FONDO
MEXICANO DE LA
BIBLIOTECA
NACIONAL DE FRANCIA
Documento No. 150
Una hoja montada sobre un lienzo
Plano de la villa de México y sus
suburbios
(1789)
Gerardo
Bustos Trejo
UNAM
La ciudad conserva su
diseño original y queda como una urbe baja y bien trazada donde destacan
primordialmente cúpulas y campanarios. A finales del siglo xviii, está limitada de norte a sur por
Santiago Tlatelolco y San Antonio Abad y, de oriente a poniente, por San Lázaro
y San Cosme respectivamente, lo que hace de ella la ciudad más grande del
continente americano con 150,000 habitantes.
Presentación
Este documento tiene las siguientes
dimensiones: largo 1.09 m y alto 0.59 m. Es un plano de la ciudad de México en
el que están dibujados, en color café oscuro, los edificios y las calles;
además de que se utilizaron diversos colores para destacar el trazo de la
ciudad de Tenochtitlan. Por otra parte, como a continuación veremos, el título
del catálogo de la Biblioteca Nacional de Francia no es el más adecuado por las
razones que expondremos a continuación.
Un aspecto interesante, y que es lo
primero que salta a la vista, es el hecho de la gran cantidad de texto que se
encuentra alrededor del plano; se destaca la presencia de dos leyendas, que
hacen que esta carta tenga dos títulos. El primero se encuentra en el lado
derecho superior y tiene el siguiente texto:
PLANO
DE LA NOBILÍSIMA CIUDAD DE MÉXICO
Formado por el Alférez Don
Ildefonso Iniesta Vejarano, Alarife Mayor de ella, Maestro del real desagüe,
Veedor en el arte de architectura {arquitectura} y Agrimensor más antiguo de la
real audiencia de esta Nueva España, cuia {cuya} explicación es como se
expresa.
Dedicado
al señor Doctor Don Luis Gonzaga González Maldonado, Abogado de la real
audiencia de este reyno {reino}, Regidor Perpetuo y Alférez Real de esta nobilísima
ciudad de México
El segundo título se ubica en la parte
central inferior y, de hecho, está muy próximo a las acotaciones y es el
siguiente:
PLANO
DE TENOCHTITLAN
CORTE
DE LOS EMPERADORES MEXICANOS
Para dar una idea de la
población del antiguo México, me ha parecido muy útil combinar ambos planos;
esto es los nombres de los antiguos con los modernos, para que en los tiempos
venideros se sepan los barrios y sus situaciones, respecto a que se van
exterminando con prontitud las denominaciones mexicanas. Dicha combinación
servirá para la inteligencia de mucha parte de la historia.
Dispúsolo don José de Alzate en
1789.
Es decir, este documento combina de hecho
dos planos: por una parte, uno de la ciudad de México y otro de la división de
Tenochtitlan sobre la base del primero. También se destaca la gran cantidad de
nombres de edificios de la ciudad, así como el elevado número de topónimos
prehispánicos que se incluyen. De ello se hablará más adelante. Por último, nos
enteramos también de cuál fue el motivo para hacer esta “segunda parte”,
correspondiente al otro título del plano, así como que fue Alzate quién dispuso
que se elaborara.
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José
Antonio de Alzate (1737-1799), de acuerdo con un consenso generalizado fue el
más prolífico científico de entre los criollos ilustrados. Su biografía nos lo
describe como a un serio e importante investigador científico. A él se deben
multitud de observaciones astronómicas, geográficas, químicas, físicas,
elaboración de mapas, etc. Pero este hombre no se contentaba con guardar para
sí el fruto de sus estudios, sino que -en su posición de ilustrado y cristiano-
buscó siempre compartir estas luces, para el bien y el progreso de la
comunidad, creyendo que con sólo decir “la verdad” abriría los ojos de sus
contemporáneos.
Roberto Moreno agrega que en el año 1789
“...redactó las notas de la Historia antigua de Clavijero...” y preparó,
“además el plano de Tenochtitlan”.
Dada la importancia de este
plano, consideramos de gran interés destacar la opinión del propio Alzate (el
principal promotor de su confección en el estado en el que lo encontramos), en
lo que se refiere a la elaboración de mapas novohispanos generales y, además,
cuál es el que él considera el mejor hasta el momento:
Si
carecemos de mapa impreso que tenga algún mérito, en cambio tenemos algunos
manuscritos muy excelentes: el general de todo el reino dispuesto por aquel
sabio, honor de la nación, don Carlos de Sigüenza, es una buena demostración de
lo que era capaz aquel gran genio; sus grandes aciertos en describir una tan
dilatada parte de la América hacen olvidar los errores que en él se observan...
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Ahora pasemos a presentar lo que a
nuestro juicio es lo más notable de este plano. Ya hemos mencionado a su autor
y a quién está dedicado, así como el respaldo que Alzate dio a esta empresa;
sin embargo, hay que mencionar todos los elementos que hacen que el mismo sea
tan relevante.
En primer lugar, el hecho de
que combine tal cantidad de información, hace que su análisis sea un tanto
complicado, ya que el autor hace un recuento muy exhaustivo de diversos
edificios existentes en la ciudad (que enumera progresivamente del 1 al 159), los
cuales podemos considerar como acotaciones.
Sería muy prolijo hacer la
relación del total de los edificios localizados, por ello, a continuación
señalamos los grupos en que están divididos para ser ubicados y representados.
Cabe destacar que los primeros once números no tienen una definición precisa
como la tienen los siguientes, por ejemplo, “conventos de monjas”, “garitas de
guardias”, etc. (aunque estos primeros once corresponden a edificios de
principal importancia).
Así, señalaremos los nombres que
aparecen en este primer grupo:
1) Santa iglesia catedral,
2) Real palacio
3) Real casa de moneda
4) Real y pontifica {pontificia} universidad
5) Real aduana
6) Palacio arzobispal
7) Inquisición
8) Casas de cabildos
9) Casa del estado
10) Casa de la real acordada
11) Casa de pobres.
El resto de las acotaciones
corresponde a los siguientes grupos;
Parroquias (12-27)
Conventos de regulares (28-41)
Conventos de monjas (42-61)
Oratorios y españoles {sic}
(62-68)
Hospicios (69-70)
Colegios de niños (71-78)
Colegios de niñas (79-82)
Recogimientos (83-85)
Barrios de Tenustitlan {Tenochtitlán} y
Tlatelulco {Tlatelolco} (86-122)
Garitas de guardias (123-132)
Compuertas, acequias de México y
albarradones (133-159)
Toda
esta información se encuentra inmediatamente después del título del lado
derecho superior y ocupa todo ese espacio de arriba a abajo. Cabe señalar que
la dedicatoria se encuentra inmediatamente debajo de estas acotaciones.
Hasta donde pudimos constatar sí es
posible, con mucha paciencia, encontrar los 159 números señalados en los grupos
que acota el autor del plano; sin embargo, nos queda la impresión de que se
privilegia la información de la época prehispánica, pues ésta se destaca con
colores muy contrastantes y fuertes, a diferencia de los datos coloniales que,
en general, están realizados en tonos cafés claros y con números de muy
pequeñas dimensiones.
Esto nos ha hecho pensar que el plano
original se refería exclusivamente a la ciudad colonial y sus alrededores y
sobre él se dispuso la información de carácter prehispánico, porque incluso el
color y tipo de letra de ambos títulos no son iguales, ya que el de la leyenda
que aparece en la parte central inferior del documento está escrita en rojo,
que fue utilizado, además, para elaborar algunas delimitaciones junto con el
azul, verde, amarillo, y naranja, entre otros. Para apoyar nuestra idea
citaremos un fragmento del texto de Raquel Pineda sobre el acueducto de Santa
Fe, en el que menciona al Alarife Mayor Iniesta Vejarano, autor del plano, y
las fechas en que se desempeñó como tal. La autora nos dice lo siguiente:
Y de
las últimas décadas de vida de la arquería de Santa Fe podemos anotar lo
siguiente: el 12 de junio de 1776, Ildefonso de Iniesta Vejarano, Alarife Mayor
de la ciudad, quien –de acuerdo con las actas de cabildo– ejerció ese puesto
entre 1765 y 1769, realizó “una vista de ojos” a la arcada.
Es
decir, que seguramente el plano se elaboró en algún momento de los cuatro años
en que el arquitecto desempeñó el cargo, lo cual significaría que, tal vez,
éste fue ejecutado unos años antes de la disposición de Alzate. Aunque esta
hipótesis tendrá forzosamente que comprobarse.
Pasemos ahora a mencionar la
“segunda parte” de la leyenda explicativa del plano, es decir, la que se
refiere a la época prehispánica. De la misma forma, como hicimos en lo
referente a las acotaciones que acompañan al primer título del mismo, aquí
también destacaremos la presencia de tres grupos definidos de este tipo de
información.
Topónimos
Los topónimos dominan las acotaciones de
carácter prehispánico y corresponden a 69 nombres de diversos tipos lugares, la
gran mayoría de ellos (54) tiene su traducción correspondiente, misma que, a
nuestro parecer, está cercana a la realidad o es correcta. Nos permitimos
destacar algunos ejemplos, con su número correspondiente:
4.
Teopancaltitlan Detrás de la casa del Ayuntamiento o donde se juntan
los nobles
14.
Atizapan Lugar de tierra blanquizca {blancuzca} o tizar
21. Acatlan lugar
donde hay cañas o carrizo
Se utilizan varios otros
símbolos gráficos, previos al nombre del lugar, para destacar varios sitios que
seguramente parecieron de interés. Es conveniente señalar que tal vez éstos
fueron agregados con posterioridad, por el tipo de simbología utilizada y el
color de la tinta. Sin embargo, hemos podido ver que estos lugares sí están
señalados en el plano, pero además están acompañados del signo correspondiente.
Los sitios localizados son los siguientes:
“Salto de Alvarado”
“Templo de Quautitlalpan”
“Templo de Huitzilopochtli”
“Palacio de Moctezuma”
“Palacio de Axaiacatl
{Axayacatl}”
“Palacio en que murió
Moctezuma”
“Huerta y citio {sitio} para
toda suerte de animales”.
Existe asimismo un tercer grupo compuesto
por dos letras:
A) Citio {Sitio} en que dieron tormento a
Cuautemotzin {Cuauhtémoc}
B) Palacio de los herederos de Cuautemotzin
{Cuauhtémoc} al presente es una infeliz reducida habitación.
Nos queda la impresión de que estas dos
letras también fueron agregadas posteriormente y casi como si se hubiera hecho
a última hora, y lo curioso es que sean dos referencias al último rey de los
mexicas. Esto lo refuerza el hecho de que algunos de los topónimos del grupo
anterior tienen un asterisco, al igual que las dos letras mencionadas, las
cuales, por cierto, se encuentran a la izquierda de estos signos.
Debemos destacar que el primero y el
segundo grupo de estas acotaciones ocupan por completo la parte del lado
izquierdo del plano y las dos referencias a Cuauhtémoc se encuentran debajo del
título.
En cuanto a los topónimos al interior del
plano, se destacan cinco con grandes letras: por una parte, los
correspondientes a los cuatro barrios prehispánicos (QUECOPAN, MOYOTLA,
ATZACUALPA y TEOPA o XOCHIMILCA);
además localiza el área correspondiente a Tlatelolco (QUAUHTLALPAN o
TLATELOLCO). Cada uno de los nombres de los barrios está escrito con un color
distinto (negro, verde rojo y amarillo, en orden de mención y el rojo lo
utiliza nuevamente para el pueblo de Tlatelolco. Además, cabe señalar que los
demás nombres mexicas que aparecen dentro de la ciudad, fueron escritos en letras
de menor tamaño y en color rojo. Lo que sí nos parece curioso es que no haya
ningún señalamiento de las calzadas que dividían estos cuatro barrios.
El plano no presenta ningún sistema de
coordenadas geográficas que nos permitan ubicar la latitud o la longitud, por
ejemplo, de la parte central de la ciudad. Tampoco presenta algún tipo de rosa
de los vientos que señale su orientación, aunque los nombres de los barrios y
su localización nos muestran que está representado con el oriente en la parte
superior.
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En el documento aparece un sello rojo,
circular, sobre el título de la parte que dispuso Alzate, es decir sobre el
“Plano de Tenochtitlan”; desafortunadamente es un sello un tanto borroso y es
difícil de leer, se destacan en el centro dos letras (R F) y en el contorno, a
pesar de tener parte de otros letreros encimados, se percibe las siguientes
letras / c77 theqhe natyonale /,
A este respecto, al comentarlo con la directora del proyecto, ella lo comparó
con otro sello similar, mucho más claro en otros documentos, con la conclusión
de que en la parte central las letras son B y F, y alrededor la leyenda dice,
en francés, Biblioteca Nacional Manuscritos.
Lo interesante de este sello es que, aparentemente, queda por debajo del
título, por lo que nos vuelve a surgir la duda de la fecha de elaboración del
plano de la ciudad de México. También es de interés mencionar que es un sello
del mismo color de la tinta que se utilizó para el “segundo” nombre de este
documento.
Fuera del plano, al parecer sobre el
lienzo en el que está montado, se encuentran tres sellos ovalados de color
azul: dos en la parte superior y uno en la inferior y uno más está ubicado en
el reverso de la tela que le sirve de soporte. Los tres sellos frontales tienen
en el centro el número del documento, lo cual significa, aunque no sean muy
claros, que pertenece al catalogo de la Biblioteca Nacional de París.
El que se encuentra en la parte posterior
no tiene escrito nada, pero se pueden apreciar algunas de las uniones que se
hicieron al lienzo. Sin embargo, estos sellos nos permiten observar un rasgo
muy importante, que además arroja algunas luces sobre la trayectoria y el
destino de éste y de muchos otros documentos: que dicho destino haya sido la
Biblioteca Nacional de París, y es el hecho de que el sello menciona la
“Antigua colección de J. M. Aubin” y a la “Colección Goupil en París”. Al
respecto, nos gustaría mencionar lo que Esteve Barba señala acerca de que los Anales
de Domingo de San Antón Muñón Chimalpain se encuentren en dicha institución:
Sus Anales
siguieron el camino de la Biblioteca Nacional de París, es decir: pasaron de la
colección de D. Juan de Alva Ixtlilxochitl a la de Sigüenza y Góngora; de ésta,
a la de los jesuitas; de la de los jesuitas a Boturini y luego a León y Gama,
Aubin y Goupil, hasta desembocar en su actual paradero.
Seguramente, este documento también
realizó un trayecto similar, tal vez sin pasar por todas las colecciones
anteriores, para terminar, primero en las manos de Aubin y posteriormente en
las de Goupil y por último en dicha biblioteca.
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Para finalizar queremos hacer una serie de
reflexiones en torno al documento que nos surgieron a lo largo del análisis
formal:
En primer lugar, consideramos que el
problema mayor que presenta para su análisis tiene que ver, paradójicamente,
con su principal virtud, es decir, con la cantidad de la información que está
plasmada en él, además de las dimensiones y los grosores de la letra utilizada,
pues en muchos casos las de mayor tamaño impiden ver a las más pequeñas.
Por otra parte, como ya dijimos, hay un
predominio del color rojo, por lo que algunos nombres prácticamente no se
pueden leer, pues el color del papel utilizado (e incluso la forma de dibujar
los edificios) para elaborar el plano, los hace ilegibles. De todos modos y a
pesar de lo señalado anteriormente, es un trabajo muy completo, que nos permite
conocer cómo se superpuso la ciudad española a la antigua Tenochtitlan. También
es muy importante destacar el mérito de un trabajo muy minucioso y,
seguramente, de mucha paciencia pues, recordemos, que se consignan 159
edificios y 69 topónimos que nos permiten conocer la distribución de las
edificaciones así como la ubicación de los barrios indígenas en la época
prehispánica, independientemente de que uno se haya elaborado utilizando como
base a otro previo. Insistimos, a pesar de las evidencias presentadas,
esta es una hipótesis que habrá de corroborarse.
Una recomendación que podemos hacer para
el estudio y análisis del plano, es el de disociar la información prehispánica
de la colonial, porque eso permitiría identificar mejor los nombres que
aparecen en náhuatl es decir, de construir la superposición de datos y trabajar
como si fueran dos planos independientes. Esto representa, además la solución a
otro problema: el de la numeración. Todos los números que localizan los
conventos, hospitales, colegios, etc., son muy pequeños y en muchos casos
cuesta trabajo encontrarlos, porque la tinta utilizada es muy parecida al color
del papel. Al separar la información creemos que habría una mejor forma de
identificarlos, pues el investigador se concentraría exclusivamente en alguno
de los aspectos de este plano “doble”. Lo mismo sucedería con algunos de los
topónimos pues hay algunos cuya lectura se dificulta.
Por último, creemos que el análisis de
documentos de este tipo, nos permite conocer una serie de características de la
forma de concebir y representar gráficamente una ciudad en una época y momento
determinado pues, en este caso, existe una enorme diferencia si comparamos el
plano atribuido a Hernán Cortés con la parte prehispánica del que aquí presentamos;
éste se acerca mucho más a las concepciones actuales de la cartografía, a pesar
de que, por ejemplo, no contiene una escala gráfica o numérica.
Así, pensamos que este documento será de
gran utilidad a los estudiosos, tanto de la historia de la cartografía, como de
la historia del desarrollo de la ciudad de México (historiadores, geógrafos,
arquitectos, urbanistas, entre otros), para que analicen desde su perspectiva o
de manera multidisciplinaria el devenir de esta ciudad, actividades en las que planos
como el aquí presentado ofrecen información de gran importancia; sus datos,
además de mostrar las características de ella en la época de su elaboración,
puede ayudarnos a entender, junto con documentos de otros momentos, el complejo
desarrollo que esta ciudad ha tenido a través del tiempo y que, a su vez, nos
permite y nos ayuda a explicarnos su situación actual.
Bibliografía
De Alzate y
Ramírez, José Antonio, Obras. I-Periódicos, Roberto Moreno (ed. introd.
notas e índices), (Nueva Biblioteca Mexicana, 76) unam-Instituto de Investigaciones Bibliográficas, México,
1980.
Chommel H.,
Martine y Víctor Hernández O., “La ciudad de México y su valle”, en Mapas y
Planos de México, siglos vxi al xix, Instituto Nacional de
Estadística Geografía e Informática-Instituto Nacional de Antropología e
Historia, Aguascalientes, 1988, pp. 95-106.
Esteve Barba
Francisco, Historiografía indiana, 2ª. ed., Gredos, Madrid, 1992.
Fernández Baños,
Cándida y Concepción Arias Simarro, “La ciencia en el siglo de las luces“,
Elías Trabulse, Historia de la ciencia en México. Estudios y textos, siglo xviii, Conacyt-fce, México, pp. 9-28.
Pineda Mendoza,
Raquel, Origen, vida y muerte del acueducto de Santa Fe, (Estudios y
Fuentes del Arte en México, lv) unam-Instituto de Investigaciones
Estéticas, México, 2000.