Transcripció paleografica del manuscrito 210,

Transcripción paleografica del manuscrito 210,

por el Mtro. Luis Reyes García.             

 

CAMATEX

 

§ 1. Tambien dicen que Quetzalcoatl nació de  [F. 30 r.] linaje de los tlaxcaltecas e que pasó con ellos por aquel estrecho de que tienen noticia que vinieron, o que, viniendo por el camino, nacieron él y Camaxtle, dios de los tlaxcaltecas, sino que éste atravesó de la mar del Sur a la del Norte e que después vino a salir por las partes de Pánuco,[1] como tenemos referido y adelante diremos.

 

§ 2. Más en efecto, después que Tezcatlipoca Huemac vino en demanda de Quetzalcohuatl, se hizo tanto temer de las gentes, como no les oviese hallado, hizo matanzas a toda la tierra. De suerte que se hizo temer y adorar por dios, tanto y de tal manera, que pretendió escurecer la fama de Quetzalcohuatl, que vino a señorear la provincia de Cholula, y Quauhquecholla, Izucar y Atlixco, y todas las provincias de Tepeyacac, Tecamachalco, Quecholac, Teohuacan; de tal manera, que no había provincia de éstas que no le adorasen por dios.

 

§ 3. Y ansí, no fue menos en la provincia de Tlaxcala, que entre todos los dioses le ponían por el primero y más valiente; ansí en ánimo como en fuerzas, industrias y mañas, otro no se le igualaba. Y ansí en la mayor parte de esta Nueva España, fue muy conocido y por dios adorado. Y porque hemos tratado largamente deste Tezcatlipuca y de Quetzalcohuatl, no será razón pasar debajo de silencio ni de paso la causa [y] razón que hubo de la división y apartamiento de los tarascos michuacanenses.

 

 

§ 4. Según atrás dejamos aclarado, cómo los tarascos se adelantaron luego que pasaron el estrecho de mar, en los troncos de árboles y balsas y otros instrumentos del pasaje, y se metieron a vivir y a habitar en las Siete Cuevas, espeluncas y cavernas de la tierra, hasta que hicieron habitaciones y moradas, y cómo desde allí fueron creciendo y tomando el tiento de la tierra y disposiciones della para poblalla. Ya tenemos noticia cómo la mayor parte destas naciones es gente desnuda y desarrapada, e de cómo la mayor parte no alcanzaban ropa con qué cobijarse.[2]

 

§ 5. Aunque algunas naciones vestían cueros y pieles de animales, o por no tener industria para ello, o por haberles faltado instrumentos para poder beneficiar algodón o lana, o porque totalmente carecían de todo lo necesario para su vestir, por cuya causa vinieron en[3] demanda de las tierras más templadas que pudieron hallar, para mejor poder conservar su desnudez y modo de vivir, convertida ya en uso de naturaleza. La causa que dicen que fue de su despojo y desnudez es a saber que los tarascos no acostumbraban traer bragueros, calzones ni çaragüeles, ni otras maneras de coberturas para las partes deshonestas, sino como brutos animales, inusitados todos de la venérea honestidad de hombres de razón, solamente tenían unas ropetas cortas a manera de saltambarcas que aún no les llegaban a las rodillas, y sin mangas, como unos cosetillos sueltos y sin cuellos, y abiertos para meter la cabeza, y lo demás todo cerrado.

 

§ 6. El cual hábito y traje en general, en esta tierra es de mujeres; y el día [F. 30 v.] de hoy usan en toda esta Nueva España y los llaman huipilli y los españoles llaman camisas. Y sobre esta ropeta se ponían encima una mantilla delgada de algodón a manera de sobre ropa que los mismos tarascos llaman tzanatzi y los mexicanos ayatl. Y este fue su traje antiguo; la cual sobre ropa, manta o sábana, era labrada de labores tejidas muy curiosamente de colores muy vivos y diferentes, imitativas a labores de seda que se hacían de pelos de liebres y conejos, y el dia de hoy se usan y estiman en mucho entre los naturales. y estas mantas o sábanas anudaban sobre un hombro que les llegaban al tobillo, más o menos cortas o largas. Las más cortas traían los mozos pulidos, y las largas los hombres viejos y ancianos.

 

 

§ 7. Y éste fue el uso antiguo de la gente tarasca y el modo de su traje, aunque usaban de otros géneros de ropa de plumas que llaman pellones, de diferentes colores y géneros de aves, aunque los mexicanos, culhuas, tepanecas, ulmecas y xicalancas y demás naciones, no usaron las camisas de los tarascos ni de estas saltambarcas, más usaron de unos bragueros y coberturas para las partes genitales y posteriores por gran honestidad, aunque todo lo demás de su cuerpo quedaba desnudo y descubierto, aunque usaban de muy ricas mantas, de la manera y modo que atrás dejamos tratado, añudadas sobre un hombro.

 

§ 8. La variedad que dicen haber habido entre los mexicanos y tarascos y demás naciones en el modo de su vestir, fue que siendo todos unos, de una prosapia, descendencia y generación, y todos venidos por una vía y derrota y camino y parte, e que al pasar de un estrecho de mar de una parte a otra, o de algún río caudaloso, aunque algunos quieren decir que es el río de Toluca e que la tierra dentro por donde van, cuando se va acercando a la már, que es muy grande e caudalosisimo, finalmente, que en esto no hay más claridad de esta, de que si fue estrecho de már o si fue río el de Toluca, otra cualquiera, y al fin y al cabo estos tarascos al pasar se quisieron adelantar y pasar primero, aunque les iba a la mano no consintiéndoselo las otras cuadrillas, estorbándoselo, diciéndoles que no pasasen ansí ni se pusiesen en tan grande peligro, porque en aquellos tiempos se tenía por gran hazaña y atrevimiento pasar la mar, mayormente aquellas gentes que ni perpetuamente[4] supieron de navegación, en especial faltándoles barcas e instrumentos para semejante ocasión y pasaje.

 

§ 9. Mas, con todas estas persuaciones y porfias, entretanto que salieron con su comenzado propósito en que se obieron de adelantar como se adelantaron, y ansí fueron éstos los primeros de que se tiene noticia que pasaron aquel estrecho que ha de estar hacia a la parte del poniente en cuanto a nuestro centro. Finalmente, que al tiempo de pasar buscaron modos y maneras inauditas, que fueron por unos troncos de árboles y balsas, y otras cosas que la necesidad les enseñaba, y ansí que para hacer maromas y sogas compelidos de la necesidad, se quitaron los bragueros y maxtles, que ansí se llaman en la lengua mexicana, los cuales son [F. 31 r.] largos de más de cuatro brazas a manera de almaizales[5] labrados a los cabos de muy primas labores de varias y diversas colores, de más de un palmo de labrado y tejido, y de anchor tendrán el que más palmo y medio, de más y de menos.

 

§ 10. Por manera que con esta necesidad, se despojaron de sus bragueros para atar sus balsas y maderos, con que pasaron su naufragio hasta que se pusieron desta otra parte con sus hijos y mujeres, que debieron de ser gran muchedumbre de gentes. Y como quedasen tan desnudos, como en efecto quedaron y desabrigados, fueles necesario quitar las camisas de sus mujeres y huipiles, y vestirse dellos, dejándoles tan solamente las naguas cubiertas y abrigadas de la cinta abajo, aunque adelante usaron echarse otra manta encima de los hombros, con que se cubrían todo el cuerpo a manera de almalafas[6] moriscas; y ansí quedaron con esta costumbre en memoria de aquel pasaje, donde jamás perpetuamente los dichos tarascos se pusieron bragueros ni dejaron de traer los huipiles de sus mujeres, ni menos sus mujeres los traían ni ponían, en recordación y memoria de su peregrinación y pasaje, ni menos las mujeres jamas se pusieron para ceñirse las naguas, faja ni cinta, más de las naguas puestas y con una vuelta a manera de nudo.

 

§ 11. Y ansí como éstos fuesen los primeros que pasaron, vinieron a poblar las provincias de Mechhuacan, a donde después de muy cansados pararon hallando aquellas tierras muy a su propósito, y conforme a su calidad y costumbres. Y ansí los que se quedaron atrás, que fueron los mexicanos y tepanecas con todas las demás legiones y cuadrillas, como no perdieron ninguna pieza de sus trajes, siempre ellos y sus mujeres fueron gentes vestidas y adornadas de ropas de algodón, y de ropa de palmos y de maguey que llaman ichtle los mexicanos, y de pieles de animales y pelos de conejos y liebres, como atrás dejamos declarado. Llamaron los mexicanos tarascos a éstos de la provincia y reino de Michoacán, porque traían los miembros genitales de pierna en pierna y sonando, especialmente cuando corrían. Llamáronse los mechhuacanenses o michhuaques, porque las tierras que poblaron es tan abundantes de pescado; y ansí se llama la provincia del pescado, Michhuacan.

 

 

§ 12. Y para que mejor nos demos a entender, será razón se haga minción de su arte y ejercicio militar, que aunque bárbaros y no guiados enteramente por razón, tuvieron en su ser y modo gobierno, en sus reencuentros y peleas, acometiendo y retirándose a sus tiempos, conforme a las ocasiones que se les ofrecían. Diremos ante todas cosas, de la manera de sus armas ofensivas y defensivas que generalmente usaban, con las cuales peleaban y cambatían a sus enemigos.

 

§ 13. La primera arma que usaron fueron arcos y flechas, con que mataban las cazas con que se sustentaban. Usaron asimismo hondas para en las guerras y varas tostadas[7] de más de una braza y media, arrojadas con amientos de palo, que son a manera de [F. 31 v.] gorguses y azagayas[8] o dardos, los cuales tiraban con tan gran fuerza que hacían notable daño, porque tenían por hierros puntas de varas tostadas, que son tan fuertes como si fueran de acero, o puntas de espinas de pescado, o puntas de cobre o de pedernal, y lo mismo era de las saetas y flechas que los arcos despedían. Usaban porras de palo muy fuertes y pesadas, que llamaban macanas, y espadas de pedernal agudas y cortadoras. Usaban de rodelas recias con que se escudaban, y de fosas y de cavas y fosas de que se aprovechaban, y de albarradas. Para su defensa buscaban lugares fuertes y aguajes.

 

 

§ 14. Usaban de emboscadas y muy sotiles y engañosos para sus enemigos y otras celadas, y si podían, por los pasajes forzosos cavaban la tierra y ponían estacas puntiagudas hacia arriba dentro, y las tornaban a cubrir con tierra a manera de trampas; con el cual engaño mataban innumerables gentes cuando salían con ello. Emponzoñaban las aguas de los ríos y fuentes para que los contrarios bebieran de ellas y muriesen. Hacían sus asaltos de noche a deshora, en los reales de sus enemigos. Peleaban desnudos y embijados la mayor parte de ellos, con tiznes y otras colores, y algunas gentes destas de más posibilidad, ansí mexicanos y acolhuaques y tlaxcaltecas, usaban de unos jacos estofados de algodón y pasados de nudillo, a manera de cueros danta.[9] Usaban divisas de animalías fieras, de tigre y leones, de osos y lobos y de águilas caudales, guarnecidas de oro y plumería verde de mucha estima y valor, todo labrado y compuesto con mucha sutileza y primor. Solían llevar a las guerras muchas riquezas de joyas de oro y pedrería muy preciada, y muy ricos atavíos según su modo.

 

§ 15. Peleaban por sus escuadrones apeñuscados,[10] y no por la orden nuestra; salía una cuadrilla de un puesto, contra otro que salía al contrario, en medio del campo; de suerte que se encontraban uno contra otro con el mayor furor e ímpetu que podían, llevando de encuentro el batallón que menos fuerte era: y ansí como unos y los otros bandos conocían la flaqueza de los suyos, salía otro escuadrón de refresco al socorro, contra los que más podían, hasta que los hacían retraer; y de este modo, sobresalían otros escuadrones de nuevo, hasta que se trababa gran batalla, aunque siempre había gente de socorro de todas partes, según la orden de los generales y más astutos capitanes en la guerra, hasta que conocidamente la guerra iba de tropel vencida o desbaratada, y conocidamente se veía el vencimiento porque a este tiempo, se conocia la ventaja de alguna de las partes,

 

§ 16. Y cuando este rompimiento había, unas veces iban tras los unos y otros tras los otros, hasta que se iba ganando tierra; y aquellos que más ganaban apellidaban a grandes voces victoria, invocando a sus dioses con más ánimo y fuerza los vencedores, y seguian los alcances, y entonces prendían y cautivaban los que podían, y éste era su principal despojo y victoria, prender [F. 32 r.] a muchos para sacrificar a sus ídolos, que era su principal intento, y por comerse unos a otros como se comían, y tenían por mayor hazaña prender que matar; y esto era en las continuas guerras y ordinarias, aunque sucedían escaramuzas de mucha ventura, muchas veces fingiendo alguna huída de industria y ardid de guerra,  salían de través algunas celadas que hacían en él mortal daño en sus enemigos.

 

 

§ 17. Más cuando iban a ganar o conquistar algunas provincias, o les venían a entrar por algunas partes de la tierra que poseían y señoreaban, peleaban de otra manera y con otra resistencia, hasta que escalaban a viva fuerza y saqueaban las tales provincias y pueblos, quemando y matando y asolando las casas si no se les querián dar buenamente. Y esta orden que tenían de guerra, como atrás dejamos referido, siempre iban ganando tierra sin volver atrás, si no era cuando hallaban gran pujanza de fuerza y resistencia, que por esta ocasión volvían las espaldas al enemigo.

 

§ 18. Aunque atrás puse por figura que no llevaban orden en sus guerras, hase de entender según nuestro modo, que entre ellos orden era, pues tenían sus caudillos que los gobernaban en las cosas de guerra, cómo y de qué manera habían de salir y entrar en ellas, y con qué orden y concierto, y llevando esta orden por escuadrones de ciento en ciento y de más o de menos, haciendo grande alarido los unos escuadrones en seguimiento de los otros, taniendo bocinas y trompetas hechas de madera, bailando y cantando cantares de guerra, y animando a sus comilitones con grande griteria, y más y mayores voces y gritos en el tiempo en que se daba el combate, tocando sus atambores y caracoles y trompetas, que hacián extraño ruido y estruendo, y no poco espanto en sus corazones frágiles e inusitados de esta milicia con los golpes de las rodelas y macanas,  acompañados de la inmensa griteria.                                                             

§ 19. Este era el modo de sus peleas y combates, con tiros de piedras y saetas y dardos, hasta que venían a las manos y a los porrazos y macanazos, y con las espadas de pedernal que daban mortales heridas y cuchilladas, aunque el dia de hoy no han quedado más armas de arcos y flechas, las cuales usan los chichimecas, y toda la tierra nueva de Cíbola, Tiguex, Quivira, y Señora, y las demás provincias que llamaron de las siete ciudades, que fue la entrada que hizo Francisco Vázquez Coronado, y toda la tierra que llaman de la Florida, los cuales arcos y flechas es la más terrible arma que las gentes bárbaras pueden usar. Y ésta debió de ser la primera y más antigua arma que hubo en el mundo, y la que los primeros hombres homicidas inventaron, que tan cruel y mortal daño hace y ha hecho, y ansí lo usan los turcos desde su origen hasta estos nuestros tiempos, y también se lee que lo usaron los griegos y troyanos; por donde se debe colegir que no debió de ser en solas estas naciones habitadoras de este Nuevo Mundo donde la usaron.

       

 

§ 20. Habiéndose poblado México y toda su comarca y redondez de la laguna, a cabo de tanto tiempo [F. 32 v.] vinieron los ulmecas, chalmecas y xicalancas, unos en seguimiento de otros. Y como hallasen toda la tierra ocupada y poblada, determinaron de pasar adelante a sus aventuras, y se encaminaron hacia la parte del volcán y faldas de la Sierra Nevada, donde se quedaron los chalmecas, que fueron los de la provincia de Chalco, porque quedaron en aquel lugar poblados. Y los ulmecas y xicalancas pasaron adelante, atravesando los puertos y otros rodeándolos, hasta que vinieron a salir por Tochimilco, Atlixco, Calpan y Huexotzinco, hasta llegar a la provincia de Tlaxcala.

 

§ 21. Aunque antes de llegar a ella vinieron tomando el tiento,  reconociendo la disposición de la tierra, hasta que hicieron su asiento y  fundación donde está agora el pueblo que llaman de Santa María de la Natividad, y en Huapalcalco junto a una hermita que llaman de Santa Cruz, que los naturales llaman Texoloc, y Mixco, y Xiloxochitla donde está la hermita de San Vicente, y el cerro de la Xochitecatl y Tenanyacac, donde están dos ermitas a poco trecho una de otra, que le llaman de San Miguel y de San Francisco, que por medio de estas ermitas pasa el rio que llaman de Atoyac, que baja de las vertientes de la Sierra Nevada de Huexotzinco.

 

§ 22. Y aquí en este sitio, hicieron los ulmecas su principal asiento y poblazón, como el día de hoy nos lo manifiestan las ruinas de sus edificios, que según las muestras fueron grandes y fuertes; y ansí las fuerzas y barbacanas, albarradas, fosas y baluartes, muestran indicios de haber sido la cosa más fuerte del mundo, y ser obrada por mano de innumerables y gran copia de gentes la que vino a poblar, porque donde tuvieron su principal asiento y fortaleza, es un cerro o peñol que tiene casi dos leguas de circuito, y en torno de este peñol, por las entradas y subidas, antes de llegar a lo alto de él tiene cinco albarradas y otras tantas cavas y fosas de más de veinte pasos de ancho.

 

 

§ 23. Y la tierra sacada de esta fosa servía de bastión o muralla de un terrapleno muy fuerte, y la hondura de la dicha cavas debía ser de gran profundidad, porque con estar como está arruinada de tantos tiempos atrás, tienen más de una pica en alto, porque yo he entrado dentro a caballo de alguna de ellas, y de industria las he medido, que un hombre a caballo y con una lanza aún no alcanza a lo alto en muchas partes, con haberse tornado a henchir de tierra con el tiempo, y con las avenidas de aguas de más de trescientos sesenta años a esta parte.[11] Las cuales fosas y albarradas ciñen toda la redondez del cerro, que no debió de ser de poca fuerza ni menos reparo en aquellos tiempos.

 

§ 24. Y en este dicho peñol hay muchos indios poblados hoy en día. En partes iba cavada por peña viva, y se aprovechaban de muchas cuevas en que vivían. En este cerro y en este fuerte tan antiguo, tan inexpugnable, en la cumbre de él y en la sierra de Tlaxcala que llaman Matlalcueye, y en lo alto y cumbre de Tepeticpac, se retiraron y guarecieron las mujeres y niños, cuando el capitán Hernando Cortés y sus compañeros vinieron a la conquista de esta tierra y entraron por esta provincia de Tlaxcala, hasta que se entendió su paz y seguridad. [F.33 r.] Demás de esta población tan antigua, hubo otras en los llanos de San Felipe, que serán dos leguas adelante hacia la parte del poniente, en cuanto a nuestro centro, en parte llana y escombrada.

 

§ 25. Ansí mismo hubo otra de los propios ulmecas, xicalancas y zacatecas, cuyo caudillo de ellos fue uno que llamaban Coxana tecuhtli, que según parece, estos primeros pobladores vinieron en tres legiones de las Siete Cuevas, que unos y otros eran de un lenguaje y de una misma disposición y traza, los cuales tuvieron poblado más de cuatro leguas de tierra en diversos lugares de esta provincia, cuyos edificios son conocidos aunque deshechos y arruinados. Y éstos se pueden tener por los primeros pobladores de esta provincia de Tlaxcala, que poblaron sin defensa ni resistencia alguna, porque hallaron estas tierras inhabitadas y despobladas.[12]

 

 

§ 26. Y estando en estas sus poblaciones quietos y seguros mucho tiempo, continuando en su quieta paz sin imaginar cosa en contrario, llegaron los chichimecas sediciosos y crueles, con la sedienta ambición, últimos pobladores y conquistadores de esta provincia de Tlaxcala, cuyo principio y origen pondré copiosamente, según y de la manera que han venido prosiguiendo, hasta que se[13] sujetaron estas tierras y habitadores, y hasta que las pusieron debajo de su dominio bien, y ansí de la manera que lo tratan sus crónicas y cantares cifrados en suma según su modo, olvidados ya de la cuenta que tenían en los tiempos que estas cosas acaecieron y en qué edades, que hacen no pequeña falta para nuestra satisfacción, aunque no dejaremos de poner algunos números de su cuenta y edades que ellos seguían.

 

§ 27. Habiendo, pues, de tratar de la venida de los chichimecas, que fueron los postreros y últimos habitadores de esta provincia  de Tlaxcala, la cual fue muchedumbre de gentes, que ansí mismo tienen noticia que pueden haber trescientos años[14] poco más o menos, que vinieron con ejércitos formados a poblar y buscar tierras en que habitar, como las demás gentes que antes habían venido. Y ansí estas gentes vinieron de las Siete Cuevas en su demanda y busca de estotras gentes que se habían adelantado, siguiéndoles el rastro que habían traido en su venida, maquinando por diversas partes del mundo, peregrinando por grandes desiertos, arcabucos y serranías y grandes y muy ásperas montañas, como referido tengo, en demanda y busca de los culhuas y tepanecas y aculhuaques, chalmecas, ulmecas y xicalancas, deudos y parientes suyos, todos de una descendencia y linaje y lenguaje y frasís.

 

§ 28. Aunque, en cada provincia tenían su diferente manera de hablar, tan solamente en la consonancia o sonsonete que le quisieron dar por diferenciarse en esto, más en todo lo demás, todo es una cosa, aunque es tenida la lengua mexicana por materna y la tezcucana por más cortesana y pulida, y salidas de éstas, todas las demás lenguas son tenidas por groseras y toscas, y en esta [F. 33 v.] forma se va entorpeciendo mientras más se van desviando las provincias de México. Presupuesto que todo sea una lengua y una cosa que se entienda, ésta es la que corre en esta Nueva España y la mayor parte del Nuevo Mundo, y a donde quiera en estas partes, prefiérenla a las demás lenguas, y es entendida por todas las naciones de ella.

 

 

§ 29. Y ansí las otras lenguas son tenidas por bárbaras y extrañas, y entre este barbarismo la hablan comunmente, y tienen intérpretes mexicanos que la dan a entender y se precian y estiman de saberla hablar. Es una lengua la más amplia y copiosa que se ha hallado, después de la latinidad,[15] es suave y amorosa, y en sí muy señoril y de gran presunción, compendiosa, fácil y dócil, que no se le halla fin ni cabo. E se pueden con facilidad componer versos en la propia lengua con mensura y consonancia, con el modo descandir y componer.

                

§ 30. Venidos, pues, en seguimiento como atrás dejamos dicho de sus deudos y parientes, de tierra en tierra y de provincia en provincia, hallaron la mayor parte de la tierra ocupada y poblada de sus propios deudos; y con la noticia de cómo adelante estaban las mayores poblazones, siempre fue su designio de pasar adelante, como lo hicieron, y ansí de lance en lance y de tierra en tierra, llegaron a la provincia de Xilotepec e de Hueypuchtlan, y a Tepotzotlan y Quauhtitlan,[16] donde pararon y estuvieron algún tiempo, y de allí trataron de grandes y muchos partidos con lo culhuas y tepanecas mexicanos, que tenían poblada la redondez de la laguna y toda su comarca y marisma.

 

§ 31. Vista la multitud grande que allí había llegado de gentes chichimecas y la estrechura que había de tierras, procuraron de proseguir su viaje hacia la provincia de Tetzcuco donde era la cabeza y señorío de los aculhuaques tetzcucanos; y como hubiesen llegado cerca de esta provincia, fueron muy bien recibidos de los señores de aquella tierra, sabiendo y entendiendo que eran todos unos y de una generación, deudos y parientes, y venidos de una patria y tierra, y viendo que no tenían tierras en qué poder poblar tantas gentes, los acomodaron y señalaron un sitio donde pudiesen asentar su campo en el inter que hallaban en qué poder poblar. Y ansí poblaron junto a la laguna de entre Tetzcuco y Chimalhuacan, arrimados a la falda de la sierra y montaña de Tetzcuco, que los naturales llaman los llanos de Poyauhtlan, que hoy en día pretenden acción y derecho de estas tierras los naturales de Tlaxcala, porque en efecto fueron suyas por merced y donación que los señores y rey de Tetzcuco les hicieron.

 

 

§ 32. Y ansí poblaron los chichimecas, que su principal asiento y poblazón fue donde es agora el pueblo de Cohuatlichan, cerca de la laguna mexicana, sujeto de Tetzcuco. Fue el año de su fundación Ome Tecpatl xihuitl, que llaman el año del dos pedernal. Siempre estuvieron en continua arma y vela, porque aunque los naturales de aquellas provincias les habían dado tierras e oviesen recibídolos de paz, hospedándolos y regalándolos con muchas mercedes y caricias, no se fiaban del todo de ellos, [F. 34 r.] porque se temía[17] no les hiciesen alguna traición y cogiesen descuidados, como suele suceder en semejantes casos. Y estando como estuvieron tanto tiempo poblados en estos llanos de Poyauhtlan, se sustentaban de cazas, como chichimecas, por ser como eran muy grandes arqueros y cazadores de arcos y flechas, y aventajados con esta arma más que otras naciones.

 

§ 33. Ansí que chichimecas, puramente quiere decir hombres salvajes, como atrás dejamos referido, aunque la derivación de este nombre procede de hombres que comían las carnes crudas, y se bebían y chupaban las sangres de los animales que mataban, porque chichiliztli es tenida en la lengua mexicana por mamar, y chichinaliztli por cosa que se chupa, y chichihualli es la teta o la ubre;[18] por manera que como estas gentes, ansí como mataban y se bebían la sangre, era tenida por una gente muy cruel y feroz, de nombre espantable y horrible entre todas las naciones de estas partes, y por esta derivación de chupadores, que quiere decir en lengua mexicana chichimeca techichinani. Y ansí los que proceden de estos chichimecas son temidos y estimados en mucho. Ansí mismo llaman a los perros chichime, porque lamen la sangre de los animales y la chupan.

 

 

§ 34. Finalmente, que los que proceden de estos chichimecas por línea recta y derecha sucesión son muy estimados, y ha quedado este nombre de chichimecas el día de hoy ya arraigado tanto, que todos aquellos que viven como salvajes y se sustentan de cazas y monterías, y hacen crueles asaltos y matanzas en las gentes de paz, y aquellos que andan alzados con arcos y flechas como alarbes,[19] son tenidos y llamados chichimecas. Especialmente en los tiempos de agora son más crueles y espantosos que jamás lo fueron, porque en otros tiempos que ha menos de cuarenta años, no mataban sino cazas y animalías fieras y silvestres, y agora matan hombres y saltean caminos, y hacen grandes estragos  inauditas crueldades en los españoles y en sus haciendas y estancias, que no se pueden averiguar con ellos.

 

§ 35. Por manera que el nombre de chichimecas, que solía ser la cosa más noble que entre los naturales había, ha venido a ser y a parar, que los que llaman el día de hoy chichimecas, se han de entender por hombres salteadores y robadores de caminos. Y todos aquellos que son indomésticos y que habitan las tierras remotas de la Florida, y la demás tierra que está por ganar y conquistar, todos tienen este nombre de chichimecas, y esto se entiende en la lengua mexicana culhua de la Nueva España y de estos chichimecas se podrían tratar de sus hechos y hazañas muy espantosas cosas muy temerarias, y de muy gran encarecimiento de sus ánimos y acometimientos que no se puede tratar en breve suma, porque han sido sus hechos temerarios tan grandes y tan espantosos, que casi han tenido rendida la tierra con harta costa de los nuestros [Margen derecho: y de su magestad con presidios y escoltas que tiene por aquella tierra de chichimecas] y ansi no han podido ser sujetados.

 

§ 36. Poseen grandes tierras y muy ricas de metales de plata, que en algún tiempo será dios servido se labren y descubran, y otras [F. 34 v.] tierras y gentes de otras naciones, porque hay gran noticia de ellas, que son la tierra de donde devinieron los mexicanos; finalmente, que con estos chichimecas se han señalado muchos capitanes famosos de nuestros españoles, y muerto los más de ellos continuando la milicia más cruel y bárbara que ha habido en el mundo, con arco y flecha, y desnudos en carnes sin otro algún reparo ni defensa.                                                                                               

 

§ 37. Tornando a nuestro principal propósito, aquellos sinceros y antiguos chichimecas que vinieron a las poblazones y en seguimiento de sus parientes y amigos, trajeron por ídolo y adoraban por dios a Camaxtli, los cuales eran grandes cultores dél y de los demás dioses e ídolos, que los veneraban e adoraban con mucha reverencia e inviolablemente quebrantaron[20] sus preceptos e instituciones y promesas que les hacían. Este ídolo Camaxtli no pudo[21] ser sino el mismo demonio, porque hablaba con ellos y les decía y revelaba lo que había de suceder, y lo que habían de hacer, y en qué partes y lugares habían de poblar y permanecer. Eran ansí mismo estos chichimecas grandes hechiceros e nigrománticos, que usaban del arte mágica con que se hacían temer y ansí eran temidos, por cuya causa no los osaban enojar las gentes vecinas y comarcanas; y con esto se sustentaron muchos tiempos en Poyauhtlan, donde tuvieron su habitación algunos tiempos.

 

§ 38. E visto por los comarcanos que iban ocupando muchas tierras, e que grandemente se iban apoderando de ellas y a señorear, les ovieron recelo y temor de que en algún tiempo no prevaleciesen tanto, que  de huéspedes viniesen a ser señores e que los viniesen a sujetar, y ansí mismo porque estos chichimecas comenzaban a hacerles mala vecindad y algunos malos tratamientos, por quererse ensanchar y extender, de cuya causa los tepanecas y culhuas mexicanos, que estaban muy conformes y confederados, trataron de los desviar y echar de Poyauhtlan, e que se fueran a poblar a otras partes, por lo cual les movieron guerra de parte de estos tepanecas culhuas mexicanos, reynando en México Huitzilihuitzin[22] el año que ellos llamaban ce tochtli xihuitl, año de un conejo.

 

 

§ 39. Para la cual guerra se juntaron grandes huestes por la laguna e por tierra, e vinieron a dar sobre los chichimecas de Poyauhtlan: los cuales, como fuesen gente belicosa y feroz, y a la continua estuviesen sobre el aviso, no estaban tan descuidados que no les salieron al encuentro con gran furia a defender y resistir su partido, defendiéndose con esfuerzo y ánimo terrible, y de tal suerte y manera que dicen sus historias y antiguedades, que desde donde está el pueblo de Cohuatlichan hasta el pueblo de Chimalhuacan, y toda aquella marina y orilla de la laguna, no había otra cosa sino arroyos de sangre y hombres muertos, de tal suerte y manera, que el agua de la laguna por toda aquella ribera, no parecía ser agua, sino pura sangre y laguna de sangre, toda ella convertida en sangre.

 

§ 40. Y con su buen esfuerzo y [F. 35 r.] maña, corrieron y desbarataron a sus enemigos con gran afrenta, y se volvieron victoriosos y llenos de vanagloria a su principal asiento; y en memoria de esta tan sangrienta batalla, comen los naturales de allí cierto marisco que en esta laguna se cria, que tiene por nombre izcahuitli, de lo cual hay mucha cantidad: tiene color de sangre requemada, casi[23] leonada y a manera de lama colorada, de la cual lama se coge mucha cantidad y la tienen por granjeria los pescadores de allí. Y ansí quieren decir que de la sangre que allí se derramó, se convirtió aquella lama y marisco de aquella color, lo cual es fábula; más solo quedó en memoria de aquella guerra y cruel estrago que hubo en ella a manera de encarecimiento, porque sangre en la lengua mexicana se llama eztli, y ansí  se llama esta lama izcahuitli.

 

§ 41. Pasada esta tan cruel guerra entre los mexicanos tepanecas con los chichimecas, determinaron de irse de allí; y pasar adelante en busca de tierras más extendidas y anchas donde más a su sabor y gusto viviesen,[24] y salir de aquella estrechura en que vivían, mayormente porque entendían estar ya malquistos con sus vecinos comarcanos, e porque ansí mismo su dios Camaxtli les decía que alzasen su real, que no había de ser allí su permanencia, que adelante habían de pasar a donde había de amanecer y anochecer, dándoles a entender adonde habían de ser señores supremos y vivir con descanso y quietud, porque dice la metáfora: uncan tonaz oncan tlathuiz, oncan yazque ayamonican, adelante habeís de pasar que no es aquí aún adonde ha de amanecer y hacer sol, y resplandecer con sus prósperos y fulgentes rayos".

 

 

§ 42. Y estando tan malquistos con sus vecinos e que forzosamente habían de tener reencuentros y pesadumbres, e por evitar tan grandes ocasiones e inconvenientes, trataron con los señores tetzcucanos de cómo se querían ir y desviar de los tepanecas, porque su venida no había sido con intento de pelear sino de poblar donde hallasen comodidad para ello, pues traían sus hijos y mujeres, y eran muchos, y otros ejércitos que atrás quedaban que venían en su seguimiento, e que pues los trataban tan mal, que ellos querían pasar adelante, hacia las partes de donde el sol sale y llegar hasta la mar Teuhtlixco Anahuac, que quiere decir al fin de la tierra y hasta la orilla y costa de la mar, pues era todo desierto y despoblado. E para emprender esta jornada querían tomar su beneplácito, e que fuese con su licencia y voluntad, porque si en algún tiempo les acaeciesen algunos infortunios y trabajos y adversidades, e los oviesen menester para algún socorro, que como hombres prosperados e que estaban de asiento, los favoreciesen como a buenos hermanos, amigos y parientes.          

 

§ 43. Y ansí en esta despedida y apartamiento, pasaron grandes negocios de la una parte y de la otra con los aculhuaques tetzcucanos, y al fin quedaron resueltos en que se fuesen, e que buscasen asiento donde pudiesen poblar a su voluntad; y antes de esta partida para más [ F. 35 v.] favorecellos, les dieron adalidades y guías que los guiasen por las sierras altas de Tetzcuco, a que les mostrasen desde la más alta cumbre de aquellas montañas y sierras de Tetzcuco, que son las sierras de Tlallocan, altísimas y umbrosas, en las cuales he estado y visto, y puedo decir que son bastantes para descubrir el un hemísferio y otro, porque son los mayores puertos y más altos de esta Nueva españa, de árboles y montes de grandísima altura, de cedros, cipreses y pinares, que su belleza no puedo encarecer con palabras, que parecen llegan al cielo por orden de naturaleza; e pues con palabras no puedo explicar los conceptos que a esto me inspiran,[25] súplalo el buen entendimiento del discreto lector.

 

 

§ 44. Dejando aparte la Sierra Nevada y el volcán que son más altas que estas montañas, puso el artífice del mundo uno de los principales ornatos de su creación, que de la una parte se descubre todo el reyno de los mexicanos tepanecas y su muy grande laguna, y por la otra parte, el reyno y provincia de Tlaxcalla, Cholulla, Huexotzinco, Quauhquecholla, Tepeyacac, Tecamachalco y otras provincias de inumerables naciones, que visto lo uno y lo otro, se dan inmensas gracias al[26] artífice universal de todo lo creado, mayormente el día de hoy, que visto el retruécano que el verdadero dios ha obrado con los suyos, le dan inmensas y sempiternas gracias y loores, que lo que el demonio tan apoderado y señoreado tenía, esté el día de hoy reducido al verdadero dios y su iglesia militante.

 

§ 45. ¿Quién no se harta de llorar de puro contento? ¿Quién no se goza con alegría sublimada con milagros tan conocidos y tan a la clara obrados, que a cabo de tantos millares de años haya sido nuestro señor servido traer en conocimiento de su santa fe, tantas y tan inumerables gentes y naciones? A su divina magestad se den las alabanzas y gracias por tantas mercedes como cada día obra con sus criaturas racionales.

 

§ 46. Subidos los chichimecas con los adalides a las sierras de Tlalocan, descubrieron y divisaron desde allí grandes y amplisimas tierras, valles, sierras y llanos con sus ríos y fuentes, casi como otro nuevo mundo e nuevo hemisferio. E como las atalayas obiesen visto tan grandes tierras despobladas, que de noche ni de día obiese fuegos ni moradas, conocidamente vieron que eran tierras desiertas, yermas y habitables y por poblar. Y con esta noticia bajaron de la sierra, y dando relación y noticia de lo visto, hicieron grandes fiestas y solemnidades, especialmente los chichimecas a su ídolo Camaxtli, el cual dicen que les dijo hablando con ellos, que comenzasen a caminar, que aquella era la tierra en que habían de poblar y a donde habían de permanecer señoreando, e que comenzasen a marchar que ya era tiempo, e de no estar más en aquella provincia de Poyauhtlan, ni entre los aculhuaques; más que en sus necesidades y trabajos, les darían favor e ayuda y grandes socorros de gentes a su tiempo y cuando fuese menester.

 

 

§ 47. Y de esta manera alzaron su real y poblazón, y comenzaron a caminar con mujeres y hijos [F. 36 r.] hacia Chalco, la mayor parte de ellos; aunque quieren decir afirmativamente que algunas cuadrillas de éstas caminaron hacia la parte del norte a poblar las provincias de Tullantzinco, por no subir ni atravesar las grandes serranías y puertos de la Sierra Nevada y volcán de Amaquemecan. Acaecieron estas cosas desde el año ome tecpatl, que fue el año que poblaron en los llanos de Poyauhtlan los chichimecas por consentimiento de los señores de Tetzcuco, y el año de tres calli, y el año de cuatro tochtli, y el año de cinco acatl, y el año de seis tecpatl, y el año de siete casa que es 7 Calli, y el año de ocho[27] tochtli, y el año de nueve acatl, y el año de diez tecpatl, y el año de once calli, y el año de doce tochtli, y el año de trece acatl, y el año de uno[28] tecpatl, y el año de dos calli que fue el año que llegaron a la provincia de Chalco Amaquemecan, después de la salida que hicieron de los llanos de Poyauhtlan.

 

§ 48. Antes que pasemos de aquí, nos pareció tratar de las jornadas que vinieron haciendo los chichimecas desde que desembarcaron, o pasaron aquel pasaje del agua y río o estrecho de mar, el año que tienen los naturales por su cuenta que dicen de esta manera: año de cinco tochtli llegaron a las Siete Cuevas y de las Siete Cuevas vinieron a Mazatepec, en cuya provincia dejaron a Itztotli y a Xiuhnel, personas principales. Y de Mazatepeque vinieron a la provincia de Tepenenec, que quiere decir en el cerro de eco, y aquí mataron a Itzpapalotl, el cual mató Mimich a flechazos; y de aquí vinieron a Comallan donde tuvieron grande guerra, hasta que por fuerza la destruyeron y ganaron. [29]

 

§ 49. Y de esta provincia de Comallan vinieron a la provincia de Culhuacan y a Teotlacochcalco y a Teohuitznahuac: aquí quisieron flechar y matar a una señora cacica que se llamaba Cohuatlicue, señora de esta provincia, a la cual no flecharon, antes hicieron amistades con ella y la hubo por mujer Mixcohuatl Camaxtli, y de esta Cohuatlicue y Mixcohuatl Camaxtli[30] nació Quetzalcohuatl; por cuya causa y razón dejo atrás declarado, que aunque Quetzalcohuatl dijo que vino por la parte del norte y por Pánuco, y de Pánuco por Tulantzinco y por Tula donde tuvo su habitación, todos estos vinieron por la vía del poniente.

 

§ 50. E que como fuesen personas tan principales y de grandes habilidades, los tuvieron por dioses, especialmente Camaxtli, Quetzalcohuatl y Tezcatlipuca, y todos los demás ídolos; sino que vinieron discurriendo por diversas partes de este Nuevo Mundo, y ansí estos que tuvieron por dioses debían ser nigrománticos,[31] hechiceros y encantadores o brujos, o tenían hecho pacto y conveniencia  con el demonio, porque les hacía hacer creer cosas increibles o por conjeturas alcanzar muchas cosas de las por venir, o eran hombres nacidos de íncubos, pues tanto dominio[32] tenía el demonio sobre ellos, que bastaran para pervertir tantas y tan numerosas naciones de gentes.

 

§ 51. Habiendo nacido Quetzalcohuatl en esta provincia de Teohuitznahuatl les hizo grandes fiestas Xicalan, y les dió de presentes grandes dádivas de ropas de algodón; y de esta provincia los llevó a Culhuacan, y aquí dió el dicho Xicalan [F. 36 v.] una hermana suya llamada Coyollimaquiz a un principal llamado Tzontecomatl, de cuyos padres nació Acul, y de éste Acul nació Huehueyac, y este Huehueyac ovo a Ylancuetitl Atotoz y esta dicha Atotoz ovo a Quetzalcihuatzin, la cual casó con Ixtlilxochitl, de esta Quetzalcihuatzin y de Ixtlilxochitl nació e obieron por hijo a Nezahualcoyotl, y de éste nació, que fue el lobo ayunador de que atrás hicimos mención, Netzahualpilzintli su hijo, de donde proceden los señores de Tetzcuco por línea recta.

 

§ 52. Habiendo, pues, pasado por tantas tierras y provincias como atrás dejamos referido, vinieron a parar a Hueypuchtlan y a Tepotzotlan. En esta provincia se armaron caballeros Culhuatecuhtli, y Xicalan se llamó Tecpanecatl, porque en esta ceremonia se trocaban los nombres, porque ansí era permitido por grandeza, y el que se llamaba Ce Tecpatl lo llamaron Mixcohuatecuhtli, y Mixcohuatl se llamó Chichimecatecuhtli; y estos que voy nombrando, fueron los principales caudillos que trajeron estas gentes y sus mujeres, y a esta causa lo voy aquí nombrando por sus nombres antiguos y a sus mujeres, porque hoy en día viven muchos principales de la descendencia de estos lo cual no pusimos al principio, que allí se había de hacer relación de estos.

 

 

§ 53. Más no se ha perdido coyuntura, pues se deja entender que lo hacemos por dar noticia de los principales caudillos que hubo en el origen de estas poblazones, desde donde comenzaron esta su muy larga itineraria, inaudita peregrinación. Finalmente, que Mixcohuatl y Hueytlapatli, Pantzin y Cocohtzin, fueron caudillos de estas gentes: Xonecuilinan fue mujer de Xicalan, y Ce Tecpatl tecuhtli tuvo por mujer a Yacaxoxouhqui ylama, y Mixcohuatecuhtli tuvo por mujer a Toton ylama. Llamóse el hijo de Xicalan, Mazatl huehue, que casó con la hija de Ce Tecpatl tecutli que se llamó Centecihuatzin, de quien nació Tohtzin[33] y Apanecatzin; y Ce Tecpatl ovo por hijo a Pantzin, y Mixcohuatl ovo por hijo a Coztzin.

 

§ 54. Hase de advertir, que en aquella era, los chichimecas no tenían más de una mujer, y hoy en día los chichimecas indomésticos que no tienen más de una mujer; tienen en mucho los hijos varones que les nacen y aborrecen a las hijas. Los hijos varones crian los padres y  las hembras crian las madres. Por manera que como hubieron llegado a Poyauhtlan el año de dos tecpatl y tres calli y cuatro tochtli y cinco acatl y seis tecpatl y siete calli y ocho tochtli y nueve acatl y diez tecpatl y once calli y doce tochtli y trece acatl, y nauh ollin tonalli[34] y el año de un pedernal, que es ce tecpatl xihuitl, fue el día que salieron de Poyauhtlan los chichimecas, y dejaron allí a Chimalcuixin tecuhtli, y éste fue a las provincias de Quauhchinanco con mucha parte de estas gentes a poblallas que es hacia la parte del norte.

 

 

§ 55. Y halló poblado allí a Macuil acatl tecuhtli, el cual lo recibio muy bien y de paz, y le dio mujer con quien casó allí en Tollantzinco, y lo mismo hizo con Quauhtotolamihua. De estas gentes se poblaron grandes provincias, como fue toda la sierra y costas de mar: Tuzapan, Papantla, Tonatiuhco, Metztitlan, Achachalintlan, Nauhtlan. Los que [F. 37 r.] se armaron caballeros en Poyauhtlan fueron: Ixcocatl, Acolpitecuhtli y se llamó Pantzin tecuhtli, y Tecpanecatl Cocohtzin se llamó Mixcohua tecuhtli, y Hueytlapati se llamó Chichimecatecuhtli. Esta ceremonia de armarse caballeros los naturales de México y Tlaxcala, y otras provincias de la lengua mexicana, es cosa muy notoria; y ansí no nos detendremos en ello más de pasar sucintamente.

 

§ 56. Es de saber que cualquier señor o hijo de señores, que por sus personas habían ganado alguna cosa en la guerra, o que oviesen hecho y emprendido casos señalados y aventajados, o como tuviese indicios de mucho valor e que fuesen de buen consejo y aviso en la república, les armaban caballeros. Lo mismo que hacían con los mercaderes ricos, que como fuesen tan ricos que por sus riquezas se ennoblecían, y hacían negocios de hijosdalgo y caballeros, los armaban caballeros pardos,[35] diferentemente que los caballeros de línea recta, porque los llamaban tepilhuan al mercader que era armado caballero, y a los finos que por decendencia lo eran, [eran] llamados tecuhtles.

 

§ 57. Estos tecuhtles se armaban caballeros con muchas ceremonias. Ante todas cosas, estaban encerrados cuarenta o sesenta días en un templo de sus ídolos; y ayunaban todo este tiempo, y no trataban[36] con gentes más de con aquellos que les servían, y al cabo de los cuales eran llevados al templo mayor, y allí se les daban grandes doctrinas de la vida que habían de tener y guardar; y antes de todas estas cosas, les daban grandes vejámenes con muchas palabras afrentosas y satíricas y les daban de puñadas con grandes reprensiones, y aún en su propio rostro, según atrás dejamos tratado, y les horadaban las narices y labios y orejas; y la sangre que de ellos salía la ofrecían a sus dioses. Allí les daban públicamente sus arcos, flechas y macanas, y todo género de armas usadas en su arte militar: del templo eran llevados por calles y plazas acostumbradas, con gran pompa, regocijo y solemnidad.

 

 

§ 58. Poniánles en las orejas orejeras de oro, y bezotes de lo mismo y en las narices, llevando delante de ellos[37] muchos truhanes y chocarreros, que decían grandes donayres[38] con que hacían reir a las gentes. Pero como vamos tratando, se ponían en las narices piedras ricas, horadábanles las orejas y narices y bezos, no con hierros ni cosa de oro ni plata, sino con huesos de tigres y leones y de águilas, agudos.

 

§ 59. Este armado caballero hacía muy solemnes fiestas y costosas, y daba grandes presentes a los antiguos señores y caballeros, ansí de ropas como de esclavos y oro, y piedras preciosas y plumerías ricas, y divisas, escudos, rodelas, y arcos y flechas, a manera de propinas, como cuando se doctoran nuestros letrados. Andaban de casa en casa de estos tecuhtles, dándoles estos presentes y dádivas, y lo propio hacen con estos armados caballeros después que lo eran; y se tenía cuenta de todos ellos  en la[39] república. Y ansí no se armaban caballeros muchos hidalgos pobres por su poca posibilidad, si no eran aquellos que por sus nobles y loables hechos lo habían merecido, que en tal caso los caciques cabeceras y los más supremos que eran reyes, pues tenian mero mixto imperio en sus tierras, horca y cuchillo [F. 37 v.] para ejecutar los casos de justicia, como en efecto era ansí.

 

§ 60. Finalmente, los que horadaban las orejas, bezos y narices de estos que ansí se armaban caballeros, lo eran caballeros ancianos y muy antiguos, los cuales estaban dedicados para esto; y ansí como para los casos de justicia y consejos de guerra, servían estos caballeros veteranos de la república, los cuales eran temidos, obedecidos y reverenciados en  muy grande veneración y estima. Y como atrás dejamos dicho que a cabo de los cuarenta o sesenta días del ayuno de los caballeros nobles, los sacaban de allí para llevarlos al templo mayor, donde tenían sus simulacros: no les horadaban entonces las orejas, narices ni labios, que son de la parte de abajo, sino que cuando se ponían en el ayuno, entonces y ante todas cosas, les hacían estos bestiales [es]pectáculos.

 

 

§ 61. Y en todo el tiempo del ayuno estaba en cura para que el día de la mayor ceremonia, fuese sano de las heridas para que pudiesen ponelle las orejeras[40] y bezotes sin ningún detrimento ni dolor. Y en todo este tiempo no se lavaban, antes estaban todos tiznados y embijados de negro y con muestras de grande humildad, para conseguir y alcanzar tan gran merced y premio, velando las armas todo el tiempo del ayuno según sus ordenanzas, constituciones, usos y costumbres entre ellos tan celebradas. También usaban tener las puertas donde estaban ayunando, cerradas con ramos de laurel, cuyo árbol entre los naturales era muy estimado.      

 

§ 62. El año de dos Calli llegaron los ejércitos de los chichimecas de Poyauhtlan a la provincia de Amaquemecan, que fueron los que tomaron la derrota de los puertos, acá de la Sierra Nevada, hacia las provincias de Tlaxcalla y Huexotzinco y Cholollan y Quauhquechollan, los cuales vinieron rodeando por las faldas del volcán hacía Tetela y Tochimilco y Atlixco, Cohuatepeque y Tepapayecan; aunque algunos quieren decir que se habían adelantado otras cuadrillas de chichimecas, y venido a Cholollan el año de primero de un acatl, e que fueron los capitanes que allí vinieron Tololohuitzi y Ycxicohuatl  y Quetzaltehuiac, Cohuatlynechcuani y Ayapantli.[41]

 

§ 63. E que este Tololohuitzitl salió a recibir a los chichimecas a la provincia de Chalco y Amaquemecan, y que los que en aquella era poseían la provincia de Chalco, eran Petlacatl, y sus hijos se llamaban Tlacatecuhtli, y Xiuhtototl y Ce Mazatl y Toteotzin;[42] y movidos de esta provincia, vinieron a parar a un lugar que se llamaba Tetliyacac, junto a Huexotzinco, el año de tres conejos, y de este lugar se desparcieron los ejércitos para ir a poblar las tierras que hallasen desocupadas. El año cuatro casas fue con sus cuadrillas a poblar la provincia de Quauhquechollan Toquetzaltecuhtli e Yohuallatonac, y asentaron su poblazon en Cohuatepeque y otro caudillo que se llamó Quetzalxiuhtli.

 

 

§ 64. Ansí mismo, llegaron el año de tres conejos al lugar de Ahuayopan otras cuadrillas, habiendo llegado antes a poblar los ulmecas y zacatecas, a los cuales ha[F. 38 r.]llaron poblados como atrás tenemos de ello hecha relación. Y en el lugar que tenían poblado, que se nombra Xocoyocan, en esta provincia se apartó un capitán que se llamó Ixcohuatl, que por otro nombre se llamaba Xopancatecuhtli, e se fueron a la provincia de Zacatlan por no poder sufrir a los chichimecas, a cabo de grandes reencuentros que tuvieron y muchas muertes.

 

§ 65. Y en Totollac, pobló Tetzitzimitl, y Quauhtzin tecuhtli pobló en el Atlmoyahuacan: entonces entró por la poblazón de Huexotzinco; y Cozcacuauhuehue en el barrio de Tecpan, y Tlotli tecuhtli más abajo; y en el barrio de Contlan pobló Tenpatlahuac, y en el barrio de Xaltepetlapan pobló Cacama tecuhtli, y Toltecatl tecuhtli pobló en Calpan, y Cimatecuhtli fue a poblar la parte de Atlixco, y ovo generación en el pueblo de Totomihuacan. Y en esta sazón de estas poblazones, no estaban divididas las provincias, hasta que por discordias y pasiones las vinieron a dividir. Por manera que fue a poblar Totomalo tecuhtli Oquichtzin de quien nació Tzoniztal y Topan y Yztaccoyotl y Temayahui y Ocotochtli,[43] en cuyo tiempo ganó y destruyó la provincia de Tepeyacac, y fue a residir allí Quauhtzin tecuhtli.[44]

 

 

§ 66. El año que llamaban de cinco pedernales, a los veinte días de su bisiesto que llaman Tititl, fueron movidos los ejércitos de los chichimecas para proseguir sus poblazones hacía la parte de Tepeyacac y Tecalpan, y yendo marchando hacía la otra sierra nevada que llaman Poyauhtecatl, las sierras  Napatecuhtli. La sierra nevada que llaman Poyauhtecatl y las sierras de Perote que llaman Napatecuhtli, por no dejar cosa ninguna sin ver. Llegaron pues a Amaliuhcan y a Nacapahuazcan, Chachapatzinco, lugares que iban poblando y poniéndoles nombres conforme a los acaecimientos que les sucedían en su viaje, porque desde aquí comenzaron a usar a comer las carnes guisadas, cocidas y asadas, porque de antes las comían crudas y mal asadas en barbacoas, que eran más crudas que asadas. Y aquí en estos lugares los vino a ver y visitar Tololohuitzitl y Quetzaltehueyac e Icxicouatl,[45] allí les dieron presentes de ollas de barro para con que guisasen de comer, y ansí por este nombre de guisar las carnes en ollas, lo llamaron Nacapahuazcan este lugar y de aquí fueron a Huehuetlan y Atliztacan Tepexic, allí en Nacapahuazcan se armaron caballeros muchos de ellos.

 

§ 67. Después de haber echado de sus tierras a los xicalancas chichimecas[46] y zacatecas, como en efecto lo hicieron, y les quitaron las tierras que poseían y se fueron a poblar a otras partes. Y después de esta destrucción, se vinieron poblar muy despacio y de propósito esta provincia de Tlaxcalla. Y entraron poblando por un lugar de esta provincia que se llama Acallan y Yacacuanac y Cohuazacapechpan[47] adonde hallaron a Tlalchiyach y Aquiyach, los cuales les dijeron que no tenían que parar allí, que aquellos términos los habían ganado ellos y adquirido por linderos de la provincia de Cholollan, y toda la sierra de Matlalcueye, que es la que llaman sierra de Tlaxcallan.

 

§ 68. Antes estáis engañados, respondieron los capitanes chichimecas, todo es nuestro, y no hemos parado, que aún [F. 38 v.] todavía caminamos. Y ansí pasaron adelante por diversos lugares de esta provincia, haciendo poblazones, y llegaron a Contlan, donde está agora la hermita de San Bernardino, y allí pararon más de veinte días, y el primero que salió de aquí fue Atlapahuehue, en compañía de Teyohualminqui, gran encantador y hechicero, y subidos en el cerro de Moyotepec flechó de noche este Teyohualminqui a Cozcatecuhtli y lo mató, y a Cuetlachhua tecuhtli, Itztecoma, Acxotl, Teotzin, Zacatlamin el día [primero] de toxcatl.[48] Y éstos llegaron después que rodearon todas estas tierras, después de la división que ovo en Teyacac,[49] en ciento veinte días, y llegaron a la sierra alta de Tepeticpac, que es en esta ciudad de Tlaxcalla, en el propio año de cinco pedernales.

 

 

§ 69. Finalmente, puestos en Tepeticpac acabaron de echar desde allí, a todos los ulmecas y zacatecas de estas tierras de Tlaxcalla y de Xocoyucan, donde estaban apoderados, que es cerca del pueblo de San Felipe de esta provincia, donde mataron a un capitán famoso que se llamaba Colopechtli, y perdido su capitán, se fueron por la parte del norte, caminando con sus mujeres e hijos, porque ansí los dejaron salir y fueron por Mitlmani, y por Cuyametepec, y por Tlecoyotl yyacac, y por Mamaztlipilcayan y por Huehue ychocayan, y como no hallaron por toda esta tierra cuevas en que meterse, pasaron grandes trabajos, porque les llovió más de veinte días aguas menudas, y aquí tuvieron los viejos y niños muy gran llanto por las tierras que dejaban perdidas, y por esta causa se llama aquel valle el día de hoy Huehue ychocayan, y aquí quedo Coxana, y los demás pasaron adelante y llegaron a Tenanitic, donde está agora el pueblo de la provincia de Zacatlan, con los capitanes Ixcocatl Xopancatecuhtli, y en Otlatla asentaron su pueblo por consejo de Coxana, que debió ser el señor de todos estos ejércitos vencidos de los chichimecas de Tlaxcallan.        

 

§ 70. Puestos y apoderados de la sierra de Tepeticpac, enviaron desde allí a Tzonmazatl a la provincia de Xilotepec; y los que fueron a poblar a Xicochimalco, fue Pucani Ocelotl y su mujer Pucani Axoch, que después fue llamado el dicho Pucani Ocelotl Cipactecuhtli. Y como los chichimecas tanto se iban apoderando de toda la tierra, y haciéndose señores muy poderosos de todas las gentes que habían traido, y habiéndose encastillado y cogido la más inexpugnable sierra para su fortaleza, considerando los comarcanos pobladores que de tanta fortificación de estos chichimecas no podría redundar en ningún bien para ellos, porque desde allí los habían de supeditar y tenellos por vasallos, lo cual no cabía en razón porque todos eran unos e iguales en linaje, e pues habían venido a poblar, que cada uno se contentase con lo que había adquirido y ganado para sí y para sus deudos y demás descendientes, finalmente determinaron de no sujetarse a ellos, que eran los chichimecas mayores y más principales, los cuales poblaron las sierras de Tepeticpac,  fue llamada Texcalticpac, y de Texcalticpac Texcalla, y de Texcalla, Tlaxcalla.

 

 

§ 71. Y sustrayéndose, como se sustrajeron de su antiguo reconocimiento, [F. 39 r.] presuponiendo quitalles y atajalles la pujanza que llevaban de señorear todo el mundo y derriballes de su altivez y soberbia, e que cada uno se quedase con lo que oviese ganado, dividiendo sus provincias y lugares, y señalando sus términos para que fuesen conocidos e no estar sujetos a un solo gobernador, rey ni capitán; y estando en esta contingencia tanto pudo la codiciosa ambición, que entre sí movieron guerras civiles, conspirando contra sus mayores capitanes y señores y caudillos, que los habían traido y guiado de tan lejanas tierras y cansadas peregrinaciones, ovieron lugar de tener entrada los alborotos y rebeliones.

 

§ 72. Porque, como la natural e insaciable ambición tuvo lugar y entrada entre estos bárbaros, no pudo sufrir mayoría ni igualdad en el mundo, y ansí con voz de libertad convoca con la mayor parte de la gente plebeya que vinieron en ello, y dieron tras sus más principales capitanes y chichimecas, en tanta manera que los necesitaron, en tanto grado, a guarecerse a las cumbres más altas de Tepeticpac, todo lo cual hicieron a fin de sustraerse y ser señores de lo que habían ganado y poblado con sus gentes. Y ansí conjurados contra los chichimecas mayores y más poderosos que en esta sazón había, vinieron a rompimiento, y a tener la más cruda y sangrienta guerra civil que en el mundo ha habido, matándose unos a otros como enemigos crueles y rabiosos perros, siendo hermanos contra hermanos, y padre contra hijos, y hijos contra padres, mezclándose la sangre derramada de ellos propios y de su propia patria, que con palabras no se puede explicar ni encarecer las no pensadas crueldades que en esta guerra se usaron y acaecieron.

         

§ 73. Desbaratados los chichimecas de Texcaltipac de la gran traicion que contra ellos usaron, se retiraron a sus fuertes con gran ofensa que los contrarios les habían hecho, hasta que los vinieron a sitiar y poner cerco por todas partes para acaballos, con gran muchedumbre y pujanza de gentes que contra ellos convocaron, que necesitaron y obligaron a los chichimecas de tal manera, que enviaron por socorro a la provincia de Tetzcuco, y a los señores de allí y otras partes donde tenían amigos capitanes que por su mano habían puesto y repartídoles provincias en que estaban poblados.

 

 

§ 74. Y ansí, Colhuatecuhtli, único señor de Texcalla y de Tepeticpac, envió a llamar a Cipactecuhtli que estaba en las poblaciones de Xicochimalco, y lo fue a llamar Huitzilacon y Quiltlilxochapanecatl, los cuales no se hallaron en este combate ni cerco, ni menos Pantzintecuhtli, porque estaban ocupados en las poblazones de Xalpan y en las de Ytztlotlan. Y el año de nueve pedernal quieren decir que fue el acaecimiento del cerco que se puso a esta insigne y muy inexpugnable ciudad de Tlaxcalla, que fue la primera guerra que contra ella se tuvo, a la cual guerra vinieron a socorrer los tetzcucanos con grandes ejércitos y poder. Y truxeron por presente a Culhua tecuhtli, un vaso de alabastro[50] muy fino que le enviaba por grandeza el señor de Tetzcuco con un capitán belicoso y valiente llamado Chiname, al cual con sus gentes fueron muy bien y agradablemente recibidos.

 

§ 75. Y estando fortificado en los riscos de Tepeticpac [F. 39 v.] con muchas albarradas y fosas, y otros reparos y pertrechos de guerra, y muy grandes y profundos despeñaderos que tiene la propia sierra de peña tajada, estuvieron encastillados allí aguardando el fin de que había de tener esta guerra comenzada. Fue tan grande la fuerza y reparos que los chichimecas aquí hicieron, y fue su intento hacella con tanta pujanza, que  más fue para inmortalizar su fama y memoria, que para la defensa y resistencia presente, y porque si en algún tiempo no les sucediese alguna siniestra y contraria fortuna ver otra cualquier adversidad, como suele acaecer en el mundo a los muy prosperados y favorecidos de ella. Y ansí puestos en razón de guerra, aguardaban el fin della, porque su ídolo Camaxtli les tenía asegurados que habían de ser vencedores de todas las gentes, y que allí había de ser el principio de su monarquía.

 

 

§ 76. Señoreando en aquella éra y sazón en la provincia de Huexotzinco, Xiuhtlehuitecuhtli, como viese que tan prósperamente los chichimecas se iban apoderando de toda la tierra, y como cada día les venían gente de socorro de diversas partes y lugares, procuró abreviar la guerra, para lo cual envió por socorro a los mexicanos tecpanecas, reynando en México todavía Matlalihuitzin[51]: rogándole Xiuhtlehuitli tecuhtli le enviase socorro contra los chichimecas de Poyauhtlan, sus enemigos capitales, porque se iban rehaciendo y apoderando con grandes poderes y fuerzas, y usurpándole las tierras que tenía ganadas, los cuales estaban con determinación de no parar hasta llegar a los confines de la tierra y costa del mar; e que no sería razón se les diese tanto lugar, ni que se apoderasen tanto siendo tan crueles y belicosos como lo eran.

 

§ 77. E visto por Matlalihuitzin rey de México la persuación de Xuihtlehuitli, y de que le enviase socorro contra[52] los chichimecas de Texcalla, maravillándose de tan gran novedad y repentina mudanza, no supo que le responder, hasta que al fin procuró cumplir con el dicho Xiuhtlehuitecuhtli, y le prometió de enviar socorro como se lo pedía. Y visto por Matlalihuitl rey de los mexicanos y tepanecas, lo que contra los chichimecas trataban los de la provincia de Huexotzinco, envió a dar aviso de ello a los chichimecas, diciéndoles con sus embajadores de esta manera:

 

§ 78. "Ah, vosotros los poseedores de la alta cumbre de Tlaxcalla, sabed que somos mensajeros y embajadores del muy gran señor, vuestro[53] sobrino y pariente, aquel que señorea y tiene en guarda las aguas de la gran laguna de Tenochtitlan, llamado Matlalihuitzin, os envía a decir y a avisar cómo la gente trasera[54] de Huexotzinco y su caudillo llamado Xiuhtlehuitli tecuhtli, le ha enviado a pedir socorro porque quiere venir sobre vosotros y moveros muy cruda guerra, e que ruega a este gran señor nuestro, el que a tí nos envía, le favoresca y envíe gran muchedumbre de gente para que venga en su ayuda contra vosotros, el cual se la ha prometido y se la piensa enviar, y de tal manera que no le sea provechosa para ningún efecto, sino tan solamente que haga una reseña de apariencia de socorro, y no porque hayan de combatir contra vosotros.

 

 

§ 79. Enviamos a daros aviso, para que de su parte estéis enterados que ni él ni sus gentes os vendran a ofender; por tanto os ruega [F. 40 r.] con grande instancia que no seáis contra los suyos, pues no vienen a pelear, sino a hacer una muestra de cumplimiento para con los de Xiuhtlehuitli, señor de Huexotzinco. Y esto se nos mandó que os dijésemos a los chichimecas, y que cuando hagáis vuestros encantamientos, que reservais a los mexicanos, e no les hagáis ningún daño, como lo hicísteis cuando la gran batalla de Poyauhtlan a la orilla de la laguna".

 

§ 80. Pasado esto, Culhuatecuhtli Cuanez envió a dar las gracias al señor de México de la merced y aviso que le había enviado a decir. Y puestos ya en orden para venir en rompimiento[55] de guerra, habiendo ganado las voluntades y amigos de sus confederados, y estando todos juntos en lo más alto de la cumbre de la sierra de Tepeticpac, entraron a hacer oración en el templo de su ídolo Camaxtli, ante el cual pusieron muchas cañas de carrizo, jara y puntas de varas tostadas con sus lengüetas y arpones, y cantidad de nervios y plumas para hacer flechas y saetas, y puesto esto ahí, invocaron al demonio con muy grandes oraciones, pidiéndole les favoreciese y ayudase, pues en todo tiempo lo había hecho ansí, e que agora más que nunca lo habían más menester, pues los suyos propios habían conspirado y rebeládose contra ellos, lo cual pedían con grandes lloros y gemidos y ayunos y sacrificios que le hacían.

 

§ 81. Les fue respondido que no temiesen, por el mismo demonio, y les fue revelado que usasen de una superstición o encantamiento, el cual luego se hizo en esta forma. Puestos en esta diabólica oración, buscaron una doncella muy hermosa que tenía la una teta grande, mayor que la otra, la cual trajeron al templo de Camaxtli y la dieron a beber un bebedizo medicinal, que bebido de ello provocó que la teta tuviese leche, la cual le estrujaron y no salió de ella más de una sola gota, la cual pusieron en un vaso que lo llamaban vaso de dios, que tenía la hechura siguiente. El asiento era redondo y ancho y en medio un remate redondo a manera de botón en lo alto, que era la copa del vaso a manera de un cáliz, que tenía el altor de un codo, de madera muy preciada, negra de color del ébano, aunque otros dicen que era de piedra negra muy sutilmente labrada, de color de azabache, que la hay en esta tierra y la llaman los naturales teotetl, que quiere decir piedra de dios.

 

 

§ 82. Sacada esta leche y puesta en el vaso, y las cañas de carrizo, y las arponadas lengüetas varas tostadas, puntas, nervios[56] de venado, y todo junto lo pusieron en el altar y tabernáculo de Camaxtli, y puesto lo cubrieron con ramas de laurel, y estando en este estado su sacrificio y diabólica superstición, le ofrecían papel cortado, espinas, abrojos y picietle, que es una yerba que parece beleño. Y en aquella sazón, los chichimecas no se sacaban sangre, ni se sacrificaban las carnes, solamente ofrecían papel blanco cortado y perfumes odoríficos, y codornices, culebras y conejos, los cuales animalejos mataban y sacrificaban ante su ídolo Camaxtli. Ansí mismo le ofrecían abrojos y el picietle.

    

§ 83. Habiendo puesto los chichimecas esta superstición en obra, los sacerdotes del templo y el mayor de ellos que lo llamaban Achcauhtli Teopixqui que era el sacerdote mayor Tlamacasca achcauhtli, comenzaba a orar y a incensar con grandes perfumes ante el tabernáculo de Camaxtli, [F. 40 v.] y allí donde estaba el vaso de la leche, que había destilado de la mujer doncella, comenzando desde la mañana, y a medio día, y puesta del sol y a media noche, a todas estas horas incensaban y perfumaban; lo cual se hizo tres días arreo y naturales y siempre mirando en el vaso y por las saetas si se obraba algo en ello, en lo cual no vian que hacían ningún efecto sus hechicerías, antes la gota de leche estaba ya casi seca y marchita y encogida.

 

§ 84. E habiéndose ya de dar el combate otro día, estando los chichimecas muy acongojados y afligidos, llegó a ver el sacerdote mayor el vaso y las cañas de carrizo, jara, nervios y puntas de varas tostadas,  con seis[57] lengüetas, y halló que las saetas y arpones estaban fabricadas, y hechas y encajadas en las cañas, las varas tostadas con sus lengüetas y emplumadas, y el vaso lleno de espuma a manera de saliba y escupitina, finalmente, espumando aquella leche y en gran abundancia, que se derramaba el vaso y vertía por todo el altar.

 

 

§ 85. Y en este tiempo, ya el campo de los huexotzincas y todos los demás sus aliados se habían puesto en haces, y repartidos sus escuadrones por orden para romper la batalla, y entrar por los fuertes de los chichimecas con gran osadía y ánimo temerario y atrevimiento, con espaldas y favor de todo el común y gente plebeya, y demás parcialidades que habían convocado para la total destrucción de los chichimecas y de Culhatecuhtli Cuanez su caudillo mayor, sin género de pusilanimidad ni cobardía, que quieren decir que las gentes que para este efecto se habían convocado, cubrían los cerros y campos que casi agotaban[58] los ríos y arroyos por donde pasaban, el cual número no sabré decir porque no he hallado quien lo pueda saber por noticia ni memoria.

 

§ 86. Más, al fin, se dice que se hicieron grandes escuadrones en esta manera. En los campos y cerros de Xoloteupan, que es junto al barrio de San Nicolás, y en Totollan, donde está la iglesia de señor San Juan, y todo aquel llano hasta la puente de Panotlan, y el barrio de Teotlapan, donde está la ermita de la Purificación, y el barrio que es agora de San Marcos Contlantzinco; finalmente, que toda la redondez de la sierra estaba tomada por todas partes para dar el combate a la sierra de Texcalticpac.

 

§ 87. Y a este tiempo, el socorro de México que venía a los huexotzincas no hicieron más de hacer una reseña y vista, y se subieron a unas sierras muy altas que se llaman de Tlamacazcatzinco Quauhtlicpac, que no llegaron al socorro; y puestos en este puesto y extremo los chichimecas, cercados de tantos enemigos y con gran riesgo de perderse, otro día siguiente que había de ser el combate postrero y final de toda la guerra, los sacerdotes y mayores[59] del templo de Camaxtli fueron al sacrificio, comenzando a hacer sus ofrendas y a perfumar en su oráculo con los perfumes y sacrificios acostumbrados y diabólicas supersticiones, y acabado esto, no sin gran turbación, llegaron a ver sus hechizos y supersticiosos encantamientos, y hallaron que estaban todas las flechas formadas y en su perfección acabadas, y el vaso de la venenosa leche lleno hasta arriba, que revertía por todas partes.

 

 

§ 88. Y a esta sazón, los ejércitos huexotzincas comenzaban con grande y muy altanera[60] gritería y alarido a combatir contra los chichimecas y a subirles por la sierra, y yendo por esta orden les salieron al encuentro los defensores de su patria, con la mayor furia y resistencia que pudieron, y a los primeros [F. 41 r.] golpes y reencuentros de su combate prendieron a uno de los contrarios y lo llevaron a sacrificar ante el ídolo Camaxtli, y a ofrecérsele por primicia y ofrenda sacándole el corazón, abriendo al miserable prisionero por el siniestro costado, el cual, después de sacado por mano del cruel y carnicero sacerdote el corazón, lo puso por obvención en el altar del pésimo y horrendo ídolo de Camaxtli, que aún estaba palpitando el cuerpo y corazón del deventurado prisionero.

 

§ 89. Que aún no se le habían acabado de enfriar los espíritus vitales y palpitando cuando fue desollado en un instante y quitado el cuero y puesto sobre uno de ellos atado y ceñido con sus propias tripas: arrastrando por el suelo los pies y manoplas del sacrificado, se presentó de aquella forma ante su infernal ídolo, hecho chipe, que ansí los llamaban a los que hacían esta ceremonia y diabólico espectáculo, que eran aquellos que se vestían los cueros humanos desollados; y a este tiempo tocaban sus atambores, bocinas y caracoles marinos, y trompetas de palos y otros instrumentos de guerra sonoros, con gran estruendo y ruído, acompañado de aquella inmensa gritería que el coraje y cólera les causaba, que como rabiosos perros arremetían a sus contrarios, los unos por vencer, y los otros por defenderse y resistir a sus enemigos: unos contra otros pugnaban con el mayor ímpetu que podían, y porfiando con el arrebatado furor que su pasión les encendía, [e] incitaba.

 

 

§ 90. Allí las piedras duras con las tejidas hondas despedidas, que con tempestuoso estruendo ofendían, y con sus duros golpes por los aires se despedazaban y deshacían de los encuentros que se daban; allí el torbellino de las saetas y varas tostadas que se arrojaban, los brazos desnudos y  verbosos con amientos de palo corvados y duros,[61] que el claro día escurecían con espesa polvareda quel diáfano y cristalino aire espesaban, entretejiéndose unos con otros, que los rayos del sol impedían con su velocidad y furia brava, que el campo belicosísimo asombraban, según la muchedumbre de tiros y saetas que por los aires volaban con increible ímpetu y espesura; pues el daño y ofensa que de la una y otra parte se hacían, la sangre vertida y derramada de los miserables cuerpos muertos y heridos, que por los cerros y collados corría, que como avenidas de agua llovida puede ser comparada, que por imposible caso supone[62]  poder contallo.

     

§ 91. Y a este tiempo y en la mayor furia del combate, el sacerdote mayor del templo, con mayor ahinco y eficacia oraba invocando el favor del demonio fiero, y animando con altas voces a los rústicos capitanes valerosos, diciéndoles que no temiesen, que el tiempo del vencimiento y de la victoria era llegado, que ya su gran dios Camaxtli dellos se compadecía. Y diciendo estas insanas, nefarias[63] e ínicuas exhortaciones, tomó el vaso de la leche que estaba espumeando, y derramándola sobre aquel que estaba vestido y puesto de la piel del desollado prisionero, y tomando incontinenti una flecha de las que por arte diabólico se habían forjado, y tirándola con un arco corvado, grosero y mal formado a sus enemigos; y luego, al mismo instante, las demás saetas comenzaron a moverse y salir con gran furia contra la gente enemiga.

 

§ 92. Y comenzando a herir en ellos a grande priesa, se levantó una niebla espesa y escura que unos a otros no se veían; aquí fue el matarse sin saber cómo, unos a otros y sin conocerse ni saber con [F. 41 v.] quien peleaban, y ansí tornados ciegos y turbados con turbación mortal y temeraria, unos se despeñaban por grandes y profundos despeñaderos, mirando atrás y huyendo, sin saber por donde  iban despavoridos, y otros casos desastrados, no oídos, ni en el mundo acaecidos, que se cuentan por memorables y hazañosos hechos; que las barrancas y grandes quebradas quedaban llenas de cuerpos muertos. que las mujeres de los chichimecas, niños y niñas y viejos imposibilitados, salían al despojo del  sangriento campo, a prender y cautivar seguramente las gentes que querían, y quedaron tales con este endemoniado hecho, que casi no escapó nadie que no fuese muerto o cautivo, y los que se pudieron escapar llevaron tales nuevas, que tenían bien que contar de la rota eternamente.

 

 

§ 93. Y visto por los mexicanos el fin de la batalla cruel y lamentable, se volvieron a sus tierras, desde los cerros de Tlamacazcatzinco, como atrás dejamos referido, sin querer llegar al socorro por los huexotzincas demandado, lo cual pasó el año de nueve pedernales según su cuenta.[64] Lo cual dejó memorado Tequanitzin Chichimecatecuhtli, en unos cantares o versos que compuso de las hazañas de sus antepasados teochichimecas, primeros pobladores desta ciudad y provincia de Tlaxcalla. Hállase que en esta edad, que los chichimecas de aquellos tiempos no tenían más de una mujer, y que no se sacrificaban sus carnes, ni se sacaban sangre para ofrecer al demonio, como atrás en otra parte dejamos declarado.

 

§ 94. Hácese en esta historia, memoria de dos batallas, las más famosas, crueles y lamentables que en el mundo han pasado, que fue la una  la de Poyauhtlan, orilla de la laguna desde Cohuatlichan hasta Chimalhuacan que pasó en el año de un conejo, y la segunda y última, fue la de Texcalticpac, que pasó el año de nueve pedernal, memorado por el dicho Tequanitzin, muy principal hombre y sabio de la cabecera de Quiahuiztlan, de quien el día de hoy hay sucesores y descendientes en la ciudad de Tlaxcalla, reputados por muy principales en la república de ella. Y como tal persona que fue la de Tequanitzin Chichimecatecuhtli, dejó en memoria estas dos guerras como hombre de fe y crédito; donde sus historias son tan celebradas y tenidas, inmortalizando la fama de sus antepasados, eternizando su memoria entre los vivos, desde los siglos pasados y presentes y advenideros.   

 

 

§ 95. Pasada esta guerra y puesto los chichimecas tan grande espanto en toda esta máquina del Nuevo Mundo, pretendieron tener su amistad todos los comarcanos e de no enojarlos más. Y ansí fue que luego se confederaron con los tepanecas, culhuas mexicanos y aculhuaques tetzcucanos, de que no se enojarían unos a otros; lo mismo sucedió con los huexotzincas, chololtecas y tepeaqueños, y con los quauhquecholtecas e itzucanos, y con los de Quauhtinchan, y totomihuaques, y con los chochos pinumes tecamachalcas, y quecholtecas de Quecholac y con los de Tecallimapan, que por otro nombre se llamaban los de Tecalco y lo mismo fue con los de Teohuacan y cozcatecas de Cuzcatlan y Teotitlan, sin otras gentes de otras provincias de los ulmecas, tzacuhtecas, yztacymaxtitlanecas, [F. 42 r.] tlatlauhquitepecas, tetellacas, zacatecas.

 

§ 96. Finalmente, tuvieron paz con todas estas gentes destas provincias y naciones muchos tiempos, sin tener ninguna refriega, y se trataban y contrataban entre sí con toda pacificación y amistad. Y habiendo este asiento y conformidad universal, tuvieron lugar de hacer sus poblazones y repartimientos de tierras y provincias, haciendo sus límites y mojoneras de lo que cada provincia había de tener, para lo cual señalaban ríos y sierras y cordilleras de serranías grandes, haciendo sus compartimientos según y como y de la manera que cada legión y capitanía lo merecía o le había caido en suerte, poblando en las mejores partes que podían, y según sus méritos y deméritos, o calidades de las personas.

 

§ 97. Y Puestos en esta continuación se fue hinchiendo[65] la tierra toda, en tanto crecimiento, que en trescientos años ocuparon toda la tierra desta Nueva España y Nuevo Mundo de mar a mar, desde la costa del sur hasta la del norte, y desde las partes del poniente hasta la costa de oriente, que es hacía Tabasco, Champoton, Yucatán, Campeche, Cozumel, hasta las Higüeras, quedando otras muchas provincias sin podellas nombrar, como son las de Cohuatzacoalco, Cempohuallan, Nauhtlan que es agora donde llaman Almería, Tonatiuhco, Tozapan, Papantla, Achachalintlan, la provincia de Meztitlan y toda la Huaxteca de Pánuco, hacia la parte del norte en cuanto a nuestro centro; que para ir nombrando todas estas provincias, sería gran prolijidad, y ansí evitaremos lo más que pudiéremos, de manera que se ha de entender que estas poblazones se hicieron en toda esta Nueva España, que se entiende en todo lo descubierto de este Nuevo Mundo, y ansí se ha de comprender.  

 

 

§ 98. Dejadas estas provincias en su tranquilidad y quieta paz, volveremos en lo que toca a la ciudad y provincia de Tlaxcalla, que es de donde particularmente hacemos nuestra relación. Habiendo pues poblado los chichimecas en los riscos y peñascos, que quieren decir en lengua nahua, Texcalticpac o Texcalla, que andando el tiempo se vino a llamar Tepeticpac Texcallan y más adelante se llamó Tlaxcallan, como a los principios de esta relación dejamos relatado, que ésta fue y en este lugar la fundación de este reyno y provincia; siendo señor único Culhuatecuhtli de los texcaltecas, y éste teniendo un hermano menor que se llamó Teyohualminqui Chichimecatecuhtli, bajó,[66] de Tepeticpac Texcalla, a Ocotelulco que quiere decir en el barrio alto del pino o en el altozano del pino, y la casa que pobló se llamó Culhuacan Tecpan en memoria de Culhuacan, de donde vinieron.

 

 

§ 99. Y ansí el primer señor se llamó Culhua Tecpanecatl Quanex, Teyohualminqui,[67] con el cual hermano partió hermanablemente la mitad de toda la provincia de Tlaxcalla y de todo lo que se había ganado y poblado, y por consiguiente, partió con él dandole una parte de las reliquias de Camaxtli Mixcohuatl, que eran sus cenizas, de las cuales ansí mismo quedaron parte de ellas en la ciudad de Huexotzinco cuando se quedaron a poblar en aquella provincia los chichimecas, como atrás dejamos tratado, de las cuales cenizas hablaremos adelante en lo que vinieron a parar después de la venida de Cortés y sus ilustrísimos españoles fieles y leales [F. 42 v.] amigos y comilitones suyos. Habiendo pues dado Culhuatecuhtli Cuanez a su hermano la mitad de todo lo que había ganado, bajó a gobernar sus gentes con gran prudencia al barrio de Culhuacan Tecpan Ocotelulco,[68] quedando el reyno de Culhua dividido en dos partes. Fue tan valeroso por sí el dicho Teyohualminqui, que por su persona supeditó y avasalló la mayor parte de esta provincia de Tlaxcalla, que en muy breve tiempo se hizo mayor señor que Colhuatecuhtli su hermano, y de tal manera prevaleció, que olvidada la fama de Culhuatecuhtli vino este a ser tenido por mayor señor, el cual por su fin y muerte le sucedió su hijo Tlailotlac Tetzpatzin, que se llamó Tlacatecuhtli, el cual gobernó con gran benignidad sus gentes, sin ninguna discordia ni alteración, aunque en sus tiempos ovo muchos acaecimientos, de los cuales no trataremos por evitar prolijidad y también por abreviar.

 

§ 101. Este Tlailotlac Tetzpantzin después de sus días, por su fin y muerte, dejó a Acatentehua su hijo, en el reyno  señorio de Culhuacan Tecpan Ocotelolco, el cual fue uno de los belicosos y más temidos príncipes que obo en aquellos tiempos, porque demás que él sustentó todo lo que sus antepasados habían ganado, él se dió tal maña, que con sus astucias y mañas hizo grandes asientos y parcialidades entre los suyos, de tal manera, que les ganó grandemente las voluntades haciéndoles grandes repartimientos de tierras y otras dádivas y franquezas, de tal suerte que siempre vino en gran prosperidad y mando en la mitad de lo que le fue dado de la provincia de Tlaxcalla. Y habiendo gobernado más de cincuenta años, siendo ya viejo de ochenta y  de más edad, vino a ser tan gran tirano y soberbio, que la gente plebeya vivian muy desconteto con él, que no podían sufrir sus tiranías y crueldades.

 

§ 102. Y sentido su disgusto por Tlacomihua, señor del barrio de Ocotelulco,[69] indujo así con mañas y negociaciones muchas gentes con ánimo determinado, a la mayor parte de las parcialidades, a que conspiraran contra Acatentehua su principe, señor y primer rey, e que para ello les daría favor y ayuda. Tanto pudieron las palabras de adulación con que les habló, y tanta fuerza tuvo la voz universal del pueblo, que viendo tan buena ocasión no quisieron dilatar su comenzada conjuración, que alterados todos, y puestos en armas, sin saberse entre los allegados, deudos y parientes de un tan gran príncipe y señor, fueron a su casa con mano armada, con voz de libertad le dieron de macanazos, ejecutando su tiránica  alevosía y ambición hasta que le acabaron.

 

 

§ 103. E después de muerto, le hicieron muy grandes obsequias según sus costumbres y le quemaron sus carnes y cuerpo y recogieron sus cenizas y las pusieron en un relicario. Y antes que su traición fuese entendida, fueron a las casas de los más principales amigos y parientes del desventurado rey, con los cuales hicieron lo propio, matándole los hijos y sobrinos, y los más cercanos parientes que tenían hasta la quinta generación, porque no quedasen reliquias de su esitrpe ni descendencia porque que en algún tiempo no pretendiesen restitución de su reyno. Más con todas estas prevenciones quedaron dos hijos suyos pequeños, que unas amas que los criaban los escaparon, huyendo en trajes de mujercillas pobres y viles: [F. 43 r.] los lleváron a criar por entre gente pobre fuera de poblados[70], por las heredades y campos y lugares pequeños.

 

§ 104. Que después que vinieron a ser mocitos, como fuesen de tan ilustre sangre, su naturaleza no apetecía la rusticidad del campo, antes inclinándose a cosas más altas, porfiaron tanto con las amas que los habían criado, los pusiesen en servicio de algún señor, lo cual hicieron ansí con gran temor, entendiendo que los matarían; y fue su ventura y suerte tal, que habiendo compasión de ellos Tozcopile, persona muy principal en aquellos tiempos, los recibió en su casa y crió como a hijos, entendiendo quienes eran, y este mismo les hizo restituir alguna parte de sus tierras y señorio, que el día de hoy viven muchos que descienden de ellos.

 

 

§ 105. Hecha y ejecutada traición tan atroz y atrevida y temeraria, y salida con ella, sucedió en este reyno Tlacomihua, señor de Ocotelulco, principio de los Maxixcatzi. Muerto Tlacomihua, le sucedió en el estado su hijo Xipincoltzin Cuitlizcatl, y de este Xipincoltzin Cuitlizcatl le sucedió Hatlapaltzin Cuitlizcatl,[71] el cual vivió poco porque su hermano Tlepapalotzin lo mató. Muerto Tlepapalotzin sucedió en el reino Maxixcatzin,[72] en cuyo tiempo vino Fernando Cortés. Y fue cristiano leal, amigo de la cristiandad y fidelísimo señor, amparo y defensa de los españoles, como constará por los crónicas y escrituras que habrán hecho los historiadores y cronistas que de ello habrán escrito copiosamente.

 

§ 106. Tiranizado el reyno de Acatentehua, luego ovo bandos y disenciones sobre quien habrá de señorear y ser tenido por príncipe de Culhuacan Tecpan Ocotelolco, porque como Acatentehua tuviese muchas hijas casadas con principales y señores de esta república, estaban los yernos amotinados de tal manera, que no prestaban consentimiento a que Tlacomihua reinase en paz, hasta que restituyese a los hijos de Acatentehua alguna parte de su reyno y señorío, lo cual hizo y concedió que ansí fuese; y para complacer a todos, dividió y repartio grandes repartimientos a todos los más que tenían parentesco con el dicho Acatentehua, y de lo mucho que tenía repartido en muchas personas, todos tuvieron poca parte, y con esto se aplacaron. Y quedaron descendientes de Acatentehua por línea recta, pobres, aunque son principales y señores, y por tales estimados y tenidos, y aún los más principales de esta provincia se precían de que vienen del linaje y sucesión de Acatentehua.

 

 

§ 107. Finalmente, que desde Tlacomihua hasta Maxixcatzin Tianquiztlatoatzin que halló Cortés, tuvo su reinado; y desde Maxixcatzin sucedió don Lorenzo Maxixcatzin, el cual murio en España, yendo a dar la obediencia al Emperador don Carlos, rey nuestro señor: y por su muerte sucedió su hermano don Francisco Maxixcatzin Acuacuatzin, que por no tener hijos le sucedió después de sus días en el señorío un sobrino suyo, hijo de su hermana, que se llamó don Juan Maxixcatzin Oltzetzeliuhcatzin,[73] el cual dejó después de su fin y muerte, dos hijas suyas habidas en dos mujeres, con quien fue casado en haz de la santa madre iglesia, y por ser mujeres no han heredado, porque tienen contingencia sobre [F. 43 v.] quien ha de heredar esta cabecera,[74] porque antiguamente no heredaban las hijas los mayorazgos, sino los hijos varones, porque las hijas casaban con señores y personas que no tuviesen necesidad, y ansí no les daban dotes, ni menos los mayorazgos por ellos vinculados, jamás se dividían, porque tan solamente eran obligados a alimentar a todos los hermanos y parientes de aquella casa, y ansí perpetuamente no se deshacían, y se conservaban en sus buenas y loables costumbres, y permanecían.

 

§ 108. Tornando a la sucesión de los Maxixcatzin,  convienenos decir de su descendencia y prosapia, porque algunos lo tienen en opinión de advenedizos, de escuro y bajo linaje. Lo que pasa en este caso es que, como atrás dejamos tratado, cuando los chichimecas vinieron poblando desde la laguna de Poyauhtlan, después de aquella gran guerra que tuvieron con los de México, vinieron rodeando el volcán y poblando muchas tierras y provincias, y dejando gentes, y con ellas caudillos muy principales; como en efecto ansí fue, se quedaron en Cholollan  gran copia de gentes pobladas, y entre ellas chichimecas muy calificados y principales de mucha cuenta.

 

 

§ 109. Y habiendo pues, dado orden y asiento en aquella provincia como en todas las demás, y habiendo paz universal en toda esta tierra, después de la gran destrucción y estrago que los chichimecas hicieron contra todos aquellos que los quisieron destruir, estando en Texcalticpac y habiéndose todo apaciguado en su tranquilidad y sosiego y estando olvidado de sus pasiones, se salieron de Cholollan algunas parcialidades de gentes y se vinieron a vivir a esta provincia de Tlaxcalla: entre ellos se vino al barrio Tecuitlizco, Tecuhtotolin, padre que fue de Xochihua Memeloc, del cual procedió Tlacomihuatzin, y de Tlacomihua sucedió Hatlapaltzin Cuitlizcatl: éste vivio poco porque lo mató su hermano Tlepapalotzin, y luego sucedió Xipincoltzin,[75] y Xipincoltzin, después de sus días dejó a Maxixcatzin su hijo. Maxixcatzin tuvo dos hijos y una hija.

 

§ 110. Los dos hijos que fueron don Francisco Aquaquatzin y don Lorenzo, el cual murio en Castilla, habiendo dado obediencia al Emperador don Carlos, rey de Castilla. Vino el marqués en tiempo de este don Lorenzo Maxixcatzin, y don Francisco su hermano sucedió en el señorío porque no[76] tuvo hijos, [y] por su muerte sucedió en la cabecera don Juan Maxixcatzin Oltzetzeliuhcatzin como arriba dejamos dicho. Finalmente, queste fue el principio y origen que tuvieron los Maxixcatzin, que aunque de buena descendencia, habían sido advenedizos de la provincia de Cholollan, y recibidos por vecinos en esta ciudad de Tlaxcalla y por huespedes de Acatentehua tecuhtli; y al cabo quedaron por señores hasta la venida de Cortés, que halló en el gobierno de la cabecera de Ocotelulco a Maxixcatzin Tianquiztlatohuatzin, por divina providencia, y le fue muy fiel amigo y de todos sus comelitones, como es notorio. 

 

 

§ 111. Habiendo[77] dado fin a lo tocante a la cabecera de Ocotelulco del señorío de Maxixcatzin, que [F. 44 r.] fue la segunda, tornaremos a tratar de la primera de Culhuatecuhtli Quanez, señor de la cabecera de Texcalticpac Tepeticpac y por otro nombre Texcalla, y después Tlaxcalla. A Culhuatecuhtli le sucedió en el señorío su hijo Teiztlacohuatzin,[78] el cual gobernó con mucha quietud y paz en el reino de Tepeticpac, y después de sus días dejó en él por sucesor a Homacatzin, el cual vivió muy poco tiempo, porque como era hombre de guerra, yendo a una entrada con su gente murió en ella; más quedo en su lugar Tlehuexolotzin su hijo, que por otro nombre se llamó Tlacazcaltecuhtli: a éste halló Fernando Cortés, que ansí mismo lo recibió de paz y le hizo buen acogimiento. Después de muerto Tlehuexolotzin, le sucedió don Gonzalo, que fue muy buen cristiano como a su tiempo diremos de su muerte y buen acabamiento, y a éste sucedió don Francisco de Mendoza su hijo, y éste don Francisco dejó a otro don Francisco, también su hijo, bisnieto de Tlehuexolotzin: de éstos han quedado dos niños, quel uno se llamó don Diego y el otro don Leonardo, que hoy viven.    

 

§ 112. Pues estando este reyno dividido en dos partes con la muerte de Acatentehua tecuhtli, señor que ovo sido de Culhuacan Tecpan Ocotelulco, con las disenciones y discordias de su muerte resultaron  grandes trabajos en su reyno: se dividió Tzonpane de la cabecera de Ocotelulco. Aunque todos bajaron de Tepeticpac, más éste hizo barrio de por sí, y ansí bajo a Teotlalpan, donde está el día de hoy una hermita de Nuestra Señora de la Purificación, donde vivió muy sosegado con sus gentes y amigos que le quisieron seguir, y gobernando muchos años sin ninguna contradicción, y ansí fue en crecimiento su poblazón y en grande aumento. E habiendo pasado el discurso de su vida con mucha quietud, le sucedió en aquel gobierno Xayacamachan su hijo, que por otro nombre, después de armado caballero, se llamó Tepolohuatecuhtli.

 

§ 113. Este gobernó con mucha cordura, y con su buena industria ilustró tanto su barrio, que casi competía con Tepeticpac y Ocotelulco en grandeza y prosperidad; y como fue en tan gran crecimiento su negocio, luego se introdujo la envidia, y con acervo atrevimiento e ingrata imaginación de los suyos, conspiraron contra él, que estanto salvo y seguro le dieron muerte cruel y lo acabaron, y a todos sus parientes hasta la quinta generación, que ésta era la costumbre que tenían para castigo de los que eran traidores, y lo mismo se hacía contra aquellos que vivían gobernando en daño de la república.

 

 

§ 114. Muerto Xayacamachan Yaotequihua Aquiyahuacatl, que por su fin sucedió en el señorío uno que era llamado Zozoc Aztahua Tlacaztalli, y pasó el gobierno y reino de Culhuatecuhtli Cuanez en triunvirato, que de un reyno se dividió en tres partes. Y este Aztahua Tlacaztalli pasó en lo alto de Tizatlan su señorío, donde hasta hoy ha durado y permanecido, que es la tercera cabecera de Tlaxcalla, llamada la cabecera de Tizatlan. A este Aztahua Tlacaztalli, después de sus días, le sucedió Huitlalotecuhtli; más éste vivió muy poco, que casi no hay memoria de él. Muerto Huitlalotecuhtli, sucedió Xayacamachan, hijo de Aztahua, que tomó el nombre de Xayacamachan, el primero que mataron, el cual gobernó con mucha felicidad y se hizo muy gran señor, que fue muy temido y reverenciado de los suyos en la parte de Tizatlan, el cual dejó su república [F. 44 v.] puesta en gran razón y concierto.

 

§ 115. Por su fin y muerte sucedió Xicotencatl, persona valerosisima, que por su persona hizo grandes cosas en las guerras que se le ofrecieron en sus tiempos, el cual vivió más de ciento y veinte años, y éste halló Fernando Cortés y le hizo muy grande recibimiento, porque entro por sus tierras, y se las hizo llanas y seguras hasta que le metió en Tlaxcalla y le aposento en sus propias casa y palacios. Este fue le primer cristiano que recibio el bautismo en esta provincia de Tlaxcala y se llamó don Lorenzo Xicotencatl; aunque todos los cuatro señores de todas las cuatro cabeceras se bautizaron en un día. Este era tan viejo, que quieren decir que para poder ver a Cortés y a los españoles, que le alzaban los párpados de los ojos. 

 

§ 116. Tuvo este Xicotencatl muchos hijos, hombres valerosos y armados caballeros, porque tuvo más de quinientas mujeres y mancebas, y no era posible menos sino que tuvo muchos hijos, y ansí el día de hoy, la mayor parte de los principales de Tlaxcalla proceden del linaje de Xicotencatl. Este después de cristiano, no vivió tres años cabales, y le sucedió Axayacatzin Xicotencatl su hijo, aunque tuvo el gobierno antes que el padre muriese mucho tiempo, por estar tan viejo e imposibilitado. Este murió ahorcado en Tetzcuco, porque se volvió de la guerra de México, yendo con Cortés por general de su gente, el cual, teniendo amores con una cacica muy principal señora, no pudiendo sufrir tan gran ausencia, se vino de la guerra, y lo mismo hizo otras dos veces que le fueron perdonadas.

 

§ 117. No curó de mirar en lo más importante, que yendo últimamente contra los mexicanos se volvió, y Cortés quejandose a la república de Tlaxcalla, que cómo se usaba con él tal traición, en que se volvían de la guerra los más principales capitanes, que no podía entender sino que era traición la que contra él se trataba para entregalle a sus enemigos; y que sino fuese esto, que este caballero Xicotencatl había cometido traición y grande delito. Que los españoles que tal cometían, que morían por ello: que mirasen lo que les parecía y lo que en este caso debían hacer, y que le diesen nueva seguridad de la amistad y palabra que le habían dado.

 

 

§ 118. Visto por los señores de Tlaxcalla querella tan formidable de Cortés y la razón que tenía, le respondieron con los embajadores que  enviaron, diciéndole que ellos estaban tan confusos y admirados de cosa tan mal hecha, que si en sus costumbres y leyes de guerra hallaba que tenían pena de muerte los que en semejantes tiempos dejaban a sus capitanes, que la misma ley era la suya, y aún más rigurosa; y que por tanto que allá se lo enviaban preso, que él hiciese lo que más convenía según costumbre de guerra, y mandase ejecutar la justicia en él para que le fuese castigo, y a los demás ejemplo. Y esta sentencia final dió Maxixcatzin, porque en efecto le tenía por de mal pecho y por traidor.

 

§ 119. Porque cuando vino desbaratado Cortés de México, y enviando los principes mexicanos a las cuatro cabeceras y universidad de Tlaxcalla diciéndoles que acabasen de matar a los cristianos, y que no consintiesen gente tan extraña y belicosa entre ellos, porque les venían a tiranizar y sujetar su monarquía, y a usurpár [ F. 45 r.] sela debajo de engaño, con decir que eran caminantes y que iban de pasada a otras tierras, que mirasen lo que hacían, y que si los acabasen de matar, que ellos partirían la mitad del imperio con Tlaxcalla, y que habría paz perpetua entre ellos. Y entrando en consulta, siempre Maxixcatzin fue de contrario parecer, y este Xicotencatl Axayacatzin estuvo en que se hiciese y concediese lo que los mexicanos pedían: de lo cual, enojado Maxixcatzin, le dió de rempujones y le hizo venir rodando por unas gradas abajo, diciéndole palabras de gran vituperio. Y teniéndole guardada ésta; y viendo su mal respeto en haberse vuelto de la guerra, fue de parecer que muriese, y ansí preso y a buen recaudo de consentimiento de su padre Xicotencatl, que aún no era muerto: aunque decimos que le había sucedido en el gobierno este Axayacatzin, es porque le tenía por coadjutor y por estar imposibilitado como estaba, gobernaba por el padre.

 

 

§ 120. Finalmente, Cortés tuvo a mucho negocio tan arduo e importante caso, porque así convenía; y como los de Tlaxcalla sus leales[79] amigos concedieron con su voluntad, y vista tan buena ocasión para hacerse temer, le mando ahorcar en la ciudad de Tetzcuco a vista de todo el campo y señores de aquel reino, que no puso poco espanto tan gran atrevimiento, en tierras tan remotas cometer osadía de tan gran temeridad, en ahorcar a un hijo tan querido de Xicotencatl. Más como las cosas eran guiadas por dios y conocida por Cortés su ventura y dichosa suerte, a ninguna cosa que acometía tenía por imposible, que los oráculos con su venida enmudecieron, y los encantamientos y ponzoñas ni las yerbas mortiferas, no tuvieron fuerza para contra el pueblo cristiano, ni menos la muchedumbre de gentes pusieron espanto [a] aquella pequeña suma de cristianos, que confiados en su verdadero dios, todo se les hacía facíl y todo el universo mundo para atropellar y conquistarlo en una hora, no tuvieron en nada, y como son secretos de dios, ninguno puede comprenderlos y ansí lo dejaremos para solamente loarle con sempiternas gracias.

 

§ 121. Muerto Axayacatzin Xicotencatl sucedió en el señorio Teutlipil Ytzehecatzin, el cual ansimismo vivió poco, y por fin de éste sucedió su hermano Motenehuatzin Xicotencatl: éste fue con Nuño de Guzmán a la guerra de Xalixco, que llaman la Nueva Galicia de Compostela, el cual murió en la guerra de Culhuacan, que por otro nombre se llamó Tlamacaztecuhtli. A este Motenehuatzin Tlamacazcatecuhtli después de su muerte, sucedió en la cabecera de Tizatlan un sobrino suyo, hijo de Itzehecatzin su hermano, el cual se llamó don Luis Xicotencatl y vivió muy poco tiempo. Este dejó un hermano que se llamó don Bernardino de Escobar, a quien venía de derecho la casa y señorió de Tizatlan; más sucedió en la casa y estado don Juan Quauhxayacatzin Xicotencatl, hijo bastardo de Xicotentcatl el viejo, y al tiempo que murió dejó en el señorió a don Juachin de la Cerda su hijo; y Juachin de la Cerda dejó a Doña Francisca de la Cerda su hija, la cual después casó con don Leonardo Xicotencatl, nieto de Itzehecatzin Xicotencatl, hijo de don Bernardino de Escobar, que hoy viven.

 

 

§ 122. Los cuales casaron por concierto, y porque se tenía sospecha que [F. 45 v.] don Juan Quauhxayacatzin, ni su hijo don Juachin de la Cerda, no poseían con buena conciencia el estado, y por quitalles de contingencia se dispensó con ellos, y poseen juntamente la casa de Xicotencatl; aunque se ha de advertir, que en sus antiguos ritos y costumbres, como un padre tuviese tres o cuatro hijos nunca sucedían derechamente, sino aquellos hijos que más aceptos estaban en la república, y especialmente que era costumbre y ley muy usada que los hermanos iban sucediendo en las herencias y estados hasta que todos se acababan, y después tornaban a heredar los hijos de los hermanos mayores, y por esta orden seguían sus herencias.

 

§ 123. Y esto alegaba don Juachin Xicotencatl Quauhxayacatzin, quel  era hermano menor de los hijos de Xicotencatl, y que él había de gozar del señorio de Tizatlan, como le gozó con buena conciencia; en lo que erró fue que no había de dejar por heredero a don Joachin su hijo, sino que volviese la sucesión a los hijos del hijo mayor, y a esto respondía que ya vivía en la ley de dios, y que conforme a las leyes y fueros de España y de la cristiandad, que los dejaba a su hijo don Juachin. Finalmente, que para atajar razones se celebraron estos casamientos, y de hoy en adelante se guardará la sucesión según nuestras antiguas leyes, aprobadas por tan santas y cátolicas leyes como lo son.

 

§ 124. Hemos tratado de la sucesión de los Xicotencas copiosamente: razón será que tratemos de la cuarta parte de Tlaxcalla, que será de la cabecera de Quiahuitztlan, que no menos valor tuvieron que las demás cabeceras, ni menos origen ni principio. Es de saber que como los chichimecas, primeros pobladores, vinieron poblando por Amaquemecan y vinieron rodeando las faldas de la Sierra Nevada y volcán, algunos de ellos siguieron la vía del norte, y fueron a poblar las tierras de Tullantzinco y demás provincias de aquella sierra, como atrás dejamos referido. Algunas cuadrillas y legiones se quedaron en la provincia de Tepetlaoztoc, que es una legua de Tetzcuco, hacía la parte del norte, donde hallaron muy grandes cuevas en que vivir.

 

 

§ 125. Y ansí se llama Tepetlaoztoc, porque quiere decir en la lengua nahua mexicana, en las cuevas de la tosca[80]; y allí poblados, pasaron adelante sus capitanes más principales, y caminando llegaron a la provincia de Tlaxcalla, en la cual hallaron poblados a sus amigos los chichimecas, que vinieron rodeando las sierras nevadas y volcán, y hallando pobladas y ocupadas tan buenas y fértiles tierras, trataron con Culhuatecuhtli Quanez les acomodase en alguna parte de lo mucho que tenían. Culhuatecuhtli, señor universal de toda la provincia de Tlaxcalla y de Texcaltipac, les dio cómodamente lo que fue necesario para su poblazón; de suerte que tuvieron conocido lo que habían de poseer, y esto les concedió antes del gran cerco que se les hizo por los huexotzincas, porque se hallaron en Texcalticpac a la defensa de su patria. Y luego como pasó la refriega, se fueron a poblar la parte de Quiahuitztlan, que es la cuarta cabecera de Tlaxcalla, que dicen de Citlalpopocatzin.

 

§ 126. Y el primer señor de ella fue Mizquitl, al cual le sucedío Timaltecuhtli, y este le sucedió Tozcoyohuatecuhtli; y a éste le sucedió [F. 46 r.] Cohuatzintecuhtli, y [a] Cohuatzintecuhtli le sucedió Quetzalxiuhtzin, y a Quetzalxiuhtzin le sucedió Zacancatzin, que no reyno más de un año, y por su fin y muerte le sucedió Iyactzin, y a este Yyactzin le sucedió  Citlalpopocatzin. Llamóse Citlalpopocatzin, porque cuando nació se vió en el cielo un cometa muy grande y espantoso que echaba grande humo de muy gran cola. En tiempo en que éste reynaba vino Hernando Cortés, que ansí mismo le fue leal amigo y de todos los cristianos, y ayudó en la conquista contra los mexicanos valerosamente. El cual después de sus días quedó en el gobierno de esta cabecera Quetzalcohuatecuhtli; y a éste sucedió Tlaltuchtzin Temilotecuhtli, llamado don Antonio. Muerto don Antonio sucedió don Thomás de Santa Cruz, y porque fue incapaz para el gobierno, le sucedió don Julián Motolinía, y a éste le sucedió  don Antonio de Luna Omacatzin, que hoy vive.[81]

 

§ 127. Hase de advertir aquí, que al principio y origen de este señorío y cabecera, fueron heredando[82] por línea recta y derecha sucesión, hasta Xipantecuhtli y hasta Citlalpopocatzin, y como fue la herencia sucediendo en hermanos, cuando vino a dar la vuelta, que habían de heredar los hijos del primer hermano, hubo discordias; donde allí en adelante como eran todos primos y hermanos, acordaron que sucediese el señorió por elección como fuese la elección entre los mismos pretensores e interesados, y esto se ha venido guardando y observando hasta hoy. Finalmente, que con esto he acabado de tratar la descendencia de las cuatro cabeceras de Tlaxcalla, reinos y señoríos, que no fue otro nuestro fin, aunque para mayor claridad quiero ponerlo por más extenso, porque no se escurezca su memoria por la venida de los cristianos y primeros españoles.

 

Principio y origen del señorío y reyno de Tlaxcala y de los primeros fundadores.

 

§ 128.  La primera fundación fue la cabecera de Tepeticpac, la cual fundó y pobló el único señor y rey llamado Culhua Quanez, que fue el primer señor de los teochichimecas que quiere tanto decir como divinos teochichimecas texcaltecas, venidos de las partes del poniente en cuanto a nuestro centro, de muy lejanas partes desde las Siete Cuevas, pasando grandes desiertos, montañas, ciénegas y ríos y otros trabajos y peregrinaciones. Sucedió al dicho Culhua Quanez en su señorío Atexcali huehue, y a Texcalli huehue  Pantzin tecuhtli, a Pantzin tecuhtli Cocohtzin, a Cocotzin sucedió Teiztlacohuatzin, a Teiztlacohuatzin sucedió Umacatzin, y este Omacatzin murió en una guerra contra  mexicanos, y sucedió en su señorío Tlehuexolotzin Tlacaztalli tecuhtli; y reynando éste en su cabecera con felice estado llegó Cortés, en cuyo tiempo se ganó y conquistó la tierra. Por fin y muerte de Tlehuexolotzin sucedió en la cabecera don Gonzalo su hijo Tecpanecatl Tlachpanquixcatzin, y a éste don Francisco de Mendoza su hijo, que es en nuestros tiempos.[83]

 

§ 129. La cabecera de Ocotelulco. Llegados que fueron los teochichimecas los segundos pobladores de estas tierras y de la provincia de Tlaxcalla, según sus historias antiguas, porque echaron [F. 46 v.] de ellas a los ulmecas y xicalancas, luego que Culhua Quanez pobló en Texcalticpac, partió con un hermano suyo, hizo división de la tierra nuevamente poblada y ganada, dándole el señorío de toda la mitad de ella para que en ellas poblase sus parientes y amigos y comilitones suyos, como en efecto pobló con gran pujanza y poder poniendo sus leyes y estatutos como señor absoluto y poderoso, el cual fue llamado Cuicuitzcatl teochichimecatl[84] haciendo su fundación en Ocotelulco, en la casa antigua llamada Tecpan que quiere decir los palacios reales, y alcazar[85] y casas del señorío.

 

§ 130. A éste sucedió Papalotl, y a Papalotl sucedió Culhua Teyohualminqui: que todos estos vivieron poco tiempo, y al fin vino a suceder en esta casa de Tecpan Ocotelulco Acatentehua tecuhtli tlatohuani, que siendo muy viejo y habiendo reynado dichosamente más de cincuenta años, y siendo de más de ochenta años, por envidia conspiraron contra él y le mataron en voz de que era tirano, por usurpalle su señorío, e después de muerto, que estando quieto en su casa y reino llegaron los conjurados  con ocasión de que iban a visitar lo mataron a porrazos al miserable rey, tan querido y amado de los suyos, en tanta ancianidad que causó gran turbación en la república. Y sin entender lo que fuese no sabían a que bando acudir. Andaban las gentes por toda la ciudad tan turbados que el alarido de las mujeres y niños era tan grande que no sabían qué se hacer. Hecho esto los matadores tiranos prendieron a sus hijos y hijas y mujeres quanto pudieron haber  de su generación y a todos los pasaron a cuchillo hasta la cuarta y quinta generación. Y  con todo esto escaparon algunos niños de cuna, hijos del dicho Acatentehuatzin que hoy viven, y son respetados por señores aunque pobres.

 

 

§ 131. Hecha esta crueldad y tiranía, los señores de la casa de Texcalticpac acudieron al socorro y venganza de esta crueldad algunos amigos y deudos suyos; más por no derramar más sangre patricia de la que había derramada, considerando que lo hecho no tenía medio sino aplacar los negocios pasados, fue apaciguada la república con los mejores medios que pudieron quedando[86] el señorío de Tecpan Ocotelulco en Cuitlizcatl Tecuhtotolin, por cuyo nombre se llamó la casa de Cuitlizco. Este Cuitlizcatl Tecuhtotolin vivió como un año en el señorío, y le sucedió Xochua tecuhtli Memeloc.Estos que conspiraron contra el señor Acatentehua tecuhtli eran advenedizos de Cholollan, que habían sido recibidos por huespedes de este señor como a deudos y parientes suyos que habían quedado poblados en Cholollan: les hizo amistad, e como fuesen gente belicosa que no se contentaba con poco, procuraron con halagos pasarse a esta provincia con ánimo ambicioso por señorear en tan buena tierra, procuraron con dádivas y buenas astucias y mañas, ganar la voluntad de muchos tiranos para poner en ejecución sus sediciosos[87] propósitos, como lo hicieron.

 

§ 132. A Xochua Memeloc sucedió en el señorío Tlacomihuatzin, el cual tiranizó de todo punto el señorío de Tecpan Ocotelulco, y lo gobernó en paz sin ninguna contradicción, siendo rey y señor absoluto de toda la cabecera de Ocotelulco. A éste sucedió Maçatzin Chichimecatltecuhtli, y de este sucedió Xipincoltzin Cuitlizcatl y de este sucedió [F. 47 r.]  Maxixcatzin su hijo, en cuyo tiempo llegó Hernán Cortés: y deste sucedió en el estado don Lorenzo Maxixcatzin Tianquiztlatohuatzin, señor del mercado, el cual murió en los reynos de Castilla yendo a besar las manos al emperador don Carlos Quinto, y a dalle la obediencia. Y Por su fin y muerte, por no dejar hijos, le sucedió don Francisco Maxixcatzin Acuacuatzin, y por no dejae hijos el dicho don Francisco, le sucedió don Juan Maxixcatzin Ultzetzliuhcatzin su sobrino, hijo de Ullamanitzin, señor del barrio de Atlanmaxac y de una hermana suya, que es en nuestros tiempos.[88]

 

§ 133. La cabecera de Quiahuiztlan llamada Tlapitzahuacan, se gobernaba por elección porque eran muchos señores deudos hijos de hermanos, y por evitar discordias, se elegía por ellos el que los había de gobernar, y estos gobiernos eran de por vida. La fundación de este señorío y cabecera fue la última de las cuatro de esta ciudad, que fueron los postreros que llegaron y vinieron en demanda de los demás. Y se dividieron en dos o tres legiones y cuadrillas después de la gran mortandad y rota de Poyauhtlan Cohuatlichan, que los más vinieron rodeando el volcán como está referido, los cuales vinieron por Tepetlaoztoc, Zacatzontitlan, Teomolixco, Zultepec, Yahualiucan, Mazapan, Quauhtepec, Ocelotepec, hasta que llegaron a hasta [esta] provincia, y poblaron en Quiahuiztlan, do fueron muy bien recibidos de sus deudos. La otra cuadrilla llevó la vía de Tollantzinco, Xicotepec, Tototepec y Pahuatlan, como lo tenemos tratado.

 

 

§ 134. Y tornando a la fundación del señorío de Quiahuiztlan, fue el primer señor Mizquitl, y de este Mizquitl sucedió en el gobierno Timaltecuhtli; de Timaltecuhtli sucedió Tozcoyohua; de Tozcoyohua sucedió Cohuatzin tecuhtli; de Cohuatzin tecuhtli sucedió en el señorío y mando Quetzalxiuhtzin; de Quetzalxiuhtzin sucedió Zacancatzin, el cual fue llevado de aquella cabecera[89] de Ocotelulco del barrio de Contlantzinco, por discordias que los señores tuvieron en la cabecera de Quiahuiztlan, y por ser[90] el dicho Zacancatzin  descendiente de ellos por via feminis. Estando por principal y señor de Contlantzinco, fue electo por cabecera y señor de Quiahuiztlan[91] y fue llevado a ella en conformidad de su república y fue señor de ella dos años, y sucedió en el señorio Yyactzin Teohuatecuhtli, que también vivió poco en el gobierno. Que por fin y muerte del dicho Yyactzin sucedió Citlalpopocatzin Quetzalcohuatecuhtli, en cuyo tiempo llegó Cortés: y a este Quetzalcohuatzin sucedió Tlaltuchtzin Temilotzin[92], a éste sucedió don Tomás de la Cruz;[93] y por ser de poco fruto en las ocasiones de aquellos tiempos, eligieron en el mando y gobierno de esta cabecera a don Julián Motolinia Moquetlacatzin;[94] y por fin y muerte [de] don Julián sucedió don Antonio de Luna Omacatzin y después de su muerte sucedió don Juan de Mendoza que al presente vive, por ser hijo de don Baltazar Cuauhtecoloa,[95] hijo de don Julián Motolinia Moquetlacatzin.[96] 

 

 

§ 135. Habiendo tratado de las tres cabeceras y de su principio, nos resta decir de la fundación [F. 47 v.] [y] principio de la cabecera de Tizatlan, casa muy principal de Xicotencatl amigo muyleal de los cristianos, aunque es de la cabecera de quien habíamos de tratar antes de la de Quiyahuiztlan, la dejamos en este lugar, y es por alargarnos más. Y es que estos principales y caudillos muy señalados, bajaron de la cabecera de Tepeticpac y poblaron en un valle y llano llamado Teotlalpan. Y el primer poblador y fundador de esta casa y señorío fue llamado Xacayamachan Tzonpane Tepolohua tecuhtli, el cual estando en su prosperidad, lo mataron por envidia que de él tuvieron, por ser tan bueno y bien quisto que atraía a sí muchas gentes por su afabilidad, y regalo que les hacía y grandes franquezas y liberalidades que usaba con los suyos; y como se iba engrandeciendo con tanto poder, ovieron temor de él no viniese a ser tan poderoso que los supeditase a todos y los tiranizase.

 

§ 136. Y estando en esta quietud, una noche conspiraron contra él y lo mataron, tomando por ocasión que era tirano; y después de muerto le asolaron las casas hasta el suelo, diciendo que era tirano e que se quería alzar con todo el reino de Tlaxcalla, e que andaba llegando parcialidades para poner por obra su mal propósito y dar gusto a los ambiciosos, y con esta color le ovieron de dar fin y cabo, y en este tiempo, por la muerte de Xayacamachan se pasó el señorío y se subió al barrio de Tizatlan, sucediendo en el señorio y mando de aquella cabecera Zozoc Yaotequihua Aquiahuacatl, que después de sus días sucedió en el señorío Aztahua Tlacaztalli tecuhtli, y de éste sucedió otro Xayacamachan Tlacazcaltecuhtli y deste sucedió Xicotencatl, hijo de Aztahua, en cuyo tiempo vino el marqués, y le recibió de paz él y los suyos, con muchos regalos y favores que le dio. El cual después de muerto le sucedió Itzehecatzin Teuhtl ypiltecuhtli.[97]

 

 

§ 137. Aunque tuvo el dicho Xicotencatl muy muchos hijos, que dejó en toda Tlaxcalla grande generación, vivió más de ciento cuarenta años,  tuvo más de cien hijos e hijas, y entre ellos muchos y muy valerosos hombres y capitanes. Después de su muerte, deste sucedió en el señorío de Tizatlan Motenehuatzin Tlamacazcatecuhtli: éste murió en la guerra de Culhuacan, yendo con Nuño de Guzmán a aquella conquista. Por fin y muerte de este Xicotencatl Motenehuatzin sucedió don Juan de Vargas Quauhxayacatzin, quedando por tutor de don Luis Xicotencatl, hijo del dicho Motenehuatzin, que por su fin y muerte sucedió don Juachin de la Cerda; el cual, por venir la sucesión por vía transversal salió a la causa don Leonardo Xicotencatl, nieto de Itzehecatzin, diciendo pertenecerle a él el señorío por línea recta y derecha sucesión, y no a los herederos de don Juachin de la Cerda. Huvo entre ellos concierto quel dicho don Leonardo Xicotencatl casó con hija de don Juachin de la Cerda llamada doña Francisca de la Cerda Tehculhuaztzin , y ansí han sucedido en el estado de Xicotencatl y lo tienen en nuestros tiempos en gran conformidad de toda su cabecera.

 

§ 138. Los capitanes famosos y muy diestros en la guerra que llevó Fernando Cortés a la querra de México, hijos de señores y hombres de cuenta y calidad [F. 48 r.] son los que siguen: primeramente de la cabecera de Ocotelulco, salieron Tecohuani tecuhtli, Acxotecatl, Cehecatecuhtli Tecpanecatl, Tenamazcuicuiltecuhtli señor de Topoyanco, Calmecahua tecuhtli, Petlazoltzin tecuhtli; de la cabecera de Quiahuiztlan salieron Quanaltecatl tecuhtli, Quauhquentzin, Tepultzin, Tlachpanquizcatzin, Chichimecayaotequihua, Tepalnencatzin, Temaxahuitzin, Omemaní, Nezahualcoyotzin, Cocomitzin, Acxotecatl, Tziuhcohuacatl, Quauhtapalcatzin, sin otros muchos que por la variedad de los  tiempos se han olvidado sus nombres antiguos.[98]

        

 

§ 139. Las divisas y armas principales de la casa de Ocotelulco de los Maxixcatzis, es una garza o pájaro verde llamado Quetzaltototl, sobre un peñasco, que es una ave que cría unas[99] plumas verdes muy preciadas, tiene el pico de oro, y en los encuentros de las alas dos patenas redondas de oro y sobre la cola otra. La divisa y armas de la casa y y cabecera de Tizatla es una garza blanca sobre otro peñasco y la divisa de la cabecera de Quiahuiztlan, es un penacho de plumas verdes a manera de sonvayo o ala como aventador,[100] la cual traian por divisa y armas los señores de esta cabecera, y el día de hoy la estiman en mucho, llamado Quetzalpatzactli. La cabecera de Tepeticpac, tiene por armas y divisa un lobo muy feroz sobre unas peñas, que tiene en la mano un arco y flechas. No se hacen caso de otras armas y de otras divisas, de ver que son muchas y de diversas maneras conforme a sus antiguas usanzas.

 

§ 140. Y agora tornaremos a tratar prosiguiendo nuestra relación, guardando los límites que prometimos, a los principios que será volver a tratar lo que sucedió después de la rota de los de Texcalticpac, y cómo se fueron amplificando y ensanchando, y la ocasión que tuvieron los culhuas mexicanos a tener guerras y enemistades y disenciones con los tlaxcaltecas, y en qué tiempos. Después de ser pasada la guerra cruel de los chichimecas de Texcaltipac, como atrás dejamos tratado, comenzaron a bajarse de allí, y a fundarse pueblos y lugares.

 

§ 141. Y como tenemos referido se fundó la cabecera de Ocotelulco, y la de Tizatlan y Quiahuiztlan; no tan solamente se ha de entender que fueron los cuatro señores de esta república, porque ansí mismo se poblaron muchos pueblos y lugares de otros chichimecas principales que habían sido caudillos en su venida, capitanes, maestres de campo y  otros oficios y cargos tocantes a la milicia, de los cuales el día de hoy, hay casas fundadas de muy buenos mayorazgos y otras casas solariegas, a las cuales tenían reconocimiento como casas mayores de donde procedía su linaje, como la que se fundó en Tepeticpac, que fue la primera cabecera, que acudían a ella con reconocimiento y respeto de rey, y lo mismo se hacía en la cabecera de Ocotelulco, Tizatlan y Quiahuiztlan.

 

 

§ 142. De cada casa de éstas y cabeceras, procedían otros muchos tecuhtles mayorazgos, que quiere decir caballeros y señores, y otras casas que llaman pilcales, que es como decir casas solariegas de principales hombres hidalgos, en lo cual se tenía particular cuenta, porque los descendientes [F. 48 v.] de éstos son estimados como hombres calificados que aunque sean pobrísimos, no usan oficios mecánicos ni tratos bajos ni viles. Ni jamás se permiten cargar ni cavar con coas ni azadas, diciendo que son hidalgos e que no han de aplicarse a estas cosas soeces ni bajas, sino servir en guerras y fronteras como hidalgos, y morir como hombres peleando; la cual locura virtuosa dura y permanece hasta agora, diciendo que son hidalgos y caballeros desde ab initio, y que agora lo son mejor porque se convirtieron al verdadero dios y se han tornado cristianos, dando la obediencia al emperador don Carlos rey de Castilla; demás y allende de esto le ayudaron a ganar y conquistar toda la redondez y máquina de este Nuevo Mundo, dándole el derecho y acción que tenían contra los mexicanos para que fuese universal rey y señor de ellos, y que por esto son hidalgos y caballeros.

 

§ 143. Estas y otras fanfarrias y locuras dicen, que jamás acaban de blasonar del arnés, y ansí cuando algún español los maltrata, le dicen que es mal cristiano, que no es hidalgo ni caballero, porque si lo fuera que sus obras y palabras fueran modestas como de caballero pero que debe de ser villano, moro o judío o vizcaíno. Y al remate cuando no le hallan vituperios con que podelle vituperar le dicen, al fin eres portugés, pensando que en esto le ha hecho muy grande afrenta. Tornando a nuestro propósito comenzado, que es haber tratado de las casas de mayorazgos y señorío, y de las casas solariegas, cualquiera capitán o tecuhtli que fundaba una casa o vínculo de mayorazgo, todos aquellos soldados que tenía a su cargo en aquel repartimiento de tierras y montes que se le había dado, hacía después otro repartimiento, el cual era de esta forma y manera que diremos.

 

 

§ 144. Cualquier tecuhtli que fundaba un tecalli que es casa de mayorazgo, o pilcalli que es casa solariega, todas aquellas tierras que le caían en suerte de repartimiento con montes, fuentes, ríos o lagunas, tomábase para la casa principal la mayor y mejor suerte o pagos de tierra, y luego, las demás que quedaban, se repartían para sus soldados, amigos y parientes igualmente, y todos estos están obligados a reconocer la casa mayor, y a acudir a ella, a alzalla y reparalla, y a ser continos en ella, con reconocimiento de aves y cazas, flores y ramos para el suntento de la casa del mayorazgo; y el que lo es está obligado a sustentarlos y regalarlos como amigos de aquella casa y parientes de ella, y ansí se llaman teixhuihuas, que quiere decir los nietos de la casa de tal parte; y en estos repartimientos de tierras se partieron a terrazgueros e hicieron poblazones en ellas, y estos eran vasallos, y como tales les pagaban tributo y vasallaje de las cosas que criaban y cogían, y por esta orden vinieron a ser caciques y señores de muchas gentes y vasallos que los reconocían y pagaban vasallaje; de los cuales vasallos fundaron pueblos y lugares muy principales con que se sustentaron y gobernaron su república por buen modo y concierto, según su bárbaro y rústico talento.

 

§ 145. Y ansí poblada la muy insigne y no menos que leal provincia de Tlaxcalla, tuvieron paz y concordia con todas las provincias comarcanas grandes tiempos, y ansí se comunicaban y trataban en gran conformidad con los mexicanos, y atravesaban los [F. 49 r.] unos y los otros todas las tierras, y provincias y reynos que querían, y lo mismo hacían los de ésta provincia, porque iban a contratar a todas partes, de una mar a otra, de la del sur a la del norte, y de levante y poniente. Y porque de los pobladores de esta provincia salieron a poblar la costa y serranía de hacia la parte del norte y de la parte de levante, hacia Cempohualla, Tuztla y Cohuatzacualco, Tabasco: finalmente, de estas tierras traían oro, cacao, algodón y ropa, miel y cera, plumería de papagayos y otras riquezas que mucho estimaban.

 

§ 146. En tanta manera, que vino a ser el reino de Tlaxcalla uno de los mayores reinos que ovo en estas partes del Nuevo Mundo, gobernado por los cuatro señores de las cuatro cabeceras; tanto que vino a ser envidiado de las provincias vecinas y comarcanas, que aunque Cholollan, Huexotzinco, Quauhquecholla e Itzyocan que llaman los españoles Izúcar y Tecalpan, Tepeyacac, Tecamachalco, Quecholac, Acatzinco, Teohuacan, Cozcatlan y Teutitlan, Ahuilizapan, y todas estas provincias se tenían amistad, no por eso dejaba de reinar en ellos mortal envidia. La misma amistad se tenía con los zacatecas, e yztacymaxtitlancalques, tzacuhtecas y tlatlauhquitepehuaques, teciuhtecas y ateopanecas todas estas naciones que son los ulmecas. 

 

 

§ 147. Ansí mismo tenían alianzas con esta provincia, que les traían la miel, cera, y liquidambar, y gran muchedumbre de algodón y otras cosas que las tierras templadas producen, pescado y camarón. Y como las cosas de esta vida ni la felicidad de ella es permanente, luego se introdujo la sediciosa ambición, que como oviese tanta paz y conformidad con los tetzcucanos y mexicanos, y fuese en crecimiento el imperio de los tepanecas culhuas, no se contentando con lo que era suyo propio, pretendió ponerse en arma contra los de Tlaltelulco y supeditallos, sin otro derecho alguno, sino sólo para que le reconociesen por señor y rey a Ahuitzotzin, que en aquel siglo reinaba sobre todos los mexicanos tepanecas; y como saliese con su propósito comenzado, procuró luego de ir contra Xochimilco y sujetalle, así como lo hizo.

 

§ 148. Y de allí, como le sucedía todo tan prósperamente, fue ganando y conquistando tierras y provincias, sujetándolas así como señor absoluto, que con los grandes ejércitos que hizo juntar, atemorizó toda la tierra: que unas provincias se le daban de paz y otras por fuerza de armas; y como oviese sujetado la mayor parte de los matlatzincas, y cohuixcas y tlalhuicas, pretendió pasar los puertos de la Sierra Nevada y volcán con sus ejércitos, hasta que rindió a los de Huexotzinco y Cholulla, haciendo partidos y conciertos de reconocimiento con ellos: y de aquí tuvo principio de ser único señor el reino mexicano; y como a Ahuitzotzin le sucediese Axayacatzin, único señor de México, pretendió hacer lo propio que hizo su antecesor Ahuitzotzin, que fue de ir ensanchando su reino con ánimo de conquistar todo el mundo, y cuanto hallase por delante para ser señor y universal rey de todo este Nuevo Mundo.

 

§ 149. Sucedióle tan prósperamente todo lo que imaginó y propuso, que en poco tiempo vino a ser casi señor de todo Huexotzinco, y Quauhquechollan, y Ytzucan, y valle de Atlixco, Huexotzinco y Cholollan, de Calpan y Tepeyacac y Tecamachalco, Quecholac y Teohuacan, Cozcatlan y Teotitlan; finalmente, [F. 49 v.]  toda la más tierra que pudo fue sujetando y conquistando de tal manera, que no había provincia ni reino que se le parase por delante, que no ganase y conquistase con sus gentes. Entendido por los señores de Tlaxcalla la prosperidad y pujanza con que iba creciendo el reino de los culhuas mexicanos tepanecas, que ya en esta sazón se llamaban los tenuchcas, determinaron de ponerse en arma y cuidado de las cosas que les podian suceder con poderío tan grande como este que se había levantado; y ansí porque no les entrasen por alguna parte, determinaron de guardar y conservar sus tierras y tener con esto paz con todos como siempre habían tenido.

 

 

§ 150. Más con todas estas prevenciones y recatos, movidos de mortal envidia los huexotzincas y cholultecas y otras provincias sujetas a los tenuchcas mexicanos, procuraron por astucias y mañas impedir la contratación de los tlaxcaltecas por todas las partes que pudieron y que se recogiesen en sus tierras, y para más incitar a los tenuchcas mexicanos y moverlos a ira, informaron los rendidos siniestramente contra ellos, diciéndoles cómo los tlaxcaltecas se iban apoderando de muchas provincias de las que ellos habían ganado, ansí por amistades como por contratos, especialmente las provincias de Cuetlaxtlan y Tuztlan, Cempohuallan, Cohuatzacoalco, Tabasco y Campeche y otras provincias y lugares marítimos, e que avisaban de ello, que viesen lo que más les convenía.

 

§ 151. Y como los tenuchcas entendiesen que podía suceder ansí, por ser como los tlaxcaltecas eran belicosos, y viendo que los mexicanos iban señoreando toda la tierra, que podrían hacer lo mismo, y como el mando no permite igualdad, para remediar un tan gran estorbo e impedimento, procuraron los tenuchcas apoderarse de toda la Totonacapan y de las provincias de los tohueyos, xalapanecas, nauhtecas, mexcaltzincas y otras muchas provincias de la costa del norte, que por evitar prolijidad no trataremos dellas sólo por impedir la entrada que podian hacer los tlaxcaltecas esrorbándole las contrataciones y granjerias que tenían en todas estas tierras y porque no pasasen adelante procuraron de necesitarlos de muchas riquezas, como en efecto lo hicieron.         

 

§ 152. Más como los de Tlaxcalla viesen que de todo punto se declaraba la enemistad contra ellos de parte de los tenuchcas, procuraron de defender su partido como pudieron; y como fuese mayor la pujanza la de los tepanecas que la suya, procuraron poco a poco de venirse retrayendo a sus tierras, perdiendo la libertad que tenían de las contrataciones. Y puestos en esta controversia, enviaron a los príncipes mexicanos con embajadores, que cuál había sido la causa que contra ellos se tratase guerra, no habiendo dado ocasión para ello, ni que sus gentes fuesen maltratadas de los suyos, estorbándoles sus contrataciones y quitándoles sus mercaderías, haciéndoles otros desafueros y malos tratamientos.

 

 

§ 153. Fueles respondido por los tenuchcas "que el gran señor de México era señor universal de todo el mundo y que todos los nacidos eran sus vasallos, que a todos los había de reducir a sí para que le reconociesen por señor, y que los que no le quisiesen reconocer por tal  y dalle la obediencia por bien, que los había de destruir y asolar sus ciudades y provincias hasta los cimientos y poblarlas de otras nuevas gentes. Por tanto, que procurasen de tenelle por señor, y  sujetársele pagándole [F. 50 r.] tributo y parias, como las otras provincias y reinos lo hacían, y que si por bien no lo hiciesen, que vendría sobre ellos". 

 

§ 154. A lo cual respondieron los embajadores de Tlaxcala: "Señores muy poderosos, Tlaxcalla no os debe vasallaje, ni desde que salieron de las Siete Cuevas, jamás reconocieron con tributo ni pecho a ningún rey ni príncipe del mundo, porque siempre han conservado su libertad; y como no acostumbrados a esto, no te querrán obedecer, porque antes morirán que tal cosa como ésta consentir. Y antes entendemos que eso que les pedís, procurarán pediros a vosotros, y sobre ello derramarán más sangre que derramaron en la guerra de Poyauhtlan, la cual tuvieron con vuestros antepasados con los chichimecas de Poyauhtlan que fueron aquellos de donde proceden los tlaxcaltecas. Por tanto, nosotros nos volvemos con la respuesta que nos habéis dado".

 

§ 155. Sabido por los de Tlaxcalla la ambiciosa respuesta de los tenuchcas, desde allí en adelante vivieron sobre el aviso para resistir cualquier adversidad de fortuna que les viniese; y como oviesen los mexicanos tenuchcas sujetado la mayor parte de este Nuevo Mundo, y que no tuviesen ya que ganar desde la mar del sur a la del norte y todo lo tuviesen por suyo, procuró muy a su salvo tomar la provincia de Tlaxcalla y sujetalla, ansí como habían hecho con las demás [margen derecho: con halagos y engaños]; y ansí los mexicanos con ánimo denodado, les dieron tantos reencuentros y escaramuzas, hasta que los vinieron a acorralar dentro de pocos años en sus propias tierras y provincia. Donde los tuvieron cercados más de sesenta años, necesitandolos de todo cuanto humanamente pudieron necesitar, porque no tenían algodón con que se vestir, ni oro, ni plata con que se adornar, ni plumería verde ni de otros colores para sus galas, que es la que más estimaban para sus divisas y plumajes, ni cacao para beber, ni sal para poder comer.

 

 

§ 156. De todas estas cosas carecieron, y de otras más de sesenta años que quedaron de este cerco tan habituados a no comer sal, que el día de hoy no lo saben comer, ni se les da nada por ella, y aún sus hijos que se han criado entre nosotros comen muy poca; aunque con la muchedumbre y abundancia que hay van entrando en comerla.[101] Puestos en este cerco, siempre y de ordinario tenían crueles guerras acometidas de todas partes, y como no tuviesen los mexicanos otros enemigos, ni más vecinos que a los de Tlaxcalla, siempre y a la continua se venían gentes a retraer y guarecer a esta provincia, como hicieron los xaltocamecas y otomis y chalcas, que por rebeliones que contra los príncipes mexicanos tuvieron, se vinieron a sujetar a esta provincia, donde fueron acomodados y recibidos por moradores de ella, dándoles tierras en que viviesen, con cargo que los habían de reconocer por señores pagándoles tributo y terrazgo, demás y allende que habían de estar a la continua en arma y sobre aviso por defensores de sus tierras, porque los mexicanos no les entrasen por alguna parte y les ofendiesen, lo cual guardaron y prometieron de no lo quebrantar, so pena de ser traidores.

 

§ 157. Y ansí lo cumplieron y guardaron grandes tiempos, hasta la venida de Cortés. Y con esta continua milicia siempre sucedían grandes trances de guerra, en que en los despojos que hacían, alcanzaban algunas riquezas de ropa y oro y plumería, y por rescates de algunos prisoneros alcanzaban a tener sal y cacao para los señores, y mayormente los de las cuatro cabeceras [F. 50 v.] que jamás les faltaba; y sin embargo de esto, los señores mexicanos y tetzcucanos, en tiempos que ponían treguas por algunas temporadas, enviaban a los señores de Tlaxcalla grandes presentes y dádivas de oro, ropa, cacao y sal, y de todas las cosas de que carecían, sin que la gente plebeya lo entendiese, y se saludaban secretamente, guardándose el decoro que se debían; más con todos estos trabajos, la orden de su república jamás se dejaba de gobernar con la rectitud de sus costumbres, guardando inviolablemente el culto de sus dioses.

 

 

§ 158. Y visto por los mexicanos culhuas tepanecas tenuchcas, que toda la monarquía de este Nuevo Mundo estaba en su señorío y mando, y que con tan gran poder, con mucha facilidad podía conquistar el reino de Tlaxcalla, porque al respecto de que los mexicanos señoreaban, la provincia de Tlaxcalla era de cien partes la una, y con este presupuesto y que no restaba más de la provincia de Tlaxcalla por conquistar, echaron los mexicanos un bando que todos los sujetos a México saliesen un día señalado a dar combate todo el reino y provincia por todas partes en torno de ella, y con este tam gran poder serían vencidos y asolados, o se darían forzosamente viendo tan gran peligro ante los ojos.

 

§ 159. Lo cual sucedió diez y ocho años antes de la venida de los españoles, gobernando la provincia de Tlaxcalla, en las cuatro cabeceras de ella, en Ocotelulco Maxixcatzin, y en la cabecera de Tizatla, Xicotencatl, y en Quiahuiztlan Teohuayyactzin,[102] y en la de Tepeticpac Tlehuexolotzin, reinando en Huexotzinco Tecayehuatzin Chichimeca tecuhtli; y éste fue el que publicó guerra a fuego y a sangre contra los de Tlaxcalla, el cual convocó para venir a esta guerra a los chulultecas, los cuales concedieron con él tomando por instrumento el favor de los mexicanos. Y para comenzar su mal propósito, intentaron sobornar a los del pueblo de Hueyotlipan, sujeto de esta ciudad que estaba por frontera de México, y a todos los otomís que ansí mismo estaban por guarnición de sus términos, de lo cual los señores de Tlaxcallan tuvieron aviso de sus propios vasallos y amigos de lo que pasaba.[103]

 

§ 160. Y con estas cosas siempre vivieron sobre el aviso con todo recato, no confiándose de ningunas gentes, porque por traición y engaño no fuesen escalados. Y ansí persuadidos los de las guarniciones que estaban por frontera de México con dádivas y presentes de oro y joyas, rodelas y armas y otras cosas de mucha estima según su modo, les comunicaron y trataron, que cuando se oviese de dar el combate general por todas partes de la provincia de Tlaxcalla, que estuviesen sobre el aviso, e que no peleasen, sino que antes fuesen contra los de Tlaxcalla, y que serían muy bien remunerados por los príncipes mexicanos. Habiendo  vencido y tomado el reino de Tlaxcalla, serían señores libres y parcioneros de todo lo que se ganase. En estos tiempos reinaba en México con gran poder Motecuhzomatzin.

 

 

§ 161. Tratado con las guarniciones y fronteras de Tlaxcalla lo dicho, no quisieron venir en ello ni ser traidores a amigos tan antiguos, que tan bien los habían tratado, y conservado y defendido de sus enemigos  tantos tiempos, y que antes acudirían a morir por su patria y república, lo cual cumplieron como buenos y leales vasallos, y se defendieron y guardaron sus fronteras como valientes y esforzados capitanes. Acabado esto y entrando a fuego y a sangre los ejércitos de Huexotzingo por tierras de Tlaxca [F. 51 r.] lla, haciendo grandes daños, fuerzas y robos, llegaron a un lugar que está a una legua de la ciudad, que llaman el pueblo de Xiloxochitlan, donde hicieron grandes tiranías y crueldades en las gentes que hallaron descuidadas, donde ansí mismo, mataron peleando a un principal de Tlaxcallan de mucha cuenta, que hallándose en este sobresalto y alboroto salió con alguna gente a defender y amparar la gente de aquel lugar, y como le faltase favor y socorro, ovo de morir peleando: el cual fue llamado Tizatlacatzin, principal de la parte y cabecera de Ocotelulco[104] y del barrio de Contlantzinco, la cual muerte fue muy sentida y llorada por los de Tlaxcalla.

 

§ 162. Y con esto se volvieron los Huexotzincas a sus tierras, que fue principio de sus guerras continuas y muy prolijas que duraron más de quince años hasta la venida de Cortés. Y en el entretanto ovo muertes y pérdidas, que sería hacer gran volumen contallas. Sólo diré una, que  fue  como a la continua había guerras y escaramuzas, fue tanta la pujanza de los de Tlaxcalla, que en poco tiempo ovieron de venir a arrinconar a los Huexotzincas por lo alto de la Sierra Nevada y volcán, que puestos en tanto aprieto pidieron socorro a Motecuhzoma, el cual les envió contra  ellos gran pujanza de gente, que pensaron de esta vez atropellar y asolar toda la provincia de Tlaxcalla, y e les envió un hijo suyo por capitán, que se llamaba Tlacahuepantzin.[105] Y llegados estos ejércitos mexicanos en socorro de los Huexotzincas, hicieron su entrada por la parte de Tetella y Tuchimilco y Quauquechollan, acudiendo allí todos [los] de Itzocan  Chietlan como vasallos de los mexicanos.

 

 

§ 163. Teniendo noticia los de Tlaxcallan de este socorro que Motecuhzoma inviaba contra ellos, salieron al encuentro antes que llegasen por sus tierras ni que les hiciesen ningún daño, determinaron de estorballe la entrada. Y como atras dejamos tratado, estaban los huexotzincas tan arrinconados y encaramados por las faldas de las Sierras Nevada  volcán, porque todo lo llano había quedado exento, sin estorbo de poblazon alguna, por cuya causa los ejércitos tlaxcaltecas tuvieron lugar de entrar por Tlecaztitlan, y Acapetlahuacan y Atlixco, seguramente antes que los huexotzincas ni mexicanos se desenvolviesen,  dieron sobre ellos con tan gran ímpetu e ira, que cogiéndolos desapercibidos hicieron cruel estrago en ellos, tanto que desbaratados y muertos fueron huyendo, quedando muerto en el campo Tlacahuepantzin, su general  hijo de Motecuhzomatzin su señor.   

        

§ 164. Y Habida victoria de tan señalado reencuentro, los tlaxcaltecas, despojaron el campo y se volvieron a su tierra con gran honra y pro de toda su patria. Sucedida guerra tan famosa y puesto tan gran espanto por todas aquellas regiones, causó a los de Huexotzinco el año siguiente que no tuvieron cosecha de panes, de que les causó gran hambre que tuvieron necesidad de irse a las provincias de México a valerse de su necesidad, porque con las guerras, los tlaxcaltecas les asolaron los panes y quemaron sus casas y las casas y palacios de Tecayehuatzin su señor, y las casas de otros señores y principales caciques de aquella provincia. Finalmente, que pidiendo licencia de Motecuhçumatzin, aquel año repararon su necesidad por tierras de mexicanos.

 

§ 165. Hemos tratado de estas guerras civiles, que ansí se pueden llamar, pues los huexotzincas, tlaxcaltecas y cholultecas eran todos unos, amigos y parientes. Hase de entender que los cholultecas y huexotzincas eran todos a una contra Tlaxcalla, [F. 51 v.] aunque no se trata sino de solo Huexotzinco. Como los cholultecas eran más mercaderes que hombres de guerra, no se hace tanta cuenta de ellos en los negocios de guerra, aunque acudían a ella como confederados con los huexotzincas. Pasada esta guerra tan sangrienta en el valle de Atlixco contra los mexicanos y huexotzincas, y muerto Tlacahuepantzin su general, hijo de Moctecuhzomatzin rey de los mexicanos tenuchcas, recibió gran pesar y mostró hacer muy gran sentimiento, determinó de todo punto de destruir y asolar la provincia de Tlaxcalla.

 

 

§ 166. Para lo cual mandó por todo su reino que sin ninguna piedad fuesen a destruir el señorío de los tlaxcaltecas, que le tenían enojado, y que hasta entonces no los había querido destruir, por tenerlos enjaulados como codornices, y también para que el ejercicio militar de la guerra no se olvidase, y porque oviese en qué ejercitarse los hijos de señores mexicanos, [margen izquierdo: y para tener cautivos para sus sacrificios]  más que agora que le habían muerto a Tlacahuepantzin su hijo con atroz atrevimiento, que su voluntad era destruir a Tlaxcalla y asolalla, porque no convenía que en el gobierno del mundo oviese más de una voluntad, un mando y un querer; y que estando Tlaxcalla por conquistar, que no se tenía por señor universal del mundo y que por tanto, que todos a una  y en un día señalado se le entrasen por todas partes y que fuesen destruídos a fuego y a sangre.

 

§ 167. Vista la voluntad del poderoso rey Motecuhzomatzin, envió sus capitanes por todo el circuito y redondez de Tlaxcalla, y comenzando a  entrarles en un solo día por todas partes, fue tan grande la resistencia que hallaron de todas partes, que al cabo fueron huyendo muertos y desbaratados, con pérdidas de muchas gentes y riqueza, que parece cosa imposible creerlo, y antes parece patraña que verdad; más está tan autorizado este negocio, que lo tienen por tan cierto, que pone extraña admiración, porque se juntaron tantas gentes y de tantas provincias y naciones, que me pone notable admiración. Halláronse por las partes del norte los zacatecas y tozapanecas, y de tetellaques, iztaquimaxtleques y tzacuhtecas; y luego los tepeyaqueños y quechollaqueños, tecamachalcas, y tecalpanecas, totomihuas, chololtecas, huexotzincas, tetzcucanos aculhuaques, tenuchcas y mexicanos y chalcas.

 

 

§ 168. Finalmente, que ciñeron todo el horizonte de la provincia de Tlaxcallan para destruirla, y fue tal su ventura y dichosa suerte, que estando en sus deleites regocijos (los tlaxcaltecas) y pasatiempos, les llegó la nueva de esta tan gran entrada y cerco que Moctecuzoma les había hecho para tomallos acorralados, estando seguros para acabarlos, e que no oviera memoria de ellos en el mundo. Y cómo las fronteras de todas partes habian peleando contra ellos valerosísimamente, y seguido muchos de ellos el alcance y que para más fe de lo que había sucedido y ganado, les trajeron grandes despojos de la guerra que habían hecho y muchos prisioneros a muy poca costa de los señores de las cuatro cabeceras. Porque cuando entendieron haber ganado sus capitanes tan gran empresa sin que fuesen sabedores de ello, les hicieron grandes muestras, casando a los capitanes con sus propias hijas, y armaron caballeros muchos de ellos para que fuesen tenidos y estimados en la república por personas calificadas, como lo fueron.

 

§ 169. Y dende allí en adelante, [F. 52 r.] los otomís que guardaban las fronteras ganaron crédito de fidelísimos vasallos y amigos de la república de Tlaxcalla. Habida tan gran victoria, hicieron en señal de alegría muy grandes y solemnes fiestas, ofreciendo sacrificios a sus falsos dioses con increibles ceremonias. E pasando tan famosísima victoria y combate dende allí en adelante, vivieron los tlaxcaltecas con más cuidado, pertrechando sus fuertes, fosas y reparos, porque Motecuhzoma no revolviese sobre ellos en algún tiempo y no los sujetase, y ansí con esta continuación vivieron mucho tiempo, hasta la venida de Cortés, procurando los mexicanos de sujetallos siempre, y ellos con ánimo invencible de resistirse dellos como siempre lo hicieron.

 

§ 170 En este tiempo estaba tan[106] pujante el imperio de los mexicanos y el señorío de Motecuhzomatzin, que no había otra cosa en este Nuevo Mundo, que ya su imperio y monarquía llegaba más de trescientas leguas adelante de Quatimalla y de Nicaragua trecientas leguas donde el día de hoy la lengua mexicana se trata corruptamente. En estas provincias de Nicaragua, yendo grandes ejércitos mexicanos poblando y conquistando tierras y provincias riquísimas de oro y plumas verdes de mucha estima, y cacao, y bálsamo, liquidámbar y otras resinas, licores y atramentos que los naturales tenían en mucha estimación.

 

§ 171. Algunas provincias se les resistían y no los dejaban entrar, con gran resistencia de armas como fue la propia provincia de Nicaragua y otras comarcanas, y en que como sintieron que iban tan grandes ejércitos a conquistallos, les salieron al encuentro a estorballes el pasaje y a decilles que se fuesen y volviesen a sus tierras. Salieron de tal manera, que maltrataron a los mexicanos en un reencuentro que les mataron muchas gentes, y los pusieron en grande aprieto, que tuvieron necesidad de rehacerse y volver sobre sí, que como por las partes que habían pasado todos los pueblos y provincias se les sujetaban, entendieron que fueran lo mismo de todas las demás provincias, y les salió muy al revés.

 

 

§ 172. Y vista tan gran resistencia de aquellas gentes, procuraron con ardid y maña valerse, porque su valor no viniera a menos y se perdiera el crédito y fama que en tantos años habían ganado. Procuraron de hacer partido con los moradores de aquella tierra, fingiendo que ellos querían pasar adelante y no parar por allí, pues no los querían tener por amigos ni por vecinos, e que ellos habían perdido mucha gente en el camino y en los reencuentros que habían tenido, que les diesen cinco o seis mil tamemes para que les pasasen su carruaje y hato a los pueblos de adelante, y que con ésto se saldrían de sus tierras, porque si no, que cada día tendrían escaramuzas y muertos. Y condescendiendo los nicaraguas desta demanda, tuvo efecto su ardid y astuta imaginación, en que dieron a los mexicanos los tamemes que les pidieron por echarlos de cabe sí, y saliendo la mayor parte de esta gente de su patria, las gentes y ejércitos mexicanos quedaban atras por retaguardia,  sin resistencia alguna se entraron en esta provincia y se alzaron con ella, bien descuidados los nicaraguas de tan inaudita traición.

 

§ 173. Apoderados de esta provincia, cuando los miserables tamemes volvieron a sus casas, las hallaron tomadas y ocupadas de gentes extrañas, y sobreviniendo los mexicanos que adelante habían marchado, tomaron muy a su salvo esta gran provincia y sus sujetos, y fueron señores de ella como de las demás, y ansí reconocieron desde entonces aquellas gentes de Nicaragua y Verapaz [a] los mexicanos por señores, y les [F. 52 v.] enviaban de tributo oro y plumería verde y otras cosas que la tierra producía, y pedrería de esmeraldas y turquesas y otras  de mucha estima y valor. Y por esta orden, mañas y astucias, fue Motecuhzoma muy gran señor de la mayor parte de este Nuevo Mundo, aunque en algunas partes se le rebelaban y alzaban algunas provincias, las cuales tornaba a pacificar con sus gentes, castigando a los rebeldes, a unos por amor, y a otros con promesas y dádivas y franquezas, según era necesario.  Finalmente, aunque bárbaros, se conservaban en su modo en pujanza y poder con disciplina militar, la cual sustentó y sustenta la monarquía universal, de todo el universo.

 

 

§ 174.-  Habiendo como referido tenemos continuas guerras entre los tlaxcaltecas y mexicanos, siempre y de ordinario había combates, reencuentros y escaramuzas, lo uno para ejercitar la milicia, lo otro por si en algún tiempo Motecuhzomatzin los pudiera sujetar y hacellos sus tributarios, aunque tienen por opinión algunos contemplativos, que si Motecuhzoma quisiera destruir a los tlaxcaltecas lo[107] hiciera, sino que los dejaba estar como a codornices enjaulados, porque no se perdiera el ejercicio de la guerra, y porque tuvieran en qué emplearse los hijos de los señores. Quieren sustentar que los dejaban estar de industria, ansí mismo para tener gentes con qué servir y sacrificar a sus ídolos y falsos dioses.

 

§ 175. Lo cual no me puedo persuadir a creer por muchos respectos; porque si ansí fuera, no tomaran tan deveras la demanda los señores de esta provincia para ir contra los mexicanos, como fueron en favor de los cristianos; lo otro por donde se entiende que la enemistad que se tenían era mortal y terrible, pues jamás trabaron parentesco ninguno los unos con los otros, ni por casamientos, ni por otra vía alguna la quisieron, antes les era odioso y aborrecible el nombre de mexicanos, y a los mexicanos el nombre de tlaxcaltecas; porque se sabe y es notorio, que en todas las demás provincias emparentaban los unos con los otros, y ansí es de creer que pues nuestro señor fue servido que por mano de estas gentes se ensalzase su santo nombre, que la guardó y tuvo guardada para instrumento de tan heroica y santa obra, como es la que hemos visto y como desde aquí en adelante diremos.                                             

§ 176. Estando en este continuo cerco y perpetuada guerra, siempre se cautivaban los unos y los otros, y jamás se rescataban ni redimían sus personas, porque lo tenían por gran afrenta e ignominia, sino que habían de morir peleando, mayormente los capitanes y personas calificadas, de los cuales no se servían, sino que antes morían sacrificados o peleando a manera de gladiatores romanos; y es ansí que como oviese algún prisionero de valor y cuenta, lo llevaban enmedio de una gran plaza, a donde tenían una rueda muy grande de más de treinta palmos de ancho de cada parte, y en medio de esta gran rueda otra menor, redonda que servía de altar, como un codo de altor del suelo; de la cual rueda menor se ataba una muy gran soga y larga, que no pasaba de los límites de la rueda mayor.

 

 

§ 177. Y finalmente, que al miserable del prisionero le ataban con esta soga, a manera de toro que se ata en bramadero, y allí le ponían todos [F. 53 r.] los géneros de armas con que se podía defender y ofender, para que se pudiese aprovechar de las que más gusto le diesen. Dábanle rodelas y espadas, arcos y flechas y macanas arrojadizas, porras de palo engastadas en ellas puntas de pedernales, y puesto en este extremo se cantaban cantares tristes y dolorosos; más el miserable hombre con esfuerzo y ánimo, como aquel que pensaba ir a gozar de la gloria de sus dioses ansí mismo se componía, y estando atado salían a él tres o cuatro hombres valientes a combatirse con él, y hasta que allí moría peleando no le dejaban, y ansí se defendía con tanto ánimo que algunas veces mataba antes que muriese más de cuatro; y aquí se probaban las fuerzas de algunos hijos de señores que salían aviesos o incorregibles, y probaban sus venturas, otros por adiestrarse o por perder el miedo de la guerra.

 

§ 178. Acaeció en los tiempos que ya los españoles se acercaban  su venida y aún quieren decir que aquel propio año prendieron los de Huexotzinco uno de los más valientes indios que entre los tlaxcaltecas ovo, que se llamó Tlalhuicole, que quiere decir el de la divisa de barro, y era que siempre traía por divisa una asa de un jarro, el cual era de barro cocido y torcido como una asa. Este fue tan esforzado y valiente, que en sólo oír su nombre sus enemigos huían de él. Fue de tan grandes fuerzas, que la macana con que peleaba tenía un hombre bien que hacer en alzarla. Este quieren decir que no fue alto de cuerpo, sino bajo y espaldudo, de terribles y muy grandes fuerzas, que hizo hazañas y hechos que parecen cosas increibles y más que de hombre y ansí, que peleando donde quiera que entraba, mataba y desbarataba de tal manera la gente que por delante hallaba, que en poco[108] tiempo le desembarazaban el campo.

 

 

§ 179. Finalmente, que al cabo de muchas hazañas y buenos hechos que hizo, le prendieron los huexotzincas atollado en una ciénega, y por gran trofeo le llevaron enjaulado a presentalle a Motecuhzoma a la ciudad de México, adonde le fue hecha mucha honra y se le dió libertad para que se volviese a su tierra, cosa jamás usada con ninguno. Y fue esta la ocasión, que como Motecuhzoma andaba por entrar por tierras de los tarascos michhuacanenses, a causa de que le reconociesen con plata y cobre que poseían en mucha suma, y los mexicanos carecían de ella, pretendió por fuerza conquistar alguna parte de los tarascos. Más como Caczoltzin en aquellos tiempos reinaba, y fuese tan cuidadoso de conservar lo que sus antecesores habían ganado y sustentado, jamás se descuidó en cosa alguna; y ansí fue, que hecha una muy gruesa armada por los mexicanos, al dicho Tlalhuicole prisionero de Tlaxcallan, se le encargó por parte de Motecuhzoma la mayor parte de esta armada, para hacer esta tan famosa entrada a los michhuacanenses, la cual se hizo con innumerables gentes.

 

§ 180. Y fueron a combatir las primeras provincias fronteras de Michoacan, que son las de Tlacimaloyan, que los españoles llaman de Taximaloa y Maroatío y Acambaro, Oquario y Tzinapéquaro. Aunque esta tan gran entrada se hizo a costa de muchas gentes que en ella murió de la una parte y de la otra, que puso terrible espanto a los michoacanenses, aunque no les pudieron entrar ni ganar cosa alguna de su tierra, a lo menos trajeron los mexicanos plata y cobre de la que pudieron robar en algunos reencuentros y alcances que hicieron en seis meses que duró la guerra, en la cual guerra Tlalhuicole hizo por su persona grandes hechos y muy temerarios, ganó entre los mexi [F. 53 v.] canos eterna fama de valiente y extremado capitán.

 

§ 181. Venido de esta guerra de Michoacan, Motecuhzoma le dió libertad para que se volviese a su tierra libremente, o que se quedase por su capitán, el cual no quiso aceptar lo uno ni lo otro; lo uno, no quiso quedar por capitán de Motecuhzoma, por no ser traidor a su patria; lo otro,  él no quería volverse a su tierra, por no vivir afrentado, que se tenía por afrenta cuando así eran presos en la guerra, sino que habían de morir en ella o vencer. Y ansí, pidió a Motecuhzoma que pues no había de servir de cosa alguna, le hiciese merced de hacelle solemnizar su muerte: de suerte que quería morir como lo acostumbraban hacer con los valientes hombres como él. Y visto por Motecuhzoma que no quería sino morir, mandó que se le cumpliese su demanda, y ansí fue que ocho días antes que muriese, le hicieron muy grandes fiestas, bailes y banquetes, según sus antiguos ritos, y entre estos banquetes que le hicieron, quieren decir que le dieron a comer la natura de su mujer guisada en un potaje; porque como estuviese de asiento más de tres años en México, la mujer que más quería le fue a ver para hacer vida con él, o morir con su marido, y ansí acabaron los dos en su cautiverio.

 

 

§ 182. Idos al sacrificio, el desventurado Tlalhuicole fue atado en la rueda del sacrificio con mucha solemnidad, según sus ceremonias; peleando atado mató más de ocho hombres e hirió más de otros veinte antes que le acabasen de matar, y al fin, al punto que le derribaron lo llevaron ante Huitzilopuchtli y allí le sacrificaron y sacaron el corazón, ofreciéndole al demonio como lo tenían de costumbre; y este fue del fin del miserable Tlalhuicole de Tlaxcalla (con este horrendo espectáculo), el cual no fue de los muy principales, sino un pobre hidalgo que por sola su valencia y persona había tenido valor, y si no fuera preso llegara a ser muy gran señor en esta provincia.     

 

§ 183. Antes que pasemos y prosigamos más adelante, será razón que tratemos del conocimiento que tuvieron de un solo dios y una sola causa, que fue aquel decir que y substancia era principio de todas las cosas; y es ansí, que como todos los dioses que adoraban, eran los dioses de las fuentes y ríos y campos y otros dioses de engaños, que a cada cosa atribuían su dios, concluían con decir, Oh Dios aquél en quien están todas las cosas, que es decir Tloque Nahuaque, como si dijésemos agora, aquella persona en quien asisten todas las cosas, aquella causa de todas las cosas acompañadas, que es sola una esencia. Finalmente, que es este rastro tuvieron de que había un solo dios, que era sobre todos los dioses.

 

§ 184. Ansí mismo tuvieron en su antigüedad rastro de la eternidad, porque después de esta vida sabían y entendían los naturales desta tierra haber otra vida, que era aquella donde tenían su habitación y morada los dioses donde estaban en continuos placeres y pasatiempos y descanso. Tuvieron ansí mismo noticia de que había nueve cielos porque los llamaban chicuhnauhnepaniuhcan ilhuicac,[109] donde hay perpetua holganza, porque cuando algunos caciques de suerte o personas de calidad morían, los enterraban en bóvedas acompañados de doncellas de servicio y con alguna de sus mujeres, y con ellos se enterraban vivos hombres corcovados y enanos, y con mucha comida y riqueza de ropa, plu [F. 54 r.] mería y oro, para el camino que llevasen hasta llegar a la gloria y lugar de los dioses. También tenían por cierto que había pena y gloria, premio para los buenos y castigo para los malos. Nunca conocieron ni entendieron el engaño en que vivían, hasta que se bautizaron y fueron cristianos.

 

 

§ 185. Ansí mismo alcanzaron confusamente que había ángeles que habitaban en los cielos, y les atribuían ser dioses de los aires, y por tales  adoraban: y que a ellos se atribuían los rayos, relámpagos y truenos, y que cuando se enojaban con los hombres les enviaban grandes terremotos, de pluvias y granizos, y otras tempestades que en la tierra se causaban por pecados de los hombres; y ansí cuando esto sucedía, les hacían festividades muy solemnes. Al fuego llamaban dios de la senectud, porque le pintaban muy viejo y muy antiguo. Los temblores de tierra y de los terremotos que en la tierra había, atribuyendo a que los dioses que tenían en peso el mundo que se cansaban, y que entonces se mudaban, y que aquella era la causa de los temblores. No alcanzaron que el mundo era esférico ni redondo, sino llano, y que tenía su fin y remate hasta las costas de la mar, y que la mar y el cielo que todo era uno y de su propia materia, sino que era mar cuajado, y que las aguas que llovían no procedían de las nubes sino del cielo:y que aquellos dioses de los cielos la derramaban a sus tiempos para regar las tierras del mundo, y aprovechar a las gentes y animales de ella.

 

§ 186. La Sierra Nevada de Huexotzinco y el volcán, los tenían por dioses y que el volcán y la Sierra Nevada eran marido y mujer. Llamaban al volcán Popocatepetl y a la Sierra Nevada Yztaccihuatl, que quiere decir la sierra que humea y la blanca mujer. Tenían ansí mismo este engaño, de decir que el sol cuando se ponía y venía la noche, que dormía y descansaba del trabajo del día que había pasado: y lo mismo se decía de la luna cuando menguaba y estaba que no daba luz ni claridad, ansí mismo decían que dormía; y que el sol y la luna eran marido y mujer. Tienen por cierto, cuando el sol fue fue creado no anduvo hasta el cuarto día: dice la fábula que el sol fue un dios muy desechado, porque fué leproso o muy buboso, de modo que no se podía rodear ni parecer ante gentes; y visto por los demás dioses tan gran lástima, mandaron fabricar un horno de mucha grandeza, a manera de horno de cal, y haciendo una muy gran foguera en él, le echaron dentro, e que estando ansí ardiendo, entendiendo que se quemara y consumiera o se purificara más que los dioses, ovieron con él de tanta piedad y virtud, que le convirtieron en luz y le llamaron sol..

 

 

§ 187. Al cuarto día le hicieron mover y andar y hacer su curso como le hace nauolin que quiere decir naollin cuarto movimiento porque al cuarto día comenzó a moverse y andar. Y en este principio dicen que tuvo el sol, y ansí le tuvieron por dios y señor del día, y a la luna por diosa de la noche: y a estos dos planetas dicen que obedecían las estrellas. Tenían ansí mismo este engaño, que cuando el sol o la luna eclipsaban, que reñían y peleaban, y lo tenían por grande agüero y mala señal, a cuya causa en estos tiempos hacían grandes sacrificios, y daban grandes gritos y voces y lloros, porque entendían que se llegaba la fin del mundo, y sacrificaban al demonio hombres bermejos si eclipsaba el sol, y si la luna, sacrificaban hombres blancos y mujeres blancas, las que llamaban albinas las que no veian[110] de blancas, y ansí de los muy  [F. 54 v.] bermejos retintos.

 

§ 188. Los cometas del cielo los tenían por malas señales de mortandades, guerras y hambres y otros trabajos y calamidades de la tierra. De las cometas que corren y se encienden en la región del fuego, que corren a una parte y a otra con grandes colas de humo o centellas de fuego, como algunas veces suele acaecer, ansí mismo las tenían por malas señales, porque decían que eran saetas de las estrellas, y que mataban las cazas de los campos y  montes.

Tuvieron repartidas las cuatro partes del mundo en esta manera. Tlapco llamaban al mediodía, que quiere decir en la grada grado o poyo y al norte llamaban Mictlan, que quiere decir Infierno, significado por muerte. Tonatiuhixco llamaban al oriente y calaquian al poniente. A estas cuatro partes los sacerdotes de los templos incensaban con perfumadores e incensarios.

 

 

§ 189. Ansí mismo tuvieron cuenta del año, ansí por el sol como por la luna, y sus bisiestos. Para conformar su año tuvieron cuenta de los meses y de las semanas: los meses solamente contaban veinte días de luna, y las semanas de trece días, y diciocho lunas de a veinte días hacían un año, como adelante lo diremos. Entendíanse por caracteres y pinturas y figuras de animales. Ovo ansí mismo entre estas gentes muchos embaydores, hechiceros, brujos y encantadores que se transformaban en leones, tigres y otras animalías fieras con embaymientos que hacían. Tuvieron semana mayor y semana menor por su cuenta y reglas: tenían sus fiestas repartidas por todo el año; y de las ceremonias que en cada fiesta se hacían. Usaban de adivinanzas y suertes, y creían en sueños, y en prodigios y agüeros, porque el demonio se los hacía creer,[111] y les cumplía muchas cosas de las que soñaban.

 

§ 190. Ansí mismo, tomaban cosas y las comían y bebían para con ellas adivinar, con que se adormecían y perdían el sentido, y con ellas veían visiones espantables, y visiblemente al demonio con estas cosas que tomaban, que la una cosa se llama peyotl, y otra yerba que se llama tlapatl y otro grano que llaman ololiuhqui coaxoxouhqui, y otra yerba que llaman mixitl, y la carne de un pájaro que llaman pito en nuestra lengua, y ellos lo llaman oconenetl, que comida la carne de este pájaro, provoca a ver estas visiones. La misma propiedad tiene un hongo pequeño sancudo que llaman los naturales nanacatl. De estas cosas usaban más los señores que la gente plebeya: dejando aparte los vinos que tenían, que cuando se embriagaban, en sus borracheras veían ansí mismo grandes visiones y muy extrañas, aunque las boracheras eran muy prohibidas entre ellos, y no bebían vino sino los muy viejos y ancianos; y cuando algún mozo lo bebía y se emborrachaba moría por ello; y ansí, se daba solamente a los muy viejos en república o cuando se hacía alguna fiesta muy señalada, se daba con mucha templanza a los hombres calificados viejos honrados y en las cosas de la guerra jubilados.

 

 

§ 191. Tras esto tenían instrumentos de música que las cuadraban según su modo. Tenían atambores hechos de mucho primor, altos, de más de medio estado; con otro instrumento que llamaban teponaxtle, que es de un trozo de madera concavado y de una pieza, rollizo y como decimos, hueco por de dentro, que suenan algunos más de media legua, y con el atambor hace extraña y muy suave consonancia. Y con estos atambores acompañados de unas trompas de [F. 55 r.] palo y otros instrumentos a manera de flautas y jabebas,[112] acompañados con estas cosas, hacen extraño y admirable ruido, y tan a compás sus cantares y danzas y bailes, que es cosa muy de ver. En estos bailes y cantares sacan las divisas e insignias y libreas que quieren, con mucha plumería y ropa muy rica, de muy extraños atavíos y composturas, joyas de oro y piedras preciosas puestos en los cuellos y muñecas del brazo, y brazaletes de oro fino en los brazos, los cuales ví yo,[113] y conocí a muchos caciques que los usaron y con ellos se ataviaban y componían, ansí en los brazos como en las pantorrillas, y cascabeles de oro en las gargantillas de las piernas. Ansí mismo, salían las mujeres en estas danzas maravillosamente ataviadas, que no había en el mundo más que ver, lo cual todo se ha vedado por la honestidad de nuestra religión cristiana.

 

§ 192. Tenían juegos de pelota de un modo extrañisimo que llamaban el juego del ulli, que es una pelota hecha de cierta leche que destila un árbol llamado ulquahuitl, que se convierte en duros nervios que salta tanto, que no hay cosa en esta vida a que compararlo. Son las pelotas del tamaño de las pelotas de viento de las que se usan en España, y saltan tanto que, si no se ve parece cosa increible, que dando con la pelota en el suelo, salta más de tres estados en alto. Esta pelota se jugaba con los cuadriles o con las nalgas, porque pesa tanto, que con las manos no se podía jugar; y ansí los jugadores de esta pelota tenían hechos de cuero unos cinchos muy anchos de gamuza, para defensa de las nalgas con que jugaban. Tenían juegos de pelota dedicados en la república para estos pasatiempos: jugaban para tener ejercicio los hijos de los señores, jugábanse en estos juegos muchas preceas, ropas y oro, y esclavos, divisas y plumería y otras riquezas. Habían en estos juegos grandes apuestas y desafíos: eran juegos de república muy solemnizados; no los jugaban sino señores y no gente plebeya: tenían para ésto jueces diputados. Había otros juegos como de dados que llaman el patol, a manera de juego de las tablas. Al vencer, el que más presto se volvía a su casa con las tablas, éste ganaba el juego. Ansí mismo, había otros juegos de diversos modos que sería gastar mucho tiempo en tratallos, y no se tratan porque son juegos de poco momento.

 

 

§ 193. Tenían otros entretenimientos[114] y recreaciones de florestas con cerbatanas, con que mataban aves de codornices, tórtolas y palomas torcazas. Tenían cazas de liebres y conejos, y monterías de venados y puercos jabalíes, con redes y con arcos y flechas. Tenían vergeles, arboledas extrañas y peregrinas, traídas de extrañas tierras por grandeza. Usaban de baños y fuentes deleitosas y bosques y cotos hechos a mano, tenían  truhanes decidores y chocarreros, enanos y corcovados y hombres defectuosos de naturaleza, de los cuales se pagaban los grandes señores. Tenían sus pasatiempos ocultos y generales, según las ocasiones de los tiempos: toda su felicidad estaba en el mandar y ser señores. Lo mismo tenían en el comer y beber: adoraban al dios Baco y le tenían por dios del vino y de las bebidas que embriagaban, porque le hacían fiesta una vez en el año, y le llamaban Ome Tochtle.

 

§ 194. Preciábanse de tener muchas mujeres, todas aquellas que podían sustentar. Antiguamente no tenían más de una mujer y después el demonio les indujo a que tuviesen todas [F. 55 v.] las mujeres que quisiesen y pudiesen sustentar;  aunque éstas fuesen sus mujeres, tenían todos una legítima con quien casaban según sus ritos para la sucesiva generación, y estas mujeres legítimas eran señoras [de] las demás que eran sus mancebas, a las cuales mandaban como a criadas en una o en dos casas, según las tenían repartidas, y las propias mujeres legítimas mandaban a las demás que fuesen a dormir, y a regalar a sestear con el señor, las cuales iban ricamente ataviadas, limpias y lavadas para que fuesen a dormir con él, y era cuando el señor apetecía alguna de ellas, que decía a la mujer legítima deseo que fulana duerma conmigo, o es mi voluntad que vaya fulana a tal recreación conmigo; y la mujer legítima la ataviaba, aunque las mujeres legítimas eran tenidas y respetadas como a señoras y de ordinario dormían con sus maridos.

 

§ 195. De las ceremonias de los casamientos,[115] que ya atrás lo dejamos tratado no lo referiremos aquí. Cuando algún señor moría, como tuviese hermano, heredaba el hermano las mujeres y casaba con sus cuñadas, y ansí mismo heredaba los bienes del hermano y no los hijos, que ansí era constumbre, más no se casaban con hermanas y hermanos. Estimaban en mucho el buen linaje de donde venían: aborrecían en gran manera a los hombres cobardes, eran menospreciados y abatidos. Esta nación de indios, en extremo son envidiosos. Los caciques y señores se hacían temer y adorar, y eran temidos de los suyos. Trataban con sus señores con muy gran humildad, y no osaban mirarles a la cara, ni alzar los ojos al rostro de sus señores y mayores al tiempo que le hablaban: y ansí cuando algún señor pasaba por el camino, se apartaban de ellos y abajaban los ojos y las cabezas, so pena de la vida.

 

 

§ 196. Tratábanles tanta verdad, que el que mentía moria por ello. Tenían por gran abominación el pecado nefando, y los que eran sodomitas, eran abatidos y tenidos en poco y por mujeres tratados; más no los castigaban aunque les decían, hombres malditos y desventurados, hay  falta de mujeres en el mundo y vosotros que sois bardajas que tomáis el oficio de mujeres ¿no os fuera mejor ser hombres?. Finalmente, que aunque no había castigo para los tales pecados de contra natura, era de gran abominación y lo tenían por agüero y abusión. Ni menos casaban con madre, ni con tia, ni con madrastra. Había entre estas gentes bárbaras, muchas costumbres buenas y muchas malas y tiránicas, judaicas,[116] con sin razón: como ningún hombre plebeyo vestía ropa de algodón con franja ni guarnición, ni otra ropa que fuese rozagante, sino muy sencilla y llana, corta y sin ribete ni labor alguna, si no eran aquellos que por muchos méritos lo oviesen ganado. Por manera que en el traje que cada uno traía, era conocida la calidad de su persona.

 

§ 197. Los tributos y pechos que daban eran de aquellas cosas que las tierras producían, oro, plata, cobre, algodón, sal, plumería, resinas y otras cosas de precio y valor, maíz, cera, miel y pepitas de calabaza; finalmente, todas aquellas cosas que en cada tierra y provincia había, de todas aquellas tributaban a sus señores por los tercios del año, conforme a la longitud de las tierras: de seis a seis meses, y de año a año traían pescados, y conchas marinas aquellos que las alcanzaban, y cacao, pita y frutas de extrañas maneras, animalías fieras, tigres, leones y águilas, [F. 56 r.] lobos, monas, papagayos, diversidad de géneros de animales y aves, que no se pueden explicar. El que más pobre era que no tenía que dar de tributo, tributaba piojos;[117] y esto se usó más en la provincia de Michoacán en el reino del Caczoltzin que mandó que ninguno quedase sin pagalle tributo, aunque no tuviese sino piojos, y no fue fábula ni la es, porque en efecto pasaba ansí: y para todo esto tenían sus factores y recogedores de tributos en todas las provincias.

 

 

§ 198. La idolatría universal y comer carne humana ha muy pocos tiempos que comenzó en esta tierra, que como atrás dejamos referido, las personas de mucho valor comenzaron a hacer estatuas a los hombres de cuenta que morían, y como dejaban casos y hechos memorables en pro de la república, les hacían estatuas en memoria de sus buenos y famosos hechos;[118] después al cabo los adoraban por dioses, y ansí fue tomando fuerza el demonio para más deveras arraigarse entre gentes tan simples y de tan poco talento. Y después las pasiones que entre los unos y los otros ovo, comenzaron a comerse sus propias carnes por vengarse de sus enemigos, y ansí rabiosamente entraron poco a poco, hasta que se convirtió en costumbres comerse unos a otros como demonios; y ansí había[119] carnicerías públicas de carne humana, como si fueran de vaca y carnero como el día de hoy las hay.

 

§ 199. Quieren decir que este error y cruel uso vino de la provincia de Chalco a ésta, y lo mismo los sacrificios de la idolatría y el sacarse sangre de sus miembros y ofrecerla al demonio. Las carnes que sacrificaban y comían, eran carnes de hombres que prendían en las guerras y de esclavos o prisioneros. Y ansí mismo, vendían niños recien nacidos y de dos años para arriba, para este cruel e infernal sacrificio, y para cumplir sus promesas y ofrecer en los templos de los ídolos, como se ofrecen las candelas de cera en nuestras iglesias. Sacábanse sangre de la lengua si habían ofendido con ella hablando, y de los párpados de los ojos por haber mirado, y de los brazos por haber pecado de flojedad, de las piernas, de los muslos, de las orejas y narices, según las culpas en que habían errado y caído, disculpándose con el demonio; y al cabo le ofrecían el corazón por lo mejor de su cuerpo, que no tenían otra cosa que le dar, prometiendo darle tantos corazones de hombres y de niños para aplacar la ira de sus dioses, o para alcanzar y conseguir otras pretenciones que deseaban. Y esto les servía de confesión vocal para con el perverso enemigo del género humano.

 

 

§ 200. Ansí mismo, tenían gran cuenta de criar sus hijos con muy buenas costumbres y doctrina: como los hijos de los señores [que] tenían ayos que [los] criaban y doctrinaban en buenas costumbres; tenían su frasís y modo de hablar con los mayores, y los mayores con los menores, y con sus iguales y supremos señores, de menor a mayor y de mayor a menor y en esto gran primor y pulicía en su modo. Eran muy grandes oradores, y había entre ellos personas hábiles y de gran memoria. En sus razonamientos estaban asentados en cuclillas, y sin asentarse en el suelo y sin mirar, ni alzar los ojos al señor, ni escupir ni hacer ningunos meneos, y sin mirar a la cara: al despedir se levantaba [el orador] bajado su cabeza  retirándose hacia atrás sin volver las espaldas, con mucha modestia. En todo el demonio hablaba con estas gentes en oráculos y en fantasmas, y en estos lugares les manifestaba muchas cosas.

 

§ 201. De como el desmentirse unos a otros no lo tenían en nada, ni por punto de honra, ni lo recibían por afrenta es nación muy [F. 56 v.] vanagloriosa y muy celosa de sus mujeres, que por el caso se matan muchos, y las mujeres muy más celosas que los hombres. Es gente cobarde a solas y pusilánime y cruel, y acompañados con los españoles son demonios atrevidos y osados. Es la mayor parte della simplísima, muy recia, carecen de razón y de honra, según nuestro modo, tienen los términos de su honra por otro modo muy apartado del nuestro: no tienen por afrenta el embeodarse ni comer por las calles, aunque ya van entrando en pulicía de razón, y van tomando grandemente nuestras costumbres y buenos usos y les parecen muy bien. En su antigüedad se trataba mucha verdad, mayormente a sus señores, y mucha más entre los principales; guardábanse las palabras unos a otros, y no las quebrantaban so pena de la vida, aunque agora con la libertad son muy grandes mentirosos y tramposos. Aunque hay de todo, que muchos de ellos que son mercaderes tratan verdad y son de muy gran crédito, y como atrás decimos, han tomado mucho de nosotros. Tenían por afrenta vender casas o arrendallas, o pedir prestado, lo cual en su antigüedad no se usaba, ni se debían unos a otros cosa alguna. Sus promesas y posturas las cumplían luego y no faltaban.

 

 

§ 202. Los modos de sus templos atrás lo dejamos referido, que son a manera de pirámides, excepto que se subía por gradas hasta la cumbre, y en lo más alto había una o dos capillas pequeñas, y delante de ellas grandes columnas de piedra en donde perpetuamente estaban con lumbre y grandes perfumes de noche y de día, que jamás cesaban desde los templos pequeños hasta los mayores. Los servidores de los templos eran aquellos que prometían de serlo hasta la muerte, y algunos por tiempo limitado. Estos se sustentaban de las primicias de los frutos que cogían: tenían sacerdotes mayores que llamaban achcautzin, teopixque, teopannenque,[120] tlamacazque, que eran agora como son los religiosos que tenían aquella religión. Tlamacazque se llamaban, porque servían a los dioses con sacrificios y sahumerios; y ansí todos aquellos que sirven a los españoles el día de hoy los llaman tlamacazque, porque como los españoles fueron a los principios tenidos por dioses, ansí todos aquellos que les servían eran llamados tlamacazque, porque ansí llamaban a los que estaban en los templos de los dioses, y hasta hoy ha quedado este nombre tan arraigado, que llaman a los criados de los españoles tlamacazque o tlamacaz. 

 

§ 203. Por segunda persona había papas, no porque el nombre de papa fuese de sumo sacerdote; sino como los más viejos sacerdotes, aquellos que sacrificaban a los hombres, quedaban tan ensangrentados, y ellos eran tan pésimos y sucios, criaban gran suma de cabellos, que los tenían tan largos que les daban casi hasta las nalgas, y ellos estaban tan sucios y percudidos de la sangre y tan afieltrados, que por estas grandes crines los llamaban papas y no por sacerdote supremo, quel sacerdote o sacerdotes mayores los llamaban teopan achcauhtin teopixque, que interpretado en nuestro romance quieren decir, los mayores del templo o los guardas de los dioses o guardas de los templos. Los ornatos de sus altares adonde inmolaban los cuerpos humanos, no los tenían con atavíos de seda, ni brocados, sino en rústico modo. Sólo los ídolos algunos tenían de piedras ricas, labradas de mármoles, o cristal, o de piedras verdes chalchihuites o de turquesas y amatistas, y algunos de piezas de oro.   

 

 

§ 204. [F. 57 r.] Habiendo tratado de estas costumbres, trataremos del modo de sus entierros. Y es ansí, que cuando algún cacique o señor moría, le ponían en unas andas asentado y muy ataviado, y el rostro descubierto con sus orejeras y bezotes de oro, plata, o de esmeraldas, o de otro género de piedras preciosas, y muy compuesto y afeitado sus cabellos, muy puestos en orden como si fuese vivo. Y si era rey lo mismo, excepto que le ponían la corona real a manera de mitra, y por este orden le llevaban en unas andas de mucha riqueza y plumería, y llevándole sobre sus hombros los más principales de la república, lo llevaban hasta una muy gran foguera que estaba hecha, acompañado de sus hijos y mujer, lamentando su fin y acabamiento, y otros pregoneros de la república pregonando sus grandes hechos y hazañas, trayendo a la memoria sus grandes trofeos, y allí públicamente le echaban en la foguera, y allí con él se arrojaban sus criados y criadas y los que le querían seguir y acompañar hasta la muerte.

 

§ 205. Allí llevaban grandes comidas y bebidas para el pasaje de la otra vida de descanso, y después de quemado, recogían sus cenizas y las guardaban amasadas con sangre humana, y les hacían estatuas e imágenes para memoria y recordación de quien fue. Otros, aunque eran señores, eran llevados con la misma solemnidad y pompa, y no los quemaban, sino que los enterraban en bóvedas y sepulturas que les hacían, y allí se enterraban vivas con ellos, doncellas y criados y enanos y corcovados, y otras cosas que el tal señor mucho amaba, y con muchedumbre de matalotaje y comida para aquella jornada que se hacía para la otra vida; y este error usaban pobres y ricos y cada uno se enterraba según su calidad.

 

 

§ 206. Después de este entierro iban a casa del difunto, en la cual hacían grandes fiestas y comidas muy espléndidas, y grandes bailes y cantares, y gastaban veinte o treinta días en comidas y bebidas sus haciendas después de muertos, cuya costumbre en muchas partes de esta tierra ha quedado muy arraigada. Lo mismo se hace en los casamientos, pues gastan todas las parentelas cuanto tienen, en esta forma; que cuando se celebra un casamiento, de parte del desposado toda su parentela ofrecía para el ajuar y casamiento, cada uno lo que tenía ropa para la desposada, joyas de oro o plata y esclavos y esclavas, hilo y algodón, cacao y cofres de madera y de diferentes cosas, esteras según su usanza. Y de parte de la desposada ofrecían ropas muy ricas labradas, mantas para el desposado,  esclavos y mucha plumería: por manera que con estos presentes, había que gastar grandes tiempos, y después de esto daban grandes y muy espléndidas y suntuosas comidas y bebidas de grandes diversidades de extrañezas de aves, venados y otras cazas de montería, que sería detenernos mucho tratar de estas menudencias. Duraban estas fiestas muchos días en juegos, bailes y pasatiempos, según la calidad de las personas que se casaban y contraían estos matrimonios.

 

§ 207. Estos mismos ritos tenían cuando paría una mujer de alguna persona grave y de cuenta, que ansí como se sabía haber parido, a la hora venían todas las parentelas de la una parte y otra, y todos traían presentes de ropa, de aves, de cualquiera cosa que tenían, y si era varón el recien nacido, entraba el saludador y decíale que [F. 57 v.] fuese bien nacido y venido al mundo a padecer trabajos y adversidades, y allí le traía a la memoria los hechos de sus antepasados, e que recibiese aquel mísero presente para con que se criase y holgase en su infancia, y a este tiempo le ofrecían de las cosas que le traía. Y acabado esto, respondíale un viejo que para esto estaba dedicado, dándole las gracias[121] de todo; y luego lo llevaban a su asiento, allí le daban de comer y beber y a toda la parentela que había traído, que para todos lo ha de haber y hay en esto y había particular cuenta. Duraba esta ceremonia más de cuarenta o cincuenta días, hasta que la parida se levantaba, y lo mismo se hacía con las hijas hembras, aunque con más solemnidad se celebraba el nacimiento de los hijos. El padre del tal hijo que nacía era obligado a hacer saber a sus amigos, cómo le había nacido un hijo o hija, y a los que no lo avisaba, a pariente o amigo, no acudían a la visita ni a la fiesta, y se tenían por afrentados  y se corrían de ello.

 

§ 208. Este mismo rito se tenía, cuando uno acababa de labrar una casa y nuevamente se entraba a vivir en ella, porque decían que cuando se entraban a habitar en las casas recien acabadas y si antes no las encomendaban al dios de las casas, que gozaban poco de ellas los que las habitaban y que se morían; y por este respeto, al tiempo que las acababan y queriéndolas habitar, aquel día hacían grandes bailes y banquetes, y convidaban gran copia de gentes, conforme a la calidad de la persona que hacía la fiesta, y por esta orden se guardaba este rito desde el mayor hasta el menor, y duraban las fiestas siete y ocho días.

 

 

§ 209. Este mismo modo de engaño tenían cuando nuevamente probaban los nuevos vinos, y antes que los dueños usasen de ellos convidaban gran muchedumbre de gentes a ello, porque el dios Baco no les fuese contrario y que en sus borracheras les favoreciese en que no les sucediesen algunos desastres, y con estos engaños servían al demonio a banderas desplegadas, diciendo que con hacer esto los dioses habían piedad de ellos. A todas las cosas que se hacían y obraban en la tierra los hombres no habían de ser guiadas por su voluntad, sin primero invocar a los dioses de cada cosa, porque no se haría nada sin voluntad de ellos, y a ellos como dioses y señores supremos, habían de enviar a la tierra lo que fuese conveniente para los hombres del mundo y a las cosas en ella creadas.

 

§ 210. Entendieron que no había sido creado el mundo, sino que acaso ello se estaba hecho, y llamaban al dios del mundo y de la tierra Tlaltecuhtli; y lo mismo tuvieron que los cielos no fueron creados, sino que eran sin principio. No tuvieron conocimiento de los cuatro elementos, ni de los movimientos celestes. Cargábanse los naturales como bestias, y esta costumbre de cargarse fue muy antigua, y servían personalmente a sus mayores sin paga ninguna, y sin más interés de que los tuviesen debajo de su amparo. Ya dejamos tratado de cómo antes que gozasen de los frutos, pagaban primicias de ellos a los templos, de lo cual comían los templarios y de ello se sustentaban.

 

 

§ 211. En las ceremonias, ritos y supersticiones que hacían en los tiempos del estío del año, en las cazas generales, y aún disimuladamente las hacen el día de hoy entre los otomíes, es en esta manera, que cuando hacen grandes secas y esterilidad en la tierra, hacen llama [F. 58 r.] miento general en algunos montes conocidos para un día señalado,  gran muchedumbre de gentes para cazar: y para este día, llevaban gran muchedumbre de arcos y flechas y redes y otros instrumentos de caza, a lo cual se juntaban dos y tres mil indios, e iban por su orden echando sus enredos y cercos hasta que topaban con la caza de venados o jabalíes u otro cualquier género de animal indoméstico, y alcanzada, con gran ceremonia y solemnidad abrian el tal animal y le sacaban el corazón, y luego la panza, y si en ella le hallaban yerbas verdes o algún grano de maíz o frijol nacido dentro del buche, porque [el] demonio siempre lo procuraba para hacerse adorar, hacía con estas gentes estas apariencias, decían que aquel año había de ser abundantísimo de panes, e que no había hambre. Si le hallaban el vientre con[122] yerbas secas, decían que era señal de mal año y de hambre, y se volvían tristes y sin ningún contento. Y si era de yerbas verdes hacían grande alegría, y bailes y otros regocijos, y de esta manera prosiguen sus cazas generales, y tienen todavía estas costumbres de supersticiones que aún no se les acaba de desarraigar.

        

§ 212. Tornando a tratar del demonio y de la manera que lo veían, no le veían visiblemente sino por voz, o porque en algún oráculo respondía. Algunos le veían transformado en león o tigre, o en otro cuerpo fantástico. Era tan conocido entre estos miserables, que luego sabían cuando hablaba con ellos. Ansí mismo reconocíanle, porque se mostraba en cuerpo fantástico, y sin tener sombra, y sin choquezuelas[123] en las coyonturas, y sin cejas y sin pestañas, los ojos redondos y sin niñetas y sin blancos: todas estas señales tenían para conocerle aquellos a quienes se revelaba, mostraba y aparecía.

 

§ 213. Trataremos agora de una hermafrodita que tuvo dos sexos,[124] y lo que de este caso acaeció fue, que como los caciques tenían muchas mujeres, aficcionóse un hijo de Xicotencatl de una mozuela de bajos padres, que le parecío bien, la cual pidió se la diesen sus padres por mujer, que ansí se acostumbraba, aunque fuesen para sus mancebas; la cual fue traída, que era hermosa y de muy buena disposición, y puesta entre sus mujeres encerrada entre las demás, y habiendo mucho tiempo que en esta reputación estaba con él, y tratando y conversando con las otras mujeres sus compañeras, comenzó a enamorarse de ellas y a usar del sexo varonil en tanta manera, que con el mucho ejercicio vino a empreñar más de veinte mujeres, estando ausente su señor más de un año fuera de su casa.

 

 

§ 214. Y como viniese y viese a sus mujeres preñadas recibió pena y gran alteración, y procuró saber quién había hecho negocio de tan gran atrevimiento en su casa, y entrando la pesquisa se vino a saber que aquella mujer compañera de ellas las había empreñado, porque era hombre y mujer. Visto tan gran desconcierto y que la culpa no había sido sino suya, habiéndola él metido entre sus mujeres, parecióle no ser tan culpadas como si ellas le ovieran procurado, y ansí las reservó de que no muriesen, aunque las casó y repartió repudiándolas, que no fue poco castigo para ellas. Más al miserable hermafrodita lo mandaron sacar en público, en un sacrificadero que estaba dedicado para castigo de los malechores, manifestando la gran traición que había cometido contra su señor, amo y marido, y ansí vivo y desnudo en vivas carnes, le abrieron el costado siniestro [F. 58 v.] con un pedernal muy agudo, y herido  abierto le soltaron para que fuese donde quisiese y su ventura le guiase, y de esta manera se fue huyendo y desangrando por las calles y caminos, y los muchachos le fueron corriendo y apedreando más de un cuarto de legua, hasta que el desventurado cayó muerto y las aves del cielo le comieron, y este fue el castigo que se le dió, y después andaba el refrán por entre los principales señores: guardaos del que empreñó las mujeres de fulano y mirad por vuestras mujeres; si usan de los dos sexos, guardaos de ellas no os empreñen.

 

§ 215. Habia un error muy grande entre estos naturales y muy general en toda esta Nueva España, en que decían queste mundo había tenido dos acabamientos y fines y que el uno había sido por diluvios y aguas tempestuosas y que se había vuelto la tierra lo de abajo arriba, y que los que en aquellos tiempos vivían habían sido gigantes, cuyos huesos se hallaban por las quebradas como atrás dejamos tratado. No tuvieron conocimiento de los cuatro elementos, ni de sus operaciones, más de que era aire, fuego, tierra y agua, confusamente.

 

§ 216. Ansímismo, por el consiguiente, dicen que ovo otro fin y acabamiento del mundo por aires y huracanes que fueron tan grandes, que cuanto había en él se asoló, hasta las plantas y árboles de las muy altas montañas, y que arrebató los hombres de aquellos tiempos, y que fueron levantados del suelo hasta que se perdieron de vista, y que al caer se hicieron pedazos, y que algunas gentes de estas que escaparon, quedaron enredadas por algunas montañas y riscos escondidos, y que se convirtieron en monas y micos, e que olvidaron el uso de razón, perdieron la habla y quedaron de la manera que agora los vemos, que no les falta otra cosa sino la habla y quedaron mudos para ser hombres perfectos. Esto tenían tan creído como si fuera de fe, y que todas las cosas que tratamos y hacemos que las alcanzan y entienden; más que como pasó el tiempo de su edad, que los dioses, de piedad que de ellos tuvieron, que aunque los habían privado de razón, les habían hecho merced de las vidas. 

 

 

§ 217. Tienen por muy cierto que ha de haber otro fin, e que ha de ser por fuego, e que la tierra se ha de abrir[125] y tragarse los hombres, y que todo el universo mundo se ha de abrasar, e que han de abajar del cielo los dioses y las estrellas, y que personalmente han de destruir a los hombres del mundo y acaballos, y que las estrellas han de venir en figuras de salvajes, y éste es el último fin que ha de haber en el mundo. Y cuando los nuestros llegaron a esta provincia, como atrás lo dejamos tratado, entendieron que era llegado la fin según las señales y apariencias tan evidentes y claras que veían.

 

§ 218. Tenían estas naciones a una diosa que llamaban la diosa de los enamorados, como antiguamente tenían los gentiles la diosa Venus, ansi tenían los naturales desta tierra a esta diosa llamad Xochiquetzal, la cual decían que habitaba sobre todos los aires y sobre los nueve cielos, y que vivía en lugares muy deleitables y de muchos pasatiempos, acompañada y guardada de muchas gentes, siendo servida de otras mujeres como diosas, en grandes deleites y regalos de fuentes, ríos, y florestas de grandes recreaciones, sin que le faltase cosa alguna, y que a donde ella estaba  tan guardada y encerrada, que hombres no la podían ver, y que en su servicio había un gran número de enanos y [F. 59 r.] y corcovados, truhanes y chocarreros que le daban solaz con grandes músicas y bailes y danzas, y de estas gentes se fiaba y eran sus secretarios para ir con embajadas a los dioses a quien ella codiciaba. Y que su entretenimiento era hilar y tejer cosas primorosas y muy curiosas;  pintábanla tan linda y tan hermosa, que en lo humano no se podía más encarecer.

 

 

§ 219. Llamaban el cielo donde esta diosa estaba Tamohuanichan xochitl ihcacan chicuhnauhnepaniuhcan itzehecayan, que quiere tanto decir como si dijésemos el lugar de Tamouan,[126] y en asiento del árbol florido, de este árbol Xochitlicacan, dicen que el que alcanzaba desta flor o della era tocado, que era dichoso y fiel enamorado, donde los aires son muy frios,[127] delicados y helados, sobre los nueve cielos. A esta diosa Xochiquetzal celebraban fiesta cada un año con mucha solemnidad, y a ella concurrían muchas gentes donde tenía su templo dedicado. Dicen que esta Xochiquetzal fue mujer del dios Tlaloc, dios de las aguas, e que se la hurtó Tezcatlipuca, e que la llevó a los nueve cielos e la convirtió en diosa del bien querer.

 

§ 220. Había otra diosa que llamaban Matlalcueye, atribuída a las hechiceras y adivinas, con ésta casó Tlaloc después de que Tezcatlipoca le hurtó a Xochiquetzatl su mujer. Ovo otra diosa que se llamó Xochitecacihuatl, diosa de la mezquinidad y avaricia, fue mujer de Quiahuiztecatl. Estas diosas y dioses para eternizar sus memorias, dejaron puestos sus nombres en sierras muy conocidas, llamándos[e] de sus propios nombres, y ansí muchos cerros y sierras hoy en día se llaman [d]estos nombres.

        

 

§ 221. Cuando había falta de aguas y hacía grandes secas y que no llovía, hacían grandes procesiones,  ayunos y penitencias, y sacaban en procesión gran cantidad de perros pelones, que son de su naturaleza pelados sin ningún género de pelo, los cuales había antiguamente en su gentilidad muchos que los tenían para comer, y los comían. Yo tengo al presente casta de ellos, que son por cierto muy extraños y muy de ver, y de este género de perros como referido tenemos, sacaban en procesión y en andas muy adornadas, y los llevaban a sacrificar a un templo que les tenían dedicado, que lo llamaban Xoloteupan;[128] y llegados allí los sacrificaban, y les sacaban los corazones y los ofrecían al dios de las aguas, y cuando volvían de este sacrificio, antes que llegasen al templo mayor llovía y relampagueaba de tal manera, que no podían llegar a sus casas con la mucha agua que llovía, y después de muertos los perros se los comían. Yo me acuerdo que ha menos de treinta años ver carnicería de perros en gran muchedumbre, sacrificados y sacados los corazones por el lado izquierdo a manera de sacrificio, e dimos noticia de ello y orden para que se quitase, y ansí se desarraigó este error. Ya dejamos referido cómo tenían otras carnes que comer de cazas y monterías, y de cómo antiguamente había cantidad de ellas.

 

§ 222. Hacían otra ceremonia y superstición infernal y diabólica, y era que cuando prendían algún prisionero en la guerra, prometían los que iban a las dichas guerras que al primer prisionero que cautivasen que le habían de desollar el cuero cerrado, y meterse en el cuero tantos días en servicio de sus ídolos o del dios de las batallas. Al cual rito o ceremonia llamaban exquinan;[129] [F. 59 v.] y era ansí que desollado, cerrado y entero al miserable cautivo, se metía dentro de él el que lo había prendido, y andábase con aquella piel de templo en templo corriendo, y a este tiempo, los muchachos y hombres andaban tras este exquinan con gran regocijo, a manera de quien corre un toro, hasta que de puro cansado lo dejaban y huían de él porque no le alcanzase a alguno, porque le aporreaba de tal manera, que lo dejaba casi muerto, y a las  veces se juntaban dos o tres de estos, que regocijaban todo el pueblo. Ansí llamaban este rito el juego del exquinan.

 

§ 223. Había otros penitentes que andaban de noche, que los llamaban penitentes, llamados en su lengua tlamaceuhque, los cuales tomaban un bracero pequeño sobre su cabeza, el cual llevaban encendido desde que anochecía hasta casi que amanecía: e andaban de noche de templo en templo, solos y con mucho silencio, visitando sus dioses en sus templos y hermitas. Duraban en esta penitencia y pobreza un año o dos, dándose a la pobreza y miseria para alcanzar algo por humildad sirviendo a los dioses. Estos servían de día y de noche en los templos; más tomaban estas romerías y andar estas estaciones, por haber salido y escapado de algún peligro, o porque los dioses se doliesen de él, de  encaminarles en algunas pretensiones y fines que deseaban. No comían carnes ni legumbres al tiempo en que hacían estas penitencias, sino pan sin levadura ni otra mixtura alguna, que llaman los naturales yoltamalli.[130]

 

 

§ 224. A todas estas cosas como al principio prometimos, pasamos sucintamente a causa de que las han escrito los religiosos muy copiosamente por estirpar las idolatrías de esta tierra, especialmente fray Andrés de Olmos, fray Bernardino de Sahagún, fray Toribio de Motolinía, fray Jerónimo de Mendieta y fray Alonso de Santiago, y a esta causa nos vamos acortando lo más que podemos.

Los ayunos de estas gentes duraban según se les antojaba, y las promesas que hacían: ansí por promesas o por armarse caballeros, que cuando esto era, ayunaban ochenta días, velaban las armas como atrás dejamos referido, y las ceremonias del  armarse caballeros y  del vejamen y de las propinas que daban, y de cómo abofeteaban y daban una coz, y cómo todo lo había de sufrir según su costumbre, y aquel que más sufría y pasaba,[131] aquel era muy buen caballero.

 

§ 225. Las horas y momentos para el gobierno de la república eran que a prima noche se tocaban desde los templos grandes bocinas, y caracoles y trompetas de palo que hacían terrible espanto y estruendo, y encendían lumbres en todos los templos los sacerdotes y tlamacazques, y luego como esto pasaba se sosegaba todo. Y siendo media noche, que llamaban los naturales yohualnepantla ticatla, tornaban a sonar las bocinas y  trompas de palo y caracoles marinos, y se hacía muy gran ruído y estruendo a voces y sonido de todas estas cosas, para dar a entender como era media noche; y lo propio se hacía al cuarto del alba y al salir del lucero, y a las ocho del día, al mediodía y a la tarde. Y de esto servían los templarios, que este era su oficio, y a todos estos tiempos y horas sahumaban e incensaban los altares y a los ídolos que perpetuamente no faltaba la lumbre.

 

 

§ 226. Los grandes recibimien [F. 60 r.] tos que hacían a los capitanes que venían y alcanzaban victorias en las guerras, las fiestas y solemnidades con que se solemnizaban a manera de triunfo, que los metían en andas en su pueblo, trayendo consigo a los vencidos; y por eternizar sus hazañas, se las cantaban públicamente, y ansí quedaban memoradas, y con estatuas que les ponían en los templos. Los pleitos que trataban y contingencias que tenían, se definian de plano por algunos viejos ancianos que para ello estaban diputados en la república. Ya dejamos referido cómo la lengua mexicana es la más amplia que se halla en estas partes, y la más casta y pura, porque no se aprovecha de ninguna extraña, y cómo las otras extrañas se aprovechan de ella en muchos vocablos. Tenían los naturales en su antigüedad adagios, proverbios y preguntas a manera de enigmas y adivinanzas muy compuestas en su lengua; hablaban en jerigonza: usan de cuentos risueños, son muy grandes fabuladores, y tienen sus fines y sentidos para doctrinarse, y otros muchos entretenimientos.

 

§ 227. Entre otras muchas celebraciones de fiestas que hacían a sus ídolos y falsos dioses, celebraban la fiesta de Tlaloc, al cual atribuían ser el dios de las aguas y de los relámpagos, rayos y truenos. Y a éste le tenían un suntuosísimo templo a quien estaba dedicado, y se le celebraban dos fiestas en el año, que una fiesta llamaban fiesta mayor y la otra fiesta menor, a las cuales concurrían muchas gentes, a donde ofrecían gran suma de ofrendas, promesas y devociones que se cumplían, sin los demás crueles y sanguinolentos sacrificios de hombres humanos que sacrificaban con crueles cuchillos de pedernales agudísimos y afilados, para abrilles aquellos pechos miserables, y arrancalles los vivos corazones con las manos de los rabiosos carniceros y pésimos sacerdotes, los cuales apretaban con entre ambas manos cuanto podían, y se volvían al nacimiento del sol a la parte del oriente, alzando las manos en alto, y volviéndose al poniente haciendo lo mismo, y lo propio al mediodía y a la parte del norte. Y a todo este tiempo los demás papas tlamacazques incensaban con gran reverencia al demonio. Acabado esto, echaban el corazón en el fuego hasta que se quemaba y consumía.

 

§ 228. Contábame uno que había sido sacerdote del demonio, que después se había convertido a dios nuestro señor y a su santa fe católica y bautizado, conociendo el bien que tenía, que cuando arrancaba el corazón de las entrañas y costado del miserable sacrificado, que era tan grande la fuerza con que pulsaba y palpitaba, que le alzaba del suelo tres o cuatro veces, hasta que se iba el corazón enfriando, y acabado esto echaba a rodar el cuerpo muerto, palpitando, por las gradas del templo abajo, y por esta orden iban sacrificando y ofreciendo corazones al infernal demonio.             

 

 

§ 229. Entre estos sacrificios y supersticiosas crueldades, usaban de una para conocer si el demonio se aplacaba o condescendía con las cosas que le pedían y si venía con ello. Haciánle una ofrenda de picietl molido y hecho harina y en polvo, que es una yerba a manera de beleño, y estas hojas deste beleño dicen que es yerba de muy grandes virtudes para muchas enfermedades y medicamentos, y como yerba tan preciada, ofreciánla hecha harina, y en polvo como referido tenemos. Y puesta en unos vasos grandes, les ponian en los altares y poyos del templo entre las demás ofrendas, y de estas del picietl [F. 60 v.] guardaban partícularmente, porque si algún milagro había de haber, aquí más que en otro algun lugar se veía. Y ansí era, que cuando acudían los sacerdotes a ver estos vasos, hallaban en ellos huella o pisadas señaladas de alguna criatura particularmente, y a las más veces pisadas de águila.

 

§ 230. Y cuando esto acaecía y en aquella hora y sazón, la manifestaban los sacerdotes al pueblo, y luego con muy gran regocijo y solemnidad, haciendo gran ruído de trompetas y atabales, bocinas y caracoles, con todos los demás instrumentos de música que tenían, todo el pueblo se regocijaba con esta gran festividad que el demonio les manifestaba, y a este tiempo [en] el oráculo de Tlaloc, si [alguien] insolentemente con algún atrevimiento blasfemaba, decían que moría despedazado de rayos o de muerte arrebatada, porque dicen que este lugar era tan inviolable, que si no eran sacerdotes a este templo dedicado, no podían llegar otras personas a este oráculo sin gran riesgo de sus vidas, y estos rayos y fuego que caían del cielo eran sin nublados y en tiempo sereno.

 

 

§ 231. Cuando había falta de pluvias y hacía grandes secas en la tierra y no llovía, se hacían rogativas[132] y sacrificios a este ídolo de Tlaloc: entonces dicen los naturales que llovía, que aunque no lloviese, que porfiando en estos sacrificiosque las gentes hacían, que al fin, el demonio hacía llover y a este tiempo los pérfidos sacerdotes hacían sus ceremonias supersticiosas[133] con más eficacia y fervor. Luego que la conquista de esta tierra pasó y se pacificó, vinieron tres religiosos como atras dejamos referido, que fueron de la orden del señor San Francisco, y cómo los dos fueron sacerdotes y uno lego, el que era de misa se llamó fray Juan, y del otro no se tiene noticia de su nombre, ni de cómo se llamó[134] y el que era lego, uno de los dos que quedaron, se llamaba Fray Pedro de Gante, flamenco de nación.[135] Y el que se llamó Fray Juan murió en la jornada de las Higüeras cuando Cortés fue a ellas y el otro en la ciudad de México.

 

§ 232. Y Fray Pedro de Gante el lego, vivió muchos años en la ciudad de México, en la capilla de señor San Jose, en el convento del señor San Francisco, adonde ansímismo falleció, después de haber doctrinado a los naturales con gran espíritu y fervor en muchas partes de esta Nueva España, enseñándoles a leer y a escribir y a tañer flautas, trompetas y ministriles y otras muchas cosas del ejercicio[136] católico, cristiano y virtuosas, porque le tuvieron[137] por padre todos los mexicanos, por habelles criado en tanta doctrina y pulicía humana y cristiana.

 

 § 233. Y ansí pasando adelante con nuestra relación, diremos de la grande admiración que los naturales tuvieron cuando estos religiosos, vinieron y cómo comenzaron a predicar el santísimo y sagrado evangelio de nuestro señor y salvador Jesucristo. Como no sabían la lengua, no decían sino que en el infierno, señalando la parte baja[138] y la tierra con la mano, que allí había fuego, que había sapos y culebras; y acabando de decir esto, elevaban los ojos al cielo, diciendo que un solo dios estaba arriba en el cielo, ansímismo apuntando con la mano. Lo cual decían siempre en los mercados y adonde había junta y congregación de gentes, y no sabían decir otras palabras que los naturales les entendiesen, sino eran por señas; y cuando estas cosas decían y predicaban, y el uno de ellos, que era un venerable viejo calvo, estaba con la fuerza del sol de medio día con espíritu de dios enseñando, y con celo de caridad diciendo estas cosas [F. 61 r.] a medio días y a media noche en muy altas voces que se convirtiesen a dios y dejasen las idolatrías.

 

 

§ 234. Y cuando predicaban estas cosas decían los señores y caciques: ¿qué han estos pobres miserables? mirad si tienen hambre, y si han menester algo, dadles de comer. Otros decían, estos hombres deben de ser enfermos o estan locos, dejadlos vocear a los miserables, que tomádoles ha su mal de locura, que deben de estar locos. Dejadlos estar, pasen su enfermedad como pudieren: no les hagáis mal, que al cabo estos y los demás han de morir de esta enfermedad de locura. Y mirad si habéis notado cómo a medio día y a media noche, y al cuarto del alba, cuando todos se regocijan, éstos dan voces y lloran; sin ninguna duda es mal grande el que deben de tener, porque son hombres sin sentido, pues no buscan placer ni contento, sino tristeza y soledad.

 

§ 235. Dejando como dejamos remitido a los cronistas de esta tierra las cosas más graves que tienen escrita cerca de los grandes acaecimientos del discurso de la conquista, iremos pasando en suma en todas las cosas que vamos refiriendo. Dirémos en este lugar, las señales que ovo en esta Nueva España antes de la venida de los españoles.

 

§ 236. Como el demonio enemigo del género humano se viese tan apoderado de estas gentes, siempre las traía engañados y jamás les encaminaba en cosas que acertasen, sino con cosas con que se perdiesen y se desatinasen; y como nuestro dios y sumo bien tuviese ya piedad y misericordia de tanta multitud de gentes, comenzó con su inmensa bondad de enviar mensajeros y señales del cielo para su venida, las cuales pusieron gran espanto a todo este Nuevo Mundo. Y fue que diez años antes que los españoles viniesen a esta tierra, hubo una señal que se tuvo por mala abusión, agüero y extraño prodigio, y fue que apareció una columna de fuego muy flamífera, de llamas muy encendidas, de mucha claridad y resplandor, con unas centellas que centellaban en tanta espesura que parecía polvoreaba centellas, de tal manera, que la claridad que de ellas salía hacía tan gran resplandor, que parecía la aurora de la mañana.

 

 

§ 237. La cual columna parecía estar clavada en el cielo, teniendo su principio desde el suelo de la tierra, de do comenzaba de gran anchor, de suerte que desde el pie iba adelgazando, haciendo punta que llegaba a tocar el cielo en forma piramidal, la cual aparecía a la parte del medio día y de media noche para abajo, hasta que amanecía y era de día claro, que con la fuerza del sol y su resplandor y rayos era vencida. La cual señal duró un año, comenzando desde el principio del año que cuentan los naturales de doce casas, que verificada en nuestra cuenta castellana, acaeció el año de dieciseis.[139] Y cuando esta abusión y prodigio se veía, hacían los naturales grandes extremos de dolor, dando grandes gritos, voces y alaridos, en señal de gran espanto y dándose palmadas en las bocas, como lo suelen hacer: Todos estos llantos y tristezas iban acompañados de sacrificios de sangre y de cuerpos humanos, como solían hacer en viéndose en alguna calamidad y tribulación, ansí como era el tiempo y la ocasión que se les ofrecía, ansí crecían los géneros de sacrificios y supersticiones.

 

§ 238. Con esta tan gran alteración y sobresalto, acuitados de tan gran temor y espanto, tenían un continuo cuidado e imaginación de lo que podría significar tan extraña novedad; procuraban saber por adivinos y encantadores qué podía significar una señal tan extraña en el mundo jamás vista ni oída. Háse de considerar que diez años antes de la venida de los [F.61 v.] españoles, comenzaron a verse estas señales, más la cuenta que dicen de diez casas fue el año de mil y quinientos y dieciseis, dos años antes que los españoles llegasen a esta tierra.

 

 

§ 239. El segundo prodigio, señal y agüero o abusión que los naturales de México tuvieron, fue que el templo del demonio se abrasó y quemó, el cual llamaban el templo de Huitzilopuchtli, sin que persona alguna le pegase fuego, que estaba en el barrio de Tlacatecco. Fue tan grande este incendio y tan repentino, que  salían por las puertas del dicho templo llamaradas de fuego que parecía que llegaban al cielo, y en un instante se abrasó y ardió todo, sin poderse remediar cosa alguna , lo cual quedó[140] todo deshecho. Esto que acaeció, no fue sin gran alboroto y alterna gritería, llamando y diciendo las gentes: "¡Ea Mexicanos! venid a gran prisa y con presteza con cántaros[141] de agua a apagar el fuego", y ansí las más gentes que pudieron acudir al socorro vinieron, y cuando se llegaban a echar el agua y querer apagar el fuego que a esto llegó gran multitud de gente, entonces se encendía más y crecía más la llama, con más fuerza, y ansí sin ningún remedio, se acabó de quemar todo.

 

§ 240. El tercer prodigio y señal fue que cayó un rayo  en un templo idolátrico que tenía la techumbre pajiza, que los naturales llamaban xacal, el cual templo llamaban el templo de Tzonmolco, que era dedicado al ídolo Xiuhtecuhtli lloviendo una agua menuda como una mollina,[142] cayó  del cielo, sin trueno ni relámpago alguno sobre el dicho templo, lo cual ansí mismo tuvieron por gran abusión, agüero y prodigio de muy mala señal, y se quemó y abrasó todo.

 

§ 241. El cuarto prodigio fue, que siendo de día y habiendo sol, salieron cometas del cielo por el aire, y de tres en tres, por la parte de occidente que corrían hasta el oriente, con tanta fuerza y violencia, que iban desechando y desparciendo de sí brasas de fuego o centellas por donde corrían que llevaban tan grandes colas, que tomaban muy gran distancia su largor y grandeza. Y al tiempo que estas señales se vieron hubo alboroto,  ansímismo muy gran ruído y gritería y alarido de gentes.

 

§ 242. El quinto prodigio y señal fue que se alteró la laguna mexicana sin viento alguno, la cual hervía y rehervía y espumeaba en tanta manera, que se levantaba y alzaba en gran altura, de tal suerte, que el agua llegaba a bañar a más de la mitad de las casas de México, y muchas de ellas se cayeron y hundieron; y las cubrió y del todo se anegaron.

 

§ 243. El sexto prodigio y señal fue que muchas veces se oía y muchas noches, una voz de mujer que a grandes voces lloraba y decía, acuitándose[143] con mucho llanto con grandes sollozos y suspiros ¡Oh hijos mios! del todo nos vamos ya a perder. Y otras veces decía: ¡Oh hijos mios, a dónde os llevará y dónde os podré llevar a esconder!.

 

 

§ 244. El séptimo prodigio fue que los laguneros de la laguna mexicana, nautas o piratas o canoístas cazadores, cazaron un ave parda a manera de grulla, la cual incontinente la llevaron a Motecuhzoma para que la viese, el cual estaba en los palacios de la sala negra,[144] habiendo ya declinado el sol hacia el poniente, que era de día claro. La cual ave era tan extraña y de tan gran admiración, que no se puede imaginar ni encarecer su gran extrañeza, la cual tenía en la cabeza una diadema redonda de la forma de [F. 62 r.] espejo muy diáfano, claro y transparente, por la cual se veía el cielo y las estrellas, y los astillejos que los astrólogos llaman el signo de Géminis; y cuando esto vió Motecuhsoma lo tuvo a muy gran extrañesa y maravilla por gran agüero pridgio y abusión y mala señal en ver, por aquella diadema de aquel pájaro, estrellas del cielo. Y tornando segunda vez Motecuhzoma a ver y a mirar por la diadema y cabeza del pájaro, vió grande número de gentes que venían marchando desparcidas y en escuadrones de mucha ordenanza, muy aderezados y a guisa de guerra, y batallando unos contra otros o escaramuseando en figuras de venados y otros animales. Y entonces, como viese tantas visiones y tan disformes, mandó llamar a sus agoreros y adivinos, que eran tenidos por sabios.

 

§ 245. Habiendo venido a su presencia, les dijo la causa de su admiración. Habréis de saber mis sabios y amigos, cómo yo he visto muy grandes y extrañas cosas por una diadema de un pájaro que me han traído por cosa nueva y extraña, que jamás otra como ella no se ha visto ni cazado, y por la misma diadema que es transparente como un espejo, he visto una manera de unas gentes que vienen en ordenanza, y porque lo veais vedle vosotros, y veréis lo propio que yo he visto; y queriendo responder a su señor de lo que les había parecido de cosa tan inaudita, para echar sus juicios y adivinanzas, conjeturas o pronósticos, luego de improviso se desapareció el pájaro, y ansí no pudieron dar ningún juicio ni pronóstico cierto ni verdadero.        

 

 

§ 246. El octavo prodigio y señal de México fue, que muchas veces  aparecían y se veían dos hombres unidos en un cuerpo que los naturales lo llaman tlacanetzolli, y otros veían cuerpos con dos cabezas procedentes de un sólo cuerpo, los cuales eran llevados a los palacios de la sala negra del gran Motecuhzoma, adonde en llegando a ellas desaparecían y se hacían invisibles. Todas estas señales y otras que a los naturales les pronosticaban su fin y acabamiento, porque decían que había de venir la fin y que todo el mundo se había de acabar y consumir, e que habían de ser creadas otras nuevas gentes y venir otros nuevos habitadores del mundo, y ansí andaban tan tristes y despavoridos, que no sabían qué juicios sobre esto oviesen de hechar, sobre cosas tan raras y peregrinas y tan nuevas, nunca vistas ni oídas.

 

§ 247. Sin estas señales, ovo otras en esta provincia de Tlaxcalla antes de la venida de los españoles, muy poco antes. La primera señal fue que cada mañana se veía una claridad que salía de las partes de oriente, tres horas antes que el sol saliese, la cual claridad era a manera de una niebla blanca muy clara, la cual subía hasta el cielo, y no sabiéndo qué pudiese ser ponía gran espanto y admiración. Veían otra señal maravillosa, que se levantaba un remolino de polvo a manera de una manga, la cual se levantaba desde encima de la sierra de Matlalcueye, que llaman agora sierra de Tlaxcalla, la cual manga subía en tanta altura, que parecía que llegaba al[145] cielo. Esta señal se vió muchas y diversas veces más de un año continuo, que ansímismo ponía espanto y admiración. [146]

 

 

§ 248. Vista por los naturales llegada de gente tan extraña, y una cosa no vista ni oída, ¿quién podrá pensar ni imaginar las alteraciones y temores y gran espanto que en el mundo hubo? porque, como los indios de Cempualla viesen navíos tan grandes y gentes tan contraria a su natural y nación, no pensaron ni entendieron sino que eran los dioses que habían bajado del cielo, y ansí con tan extraña novedad, voló la nueva por toda la tierra con[147] poca o mucha poblacidad, [F. 62 v.] como quiera que fuese, al fin se supo de la llegada de tan extraña y nueva gente, especialmente a México, donde era la cabeza de este imperio y monarquía.    

 

§ 249. Sabida y divulgada no sin gran temor y espanto, las gentes se turbaron, no por temor de perder sus tierras, reynos y señoríos, sino por entender que el mundo era acabado, y que todas las generaciones de él habían de perecer y que era llegada la fin, pues los dioses habían bajado del cielo, que no había que pensar en otra cosa, sino que era llegado el acabamiento y consumación del mundo, y que todo había de perecer y acabarse. Y a esta causa, los hombres poderosos buscaron lugares abscondidos y cavernas de la tierra para esconder sus hijos y mujeres, con grandes bastimentos hasta que bajase la ira de los dioses, y que las señales de atrás que habían visto eran ya cumplidas con esta venida, y que aquellas señales y terremotos que en la tierra habían parecido, que no había sido otra cosa sino avisos que los dioses enviaban a la tierra para que los hombres se enmendasen: que más de siete años continuos antes de esta venida, habían visto dentro del sol una espada de fuego que lo atravesaba de parte a parte, y una asta que de él salía y una bandera de fuego resplandeciente, que estas cosas no podían pronosticar sino la total destrucción y acabamiento del mundo. Era tanto el llanto y alboroto de las gentes, que vivían desesperadas.

 

§ 250. Vista por la república mexicana tanta novedad, procuró saber por razones evidentes, si estas gentes eran los dioses de lo alto o hombres humanos, y ansí por mando y acuerdo de Motecuhzoma, despacharon gentes muy secretamente a Cempohualla para que le trajesen verdadera relación de lo que había, no embargante que por sus hechiceros y encantadores y adivinos sabían que era gente nueva y no dioses, sino hombres, aunque sus hechizos y encantamientos no los podían comprender, por cuya causa no se determinaban a decir que fuesen hombres, porque las fuerzas de sus encantamientos se perdían para contra estas gentes. Y al fin llegados los mensajeros y espías de Motecuhzoma, supieron muy de raíz cómo eran hombres, porque comían, y bebían y dormían y apetecían cosas de hombres y hacían otras cosas como tales.

 

 

§ 251. Llevaron una espada y una ballesta y otra nueva más extraña, que era que traían consigo una mujer y que era hermosa como diosa, porque hablaba la lengua mexicana y la de los dioses, y que por ella se entendía lo que querían y que se llamaba Malintzin, porque como fue bautizada la llamaron Marina, y finalmente sobre este argumento de si eran dioses u hombres no se sabían determinar, porque si fueran dioses, decían ellos, no derribaran nuestros oráculos, ni maltrataran a nuestros dioses, porque fueran sus hermanos, y pues que los maltratan y derriban no deben de ser dioses, sino gentes bestiales y bárbaras, e pues que ansí ofenden a nuestros ídolos, ellos les darán el pago. Estas y otras cosas trataban como hombres sin sentido, y por otra parte entendían que eran dioses, porque venían en animales muy extraños y jamás en el mundo vistas ni oídos. Y como veían a las gentes y las comunicaban por intercesión de Marina, llamaban a los caballos venados, que en la lengua mexicana se llama el venado mazatl, y todo género de bestias llaman venados. También llamaban al caballo tlacaxolotl, por llamarse [F 63 r.] ansí la [d]anta, porque las hay en estas partes.

 

§ 252. Llegados a México con el retorno las espías de las cosas que  habían visto, y dado noticia de todo, conocieron por sus conjeturas que al fin eran hombres, pues enfermaban, usaban del comer y beber y dormir, y otras cosas de hombres. Pero admirábanse mucho de que no trajesen mujeres sino aquella Marina,[148] que aquello no podía ser sino que fuese por arte y orden de los dioses ¿que cómo sabía su lenguaje? y que era imposible saberla; y que la ballesta y espada  ¿qué cómo era posible que fuerzas humanas las pudiesen ejercitar?. Y ansí puestos en tan extraña confusión, aguardaron a ver qué fuese su designio. Vista la poca copia de gente que era, Motecuhzoma no hizo caso dellos ni imaginó su perdición, antes entendiendo que si fuesen dioses, los aplacaría con sacrificios y oraciones y otros sufragios, e que si fuesen hombres que era muy poco su poder. Finalmente, no se le dió nada dellos, sino que consintió de que entrasen e que si eran dioses o sus mensajeros, que él se avendría con ellos, e que si fuesen hombres, muy en breve tiempo serían conocidos y que ellos enviaríam que se fuesen de sus tierras.

 

 

§ 253. Sobre lo cual ovo grandes juntas y acuerdos varios y diversos pareceres. Al fin, resueltos e que no entrasen hasta ver qué gentes fuesen, mandó Motecuhzoma se estuviesen en Cempohualla y que no los dejasen pasar de allí; más como Cortés tuviese noticia de este gran príncipe, y de sus grandezas y poder, decía y publicaba que le venía a buscar y que le quería ver y visitar y tenelle por señor y por amigo. Con estas nuevas mandó Motecuhzoma a sus gentes que dijesen a los dioses, que si no era para más de velle y visitalle, que él se daba por visitado de ellos, que mirasen lo que querían, que él se los mandaría dar y que se volviesen, porque con su venida habían puesto terrible espanto a toda la tierra: y en estos dares y tomares anduvieron algunos días,[149] hasta enristrar su negocio.                       

 

§ 254. Dejando Cortés gran recado de su gente en Cempohuallan, determinó de caminar y venir en demanda de la provincia de Tlaxcalla, porque como por providencia divina dios tenía ordenado que estas gentes se convirtiesen a nuestra santa fe católica, que viniesen al verdadero conocimiento de él por instrumento y medio de Marina, será razón hagamos relación de este principio de Marina, que por los naturales fue llamada Malintzin y tenida por diosa en grado superlativo, que ansí se debe entender que todas las cosas que acaban en diminutivo es por vía reverencial, y entre los naturales tomado por grado superlativo, como si dijéramos agora mi muy gran señor huel nohuey tlatocatzin, y ansí llamaban a Marina de esta manera comunmente Malintzin.

 

§ 255. En lo que toca al origen de Malintzin, hay muy grandes variedades de su nacimiento y de qué tierra era, de lo cual no tratáremos sino algunos pasos y acaecimientos mediante ella, porque de los que han escrito de las conquistas de esta tierra habrán tratado largamente de ello, especialmente Bernal Díaz del Castillo, autor muy antiguo que hablará como testigo de vista copiosamente, pues se halló en todo como uno de los primeros conquistadores de este Nuevo Mundo, al cual me remito.

 

 

§ 256. Notoria cosa es y muy sabida, cómo Malintzin fue una india de mucho ser y valor, y buen entendimiento y natural mexicana, la cual fue hurtada de entre sus padres, siendo de buena gracia y parecer, [F. 63 v.]  y entregada a unos mercaderes que trataban en toda la costa del norte, la cual fue llevada de lance en lance hasta Tabasco y Potonchan[150] y Acosamilco.[151] Otros quieren decir que fue hija de un mercader e que la llevó consigo por aquellas tierras, lo cual no satisface a buen entendimiento, sino que siendo hermosa fue llevada para ser mujer de algún cacique de aquella costa, y que fue presentada por algunos mercaderes para tener entrada con los caciques de Acosamilco y seguridad. Y ansí fue que en efecto la tenía un cacique de aquella tierra cuando la halló Cortés. Como quiera que ello sea pasó ansí: otros quieren decir que Marina fue natural de la provincia de Xalisco, de un lugar llamado Huilotla; que fue hija de ricos padres y muy nobles, y parientes del señor de aquella tierra.

 

§ 257. Contradícese el ser de aquella tierra de Xalisco, porque aquella nación es de chichimecas y la Marina era de lengua mexicana, muy discreta y avisada y entre los naturales tenida por muy avisada y por cortesana: aunque había lengua mexicana y se hablaba en aquella tierra, era tosca y grosera. Dicen ansímismo que esta Marina fue presentada antes en Potonchan con otras veinte mujeres que allí se dieron: que la trajeron a vender unos mercaderes mexicanos a Xicalanco, provincia que cae encima de Cohuatzacoalco apartado de Tabasco. Ella fue natural mexicana porque sabía la lengua muy despiertamente, por do se arguye que cuando pasó a aquellas tierras, era ya mujer capaz para dar razón del rey Moctecuhzomatzin, y de los enemigos y contrarios que tenía y de su gran imperio y monarquía, y grandes riquezas y tesoros.

 

 

§ 258. Estando en este cautiverio, acaeció que por aquellas tierras había dado a la costa y arribado un navío de los que habían venido a descubrir estas tierras, que en otros tiempos llamaban de Yucatan, por mandado de Diego Velásquez, gobernador de la isla de Cuba, y de estas naos quedaron cautivos o de las de Francisco Hernández de Córdoba, entre los indios, algunos de sus soldados, de los cuales fueron uno que se llamó García del Pilar y otro Jerónimo de Aguilar, españoles, a los cuales conoció después. Habiendo pues quedado Jerónimo de Aguilar cautivo en aquella tierra, procuró de servir y agradar en gran manera a su amo ansí en pesquerías que le hacía como en otros servicios que los sabía bien hacer, que le vino tanto a ganarse la voluntad, que le dió por mujer a Malintzin, y como el Jerónimo de Aguilar fuese tan hábil, tomó la lengua de aquella tierra tan bien y en tan breve tiempo, que los propios indios se admiraban del ver cómo la hablaba.

 

§ 259. Y fue en tanta manera convertido en indio, que se horadó las orejas y narices, y se labró y rayó la cara y carnes como los propios indios: compelido de la pura necesidad se pusó a todo, aunque siempre y a la continua observó su cristiandad y fue cristiano, y guardó el conocimiento y observancia de la ley de dios; y Malintzin, compelida de la misma necesidad, tomó la lengua de aquella tierra tan bien y tan enteramente, que marido y mujer se entendían y la hablaban como la suya propia. Y por este artificio, el Jerónimo de Aguilar supó y entendió grandes secretos de toda esta tierra y del señorío del gran Motecuhzomatzin.

 

§ 260. Y ansí como Cortés llegó con su armada a esta costa, por voluntad [F. 64 r.] divina fue hallado este Jerónimo de Aguilar, el cual salió con gran muchedumbre de canoas al armada de los cristianos, con acuerdo y mando de su amo y de los otros caciques de aquella tierra, con una cruz de caña y una banderilla alta, dando grandes voces y diciendo al de la capitana ¡Cruz! ¡Cruz! ¡Cristiano! ¡Cristiano! ¡Sevilla, Sevilla! a las cuales voces puso gran admiración a los de la armada; más llegados al fin de este negocio se llegaron a las naos, tomando ante todas cosas la fe de Cortés que no enojaría a los de aquella tierra, antes los trataba como amigos, porque lo principal que aquellas gentes trataron con Jerónimo de Aguilar, fue que a sus hermanos no los enojasen, lo cual se hizo ansí y se cumplió.

 

 

§ 261. Tornando a nuestro fin y principal intento, hallada Malintzin para ser instrumento de tanto bien, Hernando Cortés la recibió y trató como a cosa que tanto le importaba, que la sirvió y regaló tanto cuanto humanamente se pudo hacer; y para que fuese bien tratada, la dió Hernando Cortés en guarda a Juan Pérez de Arteaga un soldado muy noble de la compañía, que después fue llamado Juan Pérez Malintzin, a diferencia de otros de este nombre de Juan Pérez: y como la Malintzin no sabía más lengua de la mexicana y la de Olotla y Cozumel, hablabala con Aguilar, y el Aguilar la declaraba en la lengua castellana; de suerte que para interpretar la lengua mexicana, se había de interpretar por la lengua de Aulotla o de Acozamilco con Aguilar y Aguilar la había de convertir en la nuestra, hasta que la Malintzin vino hablar la nuestra.

 

§ 262. Habiendo pues tomado Cortés la razón de toda la tierra, y de la grandeza y majestad de Motecuhzomatzin y de sus contrarios estando en Cempohuallan, escribió una carta a la provincia de Tlaxcalla a los cuatro señores de ella, diciéndoles cómo él había llegado a esta tierra con gran deseo de velos y conocellos y ayudalles en todos sus trabajos y necesidades; que bien sabía estaban apretados y opresos de las grandes tiranías de los culhuas mexicanos, y que él venía en nombre de un gran señor que se llamaba el emperador don Carlos, y que traía consigo al verdadero dios, porque los dioses que ellos adoraban eran falsos y hechos a mano y por mano de hombres mortales; y que el dios que él y sus compañeros adoraban era el que había criado el cielo y la tierra, y todo lo que en él había, y que allí les enviaba un sombrero y una espada y una ballesta para que viesen la fortaleza de sus armas, las cuales traían para socorrerlos y favorecerlos como a hermanos contra aquel cruel tirano  y fiero carnicero de Motecuhzoma, porque él sabía que los tenía muy enojados.

 

§ 263. Estas cosas y otras de gran persuación contenía la carta; pero como no sabían leer, no pudieron entender lo que contenía. Los mensajeros que la traían dijeron de palabra estas razones relatadas, porque Malintzin se las dió bien a entender para que de palabra, ansí las dijesen a los señores y caciques de Tlaxcalla. Y como llegasen los mensajeros cempohualtecas dieron la carta, [F. 64 v.] y espada y ballesta y sombrero de seda carmesí, que antiguamente se usaban unos chapeos[152] velludos de seda, y con estas cosas y otras que los mensajeros añadieron, pusieron extraña alteración a toda la república de Tlaxcalla.

 

 

§ 264. Y ayuntados los cuatro señores de las cuatro cabeceras, y los más principales y demás caciques, sobre qué se determinaría en este caso, si por ventura matarían a los mensajeros de Cempohualla, por ser como eran vasallos de mexicanos, no viniesen de industria con asechanza de parte de los culhuaques mexicanos, o si era prodigio y abusión de alguna mala nueva; y estando en esta consulta, salió resuelto de que no los matasen, sino que dijesen a aquellas gentes que eran tenidos por dioses, que fuesen bien venidos, que cuando les pereciese venir a su tierra, que serían bien recibidos. Y en este ayuntamiento, dijo el gran Xicotencatl a Maxixcatzin y a Citlalpopocatzin y a Tlehuexolotzin:

 

§ 265. Ya sabéis, grandes y generosos y señores, si bien os acordáis, cómo tenemos de nuestra antiguedad, cómo han de venir gentes de la parte de donde sale el sol, y que han de emparentar con nosotros y que hemos de ser todos unos, y que han de ser blancos y barbudos, que han de traer librillos en las cabezas por gobernaturas,[153] y que han de ser zancudos, y que han de traer armas muy fuertes y más fuertes que a nuestros arcos, por la ballesta que ansí la llamaban, que no las podemos enarcar, y con espadas de delicados filos; que nuestras armas con éstas, no son muy tenidas ni estimadas en nada; estos son y estos nos vienen a buscar, y no son otros. ¿En qué mejor tiempo que éste pueden venir, que llevamos de vencida a la provincia de Huexotzinco, que los tenemos arrinconados en las haldas de la Sierra Nevada, y desde allí están pidiendo socorro a Motecuhzoma? No curemos de más venganza de estos dioses u hombres, veamos qué es lo que pretenden y quieren, porque las palabras con que nos saludan son de mucha amistad, y bien deben saber nuestros trabajos y continuas guerras, pues nos lo envían a decir.

 

§ 266. Y con esto los mensajeros se volvieron a Cortés, y en el interin los sacrificios de sus dioses y infernales, ritos y supersticiones no cesaban, antes con más fervor y cuidado [lo hacían]. Ya en este tiempo los dioses mudos se caían de sus lugares: había temblores de tierra y cometas del cielo que corrían de una parte y otra por los aires, los grandes lloros y llantos de niños y mujeres, de gran temor y espanto de que el mundo perecía y se acababa, que no hay lengua ni pluma que lo pueda ponderar ni encarecer; y como Cortés no hacía sino marchar, llegó a los confines y términos de esta provincia con su gente buena y católica compañía, donde fue recibido con guasábara y escaramuza y gran aspereza de guerra, donde mataron un español y dos caballos y como atrás dejamos declarado, por los indios otomís de Tecohuactzinco, guardaraya y fronteros, que guardaban aquella frontera.

 

 

§ 267. Más sabido por los de Tlaxcalla, les fue mandado y enviadoles mensajeros, los cuales fueron Coztomatl y Tolinpanecatl que no los enojasen, e que los dejasen pasar por donde quisiesen. Y ansí fue que habiendo estado algunos días en este pueblo de Tecohuactzinco, se movieron de allí y se vinieron a Tlaxcalla, donde el gran señor Xicotencatl recibió a Cortés de paz y a sus compañeros, cuyo recibimiento fue el más solemne y famoso que en el mundo se ha visto ni oído, porque en tierras tan remotas, extrañas y apartadas, nunca a príncipe del mundo se había [F. 65 r.] hecho otro tal, porque salieron los cuatro señores de las cuatro cabeceras de la señoría y reino de Tlaxcalla con la mayor pompa y majestad que pudieron, acompañados de otros muchos tecuhtles y piles y grandes señores de aquella república, más de cien mil hombres que cubrían los campos y calles,  que parece cosa increible.

 

§ 268. El primer recibimiento se les hizo en Tzompantzinco, lugar muy principal de Tlaxcalla, y allí fue recibido [Cortés] de los principales de aquel pueblo: de allí pasaron los nuestros a otro lugar muy grande que llamaban Atliguetzan, de aquí salieron otros tecuhtlis y piles de muy gran valor y estima, donde salió Piltecuhtli acompañado de gran muchedumbre de gente. Y de este lugar bajaron a Tizatla, que es el lugar de la cabecera de Xicotencatl: aquí en este lugar y casas de Xicotencatl, por ser muy viejo, no salió de su casa más de hasta un patio donde había unas gradas de poca bajada; más aquí estuvieron todos los demás señores de las cabeceras, que eran Maxixcatzin, Citlalpopocatzin, Tlehuexolotzin y demás señores al respecto, para hacer este tan solemnísimo recibimiento.

 

 

§ 269. Llegados los nuestros puestos en ordenanza a donde habían ser recibidos, llegó Xicotencatl a abrazar a Hernando Cortés y hacelle la salva como en efecto lo hizo; más Cortés como hombre sagáz y astuto y no en ningúna cosa descuidado, ansímismo le abrazó, más siempre con gran recato le asió de la muñeca del brazo derecho, y no se consintió apretar el cuerpo, y de esta forma y término lo hizo con Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Tlehuexolotzin. Hecha esta ceremonia tan famosa, se fueron Cortés y Xicotencatl y Malintzin mano a mano hasta donde habían de ser alojados y aposentados, tratando de su venida y de cómo los venía a visitar y ayudar en todo lo que se les ofreciese, y a castigar a Motecuhzoma, su capital enemigo, y toda la demás gente de Culhua, que en aquella sazón prevalecía y predominaba en toda la máquina de este nuevo orbe, donde era tan temido, adorado y reverenciado como si fuera su dios, teniendo señorío, poder y mando en este tan remoto y apartado imperio y monarquía, sobre todas las naciones de estas tan extrañas partes.

 

§ 270. Aposentados, como referido tenemos, los nuestros en los palacios de Xicotencatl, con mucho cuidado fueron del regalados y servidos, donde presentaron a Cortés muchas joyas de oro y pedrería de gran precio y valor, y muchedumbre de ropa de algodón muy ricamente labrada de labor tejida, y otras ropas de plumas de estima, y gran suma de bastimentos de aves, gallinas y codornices, liebres y conejos, venados y otros géneros de caza, que son y eran de las carnes que usaban comer los señores de esta tierra, sin el maíz y frijol y otras legumbres de la tierra. Finalmente se les dió todo lo necesario para el sustento de los nuestros. Luego a los principios, en el pueblo y lugar de Tecohuactzinco en la provincia de Tlaxcalla, entendieron los naturales que el caballo y el hombre que iba encima era todo una cosa, como los centauros u otra cosa monstruosa, y ansí daban ración a los caballos, como si fueran hombres, de gallinas y cosas de carne y pan.

 

§ 271. El cual engaño duró muy poco, porque luego entendieron que eran animales irracionales y que se sustentaban de yerbas y en el campo, aunque también estuvieron mucho tiempo en opinión de que eran animales fi [F. 65 v.] eras que se comían las gentes, y que por esta causa decían que los hombres blancos les echaban frenos en las bocas y los atrain atraillados con traillas de hierro. Y cuando acaso algún caballo traía la boca ensangrentada, decían que se había comido algún hombre; por manera que sospechaban que eran de tanto entendimiento, que los mandaban los dioses para lo que habían de hacer, sin entender el secreto del gobierno del freno y las espuelas; y ansí cuando relinchaba un caballo decían que pedía de comer y que se lo diesen luego no se enojasen: y de esta manera procuraban de tener contentos a los caballos, en darles de comer y de beber muy cumplidamente.

 

 

§ 272. De estas novedades y casos no vistos, venían gentes forasteras y extrañas secretamente a saber lo que pasaba, y qué gentes eran éstas que habían venido, de dónde y de qué parte y qué cosas eran las que traían. Y los de Tlaxcalla les decían muchas más cosas de las que pasaban, para ponelles temor y espanto y que publicasen estas cosas en toda la tierra, como en efecto se puso, y se decía afirmativamente que los nuestros eran dioses, e que no había poder humano para que pudiese pugnar contra ellos, ni quien los pudiese ofender en el mundo ni enojallos.

 

§ 273. Estando pues los nuestros en este buen alojamiento, presentaron a Cortés más de trescientas mujeres hermosas y de muy buen parecer y muy bien ataviadas, las cuales las daban para su servicio, porque eran esclavas que estaban dedicadas para el sacrificio de sus ídolos, y estaban condenadas a muerte por excesos y delitos que habían cometido contra sus leyes y fueros; y pareciendo a los caciques que no había a donde mejor emplear, las dieron en ofrenda y sacrificio a los nuestros, las cuales iban llorando su gran desventura, a padecer crueles muertes considerando el cruel sacrificio que habían de padecer, y después de muertas comérselas los dioses nuevamente venidos.

 

§ 274. Algunos han querido afirmar en este particular, que estas mujeres eran hijas de señores y principales, lo cual no pasa ansí, porque de su antiguedad tenían esclavos y esclavas habidas en despojos de guerra y de gentes extranjeras venidas y traídas de otras naciones, y esta esclavonía sucedía en los hijos e hijas de los esclavos y esclavas, y pasaba muy adelante esta sucesión hasta bisnietos. Finalmente, questas trescientas mujeres se dieron y ofrecieron al capitán Cortés para que le sirviesen a él y a sus compañeros; y al tiempo que se las presentaron no las quiso recibir, sino que se las tornasen a llevar, respondiéndoles que se lo agradecía mucho e que no las quería recibir, porque en su religión cristiana no se permitía aquello, porque si no fuesen cristianas bautizadas no se podía hacer, y cuando esto oviese de ser, había de ser para tomallas por su única mujer y compañia por orden de la santa madre iglesia; que no las podían tener porque su ley lo vedaba, como adelante mediante nuestro señor lo verían.

 

 

§ 275. Más con todo esto, con grandes ruegos y persuaciones, las recibió a título de que se recibían para que sirviesen a Malintzin, advirtiendo de que se sienten mucho los indios cuando no les reciben los presentes que dan, aunque sea una flor, porque dicen que es sospecha de enemistad y de poco amor y poca confianza del dante y del que presenta la cosa, que ansí se usaba entre ellos. Cuando ansí tenían una mujer principal, la acompañaban muchas mujeres para que la sirviesen; de manera que para el servicio de Marina, se quedaron en servicio del capitán [F. 66 r.] Cortés para que acompañasen y sirviesen a Marina y ansi se quedaron en servicio del capitán y de sus compañeros, las cuales como referido tenemos se quedaron estas y otras muchas que después les dieron  hasta que adelante, viendo que algunas de estas esclavas se hallaban bien con los españoles, los propios caciques y principales daban sus hijas propias con propósito de que si acaso algunas se empreñasen, quedase entre ellos generación de hombres tan valiente y temidos.

 

§ 276. Y ansí fue que el buen Xicotencatl dió una hija suya, hermosa y de muy buen parecer, a don Pedro de Alvarado por mujer, que se llamó doña María Luisa Tecuilhuatzin,[154] porque en su gentilidad no había más matrimonio del que se contraía por voluntad de los padres, y ansí daban sus hijas a otros señores, que aunque se usaban muchas ceremonias de sus ritos gentílicos, como atrás lo dejamos declarado, los señores absolutamente tomaban las mujeres que querían, y se las daban como a hombres poderosos; y por esta orden se dieron muchas hijas de señores a los españoles, para que quedase de ellos casta y generación por si se fuesen de esta tierra.

 

§ 277. Llamaron los naturales desta tierra a Hernando Cortés chalchiuh capitán, que quiere decir tanto como si dijésemos capitán de gran estima y valor, y este es el natural sentido que se le daba, porque el chachihuitl es de color de esmeralda, y las esmeraldas son tenidas en mucho entre los naturales, son muy preciadas, y ansí compararon la persona de Cortés a estas piedras, llamándole chalchiuh capitán, comparando al buen español a los chalchihuites y esmeraldas, como si agora dijésemos esmeralda capitán o muy preciado caballero, llamándole ansí por excelencia chalchiuh capitán. Por lo consiguiente, llamaron a don Pedro de Alvarado el sol, porque decían que era hijo del sol por ser rubio y colorado, de muy lindo rostro, donaire y disposición y buen parecer, y ansí entre los naturales no le daban otro renombre, porque después del capitán Hernando Cortés no ovo hombre más querido ni amado de los naturales que don Pedro de Alvarado, especialmente entre los de Tlaxcalla.

 

 

§ 278. Y como estuviesen en este buen acogimiento en las casas y palacios del gran Xicotencatl, procuró Maxixcatzin, con grandes ruegos, que Cortés y toda su gente se pasasen a su barrio y cabecera y a sus casas, y que allí le serviría y regalaría, que es en el barrio y cabecera de Ocotelulco: lo cual Cortés le agradeció mucho y se pasó a su señoría y cabecera él y sus compañeros, ansí por dalle gusto y contento y también porque ansí le convenía dar contento a todos y ganalles la voluntad, particularmente a este Maxixcatzin. Adonde tuvieron descanso algunos dias, con muchos regalo y regocijo, con buenos entretenimientos de fiestas a su usanza de ellos. Al cabo de todo esto y pasadas sus fiestas, habiéndose congregado los cuatro señores de las cuatro cabeceras y demás principales y caciques, procuraron de tratar con Hernando Cortés, con palabras blandas y amorosas de persuación le rogaron y suplicaron con mucho encarecimiento, diciéndole de esta manera:

 

§ 279. "Pedímoste por merced, valeroso capitán, único señor de los hombres blancos y barbudos, que ya que os tenemos por hermanos y por muy verdaderos amigos y aún por hijos que nos hagais tanta merced que os declaréis con nosotros en decirnos y declararnos sin dobléz ninguna, [F. 66 v.] sino sencillamente y con abierto pecho y claras entrañas,[155] ¿qué es lo que buscáis y lo que queréis? ¿qué es vuestro designio y principal propósito, y a qué habéis venido a nuestras tierras? porque ya nosotros aquí estamos y aquí nos tenéis en paz y a vuestra voluntad y limpia y en segura amistad, con fe y palabras inviolables de que os tenemos por amigos, con presupuesto de jamás la quebrantar nosotros, ni los nuestros, ni nuestros hijos. Decidnos agora debajo de esto vuestra voluntad y de toda la realidad de la verdad, primeramente si sois verdaderamente hijos de dios y si sois hombres mortales como nosotros, ¿o si tenéis alguna deidad, o si sois dioses y de qué partes del mundo sois venidos y a dónde vais que viaje es el que habéis traido y si es cierto que habéis bajado del cielo como se ha imaginado, desengañadnos de todo punto, porque queremos estar desengañados, seguros y satisfechos, porque sabido vuestro intento, aquí nos tenéis para todo lo que quisiéredes hacer e intentar, nos hallaréis muy prontos y aparejados para todo.

 

 

§ 280. Y si habéis de pasar adelante, os daremos avío y todo lo necesario para el matalotaje; o si traéis intención de vivir entre nosotros, mirad adónde os parece buen sitio para hacer vuestro asiento y dónde estaréis mejor acomodados, porque os daremos tierras aguas y montes y os ayudaremos a hacer vuestras casas para en que podáis vivir a vuestro contento; y cuando esto no sea de todo lo que os preguntamos, decidnos si nos traéis alguna embajada de los altos soberanos dioses a cuya deidad estamos sujetos: decidnos y declaradnos la verdad, que a cualquiera cosa que se nos dijere de parte de ellos, estamos muy prestos para lo cumplir, ansí por guerras como por sacrificios y otro cualquier modo y manera que lo tienen ordenado, según fuere su voluntad, que suyos somos y sus vasallos. Por tanto, valeroso capitán, no nos tengáis ansí suspensos, declaradnos vuestra voluntad, pues la nuestra bien la sabéis y la habéis conocido, que de ilustres y nobles caballeros es declararse con los amigos, y aún con los enemigos". A las cuales razones que Xicotencatl y Maxixcatzin ovieron hablado, respondió Cortés mediante y por lengua de Malintzin y de Jerónimo de Aguilar, diciendo a los cuatro señores de las cuatro cabeceras:

 

§ 281. "Yo os agradezco mucho, generosos señores y amigos mios, vuestra lealtad y amigable voluntad: bien parece vuestro principado ser de mucha alteza, estima y gran valor, y pues ansí es, y queréis saber particularmente de mí y de mis compañeros quién somos, y de dónde y de qué parte venimos, justa razón pedís y es muy bien que se os diga, y estéis desengañados de las dudas en que estáis y de las cosas que ignoráis. Habéis de saber que mis compañeros y yo somos venidos de muy lejanas partes y de tierras muy remotas y apartadas de éstas; y nos llamamos cristianos, porque lo somos por ser hijos del verdadero dios, de aquel que crió el cielo y la tierra y todas las demás cosas que en el mundo hay y se ven, y somos venidos de parte del emperador don Carlos, que es muy gran señor, el cual me ha enviado a visitaros, porque sabe y entiende la necesidad en que estáis, ansí de fe como de fuerzas temporales, y para que también os demos noticia, dándoos a entender [F. 67 r.] cómo no hay más de un solo dios verdadero, porque todos los demás que tenéis y adoráis por dioses son dioses falsos y de mentira llenos de vanidad, obrados y hechos por manos de otros hombres bestiales y torpes, porque al fin son dioses mudos e insensibles que no se mueven.

 

 

§ 282. Y ansí su ser es compuesto y e de ninguna fuerza, valor, ni de ningún efecto, para lo cual soy venido a desengañaros del engaño en que vivís y habéis estado, y a traeros y daros otra ley mejor que la vuestra, porque es la del verdadero dios, limpia y clara sin ningún género de engaño ni duda, fuera de tanta burlería de sacrificios crueles y abominables, como son los que usáis en vuestros ritos; y ansímismo vengo a declarar y a decir cómo después de esta vida hay otra que es eterna y sin fin, cuya claridad os será mostrada y enseñada por los ministros de dios, para que estéis enterados en las cosas de nuestra santa fe católica, que para ello el gran señor de cuya parte soy venido os enviará muy en breve tiempo. Y ansí os ruego y amonesto que tengáis por bien, sin recibir pesadumbre alguna, pues tanta amistad me tenéis, de que quiero derribar estos vuestros ídolos, aquestos que tenéis y adoráis por dioses, que os tienen ciegos y engañados.

 

§ 283. Que esta ha sido mi principal venida, y después de esto vengo a ayudaros y a dar muy cruda guerra a Motecuhzoma vuestro capital enemigo, y vengar vuestras injurias, en cuya venganza y castigo veréis que mi amistad es firme y muy verdadera, para que después vengados de vuestros crueles adversarios y enemigos, vivir con descanso entre vosotros, sin jamás desampararos. Quería sacar de esto, generosos señores, que os persuadiésedes a querer seguir ante todas cosas, mi sacra religión, santisima ley y fe verdadera, que es la del verdadero dios Jesucristo nuestro señor, unigénito hijo de dios y salvador del mundo, y que os bautizásedes con el agua del Espíritu Santo, para que quedásedes lavados y limpios de todas vuestras culpas, mancillas y pecados, y con esto tendré por cierto que me queréis bien, y con este vínculo de amor quedará confirmada nuestra amistad para siempre jamás.

 

§ 284. Y llamaros héis cristianos, como yo me llamo y se llaman y apellidan todos mis compañeros, que es el más alto blasón y renombre, y apellido que podemos tener, porque es derivado y tomado del santísimo nombre del hijo de dios verdadero, Jesucristo nuestro señor y redentor del género humano; y que con esto, cesasen los crueles y horrendos sacrificios y endemoniados ritos que tenéis, y con esto diésedes de mano al demonio que os tiene ciegos y engañados, dando al través con todas estas cosas que el enemigo del género humano con sus malicias y astucias os ha incitado, que no viviésedes más en el engaño que vosotros y vuestros antepasados vivían y hasta agora habéis vivido.

 

 

§ 285. Olvidad y desarraigad de vuestros corazones tan gran engaño y torpeza y error, destruyendo totalmente el nombre que tenéis de idólatras, sacrificadores y comedores de carne humana y de vuestras propias carnes y sangre; cuyos nefandos y aborrecibles pecados e infernales hechos son reprobados entre hombres de razón y de ley de naturaleza, porque un crimen tan [F. 67 v.] atroz y uso tan cruelísimo y aborrecible entre todas las generaciones del mundo, pésimo y detestable y de tan horrenda abominación, y tiranía tan incompatible, jamás se ha visto, ni oído, ni hallado en todas las naciones del universo, que los fieros animales aborrecen comerse unos a otros, siendo gobernados tan solamente por instinto natural, como más largamente os podría decir y traer otros muchos más ejemplos con urgentísimas razones, las cuales dejó de explicaros y por dar fin a mi respuesta.

 

§ 286. Por tanto, generosos señores y amigos míos, que me habéis pedido razón de mi venida yo os he querido satisfacer, yo os la he dado muy por extenso sin haberos ocultado cosa alguna, sino que clara y abiertamente os he descubierto mi pecho, y ansí lo podeis decir e informar a todas vuestras gentes, y a aquellos que quisieren seguir mi amistad y venirse de paz y tornarse cristianos y ser del gremio de la Santa Madre Iglesia de Roma, y recibir el verdadero bautismo,  serán libres del demonio, y seremos todos unos, incorporados en un gremio. Y en lo que toca a decir que si somos dioses, o si somos hombres sabe y tened por cierto que no somos dioses sino hombres humanos y mortales como vosotros, pero la ventaja que tenemos de los otros hombres sólo es en ser como somos cristianos por servir como servimos  a un sólo dios verdarero; y la diferencia que hay entre nosotros y vosotros es, que vosotros servís a las estatuas e ídolos semejanzas del demonio y nosotros servimos a dios que crió el cielo y la tierra, como os lo tengo significado desde el principio de mi plática".

 

§ 287. Con lo cual acabó el valeroso capitán con semblante muy severo; y ansí quedaron y estuvieron los cuatro señores de las cuatro cabeceras de la señoría de Tlaxcalla absortos, admirados y suspensos de las cosas que el buen capitán les había dicho y respondido. Habiendo estado muy atentos a todo, e habiéndo oído tan blandas y tan amorosas palabras, tan vivas y de tan grande eficacia, que les penetraba los corazones infundiendo en ellos milagrosamente la gracia el Espíritu Santo, y estando llenos de esta plenitud, respondieron muy tiernamente y lagrimosos a estas y tan profundas palabras, diciendo de esta manera:

 

 

§ 288. "¡Oh valeroso capitán y más que hombre! verdaderamente no podemos creer sino que sois hijo de los dioses y el más valiente y esforzado príncipe de la tierra, y gran señor de los hombres blancos y barbudos, y el más temido varón que hasta hoy hemos visto los nacidos, ni oído en el mundo, ¿cómo deshaces y tienes en poco con tan gran atrevimiento la deidad de nuestros dioses y suma alteza de aquellos que desde el cielo gobiernan la tierra? ¿Por ventura hablaisnos por engaño o cautela, para que ignoremos que no sois vosotros los que habéis bajado del cielo para remedio a los hombres que vivimos en la tierra? Declaraos ya con nosotros, y no queráis que con torpe engaño caigamos en otros mayores errores; porque si ansí es como decís, que no hay más de un solo dios, y que todos los demás son compuestos y fabricados por manos de hombres, y que no hablan ni se mueven, y que son estatuas sin sentido, ansí es verdad, y te lo concedemos y confesamos.

 

§ 289. Más estos bultos y estatuas a quien servimos y adoramos son imágenes, figuras y simulacros[156] de los dioses que en la tierra fueron hombres, y por sus hechos heroicos y famosos subieron al cielo, allá adonde viven en eterno descanso, como agora vosotros que sois como dioses,[F. 68 r.] que quedando acá sus estatuas entre nosotros, se fueron a residir a sus lugares y moradas de gozo, adonde viven con descanso, y desde allá nos envían a la tierra con sus divinas influencias, con su virtud y gran poder todo lo necesario, viendo que sus bultos y figuras son adoradas de las gentes. Y ansí no sabemos ilustre capitán cuál sea la causa que traéis inclinado contra ellos, por qué nos dices y amonestas que no hay más de un dios, y que es este creador del cielo y de la tierra, que es el verdadero, y que a éste servis y adorás tú y tus compañeros, y a éste nos persuades que creamos, e que creyendo en él, seremos todos unos, echándonos agua en las cabezas en nombre y virtud de ese mismo dios, e que nos llamaremos cristianos, quedando con esto limpios y lavados de nuestras culpas y pecados, e que seremos hijos suyos.

 

 

§ 290. E que porque esto tenga efecto y sea válido, que ante todas cosas hemos de consentir que nos derribes y desbarates nuestros ídolos, que son semejanza de nuestros dioses a los cuales adoramos y reverenciamos de tantos siglos atrás nosotros y nuestros antepasados, que con tanta religión observaron y guardaron en el culto dellos, ¿cómo quieres tú que con tanta facilidad los dejemos y que consintamos que con tus violentas y sacrílegas manos te dejemos profanar los dioses que en tanto tenemos y estimamos? Valeroso capitán para qué quieres mover agora negocio tan intratable alterando los corazones de los nuestros en querer intentar un caso tan duro como éste y tan dudoso quebrantando un fuero tan inviolable.

 

§ 291. Que si con tan denodado atrevimiento y temerario lo hiciéses, los hombres que vivimos en la tierra y tan sujetos a la voluntad de los dioses, no lo habrías comenzado a poner por obra, cuando ellos todos se indignarían contra todo el mundo, y lo destruirían y tornarían por su propia causa y deidad, cuando viesen que los hombres los menospreciábamos en la tierra, nos enviarían hambres, pestilencias y otros desastres, e infortunios y grandes calamidades, desechándonos de si y expeliéndonos como a hombres malditos y apartados de su amistad, que no nos hablarían más, ni menos nos responderían como nos responden; y el sol y la luna y demás estrellas relumbrantes se enojarían contra nosotros, y ya no nos mostrarían más su luz ni claridad. Mira pues, señor y muy temido caballero[157] de los dioses blancos y barbudos, lo que quieres emprender; mira que te queremos mucho, y te rogamos que no lo hagas, no te suceda algún trabajo, porque tenemos por experiencia que cuando ansí algunos de nosotros llegamos con insolencia a algunas de estas reliquias indignamente, caen sobre nosotros grandes relámpagos, rayos y truenos del cielo, en castigo de tan grande osadía y atrevimiento.

 

 

§ 292. Y dejando este aparte que es negocio que toca a los dioses, todas las demás cosas que nos has dicho, que es ir contra Culhua y asolar y destruir por fuerza de armas con cruda y fuerte guerra, todo nos parece poco ponello debajo de tu señorío, y el mando no lo estimamos y tenemos en nada, en comparación de lo que nos has dicho, ni el tenerte por amigo, ni el reconocer por tal al gran señor que te envía, que es el que nos dices que se llama emperador monarca del mundo, aquel que de tan lejanas partes nos [F. 68 v.] envía a saludar y visitar. Y para corresponder a tan gran merced como ésta, nos obliga a que le sirvamos y agradezcamos, ayudándole en todo lo que se le ofreciere, teniéndole siempre por verdadero señor y amigo nuestro. Mira lo que ha menester de nosotros, dinoslo si quiere algo de las cosas de nuestra tierra, que por la amistad que le tenemos y a tí te hemos cobrado, lo haremos muy de veras y cumplidamente, porque esta nuestra paz y amistad ha de ser para siempre eterna y perdurable, hasta la fin de los siglos futuros y advenideros. Por tanto mira lo que quieres, que aquí estamos muy prontos para todas las ocasiones que se te ofrecieren a tí y a tus valerosos compañeros, ansí en la paz y en la guerra, ansí lo puedes enviar[158] a decir al gran señor que te ha enviado".

 

§ 293. Cuyo razonamiento propuso en nombre de todos el poderoso y gran señor Maxixcatzin, que era muy discreto y el más mozo de los cuatro caciques: a las cuales palabras nuestro animoso e invencible español, respondió replicando con cristianísimo y católico pecho con la mayor osadía que hombres pudieran tener, diciendo de esta manera constreñido del celo cristiano de que estaba armado.

 

§ 294. -"Bien he[159] visto, leales amigos mios y muy estimados señores, el amor y amistad que me tenéis sin género de dobléz alguno, a lo cual no puedo dejar de acudir de hacer vuestra voluntad, especialmente siendo cosa que conviene a vuestro propio remedio, porque para destruir yo y asolar todo este mundo y todas cuantas naciones en él hay, no lo estimaría yo en nada tanto cuanto deseo vuestra salvación y que salgáis del error en que vivís, porque teniéndoos de mi parte y bando, todo se me facilita y allana pero es recio caso, amigos y señores míos, que no seáis cristianos y de la cristiana parcialidad, porque siendo yo cristiano y hijo del verdadero dios, cuya ley y doctrina guardo, que viva entre gentes que sirven y adoran dioses de falsedad y de mentira. Y en cuanto a esto que decís que han de destruir el mundo mostrando grande ira contra los hombres, y que enviarán fuego del cielo, hambres y pestilencias y otras calamidades como habéis referido, es negocio de poco momento e imaginación vana, lo cual tomo a mi cargo para avenirme con ellos porque ellos no son dioses ni son nada, ni tienen ningún poder.

 

 

§ 295. Finalmente, que como a amigo[s] fieles os ruego y aconsejo que no creáis en ellos, sino que los derribemos y asolemos, despedasándolos y quebrantándolos de manera que no quede nombre ni memoria dellos en el mundo, porque es muy gran lástima que señores y principales  tan claros y generosos varones sean sujetos a tan abominables figuras. Por tanto, amigos míos, persuadíos a ser cristianos, y no estéis incrédulos, ni tan obstinados en vuestros errores. Mirad con los ojos del entendimiento lo que os he significado, porque es pura verdad. Dejad la pertinacia endurecida de vuestros corazones, animaos a ser hijos de dios verdadero, que os infundirá su divina gracia, y os dará verdadera claridad y lumbre para que mejor entendáis lo que con palabras no os puedo explicar".

 

§ 296. Oído negocio tan duro y pesado para un tan arraigado uso y costumbre, quedaron por muy gran rato sin poder hablar ni responder cosa alguna,  más al cabo, habiendo bien considerado lo que con tanto espíritu el capitán [F. 69 r.] Cortés les decía, le respondieron de común consentimiento, pues ellos le habían dado sus corazones y su amistad, que era lo mejor de sus personas, que en este caso que ellos se rendían  y no tenían que le responder sino que ejecutase y hicése lo que por bien tuviese, y que derribase los ídolos y los diese por ningunos, pero que si algo sucediese, que no fuese a su cargo, e que fuese visto y entendido que ellos no querían enojar a los dioses ni era tal su voluntad, ni menos los querían ya creer, sino al dios verdadero de los cristianos que les decían que era aquel que había creado los cielos y la tierra, y en aquél en quien él creía, e que querían tornarse cristianos y echarse agua en las cabezas, como ellos lo tenían de costumbre, y ser bautizados y guardar sus leyes y mandamientos, como ellos los guardaban.

 

§ 297. Finalmente, seguir y guardar sus buenas y santas costumbres: y porque sus gentes no se alborotasen, que ellos les querían hablar, dándoles a entender todas aquellas cosas de que habían sido informados, y que en el ínter se estuviesen quietos y sosegados e que apaciguasen sus corazones. Tomando pues la mano en esto los cuatro señores, hicieron grandes juntas en sus pueblos, barrios y cabeceras, donde dieron entera noticia de lo que el capitán quería y pretendía hacer en destruir y derribar sus dioses e ídolos, e que no tan solamente venía a castigar a los injustos hombres, sino que también quería tomar venganza de los dioses inmortales, porque nos ha dicho que nos quiere dar otra nueva ley, limpia y loable, e que para esto tengamos por bien, que recibamos a otro dios que él nos trae no le quiere dar porque es sobre todos los dioses.

 

 

§ 298. Este modo de hablar y decir que les quería dar otro dios, es a saber, que cuando estas gentes tenían noticia de algún dios de buenas propiedades y costumbres, que le recibían admitiéndole por tal, porque otras gentes advenedizas trajeron muchos ídolos que tuvieron por dioses, y a este fin y propósito decían que Cortés les traían otro dios; y ansí decían de manera que en este hemos de adorar y servir, porque él lo aoraba y servía muy en diferente modo y manera que nosotros servimos a nuestros dioses; porque a éste no le sacrifican corazones de hombres humanos, ni menos con sangre viva dellos, como nosotros lo hacemos con nuestros dioses, sino con solamente oraciones y con bautismo de agua. Y que esto le habían prometido de seguir, y que en esto, ninguno se lo estorbase ni le fuese a la mano, sino que le dejemos hacer lo que él quisiere, pues viene a ayudarnos y a favorecernos, por lo cual no nos conviene que le seamos contumaces, ni rebeldes, ni traidores.

 

§ 299. Haga lo que quisiere y por bien tuviere, que él lo toma a su cargo, que es negocio de entre ellos; dioses son los unos y los otros,  ellos se entenderán, y cada uno volverá por sí y por lo que le tocare. Más a nosotros convienenos conservar su amistad, porque nuestras gentes vivan seguras no demos lugar a que los enemigos nuestros tomen venganza de nosotros. Oído negocio tan duro por los de la república, volvieron los rostros al cielo en señal de gran dolor y sentimiento, y muy llorosos que era vellos cosa de espanto y lástima, de tal manera que decían algunos de ellos a sus señores:

 

§ 300. "Decid al capitán y respondedle, ¿de qué, por qué nos quiere quitar los dioses que tenemos y que tantos tiempos ha que servimos nosotros y nuestros antepasados? Que sin quitallos ni mudallos de sus lugares sagrados, pueden poner a su [F. 69 v.] dios entre los nuestros, que también le serviremos, y adoraremos, o le haremos casas y templos aparte y de por sí, y será también dios nuestro y le serviremos y adoraremos y le guardaremos el decoro y respeto que a su deidad y santidad merece, guardando sus leyes y mandamientos como lo hemos hecho con otros dioses que nos han traído de otras partes".

 

 

§ 301. A las cuales palabras torpes y sin fundamento les respondieron sus señores y caciques, que ya no había remedio a cosa ninguna de las que pedían, sino que precisamente había de hacerse lo que el capitán quería e que no se tratase más de ello; y ansí fue que luego callaron y comenzaron a ocultar y esconder secretamente muchos ídolos y estatuas, como después adelante andando el tiempo se vió y se ha visto, donde secretamente muchos de ellos los servían y adoraban como de antes, aconsejándoles el demonio que no desmayasen, ni los hombres advenedizos los engañasen, lo cual les decía en sueños y en otras apariencias, mayormente cuando tomaban y bebían cosas provocativas a ver visiones, que para semejantes cosas las tenían y las tomaban.

 

§ 302. Por cuya causa muchos de ellos estuvieron muy  endurecidos, rebeldes y obstinados para su conversión; y ansí agora en nuestros tiempos, que fue el año de mil quinientos setenta y seis, muchos principales viejos pidieron agua del bautismo, que de verguenza y empacho no se habían querido bautizar, los cuales habían quedado de aquellos que habían sido duros y pertinaces en dejar los ídolos; y como después vieron que toda la gente de la tierra venía a la conversión, quedáronse muy engañados, y después de pura vergüenza, como eran principales, no se atrevían a venir al santo bautismo;  que aunque eran casados en haz de la Santa Madre Iglesia y tenían nombres de cristianos y que confesaban y comulgaban cada un año, no osaban decir que no estaban bautizados, hasta este año, habiendo sido alcaldes y regidores en esta república, pasó ésto y vimos por vista de ojos. Fue nuestro señor servido que en los últimos días de su vida conocieran el error en que habían estado y vivido, y recibieron el santo bautismo y acabaron  católicamente dentro de pocos días este año. 

 

§ 303. Tornando a nuestro principal propósito, éstas y otras muchas cosas torpes hacían y decían; y en resolución Maxixcatzin y Xicotencatl y los demás principales caciques y señores dijeron a Cortés que no reparase en cosa alguna, sino que ejecutase su intento y que absolutamente hiciese lo que le pareciese y bien le estuviese, porque ellos estaban determinados de creer en un dios y en Santa María su santísima madre, y guardar sus mandamientos sagrados y divinos preceptos, y que desde luego daban por ninguna su ley de idolatría y engaño en que vivían y habían vivido, y que en esta fe y nueva tan santísima querían vivir y morir para siempre jamás e que desde luego pedían agua del bautismo, e que querían ser bautizados. E que para que fuese notorio a todas sus gentes se pusiese luego por obra y que en ello no hubiese dilación, que el tiempo no daba lugar a ello.

 

 

§ 304. Visto por Hernando Cortés cuán bien se acudía a lo que él tanto deseaba, no podía estar de gozo, dando inmensas gracias a nuestro señor por tan grandes [F. 70 r.] y señaladas mercedes como le hacía, porque este fue el principal fundamento de su venida y el camino y principio de todo su bien, como lo fue en esta vida y para conseguir y alcanzar la gloria y dejar en esta vida eterna [e] inmortal fama . Y con este tan solemne y celebrado regocijo, fueron luego bautizados los cuatro señores de las cuatro cabeceras como atrás lo habemos venido refiriendo por mano de Juan Díaz, presbítero que venía por capellán de la armada. Hecha esta general y pública conversión a honra y gloria de nuestro señor y de su benditísima madre la siempre virgen  María y señora nuestra, se comenzaron a bautizar luego los otros muchos señores y caciques de esta república, tras lo cual se comenzaron a derribar por los suelos, los ídolos y estatuas de sus falsos dioses y en presencia de todos a profanallos  y a tenellos en poco, como se hizo hasta que totalmente cada día se iban y fueron asolando y se ha venido a perder el nombre de ellos y la pésima idolatría tuvo fin que tantos siglos de años había que duraba entre estas gentes. [Al margen derecho: Juan Diaz clérigo presbítero primer sacerdote y al primero que administró sacramentos a los naturales.

 

 

AGREGADO DE MUÑOZ CAMARGO NO APARECE EN LA DESCRIPCIÓN.  § 305 a 307.

 

§ 305. Fueron padrinos de los cuatro señores, don Fernando Cortés, don Pedro Alvarado, Andrés de Tapia, Gonzalo de Sandoval, Cristóbal de Oli[d]. Tomó por nombre Xicotencatl llamarse Vicente que después se llamó don Vicente y Maxixcatzin se llamó Lorenzo, don Lorenzo Maxixcatzin, Zitlalpopocatzin y Tlehuexolotzin.[160]

 

 

§ 306. Este día de su bautismo y conversión se hicieron muchas fiestas a modo castellano, con muchas luminarias de noche y carreras de caballos, aunque pocos con cascabeles, que vieron y conocieron los naturales estas muestras de alegría, y ellos a su modo hicieron grandes bailes y danzas que llaman mitotes, según su antiguo uso y costumbre, con muchas comidas y dádivas y presentes de ropa y esclavos y joyas de oro y piedras de precio, que dieron a los españoles aquel día: y no nos pararemos a contar sus géneros y maneras de comidas, cómo y de qué manera las servían y las daban, porque otros lo han escrito muy por extenso; y cierto que hay en ello mucho que contar, sólo diré una curiosidad y cuidado que se tuvo.

 

§ 307. Al tiempo de bautizarlos y es qque fue por esta orden: que un día que se bautizaban varones y se llamaban Juanes, y  otro las mujeres y se llamaban Anas[161] las mujeres, y otro día se ponían Pedros y  Marías, de suerte que venían por días los nombres de los varones y hembras y dábaseles una cedulita para que no se olvidase los nombres de los bautizados de aquel día. Y ansí se usó en esta provincia de Tlaxcalla muchos años, que llevaban por memoria los nombres, porque muchos nombres se olvidaban y venían a buscar sus nombres en el padrón del bautismo, y ansímismo ví yo en otras muchas provincias de esta tierra hacer la misma diligencia.

 

§ 308. Habiendo pues acabado Hernando Cortés un negocio tan heroico [y] arduo, en haberse convertido por su orden y mano los cuatro casiques y cabeceras de Tlaxcalla, desde allí en adelante se comenzaron a tratar negocios tocantes a la conquista, cómo y de qué manera se podía entrar y tomar a México y ganar las demas ciudades y provincias para que ansimismo ellos viniesen en conocimiento de dios y de la verdadera lumbre [F. 70 v.] de nuestra santa fe y que fuesen bautisados y se diesen de paz sin derramamiento de sangre ni muertes de hombres. 

 

 

§ 309. E que cuando esto no quisiesen venir ni hacello por bien, ni serles amigos, castigallos muy deveras, vengarse de ellos y de sus injurias como se lo tenía prometido; de manera que desde allí en adelante no se trataba de otra cosa sino[162] de hacer gente contra los culhuas mexicanos, lo cual dentro de muy breve tiempo se hizo por no dar lugar a que los mexicanos se confederasen con los tlaxcaltecas y por evitar malos pensamientos y otras nuevas ocasiones y propósitos procuró Coirtés de no dejar de la mano a sus nuevos amigos y confederados usando como siempre sus astucias como astuto capitán de la buena ocasión que presente tenía. Hecha su gente comenzaron a marchar y a moverse sus ejércitos españoles y tlaxcaltecas con mucha orden de su milicia, con número y copia de gentes bastantes para tan gran empresa, de gentes y bastimentos, con muy principales y famosos capitanes ejercitados en guerras según su modo y manera y  antiguo uso. Que fueron por capitanes Piltecuhtli, Acxotecatl, Tecpanecatl, Calmecahua, Cocomitecuhtli, Quauhtotohua, Teotlipil, y otros muchos que por ser tantos y tanta la variedad de nombres no se ponen, sino los más señalados que siempre tuvieron fidelidad con Hernando Cortés hasta al cabo de su conquista.

 

§ 310. La primera entrada que se hizo fue por la parte de Cholula, donde gobernaban y reinaban dos señores que se llamaban Haquiach y Tlalchiach, que siempre los que en este mando sucedían eran llamados deste nombre, que quiere decir el mayor de lo alto y el mayor de lo bajo del suelo, Entrados pues por la provincia de Cholula, en muy breve tiempo fue destruída por muy grandes ocasiones que para ello dieron y causaron los naturales de aquella ciudad, la cual destruída y muerta en esta entrada gran muchedumbre de cholultecas, corrió la fama por toda la tierra hasta México, adonde puso horrible espanto, y más en ver y entender que los tlaxcaltecas se habían confederado con los dioses, que ansí eran llamados los nuestros generalmente en toda la tierra de este Nuevo Mundo, sin podelles dar otro nombre.

 

§ 311. Tenían tanta confianza los cholultecas en su ídolo Quetzalcohuatl, que entendieron que no había poder humano que los pudiese conquistar ni ofender, antes acabar a los nuestros en breve tiempo; lo uno porque eran pocos, y lo otro que los tlaxcaltecas los habían traído allí por engaño a que ellos los acabaran, porque como digo confiaban tanto en su ídolo, porque decían que era tanto su poder, que  con rayos y fuego del cielo los habían de consumir y acabar y anegar con aguas, ansí lo decían y publicaban a grandes voces:

 

 

§ 312. "Dejadlos llegar a estos advenedizos extranjeros, veamos qué poder es el suyo, porque nuestro dios Quetzalcohuatl está aquí con nosotros, que en un improviso los ha de acabar. Dejadlos lleguen los miserables, veámoslos agora, gocemos de sus devaneos y engaños que traen, que son locos de quien se fian aquellos sométicos mujeriles que no son mas que mujeres bardajas de sus hombres barbudos que se han rendido a ellos de miedo; dejadlos llegen a los alquilados que bien les han pagado las vidas a los miserables mirad a los ruines [F. 71 r.] tlaxcaltecas, cobardes, merecedores de gran  castigo. Como se ven vencidos de los mexicanos, andan a buscar gentes advenedizas para su defensa. ¿Cómo os habéis trocado en tan breve tiempo, y os habéis sometido a gente tan bárbara y extranjera en el mundo no conocida? Decid ¿de dónde los habéis traído alquilados para vuestra venganza? ¡Oh miserables de vosotros, que habéis perdido la fama inmortal que teníades de tres varones descendientes de la muy clara sangre de los antiguos teochichimecas, pobladores de estas tierras inhabitables! ¿Qué ha de ser de vosotros gentes perdidas? Más aguarda, que muy presto veréis  sobre vosotros el castigo que hace nuestro dios Quetzalcohuatl".  

 

§ 313. Decían estas cosas y otras semejantes, porque tenían entendido, que en efecto se habían de abrasar con rayos de fuego que del cielo habían de caer sobre ellos, y que de los mismos templos de sus ídolos habían de salir y manar ríos caudalosos de agua para los anegar, ansí a los de Tlaxcalla como los nuestros, que no poco temor y espanto causaba a los amigos tlaxcaltecas, creyendo que fuera ansí como los de cholultecas decían, especialmente los pregoneros del templo de Quetzalcohuatl, que ansí lo publicaban; más visto por nuestros tlaxcaltecas que nuestros españoles apellidaban a Santiago, y que comenzaban a quemar los españoles los templos de los ídolos y a derribarlos por los suelos, profanándolos con gran determinación, y como no veían que hacían nada ni caían rayos, ni salir los ríos de agua, entendieron la burlería y cayeron en la cuenta de cómo era todo falsedad y mentira, tornaron en sí cobrando tanto ánimo, que como dejamos referido, hubo en esta ciudad tan gran matanza y estrago, que no se puede imaginar. De donde nuestros amigos quedaron muy enterados del valor de nuestros españoles, y desde allí en adelante no estimaban acometer mayores cosas, todo guiado por orden divina, que era nuestro señor servido que esta tierra se ganase, y rescatase y salise del poder del demonio.

 

 

§ 314. Antes que esta guerra se comenzara, fueron enviados mensajeros y embajadores de la ciudad de Tlaxcalla a los cholultecas a rogarles y a requerirles con la paz, enviándoles a decir que no venían a buscar a ellos, sino a los de culhua, culhuacanenses mexicanos, que como está dicho, este era su nombre y apellido culhuaques porque habían venido de las partee de Culhuacan de hacia la parte del poniente y mexicanos porque ansí se llamaba la ciudad de México adonde estaban poblados con supremo poder. Fueles enviado a decir por los de Tlaxcalla y de parte de Cortés que se viniesen y diesen de paz y que no tuviesen temor, que los dioses blancos y barbudos les harían daño, porque era muy principal gente y muy noble, y que querían su amistad y que ansí les rogaban como amigos los recibiesen de paz, que haciéndolo ansí, serían bien tratados de ellos e que no les harían ningun mal tratamiento, porque de otra manera que si los enojaban, que era gente muy feroz y atrevida y valiente, e que traían armas aventajadas y muy fuertes de hierro blanco.

 

§ 315. Decían esto de hierro blanco a causa de que entre ellos no tenían hierro sino cobre, e que traían tiros de fuego y animales fieros que los traían de trailla atados con cordeles de hierro, y calzaban y vestían hierro, y de cómo traían ballestas fortísimas, y leones, y onzas muy bravas que se comían las gentes, [F. 71 v.] lo cual decían por los perros lebreles y alanos muy bravos que en efecto traían los nuestros, [que] fueron de mucho efecto, y que con estas cosas no se podían escapar ni tener reparo si los dioses se enojaban y si no se entregaban de paz, lo cual les parecía a ellos muy bien, por escusar mayores daños, y que les aconsejaban como amigos lo hiciesen ansí. Más sin hacer caso de todas estas cosas no quisieron sino seguir su parecer de no darse, sino antes  morir, y en lugar de este buen consejo [por] buena respuesta a los de Tlaxcala, desollaron vivo la cara a Patlahuactzin su embajador, persona de mucha estima y principal de valor, y lo mismo hicieron de sus manos, que se las desollaron hasta los codos, y cortadas las manos por las muñecas, que las llevaba colgando.

 

§ 316. Y le enviaron desta manera con gran crueldad diciéndole ansí: "Andad y volved y decid a los de Tlaxcalla y esos otros andrajosos hombres, o dioses o lo que fueren, que son estos que decís que vienen, que eso les damos por respuesta". Y ansí se vino el pobre embajador con harta lástima y dolor, el cual puso horrible espanto y pena en la república siendo uno de los gentiles y hermosos hombres en esta señoría dispuesto y bien agestado. Y visto tan gran atrevimiento y mal tratamiento de que murió Patlahuatzin en servicio de su patria y república, adonde dejó eterna fama ansí entre los suyos como lo refieren en sus enigmas y cantares, fueron indignados los tlaxcaltecas porque lo recibieron por gran afrenta, una cosa que jamás había pasado en el mundo.

 

 

§ 317. Que los semejantes enbajadores siempre eran tenidos [y] honrados de los reyes y señores extraños, porque con ellos se comunicaban las paces y las guerras y otros acaecimientos que entre las provincias y reinos suelen suceder. Y ansí con esta indignación  dijeron a Cortés: "Señor muy valeroso, en venganza de tan gran desverguenza  y maldad y atrevimiento, queremos ir contigo a asolar y destruir aquella nación y su provincia, y que no quede vida de gente tan perniciosa, obstinada y endurecida en su maldad y tiranía, que aunque no fuera por otra cosa más de por esta, merecen castigo eterno, que en lugar de darnos gracias por nuestro buen comedimiento, nos han querido menospreciar y a tener en tan poco por amor de ti". El valeroso Cortés les respondió con rostro severo diciéndoles de esta manera: "Que no tuviesen pena, que él les prometía la venganza dello", como en efecto lo hizo; ansí por esto como por otras traiciones, se puso en ejecución dalles guerra muy cruel, adonde murieron grande muchedumbre dellos como se vera por las crónicas que de la conquista de está tierra está hecha.

 

§ 318. Decían los cholultecas que los habían de anegar en virtud de su ídolo Quetzalcohuatl, que era el más frecuentado ídolo de todos los que tenían en toda esta tierra, y ansí el templo de Cholula lo tenían por relicario de los dioses; y ansí decían que cuando se descostraba alguna costra de lo encalado, en tiempo de su gentilidad, decían que por allí manaba agua y porque  no se anegasen, mataban niños de dos y de tres años, y de la sangre de ellos mezclada con la cal haciéndolo a manera de zulaque tapaban con ella los manantiales y fuentes que ansí manaban. Y ateniéndose a esto decían los cholultecas que cuando algún trabajo les sucediese en la guerra de los dioses blancos y tlaxcaltecas, que descostraban y despostillaban todo lo encalado por donde manasen fuentes de agua con que los anegasen, lo cual hicie [F. 72 r.] ron y pusieron por obra cuando se vieron en tan gran aprieto como en el que se vieron, lo cual aunque lo hicieron no les aprovechó cosa alguna, de que quedaron muy burlados, y como hombres desesperados los más de ellos que murieron en aquella guerra de Cholula, se despeñaron ellos propios, y se echaban a despeñar de cabeza arrojándose del cu de Quetzalcohuatl abajo, porque ansí lo tenían de costumbre muy antigua desde su origen y principio ser ansí rebeldes y contumaces como gente indómita y dura de cerviz y que tenían por blasón de morir muerte contraria de las de otras naciones, morir de cabeza.

 

§ 319. Finalmente que los más dellos en esta refriega, murieron desesperados matándose ellos propios. Acabada la guerra de Cholula entendieron y conocieron los cholultecas que era de más virtud el dios de los hombres blancos y que sus hijos más poderosos. Y los tlaxcaltecas, nuestros amigos, viéndose en el mayor aprieto de la guerra y matanza, llamaban y apellidaban al Apóstol Santiago, diciendo a grandes voces ¡Santiago! y de allí les quedó que hoy en día en hallándose en algún trabajo los de Tlaxcala  llaman al señor Santiago.              

 

§ 320. Usaron los de Tlaxcalla de un aviso muy bueno que les dió Hernando Cortés porque fueran conocidos y no morir entre los enemigos por hierro porque sus armas y divisas eran casi de una manera y había en ellas poca diferencia que como era tan gran multitud de gentes la una y la otra ansí fue menester porque si esto no fuera en tan gran aprieto se mataran unos a otros sin conocerse y ansí se pusieron en las cabezas unas guirnaldas de esparto a manera de torsales y con esto eran conocidos los de nuestra parcialidad que no fue pequeño aviso. Destruída en esta primera entrada que se hizo en Cholula y muerta tanta muchedumbre de gente saqueada y robada como se saqueó pasaron luego nuestro ejércitos adelante poniendo grande temor y espanto por donde quiera que pasaba hasta que la nueva de tal destrucción[163] llegó a toda la tierra, y las gentes admiradas de oir cosas tan nuevas, y de cómo los cholultecas eran vencidos y perdidos los más de ellos muertos y destruídos en tan breve tiempo, y de cómo su ídolo Quetzalcohuatl no les había ayudado en cosa alguna, hicieron grandes conjeturas todas estas gentes, con grandes sacrificios y ofrendas porque no sucediese lo mismo a todos los demás, con grandes llantos y lloros, que era lástima vellos metidos en un juicio tan profundo como éste.

 

 

AGREGADO DE MUÑOZ CAMARGO § 321.

 

 

§ 321. Aunque todas estas cosas les aprovechaban muy poco, no por eso dejó de causar grandisimo temor a toda la tierra, cuyo vencimiento relajó los bríos de todos los comarcanos, sin entender por dónde viniese tan gran castigo de los dioses; y ansí desde aquí en adelante vivían con cuidado, esperando el fin que había de tener la venida de estas nuevas gentes, y escondían sus hijas y mujeres y haciendas en lo más espeso y escondido de la tierra.

 

§ 322. Como nuestros españoles y los de Tlaxcalla ovieron conseguido tan gran victoria y tomada la ciudad de Cholula, y quedando por misericordia, prosiguieron su viaje a la ciudad de México, adonde en beves días llegaron, y el capitán Cortés fue muy bien [F. 72 v.] recibido de paz del gran señor y rey Motecuhzomatzin y de todos los señores mexicanos; y dejando el suceso de esta tan famosa historia a los que de ella escriben y han escrito prosiguiendo lo que vamos tratando.

 

§ 323. Estando pues en la ciudad de México Hernando Cortés en el mayor triunfo que capitán ni príncipe del mundo pudo tener ni estar como estaba, y en la mayor cumbre que su fortuna le pudo sublimar ni pudo poner, le vino una súbita y repentina nueva que fue de la venida y llegada de Pánfilo de Narvaez, que contra él venía y enviaba Diego Velásquez, gobernador que en aquellos tiempos era de la isla de Cuba, que le fue necesario dejar aquella alteza en que estaba, e ir en persona al reparo de un gran daño y estorbo como éste, para lo que llevaba comenzado y tenía entre manos, que tales son las cosas inestables de este mundo, que sin pensar viene un contrario y un desabrimiento en los mayores contentos y placeres de esta vida. Y ansí se fue luego y salió de México para Cempohuallan sin perder punto de lo que tanto le importaba y por no dejar e la mano una de las mayores empresas y más heróicas que en el mundo jamás hombre humano había ganado. De suerte que dejando en México a don Pedro de Alvarado, se despidió de Motecuhzomatzin y de los demás caciques y señores mexicanos so color de que iba a castigar ciertas gentes robadoras y corsarios, que habían llegado y venido nuevamente a hacelles mal y a toda la tierra, e que iba a poner remedio en ello.

 

 

§ 324. Con este designio partió de México el animoso capitán, y se vino por Tlaxcalla adonde fue muy bien recibido y dando cuenta a sus leales amigos del negocio a que iba, le dieron copia de gente que le acompañó y fue sirviendo: y caminando por sus jornadas por tierras de paz y de sus amigos, llegó en breves días a Cempoahualla, adonde con su buena industria y mañas, prendió a Pánfilo de Narvaez y le quebró un ojo. Hecha esta prisión atrajo a sí toda la gente de su compañia con dádivas y regalos que hizo, dió y prometió: lo cual le aprovechó mucho, con la cual gente hizo toda la conquista de esta tierra; y dejando puesta orden en Cempohualla con todo el recato y cuidado de gente de confianza, con la mayor prudencia y brevedad que pudo se volvió a México, que ansí convenía porque tuvo nueva de que se habían rebelado los mexicanos contra los españoles.

 

§ 325. Llegado que fue y entrado dentro de la ciudad, halló a los suyos cercados y encerrados en las casas de Motecuhzoma y puestos en muy grande aprieto; y como fuese llegado como está referido, rogó a los caciques mexicanos con grandes ruegos y amonestaciones, que aplacasen su enojo, e que él era venido a socorrerlos y a castigar a sus soldados aquellos que les habían enojado, porque su voluntad era tenellos por amigos, e que los suyos como hombres nuevos y de poca experiencia habían errado, y que él como lo verían los castigaría. Más nunca les aprovechó cosa de las que les dijo, hasta que el propio Motecuhzomatzin un día se subió en persona a un terrado, donde les mandaba que aplacasen su ira, e que no se pusiesen en aquello ni se quisiesen tomar con las gentes nuevas; que los dejasen, que ellos se querían ir y volver a sus tierras.

 

§ 326. Y tampoco bastó esto, antes como gente obstinada en su desvergüenza se amotinaron contra su rey, llamándole de bujarrón y de poco ánimo, cobarde, con otras palabras deshonestas, vituperándole con deshonestidad. Teniéndole en poco, le comenzaron de tirar con tiros de [F. 73 r.] varas tostadas y flechas y hondas, que era la más fuerte arma de pelea que los mexicanos tenían, de suerte que le tiraron una pedrada con una honda y le dieron en la cabeza, de que vino a morir el desdichado rey, habiendo gobernado este Nuevo Mundo con la mayor prudencia y gobierno que se puede imaginar, siendo el más temido y reverenciado y adorado señor que en el mundo ha habido y en su linaje, como es cosa pública y notoria en toda la máquina deste Nuevo Mundo, donde con la muerte de tan gran señor se acabaron los reyes culhuaques mexicanos y todo su poder y mando estando en la mayor felicidad de su monarquía: y ansí no hay de qué fiar en las cosas de esta vida sino en solo dios.

 

 

§ 327. Muchos afirman de los conquistadores que yo conocí, que estando en el artículo de la muerte pidió agua de bautismo, e que fue bautizado y murió cristiano, aunque en esto hay grandes dudas y diferentes pareceres; más como digo que de personas fidedignas, conquistadores de los primeros desta tierra, de quien fuimos informados, supimos que murió bautizado y cristiano, e que fueron sus padrinos del bautismo Fernando Cortés y don Pedro de Alvarado. Este nombre de Motecuhzomatzin quiere tanto decir, como señor reglado[164] tomándolo literalmente; más en el sentido moral quiere decir señor sobre todos los señores y el mayor de todos, y señor muy severo y grave y hombre de coraje y sañudo, que se enojaba súbitamente con liviana ocasión.

 

§ 328. Muerto el desdichado rey Motecuhzomatzin en quien tenían los nuestros puesta toda su esperanza, se procuró de dar orden de la salida de aquel cerco tan trabajoso, porque los bastimentos se les iban acabando y faltando, y las aguas que bebían eran de pozos salobres  hediondas que les hacían mucho daño, que los propios cercados habían abierto para beber. Vista su perdición y su precisa necesidad tan irremediable, acordaron de salir de allí antes que pereciesen tantas gentes como allí estaban oprimidas y cercadas. Y ordenados sus haces y escuadrones, se salieron una noche: cuando todo estaba en silencio y sosegado, y las velas durmiendo en profundo sueño, comenzaron a marchar con el mayor secreto del mundo, porque no fuesen sentidos, fueron saliendo por la calle de Tacuba con la mejor ordenanza que pudieron, y no pudieron ir con el secreto que pretendían sin que fuesen sentidos como al cabo lo fueron, de una vieja vendedora que estaba aquella hora vendiendo para los caminantes y forasteros cosas de comida, que era a manera de bodegón,[165] en el barrio de Ayoticpac que es donde están fundadas las casas que hizo Juan Cano, y enfrente de las casas que labró Ortuño de Ibarra, que después fue yerno de Motecuhzomatzin, cuyas casas son el día de hoy de Hernando de Rivadeneyra, que dejó Juan de Espinosa Salado.

 

 

§ 329. La cual dicha vieja, debió de ser el demonio, que comenzó a dar muy grandes voces: -¡Ea mexicanos! ¿Qué hacéis? ¿Cómo dormís tanto que se os van los dioses que tenéis encerrados? ¿Qué hacéis hombres descuídados? Mirad no se os vayan, tornad por vosotros y matadlos y acabadlos porque no se rehagan y vuelvan sobre vuestra ciudad con mano armada. Y como todos estuviesen en arma, acudieron a las voces y gritos de la vieja, y salieron los mexicanos con tan gran alboroto, ira y furor, y en tan breve espacio, que parecía que el mundo se acababa; y en un momento se hinchieron las plazas y calles y azoteas de tantas gentes, que no cabían unos ni otros, que vello era la cosa más horrible y espantosa que se vió jamás. La vocería que a esta hora había en la ciudad de México [F. 73 v.], que no se puede con palabra ni por pluma encarecer, porque con la multitud de la gente, de noche y obscuras, se mataban unos a otros sin podello evitar.

 

§ 330. Y comenzaron a arremeter y dar en los nuestros tan cruelmente y con tan gran ira, ímpetu, coraje y furia, que no parecían sino leones fieros, encarnizados y hambrientos, y los nuestros en defenderse a este tiempo haciendo lo propio en este tan gran asalto o reencuentro, que fue una de las más sangrientas peleas y batallas que jamás en el mundo se ha visto, porque como fuese de noche y entre acequias, lagunas, ciénegas y pantanales, y puentes quebradas, fue un combate y rompimiento el más inevitable, que jamás ha pasado ni se ha oído y por ser los nuestros tan pocos y la gente contraria tan innumerable cual no se puede imaginar. Y más los nuestros por salir de tan gran aprieto y peligro, procuraron de animarse y sacar fuerzas de flaqueza, y a defenderse y salir de entre sus enemigos lo mejor que pudieron, cuya salida no pudo ser sin gran daño y perdida de los nuestros, que en la cual refriega murieron más de cuatrocientos y cinquenta españoles y sin número de los amigos de Tlaxcalla, aunque se dice que fueron cuatro mil amigos; que no fue a menos costa y riesgo de los mexicanos, porque experimentaron bien las manos y ánimo de los españoles, que las acequias y calles y pasos de donde habían quebrado las puentes, quedaban llenos de cuerpos muertos, y las ciénegas y lagunas teñidas y vueltas en pura sangre.

 

 

§ 331. [Margen izquierdo: En esta tan temeraria noche llamada la Noche Triste mataron a un paje de Fernando Cortés delante de sus ojos llamado Juan de Salazar en la calle de Tlacupan adonde ansimismo se mostró valerosamente una señora llamada María de Estrada haciendo maravillosos y hazañosos hechos con una espada y una rodela en las manos peleando varonilmente con tanta furia y ánimo que excedía el ánimo y esfuerzo de cualquier varón por esforzado y animoso que fuese que a los propios nuestros ponía espanto y ansimismo lo hizo propia rota el día de la [memo]lable batalla de Otumba a caballo con una lanza en la mano que era cosa increible su ánimo varonil digno por cierto de eterna fama e inmortal memoria. Esta señora fue casada con Pedro Sánchez Farfán tuvo por repartimiento el pueblo de Tetela que está a una parte del volcán. Caó esta señora segunda vez con Alonso Martín Partidor, vivieron en la ciudad de los Angeles hasta que acabaron].

 

§ 332. Y en esta rota y desbarate de los nuestros siempre iban prosiguiendo su viaje llegaron al paso donde hizo don Pedro de Alvarado aquel heroico y temerario hecho del salto que dio que por ser tan grande y tan increíble lo pongo aquí. Que ya el sol iba alto a estas horas y los amigos, vista tan gran hazaña, quedaron maravillados, y al instante que esto vieron, se arrojaron por el suelo postrados por tierra, en señal de hecho tan heroico, espantable y raro que ellos no habían visto hacer a ningún hombre y ansí adoraron al sol comiendo puñados de tierra,  arrancando yerbas del campo diciendo a grandes voces: "verdaderamente que este hombre es hijo del sol". Esta ceremonia de comer tierra a puñados y arrancar yerbas, era una superstición muy usada entre los naturales, de cuando les sucedía algún caso que fuese de admiración o cuando pedían a sus dioses con eficacia alguna demanda muy encarecida, ansí como en este paso se postraron por el suelo y mordieron la tierra tomándola a puñadas, echándosela en la boca  arrancaron yerbas del campo ofreciéndolo a sus ídolos, alzando los ojos al cielo y diciendo de esta manera:

 

§ 333. "¡Oh! dioses muy altos y poderosos, posedores de los altos nueve cielos, hasta el más alto y supremo dellos, adonde asiste aquel que es sobre todos vosotros demás dioses, que le llamaban Tloque Nahuaque, que quiere tanto decir, como si dijesemos aquel que todos le acompañan y es acompañado de todos los otros dioses, a vosotros nos encomendamos para que seáis en nuestro socorro y ayuda, y no nos desamparéis en nuestros trabajos, peligros y aprietos, pues tenéis poder y superioridad sobre todos los hombres. También invocamos a vos, muy claro y resplandeciente sol Nauhollin que quiere decir cuarto movimiento,[166] y a vos luna, mujer hermosa y resplandeciente del claro sol, y [F. 74 r.] a vosotras estrellas del cielo, y a los aires del día y de la noche, para que con vuestra ayuda salgamos de los grandes peligros y de este aprieto y guerra en que nos vemos, que tan injustamente se nos ha movido.     

 

 

§ 334. Las cuales oraciones sacamos a luz, por ciertas averiguaciones que hicimos en la ciudad de Tlaxcalla, en una probanza que los herederos de don Pedro de Alvarado hicieron por los méritos de don Pedro su padre, de muy famosos capitanes que se hallaron presentes en todo el discurso de la guerra, entre los cuales fue uno que se llamó don Antonio Calmecahua, capitan muy famoso de Maxixcatzin, el cual se halló con Cortés en todas las ocasiones que se le ofrecieron, que hoy en día vive que según se afirma es de edad de ciento treinta años, y tiene todavía gran sujeto y razón de hombre, que de todo lo que se le pregunta da muy buena razón y cuenta, aunque está sordo cuenta grandes excelencias y loas de la venida de Cortés y de los demás capitanes, y de sus notables hechos. Tiénese por muy dichoso en haber sido bautizado y ser cristiano:  llora del tiempo que fue ídolatra, con arrepentimiento del engaño en que vivía y vivieron sus antepasados.

 

§ 335. Lo mismo se cuenta de otro capitán muy señalado,  Antonio Temaxahuitzin, natural desta provincia, del pueblo de Hueyotlipan, al cual se atribuye el haber librado a Cortés de un muy gran peligro [en] que se había visto llevándole asido y preso los mexicanos para sacrificarlo a sus dioses, que andando en la pelea cayó en una ciénega o pantano, y estando encenegado le prendieron, llevándole asido para sacrificalle a sus ídolos, también se dice que le estaba ahogando en el agua una india vieja mexicana[167] hasta que llegó esta gente y Cristobal de Quiñones a quien se atribuye haberle librado de este peligro hasta que ansímismo llegó Cristobal de Olea y le mataron los indios, llegó este capitán Temaxahutzin  con su escuadrón  le quitó y sacó de la ciénega que fue en la última guerra de México, junto de la acequia que llaman los naturales de Tultecaapan. Y ansí con esta ayuda y socorro de este leal capitán, huvo lugar de que llegase Francisco de Olea su criado [a] defendelle; dicen que cortó las manos a los que lo llevaban asido de una cuchillada. Y en esto llegó otro español llamado Antonio de Quiñones y asió del brazo a Cortés y le sacó por fuerza de entre los enemigos peleando con ellos. A este tiempo llegó uno de a caballo haciendo calle y lugar por entre la gente al cual también mataron los indios. Y a este tiempo Cortés subió en un caballo que le trajeron y recogiendo la gente de sus españoles salió de aquel mal paso y gran peligro.

 

 

§ 336. Sólo referiremos[168] cómo fue gran suma de riqueza de oro y pedrería, la que en aquella salida se perdió. La cual fue del tesoro de Motecuhzomatzin, que como fuese muerto, mandó Cortés que la mayor parte se fundiese, porque en piezas y joyas y oro labrado hacía mucho volúmen, lo que no haría derritiéndolo y hecho en barras y ladrillos; y ansí se puso por obra, que lo que estaba en joyas, brazaletes, patenas, y bezotes y orejeras, todo se hizo fundir, sin lo que estaba en tejos y barras que era gran suma. Y al tiempo de la salida de las casas de Motecuhzoma se encargó la mayor parte de esta riqueza a los amigos tlaxcaltecas, aunque como está referido se perdió, [F, 74 v.] y se lograron mal. Todas estas razones son del capitán don Antonio Calmecahua, que fue uno de los que salía en guarda del tesoro mexicano y de Motecuhzomatzin, muriendo sobre ello y en defensa de él la mayor parte de nuestros españoles, como murieron.

 

§ 337. Y tornando al discurso de lo que íbamos tratando, ansí como hubo pasado don Pedro de Alvarado la puente llevando la retaguardia herida y sangrienta y desventurada lo mejor que pudo él y su gente y los de Tlaxcalla, fueron en seguimiento del general que iba caminando al pueblo de Tlacupa y a Teocalhuiyacan y Tzacuhyocan, donde agora está la hermita que llaman de Nuestra Señora de los Remedios, sin poderse defender de sus enemigos, continuando su viaje y marchando y peleando con gran ánimo, defendiendose dellos hasta llegar al lugar referido que desde aquel día quedó aquella memoria y advocación de Nuestra Señora de los Remedios, que dura hasta el día de hoy, la cual es frecuentada de muchas gentes con mucha devoción.   

 

 

§ 338. Llegados aquí los nuestros tuvieron algún descanso, por verse ya fuera de las lagunas y ciénegas y de otros peligros de México, habiéndoles por aquí guiado y encaminado los de Tlaxcalla, rodeando todos los cerros y lagunas que caen fuera de la laguna mexicana, yendo hacia la parte del norte en cuanto al sitio de México, diez o nueve leguas de distancia. Continuando su viaje para la provincia de Tlaxcalla, que era ya tenida como su patria y morada, amparo y defensa del pequeño número de cristianos que habían quedado. LLegados que fueron a los campos y llanos de Otonpan, que por otro nombre se llaman los llanos de Aztaquemecan, en la cual parte salieron de refresco innumerables escuadrones de gente de guerra en gran ordenanza, de gente muy lucida y principal de la provincia de Tezcuco, llamados aculhuaques del reyno de Aculhuacan de Nezahualpiltzintli,[169] famosísimo varón, origen y principio de los reyes de Tetzcuco aculhuacanenses, según más largamente lo dejamos declarado a los principios de nuestra descripción.

 

§ 339. Cuya gente puso en muy grande aprieto a los nuestros, porque como venían cansados, mal heridos y destrozados, y salían tantas gentes a ellos, que les fue necesario llamar a recoger, y hacer junta y tomar consejo de guerra: se resolvieron que con mucha orden fuesen marchando, sin que saliese fuera de su orden hasta que el tiempo les diese a entender lo que se debía hacer, y que no acometiese nadie ni se desordenase por ninguna ocasión que oviese, ni por otra cualquier vía ni manera que fuese, a causa de que su designio era conservarse hasta rehacerse y llegar a Tlaxcalla, si pudiesen ser sin ningún reencuentro, por no perder más gente de la perdida.

 

§ 340. Finalmente, que sin reparo ninguno les fue necesario y forzoso romper esta guerra, y entrar por los ejércitos de los aculhuaques y pelear tan denodadamente, como si no hubieran pasado por ningún trance ni peligro de fortuna; de manera que se trabó la guerra tan cruelmente y tan de veras, que a poco rato se hinchieron los campos de sangre y cuerpos muertos, que parecía ser cosa increible, donde los nuestros conocidamente entendieron ser por milagro de dios esta victoria, porque conocidamente de nuestra parte se iba todo aflojando y perdiendo tierra por muchas veces, en ver que cada momento venían gentes y escuadrones de refresco al socorro de los aculhuacanenses, que no con poca dificultad, los nuestros se resistían y con menos esperanza de poder salir de entre [F. 75 r.] tantos y tan crueles enemigos, porfiados y prolijos en su dura obstinación y crueldad.  

 

 

§ 341. Viéndose nuestro capitán Hernando Cortés en tanto aprieto y peligro de perderse él y su gente, y el notable desmayo de los nuestros, determinó con ánimo invencible que dios le dio de entrar rompiendo como entró por medio de un escuadron, con una lanza en la mano, alanceando e hiriendo a una parte y a otra a sus enemigos, matando y atropellando cuantos por delante hallaba, poniendo increible espanto a sus contrarios:  de tal manera se dió tan buena maña, ayudado de dios nuestro señor y  su santísima madre, que llegó a alancear al general de todo el campo, que rompiendo por todos los escuadrones como está referido, lo atropelló con el caballo dándole de lanzadas le mató y le quitó la divisa que traía, la cual los naturales llamaban tlahuizmatlaxopilli, que era de oro y de muy rica plumería muy bien obrada; la cual presea mandó guardar y tener, por una de las más estimadas empresas que había ganado, la cual dió después y presentó a Maxixcatzin su amigo, señor de Tlaxcalla de la cabecera de Ocotelulco, porque como cosa que él había ganado por su lanza, le servía con ella. 

 

§ 342. Y ansí como este capitán faltó, llamado Matlaxopilli, por la divisa que traía, que su propio nombre era Cihuacatzin, capitán de Teotihuacan, de un barrio que estaba por bajo de Teacalco junto a Aztaquemecan, ansimismo alanceó Hernando Cortés en esta batalla aquel día a otro señor llamado Tochtlahuatzal aunque no murió y vivió mucho tiempo en estos reencuentros fue donde se halló aquella señora llamada María de Estrada donde peleó a lanza y a caballo como si fuera uno de los más valerosos hombres del mundo como atrás queda referido. 

 

§ 343. Quieren decir los otompanecas y dar por descargo, que esta gente de guerra que allí salió al encuentro de los españoles, que no fue de intento pensado, ni de refresco a matar a los nuestros, sino que acaso se celebraban unas fiestas anuales que tenían de costumbre los indios, y que estando en ellas con gran número de gentes haciendo reseña de guerra y alarde, que acaso se hallaron en esta ocasión e que salieron al paso por ver si podían acabar a los españoles que venían desbaratados y heridos de México, y ansó lo pusieron por obra, sin ser para ello avisados de los mexicanos, lo cual tengo por falso descargo.

                  

§ 344. Finalmente, que se desbartó el campo y desmayaron sus gentes, de suerte que en poco rato no quedó ninguno que les impidiese su camino. Quedando los nuestros por vencedores, prosiguieron su camino, aunque algunos capitanes de los vencidos, siempre salían a estorbar el pasaje continuando su pelea con rabia cruel de tan gran pérdida de sus gentes, aunque no con tanta priesa que fuese parte para que pudiese impedirles el camino que llevaban.

 

 

§ 345. En este lugar vieron los naturales visiblemente pelear a uno de un caballo blanco, no le habiendo en la compañía, el cual les hacía tanta ofensa, que no podían en ninguna manera defenderse del ni aguardalle; y ansí en memoria de este milagro, pusieron en la parte que esto pasó,  una ermita del apostol Santiago que es un pueblo pequeño que está en aquella comarca de Otompan que los naturales le llaman Tenexcalco .

 

§ 346. Afirmaron muchos conquistadores que el caballo en que salió Hernando Cortés a este reencuentro, era un rocín de arria muy bronco, y que no servía si no de llevar el [F. 75 v.] fardaje, y como se vió sin caballo que fuese de provecho, hizo ensillar este arriero, en el cual fue nuestro señor servido que hizo tantas hazañas, que parece ser cosa increible que después salió tal y tan bueno, que por este caballo se le atribuyó toda la victoria de aquel día que estando flaco y cansado como lo estaba, a coces  y a bocados y a manotadas hacía mortal daño[170] a los contrarios que no osaban acercarse a él. Este caballo arriero le sirvió en la conquista de México, y en la última guerra que se dió se lo mataron, cuando Olea le dió el suyo, como atrás lo dejamos tratado.

 

§ 347. Pasados de este trance tan peligroso y prolijo y trabajoso, y otros grandes acaecimientos de fortuna, se fueron los nuestros por los llanos de Apan, Temalacatitlan, Atlmoloyan siempre peleando y resistiéndose de los enemigos que a cada paso y en cada lugar y pueblo de los aculhuacanenses salían de refresco a combatirse con los nuestros, hasta que llegaron a Hueyotlipan, lugar sujeto a Tlaxcalla, a donde los nuestros fueron acogidos y recibidos con mucho aplauso y regalo, como si fuera dentro de su patria y tierra natural donde se les dió todo lo necesario.

        

 

§ 348. Sabida la nueva de su pérdida y desbarate, llegaron en su socorro y defensa gran número de gente de la ciudad de Tlaxcalla, enviados por los cuatro señores, principalmente por Maxixcatzin, a quien se debe todo este bien, que fue el que más sintió el mal tratamiento de sus amigos, y de su gran pérdida y muerte de Motecuhzomatzin, el cual hizo salir más de docientos mil hombres de socorro que salieron a socorrer al capitán Cortés a Hueyotlipan: aunque no llegaron a tiempo, más fue esta gente de mucho efecto para correr el campo en seguimiento de los contrarios, hasta echallos de sus tierras y llegarlos a sus límites, que fue una reseña muy útil y provechosa, con lo que los aculhuacanenses y mexicanos fueron admirados ver cuan en tan breve espacio de tiempo se había juntado tan gran poder de gente en socorro de gente advenediza y extranjera, y ansí tratando entre sí y echando juicios la causa que fuese de tan gran amistad y tan coligada con gente tan extraña. La cual nueva y rota corrió por todo el reino de los mexicanos, que les causó no estar seguros de la venganza que después se tomó de ellos por su desvergüenza y atrevimiento.

 

§ 349. Como los nuestros se viesen libres y descansados algunos días, a persuación y ruegos de Maxixcatzin, salieron del pueblo de Hueyotlipan para la ciudad de Tlaxcalla que estaba a cuatro leguas deste lugar; y los heridos que no podían ir a caballo ni a pie, los llevaban en hombros y hamacas con mucho amor y regalo; y ansí como venían de camino y entrando por la ciudad, salían las gentes a vellos y como venían tan maltratados tenían de ellos gran lástima y las mujeres subidas en sus casa y terrados, les decían a grandes voces llorando: "¿Quién os engañó ir a México, desdichados de vosotros, a meteros entre tan malvados y crueles traidores? ¡Oh pobres de vosotros que ansí os han parado y maltratado! Seáis muy bien venidos a vuestras casas y tierras. No tengáis pena, reposad y descansad, no tengáis miedo de tan mala gente traidora".

 

§ 350. Con estas y otras caricias de amor y ternura los acariciaban, con palabras tiernas y amorosas les recibían y decían para darles mayor consuelo. [F. 76 r.] Prosiguiendo su camino llegaron a los palacios y casas de Maxixcatzin, en el barrio y cabecera de Ocotelulco, donde fueron aposentados y recibidos con gran aplauso, y aquí estuvieron algunos días, hasta que nuestro señor fue servido de que sanaron los enfoermos y se reformaron.

 

 

§ 351. En este tiempo vinieron embajadores mexicanos de parte de aquella república, con muy grandes partidos y promesas a los cuatro señores de Tlaxcalla, como atrás dejamos referido, en que fuesen contra los españoles y los matasen, e que no tomasen su amistad. En lo cual quiso venir y condescender un cacique llamado Axayacatzin Xicotencatl, hijo mayor de Xicotencatl el viejo, a quien había dado el gobierno de su cabecera su padre señalándole por su capitán general. Este pues, venía en consentimiento de que los nuestros muriesen e los acabasen de matar; e siendo de contrario parecer Maxixcatzin, recibió gran enojo, y ansí con grande ira y alteración lo maltrató de palabra, diciéndole palabras de grande injuria, llamándole de cobarde, mujeril[171] y afeminado, imputándole de traidor y alevoso, y le dió de rempujones echándolo por unas gradas abajo, cuyo atrevimiento tuvieron en mucha estima haberlo hecho ansí Maxixcatzin, respecto a que otros mozos locos no se atrevieran a seguir la opinión y parcialidad del dicho Xicotencatl Axayacatzin, el cual era tenido por hombre alocado y de poco consejo y prudencia y muy mudable en sus pareceres,  alterado y sedicioso en su república.

 

§ 352. Habiendo pasado esto, y viendo el rigor del tiempo y la guerra trabada con los mexicanos, conociéndolos por hombres falsos y de poca fidelidad, no se les admitió su demanda ni crédito de lo que pedían, y ansí la mayor parte de la gente y estado de la república siguió la opinión y parecer de Maxixcatzin, y este Axayacatzin Xicotencatl murio ajusticiado, porque lo mandó ahorcar después Hernando Cortés, por consentimiento de la república de Tlaxcalla, estando en Tetzcuco sobre la guerra de México, por ocasión de haberse tornado de la guerra como atrás dejamos recontado.

 

 

§ 353. Habiendo pues pasado Hernando Cortés por tan rigurosos trances y vaivenes de fortuna, deseando ya dar fin a su negocio comenzado y acabar la demanda, o ser señor de todo este Nuevo Mundo; estando un día muy cuidadoso, llamó a sus amigos los cuatro señores de las cuatro cabeceras parcialidades de Tlaxcalla, y proponiéndoles el caso era decirles, cómo quería dar orden de ir a conquistar la ciudad de México,  y tomalla destruilla a fuego y a sangre, porque estaba muy enojado de todo aquel reino de culhua, y que para hacer esto quería su ayuda y favor, por tomar cruel venganza de gente tan falsa y traidora; e que para acabar y emprender tan gran empresa tenía necesidad de enviar por gente de los suyos que tenía en Cempohualla y que era la más fuerte y belicosa que él traía, porque la habia dejado allá para su retaguardia, e que era gente muy valiente y esforzada y que con aquella gente que le viniese reformaría su campo y iría contra los de mexicanos de Tenuchtitlan, que quiere decir lugar o barrio de la tuna de piedra, cuya [F. 76 v.] derivación quieren interpretar por muchas vías y maneras que se tomó por haber nacido en una peña un tunal, sin haber genero de tierra, sino sola sobre la piedra, y por haber sido como cosa sobrenatural llamaron a esta ciudad de este nombre de la tuna, que llamarse Tenuchtitlán la ciudad de México.

 

§ 354. Otros dicen que encima del cu grande de la dicha ciudad de Huitzilopuchtli, que era el templo mayor de los ídolos de aquella ciudad, nació este tunal sobre una gran peña o peñasco duro, sin tener ningún jugo de tierra, el cual produjo la fruta llamada nochtli, que los españoles llamaron tunas porque ansí las llaman los naturales de Cuba y Santo Domingo; y ansí por ser caso inaudito nacer una planta sobre un peñasco seco, y sin humedad y sin tierra, los naturales de esta tierra lo tuvieron por caso de admiración, y por esta causa desde que sucedió de allí en adelante llamaron a la ciudad de México de este nombre, por más excelencia México Tenuchtitlan; y ansí tuvieron este caso por pronóstico de que la población de México había de ser eterna y permanente, pues los frutales se arraigaban en peñascos secos y duros, que con más razón los hombres habían de arraigarse y permanecer allí para siempre.

 

§ 355. Otros quieren decir que México se llamaba Quauhnochtitlan, que quiere decir el tunal del águila o la tuna del águila, porque antiguamente se venía aposar encima deste tunal una águila para desde allí abatirse a las aves que tenían los señores de México, que por grandeza tenían una casa de aves de todas raleas. Que con la gran antiguedad, se había perdido el nombre de Quauhnochtitlan y se llamó Tenuchtitlan, e que corrompiéndose el vocablo antiguo se vino a llamar Tenochtitlan. Otros quieren decir que se llamó Tenuchtitlan, porque el tunal que nació en él, cuando que no fue árbol de las tunas buenas comestibles, sino que era de las salvajinas de unas tunas que llaman los naturales tenuchtli, que por su dureza las llaman ansí, que son muy empedernidas y  desgustosas; que por estas tunas que llaman tenochtli, se llamó México Tenochtitlan: que quiere decir en el lugar de las tunas duras y empedernidas.

 

 

§ 356. Otros quieren afirmar y decir que fue un cardo del árbol que llaman de la pitahaya,[172] que ansímismo es nombre de las islas de Cuba y de Santo Domingo, que los naturales de esta tierra la llaman teonochtli, que quiere decir tuna de dios. Finalmente, que este renombre que dieron a la ciudad de México de Tenochtitlan, lo tomó por haber nacido en aquel lugar del templo, sobre aquella peña o peñasco, donde solían hacer sus sacrificios idolátricos los naturales de aquella ciudad, y ansí como atrás dejamos referido, se llamó la ciudad de México por el dios Mexi.

 

§ 357. Y tornando a nuestro principal propósito, pasando adelante Hernando Cortés con su razonamiento, y de cómo quería ir y tornar sobre los mexicanos y destruirlos, e que para traer las municiones, tiros y pólvora y otros pertrechos de guerra y hierro para hacer [F. 77 r.] clavazón para hacer bergantines, tenía necesidad de su ayuda, y que le acudiesen con gente para traer estas cosas de Cenpohualla y del puerto, porque estaba muy sentido y enojado de los culhuas mexicanos, por su gran desvergüenza y traición y gran atrevimiento; y que convenía mucho que tan gran maldad no quedase sin castigo, porque estando confiados y debajo de seguro dellos y descuidados desto, entendiendo que los tenían por amigos, le fueron traidores y mortales enemigos, e que para pago de su maldad y traición, los quería castigar muy cruelmente y hacelles guerra como a sus enemigos capitales, como lo verían adelante en seguimiento de esta causa. Ansí que, muy leales y fieles amigos mios os ruego que me ayudeis en todo lo que se me ofreciere, y más en tan justa ocasión como estas, pues es vuestra propia causa y particular interés vuestro, porque yo de mi parte no os he de faltar.

 

§ 358. Acabada esta plática y razonamiento, Hernando Cortés afirmativamente prometió a los tlaxcaltecas, que si dios nuestro señor le daba victoria, tendrían parte de todo lo que conquistase, ansí de despojos de oro y otras riquezas de todas las provincias y reinos que se ganasen y conquistasen, particularmente la ciudad de Cholula y provincia de Huexotzinco y Tepeyacac; y ansí fue que como fidelísimos y leales, le ayudaron a ganar y a conquistar toda la máquina de este Nuevo Mundo, con gran amor y voluntad: en todas las cosas que se ofrecieron, siempre los hallaba y halló muy de su parte y a su lado, con determinación de seguirle hasta morir o vencer, contra sus propios naturales, aunándose con nuestros españoles, gentes extrañas de su natural y nación, la cual causa se atribuye ser más obra de dios nuestro señor que de hombres mortales, que tenía guardada esta gente tan incógnita y apartada, para ensalzamiento de su santa fe católica.

 

 

§ 359. Acabada su plática, como tenemos referido, Hernando Cortés, le respondieron los cuatro señores cabeceras de las cuatro parcialidades de la ciudad de Tlaxcalla. Ante todas cosas concedieron todo lo que les pidió, confirmando y ratificando su leal amistad, sin haber en contrario otra cosa; y ansí dándoseles todo lo necesario como les fue pedido, salieron número de gentes para la provincia de Cempohuallan, con capitanes prácticos de aquella tierra y  conocidos y ejercitados en  guerra, para que con más recaudo se trujesen las municiones y cosas necesarias para la guerra de México, y ansí les fue encargado y entregado lo cual trujeron con gran recaudo, haciendo en esto uno de los más loables servicios que los tlaxcaltecas hicieron  a la real corona de Castilla y a Hernando Cortés, en su nombre.

 

§ 360. Hecha y acabada esta jornada con tanta voluntad y brevedad  y puesto en razón y acabados todos los negocios, Hernando Cortés hizo llamar a consulta de guerra, sobre lo qué se ordenaría y qué designio se tomaría para tomar a México; a lo cual fueron llamados los cuatro [ F. 77 v.] señores de las cuatro cabeceras, Xicotencatl, Maxixcatzin,  Citlalpopocatzin, Tlehuexolotzin, y a otros muchos caciques y señores y principales y capitanes afamados de este reino. E habiéndoles dado cuenta de la determinación que tenía Hernando Cortés, y de poner en ejecución la tomada de México para asolalla y destruilla y que convenía mucho hacer bergantines para dar guerra a los de México por agua y por tierra: y ansí se hicieron trece bergantines en el barrio de Atempa, junto a una hermita que se llama San Buenaventura, los cuales hizo ... y otro  Martín López uno de los primeros conquistadores y le ayudó Neguez Gómez,[173] y después de hechos por orden [de] Cortés y probados en el río que llaman de Tlaxcalla Zahuapan, que se atajó para probarlos los bergantines y los tornaron a desbaratar para llevarlos a cuestas sobre hombros de los de Tlaxcalla a la ciudad de Tetzcuco, donde se echaron en la laguna, y se armaron de artillería y munición.

 

 

§ 361. Fueron en guarda de estos bergantines más de diez mil hombres de guerra con los maestros de ellos, hasta que los armaron y echaron en el agua y laguna de México, que fue obra de mucho efecto para tomarse México. E que los había llamado por dalles cuenta de ello, y que sin su parecer no quería comenzar cosa alguna, porque como a amigos verdaderos lo había querido comunicar y tratar con ellos antes de dar principio a ninguna cosa, en especial a negocio de tanta importancia, porque se representaba el duro caso y sangriento combate que había de tener con los culhuas mexicanos, que por una parte le daba pena, dolor y lástima que tenía de ellos, y por otra se le representaba la ignominiosa traición que con él y sus amigos usaron, matándoselos sin ninguna piedad; que sus belicosos españoles no veían ni la hora de verse envueltos con ellos, por verse vengados de tan atroz delito, fue con el que contra ellos cometieron con atrevimiento o temerario [sic]; que por fuerte e inexpugnable que fuese la ciudad de México, no lo estimaban en ninguna cosa, antes el ganallo y ponello debajo de sus pies lo tenía por negocio de poco momento, porque sin comparación era mayor su ánimo y esfuerzo y el de sus españoles, que estaban ya como leones y tigres fieros y hambrientos para despedazar a los mexicanos entre sus manos.

 

§ 362. Y que movido de piedad, y visto que no era justo guiarse ni gobernarse por la voluntad de los suyos, que quería excusar los grandes daños e ir por los menores inconvenientes, y que él les iba a la mano y se lo estorbaba con la disciplina más piadosa y modesta que podía, no consintiendo ni dando lugar a que usasen de crueldad, y ansí amigos mios, yo querría comenzar esta guerra con vuestro parecer e ir a esta jornada con la mayor templanza que pudiese y dios me inspirase, por excusar tantas muertes, porque yo no vengo a matar gentes ni a cobrar enemigos, sino a cobrar amigos y a dalles nueva ley y nueva doctrina de parte de aquel gran señor el emperador, que es el que me ha enviado. De manera que dichas estas palabras y otras muchas que para el tiempo y ocasión en que estaba le convino decir, a lo cual dicen los naturales de Tlaxcalla que le respondieron los cuatro señores de las cuatro  parcialidades resolutamente que la guerra se comenzase como mejor le pareciese y él ordenase; que ellos le ayudarían e irían con él y le seguirían, atribuyéndose a sí propios la gloria desto y de la orden que en todo se dio para la [F, 78 r.] guerra.

 

 

§ 363. Porque dicen que ellos dieron este parecer porque dicen ansí que habiéndoles tratado Hernando Cortés largamente el negocio de la guerra con el más encumbrado encarecimiento que pudo, y habiendo dado cada uno su parecer, unos contrarios de otros, los señores de Tlaxcalla y sus capitanes dieron el suyo, y fue que ante todas cosas se conquistase la provincia de Tepeyacac, y toda su comarca y las demás provincias sujetas a los mexicanos, e que haciendo esto, sería desmembrar y cortar las raices del árbol, y que quedando destroncado sin fuerza ninguna, que con facilidad se derribaría por el suelo, porque ganándole los sujetos que estaban menos fuertes, quedaría la ciudad de México sola, sin que le pudiese entrar ningún socorro de parte de ninguna, no se podría sustentar mucho tiempo, y que con esto se ganaría sin riesgo de tantas gentes; y tomada México todo lo demás se sujetaría con mucha facilidad, y no habiendo esto, tendría fuerzas para mandar sus gentes, y que se expugnaría a costa de mucha gente, porque sería grande su resistencia y la guerra duraría mucho tiempo, porque al fin los vasallos habían de acudir a su señor y rey, y a su patria y república, porque todas las provincias y reinos se gobernaban por señores mexicanos.

 

§ 364. Cuyo acuerdo y consejo y parecer quieren atribuir a sí, como tengo referido, tengan los tlaxcaltecas que fuese dado por ellos, o que fuese por los nuestros: ello fue de mucho efecto y  heroico pensamiento y acuerdo pues se fue por este orden y decisión y se comenzó a proseguir la guerra, conquistando y sujetando toda la redondez de este reino,  especialmente los lugares y provincias más circunstantes y vecinas de México, y de donde se presumía que le podía venir socorro, hasta que a honra y gloria de dios nuestro señor, se conquistó y pacificó toda la máquina de este Nuevo Mundo, como más elegantemente lo tratan los escritores de la conquista de México a que me refiero.              

 

 

§ 365. Habiendose ganado y conquistado la ciudad de México y pacificado mucha parte de la Nueva España, como está tratado, llegaron de España los doce frailes de la orden del señor San Francisco el año de veinte y cuatro, con gran gozo y contentamiento de Fernando Cortés, a los cuales recibió con muy gran veneración y acatamiento, que fue uno de los mayores y más grandes ejemplos que dió de su nobleza, virtud y persona, y muestras de su gran valor a toda esta tierra, cuya memoria quedará eternizada hasta el fin y consumación del mundo, por que yendo de rodillas abatido por el suelo, tomó las manos al venerable padre fray Martín de Valencia, custodio de los doce religiosos que consigo traía, y se las besó, cuyo hecho devotísimo y humilde recibimiento, fue uno de los heroicos hechos que este capitán hizo, porque fue documento para que con mayor fervor los naturales de esta tierra viniesen a la conversión de nuestra fe, como después vinieron; de suerte que con esta devoción con que fueron recibidos estos santos varones, el día de hoy los naturales tienen en mucho a los sacerdotes y siervos de dios, máximamente a los maestros de doctrina de la orden del señor San Francisco.

[Al margen derecho: La llegada de los religiosos de la orden de Señor San Francisco enviados por el emperador don Carlos, el año de 1524]

 

§ 366. Por manera que con la llegada de estos padres benditos, luego pusieron por obra la [F. 78 v.] conversión general de estos naturales, y dar orden en cómo se había de disipar la idolatría sin escándalo ni alboroto alguno; y siendo ansí y poniendo en ejecución su santo propósito, comenzaron a derribar los ídolos de los templos, con celo edificado de extirpar y desarraigar los ritos infernales que entre esta gente había, quemando los simulacros horrendos y espantosos, dando con ellos en tierra, sin que ninguno se lo osase impedir ni estorbar. Y con ésta tan sublime obra, comenzaron a promulgar y a predicar el sagrado evangelio y doctrina de nuestro señor y salvador Jesucristo, con ayuda de muchos niños, hijos de caciques y señores que a los principios doctrinaron, instruyéndolos enteramente en las cosas de nuestra santa fe católica; con cuya obra hacían muy gran efecto e impresión en esta nueva planta.

 

 

§ 367. Y prosiguiendo en ella, les comenzaron a quitar las muchas mujeres que tenían y los otros demás ritos de idolatría, y otras muchas supersticiones, sacrificios horrendos y cruelísimos y abominables de sangre humana ofrecida al demonio, sacadas y desangrada de sus propias carnes, quitándoles ansí mismo que trujeran orejeras los hombres ni las mujeres, ni bezotes y otros abominables usos y costumbres que tenían; y que los hombres no tuviesen más de una mujer, y las mujeres más de un hombre por marido, y esto había de ser por orden de la Santa Madre Iglesia y con licencia de los ministros de dios, y que se quitasen los bragueros que traían y se pusiesen zaragüelles y se vistiesen camisas que era traje más honesto, y que no anduviesen en carnes y desnudos, como antes andaban. Y a esta tan santa obra, algunos de los caciques y principales se mostraron duros y rebeldes y más que pertinaces, que con haberse bautizado tornaron a reiterar en sus idolatrías y gentilidad y antiguo uso, los cuales murieron por ello ahorcados, por mandado de  Cortés y por consentimiento de la señoria de Tlaxcalla, que fueron los que irán señalados por dibujo.

 

§ 368. Sólo diremos que después de que estuvo arraigada la fe, y extendida, yendose como se iba extendiendo la ley evangélica, don Gonzalo Tecpanecatl tecuhtli, señor que fue de la cabecera de Tepeticpac, tenía escondidas en su casa las cenizas de Camaxtle, ídolo muy venerado entre los naturales de esta provincia; y teniéndolas encubiertas en su casa en un oratorio que tenía, pasaba con ellas gran inquietud y trabajo, sucediéndole grandes alteraciones y desgracias y grandes calamidades en sus haciendas, porque el demonio le fatigaba, y no osaba descubrirse a nadie ni decir el mal que tenía en su casa escondido, con hacelle tan mala vecindad y compañia; más viniéndose a confesar una semana santa, como es precepto, se confesó con Fray Diego de Olarte,[174] religioso de la orden de San Francisco, y en el discurso de su confesión, descubrió a este santo varón cómo tenía guardadas en su casa las cenizas del ídolo Camaxtli, e que no lo había osado decir ni descubrirse a nadie por su reputación, [F. 79 r.]  y porque no le tuviesen por mal cristiano, e que agora que habia conocido a dios, y entendido la burla y engaño en que vivía y en la que vivieron sus antepasados, y que por eso agora se lo descubría, y que mirase y viese que le mandaba hacer de aquellas reliquias de su idolatría, que él estaba muy obediente a todo lo que le mandase.

 

 

§ 369. El buen religioso le mandó que se las trujese, y que no le quería absolver ni podía hasta que se las manifestase, porque de otra manera no le podía absolver ni bendecir que en su lengua de ellos ansí se dice. Luego el dicho don Gonzalo Tecpanecatl tecuhtli le trujo las cenizas del ídolo Camaxtli y se las entregó, y luego el padre Olarte en presencia de él las quemó y derramó por el suelo con gran menosprecio de ello, y predicó con grandes exhortaciones al don Gonzalo, el cual tuvo tan gran dolor y arrepentimiento, llanto y lloro de sus culpas y pecados; y ansí aquella semana propia de jueves santo, estándose disciplinando ante una imagen de Nuestra Señora, espiró y dió el ánima a dios nuestro señor, después de haber confesadose y comulgado; lo hallaron muerto y de rodillas, ante la imagen de Nuestra Señora, en el hospital de la Anunciación. Lo cual dejamos atrás citado y prometimos de dar el fin que tuvieron las cenizas del ídolo Camaxtli.

 

§ 370. Al tiempo que las cenizas deste ídolo se desbarataron y  desenvolvieron de las envolturas que tenía; dentro de un cofrecillo de palo, hallaron en las cenizas unos cabellos rubios, porque afirman los antiguos viejos que fue un hombre blanco y rubio. Y ansímismo le hallaron dentro de las cenizas una piedra esmeralda, porque se la solían poner a los hombres famosos en medio de sus cenizas amazadas hechas una [espacio en blanco] con sangre de niños muertos que para este efecto mataban, las cuales piedras decían que eran el corazón de los hombres de valor. Donde ahí en adelante, hubo quietud en las casas y haciendas de los herederos de dicho don Gonzalo: no tan solamente había en esto mucho que decir, sino que en otras más cosas que sucedieron, dignas de memoria.

 

§ 371. Aunque fray Jerónimo de Mendieta, fraile de la Orden del señor San Francisco ha escrito largamente de las cosas sucedidas cerca de la conversión de los naturales de esta tierra, yporque en este lugar se nos ofrece ocasión, de tratar algunas cosas dignas de eterna memoria saliendo de nuestro principal intento y es el caso que un cacique llamado don Cristóbal Acxotecatl, principal del pueblo de Atlihuetza sujeto de Tlaxcalla, martirizó un hijo suyo llamado ansímismo Cristobal que por ser muchacho de poca edad le llamaban ansí los religiosos y su común nombre era Cristobalico a manera de regalo, que habiéndose bautizado y tomado por nombre Cristobal, su padre  Acxotecatl, tornó a idolatrar.

 

 

§ 372. Y por no ser sentido, puso a su hijo con los frailes en el monasterio de Tlaxcalla, para que fuese doctrinado e instruído en las cosas de nuestra santa fe; y fue nuestro señor servido de que en muy breve tiempo fue tan buen cristiano que no hubía más que desear, y los religiosos le tenían en tanto, que no se hallaban sin él, el cual iba a su padre don Cristóbal muchas veces a predicalle las cosas de nuestra santa fe declarándole la doctrina cristiana, contradiciéndole [F. 79 v.] y reprobándole la gentilidad y reprobada idolatría, y cómo era devaneo y engaño, y que le rogaba mucho como hijo suyo que tanto le amaba, que dejase de idolatrar y que se convirtiese a dios y le sirviese. Más como su padre estuviese tan endurecido y obstinado nunca quiso dar crédito a  su hijo a cuanto le decía y amonestaba.        

 

§ 373 Y visto esto por Cristobalico rogó con gran instancia a su madre se lo dijese y rogase a su padre que pues era bautizado que siguiese la fe de los cristianos y se volviese a dios y aborreciese a sus ídolos, porque recibía grande afrenta y que no osaba parecer ante sus maestros los religiosos, viendo que su padre todavía servía al demonio y a dioses de piedra y de palo, lo cual rogaba a la madre con gran instancia y de que fuese parte que su padre se tornase a dios y dejase al demonio. La madre viendo la razón que el hijo tenía, rogó a don Cristóbal su marido, que volviese a la ley de dios, y que viese  cuán buena y cuán limpia era y descansada, y que dejase de adorar a los ídolos como su hijo Cristobalico le decia; y que ansí se lo habían enseñado los padres de Santa María, que eran los frailes, que en aquella sazón ansí los llamaban.

 

§ 374. Y como este negocio fuese tan odioso al Acxotecatl don Cristóbal , mandó matar a la mujer madre de Cristobalico. Muerta la madre, su hijo Cristóbal vino al dicho su padre con mayor fervor y osadía a amonestar a su padre, diciéndole que dejase su idolatría y de servir a los ídolos, porque sino lo hacía y se enmendaba por bien, que él propio se los  quitaría y descubriría; pero que como hijo, le rogaba se quitase de ello, porque vivía corrido y afrentado entre los frailes siervos de dios que le habían doctrinado; y que mirase que era señor y principal en la república de Tlaxcalla y que no diese tan mala cuenta de su persona, y que no le diese lugar a que le perdiese la obediencia y respeto que le tenía de padre, porque en este caso, no le podía guardar ningún decoro e que le quemaría los ídolos.

 

 

§ 375. De las cuales palabras don Cristóbal Acxotecatl recibió gran enojo y terrible coraje contra Cristobalico su hijo, y un día, estando muy quieto y seguro Cristobalico en servicio de los religiosos, su padre le envió a llamar, y estando en su presencia le dijo estas palabras: "¿Cómo hijo mío, engendréte yo para que me persiguieses y fueses contra mi voluntad?  ¿Qué te va a tí que yo viva en la ley que yo quisiere y bien me estuviere? ¿Este  es el pago que me das de la crianza que te hecho?".[175] Diciendo estas palabras arremetió a él y le dio de porrazos con una porra de palo que traía, con que le hizo pedazos la cabeza y le mato. Y Después de muerto, le mandó echar en una hogera que tenía hecha en su propia casa y aposento, y como no se pudiese quemar el cuerpo de Cristobalico, le mandó sacar de la hogera y le hizo enterrar en una recámara suya, que era aposento bajo de terrapleno.

 

§ 376. Hecho esto, y enterrado al dicho su hijo lo más secretamente que pudo, a cabo de muy pocos días los religiosos echaron menos a su Cristobal, que no solía faltar tanto tiempo,  procuraron luego de saber de él y de buscalle con gran diligencia, que luego sospecharon lo que podía ser; y como no pareciese a cabo de muchos días,[F. 80 r.] por indicios y sospechas se vino a sacar de rastro cómo su padre don Cristóbal le había muerto a él y a su madre; y por confesión suya, cómo los había muerto, cómo y de qué manera y la razón que para ello tuvo, y de cómo los tenía enterrados en su recamara a él y[176] a su madre ansí por esto como por otros negocios, fue justiciado el dicho don Cristobal Acxotecatl, el cual fue bautizado y murió cristiano. Sentenciólo a muerte Martín de Calahorra, que conoció de la causa, y le mandó ahorcar por mandado de Hernando Cortés. Y visto por los religiosos de aquellos tiempos, hicieron desenterrar los huesos de Cristobalico y los de su madre, y los llevaron al monasterio de Tlaxcalla, donde el día de hoy los han de tener guardados, que piadosamente se puede creer que fueron mártires madre e hijo.

 

 

§ 377. Lo mismo acaeció en el pueblo llamado Santiago Tecalco, que por lo mal sonante del vocablo[177] se llama el día de hoy Santiago Tecalpan: otros lo llaman Tecalli, pueblo que tienen en encomienda los sucesores de don[178] Francisco de Orduña a quien fue encomendado; que yendo por toda aquella comarca ciertos religiosos que salieron de Tlaxcalla a predicar, llevaban consigo unos niños que tenían doctrinados, a que buscasen y descubriesen ídolos, y algunos idólatras que siempre se estaban endurecidos en su ironía y en no quererse convertir a la fe de Jesucristo; y como fuesen tan perseguidos de los muchachos, una noche los caciques de aquel pueblo los convidaron a cenar a tres de ellos, y aquella propia noche procuraron de matallos; y queriéndolos matar fue sentido por los niños, por algunos avisos que tuvieron de otros indios qu también por inspiración divina, los dos de ellos se pusieron en huída, de suerte que se escondieron y escaparon de entre sus manos.

 

§ 378. Y al uno de ellos que lo alcanzaron, lo mataron aquella noche, siendo de edad de quince años, el cual era natural de Tlaxcalla. Y como en aquellos tiempos los naturales no usaban dagas ni puñales ni cuchillos para con ellos darle puñaladas ansí que al que querían matar, le daban de porrazos que era su costumbre antigua, y ansí tenían para este efecto unas porras de palo pesados o macanas, y con estas aporreaban a los que mataban. Por manera que a este niño habiéndole aporreado y dado en la cabeza muchos golpes, y teniéndola hecha pedazos y  mallugada, nunca perdía el sentido para encomendarse a dios, y clamando a grandes voces diciendo que aquello que le hacían fuese por amor de dios, y que no se le daba nada que le matasen, que daba su vida por bién empleada, con que ellos se bautizasen y creyesen en dios, que aunque él muriese y perdiese mil vidas, que no que les había de dejar de decir que se convertiesen a dios, y que dejasen de ser idólatras, que no por temor ni miedo de perder la vida había de dejar de decilles la verdad y de cómo vivían engañados con sus ídolos. Y de esta suerte murió hecho pedazos como tenemos referido, siendo de su propia natural.

 

§ 379. Y aunque en todo el tiempo que le estaban matando les estuvo predicando y reprendiendo, que fue toda la noche hasta [F. 80 v.] el día; y sus compañeros que estaban escondidos, visto que no podían dejar de padecer otro tanto, le dejaron y se fueron huyendo, y se tornaron a Tepeyacac, donde dieron cuenta a los frailes de lo que les había acaecido, y cómo los tecalpanecas habían muerto a uno de sus hijos, de que recibieron muy gran pena. Más como en aquella primavera no se ejecutaba la justicia ni había castigo en los excesos, por no alterar a los naturales, se quedó esta crueldad sin castigo; destos casos sucedían en diversas partes de esra tierra, aunque algunos quieren decir que fueron castigados y hecha justicia de los matadores, aunque se pasaba por muchas cosas destas, por la razón que dejamos referido, también acaecían otras muchas muertes que se pasaba por ello de otras que no se tenía entera noticia, que el tiempo y descuido de nuestros españoles las han consumido y puesto en eterno olvido.

 

§ 380. Y acordándome en este lugar es que, en la ciudad de México, catorce años después de conquistada toda la tierra y pacificada por Hernando Cortés, yendo con otros muchachos hijos de españoles por los barrios de los naturales, nos corrieron unos indios embijados; y de seis o siete que íbamos, nos cogieron un compañero y se lo llevaron, que nunca más se supo de él ni pudo ser habido. Y sin este que nos llevaron a ojos vistas hurtaban los que podían, para comerselos o para tornarles indios. Dejando esto aparte, que era lo de menos, los españoles que caminaban a solas para ir a los pueblos y a otras provincias, los mataban y consumían secretamente, sin poder saberse de ellos; hasta que se puso remedio en ello, y se mandó en toda la tierra a los caciques de lasprovincias y reinos, que tuviesen cuenta con los españoles que  caminaban para pasar a otros pueblos. Que en aquella sazón los llamaban cristianos, hasta que los frailes les mandaron que no les llamasen "cristianos", porque también lo eran ellos,  que de allí en adelante no les llamasen cristianos, sino que los llamasen españoles o castiltecas, que quiere tanto decir como dijésemos castellanos, y con todo esto el día de hoy los llaman cristianos.

 

§ 381. Y con esta orden como está dicho, dende allí en adelante  se tuvo muy gran cuenta y cuidado de nuestros españoles y daban cuenta los naturales de ellos a donde quiera que iban, entregándolos al pueblo donde llegaban y traían razón adónde quedaban, trayéndolos retratado de la edad que era, si iba a pie o a caballo y los  vestidos y ropaje que llevaba,  de qué colores era y manera de su traje. De suerte que desde allí en adelante faltaban ya muy pocos o casi ningunos, si no eran los que salían de México a Guatemala, Chiapa, Honduras y a Nicaragua, y a tierras remotas que aún estaban de guerra y por pacificar. Lo cual duró muchos años, hasta que toda la tierra enteramente se pacificó y se fueron poblando los pueblos y lugares de españoles, y otros de naturales, que habían quedado despoblados con las guerras y ruinas dellas.   

 

 

 

A PARTIR DE ESTE CAPITULO ES AGRAGADO DE MUÑOS CAMARGO, Y NO APARECE EN LA DESCRIPCIÓN, TERMINA HASTA EL CAPITULO X.

 

 

 

 

 

 

§ 382. Habiendo tratado sumariamente de las cosas sucedidas en esta tierra y venida de los primeros españoles, será bien hacer otra breve discurción de tiempos, aunque distinta y apartada de nuestro principal intento, no saliendo de los límites de nuestra instruccion. Habiéndose pues pacificada la tierra y aquietados los naturales de ella, luego se entendió en la pacificación de todo el reino, y reformación de ella, y en la reedificación y población de la insigne [F. 81 r.] y más que opulenta ciudad de México, y que aquella antigua repúbica que tan deshecha y destruída había quedado con las guerras pasadas.

 

§ 383. Dio en esto Hernando Cortés la mejor orden que pudo, en mandar hacer casas y calles a modo nuestro, con tal principio y fundamento, que permanece hasta el día de hoy en muy gran aumento y prosperidad, enviando desde esta ciudad a todas las provincias, reinos y señoríos de Motecuhzoma, personas principales a que las pacificasen, y gobernasen y poblasen de españoles; como fue al reino de Michoacán a Juan de Saucedo el Romo; y a Guatemala a don Pedro de Alvarado; y a la provincia de Pánuco a Gonzalo de Sandoval; y a Yucatán y Tabasco, Campeche y Champoton a don Francisco de Montejo; y Chiapa a Juan de Mazariegos: y a las provincias de las Higueras el propio Fernando Cortés personalmente, dejando allá después por capitán y su lugarteniente a Cristóbal de Olid, que después le mató Francisco de las Casas y Juan Nuñez Mercado por mandado de Cortés, por presunción y sospecha que de él tuvo que se alzaba con aquel reino.

 

 

§ 384. Y andando en esta pacificación vino por gobernador de las provincias de Pánuco, de la ciudad de México y de la Nueva Galicia Nuño de Guzmán, que pasando por el reino de Michoacán hizo ajusticiar al rey Caczoltzin con grandes y crueles tormentos, hasta que murió de ellos, por ocasión de que no le quiso dar ni descubrir el tesoro que tenía y ni las minas de plata que en su tiempo había. Y desde este reino de Michoacán, fue a las provincias de Xalisco y Culhuacan, cuyas tierras ganó y conquistó y pacificó, haciendo grandes insolencias, tiranías y crueldades con los naturales de aquella tierra, por cuyas demasías el emperador don Carlos Quinto, rey y señor nuestro de gloriosa memoria, le mandó llevar preso a los reinos de Castilla, y antes que fuese desta tierra estuvo mucho tiempo preso en la cárcel pública de México, hasta que fue llevado a los dichos reinos de Castilla a Valladolid, donde a la sazón residía la corte de su majestad, donde el dicho Nuño de Guzmán acabó desventuradamente con pleitos y contiendas, defendiendo sus causas con mucha pobreza y miseria.

 

§ 385. [Margen derecho: Salió Nuño de Guzmán de la ciudad de  México para la guerra y conquista de Xalixco el año de treinta y uno [con] docientos y cincuenta caballos y quinientos españoles. Pasó por la provincia de Michhuacan y quitó al Cazonzin[179] diez mil marcos de plata y cantidad de oro bajo y al cabo le quemó y mató con muchos otros indios caciques y pasó adelante con grandes ejércitos de indios de México y de Tlaxcalla y otras tierras y de españoles que llevó consigo con que conquistó la provincia de Xalixco y Centicpac y a Chiametla y a Tonalla y Culhuacan en la cual guerra perdió muchos españoles e indios. Llamó la provincia de Centicpac la Mayor España y el reino de Xalixco la Nueva Galicia. Pobló a Compostela y a Guadalajara y él les puso estos nombres y la Villa del Espíritu Santo y La Concepción y a San Miguel en Chiametla que está a treinta y cuatro grados. Fue Nuño de]. [Margen izquierdo de la F. 81 v. : Guzmán gobernador de Pánuco y presidente de la primera audiencia de la ciudad de México y gobernador de la Nueva España. Y por grandes querellas que del hubo y porque le quitaban el cargo de gobernador salió de México a la conquista de Xalixco el año de treinta y uno].

 

 

§ 386. En este lugar trataremos breve y sumariamente de las grandes contiendas y alteraciones que resultaron en la ciudad de México, por la jornada que hizo Cortés a las Higueras, las cuales procedieron por sólo el apetito de ambición y deseo de mandar; y fue el caso sobre cuál de los oficiales reales había de tener el gobierno de la tierra, que este debió de ser el principal fin y fundamento de cada uno de ellos, la cual discordía pasó entre los oficiales de su majestad, con motivo y ocasión de las comisiones que Fernando Cortés les había dejado al fator Gonzalo de Salazar, y al tesorero Alonzo de Estrada, y al veedor Peralmindez Chirinos y al contador Rodrigo de Albornoz; lo cual causó una nueva que se había tenido que Cortés era muerto él y muchos compañeros de los que había llevado consigo a esta jornada de las Higueras trabajosa, cuya nueva fue causa de tal contienda entre los oficiales, que cada uno de ellos pretendía gobernar de por sí, por cuya causa convocaba a sus amigos para seguir su opinión con aquella sediciosa ambición.

 

§ 387. [F. 81 v.] Y estando en el mayor furor de sus pasiones y desatinados deseos, llegó pues la nueva del bien afortunado Fernando Cortés, de cómo estaba en la tierra, y que había venido por mar [a] esta Nueva España, habiendo pasado muy grandes trabajos y sucesos inauditos él y sus compañeros en esta grande y atrevida jornada que hizo de las Higueras, según que más largamente la tratan las crónicas, y lo refiere en particular Francisco de Terrazas en un tratado que escribio del aire y tierra.

 

§ 388. Y con esta llegada de Cortés cesaron muchas diferencias y obstinadas disenciones causadas de cosas pasadas, porque se renovaron con su venida negocios muy pesados, de que resultaron grandes sediciones de hombres inquietos y bulliciosos, que estaban deseosos que la tierra se alborotase; y con esta su venida y madura prudencia, apaciguó la tierra con los mejores medios que pudo, dando asiento nuevo en el gobierno de la tierra, a la reedificación de México, no dando lugar a la tiranía que deseaban emprender los nuevos gobernadores, a título de que eran oficiales de su majestad, y que a ellos incumbia gobernar la Nueva España, con intento de usurpar la fama y gloria del valeroso Cortés que con tanta felicidad había ganado, eternizando su fama, queriéndole obscurecer y aniquilar sus valerosos hechos y tan heroicas proezas, como lo habían intentado sus émulos y contrarios, escribiendo contra él a su magestad y a su real consejo.

 

§ 389. Más visto por Hernando Cortés los perniciosos humores congelados de maliciosos intentos querían muy malos de desopilar[180] si sobrepujasen y viniesen a predominar sobre su buen celo y sincero propósito, determinó irse a los reynos de Castilla y salirse de entre las llamas de tan encendido fuego, y dando de mano a los apostemados propósitos dejó la tierra por muchas causas y razones que a ello le movieron.

 

§ 390. La primera y más principal fue buscar la triaca[181] de su remedio y resistir la venenosa ponzoña de sus contradictores, cuyo intento era ponelle mal con el emperador, y que no le desquiciaran de la buena opinión que tenía y había ganado de sus heroicos hechos y la buena suerte y dicha que dios le había dado, y porque su causa no pereciese por ausente, y éste le pareció el más acertado acuerdo de cuantos podía imaginar, que era el ir personalmente a los pies de su rey y señor, y darle la obediencia como a su señor supremo, y a ofrecelle el servicio que le había hecho en ganarle esta tierra del Nuevo Mundo que tan valerosamente había ganado en su real nombre, como leal y obedientísimo vasallo suyo, y haciendo ausencia de sus enemigos.

   

§ 391. Y con este presupuesto se embarcó y se hizo a la vela, y fue tal y tan próspero el viaje y navegación que hizo, que dentro de treinta y ocho días llegó al puerto de San Lúcar desde el día que partió de la Villa Rica con bastimentos y matalotajes bien inusitados. Y con esta su llegada cesaron grandes negocios que ya habían llegado de sus contradictores a oídos de su majestad y de su Real Consejo; más luego de como fue llegado a los reinos de Castilla, se fue derecho a los pies del emperador, señor clementísimo, que con esto que hizo todo le sucedió tan bien y con tanta facilidad, que su majestad se tuvo de él por muy bien servido, y le hizo muchas y muy grandes [F. 82 r.] mercedes y favores, y le dió titulo de Marqués y le casó con doña Juana de Zuñiga, hija del Conde de Aguilar, y le mandó volver a esta Nueva España, honrado y favorecido de su rey y señor, con grandes ventajas y partidos y particulares privilegios, y le hizo su capitán general de esta Nueva España, de lo ganado y de lo que estaba por ganar y descubrir y le hizo almirante de la mar del Sur. Todas estas mercedes ganan y consiguen aquellos que lealmente y bien sirven a sus reyes, y en especial a los príncipes cristianísimos, como fue el emperador don Carlos, de gloriosa memoria, y a nuestro invictísimo rey don Felipe  y señor nuestro, que guarde nuestro señor muchos años.

 

 

§ 392. Después de su llegada, que vino de los reynos de Castilla con tanta gloria y pujanza, y dando nuevo asiento a las cosas de esta tierra, hizo la jornada y nueva navegación de la mar del Sur en demanda de las islas que decían en aquel tiempo Islas de Salomón, y de la Isla de Tarsis y California, la cual le sucedió tan mal y tan siniestramente, que casi se le perdieron todos los navios, y estuvo más de un año perdido en el gran río del Tizón y California, [Margen derecho: que han de estar las buenas tierras a treinta y seis grados de la línea equinoccial]  adonde pasó grandes trabajos, que pensó perecer él y toda su gente, ansí de hambre como de no hallar las poblaciones de que tenía [noticia] por relaciones; que aunque aquella costa por donde anduvo es de muchos indios y poblaciones, es la más gente desnuda y bárbara, que viven como alarbes y muy pobrísima, que no saben qué es oro ni plata; y como no tuvo con que pasar adelante por la pérdida de sus navíos, habiendo pasado tantas peregrinaciones, procuró de volver a esta tierra con harta pérdida de su gente y hacienda, más no cansado ni enfadado de los casos de fortuna.

 

§ 393. Pretendió tras esto hacer la navegación de la Especiería, que en aquella sazón los llamaban los Malucos y tierra firme de la gran China, como en efecto armó contra aquella tierra y fue general de aquella armada Alvaro de Saavedra Cerón y fue por maestre y piloto uno que se llamó el maestre Corzo, uno de los que pasaron con Magallanes, el estrecho que agora llaman de Magallanes. Y esta fue la primera navegación que se hizo desta tierra para las Islas que agora llaman Felipinas, que fue la segunda navegación que se hizo por la Mar del Sur desde esta Nueva España en tiempo de Fernando Cortés, la cual armada se perdió y vinieron a remanecer algunos de los nuestros a la gran India de Portugal.

 

§ 394. [Margen derecho: La cual armada hizo Fernando Cortés desde esta Nueva España el año de mil y quinientos y veintiocho con cien hombres en dos navíos en demando y busca de los Molucos y otras islas del poniente, por mandado de Carlos Quinto nuestro rey y emperador e que se buscase navegación desde esta Nueva España para aquellas islas e tierra de la China que según se cuenta había número de islas y tierra firme de la gran China. La cual armada se hizo como está referido a instancia del emperador don Carlos Quinto de la ciudad de Málaga, gran cosmógrafo y diestro del arte del marear. Y como está referido fue a las islas del poniente, llevó cuatro navíos de alto bordo y una galeota y una fusta; fueron con él trecientos y ochenta hombres de guerra y nueve religiosos, los cuatro de la orden de Señor San Agustín y cinco clérigos] [F. 82 v. margen izquierdo: sin el servicio de esclavos. Partieron de la Nueva España del puerto de Juan Gallego día de Todos Santos del año de mil y quinientos y cuarenta y cinco]

 

 

§ 395. Estando Fernando Cortés en demanda de la California como dejamos referido, llegó de España don Antonio de Mendoza por virrey desta Nueva España, presidiendo en la Real Audiencia de México don Sebastián Ramírez de Pedraza, que después vino a ser obispo de Santo Domingo, Isla Española. Este don Antonio de Mendoza fue muy principal caballero, hermano del marqués de Mondejar; y fue el primer virrey que vino a esta Nueva España el año de mil quinientos y treinta y cuatro. Gobernó tan bien y tan prudentemente, que con su valor y prudencia y sagacidad y cristiandad, pacificó, allanó y dió asiento a toda la tierra y poblaciones della. En tiempo que este tan cristiano príncipe gobernaba la Nueva España, se hizo la segunda navegación de la Especería, la cual armada [F. 82 v.] hizo a su costa y minción en compañia de don Pedro de Alvarado, y fue por general de ella el capitán Ruy López, natural de Villalobos,[182] y llevó segunda vez por su piloto al maestro Corzo, de quien arriba hicimos mención, que conocí muy bien.

 

§ 396. Cuya jornada y navegación fue tan infelice y desdichada que se perdió toda sin ser de ningún efecto, y fue ocasión de habérsele muerto  la gente y no tener con quien volver los navíos; y de aqui tomaron abuso de decir que por las grandes corrientes y vientos contrarios, no podían volver los navíos a esta Nueva España, cuya ironía duro muchos años, y que no se podía pasar por debajo de la línea equinoccial, y otras cosas ridículas[183] que no se sufren escribir por estar ya muy entendidas las líneas y navegaciones de todos los mares del mundo, y el ingenio de los hombres tan trascendido en viveza, que todo lo pueden ya alcanzar y comprenden con el entendimiento que dios se ha servido darles, que se les hace todo fácil y comprensible.

 

 

§ 397. Finalmente, que de los que escaparon de esta navegación vinieron a parar a la India de Portugal, donde fueron presos García de Escalante y Güido de la Bazares y fray Antonio de Urdaneta, fraile de la orden de San Agustin, de quien también quieren decir que fue uno de los que pasaron el estrecho de Magallanes: estos trajeron de la India el gengibre, y se le atribuye a Güido de la Bazares que lo sacó encubiertamente con gran astucia y maña y lo llevó a Castilla, y de Castilla lo trajo a esta Nueva España y se sembró en Cuernavaca, en la huerta de Bernardino del Castillo, de donde ha procedido la cantidad que hay el día de hoy en las Islas de Santo Domingo, que llevan [a] España de Barlovento dello las naos cargadas. 

 

§ 398. Y en tiempo de este virrey se armó otra armada que él mismo mandó hacer para la California, y fue por general de ella Francisco de Alarcón y por maese de campo Marcos Ruíz, la cual armada ansimismo se perdió sin ser de ningún efecto, y se volvió la gente a esta tierra al puerto de la Purificación; y en este tiempo se hizo la entrada de la tierra nueva que llamaban las Siete Ciudades, que fue a costa del mismo don Antonio de Mendoza, y fue por general de la entrada Francisco Vázquez Coronado: que fue la jornada que llamaron de Cíbola, de que había dado noticia Fray Marcos de Niza, provincial que fue de la orden de San Francisco en aquella sazón, que afirmaba haber visto las siete ciudades personalmente y otras muchas tierras y provincias, la cual entrada ansí mismo se perdió, en que iban más de mil españoles y de toda gente granada y muy lucida.

 

§ 399. Llevaron como está referido por general a Francisco Vázquez Coronado, natural de Salamanca en los reynos de Castilla, persona muy principal, [de] calidad y suerte, y por maestre de campo a Lope de Samaniego, alcayde que fue de las atarazanas de México, y por alférez general a don Pedro de Tobar, y por muerte de Lope de Samaniego, que lo mataron los indios de Chiametla, sucedió por ma [F. 83 r.] estre de campo don Tristán de Arellano y Luna; sin los cuales fueron muchos caballeros sobresalientes, que fueron don Diego de Guevara, don García López de Cárdenas, capitán de la gente de a caballo, don Rodrigo Maldonado, Pablos de Melgoza y los Barrios Nuevos, dos hermanos y otros muchos personajes de suerte y valor, que por evitar proljidad no se hace catálogo de todos.

 

 

§ 400. Que no pasaron pocos trabajos y peregrinaciones en tierras tan desiertas, remotas y apartadas, larguísimas, anchas y extendidas y despobladas, sin poder topar cosa que buena fuese para poder poblar, ni que satisfaciese en tierras tan inhabitables, en especial a nación tan arrogante y belicosa como la nuestra, que iba en esta tan insigne entrada y armada que se hizo por la Mar del Sur y partes de la California, en que fue por general Francisco de Alarcón, como está referido, que fue hecha con designio de que si Vázquez Coronado topara con algún buen descubrimiento, que se comunicara y tratara por la Mar del Sur con esta Nueva España; lo cual sucedió tan al contrario, que uno ni otro no vino a efecto de todo lo que se pretendía, porque habiéndose  cansado Franscisco Vázquez Coronado de haber andado y maquinado tantas y tan largas tierras despobladas, y habiéndo llegado a la altura que había de llegar sin topar cosa buena, se tornó y deshizo su jornada, y se víno a la Nueva España, porque Francisco de Alarcón se había ya ansímismo vuelto a México por no haberse podido topar en el pasaje donde estaba tratado, y por haber aguardado más tiempo de lo que disponía su instrucción, y porque no se le muriese la gente que se enfermaba, y le iban faltando los bastimentos y matalotaje.

 

§ 401. Y con esta venida de Francisco de Alarcón, estuvo en desgracia de don Antonio de Mendoza, habiendo sido tan su allegado y privado y de su casa, que le había servido muchos años de maestre sala; y cierto fue muy principal cabllero, de mucho ser, valor, ánimo y brío y entendimiento. Y el odio y pasión que causó [a] don Antonio de Mendoza, fue porque envió encubiertamente al emperador don Carlos muy más amplia y particular relación de la tierra de la California, pretendiendo por sí propio la conquista y descubrimiento de aquella tierra y costa del Mar del Sur, porque entendía que confinaban aquellas tierras con la gran China, o que había muy breve navegación desde esta tierra a la Especería, y con trabajos que tuvo de verse desfavorecido del virrey, vino a enfermar y morirse, como murió en el marquesado en el pueblo de Cuernavaca.

 

 

§ 402. Y tornando a nuestro intento principal, según vamos refiriendo, habiendo llegado Francisco de Alarcón al pasaje donde se había de topar con Francisco Vázquez Coronado, viendo su dilación determinó su vuelta, dejan en aquel lugar puestas cruces[184] y debajo de ellas enterradas botijas, dentro de las cuales [metió] cartas con relación del día, mes y año de la estada y llegada, y del tiempo en que aguardó hasta su vuelta, para que si allí llegasen algunas gentes, supiesen lo que había sido de aquella armada, y para que no fuera ocasión que allí [F. 83 v.] se detuvieran aguardando su embarcación, lo cual pasó el año de mil y quinientos y treinta y nueve y el año de mil y quinientos y cuarenta y uno; al cual despacho de estas dos armadas de mar y tierra fue personalmente don Antonio de Mendoza, virrey de esta Nueva España, lo uno a dejar a Francisco Vázquez Coronado hasta Compostela de la Nueva Galicia, y al despacho de Francisco Alarcón al puerto de la Purificación, costa de la Mar del Sur. Si como Francisco Vázquez Coronado echó a la parte del sur y del poniente, torciera y declinara a la parte del norte, y se pusiera a la altura de treinta y seis grados, topara con grandes poblazones; y si pasara de los llanos de Cíbola, Tiguex y Quibira y el valle de Señora, donde halló la mucha cantidad de vacas, quedaran aquellas tierras pobladas hasta el día de hoy.

 

§ 403. Las cuales vacas son pequeñas y los toros corcovados: la cornadura  pequeña y son a modo de búfalos. Corre este género de animales muy grandes tierras y llanos que no tienen fin, y hallase la mayor parte en los llanos de Cíbola, donde habitaron los nuestros más tiempo de un año, mientras corrió la tierra Francisco Vázquez Coronado con trescientos hombres la tierra adentro hacia el poniente, sin hallar poblazón de gente congregada, donde se detuvo seis meses, y pasó más de cien leguas adelante, de donde estaban estas vacas. Y allí tuvo razón y noticia  por señas que le dieron los indios, que a diez jornadas de allí había gente que vestía como nosotros, y que andaban por mar y traían grandes navíos, y le mostraban por señas que usaban de la ropa que nosotros usábamos; y no pasó de estas poblazones por volverse a los que había dejado en los llanos de las vacas, porque se le pasaba el tiempo en que había quedado de volver.

 

 

§ 404. Por comisión que tuvo de don Antonio de Mendoza, después de la venida de la guerra de Xuchipila y Xalisco, a causa de que los ganados mayores iban en grande aumento y dañificaban a los indios de paz, fue necesario hacer este descubrimiento; que con esto se despoblaron muchas estancias del valle de Tepepulco y Atzumpa y Toluca, donde fueron las primeras estancias de ganados mayores, y se fueron a poblar por aquellos llanos adonde agora están todas las estancias de vacas que hay en la tierra, que corren más de doscientas leguas, comenzando desde el río de San Juan hasta pasar de los Zacatecas y llegar más adelante de los valles que llaman de Guadiana tierras de chichimecas, que no tienen fin ni cabo; y ansí se despoblaron estancias de ganado mayor los valles de Atzompa y Perote, y llanos de Tepepulco, y valles de Toluca y otros muchos valles, y se pasaron a estas tierras tan largas y extendidas.

 

§ 405. Aunque con el crecimiento de los españoles se han ido poblando las tierras marítimas de la costa de Pánuco y Nautla que llaman los llanos de Almería, y desde allí las estancias de Putingo y Mizantla y  estancias de la Veracruz, y otras de tierras calientes de Tlalixcoyan, por la costa de Cohuatzacoalcos que llegan [F. 84 r.] al río[185] de Grijalva, que es una cosa sin número e increible el ganado que se va criando y aumentando, que si no se ve por vista de ojos no se puede numerar ni encarecer; aunque las carnes de los ganados que se crían en los chicimecas son mejores que las que se crían en tierras calientes, [Margen derecho: y valle de Atzompa, Tecamachalco, villa de Atlixco y Perote, Alfaxayucan, toda la Teotlalpa, Tepepulco, valle de Toluca, finísimas lanas y carnes de mucha sustancia y gusto].

 

§ 406. Y es de advertir que hay opinión que las carnes de las Indias no son de tanta substancia ni son tan sabrosas como las de Castilla; a lo cual se puede responder que las carnes criadas y hechas de ganado de tierras calientes, son de poco sabor y menos substancia, porque en efecto son dejativas y floxas, y las criadas en tierra fría y en chichimecas ansí de vaca y carnero son tan buenas, y tan sabrosas y de tanta substancia, como las que se comen dentro en Madrid, Valladolid y Medina del Campo; y no hay que tratar de esto como quien ha visto y experimentado lo uno y lo otro, si no es que la falta de carnes que hay en Castilla nos hace sentir otro gusto más sabroso, por carecer de la abundancia de las carnes que aca tenemos.

 

 

§ 407. Gobernando pues en esta tierra con tanta paz y tranquilidad este tan buen virrey, se decubrió en su tiempo la navegación del Perú, de esta tierra por el Mar del Sur; se hicieron navíos y fueron al Collao de Lima, cuya navegación y descubrimiento hizo a su costa y minción con muy grandes gastos y trabajos Diego de Ocampo, caballero muy principal, natural de la villa de Cázeres en los reinos de Castilla, que habiendo sido uno de los conquistadores y pacificadores de este Nuevo Mundo, perseverando en su proceder, se puso a hacer este tan bueno y tan provechoso descubrimiento hasta que se salió con él. Y estando en su felice gobierno un tan buen príncipe como este don Antonio de Mendoza, vino de España por visitador de esta tierra Tello de Sandoval, el cual visitó al virrey y audiencia real y a los oficiales de su majestad.

 

§ 408. Que ansímismo vino el este visitador a publicar las Nuevas Leyes y a ejecutallas las cuales fueron hechas y establecidas en las cortes que se hicieron en Malinas en favor de los indios, las cuales contenían la libertad de los indios esclavos y que no hubiese tamemes ni que los indios se cargasen, y que se quitasen remotamente sin remisión ninguna los servicios personales que hacían los indios, aunque se los pagasen; de cuya publicación ovo grandes alteraciones, y estuvo la tierra en detrimiento de perderse: y con la sagacidad de don Antonio de Mendoza se quietó y sosegó todo, y quedó pacífico, con que no se ejecutaron algunas cosas por entonces, sino que fuesen entrando en ellas poco a poco, y que se consumiesen los esclavos que a la sazón había, y con buenos medios se sobreseyesen las leyes y se obedecieron; de la cual visita resultó que se mudó toda la Audiencia y los oficiales reales y el virrey don Antonio de Mendoza, lo cual pasó el año de mil y quinientos cuarenta y cuatro y el de mil y quinientos y cuarenta y cinco y el de mil y quinientos y cuarenta y seis, que fueron tres años de visita.

 

§ 409. Y de virrey de esta Nueva españa, siendo ya muy viejo, fue por virrey de los reinos del Perú, donde vivió tres años gobernando con mucha paz y sosiego aquellos reinos, hasta que murió. Fue uno de los más famosos gobernadores que su majestad  ha enviado a estas partes, cristianísimo, de buen ejemplo y vida, discreto, [F. 4 v.]  sabio y prudente, como su nombre y fama hoy día resplandece en esta tierra, y sus heroicas obras lo muestran en este Nuevo Mundo. Entró a gobernar el año de mil y quinientos y treinta y cuatro como está referido.

 

 

§ 410. [Margen izquierdo: Ansimismo durante la gobernación de don Antonio de Mendoza, envió por socorro el licenciado de la Gazca de los reinos del Peru, a que don Antonio se le enviase de la Nueva España más de seicientos hombres, lo cual se hizo con gran puntualidad. Y salió de esta tierra la más lucida gente que ha habido en ella e iba por general don Francisco de Mendoza su hijo y por su maese de campo Cristobal de Oñate.[186] Estando toda la armada hecha y junta y hecha lista y alarde y comenzando a marchar vino nueva de que ya el Perú estaba pacífico y presos los rebeldes y justiciado Pizarro y Francisco de Carvajal. Sucedió en el alarde un caso bien notable y fue que don Francisco de Mendoza, hijo del virrey, y Hernando de Salazar fator de su magestad para dar ánimo a los de su campo enristraron el uno contra el otro tan furiosamente que rompieron sus lanzas y se encontraron los dos caballos frente con frente que se quedaron allí muertos y tendidos, sin matarse los caballeros, aunque quedaron atormentados y lastimados con la gran furia de los caballos y encuentros que se dieron].

 

§ 411. Durante el felice gobierno del virrey don Antonio de Mendoza, se descubrió una rebelión que intentaron hacer los negros esclavos de los españoles, para lo cual habían convocado [a] los indios [de] Santiago Tlaltelolco y México, la cual rebelión descubrió otro negro. Y habiéndose averiguado jurídicamente, se procedió contra los culpados y se hizo justicia de ellos, con que quedó la tierra apaciguada y sosegada por muchos años, hasta que ovo otra rebelión bien peligrosa si pasaba adelante, la cual fué ansí descubierta por un Gaspar de Tapia y Sebastián Lazo de la Vega, de que ansímismo fueron castigados, y ajusticiados con mucho rigor los culpados [y] los convocadores deste motín, y muchos de esta liga y conjuración se fueron huyendo de esta tierra al Perú, donde estaba la tierra alzada, en aquella sazón, por Gonzalo Pizarro y Francisco de Carbajal su maestre de campo, aunque de estos que se iban huyendo se prendieron muchos de ellos por los caminos por donde iban, como fue en Tehuantepeque y Huaxacac. Los caudillos de esta rebelión y alzamiento fueron un Juan Román oficial de calcetero y un Juan Vanegas y un italiano: que estos tres fueron justiciados en la ciudad de México, confesando el delito que habían cometido e intentado hacer, lo cual pasó el año de cuarenta y nueve.

 

 

§ 412. Y habiendo sucedido esto, se sosegaron y pacificaron los leales vasallos y servidores de su majestad por muchos años, y fué en muy gran aumento la población de los españoles, y se fue ennobleciéndo toda la Nueva España de pobladores españoles y fueron en crecimiento los ganados menores de ovejas. Y este buen príncipe procuró el asiento y perpetuidad desta tierra, y envió por ganados merinos a España para afinar las ovejas que habían traído antes, que fueron de lanas bastas y burdas.[187]

 

§ 413. Y en su tiempo se comenzaron los obrajes de paño y sayales, y el trato de las lanas fue en muy gran crecimiento, porque los indios comenzaron a vestirse de mantas de lana y otras cosas que labraban dellas; y se comenzaron las labores de trigo y estancias, y se repartieron muchas tierras; para todo dió mucho favor y ayuda; y se comenzaron a descubrir muchos veneros de oro, plata, fierro y cobre, ansí como fueron las minas de Tlachco y Zultepeque y Tzompanco, y se comenzó a batir[188] moneda para la contratación de los españoles, porque antes no se trataba sino con barras y tejuelos de oro y oro en polvo, y no podía correr tan bien como corre la moneda, y había gran fraude en los rescates del dicho oro y plata, y eran muy lezos y damnificados los indios que no sabían más de trocar dame esto y darte he esto otro[189] a poco más o menos; y por evitar esto se batió la moneda como está referido. 

 

§ 414. Ovo otro género de moneda que fue de cobre, que fueron cuartos y medios cuartos de a cuatro y de a dos maravedís, y comenzó esta moneda a correr por entre los españoles e indios; la cual pareció tan mal a los naturales, que hacían burla de tan baja cosa, que no la estimaron en nada ni la pudieronn sufrir, porque decían que denotaba muy gran pobreza, y no la quisieron tratar [F. 85 r.] ni recibir; y aunque ovo rigor y fueron compelidos a que de la usasen y tratasen, dentro de un año o poco más, rehundieron y echaron de sí más de cien mil pesos de esta moneda y la echaron en la laguna de México para que no oviese memoria della, y hasta hoy ha durado el no usarla en esta Nueva España porque toda la rescataron los indios y la desterraron del mundo, a lo menos de su tierra, porque les fue muy aborrecible y odiosa, y ansí no se usa otra moneda ni corre más de la de plata que, desde aquel tiempo, se usa en reales de a ocho hasta medios reales, toda de plata muy buena moneda; y en este tiempo cesó el trato de oro en polvo y barras y tejuelos.

 

 

§ 415. Finalmente, que gobernando este tan ilustre varón, se ennobleció muy grandemente la ciudad de México y gobernó diecisiete años, cristianísimamente toda la Nueva España.[190] Y ovo en su tiempo una muy gran pestilencia y mortandad en los naturales desta Nueva España, que duró más de seis meses, el año de mil y quinientos y cuarenta y cinco, que arruinó y despobló la mayor parte de todo poblado de la tierra. Y en tiempo de su gobierno se proveyó el obispado de Guatemala en el licenciado don Francisco Marroquín, clérigo; y ansimismo se proveyó el obispado de Huaxacac en don Juan de Zárate; y el de Chiapa en fray Bartolomé de las Casas, de la orden de Santo Domingo; y el obispado de Michoacán en don Juan Vasco de Quiroga; y el de Xalisco en don Pedro Gómes de Malaver; habiendo sido proveido antes de todos estos el obispado de Tlaxcalla en don Julián Garcés, primer obispo que vino proveído a estos reinos; y don fray Juan de Zumárraga por primer obispo de México, antes que fuera arzobispado.

 

§ 416. Este primer obispo de Tlaxcalla fue uno de los doctísimos varones en letras que acá ha pasado, de más de su gran santidad, ejemplo y vida. De todos los cuales se podía escribir grandes santidades y obras santísimas de sus vidas: porque entiendo e que muy largamente están escritas de ellas excelencias maravillosas, que en servicio de dios nuestro señor hicieron en la conversión de los naturales y nueva planta de la Iglesia militante, y ansí no nos detendremos en esto, sólo referiré, que siendo oidor don Juan Vasco de Quiroga, le vino el obispado de Michoacán: fue una santo de mucha perfección, y lo mismo fue don fray Juan de Zumárraga, fraile de la orden de San Francisco, y después murió  arzobispo de México.

 

 

§ 417. Lo mismo diremos de don Francisco Marroquín, que hoy en día vuela su fama; y don Juan de Zárate, obispo de Huaxacac, que lo llaman boca de oro por ser devotísimo de la madre de dios; y don fray Bartolomé de las Casas, gran defensor de las causas de los indios de todas las Indias, ansí mismo doctísimo varón; y lo propio se puede decir de don Pedro Gómez de Malaber, primer obispo de Xalisco; que sin duda se puede piadosamente creer que son santos bienaventurados y que están gozando de la gloria y están canonizados ante dios por escogidos suyos, y lo fueron escogidos para fundamento y principio desta nueva planta, donde tanto con sus vidas santísimas florecieron y resplandecieron con humildad y pobreza, sin tener cosa suya que no fuese para los pobres; hombres sin género de codicia, porque en aquella primera sazón aún no se sustentaban de los diezmos, sino muy poco y los quinientos mil [F. 85 r.] maravedís suplía la caja de su majestad: todo lo cual ví por vista de ojos, y conocí a estos bienaventurados prelados y siervos de dios. Todo esto en el tiempo que gobernó don Antonio de Mendoza.

 

§ 418. Florecieron ansímismo[191] en estos tiempos muchos religiosos de santa vida, dignos de eterna memoria; y no será razón dejar sin algún razguño o memoria dellos: aunque sé y entiendo que fray Jerónimo de Mendieta y otros religiosos han escrito largamente dellos, no por eso dejaré de hacer un breve catálogo de los que yo conocí y he conocido en esta nueva planta, y de los que me acordare.

 

§ 419. El primero fue Fray Martín de Valencia, custodio que vino con los doce religiosos primeros que el emperador don Carlos envió a esta Nueva España a la conversión y predicación de los indios naturales a la conversión de ellos. Un fray Domingo de Betanzos, de la orden de Santo Domingo, varón de gran santidad; un fray Pedro Delgado, de la orden de Santo Domingo; un fray Juan Bautista, de la orden de San Agustín; un fray Tomás del Rosario, de la orden de Santo Domingo; un fray Cristóbal de la Cruz, de la orden de Santo Domingo; un fray Alonso de la Veracruz, maestro en santa teología, santísimo varón y doctrinísimo, de la orden de San Agustín; un fray Pedro Medillán, de la propia orden; un fray Alonso de Escalona, gran siervo de nuestro señor, de la orden de San Francisco; un fray Diego de Olarte; un fray Francisco Lintorne; y fray Juan Bastidas, fray Juan Ramírez, fray Andrés Olmos, fray Juan de Romanones, fray Juan Osorio, fray Andres[192] de Portillo, todos santísimos varones de la orden de San Francisco, de gran ejemplo y doctrina: fueron los doce primeros que a esta tierra vinieron, que conocidamente vivieron santísimamente, y acabaron con gran santidad y dejaron eterna fama de su doctrina y ejemplo.

 

 

§ 420. También ovo en este tiempo varones de mucha perfección, clérigos de muy santa vida y ejemplo, que fueron los que se siguen. El canónigo Juan González, el canónigo Santos, el canónigo Rodrigo de Avila, el canónigo Nava, el arcediano de la catedral de Tlaxcalla, don Francisco de León que dejó su arcedianazgo, murió fraile de la orden de San Francisco. Ha habido tantos religiosos de todas órdenes tan buenos, tan santos y tan siervos de dios, que como al principio dijimos, que sería  hacer grandes historias de cada uno de ellos y de sus milagros, a lo cual me remito a los que han escrito sus vidas, que sé que son muchos en particular, y yo me hallo indigno de tratarlas; aunque [he visto][193] muchas cosas buenas suyas, de sus doctrinas y sermones y ejemplos, me hallo corto y no merecedor de tocar en ello, porque sería meterme en un piélago de mucha profundidad, que es dado y reservado a otros siervos de dios nuestro señor, que han tratado y podrán tratar de sus actos y hechos, de lo que predicaron, y del modo que procedieron en la conversión de los indios, alumbrados del Espíritu Santo; y por la brevedad por mí prometida, no pasaré adelante [F. 86 r.] en esto. 

 

§ 421. Finalmente que habiendo gobernado tan bien y tan fielmente don Antonio de Mendoza tantos años, en su vejez, cuando había de tener descanso, llegó de España don Luis de Velasco por virrey de esta Nueva España, año de mil y quinientos y cincuenta y uno, y se juntaron los dos virreyes en la ciudad de Cholula, adonde se vieron y obedecieron las cédulas de su majestad. Y allí consultaron las cosas del gobierno de la Nueva España, y del estado en que quedaban los negocios de la tierra, y lo que su magestad mandaba guardar y ejecutar acerca de la buena conservación de los indios y de su aumento. Y desde esta ciudad de Cholula se partió el buen don Antonio de Mendoza para los reynos del Perú, viejo, cansado y enfermo; y con esta senectud hizo su viaje por mandárselo su majestad. Se despidió de todos como buen padre, y ansí fue llorado de toda la tierra, con mucha razón.

 

 

§ 422. Y el nuevo virrey don Luis de Velasco partió para México y procedió en su sagaz gobierno. Y lo primero que hizo fue mandar ejecutar los capítulos de las Nuevas Leyes, y se libertaron los esclavos y servicios personales y los tamemes y que los indios no cargasen. Y pasado este rigor del primer ímpetu que fue de mucho sentimiento en la tierra, al fin adelante, pasada alguna temporada de su gobierno, fue su proceder tan humano que gobernó tan bien y tan a gusto de toda la tierra, que por su sagacidad y madurez mereció por execelencia ser llamado padre de la patria. Visitó personalmente toda la tierra de su gobernación, y se asentó y apaciguó con quietud toda la tierra desta Nueva España.

 

§ 423. [Margen derecho: Un mes antes que este buen virrey llegase de España, llegó antes en un navío, el licenciado Vena que se fingió ser visitador de la Real Audiencia, que puso harto sobresalto en la tierra; al cual, sin haber presentado sus provisiones, le hicieron sentar en los estrados de la Real Audiencia, con mucha honra poque se fingía que sus despachos los traía el virrey don Luis de Velasco. El cual fue un gran burlador que, a título de ser visitaor, le dieron muchas dádivas y riquezas y como no pudo salir con su buen intento y se entendió su traza fue preso en Cholula por Gonzalo Gomez de Betanzos, que era corregidor de aquella provincia,  y fue muy bien castigado porque se procedió contra él por embaidor y burlador y le dieropn docientos azotes por las calles acostumbradas de México, después de haber sido muy honrado y al cabo fue desterrado de toda esta tierra].

 

§ 424. Y en su tiempo se hizo la armada de la Florida, año de mil y quinientos y cincuenta y nueve, y fue por general de ella don Tristán de Arellano y Luna; y como se perdió, fue al socorro y a recoger la gente perdida de aquella armada Angel de Villafaña, con nombramiento y comisión que llevo del virrey don Luis de Velasco, de capitán general y gobernador de aquella tierra, porque don Tristán de Arellano se fue desde allí a Castilla como se vió perdido; y cuando el dicho Angel de Villafaña no fuera de más efecto del que fue a negocio que importó mucho su ida, porque sacó aquella gente que perecía de hambre en aquella tierra, porque todos los bastimentos que llevaban se perdió con tormenta que tuvieron en la mar, y ansí no tuvo la gente qué comer y perecían de hambre por ser despoblada y de chichimecas, y al fin fue y vino el dicho Villafaña con la mayor parte de la gente que pudo, le puso en la Habana, y de allí a esta Nueva España y dejó despoblada aquella tierra de la Florida, por verse sin orden, con gente cargada de mujeres y niños que iban a poblar; que a no hallarse de esta manera, pasara adelante con parecer de muchos capitanes, y entrara a la tierra adentro, cuyo acuerdo y parecer hubiera sido acertado, y estuviera poblado el Nuevo México.

 

 

§ 425. Fueron deste parecer Matheo de Sauz y Baltazar de Sotelo y otros muchos capitanes de experiencia. Y este fin tuvo esta tan grande y lucida armada, que no fue poco daño, porque después han intentado poblar esta Florida franceses y otras naciones, que se lo han impedido los nuestros, porque en tiempo deste buen virrey floreció por la mar Pedro Meléndez de Valdés, siendo general de la carrera de la mar [F. 86 v.] destas Indias, donde pasó grandes trances y buenos sucesos en servicio de su majestad. Fue muy temido de los corsarios, y en especial de los franceses, que los desterró y echó de la Florida, con gran pérdida y daño dellos; y como prendió a Juan Ribao, general de los franceses que se habían apoderado de la punta de Santa Elena y San Matheo, y aseguró en sus tiempos esta carrera de la Nueva España.

 

§ 426. En tiempo deste buen caballero, se perdió la flota que iba desta tierra a los reinos de Castilla, y dió en la costa de la Florida, año de mil y quinientos y cincuenta y tres, donde pereció y murió mucha gente y se perdió gran tesoro, de cuya armada escaparon pocos navíos, que fueron la nao del Cerzo[194] y la de Farfán de Jáuregui y otros, algunos de poca cuenta. Mataron los indios muchos frailes y personas de cuenta:  murió allí fray Juan de Méndez de la orden de Santo Domingo, muy famoso predicador, y fray Diego de la Cruz procurador de Santo Domingo. Mataron a doña Catalina, mujer que fue de Juan Ponce de León, encomendero de Tecama, que iba a España desterrada por la muerte de su marido, que dicen mató Bernardino de Bocanegra. Y ansí mismo, en tiempo deste buen virrey, se pobló el Nuevo Reino de Vizcaya llamado de Chiametla, y fue por gobernador de aquellas poblaciones Francisco de Ibarra.

 

§ 427. Y se poblaron en sus tiempos la villa de Santa Bárbara, Guadiana, Sombrerete y Chalchihuites y el Mazapil, y las tierras de Indehé y todos aquellos confines y partes muy apartadas, ampliando los reynos y señoríos de su majestad, como el día de hoy permanecen. Al principio de su gobernación se puso la Real Audiencia de Guadalajara de la Nueva Galicia.

 

 

§ 428. [Margen izquierdo: El año de mil y quinientos y sesenta llegó de España don Luis de Velasco su hijo. Y el año de mil y quinientos y sesenta y dos vino a esta Nueva España don Martín Cortés marqués del Valle con su mujer, hijo de Hernán Cortés. Y el año de mil y quinientos y sesenta y tres llegó de España el licenciado Valderrama visitador de esta Nueva España].

 

§ 429. Y en estos tiempos de su gobierno se hizo la tercera armada para la Especería, islas del poniente llamadas las Filipinas, la cual se hizo a instancia y persuación de fray Andrés de Urdaneta de la orden de San Agustín, y de García de Escalante y de Güido de Bazares, personas que habían visto y estado en aquella tierra; y viendo su majestad las grandes relaciones de aquellas islas y tierra, mandó se hiciese la dicha armada,  la cual puso en efecto, como está referido, el buen virrey don Luis de Velasco, y envió por general della a Miguel López de Lagazpi, y por su maese de campo a Matheo del Sauz, y a Güido de los Bazares por factor de su majestad; la cual armada tuvo tan buen suceso, que hoy día permanece y permanecerá hasta el fin, porque la contratación será la mayor y mejor que ha habido en el mundo, en especial en estas partes del poniente.

 

§ 430. Porque [de] esta población han resultado grandes descubrimientos de reinos y provincias de la gran China, Japones y la Tartaria y de otras naciones que había incógnitas, que muchas de ellas van teniendo razón y noticia de nuestra santa fe católica, que será principio de la conversión de aquellas naciones, para que vengan en conocimiento de nuestra santa fe. Ansí que este cristianísimo virrey gobernó sabia y discretamente, con suavidad y con dulzura, de que fue muy querido y amado en toda [F. 87 r.] la redondez desta tierra; y estando en este tan felice y dichoso estado de su gobierno le vino la visita, y le vino por visitador el licenciado Valderrama, oidor que fue del Consejo de Indias, el año de mil y quinientos y sesenta y tres; y estando en esta visita, fue nuestro señor servido de llevarse desta vida y falleció el buen virrey don Luis de Velasco, de gloriosa memoria, el año de mil y quinientos y sesenta y cuatro, en las casas de Ortuño de Ibarra; y está enterrado en Santo Domingo de México, donde tiene su capilla y entierro.

 

 

§ 431. Están trasladados su huesos en la iglesia nueva, hízolos trasladar don Luis de Velasco su hijo con mucha solemnidad siendo virrey desta Nueva España. Habiendo acabado de despachar dicha armada de la Especería y luego resultaron de su muerte muchas novedades, trabajos, y disenciones y pasiones ocultas de pechos dañados, odios y enemistades con ellas, y dañados humores que conocidamente se traslucían; determinó irse el visitador Valderrama a los reinos de Castilla con la visita, habiendo estado en la tierra tres años, dejando en el gobierno de la tierra a la Real Audiencia de México, año de mil y quinientos y sesenta y seis.

 

§ 432. En cuyo tiempo sucedió la rebelión que dicen de México, y fue por ello justiciado Alonso de Avila Alvarado y Gil Gonzáles Dávila su[195] hermano y otros muchos caballeros, y entre ellos que fueron don Pedro de Quesada y don Baltazar su hermano, y Baltazar de Sotelo hermano de Diego Arias de Sotelo; y por ello fue preso don Martín Cortés marqués del Valle, y don Luis Cortés y don Martín Cortés sus hermanos, y Bernardino de Bocanegra y Diego Arias de Sotelo, y otros muchos que fueron enviados presos y desterrados desta tierra a los reinos de Castilla.

 

§ 433. [Margen derecho: Fue preso Alonso Dávila Albarado y Gil González su hermano a diecisiete de julio el año de mil y quinientos y sesenta y seis. Degollaron a los dos hermanos, Alonso de Avila y a Gil González de Avila, a tres de agosto del dicho año referido de mil y quinientos y sesenta y seis, en la plaza grande de la ciudad de México].

 

§ 434. Y de cómo vinieron en seguimiento desta causa por pesquisidores el licenciado Muñoz y el doctor Carrillo y el licenciado Xarava que viniendo por la mar murió, y de cómo fueron mandados volver el dicho licenciado Muñoz y Carrillo, y yendo a España murió el licenciado Carrillo en la mar, de estos negocios había mucho que tratar; a lo cual ponemos freno, porque hay muchos escritores acerca de esta rebelión por muchos autores, remitiéndome a lo que la Real Audiencia hizo y según procedió jurídicamente.

 

§ 435. Y estando en el furor de estos negocios, vino por virrey desta tierra don Gastón de Peralta, caballero muy  nobilísimo, el cual duró en el cargo muy poco tiempo, porque la tierra no lo mereció. Fue la causa de su breve mudanza, informaciones que contra él enviaron a su majestad, acusándole de remiso, y que desfavorecía los casos pesados tocante a la rebelión, y que favorecía la parte del Marqués del Valle.

 

 

§ 436. [Margen derecho: Vino por virrey de esta Nueva España don Gastón de Peralta marqués de Falces el año de mil y quinientos y sesenta y seis con doña Leonor Vico[196] su mujer. Fuese el dicho marqués de Falces el año de 1568 a los reinos de Castilla por mandado del rey nuestro señor y en la misma flota se fueron los jueces el licenciado Muñoz y Carrillo y el mismo año. Este propio año que vino el marqués de Falces, en la flota que vino, fue enviado preso don Martín Cortés marqués del Valle a los reinos de Castilla y don Luis Cortés su hermano y no los hallaron aca los jueces pesquisidores. Vino por virrey de esta Nueva España don Martín Enriquez el año de mil y quinientos y sesenta y ocho]. [F. 87 v. margen izquierdo: Llegaron [a] esta Nueva España los inquisidores y oficiales del Santo Oficio en tiempo de este virrey, el año de 1557[197] vino por inquisidor don Pedro Moya de Contreras que después vino a ser arzobispo de México].

 

§ 437. Idose a España, vino y le sucedió don Martín Enríquez, y halló tomado el puerto de San Juan de Ulúa por Juan de Ade, inglés corsario; y de como por su buena traza y orden, se tornó a cobrar el puerto y isla de San Juan de Ulúa, que para habella[198] ovo grandes refriegas, y reencuentros y muchas muertes de una y otra parte, lo cual había puesto en gran alteración la tierra con esta ocasión de hacer los daños que han hecho y hacen cada día, y los grandes robos que han hecho por el mar océano y en Santo Domingo y Cartajena, Puerto de Caballos, y por la costa de la Mar del Sur y carrera de las Filipinas y costa del Perú, y de cómo Francisco [F. 87 v.] Drack tomó un navío que venía de las Filipinas, cerca del puerto de la Navidad y California, y de otros navíos que ha tomado cargados de plata y oro y perlas y otras riquezas, sin otros daños excesivos que no [se] pueden contar sin gran lástima y pena, por no haber tenido en nada a los corsarios, ni el negocio de San Juan de Ulua.

 

 

§ 438. Gobernó el dicho don Martín con prudencia y muy discretamente esta tierra más de catorce años, con mucha quietud y sosiego, dando nuevo asiento a la tierra de las alteraciones pasadas; y en su tiempo se desvergonzaron mucho los chichimecas, hicieron grandes matanzas y robos por los caminos de Zacatecas y estancias de ganados, que con muy gran dificultad se podía tratar la tierra, que fue necesario mandar hacer fuertes y tener presidios en muchas partes en toda la tierra de chichimecas, donde se gastaban con la soldadesca más de doscientos mil pesos; de suerte [que] toda la tierra estaba en muy gran detrimento, y costaba muchas vidas de españoles todos los años, de robos y daños que hacían los chichimecas. Y con estos presidios se repara parte de los daños que los saltedores chichimecas hacían. En tiempo que gobernaba esta Nueva España se introdujo el derecho de alcabala y comenzó a pagar con harto disgusto de los vecinos, que por ello fue aborrecido.    

 

§ 439. En el año de mil y quinientos y setenta y seis sobrevino a toda esta tierra una muy grande pestilencia y mortandad en[199] los naturales della, que duró tiempo demás de un año que arruinó [y] destruyó la mayor parte de la Nueva España, que casi quedó despoblada de indios. Un mes antes que comenzase la mortandad se vió una muy gran señal en el cielo, que se vieron en el sol tres ruedas que parecían tres soles muy sangrientos o inflamados de fuego, que hacían un [...]. Las colores de estas tres ruedas eran semejantes al arco del cielo llamado iris; duraron desde las ocho hasta casi la una después de medio día.

 

§ 440. Al fin y al cabo de estos catorce años de su buen gobierno, vino por Virrey desta tierra y Nueva España don Lorenzo Xuáres de Mendoza, conde de Coruña, y el dicho don Martín Enríquez fue por virrey a los reinos del Perú, adonde vivió tres años y gobernó aquellos reinos con mucha prudencia y discreción, como hombre maduro y sagaz y de grande experiencia, donde acabó con acrecentamiento de gloria y eterna fama. [Margen izquierdo: Vino don Lorenzo Xuárez de Mendoza conde de Coruña por virrey de esta Nueva España el año de 1580. Y este mismo año fue don Martín Enriquez por virrey del Perú. Aunque también tuvo ciertos resquemores con el arzobispo de México don Pedro Moya de Contreras].

 

 

§ 441. Y el Conde de la Coruña prosigió en su gobierno tres años con mucha mansedumbre, hasta que murió, y pasó desta presenta vida; que por su fin y muerte gobernó la [Margen izquierdo: Real Audiencia de México y gobernando la Real Audiencia le vino la visita al arzobispo don Pedro Moya de Contreras y fue visitador de la tierra de que hubo notables casos, lo cual pasó el año de 1583; y el año de 1584 le vino la gobernación de esta Nueva España, que fue gobernador y capitán general y presidente de la Real Audiencia de México el dicho arzobispo]. Le víno la visita para que visitase la Real Audiencia de México y a los oficiales de su majestad.

 

§ 442. Y estando en esta continuación, vino por virrey de esta tierra y Nueva España don Alvaro Manrique de Zuñiga, marqués de Villa Manríque, el año de mil y quinientos y ochenta y cinco; y el arzobispo de México se fue a los reinos de Castilla con la visita, donde falleció[200] siendo presidente del Consejo Real de Indias, que sucedió a Hernando de Vega Fonseca, obispo de Córdoba. El cual dicho marqués de Villa Manrique gobernó cuatro años, y en su tiempo hubo muy grandes negocios, que de algunos dellos tratamos[201] en suma. [F. 88 r. margen derecho: En diecisiete de octubre de 1585 llegó don Alvaro Manrique de Zúñiga por virrey de esta Nueva España con doña Blanca su mujer].

        

 

§ 443. [F. 88 r.] Tratar de la diversidad de animales fieras y extrañas de la tierra y de sus propiedades, han escrito tantos autores acerca desto, que seria superfluidad tornar a tratar repetillas, porque el protomédico que su majestad envió a esta tierra llamado el doctor Francisco Hernández llevó gran copia de relaciones escritas, y los animales y dibujados y de sus propiedades y secretos de naturaleza que no tengo para que entremeterme en ello; ni menos trataremos de las yerbas y de sus raizes medicinales y de grandes virtudes; ni de otras plantas y flores y de sus grandes variedades y diversos colores; ni de la planta que llaman tuna de grana cochinilla y de cómo la benefician[202] los naturales aunque prosiguiendo esta relación, en algún lugar daremos larga cuenta dello; ni menos trataremos de la virtud y propiedades de las aves y sus colores que son muchos; ni de los árboles aromáticos y olorosos porque el doctor Alonso de la Mota, dean de la catedral de Michuacan, hace libro muy copioso destas cosas tan curiosas y elegantisimo intitulado Floresta de Virtudes a cuyo libro nos remitimos y a los que escribió el protomédico de su magestad, como está dicho, cerca de todas estas cosas muy largamente.

 

§ 444. Solamente pasaremos sucintamente por algunas cosas curiosas que se nos iran ofreciendo, con algunas declaraciones de lo que atrás dejamos escrito, y de algunos árboles que destilan licores odoriferos como es el árbol que llaman los naturales xochiocotzoquahuitl que, en nuestro romanze castellano, quiere dezir el árbol que llaman de resina odorifera o de olor de flores. Este es un árbol muy alto derecho y de echura de pino y en lo más alto haze una copa de sus hojas muy graciosa aunque las hojas son menudas a manera de laurel que adonde quiera que está este árbol da muy suave olor. Y para sacarle el liquidanbar y su licor, le dan y pican con unas hachuelas dándole unas cuchilladitas, por aquellas partes que le cortan y tiene las cuchilladas, destila aquella resina de la manera que destila la trementina de pino. De la cual resina se saca un aceite delicadísimo y trasparente de color de aceite de olivo, muy trasparente, que sirve de bálsamo[203] a nuestros españoles y le llaman aceite de liquidanbar ques muy bueno para muchas curas; y lo más grueso y espeso sirbe de perfumes que hazen dello muy olorosos.

 

§ 445. Este árbol se cria en muchas partes desta Nueva España, es árbol muy preciado, y los naturales en su antigüedad lo estimaban en mucho porque usaban dello los señores. Criase este árbol en tierras muy frescas en Quauhchinanco y en Pahuatlan y en Tlatlauhquitepeque por toda la cordillera de las nieblas que atrás dejamos tratado que pasan de Guatemalla y Honduras que atraviesan gran parte deste Nuevo Mundo.

 

§ 446. Hay otro árbol llamado copalquahuitl, que los naturales ansí lo llaman, árbol que destila la resina que llaman copalli, y los españoles le llaman árbol de anime; este árbol es despojado de hojas, es muy feo, destila de sí ansímismo esta resina que llaman copalli, es resina blanca y transparente y olorosisima con el cual copalli perfumaban los naturales a sus ídolos que les servian de incienso, es un atramento muy bistoso porque es blanco y transparente y lo forman de tal manera, que parecen tajadas de diacitron, cubierto de azucar, es de muy suave olor que los nuestros lo han comparado al anime, que se trae[204] a España.

 

§ 447. Sirve para medicamentos y para [F. 88 v.] muchas enfermedades y sahumerios de que se hazen emplastos[205] confeccionados con otras resinas y licores, para quitar frialdades intrínsicas que se congelan en los huesos humanos, para huesos quebrados, aplicados su sahumerio para los romadizos y catarros que abre[206] el olfato para que más brevemente se espelen las reumas y flemas causados de los malos serenos  y ansí mismo es bueno para sahumar  ropa blanca mezclado con el liquidanbar. Crianse los árboles de esto en tierras cálidas y en secadales y no en tierras húmedas criase en Huastepeque, y Yautepeque, en Chietla, y en otras muchas tierras desta calidad y temple, en tierras del marquesado del Valle a la parte del Mar del Sur según nuestro centro. También sirve este copal para encerrados de ventanas vuelto y misturado con cera blanca de Castilla comunmente usada en esta tierra.

 

§ 448. Hay otro árbol, oyametl, que algunos de nuestros españoles le llaman pinsapo y otras abeto del cual árbol se saca el aceite que llaman de abeto, es aceite singularísimo y muy oloroso, aplícase para muchas enfermedades particularmente es de mucho provecho para untar y hazer luz, más para sacar frios encerrados en los huesos de hombres, que los saca y desarrayga. Algunos se purgan con este aceite, y se han hallado muy bien con ello. Estos árboles se crian en las montañas de la Sierra Nevada y en las faldas y contorno de la sierra que llaman el Volcan y en la sierra de Tlaxcalla y en otras montañas de tierra fria desta Nueva España y no en tierras callentes. Los árboles sobredichos son a manera de pinos aunque de diferente hoja, porque la hoja es muy menuda y cortica y las ramas que este árbol va echando van haziendo cruzes muy formadas. Criase este licor o resina, en árboles nuevos y mientras más pequeños son mejores porque dan más aceite.

 

 

§ 449. Estos árboles pequeños crian unas vejigas, en la misma bara, o rama, y dellas se saca el aceite, y de allí la cogen los naturales para vender y otros aprovechamientos, que dello sacan para vender a los españoles, Deste árbol pinsapo se saca muy rica madera, para casas es  madera incorruptible, y muy preciada entre los naturales, hase hallado de esta madera en la ciudad de México haber durado más de trecientos años debajo de agua, y ansí que toda la estacada en que las más casas de México están fundadas es de esta madera de oyametl.

 

§ 450. Del pino no se tratará porque es árbol muy común para esta tierra que aunque no llevan piñones para comer, como los pinos de España, cójese dellos mucha resina que llaman los naturales ocotzotl que es la resina que llaman en los lengua castellana trementina, la cual cojen los naturales para muchos remedios. De este árbol se hace la pez y el oxitl que en la lengua española llaman alquitrán, lo cual los naturales sacan con fuego para sus medicamentos y otras necesidades.

 

§ 451. De este árbol sacan los naturales la tea que llaman ocotl, lo cual antes de la venida de los españoles a esta tierra servíanse los naturales de esta tea para alumbrarse con ella y hoy en día se sirven muchos de esta tea. Y es de mucho valor en las tierras donde no la ha porque sirve de este menester y porque no se ignore de qué aprovecha este oxitl sacado y destilado de la fuerza del fuego que, como dejamos tratado que los nuestros le llaman [F. 89 r.] alquitran, los naturales se untan con ello todo el cuerpo y sobre aquella unción se tiznan de negro con carbón molido. Lo mismo hacen a los niños y se lo ponen en las cabezas mucho tiempo, y ansí no crian empeynes ni tiña, y otras superfluidades del cuerpo; aprovecha para curar la tiña y la sarna y arestin.

 

§ 452. Ordinariamente los indios traen untadas las piernas de este betum llamado oxitl, repáranse con esto de los frios y porque no se les abran grietas en los pies; y en las tierras calientes donde hay mosquitos untándose con este alquitran no les hacen daño ninguno, porque andaban antiguamente los indios desnudos y en cueros vivos. Esta unción la usaban más comunmente la gente plebeya y no los principales ni la gente de pulicia, porque los señores y gente más principal usaban otras unciones de más valor y preciada, y más delicada para en sus enfermedades de cosas saludables y olorosas, confeccionadas de otros atramentos de mucho valor y olor y suavidad con esto se embijaban.

 

 

§ 453. Hay otro árbol odorífero que los naturales llaman tlatlauhqui tlatzcan que nuestros españoles llaman sabina, y otros le llaman nevro tiene la hoja como la del cedro, que este árbol echa unas agallas o manzanilllas que por agosto y septiembre viene a madurar de la cual fruta comen algunas gentes, que aunque son dulces y de buen sabor son asperas y estiticas [sic] y deja en la boca alguna aspereza. Es muy buena fruta para ganado puerco[207] porque engordan con ella, hay muchos árboles destos en el valle que llaman de Atzompan, y Perote y al pie de la sierra nevada que llaman de Maltrata y Orizaba.

 

§ 454. Este árbol llamado sabina destila de sí una resina que se queda quajada en el propio árbol que casi se parece almáciga y algunas veces sirve de almáciga para almacigar agua para beber tiene con esta almáciga muy buen gusto, porque deja muy buen gusto y sabor y olor y si no se advierte atentamente a ello no dirán sino que es agua almacigada. Quieren decir, algunas gentes que de la fruta deste árbol se saca en España el aceite que llaman de nebro, que por otro nombre se llama niera, aunque en esta tierra no se ha hecho. Este árbol no es muy alto, más es muy copado y a la vista hermoso, tiene buen tronco de que se sacan muy buenas tablas para hacer mesas y cajones porque es madera de mucho olor y suavisimo y vidrioso[208] que salta mucho con el sol y la sequedad. La leña que de este árbol se quema estalle a mucho, levanta muy gran llama, hace muy poca ceniza que casi no hace brasa ni carbón porque lo consume el fuego en breve tiempo, y hace muy poco humo aunque se traiga verde para quemar.

 

 

§ 455. Es esta madera incorruptible que dura debajo de tierras más de trecientos años sin corromperse ni pudrirse. Porque haciendo un pozo en el valle de Atzompan en medio del llano se halló un madero desta sabina en más de seis estados de hondo, que a según pareció antiguamente había servido aquella abertura de pozo, y hízose en el propio lugar, por haberse hallado allí mucha teja y cascajo quebrado, que decian los naturales de aquella tierra que habitaban cerca de allí, que son los indios del pueblo de Yxtaquimaxtitlan, llamado por otro nombre Castil Blanco que los primeros españoles conquistadores de esta tierra ansí lo llamaron porque hallaron en aquel pueblo fortalezas y castillos almenados, como atrás [F. 89 v.] lo dejamos tratado, y esto dicen que aquel pozo sirvió a sus antepasados los chichimecas muchos tiempos que fueron los ulmecas, cuando allí vinieron desbaratados y vencidos y huyendo de los teochichimecas de Tlaxcalla que a según sus antigüedades [y] cuenta se halla haber más de trecientos años.

 

§ 456. Y según esta razón y está referido es madera de mucha dura[ción] incorruptible y ansí el día de hoy los españoles tienen muchos corrales desta madera para sus ganados en muchas estancias del valle de Atzompan, de diez y veinte años sin pudrírseles ni corrompérseles, lo cual hemos tratado por habello visto por vista de ojos.

 

§ 457. En las montañas de Perote que los españoles le llaman la Sierra del Cofre porque en lo más alto de aquella sierra está un mogote muy señalado que le llaman el Cofre y los naturales desta tierra le llaman la sierra Napatecuhtli, que quiere decir cuatro veces rey o señor y al pie desta sierra hay una agua que llaman, Agua Vergonzosa, y en su lengua de los naturales la llaman Pinahuizatl. Hay luego otro arroyo muy cerca de este que llaman Temazcalatl por donde toma estos dos nombres Temazcalapa y Pinahuizapa, a donde es agora espital de Perote, y llamose ansimismo Perote porque el primer español, que allí en aquella parte hizo una venta, se llamaba Perote.

 

§ 458. Hemos dicho esto para más claridad de la parte y lugar de lo que vamos tratando, porque de esta sierra y cordillera hacia los llanos de Atzompan hay muy grandes pinares por todas las faldas de esta cordillera hacia los llanos de Atzompan que llevaban piñones comestibles, aunque no tan grandes como los piñones de Castilla, y aunque hay cantidad de estos árboles no lleva fruto[209] todos los años sino algunas temporadas, de seis en seis años otras veces a menos tiempo y cuando acaece abello el año que acierta es tanta la cantidad que hay de piñones que muchos españoles los van a coger de que hacen mucho dinero de ellos que como en esta tierra hay pocos pinos que llevan desta fruta carecese de ellos, y a esta causa se tiene buen despacho de estos piñones. El año que acierta  abellos es tanta la codicia de los españoles que por coger cantidad de piñones han talado muy grandes montes de pinares cortando los árboles no advirtiendo el daño que hacian, lo cual se ha remediado por los que han gobernado esta tierra.

 

 

§ 459. Estos pinos piñones los hay señaladamente en un cerro que llaman los naturales Cohuatepeque que hay por los mal paises de Perote y por la falda de la serranía que va a la sierra nevada de Maltrata y por aquellos llanos que llaman la Sierra Derrumbada que de ordinario se está deshaciendo y derrumbando y por esto la llaman la Sierra Derrumbada. Y en esta cordillera de mal paises y cerros hay los grandes venados que llaman ciervos que cuando se hallan acosados de las gentes o de los cazadores se vienen a los caballos y a los hombres y suelen hacer grandes daños que son más bravos que un toro, porque son más ligeros, son muy grandes y muy hermosos, y es una caza muy real y de mucho contento. Tienen muy grandes aspas de muchas puntas los cuernos desgazados como propios y naturales ciervos de España, son pardos y ansí los llaman venados pardos a diferencia de los corzos y gamos y venados berrendos que son blancos [F. 90 r.] y muy ligeros.

 

§ 460. Trato de esta monteria porque me he hallado muchas veces en estos montes cazando con arcabuzes porque aguardan muy bien a tirada [de] arcabuz. Andan juntos en manadas de veinte en veinte y de treinta en treinta, y de ciento en ciento, de más y de menos, y cuando ven al cazador, o le sienten hacen una muela redonda o remolino y ansí aguardan algunas veces muy cerca para podelles tirar. Están por el mes de septiembre muy gordos y hermosos que han acabado de mudar y descorsear las aspas. Hacen grandes daños a los naturales porque les comen sus maices y sementeras, mayormente cuando se hallan cerca de donde las hay.

 

§ 461. En estos llanos de Perote están las lagunas que llaman de Tlachac y Atlchichica y Quecholac que algunas gentes quieren decir que en otros tiempos fueron cerros y volcanes y que el tiempo los consumió y que se hundieron y que se hicieron estas lagunas que son cinco o seis y ansí parece que por los bordos se reconoce una cosa que lo de enmedio se hundió, y quedan como unas calderas, porque los bordos son altos y las lagunas están hundidas y bajas en aquellos llanos que tenemos referido. El agua de estas lagunas es salobre y muy clara que parecen ojos de agua o respiradero de la misma tierra; crian un pescadillo menudo y blanco de muy buen gusto, que nuestros españoles le llaman pejereyes.

 

§ 462. Estas dichas lagunas y ojos de agua están apartadas unas de otras a una y a dos leguas y a tres, a más y a menos. Los naturales de esta tierra no saben decir ni distinguir lo que puede ser y de cómo estas lagunas se hicieron, ni de dónde se ceban en unos tan grandes llanos sin tener corrientes de ninguna parte, sino que dios fue servido que estubiesen en estos llanos por manifestar a los hombres su omnipotencia, que nadie las puede alcanzar ni comprender.                

 

§ 463. Estas dichas lagunas y ojos de agua no se les ha hallado fondo aunque se ha procurado saber; algunos de nuestros españoles quieren decir que son respiraderos de la mar y este parecer no me satisface porque de donde están estas lagunas a la mar hay muy gran cumbre y altura, y es cosa imposible imaginar tal cosa, sino que naturaleza y el tiempo las produjo y han quedado de la manera que queda tratado.

 

§ 464. También diremos de la laguna de Atlxoxouhcan que está en la misma cordillera, aunque apartada más de seis leguas de estas adelante al pie de la sierra nevada camino del Maltrata del ingenio de azucar de don Rodrigo de Vivero, el cual dicho pueblo Atlxoxoucan es pueblo sujeto al pueblo llamado de Quecholac que tiene en encomienda Nicolas de Villanueva la mitad de él y la otra mitad los sucesores de Gonzalo Rodriguez de la Madalena. Esta laguna se llama Atlxoxouhcan que quiere decir en la lengua de los mexicanos Agua Verde, es agua dulce de beber, ansimismo se debió de descubrir de haberse hundido algún cerro que debió de estar allí, o que naturalmente dios todopoderoso debió de hacerlo ansí por mostrar sus grandes maravillas.

 

§ 465. Y ansí está esta laguna muy más alta que las demás de que hemos tratado, tiene forma de caldera los bordos de muy gran grosor y altos de tierra pleno que parece obrado a mano de hombres. Estando en lo alto de los bordos está el agua en una muy gran hondura, tan profunda que pone espanto miralla desde arriba hasta abajo y con toda [F. 90 v.] esta hondura bajan ganados a beber desta agua. Es tan ancha esta caldera que de bordo a bordo no hay arcabuz, por largo que sea, que pueda llegar al agua su tiro que no se quede muy atrás sin poder llegar la bala a la orilla del agua porque como está tratado es de forma de una caldera que va en se angostando hacia abajo, y tendrá de bordo a bordo, a mi parecer como cuarto de legua. De esta agua bebe toda aquella poblazón que allí se pobló de indios.

 

 

§ 466. Hemos venido a tratar destas lagunas, haciendo mención de los árboles de pino que llevan piñones que corren por toda esta cordillera de más de diez y doce leguas, pues estaban tan cerca, [que] parecerá género de descuido, no tratar de ellas, aunque de la sierra atrás dijimos que se llama la Sierra Derrumbadas, es que siempre se está derrumbando y cayendo a pedazos, y debe de ser la causa de esto que en las propias sierras deben corresponder algunos metales fogosos y que con el gran ardor y fuego deben de abrasarse los peñascos y caerse como se caen y ansí tienen estos dos cerros al parecer, mirados desde lejos, grandes quemazones y muestras de tener metales de plata u otras cosas. Hallándome una vez cerca de estas sierras, en una venta que llaman la venta de Cáceres sobrevino un temblor de tierra o terremoto a medio día, que parecía que había llegado el fin, porque fue tanto lo que la tierra tembló y se alteró que los hombres no se podian tener en pie y fue tanto lo que cayó y de las sierras se derrumbó que el polvo que de ella salió y se desmoronó, duró más de una hora su niebla y oscuridad que casi apenas se podían ver estas dos sierras.

 

§ 467. Y de allí colejimos que por algún tiempo se han de venir a hundir y convertirse en otras lagunas como las demás. Estas Sierras Derrumbadas son de muy gran altura y montuosas, asperas y fragosas y muy subidas y derechas, algunos indios de los antiguos decian haber visto salir fuegos de noche destas sierras a grandes llamaradas haciendo gran resplandor. Algunos españoles han intentado subir estas sierras y se han vuelto cansados sin efectuar su intento. Las cuales sierras, como está referido, están muy cerca de la venta de Cáceres y Perote y valle de Atzompan y muy cerca de la sierra nevada de Maltrata; están por sí solas fuera de las serrania y cordillera grande porque están en los llanos que llaman de Perote y Atzompan la cual sierra nevada llaman los naturales Poyauhtecatl.

 


§ 468. Es sierra de muy gran altura, la cual se ve treinta leguas de la mar viniendo a esta tierra y es la primera tierra que se reconoce antes de las sierras que llaman de San Martín. Esta sierra nevada es muy alta y montuosa que la Sierra Nevada de Huexotzinco ni que el volcán, ansimismo suele echar humo, por lo más alto de ella como la del volcán de Huexotzinco y Calpan. También las [he] conocido más de diez años sin echar fuego ni humo, más los naturales refieren en sus cantares antiguos y es ansí que mucho tiempo atrás lo oi cantar a los propios indios diciendo que, cuando las sierras se encendieren en fuego y echaren humo sus cumbres, habrá grandes mortandades y pestilencia.

 

§ 469. Y ansí el año de mil y quinientos y cuarenta y cinco que fue el año de la pestilencia desta tierra, como atrás lo dejamos referido, comenzó esta sierra de Maltrata a echar humo y fuego en muy grandes llamaradas, y hasta entonces no fue tenido por volcan y ansí echaba [F. 91 r.] humo de ordinario y lo echó más de veinte años muy conocidamente y después acá, de muchos años a esta parte, no echaba humo ni llamaradas de fuego, sino muy raras veces que apenas se mira ni hecha de ver.

 

§ 470. Finalmente que al tiempo que comenzó a echar humo, de caciques antiguos supe y entendi si en algún tiempo aquella sierra había echado humo o si se tenía noticia de ello de sus antepasados, los cuales decian que no ni noticia[210] daban de ello ni tal habian visto hasta entonces, pero que sus antepasados habian dejado dicho que cuando las sierras muy altas humeasen y echasen fuego de sí que sería cerca el acabamiento del mundo y que habra grandes mortandades de gentes y que ya aquello se iba cumpliendo, pues sabían claramente que las gentes se morían y acababan sin podello remediar y que no sabían otra cosa, y ansí como son estas cosas antiguas y dichos de hombres naturales y de muchos años a parecido referillo, y agora tornaremos a proseguir en nuestro principal intento, que es de las maneras de los árboles, plantas y de sus licores y resinas.

 

§ 471. Hay otras maneras de pinos muy altísimos que no llevan resina que son a manera de pinavetes y ansí lo deben de ser éstos, aunque no tiene la madera la hebra que hace el pinavete, el cual árbol llaman los naturales ayauhquahuitl, que es una madera blanca y muy tupida y pesada y tersa que es la que en esta tierra se labra para cajas y puertas, y para hacer retablos y otras obras de estima, y ansí es madera muy preciada, no llevan sus piñas piñones aunque lleva piñas muy grandes y la fruta que echa es muy menuda y chicos los piñones y de poco provecho, los cuales comen los papagayos que por temporadas vienen a gozar de estos piñoncicos.

§ 472. Hay otro género de pinos que los naturales llaman acoloatl, altisimos y muy derechos que su madera es roja, es ansí mismo de mucho provecho, los cuales se crian en tierras frias, y no en tierras calientes en partes umbrias, son árboles para hazer mástiles de navios por ser de gran grosor y derechos y muy altos y recios y ansí mismo para labrar y hazer puertas, mesas y caxas y otras cosas para el servicio del hombre.

 

§ 451. De los árboles cipreses y cedros ay muy gran muchedumbre en las sierras nevadas de Huexotzinco y Calpan y en las faldas del Volcán son árboles altisimos y odoriferos que los naturales y españoles los estiman y tienen en mucho, porque no se hallan en todas partes de esta tierra sino es aquí, aunque en las tierras calidas hay otros árboles que los quieren llamar cedro por el buen olor que tienen, son árboles muy preciados y olorosos que los yndios llaman palo quahuitl,[211] es madera muy preciada que tira a colorada, es madera de mucha estima de que se hacen escritorios, caxones, bufetes, mesas; de esta madera se halla en la Habana isla de Cuba y Santo Domingo.

 

§ 452. Ansí mismo nogales silvestres que dan fruto muy sin provecho, la madera de estos árboles es muy preciada para estas cosas de mesas, bufetes, escritorios, y otros menesteres para el servicio de los hombres. Crianse estos árboles entre las tierras calientes y frias, para la cordillera donde hay nebla y frescuras que sin esto[212] y hay gran diversidad de arboledas en esta clima de que no haremos caso más de aquellos árboles que nos dejamos entender y pueden ser de más provecho y utilidad como de las que hemos hecho mencion.

 

§ 453. Ansí mismo hay un árbol que los naturales llaman macpal xochiquahuitl[213] que lleva unas flores entreveradas de color amarillo y colorado, las cuales flores son de echura de una mano de hombre con cinco dedos muy señalados y la palma de la mano que es cierto verlo de gran almiración, la mano que se muestra es pequeña menos de una mano de niño recien nacido es árbol muy altisimo y derecho, tiene las hojas como de higuera aunque no tan espesas. Tienen los caciques y señores esta flor por grandeza, para adornar otras flores y ramillites que hazian los naturales de flores de que ellos usan mucho. Este árbol es de tierras templadas y callentes a tierras frias donde los tienen con mucho regalo, la madera no es de ningún provecho, porque no se usa de ella, por haber pocos árboles de estos teniase por grandeza que por el provecho.

 

§ 454. Sácase ansí mismo de unos árboles pequeños que los españoles le llaman higerilla del infierno que tiene las hojas anchas a manera de higuerra que los yndios lo llaman tlapatl, estos árboles llevan unos cardillos por fruta como enherizados y espinosos y abiertos, crian una semilla a manera de cañamon poco mayores de la cual semilla [sacan] el azeite que dicen de higuerilla, aprovecha para muchas cosas que los españoles lo han hallado por cosa medizinal para untar y sacar fialdades de cuerpos humanos, sirbe para arder en las parras, y para muchas medicinas que de ello se haze.

 

§ 455. Ay otro árbol que se llama ulquahuitl muy preciado que se cria en tierras callentes, es árbol no muy alto que se cria en  tierras callentes que tiene las hojas anchas y cenicientas. Este árbol destila de si una leche muy blanca espesa y pegajosa, de la cual se saca en mucha cantidad y para sacar la leche se ha de picar el árbol con un hacha, o machete, y picado luego a la hora destila la tal leche y los naturales la cojen en unos calabazillos redondos de la forma que quieren y de la cantidad y allí le dexan cuajar y cuajada la echan a cocer en agua callente, y queda una pelota tamaña como una pelota de viento y los yndios que no tienen calabazas para cojer esta leche se untan con ella todo el cuerpo y después de seca levantan aquellos pellejos que a fraudado la leche, y queda a manera de nierbos y de ay como queda correosos se haze una pelota y se cuese en agua callente. Con esta pelota jugaban los naturales con los cuadriles como antiguamente jugaban, como atras lo dejamos referido.

 

§ 456. Deste ule se saca el azeite muy provecho[so] para los medicamentos de los naturales que es muy blando y muy suave en especial para ablandar los pechos apretados de catarros pechugeras, este ule se derrite con el fuego para sacar el azeite de él, tiene una propiedad que salta tanto que no hallo [con] qué comparallo, tómase bebido con el cacao y es ansí mismo para ablandar algún medicamento duro e áspero aprovecha ansí mismo para camaras de sangre, o de otras de cualquier humor que sean. Está tan fuerte y tan duro este ule que hecho un peto dello que no hay punta de flecha que lo pase por aguda que sea, es de madera muy blanda y dócil y en sí no tiene dureza ni aspereza ninguna, porque es semejante a nierbos corrosos, y ansí ynpeledise cualquier golpe que se le da y resulta hazia fuera y entiendo que si se hiziesen suelas de zapatos dello, que por otro nombre los llaman nuestros españoles batey por llamarlo ansí los yndios de la ysla Española, quel que estas suelas se pusiese le harian ir saltando en contra de su voluntad sin poder estar sin caerse y por donde quiera que fuese iría saltando.

 

§ 457. Y ansí quieren dezir que los caciques antiguos hazian suelas deste ule para hazer burla de algunos truhanes chocarreros en años cobardes y lo tenian por pasatiempo. Algunos españoles de nuestros tiempos han usado deste ule para capas aguaderas que untado una capa aguadera de cañamazo deste ule no le pasa el agua, salvo que para que le dé el sol no es bueno porque lo derrite y lo haze pegajoso, lo cual no se puede hechar en las capas aguaderas sin que se derrita, este dicho ule es fuego por esta causa se haze pegajoso, lo que no haria si fuese untado con la leche sacada rrecien del árbol es de mucho aprovechamiento.

 

§ 458. Ay árbol de bálsamo que se trae de Guahtemalla que por no estar informado del no hazemos larga relacion del, es licor y bálsamo muy provechoso para heridas, es odorifero en gran estremo y es de mucho precio y valor. Lo mismo es de la resina de Tecomaca que se cria en Colima y Zacatula que aprovecha para muchas cosas medizinales. Y el tecopale y xochipale que son a manera de encienso de muy olor, y lo que llaman caraña axin, y sus azeites, y de su árbol y pastas que sería necesario tratar destas cosas y secretos de naturaleza hazer un libro particular dello y ansí lo dejamos, pues llevó grandes relaciones el protomédico quel rey nuestro señor invió a estas partes, a sólo saber las propiedades de los animales que havía en esta tierra y de las aves y pescados y de las rayzes y medicamentos de los yndios que antiguamente usaban y de las yerbas y rayzes con que se curaban, que parte dellas descubrimos y con diligencia de nuestra parte hecha ynviamos a don Martín Enriques governando en esta tierra por si su majestad le habia mandado.

 

§ 459. Y ansí no trataremos desto tan largamente como el tiempo y lugar nos ofrecia solo dire del árbol de yolloxochitl que es un árbol que se cria en tierras templadas o frescas ques un árbol derecho y alto que tiene las hojas como de cidra aun más tiesas y lisas, lleva una flor de echura de un corazon que los yndios le llaman yuloxuchitl que a interpretado en nuestro romanze castellano, la flor del corazón y ansí dizen questa flor les conforta los corazones, su olor traciende mucho porque es de viva flagrancia y suabidad y unas destas flores puestos en un aposento traciende su olor y da alegria y contento do quiera que está, es más vivo y suave que el olor en un melón muy sazonado y maduro.

 

§ 460. Lo mismo podemos dezir del árbol llamado yeloxochitl quahuitl, ques otro árbol y tiene las hojas muy anchas y es muy alto a manera de pino, echa de sí una flor [que] es de echura de una mazorca de mayz prolongado, y ansí lo llaman los yndios flor de mazorca verde. Es una flor cerrada que las hojas de encima son verdes y las de adentro son blancas es flor de muy suavisimo olor que traciende mucho y a donde quiera questá da muy gran suavidad, tiene el olor de rosas de Alexandria y de azucenas y otros olores muy suabes, de diferentes olores, varios y singulares que no le hallo comparación ques cierto es flor de mucha estima, y a la vista muy agradables de que se pueden dar muchas y ynmensas gracias a dios que hizo tantas cosas para consuelo del hombre sin lo cual hay tanta variedad y maneras de flores, en estas partes, que no se pueden acabar de conocer y dezir.       

 

§ 461. Trataremos en este lugar y haremos relación particular de la grana cochinilla que ansí mismo ofrecí a su majestad al rey don Felipe nuestro señor, y de algunas flores que los yndios estimavan y tenian en mucho, en un libro pequeño donde hazian demostración por pinturas y colores sus formas y echuras, y propiedades aunque no yrán aquí tan en forma, porque sólo sirbe este libro para original y memorias de algunas cosas de que ynformamos hi hizimos relación por sí en algún tiempo algunos que más curiosamente lo quizieren escribir o tratar lo hallen aquí sin ningún trabajo, y ansí de mi parte dejo -de escribir muchas cosas poque otros las tienen escritas con más estudio y cuidado; y ansí las cosas que trato son las cosas que he visto y oydo de personas fidedinas y calificadas y auténticas y ansí las que voy tocando van sucintamente y de pasada que no las tratara sino fuera por haberseme encargado como al principio de estas relaciones lo refiero.

 

§ 462. La grana cochinilla es de color de purpurea roja colorada, de color de sangre de algunas gentes la llaman carmin y otros carmesi color que los yndios tenian en su antiguedad en muy gran estimacion para teñir sus pajes y pelos de animales de liebres y de conejos, porque no alcanzaban seda ni la conocian, ansí no tenian sino ropas de algódon y hilo y cosas de pluma según su modo antiguo y después de la venida de nuestros españoles le han tenido y estimado en más por ser uno de los principales tratos desta tierra por los reynos de Castilla. Habrala en esta tierra en la provincia de Tlaxcalla era la mejor y mayor más ancha y demás tinta subida y fina, habrala en la Misteca y en Calpan y Huexotzinco y Tecamachalco, y aunque la abrá y la hay en otras provincias desta tierra era de la grana silvestre como adelante diremos.

 

§ 463. Y esta que se tiene por buena los naturales la labraban y cultivaban con cuidado y gran beneficio la cual tenian en guertos cercados y guardados de sabandijas y musarañas que la dañifican y comen, como otros muchos contrarios. Plantábanla en esta forma, en un árbol grueso y feo, y solo de pie y de cepa parda y sus hojas anchas y gruesas húmedos y aguanasos a manera de la siempre viva que cada hoja deste árbol los naturales llaman nopalli que los españoles llaman árbol de tuna o tunal, ques nombre tomado de los yndios de la isla Española y Cuba, y esta tierra se llama nohpalquahuitl y nopalli, y habiendo los españoles corrumpido su propio nombre se llama nopall, y como vamos diziendo cada hoja deste árbol será poco más de un palmo de largo, y de ancho un geme y de grosor un dedo es verde y espinosas de espinas rezias y agudisimas poco menores de una aguja de labrar, están en medio de la hoja del tuna por gran orden de naturaleza a trechos pequeños y puestas de en tres en tres juntas son muy enconosas.

 

§ 464. Será este árbol de altor de un estado, es copado y tiene muchas ramas y esparrado y gran ruedo, en algunas partes los hay y se crian poco más altos y campesinos son de mayor altor que un hombre de a caballo, llevan unas tunillas mayores que un higo y es coloradilla y es el fruto que dan estos nopales tunas comestibles. Chapódanse estos árboles de dos a dos años, y hechan renuevo de hojas, en las cuales se cria la grana cochinilla, la cual es cosa viva, a manera del gusano de seda en cuanto al sustento porque se cria con este nutrimiento de la hoja del nopalli, porque no come otra cosa, y es su principal sustento ansí por secreto de naturaleza cria en si aquella color de sangre siendo todo el árbol y sus hojas berdes diferentes de las tunas, comestibles, de diversos y diferentes colores, sabores y gustos, y colores muy distintos de los nopales que cria esta grana cochinilla, y no como el fruto de las tunas comestibles que las tunas de diversos colores y olores, porque las hay blancas, y amarillas, coloradas, encarnadas, naranjadas, y entreveradas de blanco y colorado, dulces y agrias.

 

§ 465. Y cada olor destas son de diferentes gustos y olores según la calor que dios les dio ques una de las grandes maravillas que en esta fruta puso sobre todo estas tunas blancas en color y olor, las mejores y más estimadas sabrosas, olorosas y dulces que tienen el olor de camuescas de Castilla sin otras tunas deste natio que se dan en el tunal grande de los chichimecas que nuestros españoles los llaman durasnillos que son sobre todas las tunas, porque la cáscara ansí le parecen son tunas campesinas que las tierras las produze en el tunal grande de los chichimecas de que aquella gente se sustenta es una temporada del año que tiene este dicho tunal según los que lo han dado y marcado más de cien leguas de longitud y latitud poco más de ochenta leguas en partes que tiene su longitud del este u este en este monte es de tunas hay diversidades y maneras dellas, y en el diamentro de este tunal hay arroyos, y aguas que la atraviesan según por muchas partes, según lo que tratan nuestros españoles que lo han pisado y travesado.

§ 466. Y según yo lo he visto algunas partes donde lo hay ansí mismo cochinilla y grana silvestre que si se beneficiase sería tan buena como la que se cultiva, aunque no se ha esperimentado y con todo esto me parece ques otro género la que tenemos entre manos en lo de Tlaxcalla. Dijimos que la grana cochinilla, era a la manera del gusano de seda porque come de la hoja de la tuna y sustenta della y del desnutrimiento hasta que crece y muere porque como está dicho es cosa viva y de la forma de un gusanito redondo algo prolongado con unas arrugas en medio. Este gusano se va criando en la propia hoja de la tuna desde que rrebienta la madre que hecha un millon de hijuelos que son tan chiquitos como unos aradores y antes que se arrebienten las madres las cojen los naturales estando en su plenitud que entonces esta de sazón para poderse cojer, son los hijuelos de la echura de un piojo blanquitos por cima, y colorados por dentro.

 

§ 467. Este nombre de cochinilla no hemos podido saber de dónde se tomó [el] nombre porque los naturales le llaman tlapalli ques nombre que quiere dezir color de nocheztli que quiere dezir sangre de tuna, finalmente que reventando el gusano salen luego los hijuelos y se ben por todo el tunal enxambrando y cundiendo por todo el árbol y árboles por grandes que sean, y ansí que para hechar desta semilla y pasallo en un tunal nuevo las llevan en unas hojas de tuna y lo van poniendo en las hocaxaduras de los árboles en pencas de la dicha tuna y donde allí va cundiendo todo el árbol y por todo el guerto y de algunos destos gusanos, ansí reventados, salen unas maripositas blancas que engendran en las hembras, esta cochinilla y es cosa notoria y averiguada entre los naturales que la tratan y benefician y no hay que dudar ni reparar en esto es negocio que tenemos cada día, presento la veriguacion dello. 

 

§ 468. Plantase la tuna, árbol del nopal de la suerte que aquí diremos, es de saber que los árboles se suelen chapodar de dos a dos años y de más y menos tiempo según la fertilidad de la tierra y ansí cuando los árboles se chapodan, la que a de ser planta que tenga tres hojas y antes que la planten se está quinze o veinte dias en el sol olvidada, y en parte donde se le consuma parte de la mucha humidad que tiene hasta que la planta y hojas quedan lacias y arrugadas, lo cual se haze respecto de que si se plantan luego con la humidad grande que tiene se pudriria luego la tal planta, de manera que para plantarla, con sazón debe estar la penca lacia y consumida de la humidad, y desta manera se va plantando de tres en tres hojas, que la una hoja queda metida en la tierra y las dos pencas fuera della, y luego al primer año lleva renuevo y a los dos años se le puede hechar la semilla y con esto tiene principio de criarse la cochinilla.

 

§ 469. Lleva el compas de la planta, de dos varas de planta y planta y poco más de manera que se puede entrar por el tunal libremente para limpiarla, y beneficialla, a de tener el suelo muy limpio y cada pie aporcado y allegado de tierra, y las hojas limpias, de telarañas, lagartijas, salamanquesas, y de otras musarañas, y ordinariamente han de estar al beneficio desta agricultura y no dejallo de la mano y por ser cosa muy delicada y prolija de beneficiar no la benefician nuestros españoles, tiene dos y tres cosechas esta grana en cada un año conforme a la fertilidad de la tierra donde se cria y está, hay nopales de dos y tres maneras, y los más preciados que tienen por de mejor bicuño es el nopal que los indios llaman tomohtli y quetzalnopalli, tiene la hoja muy verde y delgada más prolongada quel tomohtli y el nopal que se llama tomohtli tiene la hoja verde oscura y gruesa más que todos los nopales lleva la fruta de una manera colorada.

 

§ 470. Plántase estas hojas, cuando se ponen, de frente de donde sale el sol el anchor de la hoja, separándolas del ayre del norte, porque luego la cochinilla por su naturaleza va bucando su abrigo, porque el agua, ayre y granizo no le ofenda y ansí se enxambra y pone debajo de la hoja de la tuna y como el árbol se va criando los naturales van torciendo las hojas inclinandolas a la parte donde pueda dar abrigo y de manera que la cochinilla pueda hallar siempre su reposo y abrigo.

 

 



     [1]En el Ms. 210 de la BNP dice Panico en todos los casos en que aparece la palabra que aquí se transcribe como Pánuco.

     [2]En el Ms. 210 de la BNP dice, "enbijarse".

     [3]En el Ms. 210 de la BNP dice, "es".

     [4]En el Ms. de Glasgow sólo dice "perpetuamente". En la Ed. de 1892 Ramirez sugiere que quizá deba leerse "imperfectamente".

     [5]Almaizar. Toca de gasa usada por los moros.

     [6]Almalafa. Lienzo o sábana de algodón que usaban las moriscas en lugar de manto.

     [7]En el Ms. 210 de la BNP dice "varas tostodas" y en el Ms. de Glasgow "varas todas".

     [8]Gorguz. Arma arrojadiza, especie de dardo.

 Azagaya.Lanza o dardo pequeño arrojadizo.

     [9]En el Ms. de Glasgow dice, "de ante".

     [10]En el Ms. 210 de la BNP dice, "apescados" y en la Ed. de 1892, "apesgados".

     [11]Esta misma fecha aparece en la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala entregada en España en 1584. Esto quiere decir que, según la correlación cronológica de Muñoz Camargo, los olmecas xicalancas se dispersaron hacia el año de 1224.

     [12]Los estudios arqueológicos muestran que en la fase Texoloc o III (del año 800 al 300 antes de nuestra era) del desarrollo regional ya existían pueblos o pequeños señoríos.García Cook, Angel, Méx. 1976.Es decir, la región estaba poblada antes de la llegada de los olmeca xicalanca.

     [13]En en Ms. 212 de la BNP dice "cu".

     [14]La correlación cronológica de Muñoz Camrago señala que estos chichimecas parten de Chicomoztoc o llegan a Tlaxcala hacia el año de 1284. En la Historia Tolteca chichimeca la llegada de los chichimecas a Cuauhtinchan se fija hacia el año de 1174, junto con ellos venían los tlaxacltecas. 1989:18.

     [15]En el Ms.212 de la BNP dice,"ladignidad".

     [16]En el Ms. 210 de la BNP dice, "Quauhtinchan" lo cual es un error del copista.

     [17]En el Ms. 210 de la BNP dice, "se tenian".

     [18]En el Ms. 210 de la BNP dice, "ubis".

     [19]Alarbe. Arabe beduino.

     [20]En la Ed. de 1892 Ramirez cambió esta palabra por "observaron".

     [21]En el Ms. 210 de la BNP dice, "puedo".

     [22]En los párrafos 76,77,78 se menciona como gobernante de México a Matlalihuitzin. Huitzilihuitzin significa "pluma de colibrí" y Matlalihuitzin significa "pluma azul". No se trata de dos personajes distintos, tal vez se trata de dos lecturas diferentes del mismo glifo onomástico.

     [23]En el Ms. 210 de la BNP dice, "casa".

     [24]En el Ms. 210 de la BNP dice, "biesen".

     [25]En el Ms. 210 de la BNP dice, "aspiran".

     [26]En el Ms. 210 de la BNP dice, "le".

     [27]En el Ms. 210 de la BNP se escribió primero "una casa que es ce calli" y se corrigió escribiendo sobre "una" y "ce" el número 7; sobre la palabra "cinco" se escribió "ocho".

     [28]Aquí también se tachó la palabra "dos" ya que el número correcto debe ser "uno".Los errores en los numerales de los años también aparecen en el Ms. de Glasgow. Asi que puede pensarse que las correcciones se hicieron después del año de 1585.

     [29]Este relato sobre Mimich que mata a Itzpapalotl y se traslada a Comalla en plan de conquista también se encuentra en los Anales de Cuauhitlan Ed, 1938 § 1518-1540.

     [30]En los Anales de Cuauhtitlan, se consigna como padres de Quetzalcohuatl a Mixcohuatl y a Chimalma. 1938 § 1492-1494. En el Ms. 210 de la BNP dice "Mixcohuatl Amaxtli" en estos dos casos.

     [31]En el Ms. 210 de la BNP dice, "yngrumanticos".

     [32]En el Ms. 210 de la BNP dice, "demonio".

     [33]En el Ms. de Glasgow dice, "Tolohtzin".

     [34]"el día cuatro ollin". En el Ms. 210 de la BNP dice, "naulin tonalli".

     [35]En el Ms. 210 de la BNP dice, "pordos".

     [36]En el Ms. 210 de la BNP dice, "trauan".

     [37]En el Ms. 210 e la BNP dice, "de un".

     [38]En el Ms. de Glasgow dice, "grandes gracias" y en el Ms. 210 de la BNP dice, "gran y donayres".

     [39]En el Ms. 210 de la BNP dice, "era".

     [40]En el Ms. 210 de la BNP dice, "orejas".

     [41]Estas "otras cuadrillas de chichimecas" son los tolteca chichimecas cuya llegada a Cholula ocurrió en el año uno tecpatl.HTCH. 1989 § 120-124.

     [42]En las Relaciones de Chimalpahin se registra a un teuhctli llamado Petlacalli y a su bisnieto Toteotzin teuhctli, este último gobernó en Acxotlan Chalco entre los años de 1240 y 1272. Chimalpahin 1963, vol. I:28 y 36.

     [43]En la HTCH § 288 como pobladores de Totomihuacan se citan a Ocotochtli y a Tzoniztal. Iztaccoyotl es mencionado como gobernante de Totomihuacan en los Anales de Tlaltelolco § 86,255.

     [44]En el Mapa de Cuauhtinchan No. 3 se consigna a Quauhtzin tecuhtli que partió de Huexotzinco y se estableció en Tepeyacac.

     [45] En el Ms. 210 de la BNP dice, "Yxcocatl". La lectura correcta debe ser Icxicohuatl como aparece en § 62.

     [46]En el Ms. 210 de la BNP dice, "choramecas"

     [47]En los Padrones de Tlaxcal del siglo XVI se registra a San Bernardo Cohuazacapechpan como pueblo de la cabecera de Ocotelulco. Para el año de 1670 se tiene una población llamada Santa María Expectación Cohuazacapechpan, también de la cabecera de Ocotelulco. Zapata y Mendoza 1995 § 413.

     [48]El texto podría leerse como: ça ca tlamin ce toxcatl que significaría "flechó el día [primero] del [mes] toxcatl".

     [49]En el § 63 a este lugar se le llama "Tetliyacac".

     [50]El Ms. 254 f. 10 r. de la BNP consigna que durante el gobierno de Tezozomoc de Azcapotzalco se envió un vaso a Culhua tecuhtli Cuanex. Lo mismo dice el manuscrito de Loaiza.

     [51]Como se ha visto en el § 38 lo más probable es que Matlalihuitzin sea el mismo Huitzilihuitzin.

     [52]El Ms. 210 de la BNP dice,"con".

     [53]El Ms. 210 de la BNP dice, "vino".

     [54]"La gente trasera" es una traducción que Muñoz Camargo hace de "tlateputzca". Sahagún (1956, vol.III:214) explica que "los tlateputzca que son los que viven tras de las sierras, al oriente, como son los tlaxcaltecas, uexotzincas y chololtecas y otros muchos". Esto hace suponer que Muñoz Camargo usa una fuente escrita en nauatl.

     [55]En el Ms. 210 de la BNP dice, "e a rongimiento".

     [56]El Ms. 210 de la BNP dice, "nier vuestros".

     [57]Tal vez deba leerse, "sus" como aparece en el siguiente renglón.

     [58]El Ms. 210 de la BNP dice, "agostaban".

     [59]El Ms. 210 de la BNP dice, "el mayores".

     [60] En el Ms. 210 de la BNP dice, "alterna".

     [61]El Ms. 210 de la BNP dice, "y versos con amientos".

     [62]El Ms. 210 de la BNP dice, "se pone".

     [63]El Ms. 210 de la BNP dice, "imças nefarias

     [64]En la Historia Tolteca Cchichimeca § 337, se asienta lo siguiente: "Año IX tecpatl. En él fueron flechaddos los muros del tlaxcaltecatl cuando los iban a destruir los huexotzincas y los acolhuas. Los toltecas, los totomihuaques y los quauhtinchantlacas los ayudaron, los fueron a salvar, por eso no fue destruido el tlaxcaltecatl".(1976:208).

     [65]En el Ms. 210 de la BNP dice, "hindiendo".

     [66]En el Ms. 210 de la BNP dice, "boo".

     [67]El texto debiera decir: "y su hermano se llamó Teyohualminqui".

     [68]En el siglo XVI la cabecera o altepetl de Ocotelulco estaba formada por cinco unidades: Cuitlixco, Tecpan, Contlantzinco, Tlamaoco y Chimalpan.(AGN Tierras vol. 20 1ª parte exp. 1 f. 48 r.). San Francisco Cuitlixco estaba integrado por 8 teccalli o casas señoriales, 3 pilcalli o casas de principales, 2 ueuecalli o casas de ancianos y 1 yaotequihuacalli o casa de funcionario militar. Tecpan con 8 teccalli, 16 ueuecalli y 10 yaotequiuacalli. Tlamaoco con 10 teccalli y 6 ueuecalli. Chimalpa con 8 teccalli.No se tiene información sobre Contlantzinco. Entre las 8 teccalli de Tecpan se encuentra una que se llama Culhuacan. (Padrón de Tlaxcala del siglo XVI 1987:309-325).

     [69]Tlacomihua es el antepasado de la casa señorial o teccalli de Cuitlixco de los Maxixcatzin. (AGN Tierras, vol. 20 1ª parte exp. 1 f. 63 v.). El texto debiera decir: "Tlacomihua, señor del barrio de Cuitlixco Ocotelulco".

Tlacomihua, tlahtoani de Tlaxcala, aparece en Códice Xolotl, lámina V (3 A en la Ed. de 1951), como contemporaneo de Tezozomoc de Azcapotzalco y Huitzilihuitl de Tenochtitlan.

     [70]El Ms. 210 de la BNP dice, "despoblados".

     [71]Atlapaltzin, tlahtoani de Cuitlixco Ocotelulco Tlaxcala, aparece en el Códice Xolotl, lámina VII (3 A Ed. 1951) como contemporaneo de Tezozomoc de Azcapotzalco y de Chimalpopoca de Tenochtitlan. En la lámina IX-X del mismo códice aparece Tlaxcala con su gobernante, que una glosa lo identifica como Cematlapaltzin, conversando con un tepaneca sobre Maxtla y Nezahualcoyotl.

     [72]Maxixicatzin, "en cuyo tiempo vino Fernando Cortés", era hijo de Mazatzin, hermano de Xipincoltzin. AGN Tierras col 20, 1ª parte, exp. 1 f. 63.

     [73]Probablemente don Juan Oltzetzelincatzin fue hijo de Quetzalcohuatecuhtli de Tizatlan, según el Códice de tierras y genealogía de Tizatlan. Reyes 1993:205.

     [74]El texto dice que se tiene duda de quén ha de ser la heredera del señorío. Esto significa que esta parte es redactada hacia el año de 1562 o poco después ya que en ese año es cuando se tiene el pleito por la sucesión (AGN Tierras, vol. 20, 1ª parte)

     [75]Al parecer Muñoz Camargo se contradice ya que en el § 105  asienta que Xipincoltzin era hijo de Tlacomihua. En la genealogía de los Maxixcatzin (AGN Tierras Vol. 20, 1ª parte, f. 63 v.), presentada el año de 1562, se registra que Tlacomihua tuvo dos hijos uno llamado Xipincoltzin y otro llamado Mazatzin. Del primero

desciende Tlepapalotzin y del segundo Maxixcatzin.

     [76]En el Ms. 210 de la BNP dice, "peque no".

     [77]Al principio de este renglón, es el único caso en que en el Ms. 210 de la BNP aparece un calderón, para indicar principio de párrafo.

     [78]Más adelante en el § 128 se registra que a Culhua tecuhtli Cuanex le sucedió Atexcalli huehue "a éste Pantzintecuhtli, a éste Cocotzin, a éste Teixtlacohuatzin". Véase también a Torquemada 1969, I:273.

     [79]En el Ms.210 de la BNP dice, "les".

     [80] Tosca significa "piedra caliza".

     [81]Esta parte del texto debe ser anterior a 1581 ya que don Antonio de Luna, segun Gibson, murió entre los años de 1581 y 1585. (1991:210)

Más adelante, en el § 134, la sucesión de Quiahuistlan continúa. Después de don Antonio de Luna, gobierna don Juan de Mendoza a partir de 1586 (Gibson 1991:210)

     [82]En el Ms. 210 de la BNP dice, "credan de".

     [83]Don Francisco de Mendoza es citado como vivo el 14 de febrero de 1563 (ACAT § 815) y ya como difunto el día 13 de diciembre del mismo año (ACAT § 835).Asi que este texto debió redactarse antes del año de 1563.

     [84]En el Ms. 210 de la BNP dice, "teochichimecas".

     [85]En el Ms. 210 de la BNP dice, "y alcanças".

     [86]El Ms. 210 de la BNP dice tan sólo, "apaziguado".

     [87]El Ms. 210 de la BNP dice, "sus ediosos".

 

     [88]Don Juan Maxixcatzin murió entre el 18 de abril y el 21 de agosto de 1562. ACAT § 759 y 779. Esta parte del texto debe ser anterior al año de 1562.

     [89]En el Ms. 210 de la BNP dice, "quella cabecela de la cabecera".

     [90]En el Ms. 210 de la BNP dice, "y por so".

     [91]En el Ms. 210 de la BNP dice, "estando por principal y señor de Quiahuiztlan".

     [92]En el § 126 se asienta "Tlaltuchtzin Temilotzin, llamado don Antonio".

     [93]Don Tomas de Santa Cruz fue regidor del cabildo en 1555 ACAT § 530 y elector de Quiahuiztlan ACAT § 900.

     [94] Don Julián Motolinía murió entre el 16 de febrero y el 15 de junio de 1560. ACAT § 684 y 692. 

     [95]Don Baltzar Quautecolo fue elector de Quiahuiztlan. ACAT § 900.

     [96]En el Ms. 210 de la BNP dice, "Moquetlacan".

     [97]En el Ms. de Glasgow dice, "Itzehecatzin Teotlyquetecotli".

     [98]A esta lista de 19 "capitanes famosos" de Ocotelulco y Quiyahuiztlan, habrá que agregar la lista que proporciona Ixtlilxochitl (1985, vol. II:256) basado en la desaparecida obra de Tadeo de Niza del año de 1548. Quauhxayacatzin, Miztliymatzin, de Tizatlan; Acamayotzin, Tianquiztlatoatzin, Ze Yecatecuhtli, Tepilzacatzin, Chiahuatecolotzin, Cuitlixcatl, de Ocotelulco; Mixcoa tecuhtli, Tizatemoctzin, Chiquacen mazatl,de Quiyahuiztlan; Ixconauhqui tecuhtli y Tlanhuihuitztli de Tepeticpac.La identificación de la pertenencia a las cabeceras está hecha en base al Lienzo de Tlaxcala.

     [99]El Ms. 210 de la BNP dice, "una que va".

     [100]El Ms. de Glasgow dice, "a manera de sombrajo y medio amoscador".

     [101]Es importante hacer notar que, la afirmación de Muñoz Camargo  sobre los tlaxcaltecas que no saben comer sal y que esta costumbre se debe al cerco militar impuesto por los tenochcas, es una afirmación relativa. En Tlaxcala, aún en la época actual, es común el uso del tequesquite que "es una eflorecencia salina, de color cenizo, formada de sexquicarbonato de soda y cloruro de sodio" (Santamaría, Francisco J. 1983:1036) para cocer frijoles, elotes, calabazas, nopales y otros alimentos, razón por la cual se usa poca sal. Además, Muñoz Camargo poseía y comerciaba sal proveniente de unas salinas de San Juan Ixtaquimaxtitlan.(AGET,RIP, Lib. 12 f. 21 r. a 22 v.) de ahí su interés sobre el tema.

     [102]A este señor de Quiyahuiztlan, en el § 134, se le llama Iyactzin teohuatecuhtli.

     [103]Sobre la guerra contra Tlaxcala, encabezada por Huexotzinco, véase Zapata y Mendoza (1995 § 25-35)

     [104]En el Ms. de Glasgow se lee "Teocotelulco".

     [105]Según la Crónica Mexicayotl (1949 § 253 y 255) Tlacahuepantzin tlacochcalcatl fue hijo de Axayacatl y hermano de Motecuhzoma Xocoyotzin.

     [106]En el Ms. 210 de la BNP dice, "la".

     [107]El Ms. 210 de la BNP dice, "y"

     [108]El Ms. 210 de la BNP dice, "po".

     [109]Literalmente significa: "nueve cielos encimados".

     [110]En el Ms. 210 de la BNP dice, "avían".

     [111]En el Ms. 210 de la BNP dice, "en creyete". El Ms. de Glasgow dice,"en creyente".

     [112]Jabeba significa "flauta morisca".

     [113]El Ms. 210 de la BNP dice, "bivo".

     [114]En el Ms. 210 de la BNP dice, "entendimientos".

     [115]En el Ms. 210 de la BNP dice, "los casamis".

     [116]En el Ms. 210 de la BNP dice, "guiadas".

     [117]En la Ed. de 1892 Jose Fernando Ramirez explica que esta versión la recogió el cronista Herrera de los memoriales de Ojeda y de Alonso de Mata y que agrega "hay quien diga que no eran piojos sino gusanillos". Ramirez, en su larga nota, no explica que más bien se trata de la cochinilla.

     [118]Para conmemorar a los muertos se hacían estatuas a base de un manojo de rajas de ocote a las que les ponian una máscara. Tales estatuas se llamaban "ocoteteuhctin" (Durán 1967,II:154).

     [119]En el Ms. 210 de la BNP dice, "abra".

     [120]Estos términos significan: achcauhtzin "el mayor"; teopixque "guardianes de los dioses" y teopannenque "los que vivian en los templos".

     [121]El Ms. 210 de la BNP dice, "gran".

     [122]El Ms. 210 de la BNP dice, "de".

     [123]Choquezuelas significa "rótula"

     [124]El Ms. 210 de la BNP dice, "cejos"

     [125]El Ms. 210 de la BNP dice, "asur".

     [126]Tamohuan significa "el dueño del maíz". Tama o tomo es una raíz antigua que sólo aparece en las palabras como "tamal" o maíz molido y cocido al vapor; "nixtamal" o maíz cocido con cal o ceniza

y "totomochtli" o ichtli o fibra del maíz o mazorca. Tamohuanichan es un topónimo semejante a Coahuatlychan, Cuauhtliichan, Yohualichan y otros más. Tamohuanchan no proviene de lenguas mayances como hasta ahora se ha sostenido.

     [127]Itzehecayan significa "donde corren vientos como pedernal". Una escena pictórica enmarcada entre pedernales puede verse en la lámina 32 del Códice Borgia y en las pinturas de Ocotelulco.

     [128]En el § 86 se dice que Xoloteopan eran unos cerros "que es junto al barrio de San Nicolás", el actual Panotlan.

     [129]Exquinan o Ixcuina es uno de los nombres de Tlazolteotl. (Sahagun,1956, vol. I:51)

     [130]En el Ms. 210 de la BNP dice,"yoltan alli". Yoltamalli significa "tamal de vida" o bien "tamal corazón". Actualmente en Yupiltitla,Ver. los tamales pequeños que se ofrendan al maíz nuevo se les llama yolohtli o corazón.

     [131]El Ms. 210 de la BNP dice, "vasaba".

     [132]El Ms. 210 de la BNP dice, "prerrogativas".

     [133]En el Ms. 210 de la BNP dice, "sinpresticiosas".

     [134]En la Ed. de 1892, Ramirez anotó que los tres failes, el uno se llamó fray Juan de Tecto, el otro fray Juan de Ayora y el tercero fray Pedro de Gante.

     [135]El Ms. 210 de la BNP dice, "flamen condenación".

     [136]El Ms. 210 de la BNP dice, "exercito".

     [137]El Ms. 210 de la BNP dice, "vivieron".

     [138]El Ms. 210 de la BNP dice, "la par baz".

     [139]En la Ed. de 1892 Ramirez anotó que esta correspondencia es un error. Muñoz Camargo en este § 237 dice que el año de 1516 corresponde al año 12 casas y en el § 238 dice que el año de 1516 corresponde al año diez casas. Es evidente que no tiene seguro el numeral ¿diez o doce ?, pero de todas maneras de acuerdo con la correlación de 1 acatl = 1519, el año de 1516 correspondería al año 10 acatl y 11 tecpatl. Veáse introducción sobre diferentes cuentas calendáricas.

     [140]El Ms. 210 de la BNP dice, "cuando".

     [141]El Ms. 210 de la BNP dice, "cantares".

     [142]Mollina o mollizna significa "llovizna".

     [143]En el Ms. 210 de la BNP,después de esta palabra sigue,"des".

     [144]"Sala negra", se refiere a un edificio llamado Tlillan o Tlillan calmecac, donde se tenía a la diosa Cihuacoatl y se educaban los hijos de los señores. (Durán 1967, II:301,317).

     [145]El Ms. 210 de la BNP dice, "o del"

     [146]Entre este párrafo y el siguiente, en el Ms. de Glasgow, se encuentra un pequeño texto sobre la conquista y continúa con el calendario de Fray Francisco de las Navas y Antonio de Guevara.

     [147]El Ms. 210 de la BNP dice, "e".

     [148]En la Ed. de 1892 Ramirez aclara que los españoles recibieron en Tabasco veinte mujeres y además venían las españolas llamadas Beatriz Hernández,María de Vera, Elvira Hernandez y su hija del mismo nombre, Isabel Rodrigo,Catarina Márquez, Beatriz Ordas y Francisca Ordaz.

     [149] El Ms. 210 dela BNP dice, "algunas horas".

     [150]El Ms. 210 de la BNP dice, "Topochan".

     [151]En el Ms. de Glasgow se lee "fue llevada de lance en lance hasta Aulutla y Cozumel"

     [152]Chapeo significa "sombrero".

     [153]En el Ms. de Glasgow dice, "por coberturas".

     [154]En el Ms. de Glasgow se lee "Techquilhuastzin"; en las láminas del Lienzo de Tlaxcala de Austin "Tecuilhuatzin". El nombre correcto puede ser "tecuhcihuatzin" o tal vez "Tlecuilhuatzin".

     [155]El Ms. 210 de la BNP dice, "pedio y claras estrañas".

     [156]El Ms. 210 de la BNP dice, "simobieros".

     [157]El Ms. de Glasgow dice, "caudillo".

     [158] En el Ms. 210 de la BNP dice, "ynlear".

     [159]El Ms. 210 de la BNP dice, "breve".

     [160]En la Ed. de 1892 Ramírez anotó "Citlalpopocatzin se llamó Bartolomé y Tlehuexolotzin se llamó Gonzalo".

     [161]El Ms. 210 de la BNP dice, "Ananas".

     [162]El Ms. 210 de la BNP dice, "y".

     [163]El Ms.210 de la BNP dice,"destruyeron".

     [164]El Ms. 210 de la BNP dice, "regalado".

     [165]El Ms. 210 de la BNP dice, "bogon".

     [166]En el Ms. 210 de la BNP dice, "mobie".

     [167]El Ms. 210 de la BNP dice, "asogando en de agua".

     [168]El Ms. 210 de la BNP dice, "blamante referiamos"

     [169]En el Ms. de Glasgow dice, "Nezahualcoyotzin".

     [170]El Ms. 210 de la BNP dice, "mortaño"

     [171]El Ms. 210 de la BNP dice, "mugeres".

     [172]El Ms. 210 de la BNP dice, "pitaharia".

     [173]En la Ed. de 1892 Ramírez anotó que según Bernal Diaz del Castillo "tanta prisa se daba en hacer trece bergantines Martín López, que fue el maestro de hacerlos, con otros españoles que le ayudaban, que se decían Andrés Nuñez, y un viejo que se decía Ramírez, que estaba cojo de una herida, y un Diego, aserrador, y ciertos indios carpinteros y dos herreros con sus fraguas, y un Hernando de Aguilar, que les ayudaba a machar" (1968, I:454).

En el Ms. 210 de la BNP parece que el texto está cortado.

     [174]Según Zapata y Mendoza fray Diego de Olarte fué guardián de Tlaxcala en el año de 1545 y en 1559 (1995 § 154 y 168). Según Gibson don Gonzalo Tecpanecatl Tlehuexolotzin vivió hasta el año de 1545 o 1546. (1991:97 y 209). Asi que estos hechos ocurrieron en tales años.

     [175]El Ms. 210 de la BNP dice, "que entre hecho".

     [176]El Ms. 210 de la BNP dice, "allí".

     [177]"Lo mal sonante del vocablo" se refiere a que "calcar" es sinónimo de "pisar", con el sentido de tener relación sexual.

     [178]El Ms. 210 de la BNP dice, "San".

     [179]En el Ms. 210 de la BNP dice muy claramente,"alcanço aun" pero tal vez sea un error del copista. Tal vez el original decía "al Caçonçin", como se desprende de lo que sigue.

     [180]Desopilar significa "quitar la obstrucción".

     [181]Atriaca o triaca significa, medicina.

     [182]En el Ms. 210 de la BNP en el texto aparece una nota del amanuense que dice: "vuelta al margen de lado derecho a la parte arriba, Villalobos"

     [183]El Ms. 210 de la BNP dice, "redienlas".

     [184]El Ms. 210 de la BNP dice, "brozes".

     [185]El Ms. 210 de la BNP dice, "rayo".

     [186]El Ms. 210 de la BNP dice, "omite".

     [187]En el Ms. 210 de la BNP dice, "bendas".

     [188]El Ms. 210 de la BNP dice, "a tir".

     [189]El Ms. 210 de la BNP dice, "y darte festotivo".

     [190]Don Antonio de Mendoza gobernó 16 años como lo señala Ramirez en su nota.

     [191]El Ms. 210 de la BNP dice, "ansimonus".

     [192]El Ms. 210 de la BNP dice, "Andas".

     [193]En el Ms. 210 de la BNP está aquí un espacio en blanco.

     [194]En la Ed. de 1892, Ramirez anota que Torquemada ( Libro V, cap. XIV, f.620) dice, "el Corço".

     [195]El Ms. 210 de la BNP dice, "Juan".

     [196]El Ms.210 de la BNP dice, "Vio".

     [197]El Ms. 210 de la BNP dice, "157".

     [198]El Ms. 210 de la BNP dice, "avialla".

     [199]El Ms. 210 de la BNP dice, "por".

     [200]Pedro Moya de Contreras murió en diciembre de 1591. (Diccionario de historia de España,1979)

     [201]El Ms. 210 de la BNP dice, "trataremos".

     [202]El Ms. 210 de la BNP dice, "dañifician".

     [203]El Ms. 210 de la BNP dice, "balistimo".

     [204]El Ms. 210 de la BNP dice,"tras".

     [205]El Ms. 210 de la BNP dice, "encerados".

     [206]El Ms. 210 de la BNP dice, "abise".

     [207]El Ms. 210 de la BNP dice, "pueto".

     [208]El Ms. 210 de la BNP dice, "biduso".

     [209]El Ms. 210 de la BNP dice, "sento" y más adelante, en el mismo párrafo dice, "sinta".

     [210]En el Ms. 210 de la BNP dice, "sca an".

     [211]Así en las Eds. de 1870 y 1947. Palo o madera en náhuatl se dice "quahuitl", pero al cedro rojo se le llama "teoquahuitl".

     [212]El texto aquí queda trunco.

     [213]En las Eds. de 1870 y 1947 dice " mas pal xochiguahuitl"