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PROYECTO AMOXCALLI

FONDO MEXICANO DE LA

BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA

Documento No.228

Alboroto Y motín de los Indios de México

 

Ma. de Jesús Díaz Nava

UIA

 

Presentación

            La Biblioteca Nacional de Francia (bnf) posee la Colección de Eugène Goupil, también conocida como antigua Colección Aubin, la cual esta integrada por numerosos documentos referentes a la Historia de México, entre los que se encuentra el manuscrito número 228, intitulado “Alboroto y Motín de los Indios de México”, el cual consta de 125 páginas..

            El documento referido es la carta que Carlos de Sigüenza envió a su amigo el teniente Andrés de Pez, en ella informa las diversas noticias de la Nueva España. Pero en especial el alzamiento de los indios en la ciudad de México, ocurrido en junio de 1692, desde sus causas hasta su culminación con la quema del palacio virreinal.

            Carlos de Sigüenza comienza la carta anticipándole a su amigo que será larga. En la extensa misiva se pueden apreciar dos partes: La primera, da cuenta a de las novedades presentadas en las diversas regiones del virreinato novohispano tales como; el reforzar con soldados el presidio de Campeche; limpieza de piratas en el Mar del Sur, desde Acapulco hasta Sinaloa; haber remediado una sublevación en Parral con gente y armas, asimismo la extención de su provincia hacia Nuevo México; la reparación de la fortaleza de San Juan de Ulúa en Veracruz; proporciona una amplia información sobre la provincia de Texas, entre otras noticias.

            En la segunda parte, se refiere a la inundación de la ciudad de México y pueblos circunvecinos a causa de las lluvias del mes de julio de 1691. Pues durante doce días sin interrumpción llovió. Sigüenza describe con detalle como los ríos desbordaban su caudal en las lagunas y los barrios, calzadas, calles y plazas, quedaron inundadas. Casas dañadas y derrumbadas. Nadie entraba en la ciudad por el deterioro de los caminos, faltó el carbón, la leña, la fruta, hortalizas y aves, todo aquello que se introducía a la ciudad. Una vez cesadas las lluvias, las autoridades y particulares se dieron a la tarea de reparar los caminos y  realizar obras para contener el agua. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, el panorama se tornaba grave, por la pérdida de las cosechas aumentó la escasez y la carestía, tal situación causó malestar entre la población.

            El alboroto de los indios comenzó el día seis de junio, la gente se enteró que faltaba maíz  y de inmediato acudieron atropelladamente a la alhóndiga a comprar maíz. Al día siguiente, no había la cantidad suficiente para satisfacer a todos, la multitud entre gritos y empujones impedia que los vendedores hicieran su trabajo, quienes para poner orden echaron mano de un azote descargando golpes, uno cayó sobre la cabeza de una mujer. La otras mujeres al ver golpeada a su compañera la tomaron a cuestas y salieron a la plaza, no hallaron allí a los indios que ellas querían, y prosiguieron a la casa del arzobispo para quejarse, diciendo que no sólo no les daban “mais”, sino que a golpes habían hecho mal parir a aquella mujer. De ahí pasaron al palacio real, más de doscientas indias, donde la guardia les impidió entrar a los salones. Regresaron a la casa arzobispal para enterar al arzobispo de lo que les había pasado, además del mal parto de la mujer que llevaban, ésta ya había muerto.

El domingo ocho por la tarde, mientras el virrey se encontraba en el convento de San Agustín y la virreina en la catedral, la multitud demandaba maíz en la alhóndiga, entre empujones y apretones, se fingió otra mujer muerta. Llevando a la mujer en hombros se dirigieron a la casa del arzobispo, donde les negaron la entrada. Cerca de cuarenta indios  y otros agregados, se pusieron frente al balcón grande del Palacio Real y al grito “contra el virrey” arrojaron piedras, destruyendo la cámara de la virreina. Salió el cuerpo de guardia a rechazar a los indios, éstos serían entonces más de doscientos, huyeron todos a refugiarse entre los cajones de mercaderes que estaban en la plaza y al cementerio de la catedral. Una tropa de indios destrosaron los puestos que allí había. Mientras tanto unos cuantos soldados desde la azotea comenzaron a disparar salvas.

Don Carlos de Sigüenza cuenta que su criado le avisó del tumulto, abrió las ventanas y vio que corría hacia la plaza mucha gente, iban gritando, “muera el virrey y el corregidor que tienen atravesado el maíz y nos mantan de hambre”. Sigüenza fue a la plaza, quedó atónito al ver tanta gente, no sólo indios sino todas las castas, gritando y arrojando piedras sobre el palacio. Acompañó al señor Arzobispo en su intento de calmar a los indios, sin lograrlo. También los padres jesuitas y mercederarios intentaron por su parte.

Los amotinados determinaro ponerle fuego al palacio con materiales de los puestos y jacales que había en la plaza. El incendio llegó a la puerta del patio donde estaban las salas de Acuerdo, dos Audiencias, las Escribanías de Cámara y almacénes de Bulas y papel sellado, entre otras dependencias del gobierno, por todos lados ardía el palacio.

Luego pasaron a las casas del ayuntamiento para quemarlas. En aquel lugar se encontraban los oficios de los escribanos públicos y del cabildo, los libros becerros y protocolos, la diputación de la alhóndiga, la contaduría y la cárcel pública. Otros cuantos comenzaron a quemar el palacio nuevo del marqués del Valle, sin éxito. Además la plebe robó las mercancías de los cajones que había en la plaza.

Numerosas personas participaron en controlar el fuego y proteger los bienes más valiosos de los virreyes. Por su parte, Carlos de Sigüenza se encargó de rescatar el archivo de la ciudad.

Una vez calmado el tumulto, el virrey, desde la casa del marqués, comenzó a restablecer el orden. Mandó conseguir mayor cantidad de maíz y demás víveres. Reforzó los cuerpos de guarnición del palacio y prohibió la entrada de pulque a la ciudad. Se iniciaron los procesos de los culpables y se castigaron con severas penas.

Estas noticias fueron informadas con mayor detalle al capitán don Andrés de Pez, con fecha 30 de agosto de 1692.

El manuscrito aquí presentado es una copia más de aquella carta que escribió Carlos de Sigüenza y Góngora a su amigo el capitán Andrés de Pez. Son numerosas las refrencias que se hacen de la relación del motín de 1692. Sin embargo, la obra más conocida es la del profesor Irving A. Leonard,[1] quien realizó una edición anotada de esta carta.

El doctor Leonard conoció cuatro copias de la epístola de Sigüenza y Góngora, una en la colección de Osuna perteneciente a la Biblioteca Nacional de Madrid, otra en la colección de Genaro García de la Universidad de Texas, Austin y dos más existentes en la Biblioteca Bancroft de la Universidad de California, estas últimas las utilizó para su edición.

Respecto a la primera, fue hecha a mediados del siglo xix por José F. Ramírez y se encuentra en un tomo titulado Documentos para servir a la Historia de los disturbios y tumultos acaecidos en México durante el Siglo XVII. Dicha copia perteneció al Museo Nacional de México, según datos obtenidos por Leonard, “el señor Ramírez se la llevó entre sus libros a Londres en donde fue vendida junto con aquéllos”,[2] adquirida para H. H. Bancroft de San Francisco, California. También menciona que no fue la única copia que este señor se llevó a Europa. En cuanto a la otra copia tiene el encabezado y firma de puño y letra de Sigüenza, además es la mejor conservada.[3]  

Comparamos la copia publicada por Leonard y el manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia. Podemos decir que en lo general es el mismo documento, pero en lo particular hay algunas diferencias, por ejemplo; la copia Bancroft es de 40 fojas, la de la bnf consta de 64 fojas, tal vez se debe a lo extendido de la letra. La transcripción en ambos casos se realizó conservando el texto original, hasta donde se ha podido observar, en el manuscrito de la bnf se  perciben tachaduras y palabras entre renglones.

El manuscrito número 228 que lleva por título “Alboroto y motín de los Indios de México”, constituye un descubrimiento importante, dicho manuscrito es otra copia más del documento escrito por Carlos de Sigüenza y Góngora, pertenece a la Biblioteca Nacional de Francia.

Como hemos mencionado, la transcripción fue textual, como se encuentra el manuscrito. Sin embargo, se utilizaron algunos signos. Para señalar las palabras tachadas o escritas entre renglones se usó diagonales. Las abreviaturas fueron desenlazadas completando las letras omitidas entre corchetes. Se conservó la foliación original en la parte superior derecha del documento y del lado izquierdo el verso de la foja entre llaves.

 

 



[1] Irving A. Leonard, Alboroto y motín de México del 8 de junio de 1692. Relación de don Carlos de Sigüenza y Góngora en una carta dirigida al Almirante don Andrés de Pez, Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, México, 1932. La primera edición se publicó en Berkeley, California bajo el título, Don Carlos de Sigüenza y Góngora. A mexican Savant of the Seventeenth Century.

[2] Ibid., pp. 14-15.

[3] Ibid., p. 15.


 
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