho Governador: Yo cuidaré á los Padres de

manera q[u]e cuando tu buelvas no tendran queja alguna que darte de

mi, y con todo seguro estan y pueden quedar: Despues le dixe: que

 

{f. 12v}

 

me holgaria que su hermano y otros de sus parientes viniesen con

migo para que viesen nuestra Tierra, y llevar muchas cosas para

ellos, y que N[ues]tro Gran Capitan el Señor Virrey los deseaba veer

y los queria mucho, y luego me dixo que su hermano y otros

dos parientes y un sobrino suyo vendrian conmigo, y con adver-

tencia que me dixo: estos que llevas no consientas que nadie

los mande nada, ni que los hagan trabajar, de donde se vee que

entre ellos hay nobleza y se distinguen los Nobles de la Gente

ordinaria.

 

26. Desde que llegamos al Pueblo de los Texas, hasta

que salimos, advertí algunas cosas, y experimente algunos

hombres de los que iban tan al revez de lo que havian parecido

en el camino que no les conocia despues de haver llegado a dicho

Pueblo, por que entendieron algunos havian de quedar p[o]r Reyes

de los Texas, sin acordarse de la orden que su Exc[elenci]a havia dado p[ar]a

dicha Jornada, en que mandaba al Capitan Alonso de Leon fuese

por Cabo Principal á reconocer si en aquella tierra havia franceses,

y que llevase los Religiosos que iban en compañia del P[adr]e Fray

Damian Manzanet, y que si los Texas pedían Ministros, y querian

bautizarse, quedasen los Religiosos, y si dichos Texas se daban p[o]r muy

amigos, y no se recelaba de ellos daño alguno que no quedasen

muchos soldados, y que de no tener mucha satisfaccion de dichos

Texas quedasen los soldados que fuesen necesarios con consulta, y

consentimiento del P[adr]e Fray Damian Manzanet. Nunca fue menes-

ter dexar Soldados en los Texas, para resguardo de los Religiosos, p[o]r q[u]e

desde que entramos nos recibieron con tanto amor y cariño que no

sabían que hacer con nosotros. Y con todo eso el Capitan Alonso de

Leon tenia dispuesto el dexar cincuenta hombres, y p[o]r cabo de ellos

al Capitan Nicolas Prieto un hombre Viejo, desnudo, y para nada.

Llegó el caso y me dixo dicho capitan Leon á solas su intento, y le

respondí:V[uestra] M[erce]d ha de estar á las ordenes de Su Ex[celenci]a y esto q[u]e me dice

si es consulta no ha de ser privadamente entre los dos{;} llame V[uestr]a M[erce]d

á sus Capitanes y delante de los Religiosos y de ellos propondrá V[uestr]a M[erce]d

lo que tiene que consultar. Mucho sintio dicho Leon esta respuesta,

 

{f. 13r} 13

 

porque la pasion no le havia dexado abrir los ojos. Lamó á los Capi-

tanes, y yo a los Religosos, y dicho Capitan Alonso de Leon dixo

que tenía pensado el dexar cuarenta, ó cincuenta soldados

con un Cabo para resguardo de los Religosos, y que por mandarle

su Ex[celenci]a que si havian de quedar soldados fuesen á satisfaccion

mia, por eso lo consultaba: á ello respondí que no havia necesidad

alguna de dexar soldados por estar la gente muy de paz y ami-

gable, que para lo que se les podía ofrecer á los Religiosos, pedía tres

soldados y á mi satisfaccion, y que si su Merced queria dexar mas,

que los dexase muy en hora buena, pero que no sería con

parecer mio, ni queria yo se quedasen mas que los tres. Quedó

dicho Leon muy confuso por lo que tenía adelantado y discurrido

con el Capitan Nicolas Prieto su compadre que era el que havia de

quedar p[ar]a Cabo de los 40, ó 50 Soldados. Al fin quedaron los tres solda-

dos que pedí voluntarios y muy contentos que fueron de los de

Zacatecas. A dichos soldados les dexó dicho Leon 9 caballos de los

del Rey, escopetas, un barril de polvora y balas: para los Religiosos

quedaron 26 cargas de arina, 20 bacas, 2 yuntas de bueyes, arados

con rejas, hachas y azadones y algunas cositas necesarias.

 

27. El segundo dia de Junio salimos del pueblo,

los Religiosos salieron con nosotros hasta fuera del pueblo en donde

nos despedimos con hartas lagrimas de gusto y alegría, no por que

ellos sentian el quedar; antes se daban muchas gracias á Dios

de haver merecido tal dicha y quedar con tan santo empleo como

es el de la conversion de las almas de los Gentiles. Llegamos al rio

de la Santisima Trinidad á tres de Junio y hallamos dicho Río

muy crecido, que nos detuvo 7 dias sin poderlo pasar; en este tiempo el

hermano del Governador enfermó y se retiró á su pueblo. A los 8 días

hicieron una balza de palos en que pasaron las cargas, ropa y todo

lo que venía, y la caballada la echaron á pasar á nado, y se ahoga-

ron algunos caballos. Venimos caminando por el mismo camino

que llevamos cuando fuimos hasta la ranchería de los yndios Emat

too toaa, Canas y otros que havía: y en dicha rancheria tubimos

razon como los yndios de la costa tenían algunos franceses cautivos,

 

{f. 13v}

 

y dixo el Capitan de dicha Ranchería que aunque ellos tenían gue-

rra con dichos yndios de la Costa, que havía un yndio de los suyos q[u]e

se comunicaba con ellos, y que si querían ir{,} dicho yndio los guiaría.

Determinó el Capitan Leon de ir con 20 hombres ha ver si podían res-

gatar (sic) dichos franceses. Llegaron á la costa de la Bahía, y hallaron

los mismos yndios que les tenían que acababan de llegar con lanzas

de otra parte de la misma costa. Luego se trató que dichos yndios

diesen los francesitos y que les darian unos caballos y ropa. Los yndios

dixeron que lluego los darían de muy buena gana. A este tiempo los

soldados empezaron á entrar en los ranchitos de los yndios, y mirar

con demasiado cuidado lo que tenian y otras cosas, que los yndios

entendieron, de donde se originó que tubieron poca satisfaccion de

los soldados, y se recelaron de ellos. Y estando todos juntos, despues de

entregados los muchachos francesitos, empezaron los yndios a flechar

á los soldados, al Capitan Leon le dieron dos flechazos en las costillas,

y como llevaba malla no le entraron, á otros dos Soldados les hirieron

los caballos, de los yndios murieron cuatro y dos heridos, cogieron los

francesitos y se vinieron al Real que aguardaba en el Río de Guada-

lupe. Venimos siguiendo el mismo camino que llevamos q[uan]do fuimos,

y quando llegamos al Rio del Norte, hallamoslo muy crecido de manera

que en 18 días no se pudo pasar y cuando lo pasamos fué con mucho

riesgo, y á nado, y la corriente del río se llevó muchos trastos de

ropa, caballos, y se ahogó un soldado que por mal nombre le lla-

maban Judas. Este entre los soldados tenia fama de saber guardar

lo q[u]e otros tenían, y la mañana que se ahogó volvio una calderota á un

Arriero y le dixo: Señor, perdoname que yo te havía hurtado esta

calderota; y cuando se entró al Rio para pasarlo dixo: Vamonos tiran-

do que será la ultima vez. Estando en medio del Rio se fué con

caballo y todo lo que trahía, y no pareció mas; al mismo tiempo que

se desaparecio, se levantó un ayre tan recio que atemorizaba, y el

agua del río se volbio tan brava, que parecía havia de salir de ma-

dre. Las cosas que noto por particulares fueron las siguientes.

28. La primera que el año antecedente en toda la

tierra hallabamos yndios, y este año de 90 hasta no conocer la Bahia del

 

{f. 14r} 14

 

Espiritu Santo y ir para los Texas, no vimos yndio alguno. Lo segundo

que dicho año todos los soldados iban con mucha paz y orden en lo que

havían de hacer sin faltar, ni haver falta en la caballada, y este año

de 90 los mas días havía quien peleaba, ó los oficiales daban de cuchi-

lladas á los soldados de manera que un d/añ/ado que llevé los más días

tenia que curar soldados, y la cura era de vino tibio dicen es

bueno para curar cuchilladas en la cabeza. Lo tercero q[u]e havía tanta

cuenta en la caballa{da} y maas (sic) de la requa, que las mulas cargadas

no las echaban menos hasta que havían menester lo que iba en las

cargas: la cuenta de los caballos nunca los oficiales la supieron.

Lo cuarto, que el Capitan Leon llevó un compadre el Señor Capitan

Fulano de Tal tan /.../ noble que por el nunca faltaron cuentos y chismes,

tan caritativo que solo su compadre Leon bebia chocolate, los demas agua

tibia, tan comedido que madrugaba á bever chocolate, y despues con los

demas volvía á beber, tan cuidadoso que se desvelaba, y a media no-

che iba á sacar el chocolate de las caxas, y quizas de estos desvelos

nació el que haviendo de dexar el Capitan Leon por orden de su Exc[elenci]a

doce arrobas de chocolate, y otras tantas de azucar á los Religio-

sos no dexó mas que seis. Este tal compadre es tan bien hablado que

una vez me dixo á mi: En verdad en verdad que despues de Cortes

no ha havido otro hombre en las yndias como mi Compadre el Señor

General Alonso de Leon. El dicho Compadre es hombre tan piadoso

de los yndios, que de veerlos pobres, tapados y vestidos con gamuzas

y pellejos de cíbola con todo secreto procuraba darles la ropa que

su Exc[elenci]a invió para ellos como son frezadillas, bayetas, paño, cuchi-

llos, pero esta limosna que el S[eñ]or Compadre hacia á los yndios, era

quitándoles primero lo que tenían, y dandoles uno quedaba con cua-

tro. La quinta que haviendo algunas quexas de los yndios en que

decian que los soldados llegaban á sus casas, el Capitan Leon nunca

trato de remediar cosa alguna, y particularm[en]te querellandose el her-

mano de Governador de los Texas de que le quisieron forzar la mu-

ger, dixe al Capitan Leon que como consentia tal picardía? q[u]e seme-

jante accion con infieles á quien ibamos a dar buen exemplo no se

consentía entre Moros, ó Herejes? callo la boca, y no habló palabra,

quizas por no ser descubierto.

 

{f. 14v}

 

29. Y por no tener mas tiempo solo referiré lo mas

particular de todo y fué estando en el pueblo de los Texas des

pues de haver repartido ropa á los yndios y al Governador, una

tarde dixo dicho Governador de los Texas q[u]e le diesen un pedazo

de bayeta azul p[ar]a mortaja y enterrar á su madre q[uan]do muriese.

Yo le dixe q[u]e de paño seria mejor, y dixo q[u]e no quería otro color

sino el azul. Preguntele q[u]e misterio tenia el color azul? Y dixo

dicho Gobernador q[u]e ellos querian mucho el color azul y ente-

rrarse particularm[en]te con ropa de este color, p[o]r q[u]e en otro tiempo

los iba á ceer una muger muy hermosa, la qual bajaba de lo

alto, y dicha muger iba vestida de azul, y q[u]e ellos qerían ser

como dicha muger. Y preguntandoles si havía mucho tiempo?

dixo el Governador no havia sido en su tiempo, que su Madre q[u]e

era Vieja la havia visto y los demas Viejos. De donde se vee

claram[en]te fue la Madre Maria de Jesus de Agreda la qual es-

tubo en aquellas tierras muchisimas veces, como ella misma

confesó al P[adr]e Custodio del Nuevo Mexico, y las ultimas veces

q[u]e estubo fue el año de 1631 como consta de su misma Decla

ración, q[u]e hizo a dicho P[adr]e Custodio del Nuevo Mexico. = Muy

de V[uestra] M[erce]d que besa su Mano= Fray Damian Manzanet.[7]

Copia del mismo original q[u]e escribio el M[uy]

R[everendo] P[adre] Fray Damián Manzanet (de quien hace memoria

el P[adr]e Fray Felix Espinoza en su cronica del Colegio de Santa

Cruz de Queretaro) a su Amigo Don Carlos de Singuenza y

Gongora, quien guardó esta Carta con otros Papeles encuader-

nados en un Libro en folio.

{al margen derecho un sello: Bibliotheque Nacionale, al centro R. Collection E. Eug. Goupil á Paris}

{Al margen derecho un sello: Ancienne Collection J.M.A. Aubin}

 



[1] El nombre correcto del fraile es Damián Mazanet o Massanet, pero los amanuences con frecuencia lo copian y escriben con errores.

[2] Lectura dudosa.

[3] Los subrayados son del original.

[4] Lectura dudosa. Podría tratarse de los indios “Guenis” o “Janos”.

[5] El contenido de la siguiente foja 7v, siguiendo el microfilm de la BNF, corresponde a la 10v.

[6] El contenido de la foja 10v del microfilm de la BNF, corresponde a la foja 7v. Esta paleografía siguió el orden del contenido del documento y no el orden del microfilm.

[7] El nombre correcto del fraile era Damián Mazanet, pero muchos amanuences lo escriben como Manzanet.