FONDO
MEXICANO DE LA
BIBLIOTECA
NACIONAL DE FRANCIA
Documento No. 153
Carta geográfica del valle de México
original de Sigüenza
Gerardo Bustos Trejo
UNAM
Presentación
Es [Carlos de Sigüenza y
Góngora] con Sor Juana Inés de la Cruz, el par de astros que iluminan con su
potente inteligencia y saber todo el panorama cultural del siglo xvii. Antes de ellos, ni tampoco
después, encontramos mentes más amplias y vigorosas. Representan la madurez
mental de la Nueva España.
Para iniciar los comentarios relativos a
este mapa del valle de México, creemos que es necesario considerar la
información que nos ofrecen diversos textos:
En primer lugar, en el volumen
correspondiente al siglo xviii de
la Historia de la ciencia en México de Elías Trabulse, se reproduce una
carta geográfica, que está acompañada por la leyenda: “Mapa de las aguas que
por el círculo de 90 leguas vienen a la laguna de Tescuco {Texcoco} y la
extensión que ésta y la de Chalco tienen. Delineado por Don Carlos de
Sigüenza”.
Esta carta geográfica está incluida en la parte en la que Trabulse presenta
textos y planos de José de Alzate. A pesar del título, en este plano se
encuentran, en realidad, las características geográficas generales del Valle de
México.
Por otra parte, el propio Trabulse, en
otro texto nos proporciona información relacionada con el mapa de Sigüenza; en
él destaca diversas versiones posteriores que debieron tener como modelo el
original de dicho mapa. Además, señala los comentarios que se hicieron sobre su
contenido. Al respecto nos dice:
El mapa del valle
de México ha sido sujeto de diversas críticas. Ya desde el siglo xviii el sabio Joaquín Velásquez de
León señaló que los errores que contenía lo persuadían que había sido
adulterado, pues la capacidad científica de don Carlos no le hubiera permitido
incurrir en esos defectos de confección cartográfica. Apuntó asimismo que el
original estaba perdido y lo único que se tenía eran copias ... ese mapa fue
varias veces reproducido en el siglo xviii
por el ingeniero Joseph Francisco de Cuevas Aguirre y Espinosa en 1748, por
José Antonio Alzate en 1786 en dos ediciones distintas y en sus Gacetas de
Literatura unos años después, así como prácticamente en todas las Gacetas
de Forasteros de la ciudad de México de fines del siglo xviii. Además fue copiado por el
cartógrafo español Juan López en 1785.
Este mapa fue dibujado por Sigüenza hacia
1691 y a pesar de los elogios de Alzate resulta bastante rudimentario: sus
posiciones geográficas son muy imprecisas, la orografía es decorativa y la
hidrografía está mal delineada ... La explicación de todo esto radica en el hecho
de que don Carlos configuró su mapa del valle tomando como base el que a
principios del siglo xvii realizó
el geógrafo Jesuita Juan Sánchez Barquero, ... y aunque lo enriqueció con datos
obtenidos de sus recorridos periódicos por el valle, sustancialmente conservó
cierto carácter rudimentario que es el que sus críticos le han señalado.
De la misma manera, Manuel Orozco y Berra
señala, en su Memoria para la carta hidrográfica del valle de México,
que existe una carta de Sigüenza y Góngora, cuyo título es igual al que
señalamos en la primera obra de Trabulse mencionada, aunque dice desconocer el
año de su elaboración. De este mapa señala, además, que:
El plano no
presenta las posiciones absolutas; las relativas no siempre donde debieran y
por lo que respecta a las montañas en lo absoluto representan la naturaleza,
pues se les encuentra salpicadas en el dibujo, más bien como un adorno de
imaginación para llenar huecos y darle cierta vista, que siguiendo su verdadera
dirección. No obstante tan graves defectos, la fama merecida de su autor hizo
que fuera adoptado por mucho tiempo en los estudios acerca del valle; de manera
que durante el siglo xviii sirvió
de fondo a todos los trabajos de su especie, y se halla repetido con bastante
frecuencia.
Otra reproducción que destaca Orozco y
Berra la hemos encontrado en el volumen Información geográfica hacia el
tercer milenio del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática;
y lleva por título: “Mapa de las lagunas, ríos y lugares que circundan a México
para mayor inteligencia de la historia y conquista de México que escribió
Solís, por Don Tomás López, Madrid, año 1785”.
De este plano, Orozco y Berra señala que es una “reimpresión servil, aunque en
menor escala … y que es un grabado de no mal gusto”.
Este último autor cita un ejemplo más:
“Sigue el Mapa de las aguas que por el círculo de noventa leguas vienen a la
laguna de Tezcuco, delineado por Don Carlos de Sigüenza y Góngora, reimpreso en
México con algunas adiciones en 1786, por don Joseph de Alzate”. De este
plano, Orozco y Berra consigna la crítica que le hace Humboldt en cuanto a los
errores en las mediciones de latitudes y longitudes;
también se refiere a otra reproducción, realizada por Mascaró, quien lo
redujo a menor
escala todavía el plano de Sigüenza y de Alzate, y lo publicó en la Guía de
Forasteros de México, bajo el rubro, Mapa de las cercanías de México que
comprende el real desagüe de todas sus lagunas que se forman de las vertientes
de las sierras que le rodean con los pueblos inmediatos.
También, en la primera obra citada arriba
de Trabulse
se presenta una carta cuya leyenda no resulta legible, por el reducido tamaño
de la reproducción, de la cual, sin embargo, nos destaca parte del título: “Las
inmediaciones de la imperial México {...} Plano dispuesto por Sigüenza y
Góngora y aumentado por Alzate en 1776”.
Por último, en el Atlas Nacional de
México
aparece un mapa de Alzate, fechado en 1767, en el que presenta un acercamiento
de las lagunas de Texcoco y Chalco, con un trazo casi idéntico al de todos los
aquí mencionados.
Como hemos podido ver en lo anteriormente
expuesto, el mapa original no existe en la actualidad y lo que se conserva son
reproducciones, basadas en el de Sigüenza, que presentan diversas variantes:
las que señala Orozco y Berra y que nos confirma Trabulse. Esto es importante
mencionarlo porque, en las diferentes versiones que hemos podido observar y
analizar, encontramos marcadas diferencias entre ellas. Una que nos parece muy
notoria, es la que se refiere al trazo del croquis de la ciudad de México, que
es distinto en cada uno de los planos.
Por todo ello, estamos convencidos de que
el mapa que aquí presentamos es también una de las copias que se hicieron a
partir del original de Sigüenza y Góngora pues, como hemos visto, en algunos de
ellos aparece su nombre, tal vez el ejemplo más destacado sea el plano que
lleva por título “Las inmediaciones de la imperial México...” que también está
firmado por José de Alzate. Otro elemento que podría apoyar nuestra idea, es el
hecho de que todos los mapas mencionados arriba, datan del siglo xviii y Sigüenza murió en el año
de 1700. Estudios más profundos, confirmarán estas ideas.
En cuanto al mapa que presentamos, el
primer problema se nos presenta con el título, pues, lamentablemente, éste se
encuentra muy deteriorado y en muy malas condiciones y, por ello, sólo existen
fragmentos de dos palabras: “Tescu”, en el extremo superior izquierdo y “uenza”
en la parte central. Se nota también en la derecha otras letras (“E, L e I” son
las más claras).
Éste es un elemento más que nos ha hecho
suponer que este plano forma parte de las copias y reproducciones que se
hicieron a partir del original; además, insistimos, el trazo de la ciudad de
México es diferente al de los otros. Independientemente de ello, la carta
geográfica se refiere también al valle de México, aunque uno de los fragmentos
antes mencionados se refiera claramente a Texcoco (Tescuco).
En la parte inferior, del lado derecho,
encontramos el nombre que podría corresponder al dibujante que realizó el
trabajo: Antonio Moreno. Otro elemento ajeno al dibujo que ha conservado este
mapa, se encuentra a la izquierda de este nombre, de hecho en la parte central,
y es una escala gráfica, la cual no tiene gradación numérica.
El problema del deterioro no sólo es
notorio en el título, pues hay también algunos fragmentos inexistentes que
podrían afectar la lectura y el análisis del mapa; por ejemplo, la parte
inferior del lado izquierdo, en donde falta una importante sección; tal vez en
este caso, la falta de información se pueda solucionar con un mapa actual de la
cuenca, para identificar los accidentes geográficos y la hidrografía de ese
fragmento.
Mayor problema presenta la segunda lámina
del documento, pues además de las partes inexistentes, los nombres de los
lugares que localiza están muy borrosos y al ampliarlos, para intentar su
lectura, prácticamente desaparecen. De esta hoja, sólo podemos destacar la
presencia de algunas corrientes superficiales y, en general, un trazo muy
semejante al de la primera lámina.
La carta principal está orientada al este
y destaca, en el centro de la laguna de Texcoco, misma que podemos considerar
como el motivo focal, una rosa de los vientos que marca la dirección norte-sur.
La información que incluye corresponde a ciertos elementos del medio físico:
sistemas montañosos,
hidrografía y limnografía, y dos aspectos que tienen que ver con actividades
humanas: las obras que se hicieron para propiciar el desagüe artificial del
valle, con la finalidad de evitar las inundaciones que periódicamente aquejaban
a la ciudad de México y los asentamientos de la región. Es decir, que a pesar
de que la intención de Sigüenza y Góngora fue la de destacar las corrientes
superficiales que alimentaban al lago, de hecho realizó un plano general del
valle de México.
Consideramos que uno de los rasgos
distintivos de este mapa, es la forma de representar los cerros y sistemas
montañosos que circundan al valle de México y que puede asociarse con los mapas
paisaje de siglos anteriores. Por ejemplo, en la parte superior derecha, se
encuentra el dibujo de un “Bolcán” que aparentemente arroja fuego y que por su
posición, corresponde al Popocatépetl; sobre lo que sería el Iztaccíhuatl,
aparece la acotación “Sierra Nevada”, de la cual forma parte el accidente
anterior y también presenta al pueblo de Río Frío, un poco más al norte. Estos
serían los tres elementos que el autor muestra en la periferia oriental del
valle de México. Cabe destacar que en la mayoría de las representaciones que
mencionamos anteriormente, siempre se señala la localización de la sierra
nevada y del “Volcán”, que también está dibujado en plena actividad. En este
sentido, vale la pena mencionar el mapa que acompaña la obra de Giovanni
Francesco Gemelli Careri, Viaje a la Nueva España,
el cual guarda parecido con el que presentamos y con otros de los mencionados;
en éste, el Popocatépetl está acotado como “Bolcán de Fuego”. En relación con
ello, Francisca Perujo señala lo siguiente: “Dada su relación con Don Carlos de
Sigüenza y Góngora, Gemelli debió de conocer los libros del ilustre
mexicano...”
En palabras del propio viajero, al
referirse a su encuentro con el sabio, quien en ese momento era rector del
colegio del Amor de Dios:
...y como deseaba
desde hacía mucho tiempo conocerme, con tal ocasión estrechamos una buena
amistad. Siendo don Carlos muy curioso y virtuoso, pasamos el día en variadas
conversaciones, y al irme, por la tarde, me dio un libro que había hecho
imprimir con el título de Libra astronómica, después de haberme mostrado
muchos escritos y dibujos notables acerca de las antigüedades de los indios...
Es decir, que Gemelli pudo ver de cerca,
los materiales de la colección de Sigüenza y, posiblemente, tuvo la oportunidad
de conocer el mapa del valle de México.
En la parte norte del valle, a la
izquierda del plano, se localizan varios asentamientos y destaca, hacia el
noreste, la ciudad de Pachuca, con la acotación: “Pachuca, Real de minas”. En
la parte occidental están localizadas algunas poblaciones y claramente se
identifica el texto “río del Oro”; hacía la izquierda de este accidente
geográfico, al plano le falta el fragmento que ya habíamos mencionado, y que
correspondería a la parte noroccidental del mismo. Finalmente, de acuerdo con
la dirección norte-sur que ya mencionamos, el asentamiento más alejado de la
parte central del plano corresponde a San Miguel Topilejo, ya a una altura
media de la sierra del Ajusco.
En cuanto a la hidrografía y la
limnografía, el trabajo es muy detallado y exhaustivo, pues prácticamente todos
las corrientes superficiales que aparecen en esta carta tienen nombre; además,
ubica otros rasgos de los cuales da explicación. Por ejemplo, hacia la parte
noreste se encuentra un depósito de agua, del cual se nos dice que es una
“laguna que se haze con la preza de las avenidas de Pachuca”, además de otros
rasgos en los alrededores de la ciudad, como “Albarrada de San Lázaro”,
“Albarrada antigua de los Baños”, “Peñol {peñón} de los Baños”. Asimismo, se
ubican los lagos de Texcoco, Zumpango y Chalco, aunque no hay una definición
clara de los de Xochimilco y Xaltocan.
Al trazar, de manera tan prolija, la red
hidrográfica que drena al valle y que desemboca en los lagos que se formaron en
éste, y al tratarse de un valle cerrado que no tiene una salida natural de las
aguas hacia el exterior, nos hace pensar que, en esta época, se le daba una
importancia particular a la búsqueda de una solución a las inundaciones que han
afectado a la ciudad, desde su fundación hasta nuestros días pues, en algunas
ocasiones, sus habitantes tuvieron que esperar varios años para que las aguas
volvieran a su nivel, con los problemas consiguientes de insalubridad, entre
otros, que los afectaron.
Por ello, a nuestro parecer, uno de los
rasgos más interesantes que destaca este mapa (y que de hecho tal vez sea uno
de los aspectos de mayor relevancia en el trazo de todos ellos), corresponde a
las obras que se hicieron para ayudar al desagüe del valle, las cuales están
ubicadas al noroeste del lago de Zumpango.
Esta idea la confirma el texto que
acompaña la reproducción del elaborado por Tomás López, arriba mencionado, para
ilustrar la obra de Solís, que aparece en Información geográfica hacia el
nuevo milenio, en el que se indica que Sigüenza elaboró
“originalmente {este plano...} para su proyecto de desagüe”.
Muchos han sido los intentos por evitar
las inundaciones de la actual ciudad de México a lo largo de su historia; se
han realizado diversos trabajos de infraestructura para desaguar el agua de
lluvia fuera de la cuenca del valle de México. Entre ellas, cabe recordar las
obras para la construcción del sistema que conocemos como “drenaje profundo”,
que se hicieron el la década de los años setenta del siglo xx.
El problema mencionado hizo que la
elaboración de mapas, sobre la cuenca, tuviera un auge importante:
...uno de los
problemas reales que más temprano motivó la producción cartográfica en la Nueva
España fue el desagüe del valle de México. El Cosmógrafo alemán Heinrich
Martin, mejor conocido por su nombre españolizado de Enrico Martínez, fue el
primer cartógrafo acucioso y científico al presentar a las autoridades
virreinales su proyecto de El Tajo de Nochistongo. A lo largo del periodo
colonial, le sucedieron el mismo propósito otros eminentes estudioso, como
Carlos de Sigüenza y Góngora, Joseph Antonio de Alzate y Ramírez, Joaquín
Velázquez de León y varios más.
En este sentido, es decir, el que se
refiere a la hidrografía de la cuenca del valle de México hemos notado, al
comparar la carta que presentamos en este trabajo con la arriba citada, firmada
por Sigüenza, y que reproduce la obra de Trabulse, debemos destacar que en la
que nos ocupa aparece una mayor cantidad de nombres que en la segunda, además
de una información más detallada. Por ejemplo, en la primera, cerca del lugar
en donde está ubicado el lago de Zumpango se lee “Socavón y lumbreras del
desagüe” y “Tajo abierto”, y en la otra sólo está escrito “Desagüe” y “Tajo
abierto”, que en este caso se encuentran unidos en un mismo trazo.
La localización de asentamientos humanos
es muy detallada, El autor destaca, por obvias razones, a la ciudad de México y
su conexión con algunos lugares a su alrededor: Vallejo, Tacuba, Chapultepec,
La Piedad, Tacubaya, entre otros, así como otros pueblos que se encuentran más
alejados de ella en dirección hacia los cuatro puntos cardinales dentro del
valle. Toda esta información podría servir de base para un estudio de la
toponimia, cuya finalidad fuera la de analizar las transformaciones, ya sea de
los cambios de nombre o de la desaparición de algunas concentraciones de
población, que se ubican en el interior del valle.
En las dos láminas del mapa aparecen dos
sellos distintos, uno ovalado de color azul, con los textos “Antigua colección
de J. M. Aubin” y “Colección Goupil en París”, como sucede en el caso del
“Plano de la villa de México y sus suburbios”. De la misma manera que en ese
documento, el sello rojo circular es ilegible; aquí debemos recordar el
comentario que la directora de este proyecto nos hizo sobre dicho sello, al
compararlo con el que aparece en otros documentos, en el sentido de que
corresponde al de la Biblioteca Nacional de París.
Por otra parte, para intentar una
explicación de cómo llegó este mapa a dicha institución, retomaremos, una vez
más, el señalamiento de Esteve Barba con respecto a los Anales de
Domingo de San Antón Chimalpain, pues creemos que algo similar debió suceder
con este documento:
Sus Anales
siguieron el camino de la Biblioteca Nacional de París, es decir: pasaron de la
colección de D. Juan de Alva Ixtlilxochitl a la de Sigüenza y Góngora; de ésta,
a la de los jesuitas; de la de los jesuitas a Boturini y luego a León y Gama,
Aubin y Goupil, hasta desembocar en su actual paradero.
Para terminar, a manera de conclusión,
haremos los siguientes comentarios:
A Carlos de Sigüenza y Góngora “le
corresponde el mérito de haber sido el primer cartógrafo mexicano que planeó y
realizó una carta general del actual territorio”
mexicano, misma que fue muy elogiada en su tiempo por José de Alzate, y señala
que este manuscrito presenta “grandes aciertos en describir una tan dilatada
parte de la América [que] hacen olvidar los errores que en él se observan”.
Estos comentarios, sobre este mapa general del territorio novohispano, pueden
ser una muestra del valor que se le otorgó a sus trabajos, en particular al
cartográfico.
En cuanto a su mapa del valle de México,
ya hemos visto que su publicación fue blanco de muchas críticas y también
encontramos algunas de las razones que motivaron esos comentarios; sin embargo,
el hecho de que haya sido copiado o haya servido como base para versiones
posteriores, quiere decir, a nuestro parecer, que aunque presentara errores de
localización, tuvo un enorme valor, pues destacó la distribución de elementos
geográficos físicos y humanos dentro de esta región.
Aparentemente, y esto es resultado de una
comparación que pudimos hacer entre varios de los mapas citados a lo largo del
texto (la cual se dificultó por el tamaño de las reproducciones), en cada uno
de ellos la información presenta variantes y, tal vez, esto sea un indicio de
una necesidad de actualizar el conocimiento del valle.
Este mapa es una muestra de la concepción
que sobre el valle de México tenía Sigüenza, la cual se continuó durante el
siglo xviii, centuria a la que seguramente
pertenece el que aquí presentamos, que tienen como punto central de atención el
lago de Texcoco (recordemos que el título del original se refiere precisamente
a éste), pero en el que también encontramos una representación de la ciudad de
México y del paisaje, físico y humano, que la rodea y que se extiende a la
superficie que abarca esta región geográfica de la actual República Mexicana.
A pesar de los errores que se señalaron
en su oportunidad, tal vez uno de los aspectos más meritorios que tiene el
plano original de Sigüenza es, a nuestro juicio, el hecho de que puede ser un
intento de elaboración de una manera más rigurosa que otros anteriores. Es
cierto que la parte lacustre presenta una deformación muy acusada, y
seguramente la ubicación de los sistemas montañosos y la localización de los
asentamientos no sea del todo real, también es claro, por lo menos así lo
creemos, que Sigüenza intentó plasmar de la manera más fidedigna la realidad
geográfica del valle de México. También el hecho de que se encuentren todas
estas reproducciones y copias que parten de la base de ese mapa, quiere decir
que, independientemente de los comentarios negativos, fue en su momento, una
fuente obligada de consulta y ello, tal vez permitió, al reproducirlo, afinar y
actualizar el conocimiento y la ubicación de los elementos físicos y humanos de
la región.
Por último, este tipo de documentos nos
muestra cuáles eran las características del valle de México en ese momento, y
nos permite, a través de un análisis de mapas de épocas posteriores, conocer y
seguir sus transformaciones, a través del tiempo.
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